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Sorpresas en mi primera vez

en Hetero: Primera vez

SORPRESAS EN MI PRIMERA VEZ

Este relato está basado en una historia que le sucedió a una de mis mejores amigas. Los nombres no son los auténticos. Espero que les guste.

Mi madre tenía 21 años cuando me tuvo. Fui el fruto de un amor corto pero intenso que no terminó bien entre mis progenitores. De hecho nunca conocí a mi padre. Desde que tengo uso de razón conozco a Esteban, la pareja de mi madre. Es un maravilloso hombre que se quedó viudo con un hijo, que es dos años y medio mayor que yo. Ahora él es mi hermano, y le quiero como tal.

En esto del sexo quizá fui un poco deprisa, pues sólo contaba con 14 años cuando esto sucedió. A mi clase llegó un chico nuevo, Urko. Era de Bilbao, rubito, ojos marrones que derretían y un cuerpazo increíble para sólo tener un año más que yo. Desde el comienzo sintonicé con él y poco a poco intimamos. En una de las primeras reuniones que hicimos los de clase a la que él acudió, surgió algo más que las miraditas y los piropos: nos enrollamos, como los crios de esa edad suelen hacer. Nos metimos un poco de mano pero no pasó de ahí. Pero días después él me invitó a ir a su casa.

Él vivía con sus padres, con su hermano dos años mayor que él, Imanol y con su tío, Iñigo, el hermano menor de su madre. A su tío le conocía ya porque él trabajaba en el colegio, era el nuevo bedel. No tendría más de 40 años, al menos no lo aparentaba, eso sí siempre me llamó la atención su misteriosa mirada. Él era muy amable conmigo y con las chicas de mi clase, a veces se reunía con nosotras en los recreos para fumar ( bueno con mis amigas, yo no soy fumadora) y echar unas risas.

Por eso cuando llegué a casa de Urko y le vi me sentí muy cómoda hablando con él. En esa tarde que fui a casa de Urko, sólo estaba él en casa. Urko y yo nos quedamos con él hablando mientras él se bebía una cerveza. Era un apasionado de la música. De hecho había compuesto hacía años varios temas de música rock, pero dejó de componer tras su ultimo desengaño amoroso.

Urko quería estar conmigo a solas y a decir verdad yo también. Con su tío en casa podíamos estar en su cuarto sin que nos molestaran. Él me echó sobre su cama, que se sentía suave y olía estupenda, y me dijo:

  • Quiero regalarte la tarde más especial que hayas tenido.

Sonreí pues sabía que perdería mi virginidad junto a él. Urko no era virgen pero tampoco tenía gran experiencia en el tema. Nos desnudamos y poco a poco dejamos vernos mutuamente y explorarnos de la forma más ingenua e inocente. No me sorprendió ver su erección porque había pillado a mi hermano en el baño masturbándose unos días atrás. Pero si me hizo sentir extraña el sentirla con mi mano.

  • ¿Intentarías hacerme sexo oral?

Siempre había pensado que eso era detestable, sólo pensar en meterme su pene en la boca me daba náuseas. Sin embargo accedí y comencé a besarle su pene poco a poco. Luego lo fui introduciendo en mi boca y jugué con él y mi lengua. Pues no estaba nada mal sentir su miembro en mi boca. Empecé a aumentar el ritmo y ahí aparecieron sus gemidos y mi inmediata lubricación. Él no quería quedarse sin hacer nada y me hizo recostarme boca arriba en la cama para masturbarnos mutuamente, para hacer el llamado y famoso 69. Ummm qué delicia sentir como me comía mi vagina. Era una sensación increíble y fascinante. Yo para entonces me había masturbado en alguna ocasión pero no había sentido ese placer tan intenso. Más tarde empecé a sentir que uno de sus dedos empezaba a adentrarse en mi... ya el placer no era intenso y apareció la molestia. Él me apartó su pene de mi cara y me dijo que quería aguantar. Se puso encima de mi y empezó a intentar introducir su pene por mi vagina mojada pero a fin de cuentas virgen. No quería entrar. Parecía imposible. Lo más que pudo adentrarse fue ni el capullo y ya sentía dolor.

  • Tienes que relajarte, Leire- me dijo Urko- si no, no podré penetrarte o te dolerá más.
  • Es que me duele, no puedo evitarlo, Urko- le contesté.

Volvimos a hacer el último intento esta vez él sentado y yo sobre él, pero era inútil el pene se escurría en la entrada de mi sexo. Me sentía realmente frustrada. Y la erección de Urko fue desapareciendo.

