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Ética: ¿hice bien o hice mal?

en Hetero: Primera vez

Debo admitir que yo soy el responsable. Inicié a mi primo en el loco mundo de las putas cuando él era apenas un adolescente…

 

Mi nombre es Tomás. Vivo solo en mi apartamento de soltero. Estudio medicina. Soy soltero. Mido 1,78, mi piel es blanca, mis ojos oscuros, al igual que mi cabello; rindo bastante culto a mi cuerpo, voy al gimnasio 4 veces por semana, y hago deporte los sábado  y domingo. Creo que eso es lo que deben saber de mi, por ahora.

 

Gerardo tenía un carió incondicional por su primo Tomás. A pesar de una notoria diferencia de edad, notoria al menos por ahora, se llevaban muy bien. Gerardo sentía que Tomás lo trataba como un amigo, como si él fuera grande, pero a la vez hacían cosas de niños. Y sobre todo, Gerardo agradecía a su primo todas las cosas que le permitía hacer en su departamento: llevar amigos, hacer pequeñas fiestas, cuando estaban solos le permitía beber cerveza, y realizar otras actividades que Gerardo disfrutaba eso y más … Era como el paraíso de un adolescente.

 

Desde que llegué a estudiar a esta ciudad, he tenido la frecuente visita de mis primos. En especial Gerardo, con quien, a pesar de tener una diferencia de 6 años, la ausencia de otro familiar más cercano varón lo ha hecho acercarse mucho a mi. Al principio, cuando yo estaba en primer año de universidad, con 18 años, sus visitas los días sábado eran a jugar videojuegos, a ver los partidos de soccer, a pasar el rato. Y así fue durante cerca de un año. Pero mientras él crecía, me iba pidiendo probar cosas nuevas; yo le di su primera cerveza, le permitía ver porno y lo dejaba masturbarse a sus anchas, siempre que luego limpiara las evidencias. Incluso una ves lo dejé probar un porro. Sólo probarlo.

 

Pero un día, que recuerdo claramente, pues no fue hace mucho, cambió el curso de nuestra relación como primos. Yo entregué a Gerardo una llave de mi apartamento, por si él quería ir un día y yo no estaba en casa, puesto que mientras avanzaba en mi carrera debía hacer turnos en el hospital y ese tipo de cosas. Cuando yo estaba en tercer año, a mis 20 ya asistía mucho a cirugías e intervenciones clínicas.  Luego de una jornada intensa en el hospital, y un estado abstinencia sexual de 3 meses sin novia, decidí pasarme directamente de la universidad a un barrio rojo de la ciudad. Ahí recogí a dos putas finas, de una casa exclusiva y cara. Avisé antes, ellas bajaron, subieron a mi auto, y nos dirigimos  a mi apartamento. Entramos, y me encontré con una sorpresa: Gerardo estaba ahí, en la sala, viendo una película inocentemente. Me vio entrar con estas dos chicas y se produjo un minuto de silencio incómodo. A velocidad de la luz, y en mi cabeza, lo maldije cien veces, pensé en decirle que se fuera, luego pensé en decirle que se encerrara en su habitación, o yo encerrarme con las putas en la mía, hasta que, sin darme cuenta de lo que hacía, dije “te tengo un regalo”. Miré a una de las chicas y le guiñé un ojo. Ella sonrió en señal de aprobación. Gerardo no entendía mucho, y se puso algo nervioso al darse cuenta de la situación.

 

- q q qué regalo? – trastabilló un poco Gerardo.

- tu primer paso hacia ser un hombre – le dije envalentonado – sólo si quieres.

- em, em – Gerardo no sabía si era una broma o qué – en serio?

- por supuesto, Linda te va a acompañar a tu habitación – le dije guiñándole un ojo a Gerardo.

 

Mi primo entendió que era en serio, mientras yo ponía 100 dólares extra bajo el brasier de Linda, una de las chicas que me acompañaba. Gerardo sonrió, se puso de pie y se acercó a linda, quien lo saludó con un beso en la mejilla, muy cerca de la comisura de los labios. Gerardo la tomó de la mano y la llevó a su habitación. Muy profundamente yo me cuestionaba lo que acababa de hacer; Amanda, la chica que se quedaba conmigo me alentaba:

 

- Está bien, Linda tiene mucho tacto – dijo Amanda en tono conciliador – tu quédate tranquilo y vamos a lo nuestro.

- Voy por unos tragos – dije disimulando mi preocupación.

 

Finalmente nos fuimos a mi habitación, a hacer el amor de manera gentil y suave. Eso era lo que yo necesitaba ahora. Pero saber que al otro lado de la pared estaba mi primo adolescente teniendo sexo por primera vez, me excitaba de sobremanera, y no sé como terminé dándole a Amanda por atrás, cogiéndola de su cabello rojizo, de rodillas en el suelo, masajeando sus tetas con la otra mano, acelerando el ritmo.

