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Laura... Mi Alumna

en Hetero: Primera vez

            Mi nombre es Luis, tengo 25 años, te contare lo que me paso.  Mi hermana menor (Sandra) tenía una amiga un año mayor que ella(dieciocho años), su nombre era Laura. Era una niña en toda la extensión de la palabra, media 1.65, tenía un bonito cuerpo que apenas estaba formándose. Su piel era blanca, muy blanca y su cabello oscuro y lacio, tenía un rostro curioso.

             La llamare niña, no por su edad, sino por su mentalidad e ingenuidad y prácticamente su inmadurez.

            Se había venido a vivir a mi casa porque sus padres se habían divorciado, ninguno quiso hacerse cargo de ella, mi madre se ofreció a cuidarla en casa, le dio lastima ver como nadie quería a esa niña, mi mamá siempre vio a Laura como una hermana para Sandra, creo que sentía que su deber era por lo menos cuidarla hasta que terminara el año escolar y ella pudiese irse con sus abuelos a Querétaro, así no perdiera el curso.

            Laura se instalo en mi casa. Desde el primer día pude notar que ella no estaba bien, cuidaba poco de su aspecto, casi no hablaba y en ocasiones me toco verla llorar en silencio. Claro que convivía con ella pero muy poco, pensé que para ella esto era muy difícil, para cualquiera lo seria, digo, enterarse que ni siquiera a tus propios padres le importas debe ser un golpe muy duro. Pienso que nunca lo superara, nadie lo haría.

            Poco a poco fue agarrando confianza y se veía más expresiva, más alegre, más sonriente. Comencé a tratarla y a conocerla. Me di cuenta que era ingenua de más. No tenía nada de malicia, cualquier hombre podría aprovecharse de ella fácilmente. A veces me llevaba a ella y a mi hermana al cine o a comer a algún lugar. También las llevaba a comprar y a que salieran con sus compañeras de prepa.

            Nunca pude ver a Laura con ojos que no fueran más lo de otra hermana pequeña. Eso fue así hasta una noche de marzo, yo baje a la cocina para buscar algo de comer y ella estaba en la sala, acostada en el sillón completamente dormida, la tele seguía encendida así que la apague para que el ruido no la despertara. Entonces seguí mi camino hacia la cocina y tome un pan de concha, volví a la sala y ahí estaba de nuevo, acostada, pero esta vez note algo diferente, algo que no vi hace unos momentos pues no preste atención, vestía un short de licra muy pegado y delgado, tan pegado y delgado que se notaba un pequeño bultito entre sus piernas, eran los labios de su vagina, era su panochita lo que se notaba.

            Mi mente se lleno de pensamientos morbosos, lujuriosos y pervertidos. Preferí marcharme y no seguir viendo, entre a mi cuarto y me puse a ver la televisión para distraerme, fue inútil, de mi cabeza no podía borrarme la imagen de su entrepierna, de esa niña que apenas empezaba a crecer. Note que mi pene estaba erecto, caliente. Apague la televisión y cerré la puerta con seguro, me acosté y me baje el pants deportivo que traía junto con el boxer, mi  verga estaba al aire, la tome con mi mano y jale el cuerito hacia abajo, la cabeza quedo fuera. Comencé a tocarla suavemente de arriba abajo.  

            Empecé a imaginarme como seria la vagina de Laura, de seguro su panochita ha de ser rosita, las mujeres con piel blanca como la de ella la tienen así, debe ser una rajita pequeña y su interior apretado, tan apretado que al meter tu verga en ella sentirías que te está comiendo.

            Mientras pensaba en eso, ni siquiera me di cuenta pero ya estaba jalándomela fuertemente, lo hacía de una manera violenta, hasta que entonces se me salieron chorros de mecos, jamás en la vida se me habían salido tantos mecos y tan calientes. Ese fue el mejor orgasmo que había tenido en años y una niña de dieciocho años me lo había provocado.

            No volvi a ver a Laura de la misma manera, admito que desde ese entonces me empezó a gustar, su carita me empezó a parecer bonita, sus labios ligeramente gruesos se me hacían irresistibles, sus muy pequeños senos me parecieron llamativos.

