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En la España profunda

en Autosatisfacción

 

 

 

 

Mi nombre es Saúl y esta parte de mi vida que voy a contar quedó muy lejana...Ese muchacho que era yo entonces, allá por el año 92, ha quedado muy lejano.

Yo por esa época tenía 18 años y entonces vivía en un pueblo muy pequeño del sur de Jaén. Me dejaron mis padres desde muy pequeño a cargo de mis abuelos con los que vivía y eran sin duda como mis padres.

Mi abuelo Pedro, aunque tendría por ese tiempo unos 65 años, era un hombre muy recio, autoritario y respetado por todos, sobretodo por mi abuela Carmen, que más que respeto le tenía miedo por años y años de malos tratos. Yo, por mi parte, siempre cuidaba las formas delante de él, era muy duro conmigo y me pegaba collejas casi por todo...no era mal hombre (que en paz descanse) pero nos trataba a todos como tontos. Una vez estuvo casi un año entero sin hablarme porque me hice un pequeño tatuaje, no le gustaba nada mi aspecto. Para mi gusto siempre iba apropiado. Llevaba siempre camisetas de tirantes, pantalones de chándal, siempre estaba moreno por trabajar tantas horas bajo el sol, estaba delgado pero fibrado y mi medalla de oro al cuello con mis sellos de oro en los dedos y mi pelo ( yo era rubio) al uno.

Me iba a menudo con mis colegas de perrerías al pueblo de al lado ( mucho más grande que el nuestro) en el coche del Paco. Ese "cuatro latas" estaba hecho polvo, pero nos gustaba poner la música alta para que todo el mundo nos mirara. Llevábamos dos años bajándonos solos para ver a nuestras novias. Yo llevaba casi 2 años con Rocío.

Rocío era hija del cacique del pueblo y nos teníamos que ver a escondidas porque su padre se lo tenía prohibido pues, para él, yo no estaba a su altura.

Ella era una niñita con modales refinados, un poquito más joven que yo, de clase alta, responsable, estudiosa y...era tán aséptica...la mayoría de las veces no me dejaba besarla porque no se le fuera el maquillaje y mucho menos quería follar conmigo porque odiaba el olor a sexo y el sudor. Menos mal que por esa época todavía quedaban resquicios de Samantha Fox y Sabrina, con las que tenía mi cuarto empapelado y con las que me hacía tremendas pajas y me corría en sus pósters. A veces estaba tan cachondo que me ponía de pie y movía la pelvis mientras me pajeaba como si me las estuviera follando. Me masturbaba mucho, por los vancales, en el granero, en la terraza, en el cuarto dónde mi abuelo tenía los pájaros...Además, sólo había estado con Rocío, ni siquiera me habían llevado de putas y tenía verdadera obsesión porque me comieran la polla. Me encantaba mi polla.Recuerdo cuando la comparaba con la de mis amigos y casi siembre ganaba yo con 19 cm y digo CASI siempre porque cuando venía el Manolito siempre ganaba con sus 22 cm de carne humana. Esos juegos a veces me ponían un poco tonto, si hubiera estado borracho en un momento así, no me hubiera importado que me la hubieran chupado ( obsesión era lo que tenía por las mamadas). Otra cosa que me obsesionaba era salir del pueblo. Trabajaba dúramente para ahorrar dinero e irme a Jaén capital. Odiaba ese silencio, odiaba ese conservadurismo, odiaba esa rutina pero todo eso cambió cuando ella vino...

Una mañana de Sábado, al volver de la lonja, estaba yo con la santa de mi abuela tomándome un café con leche en la cocina, me encantaba estar con ella, era tan alegre, era tan servicial, lástima que perdiera el brillo de sus ojos de la pena de estar bajo el mismo techo de un hombre que años atrás, le partió dos dientes de un puñetazo. Pero esa mañana le brillaron los ojos cuando abrió la puerta. Era una visita no esperada .Cuando abrió la puerta no podía creerse que su nieta primogénita estuviera de visita (con maletas). Era mi prima Mamen. Yo apenas la conocía, de verla un par de veces, en nuestras respectivas comuniones y poco más, para mí era una desconocida.

Entre lágrimas y desesperación abrazó a mi abuela, abatida, porque sus padres la habían echado de casa. ¿Los motivos? mi abuela tardó horas en sonsacárselo pero al final lo dijo: sus padres la habían echado porque era una deshonra, estaba en estado de un hombre casado. Por supuesto estaba recién preñada y no se le notaba nada, sino, lo habríamos deducido.

Mi abuela llevó a Mamen al cuarto de invitados, y ella cavizbaja, me miró de reojo, con un poco de desprecio por haber estado presente en la conversación.

