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Los amigos de mi mujer (5) Final

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Los amigos de mi mujer (5) Final

Nunca imaginé que podría disfrutar tanto del sexo, y todo, gracias a los amigos de mi mujer…

Mientras recuperamos el aliento, Marta sirvió unas copas de cava. El frescor de la bebida, se agradecía mucho, después de la batalla. Un rato de amena conversación, distendió de nuevo el ambiente.

Seguramente, yo hubiera rehuído el contacto con Hugo, si éste se hubiera producido de otra manera. Pero, sin duda, Silvia y Marta, habían maquinado el desarrollo de la acción, de forma que resultara natural, y nada forzada,… y lo habían conseguido.

Por otra parte, el muchacho, se había comportado sin asomo alguno de mariconadas, ni nada que se pareciera,… simplemente me dió placer,… de la forma que sabía hacerlo, sin importarle demasiado si se lo daba a un hombre,… ó a una mujer…

La conversación fue derivando hacia aspectos más íntimos.

Silvia se acercó felinamente a mi oído, y me susurró:

-Cariño, ya estoy loquita por comerte la polla, y que me la metas…

-Pues no se hable más…

La tomé por las manos, y la conduje hasta un sofá sin apoyabrazos,… la hice sentarse, y le acerqué mi polla, un tanto morcillona…

-Hummm… verás de lo que soy capaz…- dijo antes de meterla en su boca.

Mi polla recibió el mensaje. Se puso gorda, conforme Silvia le iba agasajando y propinando cuidados…

Me tomaba por el tallo, y cogiendo el capullo solamente en su boca, le succionaba con temple, haciendo que, a cada succión, ésta, se hinchara un poquito más…

A continuación me asía por los cachetes, y ahora sí,… se la introducía hasta lo mas hondo de su garganta, haciéndome sentir cerca del cielo…

Mientras, Marta había intimado con la polla de Hugo, pues arrodillada delante de él, también le estaba afinando el instrumento. De reojo, observaba a Silvia, y se esforzaba en imitarle en todas las operaciones, aunque no lo tenía fácil, pues la polla de Hugo, era impresionante…

Hugo se dejaba hacer, sonriente. Cruzaba de vez en cuando una mirada inteligente con Silvia, que a su vez, se fijaba en lo aplicada que Marta se había puesto.

Cuando Silvia consideró oportuno, se levantó y se apoyó con las manos sobre el asiento, ofreciéndome una visión maravillosa de su hermoso culo,… y por debajo de él, un chocho precioso, con sus labios ligeramente abultados, y unos pocos pelitos a los lados… Marta le imitó. Parecía que había decidido hacerlo en todo momento. Así pues, Hugo y yo, nos dispusimos a taladrar los dos chochitos, que se nos ofrecían con tanta devoción.

Y lo hicimos. Yo clavé mi estoque hasta el fondo, en la primera acometida, y, allí me quedé esperando a que Silvia valorara mi empeño… Mi polla había penetrado todo lo posible, hasta los huevos, pero, Silvia tenía un chocho capaz de engullirla toda, y sospecho que mucha más,… sin embargo me presionaba con sus músculos vaginales de tal forma, que mi sensación era que me estaba follando un chochito recién estrenado… era una maestra…

Pero Hugo, consciente del tamaño de su herramienta, y haciendo gala de un tacto exquisito, dejó que fuera Marta la que, penetrándose, poco a poco, sin prisa, y haciendo sitio al badajo, pudiera disfrutar en toda la extensión de su polla, milímetro a milímetro. Así, los dos de pié, detrás de las mujeres, ya fuímos bombeando suavemente, pero a buen ritmo, haciendo que los gemidos de ambas se fueran manifestando…

Marta, se acercó con su lengua fuera de su boca, en busca de la lengua de Silvia, que le recibió con la suya, jugosa y caliente. Se entrelazaron con ellas, con vicio y pasión, como si se tratara del reencuentro de dos amantes, largamente ausentes el uno del otro.

