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Tres semanas en casa de mi prima (2)

en Amor filial

Tres semanas en casa de mi prima

Continúan las aventuras del amigo Carlos durante las tres semanas de estancia en casa de su prima y rodeado de aquel enjambre femenino de belleza sin igual……

 

...Yo, he visto cosas que vosotros no creeríais…

Atacar naves en llamas más allá de Orión.

He visto rayos C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser.

Todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia.

Es hora de morir…

Blade Runner, RIDLEY SCOTT

 

CAPÍTULO II

 

Tras acabar aquel primer ardiente encuentro dándonos un beso que sellaba el inicio de una buena complicidad entre los dos, ambos abandonamos el baño dirigiéndose Pilar a la cocina mientras yo escapaba por el pasillo camino de mi dormitorio. Cerré la puerta tras de mí y olvidándome por completo de mi cansada entrepierna me vestí con rapidez, comí cualquier cosa y me esfumé bajando las escaleras como alma que lleva el diablo. Aquella mañana quería aprovechar para pasear y empaparme con el ajetreo de la ciudad. Ya en el metro, no pude evitar volver a pensar en Pilar y en su tentador cuerpo. El recuerdo de aquel cuerpo mojado bajo la toalla acercándose a mí para darme los buenos días hizo que mi miembro volviera a despertarse viéndome obligado a disimular lo mejor que pude para que la chiquita joven que viajaba frente a mí no se percatara de tan incómoda situación.

Al salir a la calle, en plena Plaza Catalunya, me tranquilicé un poco entrando en una cafetería donde pedí un café con leche y un cruasán mientras encendía el primer cigarrillo del día. Sentado en una mesa de un rincón, la imagen del rostro de Pilar retornó a mis pensamientos sin poder, ni querer evitarlo para nada. Aquella muchacha me había estado buscando y, como se suele decir en estos casos, al final acabó encontrándome…

Pasé la mañana empapándome del bullicio de las Ramblas, bajé hasta Colón y la Puerta de la Paz para retornar acabando finalmente visitando las estrechas calles del Barrio Gótico y la Catedral. Siempre que iba a Barcelona la Catedral y la Sagrada Familia resultaban visitas obligadas para mí, así que aquella vez no iba a ser menos.

Volví a casa a media tarde encontrándome a Violeta y a Heike en la cocina. Las saludé diciéndoles que había estado pasando la mañana por las Ramblas y visitando la Catedral y que iba a echarme un rato de siesta para estar disponible para ellas aquella noche. Mi prima me preguntó si prefería salir por ahí o quedarme en casa a lo que contesté que mejor aquella noche nos quedábamos en casa viendo alguna buena película y disfrutando de un rato agradable.

No había ni rastro de Pilar por el piso, después me enteré que había quedado con gente y que vendría a cenar más tarde. Estuve descansando una media hora y al levantarme me encontré con las chicas esperándome para bajar a comprar al supermercado.

¡Ya verás lo contenta que se pondrá Pilar cuando vea la mesa preparada! –dijo Violeta.

Seguro que sí. A Pilar le encanta que le tengan la mesa y la cena lista –comentó Heike confirmando las palabras de mi querida prima.

Bajamos los tres al súper de la esquina estando un buen rato entretenidos mirando y remirando los diferentes productos hasta que finalmente pagamos, cargamos con las bolsas y volvimos a casa diciéndole yo a las chicas que se cambiaran y se fueran a ver la tele que yo me encargaba de todo.

Está bien Carlos, por hoy te dejamos encargado de preparar la cena. A ver con que nos sorprendes.

¡Oh, algo ligerito! Tampoco creas que voy a romperme muchos los cascos.

Me metí a la cocina encendiendo el pequeño equipo de música que tenían y busqué mi emisora favorita pues siempre me gusta estar acompañado de algo de música mientras me muevo por la cocina.

Ya centrado en la tarea de hacer la cena, agarré dos sartenes y tras remojarlas con la cantidad justa de aceite puse un par de truchas con beicon en cada sartén dejándolas que se fueran haciendo. A continuación cogí otra sartén para hacer los solomillos de pollo que habíamos comprado en el súper. Mientras se iban haciendo las truchas y el pollo, abrí los armarios encontrando una fuente grande que me vendría perfectamente para preparar una buena ensalada variada que serviría para ir abriendo boca. Una ensalada suculenta, fresca y variada compuesta por maíz, pimientos de padrón, endivias, manzana, zanahoria, remolacha, tomate, el pollo que se estaba friendo y pequeños tacos de queso feta. Como todo venía ya preparado del súper, lo único que me preocupaba eran las manzanas y los tomates. Las manzanas las pelé con rapidez dejándolas apartadas en un plato y, tras remover el pollo y las truchas para que se fueran haciendo por el otro lado, cogí los tomates y los lavé en el fregadero.

El olor de las truchas y del pollo resucitaba a un muerto y estaba seguro que las chicas se chuparían los dedos cuando lo probaran. Pilar no tardaría en llegar así que debía darme prisa para tenerlo todo listo y que la mesa estuviera preparada cuando llegara. Llamé a las chicas diciéndoles que fueran poniendo la mesa mientras yo iba acabando con lo mío.

