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El doctor suplente de verano (5)

en Sexo Oral

El doctor suplente de verano Cáp.5 (con fotos)

Capitulo 5 . Doctor suplente de verano. La Visita al Convento

(Las agradables sorpresas que me depara la primera visita al Convento. La joven Sor Amelia la primera. Con fotos)

 

Muy buenas queridos lectores: después de más de un año de no enviar relatos, - que pido perdon a los lectores -, espero seguir con la serie de las aventuras del Dr. Ramón, en la suplencia del verano en este caliente pueblo. Esta vez nuevos personajes que irá conociendo el buen doctor se nos presentarán con todo detalle junto a sus aventuras, por ejemplo: La Madre Consuelo, Superiora del Convento junto con algunas de sus hermanas, Rosa la asistenta colombiana, Don David el cura del convento con quien tiene una gran amistad y camaradería, y muchos más personajes de la población, y volverán también anteriores, como Isabel la mujer del farmacéutico, el pícaro Luisito esta vez con varias de las mujeres de su entorno, no solamente su cariñosa Tía, y un sin fin de muchos personajes más. Espero que los disfruten, porque no tienen otro objeto todas estas historias.

La Visita al Convento

(Las agradables sorpresas que me depara la primera visita al Convento. La joven Sor Amelia la primera. Con fotos)

 

 

Por petición del Alcalde, hombre muy preocupado por la población, hacia días que llevaba preparándome unas charlas sobre prevención de enfermedades, diabetes, etc,etc. Pero ha raíz de un programa de la televisión sobre el cáncer de pecho en la población femenina, el alcalde en persona me pidió que diera una charla sobre prevención, tratamiento, y toda clase de cuestiones relacionadas con el mismo. Estaba el pueblo un poco revuelto con el tema – cosas del verano - y en la consulta no paraban de presentarse mujeres del pueblo preocupadas. Todo eso está muy bien, pero era un poco exagerado porque ya estaba todo previsto en la rutina de la clínica. Un día conocí a la madre Consuelo, la superiora del convento que había en la proximidad de la población. Aunque el convento era de clausura, la superiora sí salía habitualmente entre algunas hermanas más, coincidimos en la puerta del Ayuntamiento y recuerdo que me causó una muy buena impresión.

- Buenos días doctor, me alegro de verle, con usted quería hablar.

- Soy todo oídos hermana. Le contesté admirando la bonita cara de la monja.

- Soy la madre Consuelo superiora del convento del Carmen y estuve el otro día en la charla que tan espléndidamente dio usted.

- Muchas gracias hermana, ya me acuerdo del otro día la vi. en primera fila, me alegro que le parecía interesante la charla.

- Sabe, después de escucharle y sobre lo que dijo estoy muy preocupada por la salud de las hermanas del convento - de la que soy su responsable Usted sabe - y quería pedirle un favor.

- Usted dirá, estoy a su entera disposición.- Le decía admirando que la monja tenía además de una cara muy atractiva una buena figura, - bueno - lo que dejaba adivinar el hábito que era bien poco, ya la recordaba del día de la charla.

-Me gustaría que nos pudiera visitar Doctor y hacer una revisión a las hermanas; Hay de todas las edades, bueno, no son muchas en total pero como siempre están dentro del convento y no salen casi nada pues están un poco al margen de las campañas sanitarias.

- Por mi parte no hay ningún problema, puedo acercarme cualquier día por la tarde, después de comer ¿ le parece bien?.

- Si, si estupendo, es usted muy amable.

- Pues, si quiere pasado mañana me acerco a eso de las cuatro, ¿está bien?.

- De acuerdo, le esperamos a esa hora, muchas gracias Doctor, hasta el jueves.

Después de saludarnos la vi. Alejarse por la acera, y si, efectivamente se adivinaba una buena figura debajo del hábito, en fin, que lástima.

