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Valis

en Zoofilia

VALIS

El lenguaje silencioso del amor, ese que solo escuchan los perros.

 

-(On)

 

-(Music Score: “Marche pour la cérémonie des Turcs”)

 [Giovanni Battista Lully – Florencia 1632 / París 1687]

 

-(Play)

 

La blanca luz de la luna nos iluminaba, proyectando fantasmagóricas siluetas danzando a nuestro alrededor, rodeados por un infinito decorado estrellado en profundo color azul.

Mis brazos le rodeaban, cayendo a ambos lados por su cuello, mis dedos apretaban suavemente su aterciopelado pecho trasmitiéndome el frenético palpitar de su corazón habitado. Sentía el continuo movimiento de sus hombros bajo mi pecho, sus músculos tensos, la presión de su sangre corriendo por sus venas, su agradable calor  me inundaba a todo lo largo de mi ser.

Yo, recostaba mi cara sobre el torso de su cuello y respiraba con fuerza sobre su nuca, detrás de sus oscuras orejas, aquel penetrante y estimulante olor que emanaba de su cuerpo llenaba mi cabeza a rebosar, sumiéndome en un universo de indescriptibles sensaciones.

Montaba a horcajadas sobre su lomo, descansando mi pecho sobre el, mis piernas se apoyaban a sus costados, hundiéndose en su blando vientre, detrás de su costillar.

Bajo mi, el cálido tacto de su manto me impregnaba, su dorso se arqueaba para extenderse disparado con exaltada fuerza, en un derroche de energía viva.

Galopaba, subiendo hacia arriba, volando mas y mas alto, jadeando con gran fuerza, respirando sincrónicamente con cada impulso de su hermoso cuerpo,

Bajo nosotros, un acolchado manto nuboso teñido en suave añil, desfilaba a frenética velocidad.

Su denso aliento acariciaba mi cara, sentía su respiración; el calor que emanaba de su interior y su saliva caía sobre mi, la emoción me sobrecogía.

Abrazado a aquel hermoso gran animal, a aquel enorme y elegante lebrel, que, de vez en cuando ladeaba su cabeza y con el rabillo de sus tiernos ojos de profundo color caramelo me dirigía una dulce y fascinante mirada.

Nuestras miradas se entrecruzaban y nuestras mentes entraban en contacto, ambos conocíamos la enorme alegría y felicidad que nos inundaba, a continuación, flexionaba los músculos de su cara, levantaba la comisura de sus barbudos y húmedos belfos y me sonreía.

Yo, fascinado, miraba a sus ojos, le devolvía  la sonrisa y me entregaba enteramente a el.

 

-(Music Score Ending)

 

Cuando yo era un niño, tuve este sueño desde entonces nunca me ha abandonado. Por aquel entonces no sabia nada acerca de el amor ni de el sexo, desconocía la existencia de esa raza de perros, no tenia ni la mas remota idea de, que con el transcurrir del tiempo, iba a formar parte de lo que llegaría a sentir y vivir.

 

-(Pause)

 

 

A modo de introducción.

 

- Todo el conocimiento, la totalidad de preguntas y respuestas, se encuentran en el perro.

Frank Kafka

(1883 - 1924)

 

Soy “Acinonyx Jubatus”, no es mas que un seudónimo, un "alter-ego", inspirado en el nombre científico de la criatura que considero mas perfecta del mundo, mi verdadero nombre no importa demasiado, podría decir que me llamo "Víctor", y seria exactamente lo mismo que si se tratara de un seudónimo.

Soy bisexual, soy zoofilo. , me puedo sentir incomprendido, pero no me avergüenzo de serlo, ya pase mis crisis de considerarme un depravado "follaperros".

Soy zoofilo, lo seguiré siendo durante toda mi vida, puedo sufrirlo de vez en cuando pero no tengo por que lamentarme de ello, Yo lo quise así y quiero que siga siéndolo,

La zoofilia no es mas que una tendencia dentro de la sexualidad, los conflictos que acarrea son generados por la falta de análisis en este tema, por considerarla como un tabú intocable, es cierto que es complicada pero ignorándola no se consigue nada. El zoofilo por lo general es un ser inofensivo que ama a la vida,...

 han sido muchos años intentando explicarme el por que me ha tocado a mi la zoofilia.

Soy bisexual…

 ...de mis tendencias bisexuales, ya se encargo la relativa "aceptación" de la sociedad, (en eso estuvisteis entretenidos no es así, bueno, también os lo agradezco).

Me encantan los animales, los adoro, no puedo concebir la vida sin ellos, no los forzare nunca a nada que no consientan, ni dañare a ninguno de ellos, les respeto y quiero mucho. Me inicie con los animales por propia decisión, nunca los he considerado ni he necesitado como sustitutivos de nada.

Siempre tengo la impresión de navegar entre todo aquello que a mi me interesa o me llama la atención, por aguas distintas a la de los demás.

Pesan ya tras de mi mas de 30 años, he tonteado con la pintura, la música, el cine, y el teatro, nunca he escrito nada, creo que va siendo hora de ello.

 

“Valis”, no fue la primera vida que entro a formar parte de mi de la manera mas profunda y pasional, no fue mi primera experiencia, nunca me ha gustado “atarme” a ninguna persona, siempre he sido muy promiscuo en el terreno humano y sobre todo en el animal, siempre he pensado que cuando te encuentras una una gran mente, una hermosa alma, es un tremendo desperdicio rechazar cualquier tipo de relación tan solo por el estúpido echo del sexo, raza, o especie a la que se pertenezca y privarse así mutuamente de la vida que convive con todos nosotros en este mundo. Todos los seres vivos me parecen hermosos, unos mas y otros menos.

El precepto “conócete a ti mismo” se me ha aparecido siempre sospechosamente egocéntrico. Me parece mas correcto decir; “conoce a los demás y sobre todo a los seres vivientes distintos al hombre, y entonces, te conocerás mucho mejor a ti mismo”.

Cierto es que tengo mis limites y preferencias pues no he podido comprender, o si las comprendí me defraudo el modo de apreciar la vida de ciertas especies con las que mantuve relaciones, no fueron demasiado variadas, sobre todo por la dificultad de su accesibilidad y mi rechazo al sexo furtivo (no confundir furtivismo con intimidad).

He conocido la pasión del ser humano tanto en forma de mujeres como de hombres, y he conocido “ocasionalmente”  la soberbia fuerza de machos y hembras de la especie equina, el desparpajo voluptuoso de sus cuerpos; la estúpida y decepcionante candidez de los ovinos; la plena placidez de los bóvidos, (estos últimos solo hembras), y aun albergo esperanzas de llegar a conocer que se oculta en los suidos, y sus mentes de desconocido y razonable nivel.

Todos ellos, me descubrieron que generalmente, la mayoría de los herbívoros, quizás por su estatus en la cadena alimentaria, son almas simples y de escaso interés afectivo, no así del interés morboso que la fascinación  de sus cuerpos pudieran despertar en mi. La verdad, es que no he podido tener experiencia suficientemente profunda con otras formas de vida distintas a la de los perros y humanos, que le voy ha hacer, de momento sigo siendo un “urbanita con ansias de asilvestrarse ruralmente”.

Otras en cambio, siempre permanecerán en un latente estado de fantasía, por su obvia imposibilidad, grandes criaturas de mente pura, asépticas en su ser, ante la intervención humana, denostadas Hienas y Licaones, primitivos Tapires y Facoqueros, grotescos Mandriles, gigantescos Osos, enigmáticos y perfectos grandes felinos (sobre todo las hembras), y una innumerable cantidad de hermosas criaturas.

Fuera del genero de los mamíferos, prácticamente no hay especie alguna que sexualmente me atraiga, pero vitalmente, me siguen pareciendo extasiantemente maravillosas.

Siempre por encima de todas ellas, incluso para la mayoría de todos aquellos que no se ven en la triste situación de, “el tonto Simón”, y buscan voluntariamente, y no por necesidad sustitutiva, el calor de un animal, predomina la especie campeona en el terreno de la comunicación, nuestros compañeros de tantos años de mutua convivencia, la de mas extensa variedad de formas, tamaños y caracteres, la de los entrañables y fascinantes cánidos.

También es cierto que he tenido negativas y frustrantes encuentros con ellos, y todo quedo en nada. Han habido también individuos, incluso dentro de “mis” razas favoritas, que no tenían ningún tipo de atractivo, tanto en su ser como en su físico, con los que me mantuve al margen de faenas sexuales, Pero estas cosas también forman parte de que ellos sean en todos los aspectos las criaturas mas fascinantes que se encuentras cercanas a nosotros.

No en vano, mas de 20.000 años de convivencia juntos nos avalan, ¡toda una apasionante aventura simbiótica en el camino de la mas importante de las historias, la civilización de la propia humanidad!.

Ya incluso en los orígenes de las primeras grandes culturas y religiones como en el “Avesta”, el culto a su figura ocupaba una buena parte del por no mencionar las posteriores culturas y creencias que han tenido que ver directa o indirectamente con los animales y su interrelaccion con los humanos.

“Centauros”, “Licántropos”, “Faunos”, “Minotauros”, etc…, han sido durante las distintas eras de nuestra civilización, quimeras mitológicas de indudable concepto bestial.

El patente antropomorfismo de animales protagonistas de fábulas y leyendas, ejemplos de virtudes y defectos, actores de carne y hueso, o bien como humanizados personajes en dibujo, saca ha relucir nuestro atávico deseo de compartir nuestra vida con la de otros seres distintos a nosotros.

Ilustres personajes de la historia han sido o han practicado la zoofilia, homozoofilos como fueron “Socrates” y “Leonardo Da Vinci , la sabiduría del conocimiento animal de “Vlad L. Durov”, o la negligencia de “Catalina II de Rusia”, que falleció a causa de un torpe aplastamiento equino

Hasta hace escasamente unas cuantas décadas atrás, el común cohabitar de hombres y animales en pueblos y ciudades para las labores cotidianas, provocaba no mas de un caso de notoriedad publica…

…pero seria absurdo extenderse en estos temas, siempre se les considerara como meras anécdotas históricas.

El 3 de noviembre de 1957, a bordo del “sputnik II”, llegaba a el espacio exterior el primer terrícola. La perra “Laika”. Por supuesto que fue el ser humano el encargado de tremenda hazaña, pero creo que es digno el agradecerles a las distintas especies que han contribuido en nuestro desarrollo (muchas de las veces con su propia vida), un pequeño homenaje,

El ser humano anhela desesperadamente conocer otras formas de vida inteligente distintas al hombre, escudriña las estrellas en vanos intentos de confirmar su presencia en el universo.

En el hipotético caso de que la humanidad consiguiera contactar con alguna forma de vida inteligente extraterrestre, lo mas probable seria que nos topáramos con un abismo cultural, evolutivo, conceptual y de comunicación, completamente imposible de franquear, simplemente no nos daríamos cuenta de que por fin, nos habríamos encontrado.