Al entrar ambas a la cocina, las dos me piropearon diciéndome que era un gran cocinero y que quien me pillara iba a tener suerte conmigo. Yo, sin darle mayor importancia a sus palabras, comenté simplemente que me defendía con unos cuantos platos que sabía hacer gracias a las artes culinarias de mi querida madre.

No digas eso, querido primo. Ahí donde le ves a Carlos siempre le ha gustado hacer cositas en la cocina –dijo mi prima Violeta dirigiéndose a su amiga.

La verdad es que eso huele muy rico –me alabó Heike oliendo las truchas y el pollo mientras cogía los platos del armario.

Pues ya veréis cuando lo probéis –finalicé diciendo viéndolas salir camino del salón para preparar la mesa.

Ya con las truchas y el pollo listos, me di prisa en acabar con la ensalada la cual fui preparando en la fuente completándola finalmente con los trozos de pollo por encima. Mientras tanto, Violeta y Heike no paraban de entrar y salir de la cocina cogiendo todo lo necesario para la mesa. Aquellas chicas resultaban realmente eficientes en las tareas de casa. Estando Violeta y yo en la cocina acabando con las últimas cosas, escuchamos abrirse la puerta de la calle. Al fin había llegado Pilar a la cual oímos saludarse con Heike que estaba colocando los vasos y los cubiertos en la mesa.

Salimos mi prima y yo al recibidor donde estaba Pilar quitándose la gabardina y el bonito fular de seda que llevaba puesto alrededor del cuello. Pilar estaba guapa y radiante como siempre y al saludarme me miró con aquel brillo especial que tantas cosas significaban para los dos.

¡Chicos, vengo molida de la calle! He tenido un día tremendamente ajetreado sin parar de un sitio para otro. Primero estuve por la mañana en casa de Julia mirando unos apuntes y teniendo que quedarme a comer con ella sin poder decir que no. ¡Ya conocéis como es Julia, cuando se empeña en algo no hay quien pueda negarse! –dijo dirigiéndose a mi prima y a Heike. Luego estuvimos por el centro mirando ropa toda la tarde así que sólo quiero quitarme estos tacones que me están matando –se quejó descalzándose y dejando en el zapatero de la entrada sus preciosos y delicados mocasines de cuero con estampado de cocodrilo y de tacón de vértigo que tan bien conjuntaban con sus finas medias color carne.

Bien, cámbiate que ya está la cena lista y la mesa puesta. Luego te das un baño de pies y como nueva –le recomendó Heike ayudándola a guardar el bolso que llevaba colgado al hombro.

¡Oh, gracias querida! –le agradeció la ayuda. Voy al baño a lavarme las manos y enseguida estoy con vosotros.

No sé si a Pilar aquel baño le traía recuerdos de la mañana pero a mí seguro que sí. Olvidándome de ello le dije a Violeta que cogiera una de las botellas de vino mientras que yo iba sacando la ensalada y las truchas a la mesa.

¿Hay truchas de cena? Gracias chicas, ya sabéis que me encantan –escuché gritar a Pilar desde el baño mientras acababa de lavarse las manos.

Y no sabes lo mejor…las ha preparado Carlos especialmente para ti –oí decirle a mi prima desde la puerta de la cocina.

¿En serio las ha preparado tu primo? En ese caso tendré que ponerle nota pues soy muy exigente con la forma de hacer las truchas –comentó Pilar de forma alegre entrando en el salón donde ya nos encontrábamos los tres esperándola.

Yo con mi modestia habitual dije que no era para tanto y que tan sólo era uno de los pocos platos que sabía cocinar. Heike, negando mis palabras, exclamó que todo tenía muy buena pinta y que empezáramos a cenar que estaba hambrienta. La ensalada desapareció en un pis-pás pasando al segundo plato y empezando a hincarle el diente a la trucha sin esperar un segundo. Pronto cayó la primera botella de vino abriendo yo la segunda sin más dilación. La conversación resultaba interesante riendo todos con la tarde de compras que había sufrido Pilar.

Al acabar la cena Pilar me dijo brindando conmigo que las truchas estaban realmente exquisitas y que eran las mejores que había probado después de las de su madre. Amablemente le respondí que nadie podría competir con las truchas de su madre –riendo todas divertidas ante mi acertado comentario.

Nos levantamos de la mesa recogiendo todo en un momento y diciéndome Violeta que dejara todo en el fregadero que ya lo limpiaríamos tranquilamente por la mañana.

¿Quién quiere café? –preguntó mi prima contestando al momento Pilar y yo que queríamos.

A mí hazme un té, por favor –pidió Heike de forma educada. Ya sabes que no me gusta el café –comentó deshaciéndose del cardigan que llevaba sobre la camiseta.

¿Y dónde vamos esta noche? Esta noche tengo ganas de marcha –dijo Pilar meneando el cuerpo de forma sexy.

Pues tendrás que aguantarte las ganas. Esta noche nos quedamos en casita que mi querido primo prefiere no salir –le respondió Violeta cogiendo las tazas del aparador de la vitrina.

Carlos, eres un aguafiestas. ¡Con lo que me encanta a mi ir de marcha hasta las tantas! –confesó Pilar de forma divertida.

Ya te compensaré otro día pero hoy quiero quedarme en casa con vosotras –le prometí con la mejor de mis sonrisas aceptando ella pero sin quedarse muy convencida.

