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Solidaridad en Filipinas

en Interracial

En serio, pocas cosas me causan más satisfacción que ayudar a quien más lo necesita. Pero si siendo solidario puedes conseguir que el placer sea algo más que una metáfora, digo yo que no hay nada de malo en darle un poco de gusto al cuerpo mientras ayudas al prójimo, o más bien a la "prójima".

Descubrí esta maravillosa iniciativa por un amigo y decidí que yo no iba a ser menos solidario y quería apadrinar también. Por apenas un euro al día, Mary iba a tener la oportunidad de estudiar una carrera gracias a mí y a sus otros padrinos. Aspiraría a un futuro mejor y además su abuelo era español y me parece que los españoles hemos olvidado injustamente ese maravilloso archipiélago que son las Filipinas. Ella misma sólo chapurreaba el español -el inglés se ha impuesto en aquellas islas, una lástima-, así que podría practicar conmigo en nuestras charlas por Internet. La fui conociendo y parecía bastante maja... y muy apetecible, claro, aunque la webcam no le hacía justicia. La chica era una belleza filipina con un cuarto de mestizaje: piel tostada, labios sensuales, pelo negro y liso hasta los hombros... No veía el momento de conocerla mejor, así que los cinco meses de espera se me hicieron muy largos. Había probado el sexo asiático pero precisamente por eso quería repetir la experiencia y añadir de paso un nuevo país a mi geografía.

La ocasión llegó con el puente de mayo. Pedí la semana entera y viajé hasta Manila para ver in situ los resultados de mi iniciativa solidaria. Algunos conocidos me habían hablado de la belleza de las islas y de las playas y estoy seguro de que tenían razón pero no puedo opinar mucho porque sólo tuve tiempo para visitar algunos sitios de Manila. No era el turismo lo que tenía en mente en mi viaje solidario. Después de dejar las cosas en el hotel me fui con algo de prisa a la dirección en que nos habíamos citado pues había llegado con retraso por la dichosa aerolínea.

No importó. Comimos juntos y así nos conocimos mejor en nuestra conversación medio en español, medio en inglés. Repito que la cam no le había hecho justicia porque era encantadora como suelen ser las orientales. Era un encanto cuando reía y no veía el momento de meterle una buena polla entre los adorables labios para que me la comiera con esa boquita. De cuerpo era bastante más baja que yo, una chica muy manejable, y muy delgada pero esbelta. Los pechos se adivinaban discretos pero el culito era redondeado y gracioso como toda ella. Llevaba una camiseta ceñida que dejaba al aire su ombligo de color caramelo.

Me moría de ganas de jugar con mi muñequita de diecinueve años pero dimos un paseo después de comer y hablamos de cómo le iba en sus estudios de periodismo y todas esas cosas. Pero la muñequita sabía jugar por la manera con que se apretaba contra mí, rozándome de forma que parecía descuidada. Yo la llevaba de la cintura y de momento tenía que conformarme con rodearle la cintura y manosearle el culito prieto y duro. Ella sabía que me moría de ganas por follármela y me hacía calentarme más y más. Y es que las mujeres -ya sean filipinas, españolas, suecas o de donde ustedes quieran- saben cómo funcionamos los hombres.

Aquella noche, ya en la intimidad del hotel, ella se sentó en mis rodillas. Le quité la camiseta y tenía unos pechos preciosos que me apuntaban con pezones como granos de café. Se los comí con ternura, como el cuello y la boca. Sabía que le gustaba y la noche era muy larga para meterle caña. Mejor empezar con suavidad... Desnuda se sentó de nuevo en mis rodillas para que jugara con ella a besar su precioso cuerpo y darle pellizquitos. Apenas tenía vello en el coño pero empecé por acariciarla bien entre los muslitos. No es bueno meter mano en terreno seco aunque debía estar humedeciéndose por momentos.

Yo por lo menos tenía la polla que no me cabía de gozo bajo los pantalones y me dolía el tenerla en mis rodillas. Se levantó y dejé que me desnudara. Cuando se arrodilló sabía lo que tenía que hacer con la verga tiesa como un palo esperando delante de su cara. ¡Y tanto que sabía! Comida de huevos para primero y después fue subiendo por la verga hasta llegar a la punta. Menuda boquita tenía y es que yo no sé que tienen las orientales pero con esas boquitas tan encantadoras son capaces de tragárselo todo. Después de chupar la punta del rabo y saborear su gustillo, se lo tragó...

-¡Quieta! ¡Espera!

Se la sacó de la boca. Estaba un poco sorprendida pero lo entendió todo al ver la cámara digital que había sacado de la bolsa. Claro, no era plan irme sin un buen recuerdo que enseñar a los amigos, sobre todo a uno que sabía que iba a rabiar de envidia...

Primero le hice una foto preciosa con su lengua juguetona en el capullo. Con la mitad del rabo ya en su boca. Por fin con el rabo hasta el máximo que podía tragar. ¡Joder, y había que ver cómo tragaba! Dejé la cámara para acariciarle el pelo negro y liso mientras subia y bajaba.

-Qué preciosa eres, mi filipina putita.

Sabía perfectamente qué significaba "putita" y le gustaba mucho. Aunque por chat solía llamarla cariñosamente "Bitchie" (perrita en inglés).