Miramos al exterior en busca de lo que convive entre nosotros en infinidad de formas posibles, de múltiples conceptos de la vida, no tenemos mas que esforzarnos en intentar comprender, cual es el misterio que envuelve a sus mundos, no requiere un esfuerzo demasiado grande. Es innegable que la inteligencia y no tan solo el instinto se alberga en todos los animales superiores, no peco excesivamente de antropomorfismo (cuestionable definición, por cierto), la inteligencia no es tan solo el modelo que conocemos de nosotros como especie, esta reside en millones de variantes en prácticamente todos los seres vivos de este planeta.

Creo que la excesiva humanización de los animales, es tan perjudicial como el adjudicarles tan solo de conductas cognitivas e instintivas, ambas tan solo llevan al desconocimiento de la mente animal La psicología y la etología son ciencias de innumerables controversias, la exactitud o inexactitud de sus conclusiones están siempre relativamente ligadas a la apreciación y noción de cada profesional respecto al tema, incluso de factores de entorno totalmente ajenos a su estudio. No hemos llegado ni tan siquiera ha desentrañar en profundidad la mas sencilla de las aproximaciones, “el lenguaje animal”.

Dentro de sus limitaciones y conductas adquiridas, una mente animal no es exactamente como pudiera serlo la de un “autista”, aunque se la asemeje bastante, es cercanamente similar bajo mi modesta apreciación y salvando las enormes diferencias, a un individuo con el “Síndrome de Aspergen”, un animal se expresa y comunica dentro de sus posibilidades,  es incapaz de ocultar sus sentimientos ni sus deseos, es introvertido a la vez que expansivo.

En cierta ocasión durante uno de mis viajes por los pueblos de este país, llegue a entablar una de las mas interesantes y reveladoras comunicaciones con una maravillosa criatura, no tenia ningún tipo de tara mental, nunca dijo nada durante toda su vida, pero hablaba continuamente, era una mujer de mediana edad, sordomuda de nacimiento, aislada  y marginada en su pueblo, no sabia leer ni escribir, no conocía en absoluto el lenguaje de los signos, ni nunca necesito de gesticular exageradamente, era toda ella pura expresividad, hasta el día de hoy no he encontrado ningún ejemplo mas claro de cómo puede ser en realidad de hermoso en su interior, ese animal que es el ser humano.

El contacto visual, mantener la mirada fija directamente a los ojos es generalmente una actitud agresiva y de desafío, tanto en nuestra especie como en el mundo animal, incluso si jugamos a esto con algún conocido de confianza humano-a, al cabo de representar ambos una actuación de bloqueo mental en la que las miradas no se dicen nada, no son mas que meros órganos de visión, siempre se acaba de la misma manera, las miradas se rompen y se baja la cabeza entre risas reconciliadoras y se usa el contacto físico colocando las manos encima del otro, a modo de inconsciente disculpa mientras se dice esa frase tan conocida de: “pero que tonterías hacemos”.

Mantener fija la mirada es también para los animales una actitud desafiante, con los perros especialmente, incluso con aquellos que son los “peores” amantes caninos como son las razas Nórdicas y Spitz de origen asiático, (el instinto de manada esta muy latente en estas razas, continuamente desafían el rango inferior que ellos pudieran representar, pero el romper este patrón drásticamente, teniendo contacto físico con el macho “alfa”, les resulta muy contradictorio y difícil de superar). Si sabemos hablar y escuchar con los ojos descubriremos que se trata de un lenguaje universal, con ningún humano-a después de una loca relación pasional, es posible sincerarse visualmente de verdad, aún aparentando lo contrario, (ciertamente que con amor aparte del sexo, esto si es posible, pero estoy hablando de promiscuidad), en cambio si conocemos este fascinante modo de comunicación, entre otros lenguajes también implícitos con cada especie, la comunicación con los animales es completamente sincera y pura, (salvo con la lerda estupidez de las ovejas, al menos en mi caso, que siguen despertando en mi, el instinto depredador y primitivo de una buena chuletada de cordero a la brasa).

Continuamente surgen preguntas al respecto del conocimiento que tienen los animales sobre si mismos y sobre el concepto de la muerte que pudieran tener, eso es algo tremendamente complejo, cierto es que los animales  sufren de alegría, tristeza, ansiedad, estrés o son egoístamente territoriales, es algo que ciertamente albergan en su instinto, como muchas de sus y nuestras acciones, pero estos estados de animo, son provocados por un estado de deseo, y toda estas conductas son en si mismas sentimientos.

Recuerdo hace ya tiempo, una pareja de “chuchos” que solían deambular juntos  por una urbanización de las afueras de Madrid, eran compañeros de correrías e innecesarias cacerías de conejos (tenían dueños y comían a diario), una noche, uno de ellos repentinamente se paso aullando desde las 3 de la madrugada hasta el amanecer,  esa misma mañana de camino a la ciudad, observe el cuerpo atropellado en la cuneta del compañero de aquel que aúllo la noche anterior. De regreso a la urbanización, este había hallado ya el cuerpo de su amigo y se encontraba en una actitud que me pareció muy enternecedora y terriblemente triste, continuamente empujaba con sus patas delanteras el inerte cuerpo, ladrándole e invitándole a levantarse, estaba claro que aunque coscientes de la certeza de la muerte (ellos mismos daban muerte a liebres y conejos solo por instinto), no son capaces de desarrollar un concepto sobre lo que a nosotros se nos aparece que realmente esta representa. Durante los siguientes dos días se le podía ver en esa misma actitud, al tercer día desapareció. Un mes mas tarde, paseando junto a “Tommy”, le encontramos acurrucado bajo unos matorrales, por su aspecto debió de morir poco después de su desaparición. Podrían sacarse muchas conclusiones; un estado de debilidad psíquica que pudiera determinar la aparición de un accidente, un inconsciente estado de abandono propio, envenenamiento o simplemente murió por causas naturales. Pero para mi no cabe duda alguna de cual fue la motivación de su muerte.

 

 

- ¡No seamos cobardes con nuestros actos, ni los rechacemos después de realizados!

El remordimiento de conciencia es algo indecoroso.

Friedrich Nietzsche

(1844 - 1900)

 

¿Qué puede haber de malo en amar a un animal?, ¿que es lo que rompe nuestros esquemas de moralidad?, ¿Es acaso moral, que un pueblo masacre a otro?, ¿que se le consienta aniquilar plenamente a su propia especie y se le de razón absoluta, basándose en hipócritas y escondidos intereses de todo tipo?, ¿es acaso moral permitir la muerte por el hambre de millones de personas y de niños?, ¿es acaso moral la manipulación genética?, ¿la especulación de científicos y laboratorios médicos con la vida?...

…Probablemente, yo también moriría como aquel pobre animal antes de poder enumerar las infinitas injusticias y crueldades humanas.

Aquellos que se escandalizan ante temas de controvertida naturaleza sexual, ignorando o aceptando otras conductas perversas ajenas a la meramente sexual, me resultan tan interesante de análisis psiquiátricos, como del mismo modo, mi tendencia les pudieran interesar a ellos.

Este tipo de relaciones no son solo actos de los humanos, la “antropofilia”, es también algo real, es precisamente lo que les suele suceder a los animales que conviven estrechamente con el hombre, sin que necesariamente se tengan relaciones sexuales entre ellos. Todos hemos podido observar las atenciones de un perro persistentemente frustrado, haciendo fiestas con el pene en erección aferrándose a las piernas de todo aquel que llega, o el constante acoso de copula que sufría en su cabellera el etologo Alemán “Conrad Lorenz”, por parte de los ánades que observaba para sus investigaciones.

Las relaciones simbióticas para diversos objetivos de sus vidas, entre las distintas especies animales son completamente naturales, no es de extrañar, que puedan existir otras pautas de comportamiento de carácter sexual. Continuamente se dan casos de caballos y burros cubriendo vacas, de perros copulando con las ovejas que guarda,  de leones cubriendo tigresas en la intimidad de los circos, (probablemente debido a un estado de confinamiento, puesto que estas dos especies no se podrían encontrar en libertad, pertenecen a continentes distintos), de jabalíes asaltando pocilgas, etc…, e incluso mas que probados y estudiados casos de homosexualidad femenina y masculina en el reino animal, (“John Sparks”. The sexual conection. ©1978 Devon Editions. / “Jessica Menendez”, ”Bertrand Loyer”, & Stephane Alexandresco”. Out In Nature: Homosexual Behaviour In The Animal Kingdom. ©2000 C+ & Saint Thomas Prod.).

Cuando se cita  a la zoofilia, inmediatamente se aparece en la mente de la sociedad, la imagen de unos brutales personajes, depravados maníacos, de aspecto descuidado, con los ojos desorbitados e inyectados en sangre, babeando lascivamente y follandose continuamente a todo aquello que tenga cuatro patas, plumas o escamas. La zoofilia no es algo que solo sea de individuos psicopáticos, desquiciados o acomplejados, incapaces de poder relacionarse con sus semejantes, no es ningún “soma”, sustitutivo de la realidad. La zoofilia no consiste tan solo en mantener relaciones sexuales con un animal, la zoofilia va mucho mas lejos que del mero aspecto sexual, este no es mas que un acontecimiento mas, implícito en el compartir plenamente la vida con los animales.

Sin consentimiento mutuo, será prácticamente imposible realizar practica alguna, y, si la parte humana siguiera empeñada en culminar por constricción semejante acto, aparte de poder llevarse algún que otro mordisco o coz, ¡estaría cometiendo una violación!. La zoofilia NO es ilegal, ni esta prohibida, (al menos en la comunidad Europea), esta permitida y consentida, aunque no plenamente comprendida, lo cual NO significa que se pueda hacer daño ni maltratar impunemente a los animales, (recordad el articulo 632 del código penal Español, referente al maltrato hacia los animales, por favor, NO les deis motivos, NO lo vulneréis ni infringais nunca). Un animal, no es un discapacitado psíquico ni un autista, no es un niño ni un menor de edad, es un ser adulto con un ciclo vital distinto al nuestro, es un ser vivo con sentimientos y deseos. Un perro que cubra a un ser humano no esta siendo obligado, un perro o una perra que consientan, sin sumisión ni miedo alguno ser cubiertos, no están siendo forzados; para poder llegar a ese estado, hay que pasar por un proceso de muy difícil consumación.

Los tabúes, se los impone a si mismo el ser humano, es necesario que existan, pero este concretamente es inofensivo, no es constrictivo para ninguno de los participantes, hay que llegar a conocer a los animales para saber que es así.

La zoofilia ha existido desde que el mundo es mundo, existe y siempre existirá, hasta el fin de los tiempos.