Pilar se fue al lavabo a darse un baño rápido de pies y Heike, mi prima y yo nos quedamos hablando en la cocina mientras se calentaba el agua para el café. Siempre que hablaba con Heike me daba la sensación como que hubiera mala química con ella sin saber exactamente cuál podría ser la razón para ello. Siempre contestaba de forma brusca y con monosílabos a todo aquello que le decía. No tardé en conocer el motivo de su actitud hacia mí.

Una vez estuvieron listos el café y el té de Heike, fuimos los tres al salón empezando a degustar cada una de nuestras tazas y animando a Pilar a que se diera prisa y se uniera a nosotros. No tardó ella en volver tumbándose en el sofá junto a Heike y mi prima quedándome yo sólo en el sillón frente a ellas. Violeta fue cambiando de canal en canal hasta que paró en una película de intriga que nos pareció interesante a los cuatro.

Empezamos a comentar las escenas de la película aprovechando yo, de tanto en tanto, para fijar mi atención en Pilar y en Violeta. Pilar estaba tan guapa como siempre con su melena castaña cayéndole sobre los hombros y sus gafas para ver de lejos que tan interesante la hacían. No pude evitar centrar mi atención en sus pechos, que conocía de primera mano, los cuales se mostraban insinuantes bajo el top celeste que se había puesto. Mi entrepierna empezó a despertar recordando lo ocurrido con ella, así que desvié mi atención poniéndome a tratar de seguir la trama de la película.

Al terminarnos el café y durante la pausa de la película, Heike se levantó recogiendo la bandeja mientras Pilar me preguntaba si me apetecía alguna copa diciéndole yo que whisky o ron estaría bien.

Por aquí tenemos algo de whisky –dijo abriendo el mueble bar y agarrando unas copas y dos botellas de whisky y de vodka.

¿Os apetecen unos porros? –pregunté sin saber cuál sería la reacción de las chicas ante aquel ofrecimiento.

¿Tienes marihuana? ¿Y cómo es que no habías dicho nada hasta ahora? Vamos sácala de una vez a ver si esto empieza a animarse un poco…-exclamó con su habitual desenvoltura.

Heike volviendo de la cocina comentó que no le parecía bien aquello pero Pilar la cortó diciéndole que se apuntara a la fiesta, que la noche era joven y que un porrito de vez en cuando no le hacía mal a nadie. Su amiga dando un pequeño suspiro se dejó caer en el sofá sonriendo a Pilar y manifestándole que siempre la convencía para conseguir lo que quería.

Yo sabía que Violeta se tomaba algún porro de vez en cuando pues en las vacaciones en el pueblo habíamos tomado alguno con nuestros amigos de juergas. Así pues, fui a mi cuarto cogiendo de la bolsa el paquete de tabaco y la poca marihuana que había traído de casa y la cual sería suficiente para que pasáramos una buena noche los cuatro.

Volví al salón escuchando decir a mi prima que aquella película estaba resultando un poco tostón y que prefería jugar un rato a las cartas. Me quedé un poco mosqueado viéndolas reír entre ellas y sin saber la razón exacta de sus risas cómplices. Tomé asiento en mi sillón poniéndome a preparar el primer porro de la noche al tiempo que Violeta se levantaba cogiendo las cartas del primer cajón de la pequeña librería.

¿Te apetecería jugar un rato al strip poker, primito? –se dirigió Violeta a mí mientras seguían riendo las tres mirándose las unas a las otras.

¿Por qué no mejor hacemos nuestra versión casera jugando al cinquillo? –respondí continuando aquel juego e imaginando que aquella noche podía acabar bien con aquellas tres bellezas.

Pero Heike no sabe jugar al cinquillo –comentó mi prima dejando las cartas sobre la mesa y agarrando el porro que yo le ofrecía tras darle las primeras caladas.

No hay problema. Entre todos le enseñaremos a Heike y ya veréis que pronto aprende.

Cogiendo las cartas de la mesa me puse a barajarlas empezando a repartir de modo altamente profesional lo cual hizo que ellas comentaran riendo si jugaba al strip poker muy a menudo. Siguiendo con la broma dije que sólo si tenía la oportunidad de jugar con tres bellezas como ellas, provocando en Pilar un silbido admirativo.

El porro fue pasando de mano en mano hasta que lo acabamos, pidiéndome Violeta que liara otro y diciendo que aquella noche tenía ganas de pasarlo bien. No me hice de rogar y cogiendo nuevamente la bolsa las miré con mirada retadora y les dije que se fueran preparando para perder una tras otra pues pensaba disfrutar de todos sus encantos.

¡Menos lobos, Caperucita, menos lobos! –exclamó Pilar retándome a su vez con un cierto brillo maligno en los ojos.

Sabía que estaba en minoría frente a ellas y que si no me lo tomaba en serio aquellas tres brujillas podían dejarme desnudo en poco tiempo. Una cosa tenía bien clara y es que en el juego nunca hay que infravalorar a tu rival. De ese modo, me incliné hacia delante tratando de centrarme en el juego para no llevarme después sorpresas desagradables.