            Entonces me entro un sentimiento de arrepentimiento, no podía creer que sentía atracción por una niña que bien podría ser mi hermana menor. Gracias para mí, esos pensamientos desaparecieron rápidamente pues mi novia empezó a frecuentarme cada vez más y empezamos a tener sexo con mayor frecuencia.

            Una tarde ella vino a mi casa, nos fuimos al patio trasero y nos sentamos en unas bancas pequeñas que teníamos a platicar.

            -¿Desde cuándo está Laura aquí?

            -Tiene como un mes, ¿por qué?

            -Esta bonitilla, se me hace que de grande va a traer locos a los hombres, pero no sé, se me hace rara.

            -Ella ha pasado por cosas muy difíciles.

            -Si, tu mamá me conto.

            Marta (mi novia) se me acerca y me abraza, comienza a besarme  el cuello. Como es típico de ella, cada que viene a casa hacemos algo, esta vez toco que me la mamara. Durante la práctica del sexo oral que me practicaba mi novia escuche unos ruidos cerca de nosotros, pensé que alguien podría estarnos viendo, mire hacia todos lados pero no vi a nadie. Mi pareja levanta la cabeza y se saca el pico de la boca.

            -¿Qué pa…?

            La tomo de la cabeza y la bajo, mi verga se mete en su boca. No dejo que termine de hablar.

            -Nada, no pasa nada, tú sigue mamando.

            Ella muy gustosa me hace caso y continúa chupándomela. Luego de unos segundos eyaculo en su boca. Me la dejo llena de babas y reluciente. Acto seguido, me guarda la verga en el pantalón y me sube el cierre, ahora si le permito que levante la cabeza.

            -¿Te gusto?

            -Si, me encanta como la mamas.

            -Estuvo rico, te amo.

            Le respondí con un te amo, luego me sonríe y me besa.

            Continuamos platicando un rato más hasta que ella decidió marcharse. Por la noche, me puse a ver una película en la sala de la casa. Mi madre y mi hermana ya dormían. A lo lejos escuchaba los pasos de alguien acercándose. Era Laura, quien se apareció ante mí.

            -¿Qué ves? –me pregunto.

            -Una película algo vieja.

            -Dame chance para verla contigo.

            Me moví del sillón y le deje espacio para que se sentara. No dijo nada por un rato, solo observaba la película pero después el silencio se rompió.

            -¿No puedes dormir?

            -Yo sí, ¿tú no Laura?

            -Casi no, batallo mucho.

            -Debe ser porque te acabas de cambiar de casa. Aun no te acostumbras.

            Ambos guardamos silencio y continuamos viendo la película. La trama era la siguiente: se trataba de un padre alcohólico que golpeaba a su esposa y a su hija de 20 años. Las humillaba, no las apoyaba económicamente ni en ningún otro aspecto.

            Cuando menos pensé, Laura se soltó llorando.

            -¿Qué tienes?

            -Nada, no tengo nada.

            -¿Por qué lloras entonces?

            -Me acorde de algo.

            -¿De qué?

            -De mi papá.

            -¿Tú papá te pegaba?

            -Si, muchas veces. Mi mamá nunca hizo nada, le tenía miedo.

            Con sus pequeñas manos se limpiaba las lágrimas que corrían por sus mejillas. Fue esa noche que Laura me conto todo acerca de su vida, en una hora, ella me dijo todo lo que se había guardado durante años y años por temor y vergüenza.

            Nunca más la volvi a mirar con los mismos ojos. Nunca. Paso de ser mi atracción sexual a una mujer a la que debía comprender y ayudar.

            Al terminar de platicar cada quien nos fuimos a nuestra recamara.

            Las cosas no volvieron a ser igual desde esa noche. Laura me tomo una tremenda confianza, quizás porque no tenía nadie más en quien hacerlo. Me eligió a mi por una simple cuestión de coincidencia, estuve ahí cuando ella lo necesitaba.

            Cada día que llegaba de la escuela, al verme me sonreía y me daba un abrazo. Me preguntaba que había hecho en la mañana, yo trataba de ser lo más expresivo que pudiera. Con ella todo era distinto, al verla por primera vez en el día, no le preguntaba cómo había dormido o que había hecho la noche anterior, le preguntaba cómo se sentía, ella siempre respondía “bien”.

