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Roberto (2)

en Hetero: Primera vez

El sábado, a eso de las 10 y media abrí los ojos. En mi habitación hacía muchísimo calor, a pesar de la puerta abierta de par en par y el ventilador en el cogote toda la noche, desperté con la piel pegajosa de sudor, formando una X con los brazos y piernas y con una erección dolorosa enredada en los calzoncillos. Me coloqué el pene, me rasqué placenteramente los huevos un rato y cuando se me bajó un poco, fui a mear. En la sábana había unas manchas blanquecinas. Semen, seguramente del día anterior, pero no sabía si mío o de Adrián, mi hermano mayor.

Mi habita está al lado del baño, y delante de éste, la habitación de Adri. Entré, me la saqué, y empecé a mear. Si la casa está tranquila acostumbro a dejar la puerta abierta y a través de ésta vi a escasos metros a Adri sobando en su cama. Como yo, en X, pero boca abajo y en bolas… Huesudo, blanco y de piel suave. Cuando ya estaba acabando giró la cabeza y, tumbado desde la cama, se me quedó mirando. Seguramente aun no me veía, justo había despertado unos segundos antes y estaba a medio camino entre alguno de sus sueños y la realidad. Pero me miraba fijamente. Mientras me sacudía la polla al acabar de mear le dije "buenos días", a lo que respondió intentando levantar una ceja.

Crucé el pequeño pasillo hasta la cocina-comedor mientras la cisterna descargaba y fui directo al frigorífico. En la mesa, al lado de la caja vacía de pizza había una nota que leí mientras bebía agua fría.

"Aun estáis durmiendo, he pasado a por algo de ropa y he preferido no despertaros.

Voy con Roy a la playa, volveré por la noche.

Portarse bien!

Besitos,

Mama"

Preparé nesquik con leche en un tazón y me asomé a la ventana. Hacía un día blanco, no se distinguían las nubes pero ahí estaban, oscureciendo el dia. Había bastante brisa y daba gusto sentir el viento en la piel. Se me puso la piel de gallina justo cuando oí a mi hermano abrir el frigorífico.

  • El Roy éste es el dominicano? – me preguntó desde la cocina
  • Sí, supongo.

Me giré pero ya estaba saliendo en dirección al baño. Al poco se oía el agua de la ducha salir. Puse la tele y me embobé viendo los dibujos, apoyé el tazón de nesquik frío sobre mi paquete, era agradable sentir el fresquito en la polla.

  • Adiós! –dijo Adri, caminando rápido en dirección a la puerta, con el casco en una mano y el billetero, el tabaco y las llaves en la otra.
  • Vendrás a comer?

Ni me oyó. Cerró de un portazo. Estaba avergonzado por lo de ayer? No, no podía ser, Adrián nunca se avergüenza, nunca pide permiso ni perdón, él va a la suya. Además, no le había dicho nada, había sido algo bastante normal. Aunque pensado de lejos y visto en perspectiva puede ser raro, nosé, fue un juego de hermanos, no?

Desde la venta le vi montándose a su moto, arrancando y cruzando la plaza por el medio a toda leche. Su motor resonó hasta varias calles lejos.

*****

  • Robiiii –dijo Marina, al teléfono.
  • Nenaa, no me llames Robi, no me gustaaa! –le dije con un tono enfadado pero de broma.
  • Jijiji, vaaale!… no veas… que marrón ayer, tío… -la oía algo raro, estaba haciendo algo, estaba ajetreada, como haciendo fuerza- mi padre… llegó cabreado, le han echado del curro tío… pobre, yo entiendo que es una… putada, pero no es mi culpa, no entiendo porque… tiene que descargarlo conmigo…
  • Marina, qué estás haciendo? -pregunté
  • Ah… nada… jeje… es que me estoy vistiendo.
  • Hmmm, y que te estás poniendo? –pregunté animándome
  • Pues… los vaqueros de ayer… y una camiseta gris, la del dibujo del murciélago…
  • Y debajo??
  • Eso no te lo digo!! –dijo gritando entre risas
  • Oye, donde vas nena?
  • Pues… vamos a dar un paseo?
  • Joer, no, me da palo… Vente a mi casa!
  • A tu casa? Con tu madre?
  • No tia, que estoy solo! Vienes?