El jueves me presenté puntual a las cuatro de la tarde en la puerta del Convento; Hacia un calor insoportable, pero como no tenia muchas actividades en las tardes del verano, aunque no era mi obligación, era mi profesión que le vamos hacer. El edificio no era muy antiguo, pero un par de siglos seguro que tenía. Me abrió una hermana muy sonriente y me hizo pasar inmediatamente, cosa que agradecí por el cambio de temperatura entre el exterior y el interior del Convento;

-Buenas tardes hermana, Soy el Dr. Ramón he quedado con la Madre superiora.

-Si, si, le está esperando, acompáñeme Doctor, soy la hermana Sor Piedad.

-Mucho gusto.

La joven y guapa hermana -no creo que tuviera muchos más de 18 años- me acompañó conversando amigablemente. Por dentro la temperatura era agradable y se respiraba mucha tranquilidad, fuimos caminando por varios pasillos y atravesamos un pequeño claustro lleno de plantas y flores.

-¿Se está muy bien aquí dentro verdad? , hace una temperatura excelente.

-Verdad que sí Doctor, aquí estamos fresquitas.

-Da mucho gusto estar, ¿no se aburren con tanta tranquilidad?.

-No Doctor, en absoluto siempre estamos ocupadas y algunas hasta podemos salir de vez en cuando hacer recados y eso nos alegra siempre.

Me llevó ante una puerta que golpeó con delicadeza. Desde dentro reconocí la voz de la Madre superiora indicando que pasáramos.

-Muy buenos días Madre, ya estoy aquí como le dije.

-Pase, pase Doctor y muchas gracias por venir; A la hermana Piedad ya la conoce, es casi nuestra benjamina, pero siéntese un momento.; Como le dije estoy preocupada por la salud de las hermanas desde que asistí a la conferencia que dio en el Ayuntamiento. Y en usted he visto una oportunidad única me han hablado muy bien de su profesionalidad y discreción.

-Muchas gracias por las alabanzas, comprendo Madre, como ya le dije estoy a su entera disposición y como por las tardes no tengo mucha faena, es un placer poder colaborar con ustedes.

-Muy amable Doctor, si quiere me acompaña le enseño el edificio y buscamos un sitio adecuado para que pueda trabajar.

La madre superiora me llevó por varios pasillos y un par de escaleras siempre acompañados por la joven Sor Piedad, encontrándonos con monjas que me las iba presentando, estas ya sabían de que iba la extraña visita de un varón por esos muros; Al subir por una escalera vimos salir por una puerta a una mujer joven y vestida con una bata de trabajo, estaba caminando delante de nosotros y me extrañó verla sin hábito, pero lo que me llamó la atención era el extraordinario culo que se gastaba, a punto estaba de reventar la bata, las nalgas se movían al compás de los pasos arriba y abajo alternativamente y me empezó a gustar este convento.

-¡Rosa¿, quiere acercarse un momento. Dijo la superiora dirigiéndose a la muchacha.

Esta se volvió y sonriente se acercó hacia nosotros. Ahora la vista era tanto o mejor que la anterior, la extraordinaria delantera que tenia la muchacha era digna de las paginas centrales del Play Boy, bajita, con el pelo moreno recogido en un moño que dejaba la cara despejada en donde sobresalían unos ojos muy brillantes y unos labios sonrosados y ligeramente abultados, la muchacha debía ser aparentemente de origen latinoamericano y tendría poco más de veinte años.

-Mire Doctor, le presente a Rosa, realiza labores de limpieza en el convento, lleva con nosotras un poco más de seis meses desde que vino de su Colombia natal.

-Buenos días Rosa, en un placer. Le dije estrechándole la mano, y sonriéndole, admirando alternativamente sus bonitos ojos y las dos preciosas tetas que se adivinaban firmes bajo la bata.

-Encantada Sr. Doctor, siempre a su servicio. Me dijo sonriendo y con una cara angelical.

-Por favor Rosa nos acompaña un momento y vamos a presentarle al Sr. Doctor a nuestro vicario el padre David.