Para calentar más la cosa, lié un par de porros, dos buenas trompetas para que junto con el alcohol hicieran buen efecto en todos nosotros. Todos brindamos alegres chocando mi copa de whisky con las de vodka de ellas a las cuales ya se les veía bien animadas. La noche prometía y parecía responder a la perfección a las expectativas creadas…

Empecé a repartir las cartas de modo profesional, mientras las chicas daban sus buenas caladas al primer porro apurándolo al máximo. No tardó la habitación en llenarse con el humo del canuto bien cargado que había preparado. La primera en perder fue mi prima Violeta la cual se deshizo de los calcetines negros que le llegaban por debajo de la rodilla. A continuación fue Pilar quien vio cómo la diosa fortuna le daba la espalda teniendo que desprenderse de una pieza eligiendo entre risas de todos nosotros las gafas con las que cubría sus bellos ojos. No tardé en perder y además de eso, perdí dos veces seguidas quitándome las zapatillas y el jersey lo cual fue jaleado por las chicas con gran alborozo.

Con el paso del tiempo fuimos perdiendo todos nuestras ropas, las chicas se fueron desprendiendo de sus camisetas, tops, pantalones y pijamas y yo de mi camiseta de tirantes y de mis desgastados vaqueros lo cual hizo que fuera calentándose el ambiente a cada segundo que pasaba. Pilar, tan lanzada como siempre, animó la cosa diciendo que además de la prenda de la que debíamos desprendernos cada vez que alguien perdía, no estaría mal incluir ciertas pruebas que debería cumplir quien perdiera estando todos de acuerdo con tan estupenda idea. Yo me encontraba en la gloria viendo el curso que iban tomando los acontecimientos. Gracias al efecto del alcohol y de la marihuana cada vez íbamos sintiéndonos más y más desinhibidos.

Volvimos a empezar una nueva partida perdiendo esta vez Heike. Como prenda eligió el pañuelo con el que llevaba sujeto sus rubios cabellos y, una vez se lo hubo quitado, Pilar le mandó que le diera un beso sensual a mi prima Violeta. Ni corta ni perezosa, la guapa alemana pasó una mano por los hombros de mi prima y aproximándola a ella pude ver el cálido y profundo beso incluida lengua con el que ambas se regalaron. En mi vida hubiera imaginado ver a mi querida prima darse un morreo como aquel con otra tía pero debo reconocer que la imagen de ellas con sus pechos al aire y morreándose de aquel modo produjo en mí un tremendo morbo y una repentina e instantánea erección entre mis piernas lo cual no pasó desapercibido para ellas.

La siguiente partida me tocó perder con lo cual me tuve que quitar el bóxer con el que cubría mi entrepierna. Pilar, que era la que llevaba siempre la voz cantante en cuanto a mis pruebas se refería, dijo brillándole los ojos que en esa ocasión iba a tener que cumplir dos pruebas. Una de ellas sería hacerles un striptease bajándome lentamente el bóxer. Mi prima se dirigió al equipo de música y nada más empezar la canción me puse de espaldas a ellas moviendo mis caderas de forma sensual lo cual fue recibido por ellas con comentarios subidos de tono. Poniéndome de espaldas a ellas improvisé un pequeño baile de carácter un tanto erótico para que la animación de las chicas no decayera. Evidentemente a Pilar y a mi prima no les hacía falta mucho para que se animaran así que allí estaban gritando y silbando sin cesar a cada uno de mis movimientos. No paraban de dar palmas sin dejar de alabar mi culito el cual, según ellas, les resultaba muy sensual y estimulante. Una vez acabé mi lascivo baile, todas aplaudieron con ganas al volverme hacia ellas y mostrarles mi herramienta la cual ya aparecía bien dura y dispuesta a cualquier cosa.

¡Joder primo, cómo te las gastas! ¡No imaginaba que pudieras estar así por culpa nuestra!

Con tres bellezones como vosotras es difícil poder mantener la calma –respondí amablemente mientras le guiñaba un ojo.

Entre risas y bromas, Violeta como segunda prueba le pidió a Pilar que durante medio minuto debía jugar con mi polla a lo cual respondió su amiga estirándome en el sillón hacia atrás y empezando a chuparme mi descubierto glande y ensalivando mi herramienta arriba y abajo hasta acabar apoderándose de uno de mis huevos el cual introdujo en su boca chupándolo con fruición. Mi prima tuvo que separarla entre risas diciéndole que me soltara pues la prueba tan sólo consistía en medio minuto.

Así pues la cosa se fue caldeando viendo las miradas ardientes que Heike le lanzaba a Pilar hasta que echándose sobre ella la tumbó en el sofá empezando a comerle el cuello con gran voracidad arrancándole de los labios un fuerte suspiro de placer. Pilar respondió a las caricias de la alemana agarrándola con fuerza del cabello y plantándole un jugoso beso que me llegó a lo más hondo de mi ser. Debo reconocer que aquello me produjo una gran desilusión y una cierta sensación de celos al ver a Pilar en brazos de Heike. Aquella noche me hubiera gustado disfrutar del cuerpo de Pilar tal como había hecho durante la mañana pero al parecer ella tenía otras ideas pues allí estaba sin despegarse de su amiga sin parar de recorrerse mutuamente con las manos sus femeninos cuerpos.

Desde siempre sabía bien que había que saber perder y poner buena cara a las adversidades así que mirando a mi prima le dije que estaba cansado y que me iba a dormir dejándolas allí abrazándose y acariciándose mientras se decían palabras sugerentes al oído. Me lavé los dientes en el baño pudiendo escuchar los primeros gemidos de ambas procedentes del salón.