Marina estaba de camino. Qué podía hacer para sorprenderla? Estaba solo, mi chica venía, quizás… me dejaría hacerle algo… Solo de pensarlo me empezaba a crecer la polla. Qué? Me vestía? Me quedaba en calzoncillos? En pelotas? La recibía con la polla dura?? No. Lo haré como a las chicas les gusta, pensé. Me di una ducha rapidísima, me puse un toque de la colonia de me hermano y busqué en el cajón. Ahí estaban los bóxer ajustados que me regalaron por navidad. Ni los había estrenado. Eran de marca. Me los puse y me miré al espejo. Apreté la tripa y los abdominales aparecieron, a duras penas, pero ahí estaban. Recogí un poco y me asomé a la ventana a esperar a Marina.

  • TIA BUENAAAA!! –grité cuando la vi aparecer por la plaza

Levantó la mirada, me vio y empezó a gritar, diciendo algo que no podía entender, riéndose, como siempre, gesticulando mucho.

No lo vi, pero seguro que cruzó el portal, se metió en el ascensor, se miró en el espejo y se ajustó el pelo, corrigió un poco la ralla negra que se había pintado en el párpado, se dio un cuarto de vuelta y se observó, crítica. De culo no estaba nada mal, y menos enfundado en esos vaqueros. Se agarro los pechos y los movió acomodándolos en el sujetador, "son pequeñas pero están bien puestas" pensó seguramente.

Y ya había llegado. Yo la esperaba en el portal, apoyado en el marco de la puerta, con los brazos cruzados sobre el pecho, solo con el bóxer.

  • Pero qué haces en bolas!? –gritó
  • Que no estoy en bolas, tonta –me puse derecho y di una vuelta poco a poco, vino rápidamente y me abrazó.

La rodeé con mis brazos y la besé lentamente en los labios. Dando pasos atrás para entrar a casa y cerrar la puerta.

  • Quieres tomar algo…? Un… Nesquik?
  • Nesquik…? Eh…. Vale!

Se lo preparé, se lo tomó, fuimos al ordenador, estuvimos mirando youtubes graciosos, escuchando algo de música, charlando distraídamente. Me eché atrás, apoyé la espalda en la pared y subí los pies a la cama doblando las rodillas.

  • Marina, yo te gusto o no?
  • Eh?? –hizo una mueca de susto, casi de terror- pues… claro que sí! Robi, me gustas un montón…
  • Ya Marina, y tu a mi… ya lo sabes –dije mirándome a las manos, recogidas sobre mi tripa- pero… ya sabes…
  • Qué pasa, Roberto? Es por lo de… -preguntó mirándose a los pies
  • Sí, ya sabes… no quiero esperar más… a mi me gustaría hacerlo ya… contigo…

No dijo nada más salvo cuando se acercó lentamente y se apoyó de lado muy cerca de mi boca y mirándome al fondo de los ojos dijo: "vale". Me abrazó y juntó los labios a los míos.

No me lo podía creer, había dicho "vale"? íbamos a hacerlo? Íbamos a follar? En ese momento? En mi casa? Creo que algo en mi cabeza se desconectó, porque todo el miedo que me daba la primera vez, se esfumó en ese momento y no apareció nunca más.

Me incorporé un poco sobre ella, poniendo las manos sobre el colchón a sus lados, dándole mi boca, besándosela aunque a veces me daba cuenta de que tenía su nariz, pómulo o barbilla en la boca. Me separe de ella, me arrodillé y no pude evitar una sonrisa, de las grandes, mientras entre los dos le subíamos la camiseta gris del murciélago. Levantó los brazos y se la quité. Levaba un sujetador negro, de tiritas finas, de una tela como brillante y muy suave. Envolvían unos pechitos redondeados, con dos pezones apuntando a mis ojos levemente marcados en la tela. Mientras le volvía a morrear la boca, le desabroché el vaquero y en ese momento ella se dio cuenta. Mi polla estaba dura, increíblemente dura dado que aun ni la habíamos tocado.

  • Hmmm -fue lo único que pronunció mientras me la cogía suavemente sobre mi bóxer de marca.

Conseguí desabrocharla y sin decir nada levantó el culo y más tarde los pies para que le quitase el pantalón. Lo que vi me dejó atontado. Levaba unas braguitas blancas de esas con un poco de pierna, como si fueran un bóxer de tío pero más corto y para tías, claro. Tenía una cinturita torneada que se transformaba en una curva increíble al llegar a su cadera y bajar por sus muslos carnosos sin ser gordos.