-Por favor llámeme Ramón, eso de Doctor queda muy oficial. Dije yo dejándolas pasar al inicio de una escalera, solo era un piso pero mientras escuchaba a la Madre superiora que no dejaba de contarme cosas, iba apreciando el soberbio culo de Rosa dentro de la ligera bata, que mientras subía me daba un panorama del movimiento de sus nalgas, embutidas estas en unas braguitas blancas, que sin llegar a ser un tanga las llevaba prácticamente medidas en el canal del culo, ¿ también tendría que hacerle un chequeo?, pensaba yo, y mi amigo el soldadito se iba también alegrando, menos mal que llevaba unos vaqueros que si llego a traer el chándal.

Entramos a una estancia amplia, un despacho donde nos recibió el tal padre David, con aspecto de aproximadamente cincuenta años, regordete, algo calvo y muy simpático y amable, saludando efusivamente a todo el mundo me dijo:

-Encantado de conocerle doctor, yo me ocupo de las almas de estas hermanas y usted de su salud, seguro que están en buenas manos, no podrán quejarse estas mujeres, je,je.

Estuvimos comentando cosas ente todos, especialmente la superiora y el Padre David que también era muy hablador y hasta contó algún chiste relativo a los conventos, la verdad es que era muy simpático y no paraba de moverse y hacer gestos; Cuando ya acabamos de todo y mientras salíamos del despacho escuchando como siempre a la superiora y al cura, me pareció ver de reojo que este que se había quedado el ultimo de todos y le apretaba el culo a Rosa, mientras antes hablábamos le había puesto el brazo en el hombro y al caminar había bajado la mano, me sorprendió, tal vez era cosa de mi imaginación pero yo juraría que le estaba sobando las orondas nalgas de la muchacha.

Después en el despacho de la superiora ya solos los dos comentamos detalles de mi actividad en el convento.

-Doctor, ya conoce un poco el Convento, he pensado que le puede ser de utilidad un despacho que no utilizamos al final del pasillo de arriba, no es una enfermería pero es discreto y nadie le molestará.

-Estoy seguro que será adecuado y me adaptaré a las circunstancias. A propósito la muchacha que me ha presentado, Rosa, es también hermana del convento.

No doctor, - dijo sonriendo -, en absoluto, es una buena chica que vino recomendada hace unos seis meses por unas hermanas de la orden en Bogotá, ella es colombiana, por eso su aspecto, quería venir a España a buscar trabajo dejando a su marido y su familia y mientras se adaptaba la tenemos aquí, se encarga de la limpieza del convento, es muy discreta y muy simpática. Lo decía por algo.

-No, no, me ha llamado la atención que no llevara uniforme

-Hábito, Doctor, no es uniforme, las hermanas llevamos estas ropas.

-Perdone Madre, mi ignorancia al respecto............ y el padre David ¿suele venir muy a menudo por aqui?.

-No, un par de veces a la semana, es muy simpático verdad, es una suerte tenerlo con nosotras, las hermanas están muy contentas con él.

Ya lo creo que estarán contentas – pensaba yo – si es tan cariñoso con las monjitas como con la limpiadora, más bien deben estar un poco alteradas, o tal vez me equivoque y era mi imaginación calenturienta, pero yo juraría que le estaba sobando el culete.

-Bueno, cuando quiera comienzo, yo ya he venido dispuesto a emplear la tarde.

-Estupendo, me alegra mucho su gentileza, he hecho una lista con las hermanas y ellas mismas se avisarán a la siguiente así es más cómodo para todos.

-De acuerdo, me voy para allá y me va enviado a las pacientes.

Ya instalado en el despacho, este no debía de utilizarse mucho la verdad, tenía un par de sillones de madera, una mesa de despacho muy grande y antigua también de madera y pocos muebles más, si es verdad que estaba al final de un pasillo y no se oía nada, más que discreto era solitario, mucho mejor. Al momento vino la primera, y así fueron pasando varias pacientes de distintas edades sin ninguna incidencia digna de mencionar, solamente comentaré concretamente la última que vino, ya era un poco tarde pero valió la pena como verán.