            Aprovechábamos los momentos que teníamos a solas durante el día para platicar, ella me hablaba de su vida pero ya no lloraba, lo veía con un cierto toque de humor y como algo que tenía que sobrellevar y de lo cual salir adelante.

            -Sabes Luis, me gusta mucho platicar contigo, pero creo que mientras más lo hago más pienso que tú crees que me hago la sufrida.

            -No pienso eso, yo sé que no te haces la sufrida, tú en verdad has sufrido mucho, estás en todo tu derecho de expresar lo que sientes.

            -Gracias.

            Acabábamos de comer algo que ella había preparado o que tal vez había preparado para mí. Se pone de pie de la silla del comedor y me da un beso en la mejilla.

            -Te quiero mucho.

            Después de eso, se marcha.

            Entonces, esos deseos de poseerla y tener sexo con ella volvieron a mí. Por las noches, me masturbaba pensado en ella, tenía unos tremendos orgasmos y eyaculaba chorros y chorros de mecos, casi exageradamente.

            Pero yo, yo sabía que solo sería una fantasía, pues tampoco era un pederasta.

            La tarde de un martes, yo me quede solo en casa, me senté en la sala a hacer un trabajo para mi empresa con la laptop en las piernas. En ese momento Laura volvió de casa de una amiga de ella, se había ido directamente del colegio con su amiga hacer una tarea en equipo. Me vio y se acerco a mí, se sentó por un lado y vio lo que hacía en la laptop.

            -¿Estás trabajando?

            -Si, pero ya termine, solo ocupaba enviar un e-mail.

            Puse la laptop en la mesa de la sala.

            La observe a ella y note que venía algo sucia.

            -Traes manchada la falda del uniforme.

            -Si, es de comida, comí en casa de mi amiga.

            -¿Por qué no te cambias y pones a lavar la el uniforme?

            -Ahorita lo hago –me dijo.

            Desconecte el cargador de la lap y comencé a doblarlo para guardarlo, mientras hacía esto yo note que ella no dejaba de mirarme.

            -Luis…

            -¿Si?

            -… Ahorita en el camión venia pensado mucho.

            -¿En qué pensabas?

            -En ti.

            -¿En mí?

            -Sí. Es que…

            -Es que ¿qué?

            -Me siento rara.

            -¿Cómo rara?

            -Siento cosas cuando te veo.

            -¿De qué hablas?

            -Si, ahorita las estoy sintiendo.

            -¿Pero qué es lo que sientes?

            -No lo sé.

            -Yo creo que si sabes pero no me lo quieres decir.

            -Bueno… Si sé.

            -Entonces dímelo.

            -Siento calor, siento un calorcito.

            La verga se me empezó a parar.

            -¿En donde lo sientes?

            -En todo el cuerpo, pero más en dos partes.

            Todo mi mundo de moral y ética se vinieron abajo, deje de ser un joven de valores para convertirme en un depravado que quería cogerse a una niña de dieciocho años. Vi esos labios rosas, esos ojos que expresaban inmadurez pero una cierta picardía, esos pequeños senos que tenia bien paraditos quizás por ese “calor” que ella decía sentir.

            -Pero… mejor hablemos de otra cosa, sabes vi un vestido muy bonito, lo quiero comprar para cuando cumpla diecinueve que ya falta poco, pero cuesta muy caro, no tengo dinero…

            -Laura –se lo dije muy seriamente, de manera cortante.

            -… ¿Qué?

            Puso carada de miedo.

            -No quiero hablar de eso.

            -¿De qué quieres hablar?

            -De lo que estás sintiendo ahorita, de ese calorcito.

            -Pero…

            -Pero nada.

            Pude ver como sus nervios le ganaron y la dejaron inmóvil.

            -Dime la verdad, ¿tú también quieres seguir hablando de eso o me equivoco?

            Se quedo callada, muda, estupefacta.

            -Laura respóndeme.

            De nuevo callada pero respondió al final.

            -Si, la verdad si quiero.

            -Laura, tú sientes calorcito en todo el cuerpo, pero me dices que sientes en especial en dos partes.

            -Si, es verdad.

            -Yo sé cuáles son esas dos partes.

            Otra vez se quedo completamente callada. Luego pregunta:

            -¿Lo sabes?

            -Si, lo sé muy bien.