Salí del baño dirigiéndome a mi cuarto y cerrando la puerta tras de mí. Me tumbé en mi cama todavía resonando en mis oídos los gemidos de Pilar y Heike que había escuchado unos minutos antes. Encendí el último porro de la noche saboreándolo mientras observaba absorto el blanco techo. No habían pasado ni cinco minutos cuando escuché golpear la puerta con suavidad. Al preguntar quién era pude oír la voz de Violeta diciéndome si podía pasar un momento. Por supuesto accedí a su ruego no sin antes cubrirme con el edredón pues aún me encontraba completamente desnudo.

Carlos, ¿estás bien? –preguntó con voz preocupada.

Sí, claro. ¿por qué iba a no estarlo? –pregunté a mi vez tratando de ocultar mi profunda decepción.

Verás primo –dijo ella tumbándose a mi lado. Hay cosas que necesitas que te explique para que sepas por dónde van los tiros. ¿Te gusta Pilar, verdad?

Afirmé con la cabeza sin decir palabra sobre lo acaecido durante la mañana y sintiendo la mano de Violeta recorriéndome el rostro tratando así de tranquilizarme.

Mira Carlos, hace ya tres años que comparto piso con Pilar y Heike y debes saber que tenemos nuestros líos entre nosotras. ¡Sí, no te sorprendas por ello! No es que sea lesbiana ni nada de eso, más bien diría que me considero bisexual igual que Pilar. A las dos nos gusta pasar un buen rato con un chico pero también debo decirte que nuestro hombre es Heike con la que jugamos siempre que nos apetece disfrutando y gozando de nuestros cuerpos sin buscar más razones.

Pensé un buen rato en sus palabras y le comenté el ardiente encuentro que habíamos tenido Pilar y yo en el baño aquella mañana y diciéndole que estaba seguro que Heike se había sentido molesta al ver a Pilar acariciándome en el salón tras la prueba a la que ella misma me había condenado.

Tienes razón primo. Heike siente a cualquier hombre como un rival para ella y no deja que se acerquen ni a Pilar ni a mí. Sin embargo, si realmente Pilar te gusta lucha por ella y disfrútala todo lo que puedas pues es una gran chica y en la cama tal como habrás podido comprobar es una auténtica máquina.

Tras oír sus palabras la abracé cariñosamente acogiéndola entre mis brazos y sintiendo el cuerpo de mi prima junto al mío. Era una sensación extraña pero allí estábamos los dos abrazados en mi cama mientras los gemidos de Pilar y Heike iban aumentando de volumen paso a paso.

Carlos, me gustaría pasar la noche contigo. Yo también me siento mal y necesito que alguien me haga compañía –la escuché decir recorriendo con sus finos dedos mi velludo pecho.

Violeta, ¿estás segura de lo que me dices? –le pregunté mirándola fijamente a los ojos.

Completamente segura. Mira, lo del salón me ha puesto muy cachonda y necesito que alguien me haga el amor así que, ¿quién mejor que mi primo para ello?

Pensándolo seriamente unos segundos y sopesando los pros y los contras, pensé que Violeta era una chica muy guapa y que si no fuera mi prima hace tiempo que me hubiera gustado besarla y tenerla entre mis brazos. Me fijé más detenidamente en ella y debo decir que realmente estaba muy apetitosa con aquel conjunto rojo de sujetador y braguita junto a aquellos calcetines negros que le llegaban a la altura de las rodillas y calzada con aquellas zapatillas blancas de deporte. ¡Vamos, que mi querida primita parecía toda una verdadera colegiala! La noté temblar junto a mí, tan dispuesta a complacerme se la veía que no pude menos que cogerle el mentón entre mis dedos y besarla dulcemente uniendo mis labios a los suyos.

Hazme el amor, Carlos. ¡No sabes lo caliente que me ha puesto verte con Pilar! Hace tanto tiempo que te deseo, ya desde nuestros veranos en el pueblo… –me confesó acurrucándose entre mis brazos y con la cabeza apoyada en mi hombro.

Violeta, eres realmente preciosa y te mereces lo mejor –respondí volviendo a acercar mis labios a los suyos para besarnos ahora de forma mucho más profunda y apasionada.

Noté el profundo deseo que la dominaba viendo cómo mi prima abría ligeramente sus labios permitiendo así la entrada de mi lengua en su boca. Mezclamos unos segundos nuestras lenguas jugando con ellas al tiempo que nos abrazábamos con fuerza reconociendo cada rincón de nuestros cuerpos. Con cierta urgencia empecé a manosearle sus pequeños y redondos pechos por encima de la tela del sujetador que los cubría dedicándome, por otro lado, a devorarle el cuello tras echarle hacia atrás su bonita cabellera ondulada de color berenjena.

Ella se separó de mí dejando descansar la cabeza sobre el almohadón e invitándome a unirme a ella nuevamente. Así lo hice, lanzándome sobre ella y volviendo a dirigirme a su desnudo cuello el cual lamí y chupé largo rato haciéndola gemir de placer y emoción. La notaba vibrar bajo mis caricias, su cuerpo joven pero bien formado era una llamada al pecado, el pecado que ambos íbamos a cometer sin pensar por un segundo en las posibles consecuencias que aquella unión pudiera ocasionarnos.