Estaba ya bastante aburrido y cansado cuando acudió una monjita de corta edad, previamente y con vistas a probar una nueva cámara de video que me habia conprado, la tenia colocada disimuladamente en un pequeño mueble y cubria el espacio donde estaba realizando las exploraciones, la verdad es que estaba ansioso por aprender su funcionamiento.

-¿Da usted su permiso Doctor?. Decía desde la puerta una voz joven.

-Pase, pase por favor. Le conteste viendo la carita de ángel que tenia.

-Me envía la madre superiora.

-Si, si claro, no eres la primera de la tarde.

-¿Como se llama usted, hermana?

-Sor Amelia, doctor, para servirle a Dios y a usted

-No llevará mucho tiempo en el convento, ¿verdad?. Porque por el aspecto no le suponía más de dieciocho años.

-Pues si, llevo desde los doce años, mis padres murieron cuando era pequeña y al final mis abuelos me trajeron al convento. La Superiora me ha dicho que me tocaba la revisión y que tenía que hacerle caso en todo.

-Si, si claro, tranquila, siéntate y empezamos enseguida.

Me acerqué a la cámara de video y pensé en ponerla en marcha, total por un ratito siempre psria borrar las imágenes más tarde. Después de hacerle varias preguntas los dos sentados en los sillones, en donde aprecié que la muchacha además de muy guapa de cara era muy tímida y muy cándida. Levantándome y cogiendo el fonen le indiqué que se alzara y se descubriera de cintura para arriba.

Comenzando a desabrocharse los botones del habito y mostrando un sencillo sujetador blanco que marcada unos pechos medianos pero firmes. Se dejó sostenido el hábito que era todo de una pieza en la cintura. Era una preciosidad, son su piel tan blanca y esos pechitos que no parecían necesitar la prenda para sostenerlos.

-Te voy a tomar la tensión, por favor, ¿quieres quitarte el sujetador, para que no se altere el resultado?

-Como usted diga doctor.

Al ponerse al manos en la espalda, soltó el hábito que sujetaba en la cintura y este calló a sus pies mostrando un par de preciosas piernas y unas braguitas floreadas que le quedaban estupendamente y además marcando un redondito culito.

-¡Oh ¡, lo siento. Dijo enrojecida Amelia.

-Tranquila, tranquila, así estás mucho mejor - Que bombón tenía ante mi Dios mió -, siéntate un momento y vemos la tensión.

Después de anotar en una ficha le hice levantarse y empecé a oscultar con el fonen. La frialdad del metal le hacia estremecerse, la respiración iba en aumento y los pechos subían y bajaban al ritmo de la respiración. Ella siempre mirando al suelo se iba poniendo cada vez más roja y los pezones se le estaban endureciendo. Apreciando que gozaba de muy buena salud pensé dar inicio a la revisión pectoral que era el motivo de la visita.

Mira Amelia estas muy bien............de salud, pero ahora voy a mirar si en los pechos tienes algún bultito que pueda ser sospechoso, ven acércate.

La muchacha siempre con los ojos bajos se aproximó

-Vamos a empezar Amelia, tú tranquila.

-Como Usted diga Doctor, la madre superiora……..

-Si, si, ya me lo has contado.

Empecé a palparle los pechos y los encontré duros y calidos, mis hábiles dedos se deslizaban por su inmaculada piel y la estaban poniendo nerviosa. Lo hacia con mucho cuidado, explorando centímetro a centímetro los senos desnudos. Su respiración se convirtió en entrecortada, casi un jadeo cuando mis dedos se centraron en los gruesos pezones que estaban rígidos como piedras incluso antes de empezar a revisarlos. Amelia estaba llena de nuevas sensaciones, comencé a pellizcar suavemente los fresones entre mis hábiles dedos y alternaba con apretar dulcemente sus agradecidas mamas con ambas manos a la vez durante largos y maravillosos minutos.

Tanto era así, que cuando deje bruscamente de hacerlo ella me miro con cara suplicante.

-¿Ya está Doctor…………… ya ha acabado?