A todo investigador, que crea poder encontrar perturbados mentales capaces de cometer crímenes y delitos dentro de este campo, no le voy a negar que así pudiera ocurrir, como desgraciadamente ocurre en todas las tendencias sexuales; ciertamente existen estúpidos cultos y enfermizas sectas de toda índole que desprestigian y equivocan esta tendencia, incluyéndola en sus patéticos dogmas. Cada individuo y su mente, es en si toda una enmarañada red de desconocidos propósitos. Pero, lo mas probable es que se encuentre con personas incomprendidas de muy diversa condición social y cultural, tachados de inmorales, objetivos de burlas y de descalificativos de todo tipo, víctimas de chantajes y extorsiones, perseguidos y repudiados socialmente.

Cuantas veces las estafadoras y chapuceras producciones pornográficas sobre el tema, (Dada cuenta de la enorme cantidad de beneficios que reportan, no estaría de mas cuidar tan solo un poco estos filmes y sesiones fotográficas), cometen graves errores y torpes jugueteos que crispan los nervios de aquel que realmente lo conoce, cuantas torpes modelos de mas que dudoso conocimiento, tanto de la mente, como de la anatomía animal, frotan con la mano el sensible pene de los perros, o simulan una felacion en imposibles caninas posiciones, (la masturbación, para un perro no es valida del modo humano). Cuantas veces se observan afiladas uñas maquilladas, cuantas veces se frotan el pene de un animal sobre el pecho, con “cadenillas” y “medallitas” colgando del cuello de la modelo, ignorando, o lo que es peor, sin importarles las lesiones que pudieran llegar a provocarles, cuantas veces insisten brutalmente en conseguir una imposible erección en un animal no motivado, cuantas veces se usan golosinas altas en azúcar, para atraer con otros intereses la atención de un perro, siendo la glucosa altamente perjudicial para su salud.

No he podido considerar nunca una relación entre especies, como un caso de parafilia, siempre, que no se reduzca única y exclusivamente a ello. No he podido considerarme a mi mismo como Bisexual o Zoófilo, se me antoja mas correcto calificarme, como “polisexual limitado”, “limitado” puesto que comparto mi rechazo, para con practicas de otra índole distinta, compartiendo, el estado de estupor que pudieran causar mis extrañas relaciones al resto de los mortales.

Solo unos pocos, incluso, dentro de los que sienten una exacerbada pasión por los animales, conocen lo terriblemente angustiante que resulta la reprimida exaltación ante un alma hermosa. El rechazo hipócrita ante estas practicas, la estéril falsa moral que provoca mofas, burlas, y materia de análisis psiquiátricos de torpe resultado e ignorado, (bien, por desconocimiento o vergüenza,) origen y fundamento, basados frecuentemente tan solo en antiguos estudios realizados. Hoy en día, no pueden ser validas y certeras las conclusiones que sobre este tema, desarrolló un condicionado y estremecido “Kraft Ebberg”. El modelo social y cultural se ha transformado vertiginosamente, la apreciación de valores ha cambiado de forma radical, las creencias, tabúes y prejuicios han dejado de pesar sobre las conciencias ajenas al adoctrinamiento de religiones, y modelos sociales políticos.

En ocasiones el querer poder hablar sinceramente de todo esto con otras personas, se convierte en un infranqueable muro de incomprensión absoluta. La sociedad actual esta lejos de poder comprender y aceptar esta controvertida filia, aun no importándonos demasiado ser descubiertos, no es nada recomendable darse a conocer públicamente, a “salir de la perrera” . Si somos capaces de echarle imaginación al asunto, siempre existirán maneras de explayar nuestras ansiedades; seguramente abunden infinidad de carpetas repletas de dibujos e ilustraciones que han servido de desahogo para no pocas crisis, últimamente, las nuevas tecnologías nos ofrecen unas vías de escape que nos permiten conservar un “irreal” estado de anonimato, (como ahora estoy haciendo yo mismo, consciente de esa “irrealidad”).

A veces solía representar voluntarias “pequeñas actuaciones”, cuando precisaba de preservativos para mis relaciones humanas, solía acudir a una gran superficie comercial, en la cesta de la compra incluía los preservativos, aceites lubricantes naturales, algo de ropa interior femenina, una botella de ginebra, un collar de perro, algún juguete canino y unas cuantas “chucherías” para perros. Admiro profundamente a todos esos profesionales que se hallan tras un mostrador o una caja registradora, jamas se sorprendieron ni me mostraron gesto alguno, en cambio, resultaban curiosos y divertidos, los cuchicheos y murmullos de los que permanecían tras de mi en la cola. Frecuentemente he dado pie entre mis amistades ha bromas y comentarios irónicos sobre la relación entablada con “mis” perros, he llegado a mostrar los arañazos en la espalda y en mi cintura infringidos durante la noche anterior, por las patas de algún amante canino, he podido comprobar que las personas tan solo pueden llegar a sospechar, se convierten en ciegos voluntarios, incluso si abiertamente y explícitamente les desplomas toda una confesión, siempre creerán que tan solo se trata de una estrafalaria broma mas de un peculiar sentido del humor. (aunque,.. todavía me pregunto que habrá sido de cierta amistad, que se avergonzó aún mas que yo mismo, balbució una especie de disculpa, y huyo despavorido, no le culpo, por aquel entonces yo era menos reposado que ahora). Pocas han sido las posibilidades y tan solo se reducen a una hermosa persona, por el momento, en la complicidad humana para con este tipo de fascinante amor.

No puede haber nada de perverso en amar a otra forma de vida, tan valiosa como la de todos nosotros, en amar a la vida en si.

Me reitero en lo antes mencionado, nunca jamas se ha de forzar a nada que ningún ser vivo no consienta, que no se involucre, este es un acto mutuo, de intervención cómplice entre ambos, toda  practica dentro de este tipo de relaciones, al igual que dentro de una relación heterosexual “normal”, no tienen porque realizarse si no hay consentimiento del contrario-a, esto, no tiene por que ser frustrante en absoluto, aunque si así fuese vuestro caso, os aconsejaría que le dejéis en paz y penséis en tener a otra vida mas junto a vosotros; siempre podremos estar dispuestos a conocer sin ataduras de ninguna clase, a otros seres con temperamentos y personalidades distintas, que preferirán una cosa, otra, o ninguna, o, por el contrario si el vinculo creado entre ambos es inmensamente grande, accederéis sin temores ni rechazos mutuos, prácticamente a todo aquello que deseéis. Se trata de amor en su estado mas genesico y puro…

 

…Cierto es, que reivindico a “Groucho Marx”, cuando cito aquello de… “¿por qué lo llaman amor, cuando quieren decir sexo?”.

 

-(Continuum)

 

I

 

 

- En los ojos de un animal, vemos a menudo, los reflejos de un mundo escondido y secreto. Ellos nos ponen en comunicación, como a través de una puerta, con un  universo distinto al nuestro.

(G. H. Schubert.)

 

Pequeña nota aclaratoria: En el relato que sigue ha continuación, reconozco una excesiva interpretación antropomórfica y humanizada de “Valis”, asumo completamente que se trataba de un animal, que muchos de sus actos eran atávicos e inconscientes, pero el grado de compenetración que llegue a entablar con el fue real y sincero. Podría haberle tratado en tercera persona, como un objeto un tanto distante a mi condición humana, pero el ser humano alberga también en su interior su naturaleza animal, siempre fuimos “el” y “yo”, por tanto, aunque ya no este junto a mi, me parece correcto seguir tratándonos de tu a tu.

Para evitar una profusa extensión, he eliminado las vivencias de afecto y amor limpio que compartimos juntos. Al tratarse esta, de una sección dedicada a los relatos eróticos, narro únicamente (salvo una pequeña introducción y final), las partes meramente sexuales de nuestra relación.

 

 

Para todos los corazones

 

No se porque fui a conoceros, yo, un apasionado de los mastines, que además odiaba conducir, estaba recorriendo un largo camino para ver una camada de, ¡lebreles!, en mas de una ocasión pense en dar la vuelta y regresar a la ciudad, pero, aquel sueño de mi infancia estaba ahora mas latente que nunca en mi cabeza, no se que fue lo que me impulsaba a continuar. No conocía nada en absoluto de vuestra raza, tan solo sabia que estabais, y todavía es así, muy poco difundidos en toda Europa, que existía una variante Escocesa de menor talla y volumen, que erais una especie de enormes “chuchos callejeros” de pelo hirsuto y gris, y esa fue exactamente la primera impresión que me causasteis cuando os vi. No me parecisteis nada especial, os asemejabais a unos graciosos cachorritos, de gruesas patazas, sin raza definida, descendientes de los personajes de una mediocre película de dibujos animados, comenzaba a pensar que había perdido el tiempo.

El pegajoso olor que emanaba de los cachorros inundaba toda la casa, apenas hacia dos meses que llegasteis a la vida exterior, erais unos pedacitos de “a.d.n” en camino hacia un largo proceso de desarrollo, unos fragmentos del alma primigenia. Os encontrabais tu y tus tres hermanos dentro de un recinto habilitado en el aseo, junto a la cocina, esta, daba a una puerta por la que se accedía al enorme jardín. Después de contemplar y sobetear los suaves y tiernos cuerpos de todos vosotros salimos vuestro “dueño” y yo al exterior, a pesar de estar a finales del mes de mayo, aquella primavera fue bastante mas fresca de lo normal, el sol comenzaba a declinar y la temperatura comenzaba a tensar todos los poros de mi piel. Mire a la amplitud del entorno, mi anfitrión silbó y pronuncio en un tono elevado su nombre, y allí se encontraba “ella.”

Corriendo desde el extremo de aquella parcela apareció una de las mas hermosas visiones que he contemplado. Se me aprecio que se movía dilatando el tiempo a cada movimiento, que galopaba con una inusitada perfección y elegancia. Era la mas preciosa criatura, la mas hermosa de las hembras de tu especie que había visto nunca. Su estilizado cuerpo era impresionantemente alto y largo, de una sugestiva y femenina esbeltez, su manto de duro, pero bello pelaje, era completamente blanco con ligeros reflejos dorados y grises, las zonas visibles de su piel eran suavemente asalmonadas; salvo en sus orejas, párpados, hocico, labios y trufa que eran completamente negras, sus fuertes y largas patas conseguían esa tremenda alzada y el perfecto bracear, impulsaban enérgicamente todo su ser, la cola larga y delgada, ligeramente arqueada hacia arriba, se mantenía paralela al suelo mientras galopaba, contrapesando su masa muscular en movimiento. Controlando toda esa explosión de vida, portaba majestuosamente, una de las mas dulces y bellas cabezas caninas que he conocido, el barbudo y rebelde contorno de sus belfos mostraban la mas traviesa de las sonrisas, sus marcadas cejas la conferían una expresividad inusitada en tu especie, el suave deslizar desde su frente hasta la caña nasal la dotaban de una elegante sobriedad y sus pequeñas orejas en forma de pétalo de rosa, culminaban a esa fantástica criatura.