  • MIERDA! ROBERTO!-gritó con cara de desesperación.
  • Quéééé??
  • Tienes… condones!?

Me levanté corriendo dejándola en la cama y entré rápidamente a la habitación de Adri. Él tendría, seguro, en algún sitio. Los encontré en un cajón. Había dos, y uno estaba abierto. Volví corriendo y se lo di a Marina, como si fuera su problema.

Este susto nos cortó un poco, no sabíamos cómo continuar. Pero cuando vi que se incorporaba para desabrocharse el sujetador me animé otra vez y la dije flojito: "déjame a mi porfa". La rodeé con los brazos y me besó la clavícula. No sé porque dicen que es tan difícil desabrochar sujetadores, no tiene misterio... Se los saqué y le miré las tetas. Pequeñitas, perfectas para mis manos. La agarré de los muslos y la tumbé a lo largo, me apoyé sobre ella y la miré como preguntando… "puedo?" a lo que sonrió dándome carta blanca. Le di besitos en los pechos, pase la lengua por los pezoncitos, marroncitos, color canela, los cogí con los labios, olian de maravilla, a jabón, a piel…

  • Quiero comerte el chichi… -dije mientras le acariciaba muy suavemente las braguitas

Levantó el culo, le quite las bragas y me tumbé, entre sus piernas. Quería verlo bien. Memorizarlo. Se depilaba cuidadosamente, se dejaba un poquito de pelito cortito en forma de triangulo, le separé las piernas. La rajita parecía de seda. De color rosa, apretadita. Le di un lametón superficial de abajo a arriba. Woow, ese era el sabor a coño? No esperaba algo tan rico. Sabía como sus pezones, pero más fuerte, entre dulce, salado, ácido y amargo. Quería desayunar, comer y cenar eso cada día. Acerqué los dedos y con los pulgares lo abrí con sumo cuidado. Tenía la sensación de que eso era un tesoro que debía cuidar. Lo observé bien, los labios… por ahí estaría el agujerito, por ahí el clítoris. Di otro lametón y el sabor aun fue más intenso. Además Marina hizo un pequeño suspiro que me encantó. Acerqué los labios, y di 4 o 5 besos, repartidos a lo largo, apretando un poco con mis labios, dejando escapar la lengua. Acaricié con el pulgar donde creía que estaría el clítoris. Acerté porque enseguida dio un respingo. Me incorporé.

  • Nena… déjame ver cómo te haces una paja porfa…
  • Pero… Me da vergüenza…
  • Venga cariño…

No insistí más. Pasó las manos entre sus piernas. Colocó dos dedos sobre su clítoris, otros dos sobre la entradita. Empezó a acariciar y observé. Quería aprender. Sus dedos pasaban sobre el clítoris haciendo cierta presión, los otros, separaban los labios y se metían lentamente. La miré a los ojos, los tenia brillantes, y se estaba poniendo colorada. Mi polla estaba a reventar. La tenía colocada de lado y donde la punta pinchaba contra el calzoncillo había una mancha mojada. Mi cuerpo necesitaba follar. Meterla y bombear. Un animal dentro de mi estaba desbocado. Suspiré de puro placer, esas sensaciones, aunque en realidad aun no habíamos hecho nada, me ponían los pelos de punta. Metía y sacaba un dedito hasta la mitad. Salía brillante, todo el chochito se le estaba poniendo húmedo, como de babitas. Me incliné y la ayudé con la lengua. Lamia sus dedos acariciándose, metía la lengua junto al dedo que se penetraba, daba chupetones y sorbía los labios. Ella inició un dulce gemido, suave pero casi constante.