Pasaron los días y entre la intimidación que ejercía mi abuelo entre nosotros, mis largas jornadas de trabajo y la falta de simpatía por parte de mi prima, era imposible que pudieramos acercarnos. Vivía con una extraña y , aunque a veces fuera incómodo, era muy estimulante ver una mujer atractiva en la casa. Eso rompió con mi rutina.

Mamén, era un poco mayor que yo, tenía 23 años. Se podía decir que era lo opuesto a Rocío en casi todo. Rocío era metódica, Mamen era impredecible y visceral. Rocío era castaña casi rubia, Mamen morena. Rocío era una niña rica incapaz de hacer nada, Mamen, a pesar de su estado, demostró mucha voluntad ayudándonos con las tareas del ganado y de la casa, era una mujer de campo y eso me gustaba.

Ella dormía en la habitación que estaba enfrente de la mia y a veces la oía llorar, pero nunca decía nada...lloraba en silencio.

Desde que llegó tenía que ir más cuidado con hacerme pajas en el establo, o en los vancales o en el cuarto de los pájaros, sin embargo, cuando tenía que ir a esos sitios me ponía más caliente, pensando en que ella podría estar allí y podíamos follar. Pero por supuesto, esas pajas se terminaron y se limitaron a mi cuarto ¿y follar con Rocío? cada vez era más decepcionante, eso sí, lo amenizaba imaginándome que era mi prima. Me excitaba pensar que teníamos la misma sangre, era la mujer más prohibida del mundo.

A menudo miraba a Mamen de manera lasciva cuando ella no se daba cuenta.La deseaba. El hecho de que no le importara sudar mientras trabajaba, el hecho de que tenía las tetas enormes por el embarazo...una vez se le mojó la camiseta de leche y casi me corro en la cocina delante de todos, menos mal que nadie se dio cuenta

. Ella me tenía como un niñato y nada de caso, pero un día , mientras yo estaba mirándola, ella lo notó y me mantuvo la mirada. Eso me encendió muchísimo. Cada vez fueron más frecuentes las miradas, cada vez tenía yo más la certeza de que ella me deseaba también a mí

. Cuando mis abuelos se iban los Domingos a la Iglesia, nosotros nos quedábamos solos, pero ella se encerraba en su cuarto. Así todos los Domingos. Uno de esos Domingos, muerto del aburrimiento, me subí a la habitación de los pájaros para entretenerme un rato.Hacía mucha calor y abrí la ventana, una pequeña ventana de madera y me asomé.

Qué agradable sorpresa cuando la vi que estaba en la pequeña terraza que tenía su cuarto, con su bikini tomando el sol, llena de aceite. Me ponía durísimo poder espiarla a mi antojo y estuve haciéndolo, sin falta, todos los Domingos cada uno más caluroso que el anterior... Cada paja más placentera que la anterior.

Uno de esos Domingos , mientras se ponía aceite, se quitó la parte de arriba y empezó a embadurnarse las tetas con aceite de zanahoria. Al día siguiente, le cogí el aceite de zanahoria y me llené las manos con él para machacármela.

Espiarla se convirtió en costumbre. Había un pequeño agujero en la cerradura del baño, y sabiendo que se estaba duchando se me ocurrió mirarla.

Ahí estaba ella, con un espejo en la mano, mirándose el coño. Lo llenó de espuma de afeitar. Gracias que estaba el espejo inclinado y podía ver mejor su coño, cada vez más depilado, cada vez más follable...

Llegó el Domingo, ahí estaba ella, en la tumbona, tomando el sol, con el pecho al aire, con sus gafas de sol pero esta vez fue más lejos, se quitó la parte de abajo también y abrió sus piernas para que le calentara el Sol su precioso coño. Me puse tan caliente que me lo tuve que hacer ahí mismo, con mis manos llenas de callos de trabajar, empecé a darme con fuerza y no pude controlar el orgasmo, parte de la corrida salió por la ventana y he de reconocer que me acojoné. Cuando me asomé ella ya no estaba.

No noté nada raro en su comportamiento los posteriores días, ella seguía mirándome de manera sensual pero con desdén, como siempre, así que el Domingo siguiente volví a subir. La esperé pero no salía, estaba yo, impaciente mirando espectante por la ventana y de repente, noté una lengua en mi cuello y una mano en mi bragueta. ERA ELLA.

Al principio me aparté, haciéndome el inocente, pero ella me dijo que lo sabía. Que llevaba semanas haciéndolo para que yo la viera. Que notaba mi mirada de deseo. Que me veía detrás de las gafas de sol, y que cuando le salpicó el semen se metió para dentro para masturbarse, esperando que yo abriera la puerta para follármela. Dicho esto, dejé de resistirme y la cogí del pelo, ella me lamía la boca, con hambre. Le cogí la camiseta y se la rompí. Cogí sus tetas con mis dos manos y se las magreé como un cerdo, juntándolas en el centro del pecho, lamiéndolas, chupándolas, estaban brillantes y resbaladizas por el sudor y el aceite, le salió algo de leche ...le dí la vuelta para restregarle mi polla que sólo tapaban unos pantalones de chándal y ella movía el culo para sentirla mejor y se dio la vuelta.Quería verme la polla. Cuando me la saqué estaba tan empalmado que me llegaba hasta el ombligo y ella se volvió loca, escupio su mano y empezó a hacerme una paja con las dos manos y mirándo mi cara y mi polla con cara de vicio.

