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Descubriendo el placer del sexo

en Hetero: Primera vez

Ella entro el cuarto. Era tal cual la había visto en aquella foto en el portal web. Enorme senos, marcadas curvas, un pelo rubio que parecía natural y unos ojos azules. También tenía un rostro que reflejaba cierta inocencia.

Hubo un momento de silencio incomodo una vez que se saludaron, ya que pareciera que ella esperaba ordenes de su cliente y él las esperaba de ella. Se decidió entonces a hablar:

Pues… bien. Debo decirte que yo nunca he estado con una mujer… - y comenzó entonces a contar su historia. Quizás fueron los nervios, pero le conto absolutamente todo, que hace años que venía pensando hacer esto, que sus amigos lo molestaban, que se masturbaba frecuentemente… esto pareció divertir y a la vez intrigar a su invitada.

En serio? Vaya, nunca había estado con un chico virgen – dijo ella con gracia – La verdad es que me motiva un poco mas esto, sabes. Ser la primera en la vida sexual de alguien es, por lo mínimo, excitante… - continuo. La verdad es que el nerviosismo que invadía al chico en ese momento empezó lentamente a transformarse en ansiedad, en morbo.

Y bien, quieres que yo… - dijo ella, mientras se acercaba a él lentamente. No, espera – dijo él, apartándose- me gustaría que te acostaras en la cama y me dejaras revisar tu cuerpo. Hay muchas cosas que me gustaría… hacer. Ella se dio cuenta de su nerviosismo, así que procedió a hacerle caso. Más que mal, era su dinero. Se acostó en la cama lentamente, y se quedo inmóvil ahí, mirando el techo. El se acerco a ella, y lo primero que hizo fue llevar sus manos a sus pechos con suma cautela. Comenzó a tocarlos, primero con suavidad y luego con movimientos más bruscos. Eran tal cual los había imaginado muchas veces en sus sueños. Suaves, deliciosos al tacto y con pezones duros. Y eso que los estaba tocando sobre la blusa que llevaba puesta. La respuesta en su verga fue inmediata. Sintió una inminente erección crecía dentro de sus pantalones y hasta sintió que iba a eyacular. Pero no lo hizo. Desabotono la blusa de ella y saco sus sosten con cierta torpeza, pero al fin estuvo frente a frente con aquellos melones.

Grandes y rosas pezones lo esperaban expectantes y no dudo ni un segundo en atacarlos decididamente como un animal hambriento y comenzar a lamerlos. Ella, si bien estaba acostumbrada a tratar con hombres por dinero, sintió algo que nunca había sentido. La forma que este chico lamia sus pechos era de alguien que recién los estaba descubriendo. Realmente lo estaba disfrutando más allá del estricto placer de la carne. El chico estaba absorto en aquellos sumideros de placer con los cuales jugaba. Sentía su verga húmeda y palpitante, probablemente ya llena de líquido. Ya un poco desatado y palpitante, llevo una mano a las caderas de la mujer y busco desesperadamente su vagina. Sintió la humedad de su ropa interior, el calor de su entrepierna en la punta de sus dedos. Este movimiento también tomo con sorpresa a ella, quien dio un pequeño saltito de placer al sentir los dedos del muchacho recorriendo su entrepierna.

El chico soltó sus pechos todos llenos de saliva y sudor, y una erección escandalosa era acusada por el bulto en sus pantalones. Ella intento levantarse para regodearse con su inexperimentado miembro, pero él se aparto. No quería que se lo tocara aun, porque estaba seguro que al más mínimo contacto su verga explotaría. Comenzó a respirar agitadamente como un animal jadeante. Saco su falda con prisa, y casi rompió su ropa interior al no darse el tiempo para descubrir la forma correcta de retirarla. Al fin se encontró con esa fuente de todos sus pensamientos eróticos, aquello con lo que había soñado, visto más de mil veces en video y hasta dibujado en un afán por estar cerca de tan glorioso elemento. La vagina de ella estaba completamente viscosa, húmeda, caliente y olorosa. Acerco su cabeza para aspirar los aromas más íntimos de la mujer, y estos llenaron su mente y nublaron sus sentidos, ya sea por la más intensa excitación jamás pensada por él, o por reacciones químicas al sentir los aromas de ese agujero penetrable. Hizo girar el cuerpo de ella sin pedir su permiso de tal manera que quedara acostada, con las rodillas dobladas en el borde de la cama, y abrió sus piernas con firmeza. Ella estaba completamente entregada. La verdad es que la forma que la trataba el chico realmente la éxito como pocas veces. Le gustaba estar entregada, sometida y a la voluntad de la experimentación de este virgen cliente. El se acerco casi temblando a la fuente de aquellos aromas que invadían la habitación, y le dio una brusca lamida utilizando casi toda la lengua.