Se paro alegremente frente a nosotros, tenia una expresión de plena felicidad. “Katty” así se llamaba aquella maravillosa hembra, me agache hacia ella, colocándome a su altura y la toque, acaricie su cabeza y su lomo hasta donde pude llegar, dejando deslizar mi mano sobre sus costillas que contenían la fuerte respiración que se agitaba en su interior, durante ese emocionante momento, el olor de su cuerpo me pareció el mas embriagador de los perfumes, lamió mi mano mientras la olisqueaba cuidadosamente. Sentí la calidez del interior de su organismo, entonces, alzo primero la mirada, se quedo fija en mis ojos, levantando a continuación su cuello sin perder el contacto visual, quedando su cabeza a la misma altura de la mía. Sus ojos, ¡los perros saben tantas cosas!, sentí perderme, sus ojos me neutralizaron por completo, tenia la mas sugerente de las miradas, no parpadeaba ni desviaba la vista, ni tan siquiera movía un solo pelo de sus perfectamente enmarañadas cejas, a través de ellos podía vislumbrarse la magia que habitaba en su interior.

Aquella persona que os tenia en simbólica propiedad, me hablaba continuamente sobre vosotros y vuestra raza, me comentaba algo acerca de una de las muchas leyendas que os rodean, creo recordar que menciono el nombre de “Gelert”, pero no le escuchaba, miraba completamente hechizado a los ojos de tu madre y lo sentí, volví a sentir aquello que de niño podía llegar a realizar, Nos comunicamos, tarde un rato en asimilarlo, no podía creerlo; la transición de la sorpresa al encantamiento se consumó al instante, no eran palabras ni conceptos concretos, no se trataba de utopías telepáticas, era un lenguaje difícilmente explicable, que solo los que lo conocen pueden comprender. Entablar una comunicación con un animal no implica nuestro concepto del lenguaje, es otra cosa muy distinta que hay que permitirse a uno mismo poder sentir y conocer.

 

Me maldije a mi mismo durante todo el trayecto de regreso, había quebrantado uno de los que yo creía, “mis” mas imperturbables principios, aquel de no “mercadear” con ningún ser vivo, me sentía culpable por lo que había echo, dejando en la estacada a tantisima cantidad de hermosas almas perdidas en albergues y residencias caninas, por si fuera poco no había sido fácil ni barato, recuerdo que golpee fuertemente con el puño la dirección del viejo “Milqui”, y repentinamente salto la palanca del cambio de marchas situada tras el volante; el motor rugió desbocadamente, nerviosamente volví a colocarla sin prácticamente pisar el embrague, el automóvil retembló pegando un salto y engrano su marcha, eso me hizo no seguir pensando en ello y seguir adelante. Un par de semanas después entraste en mi vida.

 

 

II

 

Tiempo,… ¡cuanto te odio!.

 

No pude leerte en aquella ocasión, en realidad a ninguno de toda la camada, erais todavía unos cachorros de mirada perdida, no fuiste el ejemplar mas grande, no fuiste el único de capa atigrada, no fuiste el único macho de la camada, (reconozco, que a pesar de mi dualidad, me inclino pasionalmente mas hacia mi propio sexo), fue sobretodo tu incipiente personalidad respecto a la de tus hermanos la que me cautivo.

“Valis”, ese fue tu nombre, en homenaje al escritor de ciencia-ficción; “Philip K. Dick”, y su esquizofrénica novela del mismo nombre, con la que estaba enfrascado en su lectura por aquel entonces.

Creciste como todo perro lo hace, con sus pequeños problemas y frecuentes alegrías, no me causaste destrozo alguno salvo los inevitables “accidentes” propios de la etapa de la vida por la que pasabas, fue un breve periodo aunque en determinados momentos  me pareció interminablemente largo.

Ya en tu adolescencia empezaste a destacar notablemente, llamabas continuamente la atención, eras un hermoso animal esbelto y alto, ¡eras tan impresionante!, comenze a tontear inocentemente contigo mientras jugábamos, comenzamos a confiar mutuamente en la proximidad de nuestros cuerpos, a olernos  de arriba abajo el uno al otro, aprendiendo a hablar idiomas distintos, pasábamos horas mirándonos sinceramente, sin denotar desafío alguno por mantener nuestras miradas fijas, compartíamos plenamente nuestros sentimientos y nuestras vidas.

Nuestro vinculo se hacia cada vez mas intimo y grande, siempre estabas presente en mi mente cuando no estabamos juntos, tu aprecio hacia mi era también latente. Comenzaste a gastarme “bromas de perro” mientras te contemplaba tumbado sobre el césped, correteabas alegremente entre otros compañeros tuyos, súbitamente cambiabas tu trayectoria y te abalanzabas desparramándote entero sobre mi, como si fueses el personaje del tigre “Hoobes”, yo me sumaba a tu juego y girábamos dando vueltas, rodando sobre el césped. Cuantos pisotones y moratones por el cuerpo, cuantos libros destrozados, cuantos “regalos” aplastamos en nuestros locos descensos, cuantos inolvidables momentos de felicidad.

Sabias perfectamente, que ha pesar de la condescendencia que tenia contigo, tu rango en la manada que formábamos nosotros dos estaba por debajo de mi, jamas fuiste un consentido caprichoso, si no mas bien todo lo contrario, tranquilo, dócil, leal, siempre dispuesto a complacerme en todo lo posible.

Transcurrieron casi dos largos años, hasta que tu crecimiento físico y mental se fue completando.

No fuiste un destacado estandarte de tu raza, hay radicaba tu perfección, llegaste a los 87 cm. De alzada hasta la cruz, y 69 Kg. de peso; una altura y peso medio en un macho, no en vano ostentáis el récord de raza canina de mayor altura, que no la mas grande (en 1964 se data de un ejemplar que llego a medir 114 cm). Comparándote con otras razas de gran alzada, tu cuerpo era mucho mas ligero y largo, tu caja torácica concedía mayor importancia al espacio, que cualquier otra parte de tu anatomía, tus fuertes patas eran largas y delgadas, tu cabeza era extremadamente fina y pequeña en relación con la de los molosos. Tu masa muscular aunque firme, era notablemente menor, no así tu superior volumen óseo. Incluso tu denso y áspero pelaje atigrado, de cierta longitud en determinadas zonas, te hacia menos sensual, que los dogos de aterciopelado manto, con los que compartíais en el pasado líneas de sangre, en un desesperado intento por volver a recuperar tu prácticamente extinta raza. La historia de vuestra raza, es tan excitante, tan plagada de hermosas leyendas e historias de linaje real, procedentes de místicas tierras.

Era sobre todas las cosas, la bondad, la paciencia, la sincera generosidad de tu corazón, la noble dulzura del carácter de vuestra raza, la que me enamoro profundamente de ti.

“Irish Wolfhound”. Los perros mas bellos del mundo. ¡Gracias por existir!.

 

 

III

 

Tu cuerpo era mi cuerpo, un solo cuerpo, unido tan solo por grotescos extremos.

 

Me encanta el olor a perro por la mañana, ¡es algo fascinante!.

Dormir durante toda la noche junto a un perro es una experiencia sumamente relajante y agradable, el calor y el roce de sus cuerpos, sentir y escuchar su respiración, dejarse embargar por el fascinante olor que emana de ellos, llegar a compartir ese estado letárgico es algo tremendamente puro y limpio.

El sexo oral es y sigue siendo mi “juego matinal” preferido, cerebro y sexo se encuentran tan próximos, como antagónicos  preceptos de común dualidad.

Amanecía mientras permanecíamos acostados, con nuestros cuerpos en permanente contacto, impregnados el uno al otro de aleaciones olorosas, dormitabas encima de las sabanas, extendido de costado cuan largo eras, nos desperezábamos acariciándonos durante el largo rato que teníamos reservado para nosotros solos, todas las mañanas.

Solía recostar mi cabeza contra tu estomago, y escuchar el continuo trabajar de tus entrañas, me sumergía entre tus muslos, por la zona ilíaca, y besaba tu cálida piel, mientras, con los dedos índice y pulgar masajeaba tu pene a través de su peludo prepucio, tu cuerpo reaccionaba, alzabas un poco una de tus patas traseras para dejarme actuar con mutua comodidad, tu lomo se encorvaba, tus patas delanteras extendidas presionaban mi espalda, y tus caderas comenzaban el frenético ritmo, tus testículos se movían en un baiben horizontal, besaba la abertura del prepucio, la hirsuta pelambre que lo rodeaba, solía estar pegada e impregnada de fluidos corporales, tenia sabor a orín y a esmegma seco, no me repugnaba en absoluto, formaba parte de la biología de tu cuerpo. La enrojecida punta de tu pene comenzaba a asomar,  mi rincón favorito entraba en mi boca y sin salir completamente de su funda, tu maravillosa monstruosidad comenzaba a dilatarse en espasmos sanguíneos. Mis labios recogían el cóncavo glande y mi lengua se apoyaba en su base, rodeando tu carnosa y aplanada punta, fluías dentro de mi durante un largo rato, succionaba todo el semen que me arrojabas, mamando como si yo fuese un cachorrito aferrado al pezón de su madre. Tu permanecías como dormitando abrumadamente durante esos momentos, cálidamente relajado, únicamente tu respiración se hacia mas profunda y entrecortada, resoplando y jadeando de vez en cuando. Prácticamente todas las mañanas del mundo entrabas a formar parte de mi ser, era el comienzo diario de nuestro sincero amor.

 

¡Tu Monstruosa Gárgola, como me deleitaba en ella, era horriblemente morbosa. Tan “animal”!.

Dentro de su carnosa funda, en estado de reposo, no era gran cosa, una forma poco definida de gelatinosa carne permanentemente lubricada por el esmegma, que en su interior ocultaba una vasta red de vasos y venas en calma, en su centro interno, mas cercano a la parte inferior de esa masa cavernosa de carne y fina suave piel, ocultaba una larga y rígida estructura de refuerzo, una fuerte ternilla de consistencia casi ósea, la causante del lacerante dolor placentero, que en tus primeras e inexpertas incursiones me causabas.

Cuando se encontraba completamente henchida, totalmente e irremediablemente bloqueada para su retorno al interior de tu vientre; mostraba el aspecto mas mórbido de cuantos “monstruos” caninos he llegado a conocer. Era de color violáceo en su masa, surcado de innumerable cantidad de pequeños vasos sanguíneos de color  azulado y carmesí, desde  el extremo superior de el cóncavo glande, hacían su incursión venas de mas marcado contorno de las que brotaban como afluentes, ramificaciones en un inteligente sistema de abastecimiento sanguíneo, toda esa fina textura sanguinolenta cubría toda la parte alargada del pene. En la base de todo tu grueso en su principio, y menor diámetro en su base, que se deslizaba en una marcada curva hacia el final, destacaba la abrupta aparición del bulbo, asentándose en pequeñas protuberancias nudosas también plagadas de venas. Tu bulbo era del tipo “avanzado”, Sobresaliendo los extremos laterales hacia delante, mas pronunciados que la circunferencia trasera, situada a la altura del músculo uretral, donde el pene se articula ofreciendo esa endiablada flexibilidad que lo permite darse completamente le vuelta. Su parte posterior era suave, casi limpia de irregularidades, con una menor cantidad de vasos sanguíneos, encima de ella se marcaba fuertemente la aparición de la arteria principal, tensa en su continuo aporte de presión sanguínea; transversalmente un pliegue de fino tejido dérmico marcaba un hemisferio del otro, al comienzo de su parte delantera se marcaban pequeños bultitos de contenido en suero, derrumbándose en abrupto picado hasta la base de la circunferencia del pene. Todo aquello podría deividirse en otros dos hemisferios simétricos laterales, visto tu bulbo desde abajo, se asemejaba al dibujo de un corazón.

