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Montándomelo con mi querida tía

en Amor filial

Montándomelo con mi querida tía

Mezcladas entre la penumbra y el silencio de mi habitación, como si de un ave nocturna se tratase, mis manos de dedos trémulos se entregan a la dulce tarea de despojarte de ese bonito vestido blanco que cubre tu suave piel mientras empiezan a escucharse los primeros acordes inconfundibles de Smoke on the water en el viejo magnetófono que guardo como una reliquia de unos tiempos pasados que ya jamás volverán.

 

Depuis que nous avons quitté Paris

et que tu rêves d’être en Italie

Tu déclenches une vraie révolution

Quand tu apparais.

Les filles s’arrachent ton blouson doré

Se précipitent pour mieux t’embrasser

Et toi, tu croules sous leurs baci, leurs baisers.

Regarde-moi

Au lieu d’accepter comme ça

Des tas de baci, baci, baci, baci.

Regarde-moi

Tu disparais dans leurs bras

Et tu te laisses avec joie

Couvrir de baci, baci, baci, ba.

Regarde-moi

Je n’existe plus pour toi

Devant leurs baci, baci, baci, baci.

Regarde-moi

Tu ne me vois plus déjà

Je suis séparée de toi

Parmi leurs baci, baci, baci, ba…

Baci, baci, baci, FRANCE GALL

 

Mezcladas entre la penumbra y el silencio de mi habitación, como si de un ave nocturna se tratase, mis manos de dedos trémulos se entregan a la dulce tarea de despojarte de ese bonito vestido blanco que cubre tu suave piel mientras empiezan a escucharse los primeros acordes inconfundibles de Smoke on the water en el viejo magnetófono que guardo como una reliquia de unos tiempos pasados que ya jamás volverán. Los magníficos arpegios de la Fender Stratocaster del gran Blackmore dando inicio a ese himno purpleano por excelencia, se combina a la perfección con tu respiración la cual noto cómo va aumentando de ritmo sin remedio.

Encogiendo sensualmente el hombro dejas caer el tirante de tu vestido en un solo movimiento hasta que al fin reposa a la altura precisa de la mitad de tu brazo. Es en ese momento cuando te lo subes levantando un poco el hombro para poder acariciártelo, de manera tímida, casi como el que no quiere la cosa. Sonríes maliciosamente pues sabes que ese movimiento siempre funciona haciendo que el silencio se apodere de mí llenándoseme el pensamiento con la imagen seductora de tu hombro al descubierto.

Tu vestido cae a través de tus hombros muy, muy lentamente dejando libre tu cuerpo desnudo bajo la delicada claridad que invade el dormitorio. Dándome la espalda te giras mirándome por encima de tu hombro liberado de los finos ropajes que lo tapaban apenas unos segundos antes.

Respondo a tu más que evidente provocación empezando a relamerme los labios, como si los tuviera cortados y necesitaran constante hidratación. Utilizo de forma "falsamente inocente" la punta de la lengua para mojármelos, de un lado a otro, y luego continúo con los labios dejándolos deslizarse lentamente el uno sobre el otro. Y todo ello, con mirada inocente, como si en verdad no pasara absolutamente nada cuando ambos sabemos que no es así. Quiero demostrarte con ello que si tú pretendes seducirme, yo haré exactamente lo mismo respondiéndote con la misma moneda.

Durante unos segundos noto la estructura básica de la melodía resonar a través de los acordes del órgano, bajo y el ritmo machacante de la batería. Los solos tanto de la guitarra como del órgano son muy calificados. Con mi mano enlazo tu cintura haciéndome con ella hasta atraerte hacia mí y luego llevo mi boca a tu cuello el cual se mueve ansioso bajo los dictados de tu respiración agitada. Me encanta verte así de cachonda y excitada y aprovecho para apartarte a un lado el cabello y rozar con mis labios tu cuello para después subir a tu oreja y hacerte saber mi creciente lujuria diciéndote de modo apenas perceptible toda una serie de palabras sucias y obscenas que sé que tanto te gustan.

Sonríes con algo de timidez y entonces enarcas el espinazo echando la cabeza hacia atrás mientras observo cómo tus oscuros pezones se erizan por debajo de la fina tela del conjunto negro de blonda que has elegido para aquella noche. Te beso suavemente el hombro desahogando en él la necesidad imperiosa por hacerlo que me invade por dentro. Con mis dedos recorro cada rincón de tu bello cuerpo sintiéndote vibrar con mi lento caminar. Bajo y subo desde tus pechos a tu abdomen, una y otra vez deteniéndome cada vez que puedo en las cercanías de tu vientre el cual se encuentra todavía cubierto por la exquisita prenda femenina que es tu diminuto tanga.