Se voltearon de espaldas, situándose sobre el sofá cada una en un extremo, de forma que sus bocas quedaron enfrentadas, y pudieran seguir besándose. Nos amorramos sobre los sexos, como un beduíno recién arribado a un oasis… bebimos del néctar, acariciamos el nido,… con delirio mordíamos el fruto del placer cada vez más hinchado y enrojecido… volvimos a atacar los chochos con las pollas a reventar de presión.

Hugo, ahora no necesitaba tener tacto. En realidad, Marta, le pedía que la follara duro… y hondo. El muchacho así lo hizo. Yo también me contagié de la energía de Hugo, y atacaba duro el chocho de Silvia. Las dos mujeres jadeaban ya de forma sonora, al mismo compás…

Marta, rodeó con sus piernas el cuerpo de Hugo, lo cual facilitó aún más la profunda penetración que estaba recibiendo, y yo, tomé las piernas de Silvia, para que hiciera lo mismo conmigo. Gran idea, pues, se alcanzaba una penetración tan íntima y profunda, que nos llevó al orgasmo, ya sin retorno posible…

Marta se dejó llevar por su pasión… se abrazó con sus brazos al cuello de Hugo, y simplemente… lo exprimió como un limón.

Hugo sabía como debía actuar. Se dejó ir, cuando Marta se corría ya si remedio, lo cual hizo creer a Marta que era ella, la que controlaba la acción… Esto provocó en Marta un sentimiento de poder, de control. Y creyendo ella que tenía el control, le hizo correrse cuando quiso… Bueno, eso, creyó ella… aunque no era así…

Aunque no lo demostrara, Hugo era un maestro del sexo…

Ver a Marta dando los primeros espasmos, encendió mi pólvora. Mi polla descargó copiosamente el semen, que se depositó en lo mas profundo del chocho de Silvia. Mientras ella, amenazaba con partirme en dos, de la fuerza con que se apretaba sobre mis riñones.

Noté como su chocho palpitaba a lo largo de mi polla, y como me exprimía las últimas gotas de mi semen, mientras sus ojos, y su cabeza, girados hacia arriba, expresaban con una extraña mueca, lo inexplicable…

Nuestros cuerpos se abatieron sobre los de Marta y Silvia. Realmente había sido agotador. Un polvazo de enorme tensión y morbo. Sí, quedaría en mi memoria, como uno de los mejores orgasmos que había disfrutado… sin tocar a Marta, pero, sintiendo profundamente su placer…

Nos tiramos al agua de la piscina. Un baño refrescante nos vendría muy bien para reponernos.

Disfrutamos el frescor del agua durante varios minutos, relajándonos. Me puse boca arriba, haciendo "el muerto"…

Marta vino hacia mí, y me dijo:

-Cariño,… ¿estás bien?

-¡Claro!... –repuse- ¿y tú?

-Muy bien,… Silvia y Hugo, saben lo que hacen… ¿verdad?

-Desde luego… Nunca hubiera imaginado que podríamos disfrutar tanto del sexo…

-Sobre todo, estoy muy contento, pues creo que hemos superado algunos tabúes que teníamos…

-Sí. Y hemos disfrutado como no podíamos imaginar nunca… -replicó Marta.

Marta y yo, salimos del agua. Silvia y Hugo, se quedaron unos minutos más. Hablaban entre ellos… no podía escucharlo, pero parecía una conversación amigable…

Al poco, salieron y se secaron con las toallas…

Tomamos otra copa de refrescante cava.

Nuestras respiraciones aún estaban agitadas un poco, pero era debido al baño…

Hugo y yo, nos recostamos sobre sendos cojines, tratando de recuperar el ritmo normal de nuestra respiración. Durante un buen rato, charlamos sobre cosa intranscendentes, fumando unos cigarros y tomando unas copas más de cava

Silvia, tomando por una mano a Marta, le arrastró al centro de las colchonetas, donde ambas se tendieron juntas. Silvia se apoyó sobre su antebrazo izquierdo, de forma que su cara quedaba sobre la de Marta, muy cerca de ella. Le miraba fíjamente a los ojos, alternando con su boca…

Al cabo de un buen rato, Silvia se acercó al oído de Marta y le susurró:

-¡Ahora déjate hacer… vas a volverte loca de placer…!