 En el extremo de aquel “alíen”, la punta era carnosa y aplanada en su base, sobresaliendo del abrupto glande nudoso que se henchía a su alrededor, ocultándola en gran parte. Ese era mi rincón favorito, pasaba largos ratos allí presionando mi lengua contra su parte central, introduciéndome con mi lengua en su enrevesada concavidad, experimentando la resistencia que la presión de la sangre ejercía sobre todo tu pene, sentía el efecto ventosa que ese peculiar diseño ejercía al ser encerrado absorbiendo mi lengua y hundiendo mis carrillos.

Por debajo de la carnosa punta, el gracioso elíptico orificio externo de la uretra, manaba continuamente el embriagador elixir de tu cuerpo, eras todo tu en estado liquido, todo lo que tu eras, se encontraba concentrado en aquel flujo canino, nunca desprecie en vano gota alguna, incluso cuando por curiosidad te masturbaba o cuando estaba encima y dentro de ti, siempre recogía  con la palma de la mano o en algún recipiente, tu semen para bebérmelo a continuación, (¿No consume diariamente el ser humano productos animales, prácticamente sin tratamiento alguno, no es la miel, el puro vomito de un millar de insectos, no es la leche sintetizada por el organismo de un animal, no son acaso, los huevos y el caviar, los óvulos de aves y de peces respectivamente). Tan solo desaproveche las partes de ti que depositaste en otros seres y no me fue posible extraer por diversas causas, o aquellas dosis que utilice para observarlas al microscopio. Fue emocionante ver toda tu vida moviéndose en bandadas mas o menos organizadas, formando extraordinarios dibujos concéntricos.

Las posiciones fueron múltiples, recostados los dos sobre una superficie, acostado sobre la cama mientras tu tenias las patas delanteras apoyadas sobre ella y las traseras en el suelo, tumbado boca arriba bajo tu vientre o arrodillado a tu costado. Incluso me montabas en posición “contraria” (esta posición impedía mi masturbación al tener una mano sobre el suelo y la otra sujetando tu pene, pero era fantástica), me agarrabas por las axilas, tirando de mi, acercando mi cabeza mas a tu zona genital, te encorvabas sobre mi espalda y el calor de tu jadeo y el chorreo de la saliva, caían sobre mis riñones, tu alzada te permitía separar las patas traseras y el espacio creado bajo tu vientre, era bastante accesible, tenia que ladear un poco mi cabeza para que tu ángulo fuese el apropiado y permitir mi respiración, sentía todo el calor de tu vientre apretándose contra el costado de mi cara, podía llegar a ver tus negros testículos bamboleándose con cada embestida, resultaba una posición un tanto fatigosa al cabo de un rato, (los perros os tomáis tanto tiempo, ¡lo adoro!),

Después de controlar los efusivos primeros impulsos pélvicos que pueden resultar lesivos para el cielo del paladar, cuando el ritmo se acompasa y se vuelve mas relajado, yo tenia ya experiencia mas que suficiente para poder introducirme sin excesivos problemas, toda la durisima longitud de tu pene por la garganta. Cuando tu pene estaba en ardiente erección, lo sujetaba por detrás del bulbo con los dedos índice y pulgar, o bien lo rodeaba con mucho cuidado con la mano, ejerciendo una ligera presión rítmica, sintiendo todo el latido de tu vida en aquel extremo. Mis labios palpaban las irregularidades creadas por los tensos vasos sanguíneos que completamente lo circundaban, saliendo y entrando de mi. Podía palpar con la lengua el declive en forma de valle creado en la parte inferior del pene, por donde se extendía en el interior el conducto de la uretra. Ocasionalmente me lo sacaba de la garganta para saborear el grueso glande, acariciándolo con la lengua, o introducírmelo en los carrillos dejando que la tensión de la oquedad creada ente la pared interna del carrillo y las encías, (con las muelas apretadas para evitar molestos roces), cumpliesen una labor vaginal, dejando deslizar por entre recónditas fisuras el semen que depositabas en mi, almacenándolo bajo la lengua hasta que se desbordaba y corría hacia mi interior. No, la bola es imposible, tan solo puede llegar a envolverse una parte de ella con los labios, no hay ser humano que lo consiga, quien así lo afirme, simplemente miente, o no se encontraba esta en pleno desarrollo. (aunque he conocido perros pequeños de proporciones sexuales exageradas, tan solo con razas de muy pequeño tamaño es relativamente posible).

Las  continuas palpitaciones de todo tu pene culminaban en un goteo continuo al que acompañaba alternativamente un nuevo golpe de eyaculación, que gradualmente cambiaba de consistencia, (el semen canino es el de mayor fluidez de todos los mamíferos, a diferencia del de nuestra especie, que es el de mayor densidad), comenzabas ha eyacular prácticamente a la primera estimulación que recibías, incluso sin llegar a tener contacto físico con tu pene, simplemente con el estado de excitación y movimiento innato en vosotros. Comenzabas eyaculando un fluido seminal casi transparente y abundante, de sabor alcalino y matiz metálico, cuya función es lubricar y crear un efecto de vacío en el interior de la anatomía de la perra. Progresivamente su consistencia y química se iban transformando, y tu sabio organismo, añadía el esperma propiamente dicho; los espermatozoides, los embajadores de tu ser se mezclaban dándole consistencia y color, tornándose en un perlado tono translucido, de color grisáceo–blanquecino, el sabor se transformaba, y, adquiría un reconocible sabor salado–almidonado, (curiosamente este puede variar de manera notable según el individuo del que proceda), posteriormente la tercera fase de la inseminación consistía de nuevo en el prostatico fluido, cuya misión es la de dotar de mayor fluidez a todo el volumen eyaculado para poder llegar a alcanzar los diversos óvulos albergados en las trompas uterinas de la hembra. En ocasiones intentaba hacerme una idea del volumen de semen canino acumulado que recibí durante las múltiples felaciones orales que practique, tenia mas o menos clara la cantidad del abundante semen que recibí de los nueve caballos y de tan solo tres burros que he llegado a conocer, han sido pocos los ejemplares, pero en cambio con los perros, han sido tantos y continuos que era incapaz de imaginármelo. Los humanos nunca han tenido el privilegio de internarse tan visceralmente en mi, lamentándolo mucho, sus “peligrosos” fluidos siempre han sido rechazados, eso es algo solo reservado para la pureza de los animales.

Tu esperma tenia un marcado sabor, de consistencia algo mas “harinosa” de lo habitual, era pura ambrosía tanto para mi paladar como para mi mente, podía llegar a creer sentir correr tus millones de células locamente por el interior de mi boca, anegándola y en oleadas ir descendiendo vertiginosamente por mi garganta; y cuando mi estomago se iba llenando de ti, notaba el trabajar de mi organismo asimilándolo y sintetizándolo, para entrar a formar parte de el. ¡Tu espeso ser se instalaba en mis vísceras!.

Todas mis experiencias de sexo oral contigo fueron intensas y de desarrollo completo, fuese en la posición que fuese, desde el comienzo hasta el final; desde que comenzabas con la frenética danza del vientre y proseguías con el lento vals de tus patas traseras, hasta que te relajabas y permanecías largo rato completando la eyaculación; todo ello en el interior de mi cavidad oral, ¡literalmente me follabas por la boca!.

Finalmente a tu “gárgola” le llegaba la deflación, perdía toda la presión, y los músculos isquioretractores tiraban del pene hacia si, recogiendo ese maravilloso órgano, que iba perdiendo magia y se transformaba en una parte anatómica mas.

Por propia iniciativa solías lamer mi pene y mis eyaculaciones con fruición; cierto es que llegue a intentar invertir los papeles, la idea de permanecer en  el interior de tu boca se me aparecía muy sugerente, lo intente introduciendo mi pene en tus irregulares negros labios, por entre el interior de tu belfo y la larga hilera de muelas de tus fuetes mandíbulas, capaces de degollar a un ciervo de una sola dentellada; removías tu cabeza y entreabrías las fauces, sacándote el pene de la boca con movimientos musculares de la lengua, estaba claro que no lo comprendías ni te gustaba, nunca mas te lo volví a proponer ni a intentar.

 

 

IV

 

¡La bestia!. Esa delicada criatura.

 