Al fin me apodero de tus pechos duros como el granito y los magreo sopesándolos entre mis manos y regocijándome en sus redondas formas. Me muero por chuparlos y lamerlos, jugando con esas rosadas aureolas que rodean la oscuridad de esos pezones que hechizan mis ojos a cada momento que centro mi mirada en ellos. Eres tú misma quien me ayuda a acariciarlos poniendo tus manos sobre las mías y ayudándome con ellas a apretarlos con fuerza. Gimes débilmente y sonríes cruzando tu mirada con la mía. Veo en tus bellos ojos almendrados una sonrisa de enorme agradecimiento por el agradable tratamiento que dispenso en esos momentos a tus pechos.

Hago mi caricia mucho más profunda enganchando entre mis dedos uno de aquellos sensibles pezones y retorciéndolo con fuerza hasta lograr hacerte lanzar un doloroso grito de queja. Un grito a todas luces poco o nada convincente pues, a los pocos segundos, te escucho gemir de forma mucho más pronunciada reclamando una mayor intensidad en mi cálido ataque.

Apriétalos con fuerza…me encanta que me lo hagas…-dices clavando tu mirada en la mía mientras te retuerces con lo que te hago.

Me llevas hacia ti intentando hacer el contacto entre los dos mucho más cercano y de esa manera sitúas tu mano en mi ardiente cadera apretándola entre tus dedos para luego tomar posesión de mi trasero de formas masculinas y delicadas al mismo tiempo. Juegas con mi piel arañándola apenas con tus bien cuidadas uñas las cuales recorren toda la superficie de mis nalgas hasta que logras arrancarme un leve gemido de placer. Siempre te ha encantado hacerme sufrir de ese modo, jugueteando y arañando mis redondas montañas traseras una y otra vez hasta conseguir hacerme vibrar de emoción.

Noto mis labios tirantes y temblorosos por el enorme deseo que me consume por dentro. Trato de apoderarme de tus labios pero no me dejas apartándote de mí, mientras se dibuja en tu rostro una sonrisa maliciosa sabedora de lo mucho que me haces sufrir con ese mínimo alejamiento. Sin embargo no cejo en mi empeño hasta que finalmente me hago con tu barbilla cogiéndola entre mis dedos para luego subir hacia tu cara recorriéndola con mis dedos, sintiendo tus labios temblar con el simple roce que les regalo.

Me emborracho gracias al aroma fresco y ligero a jazmín y rosas del perfume que envuelve tu cuello, enterrando mi nariz y mi boca entre tus cabellos los cuales noto suaves y sedosos. Mientras, la voz potente de Gillan sigue haciendo de las suyas en el viejo aparato de música.

Me entrego a la dulce tarea de besarte el cuello, notándolo estremecerse con el roce arriba y abajo de mi lengua la cual recorre la totalidad de esa piel finísima y nívea. Mordisqueo tu oreja, tu cuello, tu hombro y con cada uno de aquellos suaves mordiscos puedo apreciar toda una serie de fuertes escalofríos que el contacto de mis dientes con tu piel te producen. Tu aliento se desboca a cada segundo que pasa, haciéndose difícil la respiración para tus pobres pulmones los cuales notas cansados y fatigados.

Paso y repaso una, dos, tres veces mi húmeda lengua por tu piel, disfrutando del calor que desprende, sintiendo la total tersura y sutileza de esa piel femenina tan necesitada de caricias. Me coges la cabeza entremezclando tus dedos entre mis rizados cabellos de oscuro tono castaño al tiempo que un gemido mucho más profundo escapa de tu boca demostrando la pasión que te consume.

Te amo…te amo, mi amor. Continúa, por favor –susurras débilmente dejándote llevar por tus deseos.

Hago descender mis manos por tu abdomen haciendo pequeños círculos alrededor de tu ombligo hasta que de forma casi imperceptible llegan a tu vientre tratando de introducirse bajo la fina tela del tanga. Acompañas mi lenta exploración descubriendo, por tu parte, mi cuerpo varonil y brillante como si cada miembro de mi cuerpo que va apareciendo ante ti fuera un nuevo motivo con el que hacer brotar tus más oscuras pasiones.

