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El Probador (2)

en Confesiones

La taza de café me ardía en la mano mientras observaba a la gente pasar arriba y abajo a través de la ventana de la cafetería. Yo mantenía absorta mi mirada en el ir y venir de la gente por la calle. La mañana estaba nublada, muy nublada, parecía como si de pronto fuera a avecinarse una gran tormenta. Era el mes de agosto y todo apuntaba a que íbamos a sufrir la primera tormenta veraniega. Un relámpago ilumino toda la alfombra de nubes oscuras que cubría el cielo. Gotas diminutas empezaron a caer vertiginosamente sobre el asfalto y como si del truco de un mago se tratara, la gente, en breves segundos, desapareció corriendo de la calle buscando refugio en portales y bares. Mi café iba menguando poco a poco al mismo ritmo que los minutos de mi descanso se iban terminando. Tenia que volver nuevamente a mi puesto pero, en mi cabeza, aun resonaba los gemidos del día anterior. No podía olvidarme de los gemidos de la cogida que le dio Juan a Marta y el espectáculo de Pamela. ¿Cómo iba a utilizar aquella información?

Me acabe el café y me dirigí a mi puesto de trabajo. Al llegar allí mí encargado de tienda me dijo que debía de bajar al almacén general del sótano, que quería que encontrara unos catálogos del año pasado que le había pedido un cliente amigo suyo. Menuda cabronada ¿No podía bajar el? Tenia que buscar una jilipollez entre cajas y polvo para que el quedara bien con un cliente. Me mordí la lengua y me trague todo el veneno que podía haber soltado.

Al bajar me di cuenta de que la puerta estaba abierta. Seguramente habría alguien también buscando alguna cosa o algunos operarios haciendo alguna chapuza. Me daba igual. Quería encontrar enseguida los catálogos y volver a mi puesto. Me adentre almacén adentro y me dirigí a la parte donde podría estar mi objetivo. Al torcer un pasillo, observe que la trampilla de un subsotano estaba abierta y había luz dentro. Me pico la curiosidad de saber quien era el pobre al que también habían obligado a bajar a ese "mundo perdido". Me quede sorprendido nada mas bajar. No era un pobre pringado, si no una pobre pringada. Allí me encontré a Marta ordenando un sin fin de cajas, pobrecita mía…..

  • Vaya, vaya, que pequeño es el mundo Marta…
  • ¡Ah! Hola Carlos, no te había oído.
  • No me extraña, con la que tienes montada ahí ¿Qué es lo que haces?
  • Nada, nada importante, he bajado a ordenar esto un poco.
  • ¿Tu? ¿Y eso?
  • Nada, nada…., cosas, cosas que pasan,….
  • Ya, ……., por cierto, ayer no te volví a ver ¿Tardaste mucho en volver?
  • No, volví ala media hora pero ya te habías ido.
  • Si, me llamaron y tuve que volver a mi puesto, espero no te importara mucho, me tuve que ir como a los quince minutos, me dieron un toque de mi planta.
  • No te preocupes, no pasa nada…..,
  • Claro que no, entre amigos no pasa nada.
  • Por cierto Carlos,"amigo mío", podías echarme una mano, así acabaría un poco antes de este marrón.
  • Vale dime que quieres que haga.
  • Mira ponte a mi lado y ves colocando estas cajas en esa estantería roja.

Me coloque a su lado y empecé a hacer lo que me dijo. El trabajo no era muy pesado pero, el calor que producían las luces de aquel sitio añadido a la intensa humedad que hacia, empezó a hacer mella en mi y me puse a sudar. Al quitarme la chaqueta me quede un momento absorto mirando su culo y pensando ¿Qué hago otra vez haciendo el tonto? Estamos los dos solos ¿y si lo intento?

Acerque mi mano hasta su culo acariciándolo suavemente. Ella se quedo inmóvil, sin moverse. Solo atino a hablarme…

  • Carlos, por favor, quita la mano de ahí.
  • ¿Por qué? Yo lo deseo ¿Acaso no te gusta "amiga mía"?
  • Juan, somos amigos, no quiero enfadarme contigo. Quita la mano de mi culo o si no…..
  • ¿ O si no que? ¿Vas a gritar por que te estoy acariciando el culo? No creo que nos escuche nadie. Además sabes que tienes un culo muy duro y bonito ¿No te gusta que te lo acaricien?

Se giro bruscamente y su mano "acaricio" mi cara con una tremenda bofetada. No sabía que era tan fuerte. Gracias a que me sujete a una estantería no me caí al suelo del todo. Dios, como me dolió, el golpe y mi hombría…

  • Te he dicho que quitaras la mano de mi culo, que coño pretendías ¡jilipollas!
  • Vale, perdona chica, perdona,…., me he dejado llevar, el calor, tu cuerpo, tus curvas, no se, se me ha ido la cabeza un poco.
  • Si la cabeza y la mano. Será mejor que te vayas Carlos y olvidemos esto, por favor, vete, ya acabare yo sola de ordenar esto.
  • Si, será lo mejor. Olvidémoslo todo. Anda, dame la mano y ayudame a levantarme.

Alargo su mano para ayudarme y fue su perdición. En vez de dejar que me ayudara tire con todas mis fuerzas de su cuerpo y, abrazándome fuertemente a ella, la tumbe del todo en el suelo. Empezó a gritar y no me quedo más remedio que taparle la boca con una mano. Estábamos solos pero no podía arriesgarme.

  • Cállate, maldita sea, cállate y no chilles….
  • Mmmmmmm, ¡Socorr….!mmmmmm
  • Cállate y escúchame. No voy a hacerte daño ( en cierto modo no la mentía). Cállate y no grites ¿Acaso Juan te toca el culo mejor que yo?