Dicho esto, Marta cerró los ojos. Estaba dispuesta a recibir todo el placer que le entregaran esa noche, viniese de donde viniese. Sus sentidos se dispusieron a recibir…

Silvia comenzó por besarle dulcemente los labios, para, poco a poco, ir desplazando sus besos hacia las comisuras, sobre sus mejillas,… su frente,… párpados,… sus orejas, donde además, mordió suavemente junto al lugar donde se encontraba anclados sus pendientes, y la punta de su lengua, hurgó con delicadeza dentro del pabellón auricular, haciendo que se erizaran los vellos de toda la zona de la nuca y cuello, volviendo a decirle muy bajo:

-No abras los ojos en ningún momento… y te prometo que no olvidarás esta noche en toda tu vida.

Le hizo ponerse boca arriba con los brazos y piernas ligeramente extendidos.

La luz de las antorchas iluminaba la escena, como si se tratara de una antigua ceremonia de sacrificio. Parecía la víctima propiciatoria de la misma, dispuesta al sacrificio de forma voluntaria… Silvia parecía ser la oficiante del ritual. A mí me pareció una sacerdotisa de alguna antigua civilización. Las luces les daban un aspecto arcaico, primitivo y, a la vez, bellísimos…

Se irguió, colocando un pié a cada lado de las piernas de Marta, para seguidamente arrodillarse con cuidado sobre ella, una rodilla a cada lado, de la cintura de Marta, sin tocarla, y, a continuación, apoyando sus manos a la altura de los hombros, se acercó de nuevo a la boca de Marta, comenzando otra serie de besos, mezclados con suaves toques lamidos con su lengua. Tras repetir por toda su cara, fue bajando por su cuello… un lado, después el otro… sus hombros, bajando por su pecho, hasta llegar a los pezones, donde con parsimonia y, muy medida lentitud, se entretuvo en lamer suavemente una aureola,…. y la otra,… para después, tomar uno de los pezones con sus dientes, suavemente,… después, hizo lo propio con el otro…

Marta, se estremecía a cada poco, acusando el "tratamiento".

Unos gemidos muy bajitos salían de su boca, con cada toque que recibía en su anatomía. Cada beso, cada lamida, era como una descarga eléctrica dulce y esperada, pero no por ello, menos sorprendente y deliciosa,… permanecía con la boca entreabierta, jadeando ligeramente,… pero sus ojos, permanecían cerrados…

Los labios de Silvia quemaban,… ardían de deseo, pero se controlaba, para no descargarse con la furia de la atracción que la embargaba,… flexionó ligeramente sus rodillas, y dejó que su pubis se aproximara al de Marta. Sus cortos pelitos y los de Marta entraron en contacto. Al notarlo, Marta dió una culadita hacia arriba, con lo que los dos pubis, quedaron en contacto íntimo. El chochito de Silvia, dejó escapar un hilito de jugo ligeramente blanquecino y meloso, que fue a parar sobre la rajita de Marta, introduciéndose dentro de ella, para reaparecer por el extremo inferior de la grieta, poco después…y seguir su camino por el desfiladero de su culito, inundándolo, hasta su agujero…

Hugo y yo, les mirábamos atentamente, hipnotizados por el encanto de la escena. Nuestras pollas iniciaron la recuperación, de forma que iban hinchándose poco a poco, mientras nuestras manos las acariciaban suavemente. Diríase que éramos los invitados de honor a aquel sacrificio ceremonial…

La lengua de Silvia, seguía su lascivo recorrido hacia el hoyito del ombligo, donde dió varios rodeos antes de asomarse tímidamente a su interior… La piel por donde la lengua de Silvia había retozado, presentaba claramente erizados, los pelos de su superficie… Marta, se hallaba en un estado de absoluta recepción, y su cuerpo, acusaba en cada momento, todas las caricias que estaba recibiendo…