Me deseas, me deseas por entero y lo sé, igual que yo te deseo y tú lo sabes dejándote llevar por ese olor tan masculino y penetrante que mi cuerpo desprende. Apoyas tu mano sobre mi entrepierna la cual permanece aún tranquila bajo la tela que la cubre de posibles caricias que pronto harán que un volcán en erupción se ponga en marcha. Pese a su aparente tranquilidad notas algo duro y desconocido bajo mis pantalones y esa dureza hace que tus manos aprieten con mayor decisión en busca de una respuesta que sin duda no tardará mucho en producirse.

Dándome la espalda la apoyas sobre mi pecho mientras te dejas envolver por mis brazos los cuales te aprietan contra mí haciéndote sentir mi enorme humanidad. Tomo tu cintura sin que opongas la más mínima resistencia a mi avance. El deseo nos rodea, nos invita a romper la poca cordura que mantiene sujetos nuestros lascivos sentimientos, te abrazo con fuerza mezclando mi cuerpo con el tuyo formando uno solo.

Giras la cabeza y me pides que te bese cerrando tus ojos y abriendo la boca de la cual mis labios se apoderan presionando sobre los tuyos hasta conseguir que se abran permitiendo el paso de mi lengua hacia el interior de tu fresca boquita. Nuestras bocas se buscan, encontrándose en un beso desesperado en el que nuestras lenguas bailan pegadas la una sobre la otra, se entremezclan en una lucha sin cuartel de la que ninguno de los dos sabe el posible vencedor. Una dulce sensación de respiraciones entrecortadas, de cálidas salivas mezcladas dentro de tu boca mientras mis manos recorren atormentadas tus pechos masajeándolos como si en ello me fuera la vida.

Dirijo mis manos hacia tus muslos duros, suaves y tan deseados. El simple contacto con tu piel me vuelve loco y sigo subiendo, acariciando, echo a un lado tu tanga y mi otra mano desciende por esa curva tan pronunciada y que tantas veces, de solo mirarla, hizo mojar mis pantalones. Penetro eso que tanto tiempo he deseado en silencio, mis dedos juegan y penetran tu tesoro, esos labios carnosos y húmedos que tan amablemente reciben mi visita. Siento cómo te arqueas convulsionada, entre espasmódicos movimientos que me invitan a seguir más allá.

¡Qué gusto me das, sobrino…eres increíble! –dices con la mirada perdida en un punto indeterminado de la habitación.

¿Te gusta tía? –te pregunto mientras recorro tu orejilla bañándola con mi saliva.

¡Me encanta…sigue así, por favor! –exclamas entre jadeos apretándote aún mucho más contra mí.

Las yemas de mis dedos se internan entre los pelillos ensortijados de tu pubis, un vello suave y bien recortado que me encanta sentir entre mis dedos. Suspiras enloquecida deseando que siga mucho más allá haciéndolos descender hacia tu sexo el cual deja correr una gran cantidad de jugos femeninos que humedecen tus partes íntimas mostrándolas deseables y necesitadas de multitud de caricias. Te refriegas salvajemente contra mí haciéndome saber lo mucho que sufres por el hecho de que te haga mía, de que empiece a darte ese placer que tanto necesitas. Pese a tus múltiples demostraciones, todavía deseo alargar un poco más tu sufrimiento para hacer que el tan esperado momento sea para los dos aún más codiciado.

Tratas de deshacer el nudo de tus piernas y yo te ayudo abriéndolas para poder verlas y disfrutarlas por entero. Son largas, esbeltas y delgadas, morenas y bellas y consiguen deslumbrarme con un cierto brillo tostado a todo lo largo de las mismas que hace que con la mirada palpe la tersura de esa piel reluciente. Me posiciono entre la penumbra de tus muslos los cuales noto redondos, carnosos y firmes como columnas de un templo de la antigua Grecia. Tiemblas sintiendo el leve cosquilleo que te producen mis dedos moviéndose divertidos sobre tu piel. Mis manos bajan hasta tus rodillas descubriendo poco a poco el misterio de la carne de tus piernas.

Levantas un poco las caderas provocándome a continuar con mi loco avance. Entreabres ligeramente las piernas pues ambicionas que mi mano acabe con todos los escalofríos que invaden tu cuerpo. En el mismo momento en que alcanzo tu cálida entrepierna, la misma se cierra alrededor de mis manos como el cepo mortal engullendo a su pobre víctima la cual trata de escapar sin éxito. Quieres mantenerme aprisionado entre tus piernas, que me entretenga jugando con tu sexo y a ello ayudas uniendo tu mano a la mía acariciando juntas la entrada de tu bella gruta.

