miprimita.com

Mi oso de peluche

en Fetichismo

Nunca pensé en mi vida lo que podía disfrutar con un trozo de tela relleno.

Mi historia por muy rara que os parezca empezó con un día de máximo cabreo. Resulta que se acercaba mi cumpleaños, ya cumplía 27, una edad nada mala, pero si os cuento que mis amigos y amigas estaban a mas de 900 km, que a las únicas personas que tenía cerca era a mi familia, y para colmo me había quedado sin trabajo la mezcla era un coctel molotov puro y duro, vamos que no tenía nada de ganas de celebrar mi cumpleaños y mucho menos pensar en el.

Mi familia siempre me ha querido mucho, pero como estaba más bien depresiva por cómo se estaba resolviendo mi vida mi estado de humor hacia ellos era un poco brusco, pero ellos lo entendía perfectamente, dado que en la época que estamos una chica de 27 años, que acababa de quedarse en paro, sin gente con la que salir y que mi última relación con un chico fue casi 3 años atrás era para estar un poco de los nervios.

Llego el día de mi cumpleaños, y yo sin ganas de fiesta ni que me dijeran un ¡FELICIDADES! por que es que me lo comía, pero mi familia con ganas un poco de animarme me dio un regalo, un regalo que desde que soy muy pequeña me ha encantado, y es que no me puedo resistir a los peluches, y mis abuelos me tenían preparada una sorpresa en el salón de mi casa. Cuando me desperté por la mañana en el sofá del salón había un paquete enorme, más o menos de un metro y medio de alto, y bien regordete, con lo cual yo con los pelos todavía en la cara y con una mirada de muerta viviente no puede más que sorprenderme, en esa estancia estaba mi familia esperándome, con cara de que abriera el regalo, y para qué negarlo, me dio alegría ver esa pedazo de sorpresa.

Me dispuse a abrir el paquete, y poco a poco se empezó a ver la cara de un enorme oso de peluche, y cuando lo termine de desenvolver mi cara cambio de expresión, ¡era una cucada! Era grandísimo, muy muy tierno y una carita sonriente dulcísima, era la cosa más bonita que había visto en mucho tiempo. Después de mi sorpresa le di un beso a mi familia y darle las gracias por soportarme en esos últimos días antes de esta sorpresa, y que gracias a ellos había conseguido subir un poco mi ánimo.

El día transcurrió bien, vamos lo típico en cualquier familia, una comida en un restaurante, en casa una tarta con tu familia con cara de tonta cantando la maldita canción del cumpleaños feliz y terminar con pedir un deseo, lo de cualquier cumpleaños, pero lo mejor de todo mi cumpleaños estaba por llegar, porque esa noche ese oso de peluche seria mi mayor fetiche en la vida, porque no sé como paso, pero puedo asegurar que esa noche acabe más caliente que una plancha.

Me fui para mi cuarto, me puse el camisón corto para dormir, y como me gusta dormir con peluches pensé que esa noche estrenaría el oso, y sin pensarlo lo metí en la cama, pegado a la pared, y después de encender la luz de noche y apagar la del cuarto me metí en la cama junto al oso, y me tape con la sabana y la colcha hasta la cabeza, puse mi cabeza en la almohada, y en ese momento cuando le di la vuelta, y le di la espalda al oso note como una de sus piernas blanditas y suaves por cosas del destino fue a parar a mi entrepierna, en ese momento un escalofrió recorrió todo mi ser, ¡NO LO PUEDO CREER! Me estaba excitando con un peluche, pero la verdad es que estaba algo calentita esa noche. Me di la vuelta dándole la cara al oso, y inconscientemente empecé a besarle como si fuera mi amante, sus brazos eran largos, con lo cual eran perfectos para poder abrazarme con ellos, cuando lo hacía mis tetas con unos pezones ya bien duritos rozaban con él y eso hacía que me pusiera más caliente todavía. Poco a poco empecé a refregarme sus patas suaves y esponjosas por mi entrepierna, sintiendo el calor y la suavidad de su pelaje, y poco a poco empecé a mojarme, estaba muy excitada, quería empezar a tocarme mi clítoris, y empezar a meterme un dedo en mi ya húmeda vagina, pero en ese momento recordé una cosa, un juguetito que mi ex novio me había regalado para que yo le diera placer, y es que el tenia una manía, que a mí me encantaba, y era que le gustaba que una chica le diera por detrás, así que me regalo un arne, con un pene bien grandote de unos 15 centímetros que yo usaba con él y que simulaba muy bien el miembro viril de un macho desesperado.

Recordé que dicho juguetito lo tenía en una caja en el fondo del armario, metido en una bolsa de deportes para no levantar sospechas por si algún curioso de mi familia rebuscaba, y recordándolo me levante de la cama con mi mano en mi metida en mis bragas acariciándome en clítoris y con mi dedo índice metido en mi boca y mordiéndolo con mis dientes. Abrí el armario, saque el juguetito de su sitio, y volviendo a la cama se lo empecé a colocar muy lentamente a mi amado osito y cuando lo tenía ya bien colocado la imagen era para mí la mas excitante, el osito ahora tenía un pene bien grande y erecto en su dulce y blanda entrepierna.

Lo puse al principio apoyado contra el cabecero de la cama, y como si de una perra en celo se tratase me puse a cuatro patas, con mi culito en pompa, mirando fijamente ese trozo de goma que parecía tan real al pene de un hombre y empecé poco a poco a besar, para después seguidamente metérmelo en mi boca, después de metérmelo empecé a usar la lengua de arriba abajo, a si transcurrieron 10 minutos, mientras que chupaba me tocaba y me metía ya no uno, si no dos dedos en mi ya bien mojada vagina.

Me acosté seguidamente en mi cama, abiertas de patas pidiendo que algo me penetrase hasta el fondo de mi ser, y seguidamente con este pensamiento cogí el oso, y cogiendo fuertemente por su culo peludo y suave empecé a acercarme su enorme pene a mi vagina, y poco a poco cuando ya estaba puesto en mi puerta lo fui introduciendo poco a poco, hasta que entro enteramente en mi, DIOS MIO QUE GUSTO, cada vez empujaba mas mi osito con su enorme pene hacia mi vagina y cada vez me lo introducía con más fuerza, hasta que ya no pude mas, y con el dedo gordo de mi mano puesto en mi boca para que no se escucharan mis gemidos una tremenda corrida salió desde mi vagina, llenando toda la sabana y rociando al ya mi amado oso.

Estaba exhausta, pero mi cuerpo quería mas, a si que para terminar puse el oso acostado en la cama, y yo me puse de pie encima de el, para que poco a poco dejarme caer sobre él, para que esa maravilla entrase en mi ano, y a si fue, empecé a subir y a bajar, introduciéndome todo dentro de mi estrecho ano mientras me seguía tocando mi clítoris, a si pasaron otros minutos hasta que mi cuerpo no resistió mas y se rindió al cansancio.

Hay estaba yo, cansada y jadeando en la cama, hacia frio pero yo estaba sudada y extasiada por el gusto que acababa de recibir, no podía imaginarme que un oso de peluche me diera tanto gusto y me hiciera sentir tan bien, desde esa noche no puedo mirar a mi oso como lo haría otra chica, desde esa noche se convirtió en mi peluche preferido para quitarme las penas de la soledad