Me hice con su desnuda oreja la cual mordisqueé y llené de besos chupándosela de forma sensual al mismo tiempo que ella recorría con sus manos mi espalda y mis brazos. Era un auténtico placer ver a mi querida prima entregada a todo aquello que quisiera hacerle sin dejar de jadear y gemir de forma tenue.

Sigue….sigue así. ¡Qué cachonda me estás poniendo, primito! –reconoció animándome de esa manera a seguir del mismo modo.

Abandoné su pequeña oreja descendiendo hacia sus pechos encontrándomelos tapados por el sujetador el cual le quité con verdadera ansia quedando a mi vista aquel par de pechos de pequeño tamaño pero de una gran dureza. Los estuve manoseando como queriendo disfrutarlos con cada una de mis caricias hasta que, acercando mis labios, me puse a cubrirlos de besos para pasar luego a lamerlos con la punta de mi lengua centrándome en sus oscuros pezones los cuales se enderezaron nada más sentir el roce de mis labios y mi lengua.

Violeta, sin poder aguantar más, agarró mi cabeza entre sus manos llevándome hacia ella y sumergiéndome entre aquel par de montañas sin dejarme prácticamente respirar. Allí estuve gozando una y otra vez y haciéndola gozar a ella con los pequeños mordisquitos que le propiné en cada uno de sus delicados pezones. Mi persistencia y las caricias prodigadas sobre tan tierna y sensible zona desembocaron en el primer orgasmo de mi prima la cual se agarró con fuerza a mí mientras se retorcía entre las sábanas de satén que cubrían mi lecho.

¡Me corro….sí, me corro! ¡Qué bueno es esto, primo! ¡Me encanta como me lo haces, cariño! –exclamó cayéndole lágrimas de emoción por las mejillas.

¿Te ha gustado, Violeta? –le pregunté elevándome sobre ella y apartándole con dulzura las lágrimas que empapaban su bello rostro.

Bésame, Carlos….bésame –me pidió ofreciéndome sus sonrosados labios y cerrando sus bonitos ojos como clara muestra de su total entrega.

Así pues, volví a juntar mis labios a los suyos masajeando con suavidad uno de sus pechos con la mano que me quedaba libre en esos momentos.

Eres tan dulce y sabes tan bien dónde tocarme –agradeció mis caricias llevando sus finos dedos a mi cara recorriéndola con lentitud como si quisiera recordar cada instante de aquel bello encuentro.

Elevándose en el lecho haciendo fuerza con sus brazos, se arrodilló obligándome a quedar tumbado boca arriba y, apartando la sábana que ocultaba mi total desnudez, se dedicó a observarme de arriba abajo centrando su atención en mi pene el cual ya mostraba un aspecto más que interesante.

Inclinándose sobre mí empezó a comerme los pezones, tal como había hecho yo con ella, haciendo pequeños círculos alrededor de ellos para finalmente succionarlos con sus labios chupándolos hasta hacerme sentir en la gloria con el roce de sus labios y su lengua. Una vez mis pezones estuvieron bien ensalivados, se puso sobre mí en posición inversa de manera que cada uno de nosotros tenía el sexo del otro frente a él. Atrapé con mis brazos sus muslos teniéndola así bien cogida para que no pudiera escaparse. Recorrí sus muslos con mis labios lamiéndoselos arriba y abajo sin tratar todavía de ir más allá. Por su parte, sentí cómo mi prima no tenía la misma paciencia agarrando mi polla entre sus dedos y empezando a jugar con ella chupando mi tallo por completo hasta llegar a mis huevos en los cuales sentí unas agradables cosquillas debido al roce de su lengua sobre ellos.

Violeta estaba bien excitada, hecho que notaba por su respiración acelerada y el nerviosismo que mostraba en cada uno de sus gestos y movimientos. Debía aprovecharme de ello así que, sin perder un segundo, me puse manos a la obra bajándole mínimamente la braguita hasta medio muslo e intentando darle el máximo placer posible. Una vez la despojé de tan delicada prenda allí quedó frente a mi cara su sexo de vello bien recortado sobre el cual me lancé empezando a rozarlo con mi nariz arriba y abajo sintiendo salir los primeros efluvios de mi prima de cuyos labios escapaban pequeños grititos, señal inequívoca del deseo que la atormentaba.

Separé sus labios con mis dedos y allí me hundí sorbiendo con mi lengua el dulce néctar de su vagina mientras con mi mano derecha acariciaba con lentitud su liso vientre para bajar hacia su pubis. Al mismo tiempo ella ensalivó por completo mi pene que ya mostraba un buen tamaño y se lo introdujo en su boquita chupándolo y chupándolo hasta que lo hizo alcanzar una tremenda erección.

¡Me gusta tu polla, Carlos! ¡Es grande y poderosa como a mí me gustan! –la escuché decir entre susurros antes de volver a metérsela hasta la mitad en la boca.

Empecé a hacer más profundas mis caricias chupando ahora su pequeño botoncito el cual respondió al instante al tratamiento que le daba poniéndose bien duro como si de un diminuto pene se tratara. Del interior de la vagina no paraban de fluir jugos mientras Violeta no dejaba de estremecerse pidiéndome con sus lamentos y gemidos que continuara por el mismo camino. Acompañé las caricias de mi lengua sobre su clítoris con mi dedo índice y corazón introduciéndolos en su vagina lo cual fue respondido por ella con un fuerte respingo de aprobación. Al empezar a introducirlos y sacarlos cada vez a mayor ritmo, Violeta no pudo menos que ir aumentando el ritmo de su mamada sobre mi polla hasta hacerla realmente insoportable para mí. Me masturbaba con su mano de un modo endiablado moviendo la mano arriba y abajo al mismo que con sus labios agarraba mi glande para después dejarlo marchar.

