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Con mi amiga y un negro en Camboriú

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Con mi amiga y un negro en Camboriú

Me llamo Melisa tengo 18 años y vivo en Argentina. Soy delgada, de pechos chicos, ojos celestes y cara aniñada lo que me hace parecer aun mas joven.

En el mes de enero nos fuimos con mi amiga Mónica de 19 años una semana a Brasil, mas precisamente a Camboriú. De más está decirlo llevamos una cámara de fotos para registrar nuestras aventuras.

Mónica es una mujer desinhibida en cuanto al sexo se refiere, siempre hablamos de sexo y nos contamos nuestras fantasías sexuales. Ella sabia que una de mis fantasías era acostarme con un negro

Llegamos a Camboriú y caminamos por la Avda. Atlántica, en una de esas calles divisamos a un joven negro bebiendo cerveza.

Mónica lo miro fijo y el joven negro le sonrió y le ofreció un trago, nos acercamos y tomamos un trago de la botella misma. Nos dijo que se llamaba Jorginho, nosotras no hablábamos portugués, pero nos hacíamos entender.

Jorginho nos invito a su departamento y nosotras aceptamos. Al llegar al departamento Mónica y Jorginho empezaron a besarse, luego Jorginho le dio a entender a Mónica que tenerla a mí y a ella, a las dos juntas en una cama sería lo máximo.

Mónica se acercó a mi y nos besamos apasionadamente ante la mirada de Jorginho.

Ambas nos arrodillamos sobre la cama, en el centro de esta justamente. Jorginho se sentó en la silla del tocador. Mónica volvió a besarme mientras me desabrochaba la blusa blanca que llevaba puesta. Cuando Mónica terminó de desabrocharla, introdujo sus manos por la abertura, las llevó hasta mis senos y los acarició suavemente. Me estremecí e intente imitarla acariciando sus senos por encima de su semitransparente blusa. Mi instinto me llevó a quitarle los tirantes y besar sus hombros desnudos, mientras ella desabrochaba mi falda corta, bajó la cremallera y la deslizó por mis piernas hacía abajo. Me senté sobre la cama para que me la quite más cómodamente y entonces observé a Jorginho. Estaba ensimismado mirándonos, tocándose el pene por encima de la tela del pantalón, mientras se mordía el labio inferior, en sus ojos negros el deseo quemaba y le daba un atractivo distinto y seductor.

Nuestras miradas se cruzaron Luego fui yo la que despojaba a Mónica de su ropa. Desnudas ambas, nuestras manos acariciaban la piel de la otra, a la vez que nuestros labios no dejan de besarse. Mónica me hizo acostar sobre la cama boca arriba, se deslizó hacía mis piernas y las abrió mientras miro traviesa a Jorginho. Sentí como acercó su boca a mi sexo, me estremecí imaginando lo que seguiría. Su lengua se enredó en mi clítoris y empezó a lamerlo suavemente. Gemí y observe a Jorginho, se había bajado la cremallera del pantalón y su mano jugaba dentro. Mónica se esmeró, moviendo su lengua de mi clítoris a mi vagina, la introdujo dentro y la movió como si fuera un pequeño pene. Todo mi cuerpo se erizó, mi espalda se arqueó haciendo que mi sexo se pegue más a su boca y los gemidos eran cada vez más fuertes. En pocos segundos alcancé el primer orgasmo de la noche, tras el cual, Mónica le indicó a Jorginho que se acerque a nosotras. Lo hizo y se quedó de pie junto a la cama. Nosotras nos acercamos a él, sonrientes y juguetonas. Mónica es quien tomó la iniciativa y empezó a desabrocharle el botón del pantalón. Yo acerqué mi boca a sus labios y lo besé.

Descendí hasta donde estaba Mónica y la ayudé a quitarte los calzoncillos; despacio los deslizamos por sus piernas hasta el suelo. Su sexo apareció negro, altivo, erecto y vibrante. Yo cogí su pene entre mis manos y se lo ofrecí a Mónica. Ella acerco su boca y lo lamio. Luego me cedió a mí el honor e hice lo mismo, lamí su glande, mientras lo miraba a los ojos. Él nos observó, adiviné en sus ojos, que no acaba de creer lo que estaba pasando. Hundió su mano derecha en mi pelo y tiró de él, apretó mi cabeza y vi que hizo lo mismo con el pelo de Mónica..

Su cara de excitación era un poema para mis sentidos y me di cuenta que Mónica era feliz haciendo realidad esta fantasía. Seguimos ambas lamiendo su verga alternativamente, luego nos repartimos el trabajo y mientras ella le lamio los huevos yo lo hice con su glande hasta que nos intercambiamos el lugar.

Seguidamente, Mónica lo hizo tumbar sobre la cama. Acaricio su pecho con sus manos y se sitúo sobre él. Lo besó apasionadamente, mientras yo me situé entre sus piernas y seguí mamando su verga, saboreándola como a mí me gusta. Mónica sitúo su sexo sobre la boca de Jorginho y vi como su lengua empezó a lamer su clítoris. Esa visión me excitó y me enervo, por eso me coloqué sobre su sexo, rozándolo con el mío, húmedo y excitado, contra él. Ambos nos estremecimos con ese contacto. Sujeté su pene con la mano y pasé el glande por mis labios vaginales, mojándolo en mí humedad, Jorginho empujó deseoso de penetrarme, así que no lo hice esperar más. Guíe el glande hasta la entrada de mi sexo y descendí sobre él. Hizo un alto en el cunnilingus que le estaba dando a Mónica y suspiró. Luego siguió moviendo su lengua sobre su sexo mientras ella gimió excitada. Se giró para observarme. Y yo empecé a moverme, a cabalgarlo muy despacio sintiendo cada centímetro de su negro pene entrando y saliendo de mí.

Mónica al verme decidió darse la vuelta. Su cuerpo desnudo quedó a mi total disposición igual que el mío a la suya; así nuestras manos se perdieron sobre la piel de la otra. Acaricié sus hombros, su cuello y nuestras bocas se unieron en un apasionado beso mientras sus manos acariciaban mis caderas, y con una de ellas descendió hasta mí clítoris y muy suavemente, usando su dedo índice, empezó a acariciarlo marcando círculos de placer sobre él. Los gemidos de los tres se confundieron inundando la habitación de un agradable sonido. Empecé a convulsionarme, y acelere mis movimientos sobre él. La unión de las caricias que Mónica aplico sobre mi clítoris, y el placer que su verga rozando las paredes de mi vagina me produjeron , hizo que poco a poco, el éxtasis fuera naciendo entre mis piernas y se extendieran insondable por todo mi cuerpo hasta hacerme explotar en un maravilloso orgasmo. También él estaba a punto de correrse, lo noté porque su verga se hincho dentro de mí y empujo con fuerza una y otra vez, así que sigo cabalgándolo hasta que sentí como me llenaba con su blanco líquido. Mónica también parecía estar a punto de correrse, así que sin perder tiempo, y ambos perfectamente compenetrados, hicimos que se tumbe sobre la cama. Él se sitúo entre sus piernas, mientras yo me dediqué a sacar algunas fotos hermosas

Con la lengua, siguió el trabajo bucal y ella cada vez gemía más fuerte, se convulsionaba y estremecía, empujando su pelvis hacía tu boca. Hasta que siente sus jugos llenando su boca, había llegado al éxtasis. La miro a los ojos, nuestras bocas se buscaron por enésima vez y nos besamos

Luego seguimos haciendo el amor y fotografiándonos en todas las posiciones