La senté en una vieja silla que había en el cuarto y le quité las bragas. Le abrí las piernas violéntamente y lamí sus muslos de abajo a arriba. Acto seguido, le abrí su depilado coño con los dedos y empecé a lamerle desde su culo hasta su clítoris, lentamente. Sólo hacía que gemir, con su mentón levantado. Estaba empapada de su leche. La lamía de abajo arriba y de arriba abajo, de abajo arriba y de arriba a abajo . Después me dediqué a lamer sólo su clítoris, tocando suavemente la entrada de su coño sin llegar a penetrarla con los dedos. Ella no paraba de gemir y de mover la pelvis para que me la comiera más.No paraba de decirme obscenidades. Me decía que era un cerdo, que era un pajero asqueroso, que era un depravado, que comiera más. Oirla decir esas burradas me ponía enfermo y empecé a lamerle el coño en círculos, empapado entre mi saliva y su flujo. Cada vez respiraba más entrecortada, cada vez gemía más fuerte, cada vez estaba más fuera de sí...cogíó mi cabeza y la apretó contra su vagina diciéndome "come, come por favor" y su coño empezó a contraerse, a sacar más líquido y a palpitar, acompañado de unos gemidos brutales. Después, nos lavantamos y ella me dio la espalda y se puso a cuatro patas, enseñándome todo su culo y su coño, como si fuera una perra en celo.

Pillé mi verga y empecé a restregarle el capullo por fuera, escupí el capullo para humedecer más y no paraba de restregarsela, ella no paraba de retozar y de decir "por favor, fóllame primo, por favor"

Yo estaba a punto de explotar , la tenía durísima, así que la empalé violéntamente. Tenía el coño ardiendo y su vagina abrazaba mi polla. Los dos estábamos chorreándo en sudor, ella tenía su espalda y su culo empapados y cogí su culo con mis manos para moverlo. Luego, la cogí del cuello y le dije que era una puta y le pegué un azote en el culo. Ella estaba loca de placer, no paraba de gemir, de gritar, y yo empujaba más adentro, más fuerte, hasta que mis cojones chocaban con su coño. Veía sus tetas por atrás moverse con cada sacudida y su cara de placer con los ojos cerrados, y la boca abierta, con los labios hinchados. Volvió a gemir cada vez más fuerte, y más fuerte, y se volvió a correr. Esta segunda vez casi me voy yo porque su vagina se cerró demasiado así que la saqué. Entonces, ella, loca de deseo y llena de hambre, se agachó ante mí, me miró a los ojos y cogió mi polla con una mano. Sin dejar de mirarme, empezó a lamer mi capullo que estaba colorado e hinchadísimo, primero con la punta de la lengua y luego el capullo con la lengua entera, separaba su lengua de mi capullo y se veía un hilo de saliva y líquido entre su boca y mi polla que parecía semen. Se metió el entero capullo dentro de su bonita boca y empezó a chupar, cada vez con más hambre cada vez más profundo, cada vez más lejos. Me comía la polla como si estuviera famélica, se le notaba que le encantaba chuparla, olerla, saborearla, se la metía casi entera. Luego se la sacaba y me la meteaba, luego se la volvía a meter en la boca. Entonces, empezó a tocarse las tetas mirándome y a pechizcarse los pezones, lamiéndomela y chupándola con fuerza, cada vez más rápido, cada vez más fuerte, cada vez más fuerte. Ríos y ríos de leche por su boca, por sus mejillas, por su pecho...era la primera vez que me comían el rabo.

Después de ese día, todos los Domingos nos escapamos y nos íbamos a los vancales, al establo, a la terraza, a la cama de mis abuelos...

 

Unos cazadores del pueblo nos vieron una vez en los vancales y nos dispararon, pues eso es una inmoralidad y más porque sabían que éramos primos. Afortunadamente no nos dieron pero, esa tarde se lo dijeron a mis abuelos. Mi abuelo, con ojos de decepción, mandó a mi prima a casa de mi tía, a Jaén capital y ya no he vuelto a saber nada más de ella. A mí, me envió a hacer el servicio militar y es a lo que al día de hoy me sigo dedicando, ahora como general. Al día de hoy, soy un padre con hijos, disciplinado, recto, pero nunca olvidaré esa mujer, y al día de hoy ,sigue siendo para mí una obsesión que me la mamen.