Tu lengua recorre tus labios llenándolos de turbios deseos mientras sigues mirándome con tus bonitos ojos animados en desenfrenada locura. Subiendo por tus muslos, lamiéndolos una y otra vez en una continua e inacabable sucesión de halagos, alcanzo la altura de tu sexo el cual se muestra irritado y molesto por el retardo de unas caricias que tanto ansía. Aplaco tu sufrimiento llevando mi boca hasta su sexo y éste, al sentir la calidez de mis labios apoyados en tus labios, se estremece haciéndote gritar de pura emoción.

Hazme el amor, Alfredo…hazme el amor, lo deseo tanto… –me imploras entre sollozos y jadeos de inmenso placer.

Te hago doblar las rodillas echándote hacia atrás y me dedico a magrear tus nalgas reconociendo con mis dedos la entrada de tu ano la cual noto latir de pasión con el simple roce que le doy. Uno ese roce en tan sagrado agujero con los lametones que le ofrezco a tu vulva los cuales van ganando en intensidad a cada momento que pasa. Levantas amablemente tus piernas ayudándome a deshacerte del diminuto tanga el cual, una vez quitado, llevo a mi nariz aspirando el cálido aroma a hembra excitada por los efectos de la pasión.

Noto que ahora sí es el momento adecuado para ir más allá y entonces, mientras la música sigue escapando del viejo magnetófono, me emborracho con la esencia acalorada de tus flujos a tan escasos milímetros de mi nariz. Engancho con mis dedos los húmedos pliegues que con tanto cuidado custodian tu hermosa fruta y, atacando con mi lengua, empiezo a degustar el interior de tu vagina dejando llenar mi boca con la dulce ambrosía de tus jugos.

Mi lengua examina por entero tu intimidad como el viajero que va en busca de descubrir mundos lejanos y desconocidos. Alcanza tu clítoris y mis labios hambrientos lo succionan con dulzura al tiempo que mis dedos empiezan a reconocer las paredes de tu empapado conducto. Paso a paso tus pequeños gemidos iniciales van adquiriendo mayor intensidad transformándose en gritos entrecortados que van envolviendo el dormitorio rebotando contra las paredes mudas que nos rodean.

Gotas de sudor frío invaden tu piel y sin poder evitarlo acercas tu coñito a mi boca reclamando aún mayores atenciones por mi parte. Te sientes cachonda y de forma desbocada sientes entre tus piernas la proximidad del orgasmo tanto tiempo deseado. Éste llega de forma explosiva, sin posibilidad alguna de poder pararlo cosa que evidentemente ni tú ni yo pretendemos hacer. Una revolución que inunda todos tus miembros haciéndote explotar en toda una serie de estallidos que van desde tu sexo hasta tu cerebro llenándolo de millones de sensaciones maravillosas que finalmente desembocan en la feliz relajación de toda tu persona.

Cansada y sudorosa tu mano curiosea entre mis pantalones sopesando unos instantes mi virilidad para enseguida bajar con decisión la cremallera, metiendo la mano por ella hasta contactar con mi polla la cual ya empieza a mostrar un aspecto más que interesante. Al fin te haces con ella acogiéndola cariñosamente entre tus dedos.

Me siento desesperado por el hecho de que te hagas con mi sexo, no deseo otra cosa que sentir tus labios alrededor del mismo y tu lengua recorriéndolo arriba y abajo mientras inevitablemente mi polla va ganando tamaño a marchas forzadas. Una vez lo tienes cogido lo miras con ojos de asombro, un pene de dimensiones más que aceptables y que no tardando mucho hará las delicias de una hembra fogosa como tú. Empiezas a masturbarlo con tu mano sintiéndolo poderoso y débil al mismo tiempo.

Paras tu tratamiento manual y arrodillándote entre mis piernas lo acercas a tu boca sumergiéndote en él para, al momento, volver a sacarlo viéndolo brillante y reluciente.

Chúpala Beatriz…vamos cómetela cariño. ¿Acaso no ves lo mucho que lo desea? –te digo cogiéndote el cabello para a continuación hacerte tragar de nuevo mi excitado ariete.

Con tus ojos fijos en los míos, veo cómo los cierras antes de volver a hundirte entre mis muslos abriendo la boca de forma glotona para poder acoger a tan magnífico visitante. Juegas con él arriba y abajo, pasando tu lengua hasta ensalivarlo por completo. ¡Dios, qué placer más inmenso! Tus dedos juguetones resbalan hasta la base y con sumo cuidado dejas caer la piel del prepucio apareciendo la cabezota rosada y húmeda cubierta por los primeros jugos anunciadores de mi enorme placer.