  • Robi… me correré si sigo… -dijo muy flojito
  • Quieres ya? -pregunté
  • Hagámoslo… ya…

Era todo lo que necesitaba oír. Cogió el condón y lo abrió mientras yo me quitaba el bóxer y mi polla salía como si tuviera un muelle, durísima como nunca, mirando al techo. La iba a dejar ponérmelo a ella. La verdad, nunca me había puesto un preservativo antes. La agarró con cuidado y lo colocó, con cierta dificultad. También era el primero que ponía ella. Me arrodillé poniendo el culo sobre el colchón y ella se echó sobre el almohadón. Cuando tuve el condón puesto me incliné sobre ella y nos morreamos. A ciegas, entre los dos, colocamos la punta de mi polla en la entrada del coñito. Había llegado el momento. Tenía que empujar. Despacio, muy despacio, pensaba, no se me puede ir la olla. La punta empezó a entrar. Muy suave, parecía mantequilla abriéndose a la forma de mi polla. Un poco más, comprobando la expresión de su cara, que miraba atentamente entre sus piernas, observando como en ese preciso momento perdía la virginidad y con expresión grave parecía estar aguantando, tenía el cuerpo tenso. Llegó el momento en que noté un tope chocar contra mi capullo forrado de plástico. Era ese momento. La miré, no tenía que darme prisa. Me acerqué a besarla. Fui dulce. Quería que se relajara. Entré en contacto casi total con su cuerpo. Sus piernas separadas alrededor mío. Mi pecho contra sus tetitas. Mis brazos abrazándola por encima del culo, sus manos en mi nuca y en mi espalda. Empujé un poco más. No se rompía, pero cedía poco a poco.

  • Aishhh… –suspiró
  • Ya casi… nena –besándola otra vez.

Otro empujoncito. Algo se abrió y me dejó pasar. Puso sus manos en mi pecho. Vale, no me muevo, dije en mi cabeza. Se relajó un poquito y presioné un poco más. Hacia presión, me envolvía el rabo con fuerza. Un poquito más… faltaban pocos centímetros para tenerla toda dentro. Un.. poco… más… Ya.

Hecho. Estaba dentro. Oficialmente, estaba follando.

  • Qué tal? –le pregunté mirándola, no podía disimular mis ansias por empezar a dar.
  • B… Bien… Despacio porfa…
  • Si, nena, no te preocupes… -dije mientras la sacaba.

La siguiente metida fue más ligera. Y la siguiente aun más, y a la sexta entraba y salía como si nada. Marina empezaba a disfrutar. Y yo mucho más. Intentaba no llegar al fondo, no quería hacerla más daño. Sobretodo quería que se corriera. Tenía que aguantar hasta que llegase ella. Despacio. Adentro y afuera. Nos amorramos cada uno al cuello del otro. Estábamos perfectamente encajados y nuestras pieles se pegaban de sudor y saliva. Me abrazó con las piernas. No sabía muy bien cómo colocarme. Probé aguantándome solo con los pies y los codos. Me podía mover bien pero era muy cansado. De rodillas no llegaba muy bien. Estiré una pierna y doblé la otra. Así se estaba bien. Aceleré. Daba metidas cortas pero rápidas. Me estaba acercando peligrosamente y ella aun no estaba a punto. Decidí tocarla como se había hecho ella antes. Acerqué el pulgar a su clítoris. Lo froté. Su expresión se agravó. Le estaba gustando.

  • Robi… me correré… ya…

Eso me animó a dar más fuerte. Empezó el famoso ruido de piel chocando. Su coño era pura mermelada. Se le cerraron los ojos, apretó las piernas contra mí, como si quisiera que parara, intentaba quitarme la mano de su clítoris. Pero no la dejé, seguí y seguí y seguí a medida que sus gemidos subían el volumen y la intensidad. Parecía una tragedia. El condón me ayudaba a no correrme aun. Pero estaba a punto. Su orgasmo fue como un subidón. Empezó lento, con momentos de tranquilidad, pero siempre a más, iba creciendo dentro de ella, en el fondo de su coño había algo que iba a explotar. Y yo se lo iba a sacar. A pollazos. Y se lo hice. A gritos mientras mi polla empezaba a emanar leche. No sé si la corrida fue abundante. Me corrí en el condón. Con los últimos apretones sentí mi polla perder la rigidez de piedra. Los 3, Marina, yo y mi polla nos quedamos relajados, anudados entre nosotros.

  • Nena… hmm… hemos… follado…
  • Ufff… me ha… encantado… -dijo acercándose a darme otro beso.

La saqué despacio, el condón salió con algunos hilillos rojos. Sangre. Por suerte era realmente poca. Mi móvil vibró, un mensaje. Mientras me tumbaba a su lado y ella se acomodaba sobre mí y me quitaba el condón, leí el mensaje. De Adri: "Bravo kampeon. Qando acabéis dame un toke".