-No, tranquila tengo algunas dudas………… si me permites continuaré.

-Si, si claro Doctor, lo que usted necesite. Me decía con la voz excitada y toda colorada.

Nuevamente continué acariciando los pechos ahora centrándome en los pezones, ella tenía los ojos cerrados, la boca abierta y la respiración agitada. Empezó a emitir pequeños jadeos, cuando le pregunté:

-Te duele Amelia.

-En absoluto, es muy agradable, estoy muy bien Doctor.

-Me alegro cariño, te veo un poco sofocada, ¿tendrás calor?

-Si, si, muuuuuucho,………….y , no se………..si.

-Dime, dime cariño.. Le preguntaba sin dejar de acariciarle los pechos viendo lo excitada que se estaba poniendo.

-Es que no se que me pasa,……….estoy acalorada……....la cara me arde………..y….y……..aqui abajo estoy como mojada, y me pica.

-Si te sientes mal dímelo, para eso estoy aquí. ¿Dices que estás mojada?

-Si, si………..el otro día me pasó algo parecido y luego estuve muy nerviosa.

-Bueno vamos a verlo.

La ingenuidad de la muchacha era más evidente que su excitación, pensé seguir la corriente y sentándome en el sillón de madera le hice ademán de que se sentara encima de mis piernas para dar mayor confidencialidad a su explicación, y de paso la tenía vestida con solo unas braguitas encima de mi "soldadito" que estaba tieso como el palo de la bandera y que se acoplaba a las nalgas de la monjita.

-A ver cuéntame cuando te ha pasado algo parecido.

-Me da mucha vergüenza doctor, pero como me dijo la superiora…….

-Tranquila, tranquila, ten confianza que esto es como si hablaras con tu confesor.

-Si, precisamente tiene relación con mi confesor.

-El otro día después de confesarnos el Padre David a mí y a la hermana Sor Piedad, la de la puerta.

-Si, si la recuerdo. -La guapita que hace de portera, menudo bombón debe ser-.

-Si esa, pues el Padre David nos puso de penitencia unos azotes, a la hermana Piedad parece que no era la primera vez que le pasaba, pero a mi si. El Padre se sentó en una silla de madera muy robusta que tiene en su despacho y me indicó que me tumbara encima de sus piernas que iba a darme unos azotes como castigo, y sin más preámbulo me rodeó la cintura con su férrea mano izquierda, apretando fuertemente mi cintura hacia abajo. Esa posición me hizo destacar todavía más mi trasero, que tuvo que curvarse todavía más hacia arriba, Giré mi cabeza hacia atrás, a tiempo de ver su mano derecha, que antes de levantarse a darme los azotes me levantó las faldas del hábito y dejo expuesto mi trasero solamente cubierto únicamente por las braguitas, después me dijo con voz autoritaria:

"¡Levanta ese culito ahora¡ - dijo el padre David."

--Y me sorprendí a mí misma, cuando, obedeciendo al padre David levanté mis caderas como una niña tonta, mientras me daba cuenta que él enganchando el pulgar en mis braguitas sentí que me las bajaba por las piernas hasta mis pies. Inmediatamente inmovilizada en esa posición y con mí culito totalmente expuesto descargó la primera palmad, no fuerte, más bien suave en el medio del culo. Luego de la primera palmada, siguieron tres o cuatro, sin casi fuerza, dejando simplemente caer su mano sobre mis nalgas, haciendo el sonido clásico de "chas, chas", los azotes eran lentos y entre palmada y palmada la mano permanecía en las nalgas acariciándolas seguro que para que no me doliesen los azotes, el Padre David nos quiere mucho a las hermanas aunque tenga que ser severo.

No estaba excesivamente sorprendido de la técnicas del Padre David, evidentemente no me había engañado cuando me pareció que el cura le sobaba el culo a la limpiadora, si Amelia era enormemente ingenua e inocente el otro era muy aprovechado.

-Continua Amelia, ¿me dices que no te hacia daño verdad?. Le preguntaba mientras me acomodaba la polla que tenía en erección apretaba por el culito de la hermana.