Buscando una mayor comodidad te estiras completamente mientras me abres las piernas antes de meter de nuevo la cabeza entre las mismas. Sonriéndome abres tu boquita dejando salir tu húmeda lengua con la que golpeas ligeramente mi glande el cual vibra al notar ese roce tan estupendo. De ahí pasas al tallo el cual observas duro recorriéndolo desde la base hasta la cima viendo cómo palpita precisando el roce de tu lengua y tus labios.

Gimo dejándome llevar por tu ataque y temblando enderezo mi pene con los dedos para hacerte más fácil tu trabajo. Lo rozas con los labios, lo saboreas enloquecida de tanto placer como quieres darme.

Tu lengua quiere jugar hasta hacer el momento interminable para los dos. Atrasando tus acometidas recorres la punta de forma lenta haciendo pequeños círculos con tu golosa lengua la cual se recrea yendo de un lado a otro hasta humedecerla con tu saliva. Te la metes en la boca de una sola vez como si quisieras devorarla, cosa que no dudo que es así. Noto golpear con facilidad tu paladar sintiéndome totalmente dentro de ti. No puedo creer poder tener metida toda mi larga vara dentro de tu pequeña boca pero al parecer las leyes de la naturaleza son así de sabias facilitando tu ardua misión.

Finalmente abres la boca dejándolo salir unos segundos y teniéndolo en tu mano lo masturbas a buen ritmo mientras disfrutas observando mi rostro pleno de gestos placenteros. Teniéndome así de entregado saboreas ese juego que has montado conmigo y tu boca se dedica a besar mi músculo, lamiéndolo entre ronroneos gatunos hasta finalizar obsequiándole con pequeños mordisquillos que me hacen estremecer.

Lo introduces una vez más en tu cavidad bucal y notas la atracción que te provoca el ser su dueña, el notarla contraerse con tus caricias, el notarla vibrar una y otra vez. Escupes sobre mi polla y extendiendo tu saliva aprietas mínimamente tus dientes haciendo que mi sensible carne se queje. Al mismo tiempo mientras una de mis manos acompaña tu masajeo mezclándose con tus cabellos, dirijo la otra hacia tu clítoris el cual noto duro, muy duro como respuesta al cosquilleo que le ofrezco.

Tu placer se combina con el mío haciéndonos sentir satisfechos con cada una de las sensaciones que nuestros cuerpos nos dedican. Tu coñito no para de producir fluidos y sin apenas darme cuenta vuelves a saborear mi sexo sin que parezcas cansada por ello, tanto es el placer que sientes haciéndomelo. Le das pequeños besitos que me hacen enloquecer, después largas chupadas y finalmente acabas metiéndotelo entero en la boca. Lo acaricias con la lengua, tus manos se deslizan por mi musculoso pecho jugando con mi rizado vello.

El viejo magnetófono sigue sonando a lo lejos pero ahora prácticamente ya no le presto atención, tan embebido estoy en otros menesteres mucho más interesantes y agradables para mí. Resoplo con fuerza notándome a punto de explotar. Me corro…descargo de forma poderosa llenando tu boca y tu rostro con varios trallazos de cálido semen que te alcanzan de lleno. El primero de ellos va a parar sobre tu boca, y los restantes sobre tu graciosa naricilla, la mejilla y tu precioso pelo. Saboreas mi abundante corrida recogiendo el que puedes con tu lengua y el que no con tus dedos llevándolo con mirada maliciosa desde tu barbilla a tu boca Me encanta verte degustando mi leche entre tus labios con esa cara de viciosa que sólo tú sabes poner cuando disfrutas de mi dulce néctar.

Sintiéndome satisfecho y feliz, te hago incorporar rodeando tu cintura y acercando tu cara, mi boca se une a la tuya. Me besas con desenfreno, cogiendo mi rostro entre tus manos sin dejarme escapar a tu dominio y haciéndome sentir el sabor amargo de mi propia vitalidad. Labios sensuales, lenguas hambrientas, salivas ardientes en el interior de tu boca como respuesta al desmedido anhelo que cada uno de nosotros siente por el otro. Apoyo mis manos en tus hombros al tiempo que noto las tuyas abrazándome la espalda con fuerza. Sacas tu lengua y me la ofreces empezando los dos a juguetear graciosamente dándonos pequeños golpes con ellas para finalmente acabar atrapándonos los labios en un beso ardiente y apasionado.