Se quedo quieta, parada y blanca como el nácar. Sabía que yo sabía su secreto. Aproveche su silencio para sincerarme con ella y retirar un poco mi mano de sus labios.

  • Si, ayer, tu y Juan. Pasasteis a los probadores, los dos, juntos. Yo os vi, os vi y os sentí.
  • Pero como…., tu….., tu….
  • Si, yo, el imbécil del cual te aprovechas siempre que quieres, que sabes que me tienes para lo que pidas. El imbécil que esta loco por ti ¿Qué tiene el que no tenga yo? A parte de su mujer ¿supongo que ella no sabe nada?
  • Carlos, no sigas, por favor, te lo pido…..
  • No, no quiero. Te deseo. Quiero follarte aquí y ahora ¿No ves como la tengo?¿Que piensas, que a mi me la pone dura cualquier putilla?

Agarre una de sus manos y la lleve hasta mi paquete. No se si fue la idea de que la tomara allí, de aquella manera, la que la empezó a seducir o el miedo de que me pudiera chivar a la mujer de Juan ( que era responsable del departamento de personal en nuestra empresa) pero el caso es que bajo mi cremallera y saco mi polla por fuera de mis slips.

Sus mano, aunque llena de polvo, me transmitía una sabrosa sensación de placer al notar como empezaba a tirar de ella arriba y abajo, suavemente. Al ver que Marta se había rendido a la situación y a mi deseo, me deje llevar del todo. Como pude me fui quitando, bueno, arrancando la camisa al mismo tiempo que mis labios se estaban comiendo su boca, con deseo, con ansia, con pasión. Nuestros labios apenas si estaban separados un segundo mientras su lengua y la mía se retorcían una junto a la otra. Mis manos empezaron a arrancar los botones de su camisa en busca de sus pechos. Al llegar a su sujetador, los saque por fuera, dejándolos colgando y amasándolos una y otra vez. Sus pezones también querían sentir así que retire mi lengua de su boca para centrarme en ellos. Ella seguía pajeándome y yo me recreaba mordiendo y chupando unos pezones, unas tetas, que eran un pecado divino.

Mis manos eran más sabias que yo y, notando que Marta había abierto sus piernas por completo, se metieron debajo de su falda. Me disponía a introducir uno de mis dedos en su segura, mojada y hambrienta conchita, cuando de repente me dijo:

  • No cabrón, el dedo no, cómeme el coño con la lengua que ya lo estoy deseando.

Dicho y hecho. Me incorpore un momento para quitarme el pantalón y los slips del todo para lo que ella aprovecho para quitarse la falda, sus braguitas y, abiertas bien de piernas, mostrarme el camino que quería que siguiera. Tumbada en el suelo, con las tetas fuera del sujetador y las piernas bien abiertas me invito a pasar, a pasar mi lengua…, jajajajaj,

  • Venga, chupame, chupa mi coño, mi clítoris, chupame toda ¡ya!

Inmediatamente cumplí sus órdenes. Me arrodille a sus pies y empecé a pasar mi lengua por su tobillo derecho para, poco a poco, ir subiendo por el interior de su pierna y de su muslo hasta llegar a su ingle. A ella le gustaba. Sus gemidos me lo demostraban, pero quería mas, quería que llegara a la casilla de meta, tenia prisa. Me agarro del pelo y directamente llevo mi cabeza y mi lengua a la puerta de su coño. Lo tenía rasurado en gran parte, aunque aun mantenía unas finas filas de pelitos. Eran castaños y se notaba que los tenia muy bien definidos, se notaba que cuidaba con mucho esmero esa parte de su cuerpo. Empecé a pasar mi lengua de abajo a arriba por sus labios. Al llegar arriba del todo pasaba también mi lengua por su rosado clítoris. Gemía. Mantenía las piernas bien abiertas pero se había llevado sus propias manos a sus tetas. Se las estaba sobando bien e incluso intentaba besarse sus propios pezones. Aquello me animo en mi labor y ahora en vez de pasar mi lengua chupaba sus labios y tiraba de ellos. Dios que gritos daba. Su cuerpo se iba retorciendo de placer a medida de que yo iba aumentando el ritmo de mis labios. Fue entonces cuando le arranque varios pelos del coño de un mordisco a lo que ella solo pudo exclamar "aggggggggggggg, hijo p……" y subí mi lengua y mis labios a su clítoris nuevamente. Lo chupaba, lo mordía, lo besaba, lo absorbía. Me gustaba chupárselo y me gustaba oírla gemir. Quería que se corriera y para ello necesitaba más. Introduje dos dedos en su encharcado coño. Los metía y sacaba rápidamente mientras no paraba de jugar con mi lengua en su clítoris. El ritmo cada vez mas veloz iba tensando su cuerpo. Notaba que el final estaba cerca, muy cerca. Marta soltó las manos de sus tetas e impulsivamente volvió a cogerme del pelo, cerró sus piernas, y me ordeno que chupara más y más rápido. Casi no podía respirar pero me daba igual. Estaba allí, prácticamente desnudo, comiéndole el coño a la mujer que deseaba y ella lo estaba disfrutando. Tanto lo gozo que cuando se corrió al final en mi cara, con la fuerza de sus piernas, casi me voltea del todo en el suelo.

Mis labios, mi lengua y toda mi cara, estaban empapados de su corrida, de su flujo, de ella. Estábamos los dos prácticamente desnudos y encharcados en sudor. Mi cabeza ya descansaba en su vientre mientras ella mantenía sus piernas cerradas intentando seguir sintiendo aun la sensación de placer que le había dado. Ahora me tocaba a mí.

(continuara)