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Maximus

en Zoofilia

Maximus

Compré aquel precioso cachorrito blanco como la nieve 4 meses antes de mudarme a mi casa propia e independizarme de mis padres, motivos tenía varios pero repase principalmente los esenciales: como Guardián de la casa que pensaba habitar sola por mi cuenta a mis 23 años recién cumplidos y porque no había visto cosa más tierna que aquel perrito esponjoso y peludo en la vitrina de la tienda de mascotas-

Por nombre le puse Maximus a mi adorable cachorro de Gigante de los Pirineos, si bien un animal de aquella raza ocasionaría bastantes cuidados y gastos en alimentación, también pensaba que la sola presencia de un perro enorme haría desistir a cualquier intruso que rondara por la casa y eso me hacía sentirme bastante segura.

Desde que lo lleve a casa demostró ser un perro fiel, amigable y mi compañero inseparable de largas caminatas que me servían para mantenerme en forma, al paso de los meses hasta cumplir sus 2 primeros años de vida, Maximus fue creciendo sano, vigoroso hasta convertirse en un imponente perrazo.

Confieso que durante todo ese tiempo jamás pensé en mi mascota como un posible compañero de cama, simplemente era mi amigo y guardián, pese a que varias veces intento copular con mi pierna de cachorro o incluso montarme por detrás cuando ya era grande, jamás me paso por la cabeza que yo pudiera imaginar siquiera en tener una relación de zoofilia.

En ese lapso me dedique de lleno al trabajo para así pagar las mensualidades de mi casa nueva y ahorrar lo que podía, no tuve un novio de planta, aunque si varios pretendientes y alguna que otra escapada, pretendientes no me faltaban pues sin ser una belleza de rostro si me considero atractiva, mido 1.68 peso 62 kilos, piel blanca ojos verdes, cabello lacio y rubio natural a la altura de los hombros, con mis curvas puestas en su lugar, senos redondos y según me dicen de buena pierna y de mejor nalga.

Siempre he sido Heterosexual, pero bastante curiosa y atrevida en temas sexuales, con ganas de probar cosas distintas y disfrutar de mi cuerpo y de mi sexualidad, sin embargo la zoofilia se me hacía demasiado perversa, algo muy oscuro, demasiado atrevida, navegando por internet llegue a ver varias veces escenas de chicas siendo penetradas por perros o caballos, al principio me parecía repúgnate pero luego al observar los descomunales tamaños de los miembros erectos y de ver las caras de gozo y placer de las chicas se fue encendiendo en mi una chispa de morbo respecto al tema.

Al año y medio de vida del animal, un sábado por la mañana recién bañada baje a la cocina envuelta en una toalla a prepararme algo de comer y subirlo a la recamara, siendo ya las 12 de la mañana recordé que no había alimentado al pobre perro, así que fui por su tazón y deje la puerta abierta que da acceso al patio, Maximus entro a la cocina ya guardo a que le sirviera su comida lo cual hice con premura.

Deposite la bandeja en el piso para que comiera mientras le daba la espalda buscando que hacerme de comer, de pronto sentí que la bata que me cubría caí al piso y descubrí que el causante de aquello era mi perro que la había jalado con su hocico quedando desnuda frente a él, para mi sorpresa el animal dejo de comer y se dedico a observarme, siendo el detonante de mi fantasía notar que la enorme verga del animal sobresalía roja de su funda por el simple hecho de encontrarme expuesta.

A partir de ese día la idea de tener relaciones sexuales con mi mascota no me abandono, casi al grado de volverse una obsesión para mi, fantaseaba imaginando como seria ser poseída por un animal, que se sentiría tener una enorme verga como aquella escarbando en mi interior, a veces el solo pensar en aquello hacia que mojara mis panties, faltaban unas semanas más para que mi perro cumpliera 2 años de vida y decidí que en esa fecha, yo sería su regalo de cumpleaños

Prepare todo con sumo cuidado y morbosidad, Maximus era ahora un perro Enorme de un poco más de 50 kilos de peso, con una cabeza muy grande y un corpachón bastante ancho, el día previo a mi plan lo había llevado a una estética canina para que le cortaran el cabello, las uñas y lo bañaran, por lo que lucía precioso como perro de comercial de Eukanubas o para calendario, sin duda todo un ejemplar de exposición.

Era una tarde bastante calurosa, el sol entraba sin reparos por todas las ventanas llevando al termómetro a marcar unos deliciosos 38 grados, sin duda un día perfecto de Mayo, cerré el portón de la casa con candados y la puerta de la casa con llaves, no quería ser molestada por alguna visita inoportuna e inesperada.