Mi polla cabecea con dificultad apoyada sobre tu vientre dejándose excitar por el calor que desprende tu cuerpo. Beso tu mejilla notándote temblar completamente expuesta a mis caricias recorriéndote los brazos y las piernas. Luego beso tu hombro entreteniéndome en él unos breves pero, al mismo tiempo largos segundos, para después dirigir mis pasos hacia tu cuello blanco y desnudo y deseoso de sentir el roce de mis labios. Noto tu vello encresparse gracias a todo lo que te hago. Te sientes cansada y terriblemente cachonda como pocas veces lo has estado. Ronroneas felizmente como una gatita en celo agarrándote con fuerza a mis brazos.

¡Fóllame, mi amor…fóllame de una buena vez, querido sobrino! ¡No aguanto más tanto placer! –reclamas con voz entrecortada por la inmensa necesidad que tienes de sentirme dentro de ti.

Te restriegas contra mi polla moviéndote una y otra vez, arriba y abajo, de un lado al otro. Noto mi pene durísimo pegado contra tu piel que trata de envolverlo de forma sugerente entre sus pliegues. De forma lenta te pongo de espaldas y entonces aprovechas para rozar tu culo provocándome para que mis caricias se hagan mucho más profundas. Engancho tus sedosos cabellos y tiro de ellos haciéndote gritar levemente. Volteas la cabeza hacia mí y con los ojos cerrados me entregas tu lengua para que la succione sin descanso. Empapo tu orejilla ensalivándola por entero hasta que la noto moverse fácilmente entre mis labios. Masajeo tus pechitos rodeando con las yemas de mis dedos la aureola rosada de tus pezones.

Te arrodillas en la cama estirándote hacia delante hasta apoyar las manos en el frío cabecero de la cama. Descansas la cabeza en la almohada dejando caer tus revueltos cabellos sobre ella. Me muero por tener tus nalgas a mi disposición, pudiendo apretarlas y jugar con ellas con total entrega por tu parte. Un fuerte suspiro de asentimiento por tu parte me hace abrigar esperanzas pensando que lo deseas tanto como yo. Alargo mis dedos hacia tu pubis y juego alegremente con el poco vello que cubre tu monte de Venus.

Apoyo mi barbilla y mis labios sobre tus nalgas empezando a adorarlas besándolas con gran placer hasta conseguir que me pidas mucho más. Mis besos se hacen más audaces golpeando contra las montañas tersas de tu trasero el cual noto excitado.

¡Métemela, cariño…métemela toda hasta el fondo! Quiero sentirla entera dentro de mí.

Ahora sí no soporto más mis ganas de follarte y me uno a tus deseos obligándote a abrir las piernas. Agarro mi polla con la mano y la dirijo a la entrada de tu coñito notándolo totalmente encharcado por una gran cantidad de jugos que me indican bien a las claras la tensión que te embarga. Sin embargo separo la gruesa cabeza para llevarla hasta tu culito el cual siento igualmente implorante de caricias. Dudo unos instantes cual de los dos agujeros traspasar y finalmente me decido por tu mojada vulva sobre la cual empiezo a presionar hasta notar mi glande cabecear abriéndose paso en el interior de tu bella flor.

Alfredo, métela…métemela. Aprieta con fuerza y clávamela hasta el final –suplicas entre emocionados sollozos.

Ya con la gruesa cabezota dentro de ti empujo de una sola vez introduciendo mi polla por entero hasta hacer tope con mis testículos. Un fuerte berrido animal sale de tu boca al notar esa presencia tormentosa en tus entrañas. Me quedo unos segundos quieto disfrutando del calor de tu vagina rodeando mi sexo y dejando que te acomodes al tamaño más que torturante de mi polla.

¡Qué bueno…te siento…te siento todo dentro de mí! –jadeas entre risas y lloriqueos paradójicos que me hacen dudar si realmente lo disfrutas o no.

Apoyadas las manos en tus caderas empiezo a moverme con lentitud sintiéndome apretado por las paredes de tu estrecho conducto. Poco a poco vas ayudándome en mis lentos movimientos, siendo también tú quien me animas a seguir llevando tus nalgas hacia atrás hasta notarme totalmente hundido en tu coñito. Éste se dilata segundo a segundo permitiéndome desplazarme más fácilmente y con mayor velocidad a cada momento. Vuelves a correrte entre gritos ahogados en la blanca almohada que reposa bajo tu cabeza. Cabalgo sin darte un segundo de respiro en busca de un placer aún mucho más salvaje para los dos si es que eso es ya posible. Gritas y gritas sin levantar la cabeza y dejándote llevar por mis continuos apretones que te hacen sentir mi miembro cada vez más y más.