El sabor no identificado de aquellos flujos llenó su lengua, estremecieron su cerebro. Se sumergió en aquella intrigante vagina con firmeza, y se quedo ahí, recorriendo cada milímetro con su lengua. Ella no se dio cuenta cuando comenzó a gemir, pero sus mejillas rojizas delataban el inminente orgasmo que le estaba dando este chico virgen, que inminentemente no lo seria. Curvo su cuerpo ante las bruscas arremetidas que estaba sufriendo su clítoris, recién descubierto por el aturdido chico. Ya su verga volvió a avisarle que quería eyacular de una vez, al dar un respingón que por poco lo hace acabar sin siquiera haberla penetrado una vez. Se puso de pie, se bajo rápidamente el pantalón y dejo su verga al fin respirar. Totalmente espumosa, viscosa, llena de liquido pre seminal, rojísima, venosa y palpitante. Se apresuro a cambiar la posición de su invitada y penetrarla, pero ella ataco primero, casi inconscientemente. Se abalanzo ante su verga, y se la metió a la boca para lamerle todo esos líquidos que la invadían. El quiso impedirlo, ya que su instinto animal le obligaba a penetrarla, pero al sentir la lengua recorrer su jugoso glande, no puedo hacer nada, ni siquiera pensar. Aun de pie, veía como ella succionaba su verga con firmeza. Como era de esperarse, esto ya era mucho para él. Bastaron unos pocos segundos para que estallara de placer y dejara su boca llena de caliente semen, un segundo chorro callera directamente en su cara, tan abundante como el anterior, y un tercero, cuarto y quinto terminaran de bañar sus tetas.

El chico se había quedado inmóvil, con los ojos cerrados y parecía estar en otra parte. El orgasmo que acababa de tener vacio sus testículos de forma brusca y le dio el mayor placer que jamás había tenido. Sin embargo, estaba poco de estar satisfecho. Pasaron unos minutos inmóviles. Ella se disponía a limpiarse, cuando él la detuvo con la mano. Vio como su verga recuperaba la erección. Se lanzo encima de ella imponiendo sus términos, y la penetro sin piedad. Ella abrió un poco sus piernas para poder recibir todo aquel remozado pene que quería más. Debido a la reciente eyaculación, ya no tenía la ansiedad inicial por lo que la penetración fue mucho más duradera. Sentía como las paredes de la vagina envolvían su pene y como cada vez le era más fácil llegar hasta mayores profundidades de aquella mujer. El chico perdió el control de sus movimientos, ya que eran ahora fuerzas ocultas en el centro de sus deseos los que le obligaban a penetrar casi con desesperación a la mujer que tenia debajo de él. Ella disfrutaba con la animal actitud de su acompañante, y apretó un poco las piernas esta vez para ejercer más presión. Ya cuando los movimientos eran tan bruscos que hacían gritar a ambos en cada estocada, por lo penetrante del placer que sentían, el chico eyaculo por segunda vez, si bien de manera menos abundante, el hecho de ser la primera vez que penetraba a una mujer y además perdía por fin su eterna virginidad, se sintió como que ya no había más hambre que saciar. Termino de eyacular dentro de aquella mujer, y salió de su interior. Se quedo mirándola un momento, llena de semen. Esa imagen la había visto tantas veces en videos porno, pero le costó aceptar que esta vez ese era su semen, y que realmente había hecho gozar a una mujer.

Había terminado por fin la etapa de incertidumbre y misterio, que sin duda echaría de menos. Pero había comenzado otra, de realidad y placer.