Descabalgó ambas piernas, situándose entre las de Marta, pues su boca, seca, pero golosa, necesitaba saber del aroma del chochito de Marta… Así lo hizo… con suaves, pero decididos lenguetazos, extrajo algunos jugos del mismo, y los saboreó con lujuriosa pasión…

Hizo que Marta encogiese, y a la vez, abriese las piernas. Se aplicó en besar delicadamente el interior de sus muslos hasta sus rodillas, de forma alternativa, y las piernas de Marta, comenzaron a temblar ostensiblemente…

Para ese momento, nuestras pollas habían recuperado su esplendor. Nos las frotábamos arriba y abajo, suave, pero insistentemente, con lo cual se pusieron al máximo de presión…

Silvia tomó el consolador doble que había traído, y un tubo de lubricante, y embadurnó concienzudamente el aparato.

Seguidamente, aplicó con suma maestría lubricante sobre el chochito de Marta, sin olvidar el culito, y, lo mismo hizo con sus propios orificios. Entonces tomó el consolador, y como si de una celestial ofrenda se tratara, lo elevó, y lentamente, fue acomodando uno de los extremos dentro del chochito de Marta, que ya gemía sin reparo, pero, sin abrir los ojos… le dió varios vaivenes suaves, sin sacarlo del todo, cosa que a Marta le debió gustar mucho, pues a cada uno de ellos correspondió con un grito de placer…

Silvia se introdujo el otro extremo en su chochito, haciendo gala de una flexibilidad de piernas envidiable, de forma que una vez introducido, se acomodaron la una, junta a la otra, perfectamente abrazadas, de lado, y volviendo sus bocas a comerse los labios y las lenguas mutuamente, mientras sus pubis, unidos por el consolador como un cordón umbilical, y sus pechos, se esforzabas en mantenerse pegados por completo, mediante golpes de riñones mutuos…

Yo, ya no frotaba mi polla. Sólo la sujetaba con mi mano abrazada por el tallo. Si hubiera seguido, ya me habría corrido, pues la escena me excitaba sobremanera. Miré la polla de Hugo. Era una enorme polla, ligeramente morcillona, pero enorme… Hugo llamó mi atención. Me hizo un gesto, como si dijera:

-¡Vamos!...

Tomó el tubo de lubricante, y me embadurnó mi polla, haciendo lo mismo con la suya, a continuación. Yo, no tenía muy claro, que pretendía que hiciéramos… Pero él,… sí que lo tenía claro… ¡clarísimo!...

Se situó por detrás de Marta, acercando el monstruo al culito de Marta. Me hizo un gesto con su cabeza, que yo entendí enseguida, e hice lo mismo detrás de Silvia.

Como si se tratara de una acción sincronizada, ambos atacamos los culitos al unísono. Mi polla, se introdujo sin demasiada dificultad, una vez localizada la entrada, pero Silvia me dió la bienvenida con unos apretones de esfínter, que me dejaron los ojos en blanco por unos instantes. Desde luego, Silvia sabía mucho de cómo hacer disfrutar del sexo, sin distinción del idem.

Por su parte, Hugo, tenía algunas dificultades. Su enorme cipote, bregaba por introducir su cabeza, cosa difícil, debido a su tamaño, pero, no queriendo ser bruto, esperó a que Marta relajara su esfínter, y le facilitara la entrada, cosa que ocurrió poco después.

Cuando Marta, sintió que era invadida, abrió desmesuradamente los ojos, hasta entonces cerrados, y profirió un grito, no sé muy bien, si de dolor, ó de placer,… eso sí, con la mano libre, se aferró al culo de Hugo, y lo apretó con desesperación hacia sí, a la vez que sacaba atrás el culo para profundizar la penetración.