¿Te gusta cariño? –pregunto entre gruñidos pues las palabras escapan con dificultad de mi boca debido al enorme esfuerzo con el que te follo.

¡Me encanta…Dios, me encanta cómo lo haces! ¡Continúa…vamos continúa…no te pares!

Siento que pronto acabaré corriéndome si seguimos manteniendo ese ritmo frenético de incesantes golpes entrando y saliendo de ti sin parar un instante así que, saliendo de tu coñito, te escucho quejarte demostrando tu evidente enfado. Volviéndote hacia mí me echas hacia atrás haciéndome apoyar la espalda sobre las arrugadas sábanas.

¡Ahora me toca a mí, mi amor…no creerás que con esto hemos terminado! –dices mirándome con los ojos inyectados en sangre.

Sin dejar de mantener sujeto mi enhiesto mástil te sitúas sobre mí con las piernas bien abiertas sin dejarte caer aún encima mío. Meneas tu pelvis tratando de enloquecerme con esos movimientos sensuales que martirizan mi polla una y otra vez. En cuclillas juegas con mi pene acariciándolo amorosamente con tus dedos. Mientras tanto te abrazo para poder besarte uniendo mi boca a la tuya al tiempo que noto como te mueves arriba y abajo haciendo así que aumente mi angustia. Volteas tu cuerpo y con las piernas bien abiertas te dejas caer rozando mi polla mientras tus manos descansan sobre la cama. Coges mi polla y la llevas a tu coñito jugando con él y gimiendo a cada momento. Te pido, te suplico que vayas más allá pues no soporto la tentación de tenerte tan cerca y no poder disfrutar totalmente de tu cuerpo.

Al fin te dejas caer notando mi miembro entrar en tu sexo el cual lo engulle hasta el último centímetro. Agarro tus caderas emitiendo un largo gemido al tiempo que escucho como lanzas un suspiro satisfecho al sentirte empalada hasta el final. Echas la cabeza hacia atrás poniendo los ojos en blanco de tanto como gozas ese momento tan mágico y delicioso. Empiezas a cabalgar primero despacio, como el soldado que va reconociendo el desconocido terreno para, una vez segura de ti misma, botar y botar a un ritmo mucho más elevado. Mi polla ahora entra con mayor fuerza, aprovechando la total dilatación de tu empapado agujero.

Paras unos instantes y ahora soy yo quien toma el relevo moviéndome con rapidez mientras sostengo tu trasero para que puedas cabalgar con facilidad. Dejas tus manos descansar sobre mis hombros y manteniendo el equilibrio a duras penas notas mi polla martillear tu enfurecida vulva. Entreabro mis ojos y a través de la luna del espejo disfruto de la magnífica escena que tus nalgas representan subiendo y bajando a través de mi grueso eje. A través de mi nariz siento un olor fuerte a sexo, a sexo bronco y salvaje que ninguno de los dos quiere que acabe nunca.

Más…más…dámela toda…no te pares –berreas moviendo tu pelvis en círculos como si de ese modo pudieras sentirme mucho más adentro.

¿Te gusta como te follo, tía? Dime, ¿te gusta?

Es magnífico. Jamás había sentido como siento contigo….

Tus pechos se mueven arriba y abajo según voy entrando y saliendo del interior de tu vulva. No puedes evitar morder tu labio inferior sintiendo correr dentro de ti un placer extraño e indescriptible. La velocidad de los dos va ganando en ritmo haciendo nuestros movimientos incansables. Salgo de ti haciendo aparecer por entero mi polla para, a continuación, volver a darte una fuerte estocada que te obliga a gemir de emoción. Mi pubis y tus nalgas entrechocan sus pieles a cada bote que pegas.

Nuestros dedos se entrecruzan al tiempo que mi miembro satisface tu coñito clavándose y desclavándose cada vez con mayor rapidez. Me detengo y giramos nuestros cuerpos quedando yo ahora encima de ti. Enganchas mi cintura cruzando tus piernas por detrás y de ese modo me ayudas a follarte con rotundidad. No tardarás en gozar de un nuevo orgasmo así que, sin dejarme escapar a tu dominio, me pides que me mueva dentro y fuera hasta que, sin poder soportar más tiempo tanto placer, ambos nos corremos en un último orgasmo que nos deja cansados y extenuados tras esa formidable sesión de sexo que tantas emociones nos ha hecho vivir.