            Es aquí, que dejo que mis impulsos se apoderen de mí. Yo sabía que tarde o temprano un hombre o un joven llegarían y se aprovecharía de ella por las circunstancias en las que se encontraba, por su inestabilidad emocional, así que yo quiero ser ese hombre.

            Puse mi mano derecha en su rodilla, con el dedo pulgar comencé a frotársela con movimientos en forma de circulo. Ella solo me veía con un cierto miedo a los ojos. Lentamente, fui subiendo mi mano hasta su muslo y luego la metí hasta debajo de la falda, rápidamente ella detiene mi mano con la suya. Voltea a verme a los ojos y nota que su acción no me agrado para nada, nota que estoy molesto.

            Entonces retira la mano y me deja seguir. Ella ya es completamente mía y puedo hacer lo que quiera con ella.

            Meto la mano hasta el fondo y llego a su entrepierna, llego hasta su sexo el cual toco por encima del calzón. Lo toco suavemente con mis dedos. Su boca se abre ligeramente, comienza a temblar, sus ojos muestran una mezcla entre miedo y placer.

            -Te voy a hacer una pregunta, y quiero que la respondas.

            -Ok –lo dice con voz quebradiza.

            -¿Es aquí donde sientes calorcito?

            Lo piensa un poco y después responde:

            -Si, ahí es.

            -Dime, ¿cómo se llama lo que te estoy tocando?

            De nuevo se muestra nerviosa pero responde.

            -Vagina.

            -Si, pero también se llama de otra forma, tiene otro nombre y quiero que lo digas.

            Su rostro refleja el miedo que siente.

            -No me gusta decir groserías.

            -Dilo, quiero que lo digas, sino me molestare contigo.

            Con miedo y todo pero lo dice.

            -Se llama panocha.

            -¿Sientes calorcito en la panocha?

            -Si, si lo siento.

            -Ahora dilo.

            -¿Quieres que lo diga?

            -Si dilo.

            -Siento calorcito en la panocha.

            -Ves, no hay nada de malo en decirlo, no hay nada de malo en expresar lo que uno siente o piensa.

            Ahora seguía esa segunda parte donde siente también calorcito. Con mi otra mano levanto la parte trasera de la falda y sobre encima del calzón paso mi dedo entre sus nalgas. Lo bajo y llego a su ano. Ella da un pequeño salto pero luego se acomoda de tal forma que mi dedo quede en su agujero.

            -¿Qué es esto que tienes atrás?

            -Es mi colita.

            -Si, pero tiene otro nombre, ¿cómo se le dice lo que te estoy tocando con mi dedo?

            Piensa un poco y luego responde.

            -Se le llama culito.

            -¿Ahí también sientes calorcito?

            -Si, también.

            -Entonces dilo.

            Se muestra dudosa pero al final se expresa.

            -Siento calorcito en mi culito.

            Retiro mis manos de ambas partes y ella se sorprende, pensaba que le haría algo más. La mano que metí en su entrepierna salió húmeda de mis dedos. Esos mismos dedos los llevo a sus labios y los toco suavemente.

            -Tienes unos labios muy bonitos Laura.

            -¿Tú crees?

            -Si, ¿sabes por qué?

            -¿Por qué? Dímelo.

            -Porque tienes labios de mamadora.

            Se queda sin palabras. Reacciona y pregunta lo siguiente:

            -¿Cómo de mamadora?

            -Si, de mama vergas.

            Los ratones le comen la lengua y solo me mira con asombro.

            -¿Alguna vez has mamado una verga Laura?

            -No, nunca.

            -Dime Laura, si me saco la verga ahorita, ¿me la mamarias con tus labios de mamadora?

            No sabe que responder, todo su pequeño mundo se ha venido abajo, todas esas reglas que los demás le habían impuesto se han roto y sabe que debe entregarse pero el miedo se lo prohíbe.

            -Laura responde. ¿Si me saco la verga me la mamarias con tus labios de mama vergas?

            -¿Eso quieres?

            -Si, yo lo quiero.

            -Entonces sí, lo haría. Luis, la verdad es que haría lo que tú me pidieras.

            -¿Por qué?

            -No lo sé, no entiendo que me pasa, no sé qué es lo que siento, solo sé que nunca había sentido esto.