 

Al otro lado de la habitación de Tomás, estaba Gerardo viviendo una experiencia sin límites. Linda, la prostituta que su primo le había contratado, estaba dándole un placer inmenso, y aún no le quitaba ni los pantalones. Tenía a Gerardo sin camisa sobre la cama, y lo besaba y acariciaba suavemente. Besaba su pecho infantil, revolvía su cabello desordenado, y apretaba todo su cuerpo contra el suyo. Lentamente bajó hasta el falo erecto de Gerardo, tocándoselo bajo los pantalones. Linda se sacó su camiseta, dejando a la vista sus senos de tamaño mediano, pero firmes, con los pezones duros. Hizo que Gerardo llevara su mano hasta sus pezones, y los masajeara como quisiera. Luego le acercó los pechos a su cara, para que Gerardo pudiere disfrutar de ellos, pasando su lengua por las areolas, succionando, jugueteando como lo había visto sólo en películas, y sólo imaginado en sus más húmedos sueños. Linda se desnudó completamente, e hizo un pequeño show para Gerardo. Usó una silla para mostrar sus zonas más íntimas, y en un abrir de piernas que estaba en el justo balance entre un baile fino y elegante, y una grotesca forma de enseñarle su vagina. De todos modos, Gerardo estaba impresionado. No sabía que lucía así realmente. Linda procedió entonces a quitarle los pantalones a Gerardo. Descubrió sus boxers sueltos con dibujos de los Simpsons, y no pudo evitar soltar una risita.

 

- es que no sabía que alguien los iba a ver – dijo inocentemente Gerardo.

- a mi me gustan – respondió sin pensarlo Linda – pero creo que no los vamos a necesitar.

 

Diciendo esto, se lo quitó dejando la verga de Gerardo descubierta. No había mucho vello, no había mucho de nada. Era lo de esperarse. Linda no se detuvo mucho a mirarlo, y se inclinó a darle a Gerardo sexo oral. Pasó sutilmente la lengua desde sus testículos hasta la punta del glande, y luego introdujo todo el pene de Gerardo en su boca, masajeando con la lengua, mientras con las manos recorría las piernas de Gerardo, apenas cubiertas con un suave vello rubio. Se detuvo antes de que Gerardo eyaculara, conteniendo los fluidos que estaban a punto de hacer erupción, apretando la base del miembro. Entonces se acomodó, y luego de un beso con pasión, en que hizo chocar sus lenguas y mezclar sus saliva, hizo que Gerardo la penetrara. Fue suave, muy suave. Gerardo yacía boca arriba, mientras sobre él Linda hacía movimientos de vaivén. Gerardo emitía sonidos de placer y se estremecía con cada roce de Linda. Ella, se preocupaba de hacer algunos ruiditos también, y de concentrarse en que Gerardo no eyaculara aún; para eso, apretaba la base del pene, obstruyendo la uretra en cuanto sentía que Gerardo iba a explotar. Esto le permitió hacer que Gerardo se sintiera en las nubes. Eso lo hacía sólo porque era un cliente de FTE (first time ever); por la misma razón, en ese encuentro no hubo preservativo.

 

Yo estaba terminando mi tercera ronda con Amanda. Estabamos de pie, contra la pared. Esa era una de las posiciones favoritas de Tomás. Le estaba dando muy fuerte a Amanda, la que gemía de una manera muy confortante. Nuestros cuerpos transpirados estaban pegados el uno al otro, y mi pico erecto, grande, velludo, duro y venoso, cubierto por un condón, entraba y salía del sexo de Amanda; era salvaje, era dominante.  Me sentía bien, aunque no podía dejar de pensar en Gerardo, ¿cómo lo estaría pasando?.

 

Al fin, salimos de la habitación a beber unos tragos. Amanda y yo estabamos abrazados en el sillón, desnudos. Y por la otra puerta, salía linda, también desnuda. Gerardo estaba exhausto al parecer, y no se levantó de su cama. Las chicas se vistieron y se fueron luego de que les pagué. Fui a ver a Gerardo que estaba con una sonrisa boca arriba, con los ojos abiertos y totalmente desnudo.

 

- y? Qué tal? – pregunté insistentemente – te gustó?

- fue lo mejor del mundo – respondió tranquilamente Gerardo, con voz de agotado.

- me imagino – dije pícaramente – a pesar de la polla tan chica que tienes, supongo que aunque pelada y flaca igual sirve.

 

Reimos juntos un rato, luego me fui a dormir. Yo también estaba cansado.

 

No se si hice bien o hice mal en ese momento.

 

Pero debo admitir que yo soy el responsable. Inicié a mi primo en el loco mundo de las putas cuando él era apenas un adolescente…

 

Y de aquí, nacen otras varias historias… que un día contaré.

 

 

(críticas, comentarios o simplemente saludos, escriban a wyatt.hall@gmail.com)