Una experiencia donde lo más sucio es lo más hermoso:

Al llegar a casa, después de una llamada al movil de ella, me encontré la casa en penumbra. Solo una luz en el salón me indicaba donde estaba. La encontré en el sofá sentada y desnuda. Más bien estaba echada con las piernas en alto, encogidas sobre sus pechos. En esta postura tenía tanto su sexo como su ano completamente a la vista. Con los dedos separaba los labios de su sexo que destilaba jugos deslizandose hasta la tapicería del sofá. Ella respiraba excitada con los pezones duros. No dijo nada ni yo tampoco.

En silencio me acerqué a ella mirándola. Me puse de rodillas y acerqué la cara a su coño. Olía a sexo, a coño a mar. Ella intentaba acercar sus caderas a mi cara y notar mi boca en su sexo, pero yo la retiraba y solo dejaba que mi aliento acariciara su humeda vagina.

Comencé a chupar su coño. Ella no se movía en su postura incomoda, solo me dejaba lamer toda la raja, el agujero de su culo, donde hacía deslizar mi lengua y la metía todo lo profundo que podía. Ella apretó sus muslos y note su orina en mi cara. no me aparté, quería que se meara sobre mi. Su culo se abrio y defecó al tiempo. Dejé que la caca cayera al suelo y que su orina me regara la cara. Acabó y la lami los dos agujeros. Metí la lengua en su culo y en su coño. Sorbí, lamí, chupe y seguí hasta que se corría sin parar y me regaba una vez más.

Saqué mi polla por la bragueta y la follé por el culo. La llené de semen. Volví a comerle el agujero del culo y comerme mi semen. Ella se levantó y se restregó sobre la orina y sobre la mierda, dando vueltas por el suelo. Luego se abrazó a mi y nos besamos revolcándonos y pasándole su pis, caca y mi semen a su boca.