            -¿Y te gusta lo que sientes?

            -Si, si me gusta, me gusta mucho.

            -Entonces, lo harás, ¿me mamaras la verga?

            -Si, lo hare.

            Tranquilamente, bajo el cierre de mi pantalón, me desabrocho el cinto y pantalón este me lo bajo hasta los muslos, ante ella, queda una verga peluda, venosa y completamente parada.

            -Entonces hazlo.

            La tomo de la cabeza y la bajo un poco hacia mi pene, ella me detiene y me pregunta mirándome a los ojos:

            -¿Quieres que haga lo mismo que te hizo tu novia hace unos días?

            -¿Viste lo que ella me hizo?

            -Sí.

            -Hazlo.

            -Pero es la primera vez que lo hago, no creo que lo haga igual que ella. Aun sigo siendo virgen.

            -Lo harás mejor, te lo aseguro.

            Ahora sí, tomo su cabeza y la bajo hasta mi verga. Puedo ver como abre su boquita y primero se mete la cabeza en ella. La chupa como si fuera una paleta. Su cabello le estorba, así que se lo recoge y luego vuelve a lo que hacía.

            Abre su boca y se mete la cabeza, con sus dientes golpea un poco mi pene, pero esto para nada me molesta, al contrario, siento un tremendo placer, créeme, la primera vez que una mujer la mama se siente mucho mejor, por su torpeza produce ciertos contactos con tu verga que te hacen sentir maravillas. La inexperiencia hace maravillas.

            Como veo que ella no continúa, pongo mi mano en su nuca y la empujo hacia abajo, llega hasta la mitad de mi pico.

            -Ahhh Laura.

            Con sus labios ligeramente gruesos chupa mi verga de una manera riquísima, es un desperdicio tener esos labios y no mamar  vergas. Son labios desperdiciados.

            -Usa la lengua Laura, úsala.

            Como una esclava me hace caso y lame mi pico con su lengua por adentro.

            -Ahhhh, uuuuuuu, Laura, ya ves, lo estás haciendo mejor que mi novia.

            Puedo sentir como su saliva humedece mi verga por adentro de su boca. Se escuchaban unos chupetones.

            Era hora de dar el siguiente paso, era hora de que se la tragara toda.

            Otra vez pongo mi mano sobre su nuca y la empujo hasta abajo, mi pene se mete hasta el fondo.

            GLUUUUUUU.

            Se escucha ese sonido, es el sonido de alguien ahogándose porque tiene una verga en la boca. Levanta un poco la cabeza y respira. Luego continúa dándome esos chupetones que tan bien le salen.

            -Lo haces de maravilla reinita, síguele.

            Ella sola comienza a imitar a mi novia y hace movimientos de arriba hacia abajo.  Se está dando unos atascones de verga y vaya que los disfruta.

            -AHHHHHHHH naciste para mamar Laura, créeme que naciste para mamar.

            GLUUUUU, GLAAAA, GLOOOOO.

            Así se oía cada que baja y subía al mamarmela.

            -Laurita, si te dedicaras a mamare vergas, harías una fortuna.

            No decía nada ante mis palabras, solo seguía mamando.

            Podía sentir como por mi miembro ya empezaba a correr mis mecos que querían salir. Sentía las huevos hinchados a más no poder, completamente excitados, calientes y a punto de reventar.

            Laura me la mamaba como poseída, parecía que tenía hambre y mi verga era su comida o quizás su postre. Me relaje y disfrute viéndola como movía la cabeza a ritmo exagerado de arriba hacia abajo. Sus labios pegaban hasta el último centímetro de mi pene.

            No dije nada, me quede callado y cuando menos pensé, solté los chorros de mecos dentro de su boca.

            -AHHHHHHH, PUTA MADRE, ME ESTAS EXPRIMIENDO.

            Al sentir mi leche se aleja de mi pene el cual queda bañado por completo de su saliva, este brillaba por sus babas, lo había dejado completamente lubricado.

            Se aparta del sillón y escupe mi semen en el suelo. Luego voltea a verme y se limpia una hilo de mecos que bajaba por su sus labios.

            -Lo hiciste mal –le dije muye seriamente.

            -Pero si me habías dicho que lo estaba haciendo mejor que tu novia –me dice sorprendida.