-Ya, ya... Stop, Bitchie. Tengo unas ganas de correrme en tu cara que no veo...

Lo último ya podía imaginárselo cuando le indiqué con la mano que se la sacara. Cerró los ojos y yo me agité la polla con la mano para salpicarle bien la leche por toda la cara. Llevaba demasiadas ganas para aguantarme más rato.

-No, espera. No te quites los grumos todavía.

Estaba maravillosa con esos ojitos rasgados cerrados con salpicones. Tenía grumos por los párpados, por los labios, por las mejillas y hasta por la frente. Otra foto preciosa para el recuerdo. Compadezco a los que vuelven de sus vacaciones con fotos de catedrales románicas y los niños haciendo castillos de arena en la playa.

Descansamos un rato en la habitación, o más bien descansé yo. Ni siquiera nos vestimos. Hacía bastante calor y desnudo se estaba más a gusto. Sobre todo ella, que me mostraba su maravilloso cuerpecito mientras se lavaba la cara. Sí, tenía una cara preciosa para echarle una buena corrida pero el cuerpo fléxible y el culo redondo y apretado todavía no los había probado. Poco a poco me estaban dando más ganas.

Me encontró tumbado en la cama y con la verga recuperándose.

-¿Qué? ¿Te animas a montar un poco? -le dije, y ella entendió el gesto que hice y se subió la mar de contenta para cabalgarme.

Aunque no tenía las caderas anchas no se le daba mal lo de montar pollas. Su coñito húmedo se acopló de maravilla a mi rabo y me montó con alegría. A veces se agachaba para que le comiera los pezones de color café. ¡Cómo le gustaba jugar a la muy putita! Luego cambiamos de posición para que la montase yo a ella. Se habían acabado las ternuras y la cubría para meterle bien el rabo antes de correrme. No sabría decir a quién le gustó más pero era maravilloso ver la cara que puso cuando me corrí...

Qué se le va a hacer. Recuperar las ganas no era fácil pero con una boquita como la suya comiéndote la polla con paciencia desde los huevos hasta la punta no se tardaba mucho. Aprovechamos bien aquellos días. Yo siempre digo que una mamada al día es mano de santo para la salud pero de vez en cuando no está mal hacer algún exceso. Prefería correrme en su cara y no en su boca pero también tuvo ocasión de probar el fuerte sabor de mi leche.

También hubo ocasiones para que hiciera honor al apodo cariñoso de Bitchie o perrita. Le gustaba más así y yo estaba encantado de verla a cuatro patas sobre la cama y cubrirla por entero cuando me ponía sobre ella para montarla a cuatro patas también y follar como dos animales. No se piensen que el vicioso era yo porque tenía siempre el coño bien lubricado cuando le metía el rabo.

-Eres grande, muy grande -me dijo y yo no entendí de primeras lo que quería decir pero se refería al tamaño. La verdad es que follarte a una tía bastante más pequeña tiene su morbo. Hasta tu polla parece más grande y gruesa (que tampoco es que ande mal de eso, ojo) cuando se la metes. Lo sé porque hice alguna foto.

Luego ella jadeaba y decía cosas y ponía la cara como si le doliera que le diera bien fuerte pero en realidad se estaba muriendo de gusto la muy perrita. Me encantaba cada vez más mi filipina.

Estaba como loco y ya sólo quedaba por probar una cosa. Probe a acariciar el agujerito de su prieto culo con la punta de mi polla para ver qué le parecía. Al principio se tensó un poco pero luego me dijo:

-Lento, cuidado..

-Descuida.

Faltaría más. Le metí la punta del rabo con cuidadito y es que era sorprendente meter el rabo en una cosa tan bonita y respingona como su culo. Un poco de dolor verdadero sí debió sentir cuando acabé de meterle el capullo pero la mayoría de las tías hubieran protestado de haberle metido tanto rabo como le metí a ella. Jeje, está bien saber que los grititos no son del todo fingidos. Luego le eché el semen por todo el culo, desde al agujero hasta las nalgas. Más fotos para el recuerdo aunque me hubiera gustado poder filmar la cara que ponía mientras la daba por culo.

La semana se hizo tan corta como inolvidable. El día anterior estaba cansado -había follado en unos días lo que correspondía a un mes "normal"-, así que aproveché que tenía una buena guía nativa para visitar algunos lugares de Manila, que tampoco era plan irme sin ver apenas nada. A la noche nos despedimos muy cordialmente porque a la mañana salía el avión. Regresé con una sonrisa, muchos buenos recuerdos y fotos para dar prueba de ello a mi amigo. Ahora sería él quién me envidiaría. Pero sobre todo me quedé muy satisfecho por haber hecho una buena obra.

Algunos quizás consideren que esto tenía poco de solidario pero gracias al dinero de sus padrinos esa chica podría aspirar a algo mejor. Piensen si hubiera sido mejor para ella trabajar quince horas en una fábrica de deportivas infantiles por un sueldo de mierda o, peor todavía, en un burdel para satisfacer a cualquier turista desaprensivo y sufrir todo tipo de abusos y arriesgarse a pillar cualquier enfermedad.

No he vuelto a verla pero eso no significa que abandonase el programa de apadrinamiento. Simplemente quería conocer otro país y repartir mi solidaridad por el mundo... pero ésa es otra historia.