Amarre unos almohadones de hule espuma en las patas del perro, no quería resultar rasgada o herida por si algo salía o iba mal, no podía saber si el animal sospechaba algo pero se dejo hacer sin la mínima protesta, con cada minuto que trascurría mi corazón bombeaba más y más sangre, aumentando mi ritmo cardiaco y acelerando mi respiración de forma involuntaria, sin saber bien el por qué la excitación hacia presa de mi razón aumentado más y más mi deseo.

Cachonda comencé a desvestirme delante de Maximus en la cocina una vez que había finalizado todos los preparativos, mi blusa y el sostén cayeron al piso revelando mis generosos pechos moviéndose en vaivén como dos enormes campanas, Maximus parecía saber que a él iba dirigido mi strip tease, mirándome fijamente y prestándome toda su atención, lamiéndose el hocico un par de veces.

Más prendas continuaron cayendo hasta que finalmente me encontraba frente a mi semental con solo mi tanga puesta, respirando agitadamente y sumamente caliente, al quitarme la tanga descubrí que la prenda se encontraba empapada producto de mi excitación, sonreí al terminar de sacarme la prenda pensando en que ya no sería necesario masturbarme para humedecerme, Maximus aspiro el fuerte y picante aroma proveniente de mi entrepierna y para enorme alegría mía, su capullo rojo comenzó a brotar de su funda.

El perro muy animado camino alegremente hacia mí, olfateando mi mojada raja y sin más comenzó a lengüetearme sin descanso, aquella gran lengua era rasposa, cálida e insaciable, además el animal sabia moverla rápidamente por todos mis labios vaginales, haciéndome estremecer, yo sin embargo no podía apartar la vista del poderoso miembro canino, que ya debía medir más de 18 centímetros de largo y más de 5 centímetros de ancho, totalmente rojo y palpitante de deseo y en aquel momento comprendí que yo misma estaba demasiado excitada, incapaz de evitar el llevar al cabo aquella loca fantasía mía de tener una relación zoofilica.

Maximus empezó a empujarme con su hocico como indicándome que estaba listo para que yo me agachara, tome aire, mi corazón latía a mil por hora, mis piernas me temblaban y finalmente me hinque dispuesta a ponerme en cuatro patas para que mi macho pudiera montarme, decidí no utilizar lubricante alguno, confiaba en que mi propia humedad sería suficiente lubricante.

Sumisa me coloque de a perrita literalmente sobre la colchoneta donde solía practicar ejercicios aeróbicos, mostrándole a mi perro las redondas formas de mi apetecible culo, él se acerco y olfateo un par de veces más antes de empezar a montárseme , cerré los ojos instintivamente como si con ello minimizara lo que irremediablemente estaba por sucederme.

Sentí los torpes primeros embates del perro sobre mi vagina, mi perro era virgen en esas cuestiones pues nunca lo había dejado cruzarse con ninguna perra, así que me mantuve temblorosa de morbo y algo de miedo pero paciente, de pronto sentir aquel enorme capullo rojo embonar perfectamente en la entrada de mi cueva seguido de un empujón salvaje con lo que Maximus logro encajarme toda su verga reclamándome como su perra.

Sendas lagrimas surcaron mis ojos, ni toda mi humedad me había preparado para soportar el dolor agudo al sentir mi vagina desgarrándose por dentro, sin embargo no tuve tiempo para auto compadecerme ni tratar de zafarme, el enorme can comenzó a bombearme frenéticamente arrancándome más lagrimas, gritos y gemidos, me concentre en relajarme buscando con ello facilitar la penetración y aminorar el dolor.

Pasados los primeros diez minutos de agonía, mi raja se amoldo a las dimensiones de su invasor, y el dolor dio paso a un placer nuevo e indescriptible para mi, trate de mover mi redondo trasero al compas de sus embestidas, gozando de saber que mi mascota me poseía, encantada de tener una verga tan poderosa taladrándome sin compasión, no pude aguantar más y tuve mi primer orgasmo liberador con lo cual conseguí renovar el frenesí sexual de mi semental.

Gemía de placer como una loca mientras mi perro me judía a discreción, finalmente Maximus derramo copiosamente su ardiente semilla en mi interior casi al mismo tiempo que yo disfrutaba de un segundo orgasmo, luego novatamente intente desmontarlo de mi, y la parte que mas temía de este tipo de relaciones se convirtió en realidad para mi, fui muy rápida y muy brusca y solo conseguí que el perro quedara abotonado a mí, al menos conseguí descansar del perro de mi macho y ya resignada con nuestros culos juntos y su verga pegada en mi rajita decidí tranquilizarme y esperar que la excitación de Maximus desapareciera y salirme de él.