  • Tranquila, a veces pasa estas cosas. Lo intentaremos otro día.- me dijo para tranquilizarme.

Pero yo me sentía totalmente impotente. Quería haber estado a la altura en mi primera vez y fue un completo fracaso. Sentí pena por Urko que se quedó con las ganas.

Nos vestimos de nuevo y salimos al Salón, donde seguía Iñigo viendo televisión. Me despedí de él y salimos de la casa.

Pasaron unos días y llegó ese fin de semana. De nuevo, en casa sólo estaba Iñigo y quisimos volver a intentarlo. Ante una luz tenue y música suave, Urko me empezó a besar con pasión y lujuria. Yo enseguida noté como iba inflándose su pene y yo como iba mojando mis braguitas. Él se sentó aún vestido y yo me puse a su vera de pie... comenzó a desvestirme poco a poco a la vez que me besaba y nuestras lenguas jugueteaban. Esa noche llevaba una faldita con medias de rejilla y una camiseta de manga larga. Él estaba guapísimo con su camisa blanca y sus vaqueros. Se quitó los zapatos y yo los míos. Y prosiguió en quitarme todo menos la falda (incluida mi ropa interior). Dejé que mis pechos rozaran su boca para pedirle que los besara, pero Urko se los metió en la boca y succionó como si fuera él un bebé pidiendo leche de su madre. Se sentía tan rico esa sensación que terminé mojándole la mano que él tenía justo en mi entrepierna.

  • Ummm qué mojada estás, cariño... ¿estás lista?
  • Si...

Me recostó de nuevo boca arriba en la cama y se quitó los pantalones y los calzoncillos. Me volvió a dejar ver su pene enorme para mi y muy duro. Se recostó sobre mi posicionando su pene en la abertura a mi vagina. Mientras que se deslizaba ayudado por mi lubricación natural, me iba susurrando al oído lo especial que yo era para él y lo mucho que me quería. Sin darme cuenta ya tenía la mitad de su pene en mi interior pero él continuó hablándome hasta que grité sin remedio al sentir que algo había perdido: mi himen se había roto y con él se esfumó esa virginidad tan valorada por mi. Al principio no quise moverme, temía que fuera a doler. Le pedí que se quedara con su pene dentro pero sin moverse un rato pero no pudo aguantarse las ganas y empezó a moverse y a sacar y meterla de nuevo. Al principio era más que dolor una cierta molestia pero conforme la metía y la sacaba con más ímpetu, yo ya sentía sólo placer, algo indescriptible. Tan fue así que empecé a gemir con fuerza. Sin importarme que en el Salón estaba Iñigo. Urko también jadeaba con dureza...

  • Así mi vida qué divina eres- me decía una y otra vez.

A mi mente llegó algo que me perturbó: Urko estaba dentro de mi sin ninguna protección. El preservativo seguía en mi bolso... pero no atiné a decir palabra... estaba pendiente del placer que estaba sintiendo.

De repente sacó su miembro y me mandó que me pusiera a cuatro patas. Me dijo que nunca había probado esa postura y era una de sus fantasías y con gusto quería satisfacerle. Al principio costó un poco que volviera a introducirla pero lo consiguió y yo sentí la presión de ser penetrada en esa pose. Me tomó de las caderas y me embestía con fuerza. Mis senos se movía de un lado a otro y yo no sabía dónde agarrarme para controlar mi cuerpo y mantenerme en posición.

Cuando conseguí agarrarme del otro lado de la cama pude sentir que iba derecha al cielo... mi primer orgasmo en una relación sexual... era una mezcla de frenesí y de éxtasis lo que me supuso aquel orgasmo.. Chillé como una loca por el gran placer y Urko me dijo:

  • ¿Te estás corriendo mi vida? Umm si siento como palpita tu interior, mi niña...
  • Quiero que tú también te corras conmigo, Urko.

Dicho y hecho... antes de que terminara mi climax sentí que algo me llenaba de calor... era el gran chollo de semen que Urko dejó en mi como su marca de que ya era suya.

Urko chilló tanto que tuvo que posarse en mi espalda para acallar sus aullidos. Sacó su pene sucio del cóctel de nuestros flujos y me pidió que se la limpiara.

El sabor de mi propio interior mezclado con el del semen de Urko me resultó asqueroso pero a la vez increíblemente excitante... Poco a poco fui sintiendo por mis muslos como resbalaba aquel líquido viscoso que Urko me había regalado.