Conseguimos por fin, acompasar nuestros vaivenes, pudiendo entonces saborear los más dulces momentos de la noche, los cuatro al unísono. Traté de relajarme un poco, pues era tal la excitación, que de no hacerlo, no hubiera aguantado ni un minuto. Silvia mandaba en los movimientos,… atrás,… adelante,… nosotros dos, obedecíamos como corderitos. Ellas, con el "tempo" cambiado, reculaban a la vez, y se clavaban nuestras pollas en sus culitos a la vez, y, al ir hacia adelante, se clavaban el consolador en sus chochitos. Disfrutaban el doble en cada vaivén…

Mi mente trató de grabar en la memoria aquellos momentos, de forma indeleble. Creí que nunca podría repetir la extraordinaria sensación de sentir como cuatro cuerpos, abrazados, unidos entre sí por los sexos, fueran capaces de sentir tales sensaciones al unísono… Las bocas, jadeaban interpretando la misma sinfonía, en perfecta sincronización…

Sólo faltaba que llegásemos al orgasmo a la vez, de forma simultánea… creo que todos lo deseábamos, pero ninguno quería llegar el primero, y romper el encantamiento que nos embargaba.

Así, entre el deseo ardiente de alcanzar el orgasmo, y el temor de hacerlo demasiado pronto, se sucedieron los minutos más placenteros que había vivido hasta el momento,… y sentí que Marta así lo sentía también, pues alcanzó con su mano mi cara, y me acarició,… sus manos me dijeron,… ¡gracias!,… por permitirme sentir el mayor placer del mundo…

Los gemidos y jadeos fueron subiendo de tono. Sobre todo, Hugo, estaba propinando unas emboladas en el culo de Marta, que nos llegaban a los tres. Era muy morboso sentir que las mismas acometidas que sentía, eran las que recibía Marta en su culo. Me producía un cosquilleo solidario en mi culo…mmhummm, me habría gustado sentirlo en el mío…

Parecía que la escena terminaría en breve… Hugo, se debatía como si le fuera la vida en ello…embestía cada vez, con más fuerza… Marta, ya no jadeaba, daba alaridos de placer… Silvia, cerrados los ojos, como en estado de contemplación, parecía haber llegado al Nirvana, y sólo se le escuchaba respirar profundamente, con la boca abierta… mis manos, envolvían los dos pechos de Silvia, oprimiéndolos y apretando su cuerpo sobre mí… sobre el revés de mis manos, los pechos de Marta, también me apretaban… La tensión era enorme…

Marta, dio un gran grito… -Ahhhhhhrrrj j j j jsss!!!!-... acompañado de un gran espasmo. Seguidamente, puso los ojos en blanco, y comenzó a temblar con todo el cuerpo. Fué el detonante. Los demás, espoleamos nuestras monturas, para no quedarnos atrás, y Hugo, Silvia y yo, nos corrimos inmediatamente, sin reservas, acompañando los temblores de Marta. La inundación que sufrieron los culitos de Marta y Silvia, fue memorable. Sobre todo el de Marta, pues, cuando pasados unos minutos nos salimos, el culo de Marta babeaba semen, de forma copiosa, como nunca antes lo había hecho. Marta y Silvia, deshicieron el nudo, quedando abrazadas durante unos minutos, las bocas muy cerca, jadeando los estertores finales del encuentro…

Hugo y yo, permanecimos también unos minutos abrazados a ellas,, hasta que, ya un poco recuperados, nos levantamos, y fuimos hacia las duchas…

Miré el reloj. Eran casi las cuatro de la madrugada… Había sido una gran velada

-Hugo,… tengo que agradecerte a ti, y a Silvia, la noche tan fabulosa que nos habéis hecho pasar,… estoy seguro que no lo olvidaremos… ¡Gracias!.

-Ha sido un verdadero placer,… que espero que podamos repetir alguna vez… -dijo Hugo, con naturalidad, y se metió en la ducha.

También Marta agradeció a Silvia todo el esfuerzo que ésta había hecho, para hacer de aquella noche,… una noche inolvidable…

Silvia, guiñó un ojo a Marta, y, dibujando la mejor sonrisa en su cara, dijo:

-Ahora, sólo no falta hacer inolvidables las tardes, también… y lo haremos… ¿verdad?.

Marta supo en aquel instante, que quería disfrutar mañanas, tardes, noches, y todas,… todas, y cada una de las horas que le quedaran de vida…

Y yo, supe que estaría cerca de Marta, para tener el placer de verla disfrutar