No llevábamos ni 5 minutos en esta vergonzosa posición cuando escuche que alguien tocaba a mi puerta, luego la voz de mi madre llamándome, me puse de mil colores y empecé a sudar frio, si bien era imposible que mi madre pudiera ingresar a la casa, el solo hecho de saber que mi madre estaba a unos cuantos metros de distancia me hizo sentir muy sucia, yo con aquel enorme aparato en mi interior y mi madre que no dejaba de gritarme.

En el lapso de 18 minutos más mi madre desistió de seguir buscándome y escuche el ruido de su auto al marcharse, mismo tiempo en que mi mascota se relajo y por fin pude liberarme de aquel predicamento, agotada por lo incomoda de la posición en que me encontraba pero muy satisfecha, me deje caer de bruces sobre la colchoneta, aliviando mis rodillas.

Mi perro se había corrido en abundancia y su semen comenzaba a formar un hilo viscoso al salirse de mi raja, pasados unos instantes de relajación cual no sería mi sorpresa al sentir de nuevo la lengua rugosa de Maximus lengüeteando mi cueva nuevamente y limpiándome su semen, aquello era sumamente excitante y placentero, así que abrí mis piernas y le deje hacer.

No sé cuánto tiempo más pasamos así, me fui incorporando despacio pensando en darme una larga ducha caliente, dándome por bien servida después de nuestra sesión de sexo, solo pensaba en bañarme, descansar y ver una buena película en la televisión ya sin más ganas de sexo.

Mis piernas aún me temblaban cuando intente erguirme, de repente escuche a mi mascota gruñir fieramente, me volteé despacio para ver que sucedía y ahí estaba el con el hocico entreabierto amenazadoramente y gruñéndome, me hice para atrás intentando apartarme de él, sin comprender el porqué de su comportamiento, Maximus volvió a acercárseme peligrosamente y entonces entendí todo.

De nueva cuenta mi semental se había excitado mostrando su imponente verga larga roja y venosa fuera de su funda, quizá yo ya había tenido bastante sexo para una tarde pero mi perro tenía otros planes, le grite enérgicamente que se fuera, que me dejara levantarme a lo que él solo respondió mostrándome sus colmillos, no me atrevía a patearlo para que se retirará por miedo a recibir una fuerte mordida y mi macho no estaba dispuesto a renunciar tan fácilmente a mi coño.

Yo estaba aterrada, una extraña mezcla de miedo y excitación propiciaba que comenzara a mojarme de nuevo, Maximus emitió varios ladridos con su grave voz como indicándome que me pusiera nuevamente en cuatro, sabiendo que tenía la partida perdida de antemano, resignada, sumisa y humillada procedí a darle gusto a mi macho.

Apenas concluida la maniobra ni tardo ni perezoso Maximus me monto de nuevo, sentí el brutal embate de su verga abriéndose paso en mi adolorida raja, y sin darme pausa ni tregua empezó a bombearme de forma aún más salvaje y furiosa que la primera vez, como castigándome por haber pretendido huir de su compañía, mi perro jadeaba enloquecido, chorreándome su baba por mi nuca y espalda, pese a todo yo me sentía en el paraíso, como por arte de magia mi deseo cobro vida de repente y gozaba como una puta, cada brutal embestida, sintiendo como mis paredes se estrechaban abrazando su deliciosa verga cuando explote teniendo mi tercer orgasmo de la tarde al mismo tiempo que gemía y resoplaba como la perra que era.

Ante tan rabiosa cogida mi amante canino no tardo demasiado en eyacular de nueva cuenta, era sumamente delicioso sentir aquella oleada de calor bañarme las entrañas, esta vez no hice ninguna tontería y no me moví, lentamente mi perro se fue volteando hasta conseguir salirse sin problemas, gracias al cielo esta vez no quedamos abotonados.

Con mi corazón latiendo al máximo y aunque me faltaba el aire, conseguí ponerme de pie, Maximus no gruño ni nada, le abrí la puerta del patio y salió lentamente buscando su cubeta de agua, dando largos lengüetazos sediento, cerré la puerta tras de él y como pude subí por la escalera hacia el baño, jamás en mi vida había recibido tal cantidad de semen en mi interior, el cual se negaba a mantenerse en mi interior chorreando de mi coño y resbalando por mis piernas, manchando el piso de la cocina y la escalera e incluso el cuarto de baño con la semilla liquida de mi semental.

Aquella ducha devolvió el alma a mi cuerpo, me relaje y sonreí plena, feliz y completamente satisfecha mientras el agua caliente acariciaba mi cuerpo.