  • Lo siento, no pude ponerme preservativo- me dijo casi sin aliento.
  • No te preocupes... tomaré la pastilla.

Nos recostamos sin vestirnos, sólo recubiertos por la sábana y nos quedamos hablando un rato. Urko se quedó dormida y a mi me entró unas ganas de orinar increíbles. Me levanté con cuidado para no despertarle y me puse su camisa por encima para recubrir mi desnudez. Me fui al baño que quedaba justo enfrente de la habitación de Urko y oriné. Me limpié y aún había restos de semen en mi interior.

Tiré de la cadena y me lavé las manos y justo cuando me estaba secando con la toalla la puerta del baño se abrió y apareció Iñigo, que no se había dado cuenta que era yo quien estaba en el baño. La camisa la tenía a medio abrochar y se podía ver con facilidad mi sexo y parte de mi escote, por lo que supe que Iñigo me habría observado parte de mi anatomía. En ese momento quería morirme de la vergüenza. Iñigo se disculpó y salió fuera. Yo me quedé un instante dentro y me tapé del todo con la camisa. Salí del baño y me fui al salón donde había vuelto Iñigo para decirle que sentía mucho lo que había visto.

  • Lo siento mucho. Debí haberme vestido- le dije toda sonrojada
  • No perdona tú que yo siempre entro sin llamar. Mala costumbre,
  • Es tu casa, es normal- dije yo para que no se sintiera mal.
  • ¿Qué tal os fue?- quiso interesarse

Me bastó sonreír para que comprendiera que había salido todo bien.

  • Sigo pensando que eres muy joven para esto.
  • En diciembre haré los 15 años- quise decirle indirectamente que ya no era una niña.
  • Yo hasta los 17 no perdí mi virginidad, claro que ahora las cosas cambian.

Aún estando en el salón prácticamente a oscuras con el tío de mi novio que era aun habiendo compartido con él en los recreos era un desconocido, mucho más mayor que yo y semi desnuda yo deseaba seguir a su lado. Me senté a su lado y él pudo contemplar mis piernas y casi el pico de mi entrepierna. Sentí que se ponía nervioso. Nos quedamos mirándonos uno al otro durante un rato. No sabía qué decirle y él bajaba la mirada para no toparse con mi cuerpo desnudo.

  • ¿Tus padres ya saben que tienes novio?- quiso Iñigo romper el hielo.
  • Si le conté a mi madre sobre Urko, aunque no le conoce en persona.
  • ¿Qué opina de eso?
  • Mi madre me dice que sea responsable con las cosas y decisiones que hago.
  • Mucha confianza te tiene tu madre ¿no?
  • No me quejo. Siempre me ha dado libertad para ser autónoma.

Iñigo me miró de una forma diferente a lo que acostumbraba y no sé porqué mi impulsividad me hizo acercarme a él. Tenía un olor a alcohol que en principio me pegó pero luego me sucumbió. Mojé mis labios y me los mordí y sentí como Iñigo me tomaba la cara con sus manos y me besaba suavemente y de una manera muy tímida.

Yo no sabía por qué me sentía atraída por aquel hombre que aunque no tenía el portento físico de Urko, tenía una mirada y unos labios que me hipnotizaban. No era mucho más alto que yo, un par de centímetros. El ritmo del beso fue creciendo y sin darme cuenta ya estaba sobre él sentados en el sofá. Él me quitó el único obstáculo que le impedían ver mi cuerpo y dejó caer la camisa al suelo. Me seguía besando mientras que dudaba si tocarme o no mis senos bien creciditos para mi edad. Y lo hizo con suavidad y con cierto temor. Sentía que su respiración se disparaba y que su pene se ponía tieso bajo sus pantalones. Me abrió de piernas para tener mi entrepierna abierta a él. Mi vientre rozaba el suyo y sin necesidad de desvestirse sacó su polla larga y con cierta curvatura que de inmediato estaba dentro de mi llevándome al país de las maravillas. El roce de su pene dentro de mi era exquisito... esa curvatura acrecentaba mi placer, era increíble como se sentía... le seguía besando y me dijo:

  • Hace mucho que no tengo sexo con nadie, Leire.
  • No te preocupes me encanta lo que me haces- le dije para que se supiera que estaba gozando.

Y se notaba que llevaba mucho tiempo sin sexo porque enseguida me llenó de su leche caliente sin necesidad ni tiempo de cambiar de postura. Me miró a los ojos mientras que de si salía todo su cargamento y me besó dándome las gracias. Fue breve pero intenso el polvo que tuve con el tío de mi novio. Cuando nos repusimos del suceso, del que no éramos realmente conscientes, él mismo me puso la camisa y me dijo que me fuera a la cama con Urko.