Las tardes transcurrían cálidamente lentas, hermosas armonías de todos los tiempos y estilos sonaban discretamente en el estéreo, la luz era tenue, el olor del ambiente se tornaba dulce y los deseos liberados rondaban a nuestro alrededor. Solíamos juguetear con nuestros cuerpos sobre la gruesa moqueta y si tenias pasión dentro de ti, nos cubríamos mutuamente. Ansiabase  la ceremonia del cortejo, siempre estabamos completamente desnudos, tan solo en nuestros primeros acoplamientos tuvimos ambos collares que enganchábamos uno al otro para controlar el descenso, fue algo que aprendí junto a “Tommy”, siempre he preferido sentir y soportar el peso de un caliente cuerpo sobre mi, a que descendáis y paséis una pata trasera sobre el atrapado falo y girando de espaldas quedásemos enganchados por el nalgatorio. En ocasiones, conmemorando alguna fecha especial, montábamos algún “espectáculo” lúdico en el que nos permitíamos ese tipo de cosas, decorábamos el entorno con grandes muñecos de animales en peluche, y te vestía con lencería femenina o con ropas por todo el cuerpo, tenias un ridículo aspecto, después, poco a poco te desabrochaba la camisa al ritmo de la música,  me deslizaba bajo ti besándote en la piel recorriendo con la lengua todo tu pecho, cuando llegaba bajo tu vientre te bajaba la cremallera del pantalón, y por la abertura se me aparecía todo el peludo prepucio canino, no lo podía evitar me ponía inmediatamente a excitarte y a chupártela, a veces participaba junto a nosotros la hermosa persona que era “Bée”, solíamos también jugar juntos los tres, fueron “cómicas” variantes humanizadas que practicamos para divertirnos y reírnos  a la manera de los “Inuiks”. Nunca te puse ni me puse preservativos, en realidad nunca los uso con los animales, si desviamos eyacular, y, de eso se trataba, así seria. Nunca te puse calcetines, si debías arañarme y clavarme tus romas uñas, así tendría que ser, (y bien que me arañaste al comienzo de tu frenética danza, en mas de una ocasión). Yo me colocaba arrodillado a cuatro patas, dábamos vueltas alrededor el uno al otro, mientras nuestros cuerpos y cabezas se restregaban y lamían mutuamente, siempre preferí que comenzases tu primero, que fueses tu el que tomases la iniciativa, yo me metamorfoseaba como perra en celo, ofrecía mi trasero a tu  brillante trufa, comenzabas a jadear excitado y me olisqueabas profundamente, tu atención se dirigía hacia mis genitales, sentía el húmedo tacto de tu trufa sobre ellos, y un enormemente cálida carnosidad se restregaba entre mi pene y los testículos, dejándolos completamente húmedos. Tus lametones cambiaban de objetivo y comenzaban a desplazarse hacia arriba, por el perineo, te centrabas en mis cuartos traseros respirando con fuerza sobre ellos y comenzabas a lamerme con cortas punzadas de tu lengua sobre mi entrada, que crecían como deshinibiendote en fuertes lametazos, yo bajo tu babeante y restregante estimulación comenzaba ha relajar mis músculos y acomodarte el lugar a recorrer, tras un periodo de intensa fruición en la que prácticamente entrabas con tu lengua dentro de mi, y de delicados pellizcos que me ocasionabas sobre las nalgas con tus dientes. Tu lengua ascendía por entre la hendidura de mis glúteos, tu dilatada lengua se recogía en el interior de tus pastosas fauces, la acomodabas mascullando y volvía a aparecer en un estado mas contraído colocabas tu peluda y empapada barbilla sobre mis riñones ladeabas la cabeza y resoplabas con fuerza por las nariz, sobre mi espinazo, yo me arqueaba compartiendo la profunda excitación que nos envolvía, acariciando las sensaciones que iban a producirse en breves momentos, ofreciéndome de igual forma que tu hacías hacia mi. Tocabas varias veces mi espalda con una de tus patas delanteras, y a continuación, rápidamente tus dos brazos saltaban sobre mi, tu cuerpo le seguía, y tu cabeza se deslizaba hasta mi nuca, sentía y olía  el cálido  aliento que fuertemente brotaba de tu interior, los lengüetazos y el chorreo de tu saliva caían sobre mi, culminando la perfección, el sumun del amante, el mas alto grado de pasión, que como introducción a una relación carnal, pueda llegar ha realizarse, bajabas y levantabas el cuello irguiendo tu cabeza, tus brazos se aferraban a mi con fuerza sujetándome firmemente por el vientre, tus manos se introducían por debajo de mis piernas y presionaban rítmicamente con el frenesí de tu danza.

Nunca te retiraste y volviste a subir varias veces antes de realizarlo, como así fue con alguna que otra hermosa alma, Comenzabas a culear frenéticamente, sentía tu cálido vientre, como tus ancas se pegaba mas y mas a mi, como equivocabas el destino de tu pasión y te aplastabas en la endidura de mis nalgas, como tus gruesos testículos me golpeaban en un continuo bambolear, produciendo sonoros golpeteos rítmicos, que se sumaban al profundo jadeo de tu respiración, retrocedías sin bajarte y corregías la dirección, (los perros nunca sabéis entrar fácilmente ni despacio). Tus patas traseras se movían descoordinadamente, ese era el momento en el que yo debía de estar mas concentrado en controlarte, debía de evitar que las envestidas un tanto frenéticas en un principio te dañasen o me dañasen debido al peculiar relleno peneal, me encorvaba un poco mas extendiendo uno de mis brazos por debajo de mis flexionados muslos, para asirte el pene y reconducirlo a la entrada de mi trasero, con el paso del tiempo y de tu experiencia se fue haciendo algo innecesario pero no podía evitar estar un poco pendiente de ello. Tanteabas con fuerza, buscando el camino alrededor de mi trasero, Tu cuerpo entero se transformaba una vez mas, tu respiración se cortaba, tus brazos me asían con mas fuerza empujándome con toda tu repartida fuerza hacia ti, tu lomo se arqueaba aun mas, tus patas traseras se separaban a cortos pasos y saltitos, sentía el duro cartílago golpear alrededor de mi ano, pinchándome por el borde del esfínter. La estocada era el momento mas relativamente tenso, te insertabas en mi. Mi cuerpo saltaba en un picante espasmo de dolor y placer, y a continuación llegaba la segunda fase, mas estimulante, mas placentera, de contacto físico pleno, la del placer carnal mutuo para nuestros cuerpos, la loca danza aceleraba su curso, tu rápido movimiento acompasado con la velocidad de tu respiración, se mantenían constantes durante el periodo en que crecías , empujabas y tirabas algo mas de mi, en el ambiente resonaban jadeos y algún ligero gemido, un sonido liquido y cíclico hacia acto de presencia. Flexionabas tus patas traseras y llegabas mas dentro, hasta el final mismo de tu hermosura, notaba el paso del bulbo en incipiente crecimiento, el punzón del extremo golpeaba mis intestinos. Entonces comenzaba la presión, ambos nos dilatábamos, y el paso de tu baile cambiaba, levantabas alternativamente tus patas traseras, ligeramente, acompasando tus movimientos, y un  dulce vals se apoderaba de ambos. Sentía dentro de mi tu cuerpo en palpitante crecimiento atorándose, en un corto y continuo movimiento rotatorio, el corazoncito de tu “gárgola” se mutaba en frenética bestia cardiaca, tus músculos trabajaban a pleno rendimiento, las arterias y venas se llenaban de vida, todo tu pene se tornaba en ese Mr. Hide cavernoso, arterial, tremendamente sensible, de piel tan extremadamente suave y fina, repleto de marcadas irregularidades, en el mas perfecto de los diseños.

El empuje que ejercías sobre mi era brutal, tus manos se aferraban presionándome mas fuerte, tus uñas se me clavaban en constante tensión epidérmica, tu jadeo tras de mi me envolvía aun mas de lo que tu cuerpo me tenia ya recogido, Entonces me tocaba a mi representar mi sumisa interpretación, encogía mi vientre y me encorvaba acomodándome a tu monstruosidad, reclinaba la cabeza apretando fuertemente los puños para controlar mi entrecortada y alterada respiración, comenzaba a masturbarme, soportándote con tres de mis extremidades. El perfil de mi esfínter se estiraba, tras el, en el interior, la dilatación plena, todo aquello culminaba su desarrollo, un tenso cosquilleo me recorría la espalda, desde el extremo de tu punta a la entrada misma de mi ano donde sentía la palpitación de tu corazón a través de tu bulbo,  envidiaba a las mujeres, no poder poseer sus órganos femeninos, no poder llegar a  sentir los placeres orgasmicos de esa otra maravilla sensorial que es la vagina. Nuestra temperatura corporal era inmensa, y el durisimo abombado glande acompañado de la lacerante punta en continuo fluir y anegar ejercían aquella angustiosa y dolorosa, pero terriblemente placentera presión en el extremo mas oculto de mi anatomía. Nunca me hiciste verdadero daño o lesión alguna, (aunque en mas de alguna ocasión así creí ocurrir), en ocasiones maldecía todo tu enorme tamaño, deseaba que hubieses sido algo menor de proporciones, de alzada mediana como el viejo “Tommy” que me abandono hace ya tanto tiempo. Gracias “Tommy”, mágico mestizo de los 80´s, “chucho mastinoide” de alegre carácter e inagotable libido, hermoso animal de tan familiares y cálidos recuerdos, el rincón que guardo para ti en mi corazón, es también enormemente grande, me enseñaste tantisimas cosas realmente importantes, (lo siento, tenia que decírselo, los que llevéis cierto tiempo en “esto” conoceréis ya la crudeza de este mundo de “viudos” y “viudas” que tantas lagrimas a echo derramar).

El tercer acto de aquella simbiosis “pronatura” llegaba a escena, tu cuerpo cesaba prácticamente de actividad, lentamente tus movimientos eran mas pausados y relajados hasta llegar a ser simples acomodamientos de posición, tu largo pecho pastosamente empapado por el caer de tu saliva, se tornaba mas pesado sobre mi, y entonces bajaba articulado por la elegancia de tu cuello, esa hermosa cabeza, ese maravilloso cerebro envuelto en la hermosura viva de tu ser, sentía tu mas pausada respiración resoplando al lado de mi oreja, notaba el roce tu dura pelambre, la calidez de tu lengua tocándome la piel cuando instintivamente te relamías las empapadas barbas y bigotes de tus belfos, entonces, dejabas de jadear, volvías a mascullar reacomodandote la lengua y me lamías cariñosamente por toda la parte de mi cara que llegabas a alcanzar, como muestra de afecto y gratitud, yo intentaba lamer tu lengua llegando a alcanzarla, entonces ambos nos internábamos en bocas distintas, nos entrelazábamos en chupeteos y tragaba toda la viscosa saliva tuya que podía. Transcurridos larguisimos minutos siempre irrepetibles, tu cabeza se recostaba junto a la mía, tu te apretabas mas a mi cara, frotándote con fuerza contra ella, inspirabas profundamente y conseguías un ritmo mas relajado, deslizabas tu mirada y nuestros ojos entraban en contacto, nos decíamos las mas hermosas cosas que jamas podrán ser descritas, finalmente ambos cerrábamos nuestros párpados y nos dejábamos arrastrar hacia el infierno.

Te encontrabas completamente recostado sobre mi espalda, bombeando en mi repleto interior a punto de explotar, el tiempo transcurría sosegadamente lento a pesar de mi extenuante esfuerzo por seguir soportando tanto tu peso, como la presión ejercida en mi, los corvejones de mis piernas estaban completamente mojados del milagro que escapaba chorreando irremediablemente del interior, el ritmo de mi masturbación se acompasaba al de tu continuo orgasmo, mi próstata comenzaba a notar tu henchido bulbo sobre ella con cada contracción de mi erección, mi respiración y estabilidad se hacían mas dificultosas, y cuando sentía que llegaba el final de tu acto, cuando me presionabas el vientre como dándome una señal, me dejaba ir pausadamente junto a ti. Tu te quedabas plácidamente quieto, notaba el suave tacto de tus testículos vibrando con cada contracción de tu esfínter, palpitando, rozando sobre los míos, que estaban recogiéndose para mi cercana eyaculación. Entonces tan solo presionabas ligeramente tus calientes almohadillas contra mi vientre, siguiendo el ritmo con cada pulso, (¡esa increíble sensación!, no es fácil de percibir con todos vosotros, y mucho menos si acostumbráis a bajaros, y girar sobre vuestro pene, colocandoos en una posición, que dentro de vuestra naturaleza, resulta mas defensiva ante posibles peligros, pero este, aunque en ocasiones pudiera haber llegado a serlo, no fue nuestro caso, tampoco aquellos-as que utilizan innecesarios calcetines podrán llegar a conocer). Ambos concluíamos sincrónicamente, el tiempo transcurría espeso, podía analizar lo grotesco de la escena que lucíamos, el quebranto emocional que hubiéramos recibido tanto nosotros, como, cualquier persona que no comprendiese esta pasión, se hubiese llevado al contemplarnos. Estabamos completamente indefensos, nuestra vulnerabilidad era tremendamente patente, incapacitados para cualquier escape posible, eso me emocionaba y excitaba aun mas.

