miprimita.com

Nuevas sensaciones

en Hetero: Primera vez

Tócame, besame, acariciame...Puedes notar como me aumenta mi respiración? Cómo se me tensan los músculos? Cómo se me eriza la piel? Púes todas esas sensaciones que tengo en el cuerpo las provocas tú.

Aunque nunca haya tocado a un hombre, se perfectamente como comportarme ante ti. Me arrodillo justo a la altura de tu miembro, te desabrocho los pantalones, y noto su sexo palpitante y duro deseoso de salir de su escondite. No espero para liberarlo de su madriguera. Te miro, me estás sonriendo.

– Cómemela, y hazlo bien- Me dices.

Hago lo que me pides, quiero ser una buena niña. Cojo tu miembro por el tronco, y con torpeza comienzo a lamer, soy primeriza y temo de no hacerlo como es debido.

– Lo hago bien?- Digo sonrojada

– Lo haces de vicio, princesa

Sigo lamiendo tu pene erecto recorriendo todos y cada uno de sus centímetros. Estás muy bien dotado y eso me asusta. Aumento el ritmo y comienzo a chuparte y me ayudo con el vaivén de la mano para proporcionarte más placer, pretendo hacerte disfrutar el máximo. De golpe me apartas de ti. Entiendo que no quieres que siga. Acaso te ibas a correr?

Me levanto, me sonríes y me besas, tú lengua busca la mía, deseosa de ella. Te muerdo el labio. Aunque no rechistas sé a ciencia cierta que te he hecho daño, puesto que de él te sale sangre. Lo lamo. El sabor de tu sangre me endulza la boca. Te miro a los ojos, amenazante, provocativa. Estoy cachonda y lo sabes. Me coges en brazos y me apoyas contra la pared. Presiento que el gran momento por fin a llegado. Me quitas los pantalones y la ropa interior.

– Ten cuidado, que soy virgen...-Digo asustada.

– Tranquila preciosa, tan sólo déjate llevar y confía en mi -

Coges un condón, te lo pones y me penetras con sumo cuidado. Un dolor agudo me recorre las caderas. Noto la sangre resbalando por la parte interior de mis muslos. Has sido el dueño de mi inocencia, y creo que debes de estar orgulloso.

El dolor va desvaneciendo y pronto se convierte en placer, Te mueves delicadamente para no lastimarme, és todo un detalle por tu parte. Te cansas rápido de ser delicado y comienzas a penetrarme salvajemente. Gemimos, jadeamos y nos corremos. Me miras, me besas y me sonríes.

– Te quiero princesa- Me susurras al oído.

– Yo a ti también.

Finalmente nos vestimos, y abandonamos aquella habitación, testigo de todas aquellas nuevas sensaciones.