Sin aguantar más aquel suplicio al que me sometía la aparté de mí tumbándola en la cama y poniéndome ahora yo sobre ella.

Fóllame…fóllame primo –me pidió con voz entrecortada y fijando sus bonitos ojos en los míos.

Violeta, ¿estás realmente segura de querer que lo hagamos? –le pregunté mientras le apartaba los cabellos que caían sobre su rostro.

Carlos, ¡me tienes tan cachonda! Quiero que me la metas hasta el fondo y me folles de manera deliciosa…

Tras aquellas palabras me coloqué sobre ella en la más que conocida posición del misionero con las rodillas de ella flexionadas y las piernas abiertas de manera que pude entrar en su estrecho coñito con total libertad. Apoyé la cabeza de mi glande en la entrada de su empapada vagina y sin apenas esfuerzo sus labios se abrieron como una flor envolviendo la entrada de mi polla la cual fue absorbida en un primer momento hasta la mitad para, en un segundo movimiento de caderas quedar completamente insertada dentro de ella. Una vez estuve bien dentro de su vagina, Violeta cruzó las piernas apretándome contra ella con fuerza para así hacer mucho más profunda la unión de ambos.

Empecé a moverme adelante y atrás ayudándome mi querida prima en la cópula con los movimientos acompasados de su pelvis. Se apretaba a mí adueñándose de mis nalgas con sus manos y acompañando cada una de mis entradas y salidas en su lubricada vagina. Percutí sobre ella una y otra vez, una y otra vez hasta que sentí cómo ella llegaba a un orgasmo explosivo y brutal agarrándose a mis brazos y gritando loca de satisfacción. Pese a su orgasmo mi prima no dejó de mantenerse activa y no paraba de sobarme los huevos con sus dedos presionándolos con suavidad pero al mismo tiempo con fuerza. Observé que Violeta se encontraba a punto de encadenar un segundo orgasmo al primero pues sus gemidos y sus golpes de pelvis así me lo indicaban así que me dispuse a alcanzar mi primer orgasmo de aquella noche metiéndole mi polla hasta el fondo y dejándola casi sin respiración, para volver ella a recuperarla una vez me alejé de ella. En un breve momento de lucidez le pregunté a Violeta si me salía de ella pues estaba a punto de correrme a lo cual respondió agarrándome con más fuerza de las nalgas y diciéndome que podía correrme dentro de ella pues tomaba precauciones para no quedar embarazada y que quería notar la totalidad de mi leche dentro de ella. De ese modo continué follándola unos segundos más hasta que, sin poder aguantar por más tiempo tanta tensión, acabé explotando en el interior de su coñito llenando sus paredes con mi copiosa corrida al mismo tiempo que ella alcanzaba un nuevo orgasmo mucho más salvaje aún que el anterior.

Sí Carlos….lléname con tu leche. Dámela primo….necesito que me llenes con toda tu leche y sentirme llena de ti –dijo rotando su vientre como animándome a seguir con aquello mientras yo quedaba derrumbado sobre ella notando la evidente dificultad de ambos a la hora de respirar.

¿Qué tal te encuentras Violeta? –le pregunté con la voz entrecortada y tratando de recuperarme del esfuerzo realizado.

Me siento muy bien. ¡Realmente genial! Pero todavía me gustaría un poco más, Carlos…

Mi joven prima se encontraba todavía excitada pese al cálido encuentro que habíamos mantenido así que, sin pronunciar palabra, me incorporé separándome de ella y me dirigí hacia uno de sus pechos acariciándoselo con gran delicadeza con una de mis manos para con la otra rozar el vello de su pubis notando erizarse la totalidad de su piel. Viéndola mirarme con sus ojos entrecerrados le pellizqué uno de sus pezones retorciéndoselo con fuerza lo cual provocó en ella un nuevo orgasmo. Violeta estaba tan caliente que parecía que su placer no fuera a tener fin retorciéndose y estremeciéndose con cada una de las caricias que le propinaba.

No quería que aquello acabara, no al menos sin poder alcanzar un nuevo orgasmo junto a mi prima en la cual había descubierto una amante realmente incansable. Volví a chuparle los pechos viendo su respuesta a cada uno de mis roces en tan sensible zona. De tanto en tanto la hacía delirar dándole suaves mordiscos en los pezones para después pasar a lamerle con gran voracidad la aureola de los mismos. Metiéndome entre sus piernas me puse a humedecerle sus inflamados labios jugando con su vulva y pasando y repasando mi lengua hasta alcanzar su agujero posterior con cuya caricia Violeta aumentó aún más sus alaridos haciéndolos ensordecedores para mis oídos. Había descubierto una de las zonas sensibles de mi querida prima y estaba bien seguro que no tardando mucho me aprovecharía de ello disfrutando de ella y haciendo que ella gozara igualmente con ello.