El apareamiento concluía, tu cuerpo se deslizaba sobre mi hacia atrás, como si de la botadura de un gran barco se tratase. La extracción no producía sonido alguno, tu pene que había comenzado a reducir su volumen, salía de mi dilatado contorno, derramando una considerable cantidad de tu semen que se encontraba a merced de las leyes de la física, tu me lamías limpiándome el trasero, a continuación te limpiabas tu pene casi oculto ya en el prepucio. Intentaba controlar mi esfínter para evitar el fluir de tu ser, deseaba que mi flora rectal absorbiese tu semilla depositado en mi interior, apretaba fuertemente los músculos del esfínter, me encontraba completamente extenuado y me daba cuenta entonces, de que los perros extremadamente grandes no son los mas idóneos para las practicas sexuales (aunque eso hacia ya tiempo que lo sabia), pero estaba irremediablemente enamorado de ti, era consciente del escozor perianal, del punzón ejercido en mi intestino y de la irritación interna que me provocaba el enema, no era dolor, siempre lo disfrute, nunca me arrepentí de entregarte mi cuerpo para tu placer, por que de lo que se trataba era  de concedernos placer, ¡de amarnos mutuamente!.

Después de aquellas bestiales copulas, teníamos que tomarnos un largo momento de relax para asimilarlo plácidamente, regodeándonos en lo que acababa de acontecer una vez mas en nuestras vidas.

Eran las mas estimulantes de las acoplaciones que experimente con perro alguno, mas incluso de las que tuve con mi propia especie, indistintamente de su carácter sexual.

 

 

V

 

El amor no es amor, sino tan solo sexo, si este no es correspondido.

 

Solía suceder al anochecer, tras un largo deambular por parques de la ciudad, siempre me resulto curiosa, la relación de pseudoamistad que se entabla con otros propietarios de perros cuando estos son criaturas alegres y poco conflictivas, se suele hablar de temas intrascendentes de muy variada temática, entre medias de alguna de estas conversaciones, siempre se me venia a la cabeza si mi interlocutor realizaría también practicas de la misma índole de las que yo acababa de culminar o iba a realizar momentos después, es curiosa la gran capacidad de ocultación que tiene el ser humano, nunca aceptare el por que del alto cache de muchos actores.

Tras desfogar todos los músculos de tu cuerpo y aliviarte de tus necesidades fisiológicas, siempre estabas dispuesto para permitirme tu acceso. Siempre a sido muy importante para mi, dotar todas las relaciones de estimulación mágica, dejar fluir el tiempo con toda generosidad, volvíamos a cortejándonos durante largo rato, completamente desnudos, eran largos momentos de amor limpio, de admiración mutua por nuestros cuerpos y almas. Tu entrega absoluta hacia mi, tu completa disposición, nunca confundiste las intenciones y papeles a representar, nunca echaste atrás las orejas, nunca alzaste el belfo ni de tu garganta surgió rumor alguno, simplemente cuando me situaba tras de ti, colocabas toda tu longitud delante de mi, ladeabas la cabeza y me mirabas, tu cola se alzaba y me mostrabas tu oscuro y apretado ano, bajo el tus suaves testículos pendían en pequeños movimientos vibrantes con cada compresión muscular del esfínter. Con el tiempo deje de utilizar lubricantes oleosos naturales, y mis dedos como herramientas de masaje relajante, tu me enseñaste la forma mas estimulante de comenzar, quería corresponderte de la misma manera que tu lo hacías por mi. Te acariciaba de rodillas tras de ti, mi cabeza se aproximaba a tu cuerpo y comenzaba a olerlo profundamente, mi lengua recorría tus flancos, tus muslos, llegaba hasta tus testículos y los acariciaba con suaves lametones, eran firmes, escasamente poblados de pilosidades, de piel oscura, textura fina y lisa, en alguna ocasión logre a duras penas introducírmelos en la boca, podía llegar a notar con el tacto de la lengua, la cabeza y la cola del epidimio. Me deslizaba húmedamente por encima de ellos, siguiendo el curso del escroto, surcando por el perineo a través de los pliegues que los soportaban, hasta el anillo inguinal, bajo el ano, donde se encuentra el bulbo isquiocavernoso, el segundo nudo interno de vuestro aparato reproductor. Mantenía el pulgar contra la base de tu cola, para que permaneciese erguida, la otra mano, apoyada sobre ti, palmeando los riñones. Se podía sentir el calor emanando de aquella zona, el penetrante olor no era desagradable, tampoco estaba sucio aunque pudiera causar esa impresión, siempre cuide tu alimentación y procure que conservases un excelente estado de salud, nunca he tenido problema alguno a causa de algún tipo de zoonosis, a pesar del alto riesgo que he corrido en diversas ocasiones. Es mas probable contraer una enfermedad entre una relación humana, que con un animal, incluso si este se trata de un ejemplar en estado de semilibertad, siempre que se tengan ciertas precauciones, (desde luego las practicas de carácter escatológico son extremadamente peligrosas y no son nada recomendables, únicamente las realice siempre con “mis” perros de absoluta confianza). Transcurría algunos minutos rodeándolo a corta distancia con mi nariz, oliéndolo pausadamente, mentalizándome para aquello que a mi mismo me costaba creer poder llegar a realizar, para aquel perverso ósculo, entonces, tan solo por que se trataba de ti, mis labios se te acercaban y envolvían tu esfínter, mi lengua empezaba a lubricar su diámetro, y los reparos eran sustituidos por la pasión, era notablemente mas caliente que el resto de tu cuerpo, de piel mas gruesa y grasa, el sabor era marcadamente seco y salino, en su centro la textura era pastosa y el sabor algo ácido, no se trataba de excrecencia alguna, era tu natural lubricante corporal, los músculos del esfínter se encogían espasmódicamente, con cada roce sobre el, yo me aplastaba sobre tu ano ejerciendo presión con la punta de la lengua entre sus recogidos pliegues, hacia su interior, me resultaba un poco incomodo respirar a través de tus peludas ancas, presionaba con todas las fuerzas de los músculos de mi lengua, y tu esfínter se relajaba abriéndose, entraba oralmente dentro de ti, inmediatamente la textura se suavizaba y el sabor se tornaba químico y amargo, aguantaba durante algún tiempo explorando las formas y sabores de tu metabolismo mientras tus músculos anales me presionaban hacia el exterior, finalmente las arcadas afloraban en mi, y debía salir fuera cuanto antes, debía  de tener cuidado de no estimular las glándulas perianales, que no fluyesen su contenido o todo ese delirio pasional probablemente, habría acabado ahí.

Erguía mi espalda y durante unos segundos apoyaba mi cabeza sobre tu huesuda grupa, colocándome en cuclillas tras de ti, volvía ha maldecir tu talla, un tamaño menor me hubiese permitido estar arrodillado, practicamos diversas posturas incluso recostados sobre el suelo (la mas cómoda), algunas de ellas eran atractivamente estimulantes por el contacto visual que podíamos mantener, pero eran de dificultoso acceso y con poco ángulo de penetración, las llegamos a usar para masturbarnos mutuamente, abrazados de costado o bien uno sobre el otro, de frente, cara a cara, lamiendo el interior de nuestras bocas y frotando nuestros genitales en mutuamente, sintiendo en mi pene tu dura erección dentro de su funda prepucial, aplastándose nuestros testículos entre si, mojando nuestros vientres.

La mas coherente siempre era al estilo “perro”, sin que ninguno de los dos estuviera alzado sobre plataforma alguna, conducía el pene hasta tu ano y sentía en el ensalivado glande la enorme temperatura anal, empujaba suavemente la bóveda de placer hacia tu interior, el estimulado y lubricado ano por la saliva, ofrecía una ligera resistencia, en cuanto notabas el contacto reculabas tu cuerpo hacia mi, flexionando tus caderas, manteniendo tu recto hacia arriba, entonces, yo entraba en tu interior una primera vez. Era un pequeño salto al interior, como una pequeña frontera vulnerada, la temperatura interior ascendía considerablemente, esperaba un corto espacio de tiempo, para proseguir adelante (el interior anal es mas complicado, delicado y estimulante que la estructura vaginal canina o humana), estaba dentro de la caliente y corta cámara de almacenaje residual, me acomodaba en la posición correcta apuntando hacia tu cerviz, y tanteaba el segundo paso, tu grupa arqueada me indicaba el camino ha seguir, sentía en mi extremo como unos granulados labios me envolvían, aquel fino anillo ofrecía otra ligera resistencia y tu lomo daba un pequeño respingo, resoplabas un par de veces, y yo me internaba completamente dentro de ti, era entones cuando agradecía mi condición masculina, asumiendo que también las mujeres se lamentarían de sus limitaciones. Me encorvaba sobre tu fuerte espalda; tu largo cuerpo no me permitía llegar hasta tu arqueado cuello, hasta tu nuca, y respirar el fuerte olor de tus orejas, apoyaba mi cabeza sobre tu espinazo, y te sujetaba por el vientre, alternativamente extendía mis brazos apoyándolos sobre tu cruz o abrazando tu palpitante pecho por debajo de las axilas, arqueándote así aun mas hacia mi, la posición se consolidaba mas cómoda, tu esfínter me envolvía rodeándome, avanzaba y retrocedía lentamente, mi cuerpo no entraba y salía, tu esfínter le acompañaba fuertemente aferrado, me deslizaba por tu interior, entre las suaves y húmedas paredes, como de himen de una perra, apretándose contra mi extremo en contracciones musculares rectales.

Bajo mi pene, podía sentir tu músculo uretral pélvico, la próstata, y el segundo fino músculo rectal, que me presionaba suavemente en pequeñas palpitaciones espasmódicas, a todo lo largo de mi oculta parte en tu caliente trasero.

Ocasionalmente te masturbaba delicadamente, con tu pene en la funda para no deshidratarlo, los espasmos musculares de tu ano sobre mi se tornaban mas fuertes y continuos, recogía tu semen con la palma de una mano, o bien alzaba tu pene hacia arriba y contorsionaba mi espinazo, accediendo con mi boca a introducirme la punta de tu pene en ella.