-No, no, no me hacia ningún daño y el después de cada palmada me decía si me había hecho daño y me daba un pequeño masajito; Cuando acabó el castigo y mientras me comentaba cuestiones sobre la penitencia que me había infligido, la mano que me acariciaba las nalgas me la pasaba entre ellas por la regata del culo ya sabe usted, acabando entre las piernas, allí donde las muchachas tenemos un poco de vello y empecé a sentir mucho calor y un picor que no podía remediar, también igual que ahora estaba mojadita entre las piernas, no se si era orina o no entiendo por que. Después me hizo levantar, me arreglé las ropas y salí muy confundida mirando el suelo y sofocada, después de mí le tocaba el turno a la hermana Piedad pero estaba tan alterada que me quedé fuera en el pasillo esperándola. Ella tardó más que yo, sería que el castigo era más largo, y más intenso porque la oí quejarse desde la puerta donde estaba escuchando con el oído pegado a ella, primero decía la hermana "……….. no, no, me hace daño, pare un momento…………..hay, hay" y luego le oía "……….. más, más fuerte,, no pare Padre, siga, siga…….así.........así."

-Luego también salió igual que yo con la cara encendida pero muy sonriente, la verdad es que no acabo de entenderlo.

Ya lo entenderás criatura, el Padre David se estaba beneficiando algunas monjitas ingenuas, con Amelia no había ido más allá de un sobeteo por el culo, pero estoy seguro que pronto pasaría a mayores. La verdad es que la hermanita de la puerta debe de estar un rato buena. Todo esto pensaba yo mientras abrazaba a la hermana Amelia, pensé que no iba a ser menos que el padre confesor. En esto estaba cuando Amelia me dijo sorprendiéndome una vez más.

-Hay Doctor, es que ahora estoy mojada en las braguitas, no se que será, tengo algo como baboso, seguro que está manchada y no se por que...

-Claro, claro yo te lo explico, y te puedo ayudar. Mira levántate y quítate las braguitas.

Ella obediente se bajo las braguitas y apareció ante mi un chochito con muy poco bello y muy atractivo.

-Mira, siéntate un momento en la mesa y abre las piernas, vamos a ver como lo solucionamos.

Yo con suavidad fui pasando la mano por toda la abertura, indiqué que abriera más las piernas para que mi mano pudiera llegar más cómodamente a su objetivo, y sentí que estaba mojada, con mis dedos la acaricié y pase mi dedo medio a lo largo de su rajita, tratando de provocarle placer.

Uuuuuummmm, Uuuuuuuuummmm, doctor¡.

Decía con los ojos cerrados cada vez que alcanzaba yo el clítoris e insistía acariciándolo.

Espera muchacha, es que estás muy empapada de jugos, - le decía mientras no dejaba de acariciarla, ella agitaba sus caderas fruto del placer que estaba experimentando mientras yo le metía y sacaba dos dedos repetidamente. De repente ella dijo:

-Doctorrrrrrr, doctorrrrrrrrrrrrr, Aaaaaaaaayyyyyyyyyy Aaaaaaaaaayyyyyyyyyy, mmmmmmmmmmm mmmmmmmmmmmm

Experimentó un orgamos tremendo, posiblemente el primero de su vida, su cuerpo temblaba, moviendo las caderas adelante y atrás, la abracé y dejé que fuera disfrutando poco a poco. Después se relajo y me dijo:

-Ya, ¿ya no me salen más líquidos?.

-Un poquito todavía, pero sin importancia.

-Muchas gracias Doctor, me siento como agotada.

Yo pensé que no íbamos acabar así, yo necesitaba desahogarme y la oportunidad era inmejorable.

-Ya te encuentras mejor ¿verdad Amelia?, Le decía mientras le ponía un brazo sobre los hombros y le acariciaba la bonita cara. Todavía estás muy caliente por dentro, pero mira yo también estoy hirviendo, el haberte sacado los líquidos de tu cuerpo han hecho que los míos los necesite sacar.

