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La polla

en Interracial

Ayer mi marido tuvo que salir de viaje. Yo estaba especialmente caliente, después de la "follada" del lunes, así que me vestí lo menos posible, es decir con una mini negra que me tapa solamente el culito y que, a poco que me agache, deja ver mis nalguitas y mi sexo y una blusa transparente que deja ver mis pechos completamente.

Me fui a una discoteca, ya conocida, que tiene la ventaja, para mis planes, que tiene algunos reservados, en la planta alta, en los que puedes hacer de todo, sin que, practicamente te vea nadie.

Al entrar en la discoteca sentí las miradas de todos los hombres en mis pechos y vi el deseo en sus miradas. Me senté sola en una mesa y no tardé en ser abordada por varios hombres. Entre ellos vino un hombre de color al que si le dije que me apetecía bailar. El motivo de aceptarle fue que en su entrepierna se observaba un paquete de dimensiones tales que resultaba, francamente, apetecible.

Salimos a bailar y sentí apretarse contra mi sexo una "polla" que ya se sentía dura y a punto.

El baile no fue tal sino un mero restriego de nuestros sexos y una exploración de nuestras bocas y de mis pechos por sus manos.

Nos pusimos tan calientes que le dije, enseguida, que nos fuéramos a uno de los reservados.

En cuanto llegamos al reservado, me senté encima de él, metiéndole la lengua hasta el fondo de su garganta, mientras sus manos me despojaron de la camisa que llevaba y amasaban mis pechos. Interrumpiendo mi beso, le saqué la polla del pantalón y, como no llevaba nada debajo de la falda, me la metí entera de un solo golpe.

Uff, que tamaño de polla, sentí que me penetraba hasta el fondo, tanto y tan profundamente, que tuve que levantarme un poquito para dejar que mi coño se acostumbrara a ese tamaño de polla poco a poco. Fui descendiendo sobre él poco a poco, temblando de placer y sintiendo en mi coño las palpitaciones de la inmensa polla que me penetraba. Con sólo metérmela hasta el fondo me corrí, loca de placer, orgasmo que se prolongó al sentir su explosión dentro de mí. El golpe de su semen contra el fondo de mi coño fue maravilloso e hizo que mi orgasmo se prolongara.

Después del orgasmo me dijo si quería ir a un hotel, le respondí que claro que si.

Salimos de la discoteca, dirigiéndonos al coche, aunque antes de llegar, no pude resistirme y apoyándome en una pared, en una calle solitaria, le dije que me volviera a penetrar, subí mi pierna a su cintura para facilitarle la penetración y volvió a metérmela de golpe, haciéndome suspirar como loca de placer. Al llegar al coche, le di las llaves y mientras nos dirigíamos al hotel, le hice la mejor mamada que pude, tengo que confesar que no pude meterme su polla entera en la boca.

En cuanto llegamos al hotel, subimos a la habitación a todo correr. Ya en el ascensor me despojó, de nuevo, de la camisa y así, desnuda de cintura para arriba, llegamos a la habitación. Simplemente terminé de desnudarme, al fin y al cabo no tenía nada más que quitarme la mini, y me tumbé en la cama, bien abierta de piernas mientras le veía desnudarse. Con la polla en todo su esplendor, su echó sobre mí, metiéndomela hasta el fondo de mi empapado coño.

Tarde muy poco en explotar en otro orgasmo. Antes de que terminara de correrme, me la sacó y poniéndome de espaldas sobre la cama, me la volvió a clavar desde atrás. Le dije que se echara en la cama y me senté encima de él, metiéndome la polla hasta el fondo, a esas alturas, no tenía ningún problema en absorber toda esa "maravilla", pues tenía el coño completamente empapado y distendido. Nos corrimos juntos, abrazándonos con desespero y estrujándonos el cuerpo mutuamente.

Nos tumbamos en la cama para descansar. Nuestros cuerpos empapados de sudor y el semen resbalando de mi coño y mojando las sábanas.

No tardó en incorporarse y abriéndome las piernas metió su cabeza entre ellas, empezando a chupar mi coño, metiendo su lengua lo más profundamente que podía en mi sexo. Me hizo volver a explotar en otro orgasmo. Incorporándose, me puso las piernas sobre sus hombros y volvió a clavármela de un solo golpe, empezando un mete y saca enloquecedor que me hizo explotar en sucesivos orgasmos, hasta que el último mío coincidió con el suyo, y nos volvimos a derrumbar exhaustos en la cama.

Pedimos al servicio de habitaciones un tentempié.

Mientras lo tomábamos volvimos a acariciarnos mutuamente, aunque ya de una manera suave, tranquila, sin agobios sexuales. Me gustaba su vientre plano, negro, musculado, así como sus pectorales, sus nalgas, prietas y duras, aunque, quizás, un poco salientes. Pero sobre todo lo demás, me gustaba su "polla", grande, enorme aún en estado de reposo. La acaricié durante todo el tiempo que estuvimos tomando el refrigerio, me gustaba su tamaño, su tacto, me gustaba verla y recordar el placer que me había dado al penetrarme, recordar su sabor, su olor.

Volvimos a follar de nuevo, al terminar el refrigerio, aunque esta vez más pausadamente, más tranquilamente, más relajadamente. Me penetró tumbada en la cama con mis tobillos apretando sus nalgas contra mí.

Cuando terminamos, me despedí y cogiendo el coche me fui a casa, donde me dormí enseguida, recordando la maravillosa polla negra que me había dado tanto placer.