Alfredo, no te vayas nunca. Me gustaría que te quedaras conmigo toda la vida –exclamas con voz cansada mientras te vas recuperando poco a poco del placer sufrido.

Tía, no me iré nunca. Me tendrás a tu lado siempre que quieras –miento a sabiendas de que mis palabras jamás podrán cumplirse.

Ríes de alegría demostrando lo mucho que has sentido mis caricias y mis besos, tus orgasmos fuertemente sentidos en la soledad de aquel dormitorio y que los dos estamos seguros que pronto tendrán una segunda parte aún mucho más especial si cabe. Debemos ser cuidadosos y evitar que tu marido, mi tío y tu hermana, mi madre puedan tan sólo imaginar lo que ha ocurrido entre nosotros para que de esa manera la nueva relación establecida pueda ir más allá gozando de mi joven cuerpo y de tu cuerpo maduro pero tan necesitado de toda una serie de placeres sin fin.

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Helado de vainilla y chocolate

Sexo con mi tío

Un encanto de hombre

Ninfas hambrientas

Perdiendo el control junto a mi sobrina

Recoger a los niños al cole

Nines, mi dulce sobrinita

Deleites negros

Sesión de las seis

Amante desconocido

Visita muy provechosa

La boda de mi prima (3)

La boda de mi prima (2)

La boda de mi prima (1)

Sorpresa agradable en compañía de mi sobrina

Placeres desenfrenados

Intimidades lésbicas

Gozando con mi suegra

Juventud negra

Caricias entre mujeres

Yo os declaro marido y mujer

Pasión desmedida

De vacaciones por Mallorca

Yendo de compras

Visitando a mi tía Leire

Feliz descubrimiento con mi tío Blas

Reunión de trabajo y placer

Pasando el domingo con un matrimonio muy liberal

Noche de sábado muy movida

Encuentro inesperado

Abandonando el lecho conyugal

Amores lésbicos

Amor incestuoso entre madre e hijo

Orestes, el jardinero de mis padres

El lento despertar de la bella Sara

Viaje en el Ave Madrid-Barcelona

Mi mujer es una guarra de mucho cuidado

Acabé siendo una verdadera puta

Encuentro casual con mi cuñada

Sensuales caricias maternas

Empieza el día en el ascensor

Contacto con mi nuevo amante y mi sobrina

¡Fuera prejuicios!

Tres semanas en casa de mi prima (2)

Dinero sangriento

Seducida por una desconocida

Tres semanas en casa de mi prima (1)

Mi primera experiencia en el incesto

Un pintor de brocha gorda

Iniciándonos en el intercambio de parejas

Deseos húmedos

Amando a mi compañera del instituto

Viaje caliente a París

Un hombre de ocasión

Dos amantes retozando frente a mi ventana

Perdí la decencia con mi joven cuñado

Amores perversos en un hotel

Es estupenda mi tía Mónica

Juegos femeninos

Incesto con mi padre y mi hermano

Quitándole el novio a mi hermana

Una tarde en el cine

Acabando con la virginidad de mi sobrina

Encuentro amistoso

Sintiéndome puta con el negro

Me cepillé a mi tía

Violación fallida

Follando con el novio de mi nieta

Polvo antológico con mi hijo

El profesor universitario

Trío con mi mujer en un restaurante

Conversación entre dos amigas

Seduciendo a una mujer madura (1)

Seduciendo a una mujer madura (2)

Un día de playa (2)

Un día de playa (1)

Mi adorable Yolanda

Una noche loca junto a mi hijo

Madre e hijo

Intensas vacaciones con la familia

Navidades junto a mi sobrino

Mi tía Maribel

Tres mujeres para mi hijo

Me follé a mi propio hijo

Con Emilio en el aeropuerto

En el baño con mi amante argelino

Un buen polvo en los probadores del Corte Inglés

Disfrutando del cumpleaños de mi joven yerno

Cálidas vacaciones de verano

Volviendo a la playa nudista

En la playa nudista

Jodiendo con el cachondo de mi sobrino

Daniela, la madre de mi amigo

Conociendo íntimamente a mi hijastro

Mi querídisimo sobrino Eduardo

Un maravilloso día con mi futuro yerno

Deliciosa despedida de soltera

Kareem, nuestro masajista preferido

Mi clienta favorita

Bruno

Follando con la madre de mi mejor amigo

Con mi vecino Carlos

Aquella noche en la discoteca

Mi primer trio con dos maduras

El negro y su amigo