Suavemente te amaba, con sumo cuidado, alargando todo lo posible el amor mutuo de esos momentos, excitación por dejar de ser quienes éramos y transformarnos en un ser supremo por momentos. Podría contar miles de sensaciones distintas de cada momento, pequeños movimientos reflejos de nuestros organismos, palpitaciones recónditas, fluidos inesperados, sensaciones olorosas, y alguna que otra sorpresa de conciencia, tras un largo transcurrir de lenta culminación, mi respiración se tornaba mas espesa, corrientes eléctricas se agitaban en mi interior, entonces me envolvía sobre tu espalda y me dejaba perder dentro de ti.

 

 

VI

 

¡Deidad!, ¿por qué?

 

Siempre pense en fundar nuestra “pequeña y modesta manada”, estaría compuesta de dos machos, dos hembras y yo mismo, e incluso de la hermosa humana que compartía nuestras aficiones, aquella que ambos tanto quisimos y amamos, la maravillosamente de “Bée”, fuimos un exclusivo trío, algo perfecto y sincero, sin temores, ni complejos…

…Desgraciadamente siempre la acecho un automóvil oculto en su odioso destino.

Los quehaceres cotidianos relegaban estas prioridades a otro estrato inferior, no supe reaccionar por aquel entonces, no comprendí que esta pasión significaba algo mas profundo en mi. Ahora me arrepiento de no haberme centrado en lo que realmente mas me importaba, ahora intento dejar la ciudad, dedicarme plenamente a los animales, planteándome proyectos de muy diversa ambición.

A pesar de todo, el haber contado tan solo contigo me pudo proporcionar también la posibilidad de conocer a otros seres que transitoriamente pasaron por nuestras vidas, a tantos otros y otras almas que han formado parte de nosotros, aunque tan solo fuese por unas pocas horas o días.

Podría relatar como sucedieron, como llegaron a participar con nosotros, la infinidad de nuevas sensaciones que pudimos realizar con otros perros, perras y una humana, como compartí junto a tu paternidad, a pesar de mi imposibilidad biológica sentía que yo también tenia algo que ver con aquellos hermosos cachorros al participar junto a ti en el apareamiento con “Leila”. Pero esta narración solo trata de nosotros dos, es nuestra particular historia cotidiana. También podría relatar las experiencias mas emotivas que vivimos en campos, montes, y costas, envueltos por un inagotable mundo de olores y de sensaciones sobre nuestros cuerpos, amparados tan solo por la luz de la luna, en constante morboso temor a ser descubiertos (solo en aquellas hermosas y arriesgadas ocasiones, al finalizar la cubrición, te solías bajar de mi y girarte ligado a mi nalgatoria, no podías eludir a tu instinto), he considerado mas apropiado narrar nuestras habituales y frecuentes relaciones en la intimidad del hogar, aquellas otras eran ocasiones especiales y poco frecuentes, tan dulces y gratas que las considero nuestro particular tesoro privado, te lo debía, “Valis”.

Hemos practicado juntos nuevas formas de acoplarnos, descubierto sensaciones que desconocíamos.  He cubierto junto a ti hembras de tu especie, las he saboreado repletas de nuestro ser, hemos compartido el inestimable amor que “Bée” nos dedico, he culminado relaciones de todo tipo con otros machos de tu especie ante tu estoica y condescendiente presencia, he conocido el sabor de tu cálida saliva, de tu fluido semen, de tu penetrante orina, de tu amarga hiel, de tu intrincada digestión... Prácticamente todas las posibles sensaciones, olores y sabores mas diversos de tu ser han entrado a formar parte de mi.

 

¿Es esto pasión enfermiza?, ¿es esto algo perverso?. No lo creo así, podría enumerar multitud de pasiones de carácter religioso, político o incluso deportivo, verdaderamente perjudiciales para el ser humano, pasiones capaces de matar a sus semejantes sin ningún escrúpulo ni remordimiento de conciencia. Que yo sepa, (salvo torpes errores cometidos, como el acontecido a la Emperatriz “Catalina II de Rusia”), la zoofilia no daña ni mata ha nadie, sea humano o animal, se trata precisamente de todo lo contrario. Creo que entablar una profunda relación del tipo que sea, con otro ser vivo de una especie totalmente distinta, lejos de resultarme repugnante, se me aparece como algo enormemente hermoso y excitante.

Si, soy un guarro pervertido, soy un “follaperros”, un degenerado amante de “bestias”. Soy el responsable de mis actos, nadie puede reprocharme cuales puedan ser mis gustos ni mis tendencias, soy totalmente inofensivo, nunca he quebrantado ley alguna, jamas le he hecho daño a ningún ser vivo, no he obligado ni forzado jamas a nada a ningún ser vivo, soy completamente incapaz de ello, amo y respeto muchisimo a la vida. Tan solo me acuso de interpretar de forma diferente el sentido de muchas de nuestras acciones, de extasiarme ante la visión de lo que aparentemente es algo sencillo y sin importancia, como pueda ser un simple perro, de ignorar las estúpidas y banales aspiraciones del ser humano, de involución, de egoísmo, de soberbia, y de poder. Cuantos de los que, escandalizados y estupefactos e incomprensiblemente han llegado hasta estos párrafos, no se les ha cruzado por la mente o incluso habrán cometido actos de igual o superior perversidad con sus respectivas parejas, siendo estas del tipo que sean. Cuantos de aquellos, “honorables decentes”, no habrán cometido todo tipo de atrocidades e infamias, tanto en el campo sexual como fuera de el.

 

 

“Si no se es capaz de entender ni de comprender en que consiste la zoofilia, lo mejor es olvidarse de esta tendencia sexual, ni tan siquiera intentéis nada. No es para vosotros.

No le hacemos daño a nadie, lo que nos gusta son los animales”.

 

- God is Dog spelled backwards

 

 

 

VII

 

A nuestros cuerpos dispersos.

 

Recuerdo aquella maldita noche con tristeza y amargura. El mundo entero se convulsionaba en una estrepitosa locura y un puñado de psicópatas abría la caja de pandora sin importarles lo mas mínimo las consecuencias que ello podría acarrear a  todas las vidas que navegan transitoriamente en este planeta.

Esa noche tan solo tenia mi interés centrado en ti, esa noche fue la única vez que me porte terriblemente mal contigo, no podía contener mi egoísmo y no quería luchar contra el, me negaba ha afrontar lo inevitable, hacia ya casi un año de cuidados y tratamientos, de la abstinencia de tu cuerpo. Estabamos tumbados sobre la gruesa moqueta empapada de tan gratos recuerdos, tumbados frente a frente, yo te miraba sin cesar, te hablaba de la manera que solo conocen los perros continuamente y tu no podías escucharme ni contestarme, tenia cogido tu antebrazo y mi dedo índice reposaba sobre tu vena safena, sentía el lento e irregular latido de tu corazón , todo tu cuerpo rezumaba a través de su piel un penetrante hedor, un fuerte aroma almizcleño que parecía elevarse como una nube de vapor frío, pareciera que tu piel estuviera reseca y acartonada, que se encontrase por detrás de todo tu esqueleto, eras un triste esbozo de la grandeza que fuiste,  prácticamente no te podías poner en pie, cualquier movimiento que intentases te era una lacerante tortura. Abriste los ojos, seguían siendo profundamente hermosos, levantaste torpemente tu cabeza y me miraste, no quise escucharte, no quería que me dijeses lo que me estaba negando a mi mismo durante tanto tiempo. Lo expresaste y te traicione, no te hable, y con el idioma de los humanos balbucí un quejumbroso “¡No!”.

Perdóname, me arrepiento tanto, la angustia y la desesperación no me dejaban darme cuenta de mi inmenso egoísmo. Te abrace cegado por las lagrimas que me impedían seguir escuchándote, y repetía continuamente tu nombre sin llegar a pronunciarlo. Entonces de tu pecho surgió un leve susurro que fue trasformándose en un estremecedor lamento apagado, hiciste un esforzado intento por comunicarte con el idioma de los humanos, y en ese momento me di cuenta del mal que te estaba provocando, frote mis  enrojecidos párpados y volví ha mirarte, te comprendí, estaba dispuesto ha afrontarlo, te llevaría inmediatamente para acabar con tu sufrimiento, era tarde, muy tarde. En ese preciso instante ocurrió, me mirabas, te mire, te vi como nunca antes habíamos llegado a contactar, y en un instante deje de verte, te perdí, ya no estabas ahí, tu no lo sabes pero tu cabeza se reclino hacia atrás. Volví ha abrazarte, esta vez con mas fuerza que nunca, sentía que estaba irremediablemente perdido, comenze a hundirme, todo se acababa sin mas, la congoja y la desesperación se cebaban en mi sin piedad alguna, sentí tu pecho dilatarse con fuerza pero no volvió a volver a su posición. Todo se detuvo en un helado instante y sentí como tu viejo cuerpo se colapsaba. Frenéticas corrientes eléctricas te invadían, primero en espantosas convulsiones, tu incontrolado cuerpo me mancho, el olor de la muerte se revolvía desbocada en el ambiente, rápidamente las convulsiones decrecieron de intensidad, me aferraba a tu cuerpo intentando recuperarte una vez mas, aunque tan solo fuese por la mas breve medida temporal que pudiera existir, quería fusionarme a ti, que mis órganos reemplazasen a todo tu marchito organismo o que vinieses a vivir dentó de mi, había sitio suficiente para los dos.

Un pequeño temblor te recorrió finalmente escapándose por entre tus dedos, ceso todo movimiento, pasaron unos segundos y te sentí, te sentí recorrer todo mi ser, sentí como pasaste fugazmente a través de mi, y me abandonaste, me dejaste solo, terriblemente solo.

 

No se cuanto tiempo pase abrazado a aquella carcasa vacía, podía mirarla y darme cuenta de que eso ya no eras tu, que habías dejado de existir. Podía ver lo que fue tu cuerpo de la misma manera que podían verlo aquellos que por miedo, prejuicios, complejos, y una distinta visión de la vida, podían llegar a ver.

 

Al fin y al cabo ¿existe algo mas ridículo que amar a un perro?

 

Eramos dos almas gemelas, un solo ser, estabamos profundamente unidos, mucho mas de lo que he estado nunca con ninguna otra vida, ya fuese humana o no, le ame, me amo, nos amamos y aun le sigo amando, te quiero tanto Valis.

 

A la mas hermosa y pura de las almas, al mas bello de todos los perros que han sido tan enormemente generosos conmigo, al concederme el gran privilegio de compartir con ellos algo tan infinitamente grande. Gracias de todo corazón.

 “Valis”, querido Irish Wolfhound, cuanto te echo de menos.

 

A la memoria de “Valis”.

(Segovia 1989 – Madrid 2001)

 

-(Stop)

 

 

 

Así entonces, para bien o para mal, que este fuiste tu.

Que amo y fue amado.

Que deseo y fue deseado.

Que poseyó y fue poseído.

Que sintió.

Que vivió.

Que existió…

… Hasta pronto, Valis.

 

Frippy. © 2002 Madrid – Spain.

dog_scent@hotmail.com

 

-(Off)