En esos momentos Violeta volvió a tomar nuevamente las riendas haciéndome estirar en la cama y dirigiendo sus manos hacia mi entrepierna la cual empezaba a dar muestras de querer también ella disfrutar de un nuevo combate. Separé mis piernas y la vi agacharse mirándome a los ojos como una gatita mala para empezar a pasar la lengua por el mástil en que se estaba convirtiendo mi polla, irguiéndose insolente ante ella la cual la observaba como si de un auténtico trofeo se tratase. Se la notaba tan excitada que lo disfrutaba con enorme apetito saboreándolo con deleite. Su lengua pareció cobrar vida propia recorriéndolo lentamente desde la base hasta el glande para bajar de nuevo por todo el tallo hasta hacerse con mis huevos para, una vez ahí, masajearlos con las uñas y las yemas de los dedos. De ese modo, mi primita estuvo degustando todo mi miembro de arriba abajo con la lengua hasta que introdujo mi rosada cabeza en su boca dándole un pequeño mordisco con el que me hizo gritar de emoción. En esos momentos mi polla se endureció por completo mostrándose orgullosa ante ella y con un cierto punto de arrogancia.

¡Qué maravilla primo! ¡Mírala cómo vuelve a estar de nuevo! ¡La verdad es que no esperaba menos de ti! –dijo relamiéndose los labios con la lengua antes de lanzarse sobre ella tragándosela de un solo golpe.

Yo no paraba de gemir enredando mis dedos en su cabello y ayudándola en su mamada. Realmente si tuviera que decidir si Pilar lo hacía mejor que mi prima me costaría dar una respuesta definitiva. Tan bien lo hacía la cabrona absorbiéndome como si de una ventosa se tratara que no pude menos que seguir dejándome hacer por ella disfrutando de tan maravillosa felación.

¡Fóllame Carlos…vamos métemela fuerte hasta el fondo! –la oí decir levantándose en la cama e intentando ponerse sentada sobre mí dándome la espalda.

En esa postura tenía ante mí sus rollizas nalgas las cuales empecé a sobar con mis dedos y mis manos disfrutando de aquella hermosura de culo. Agarrando con fuerza mi dura herramienta la llevó a la entrada de su vagina para, estando bien colocada sobre ella, irse sentando clavándosela centímetro a centímetro. Con mis manos en su nalga y en su pecho la escuché gemir mientras notaba como mi polla entraba en su coñito como el cuchillo cortando la mantequilla. Lo tenía tan mojado que mi barra de carne fue entrando en su interior sin ninguna dificultad hasta que la sentí dejarse caer gozando de la totalidad de mi músculo dentro de ella.

Empezó a moverse rotando su pelvis alrededor de mi eje con lo cual su respiración se fue acelerando cada vez más y más. En mi posición aproveché para cogerle un pecho y atraerla hacia mí dejando caer su espalda sobre mi pecho. Dirigí mis dedos hacia su coñito acompañando la acción de mi pene con la de mis dedos sobre su clítoris para así conseguir que se calentase sin remedio.

¡Me encanta….me encanta como lo haces! Sabes tan bien como hacérmelo….

Violeta gemía ahogadamente con cada caricia que le daba sobre su clítoris mientras seguía bombeando dentro de ella sin parar un solo segundo de hacerlo. No paraba de pedirme más y más permaneciendo yo quieto y siendo ahora ella quien empezó a cabalgarme de forma desesperada una vez se hubo incorporado de nuevo quedando sentada encima de mí.

Métemela…vamos métemela. ¡Qué polla tan buena tienes! Fóllame…..fóllame más fuerte s텅 -no dejaba de animarme moviendo la cabeza a un lado y a otro y sin dejar de cabalgar como una fiera en celo.

Pese a mi anterior corrida aquel ritmo era difícil de mantener para mi pobre miembro el cual notaba a punto de reventar nuevamente. Trataba, pese a todo, de aguantar sin correrme cogiéndola de las caderas y dejándola quieta sobre mí para así mirar de retrasar mi orgasmo. Sin embargo aquella locuela no parecía pensar lo mismo que yo y, en cuanto se le presentaba la ocasión, volvía a botar arriba y abajo, arriba y abajo hasta que sacándose mi polla de su coñito la masturbó con ganas entre sus dedos haciéndome eyacular grandes cantidades de semen entre fuertes gritos de placer.

¡Joder primito, menuda corrida más buena te has pegado! ¡Para haberte corrido antes la verdad es que no ha estado nada mal!

Eres mala….eres realmente mala –pude pronunciar con dificultad.

¿Tú crees? –preguntó con voz mimosa echándose de nuevo sobre mí y ofreciéndome el cuello para que se lo comiera.

De ese modo quedamos los dos derrengados sobre las revueltas sábanas acariciándonos y besándonos como dos enamorados. Violeta se quedó dormida al momento abrazada a mí y dejando reposar la cabeza en mi hombro mientras yo le acariciaba el cabello sin dejar de apartar la mirada del techo. Aquel polvo con mi querida prima había resultado realmente salvaje; jamás hubiera imaginado que Violeta follara y se moviera de esa manera tan brutal. Por unos instantes pensé en lo que habíamos hecho pero rápidamente deseché aquel pensamiento tratando de disfrutar tan sólo de cada instante. Aquellos días estaban resultando mucho más provechosos de lo que hubiera podido imaginar a priori. Por la mañana me había follado a Pilar y por la noche a mi hermosa prima. ¿Quién sería la próxima en engrosar la lista?......

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