  • Gracias, Iñigo... ha sido maravilloso.
  • Gracias a ti. Pero necesito que esto lo mantengamos en secreto. Tú eres menor y además la novia de mi sobrino.
  • Así será- le dije mientras que me besaba dulcemente.

Me marché a la cama y enseguida me dormí.

Pasaron las semanas y el suceso con Iñigo de aquella manera me tenía en una nube de manera que descuidé mis quehaceres, y entre ellos tomarme la pastilla postcoital.

Por entonces mi madre le entró la gran curiosidad sobre mi novio.

  • ¿Se llama Urko?- me preguntó con cierto desasosiego.
  • Si. Es de Bilbao. A su padre le trasladaron a Madrid por trabajo
  • ¿Urko qué más?- se interesó mi madre
  • Urko Huete Intxaurrondo

Mi madre se quedó blanca.

  • ¿Mamá? ¿Qué te pasa?

Mi madre se levantó de la silla y me preguntó algo que me dejó en el sitio:

  • ¿Te has acostado con él?

Bajé la mirada y mi madre enseguida supo que eso era una afirmación.

  • De hecho no sé si estoy embarazada- añadí temorosa.

- ¿No usaste precaución, Leire?- dijo mi madre decepcionada.

  • No mamá, lo siento, sé que muchas veces me lo has dicho.
  • ¿Cómo eres tan inconsciente, Leire?
  • Yo llevaba un preservativo en la cartera pero se me olvidó sacarlo- me justifiqué
  • ¿Fuiste a tomar la píldora postcoital?- quiso aliviarse mi madre.
  • Tampoco.
  • Pero ¿en qué estás pensando, Leire?- me reprendió.
  • Lo siento, ¿vale?
  • ¿Qué lo sientes? No lo tienes que sentir por mi sino por ti...

Ya que había abierto la conversación con mi madre quería contarle mi gran angustia por lo sucedido con Iñigo.

  • Hay algo que también me gustaría contarte mamá, pero necesito que no te enfades conmigo.
  • ¿De qué se trata?- preguntó mi madre seria y con la mirada triste.
  • La noche que Urko y yo nos acostamos también me acosté con su tío.

Mi madre abrió la boca y los ojos a la misma par.

  • ¿Su tío?
  • Si. Se llama Iñigo es también el bedel del colegio.

La respiración de mi madre era agitada y más agitada. Bebió agua y comenzó a sollozar.

  • Mamá, ¿qué te pasa?
  • Todo es por mi culpa- dijo lamentándose mi madre.

Yo no entendía nada de lo que estaba pasando

  • ¿ Con Iñigo también lo hiciste sin precaución?- preguntó con la voz temblorosa.

Asentí con la cabeza.

Mi madre cerró los ojos y tomó el teléfono. Marcó y esperó a hablar hasta que dijo:

  • Hola, buenas tardes. Quisiera hablar con el Doctor Garmendia.

Se adentró en la cocina y no pude escuchar lo que hablaba. Cuando regresó a mi me dijo:

  • Mañana iremos al ginecólogo. Si estás embarazada no puedes continuar con el embarazo.

Me sentó terriblemente aquella sentencia de mi madre.

  • Si estoy embarazada debería ser yo quien elija qué hacer... ¡es mi cuerpo, mamá!
  • No discutas conmigo, Leire, por favor.
  • Ya no soy una niña.
  • No serás una niña para tener sexo con hombres mucho mayores que tú, pero si para ser madre.
  • Yo me haré cargo del bebé.
  • No puedes tenerlo, cariño- me dijo entre lágrimas.
  • ¿Por qué no? Dame otro motivo que no sea la excusa de que soy muy joven
  • Por que Urko es tu primo e Iñigo ....tu padre.

Miré a mi madre con los ojos desorbitados y a mi mente me vino el recuerdo que mi verdadero padre se llamaba Iñigo. No podía respirar... ¡no sólo tenía a mi primo como novio y dueño de mi virginidad, sino que me había follado a mi propio padre! El aire no me llegaba. Miré a mi madre quien estaba petrificada por la situación.

Al día siguiente me vino el periodo, nunca antes tuve más ganas de ello. Y aprendí la lección: no volvería a acostarme con Urko, ni con Iñigo de nuevo.... sin tomar precauciones... ;)

GRACIAS; ESPERO QUE LES HAYA GUSTADO.