-¡Ah,¡ y ¿como hacemos para que le baje la fiebre?

-La mejor manera es que igual que yo te he sacado los líquidos, me saques tú los que tengo dentro.

-¿Y como lo puedo hacer?

-Mira en muy sencillo. Dije yo a la vez que bajaba la cremallera de mi pantalón y hacia aparecer mi "soldadito", ósea mi polla toda tiesa y pidiendo guerra desde hacia rato.

-Amelia, coge esto con tu mano... ¿lo notas?

-Si, está caliente y es muy duro, que tengo que hacer Doctor.

-Ahora ves moviendo de arriba abajo y notarás como crece y se hace más grande todavía.

-Si, si Doctor ¿lo hago bien?

-Mmmmmmm, si muchacha, si , lo haces muy bien. Le decía a la vez que le acariciaba el culete, no iba a ser menos yo que el Padre David. Estuve unos minutos disfrutando de la paja que me estaba haciendo la monjita con solo la cofia en la cabeza como única prenda. Aproveché para acariciarle desde atrás no solamente su chochito húmedo sino también el agujerito trasero, al que presionaba con mis dedos muy suavemente.

-Ahora, mira, es la operación más delicada, tienes que arrodillarte, así muy bien y coges el instrumento y lo introduces en la boca, vas hacer lo mismo pero con los labios, así muy bien Amelia, lo haces muy bien.

-Mmmmm, ¿Cómo dice doctor?

-Nada, nada, que muy bien. Así fuerte……..s-sin morder……..oh……..toda en la boca……….así muy bien …….con pequeñas succiones…………AAAAAAAAh……….

si, ….si……………. esto es ideal para sacar todos los líquidos.

-Mmmmmmffffffmmmmmmmmmm. Decía la monjita mientras se metía y sacaba la polla, emitiendo un sonido con los labios parecido al chapoteo.

-¡¡¡¡¡¡Así ,así ¡¡¡¡¡¡¡¡¡,……. muy bien Amelia........lo haces estupendamente.....sigue, sigue.

Así estuvimos como diez minutos, la verdad es que la muchacha sin tener experiencia le ponía mucho interés y era una gozada solamente verla allí arrodillada cogiendo la polla entre las manos y dale que dale.

-Amelia...........muy bien......... ......así........uuummmmmmmmmmm.......ya va.......a salir el líquido,................... .....espera.......ya va.................... .......ya va..........¡.Haaaaaaaaayyyyyyyyyy¡.

Pocos movimientos más tuve que hacer más para que mi leche se disparase en su boca sin tiempo a sacarla. Sorprendida por la abundancia de un líquido lechoso en su boca, tragó todo lo que pudo, rebosando por la comisura de sus regordetes labios rojos algunas gotas. Cuando no pudo tragar más, el resto de la leche se disparó sobre su pecho y sus pezones hasta la ultima gota, incluso algunos goterones cayeron a la propia cofia del hábito que lo llevaba puesto todo el tiempo. Como si fuera un helado chupó todos los restos de semen de mi polla que aún seguía dura.

-Muchas gracias hermana, me ha ayudado muchísimo, ha visto cuanto liquido ha salido, si tuviera que buscar una ayudante para la enfermería del convento usted es la candidata perfecta.

Ella sonreía mientras se limpiaba con unas toallitas que le había facilitado, después comenzó a vestirse buscando las diversas piezas por el despacho, yo también arreglaba las cosas porque pensaba marcharme inmediatamente.

-Entonces sor Amelia, ¿se encuentra mucha mejor verdad?

-Si, Doctor me ha sido de gran ayuda, le estoy muy agradecida.

-No hay de que, ha sido un placer mutuo. Le decía dándole un beso en la frente y una palmadita en el culo cuando salía del despacho. No había estado mal la primera visita al convento la verdad es que prometía mucha diversión, solo acababa de empezar y además lo tenía grabado con la cámara, en cuanto llegara a casa lo iba a repasar.