            -Si pero lo hiciste mal al final, no se debe de escupir, se debe de tragar la leche.

            Se queda sin palabras.

            -No se debe de tirar.

            Me pongo de pie.

            -Levántate.

            Lo hace tímidamente y con una cara de desconcertada. La tomo de los hombros y la paro frente a mí.

            -¿Ahora qué? –me pregunta.

            -Quiero que hagas lo que te voy a decir.

            -Ok –responde muy tímida.

            -Quiero que te arrodilles ante mí.

            Sabe que es un juego de dominación, sabe que si se arrodilla me está dando el poder, el control y el permiso de hacer lo que quiera con ella, de tratarla como mi esclava. Se queda callada.

            -Laura, no estás haciendo lo que te estoy pidiendo.

            Con sus ojos abiertos completamente, se intimida ante lo que le digo y se arrodilla. Su cara queda directamente ante mi verga, la cual ya se está parando de poco a poco.

            -Abre la boca –le digo.

            La abre muy poco.  La tomo de la cabeza con ambas manos, pongo la punta de mi miembro en sus labios y de una se la ensarto hasta el fondo. Ella se hace hacia atrás y se escucha:

            GUUUUUUUUAAAAAAA.

            Casi se ahoga y eso que mi pene apenas si mide trece centímetros. Saco la verga y la dejo respirar, pero no le doy descanso, vuelvo a ponerla en sus labios y esta vez se la meto lentamente.

            GLUUUUGLAAAA.

            Es el sonido que produce.

            Calmadamente comienzo un mete y saca, lento, tranquilo y hasta cierto punto relajante. Muchas babas escurren por sus labios y barbilla.

            Entonces, paso de la tranquilidad a la tempestad, meto y saco el pico tan rápido como puedo de la boca de Laura, para mi sorpresa, ella no se opone, se deja de llevar, se deja tratar como yo quiera, no sé qué tan bueno sea esa completa libertad que me está dando.

            Cada que se la metía hasta lo más profundo sentía como mis huevos peludos rebotaban en su barbilla, era un golpeteo sensacional, brusco y agresivo pero placentero a más no poder.

            Sentía como si la estuviera violando por la boca.

            -Ahhhhhhh Laura, es boquita que tienes me pone loco.

            GLUUUUUU, AHGGGGGGG, GLAAAAA.

            Las babas salían a montones, mi pico estaba brilloso, como si lo hubiese lavado.

            Y seguí así, sacándosela y ensartándosela.

            Sacándosela y ensartándosela.

            En el mero clímax y goce total, los chorros de mecos se me salieron, deje mi verga adentro de su boca y le deja toda la leche en ella. Laura quería hacerse para atrás pero la detuve con mis manos, lo hice bruscamente.

            -Escúchame Laura.

            Con mi verga en su boca, me mira con los ojos abiertos completamente.

            -Voy a sacar mi verga de tu boca, pero no vas a escupir los mecos, te los vas tragar. ¿Ok?

            Al igual que ocasiones anteriores ella se queda callada.

            -¿Escuchaste?

            Con un leve movimiento, muy leve, me afirma que si lo escucho.

            Pausadamente, comienzo a sacar mi pene de su boca, sale más húmeda que nunca. Finalmente sale por completo y ella cierra su boca.

            -Trágatelo.

            Me hace caso, se pasa el semen y su cara muestra una expresión de un poco de desagrado, esa que uno pone cuando prueba por primera vez algo y no termina de saber si le agrado o no lo que probo, eso solo se quita probándolo más, dándole más mecos, pero eso será en otra ocasión.

            -Ya ves, si eres buena mamando, lo haces mejor que mi novia.

            -¿Por qué lo dices?

            -Porque tú tienes labios de mama vergas, ella no.

            Sus ojos reflejaban todo, había perdido una parte de su inocencia,  ya no era una niña, me había robado una tajada de su infancia, inocencia e ingenuidad. Se quejo diciéndome que le dolía un poco la boca.

            -Es normal –le dije- así pasa la primera vez que mamas una verga.

            La veo confundida, nerviosa y tímida. Algo no anda bien en Laura, pero creo que le cuesta trabajo expresarlo.

            -¿Qué tienes?

            -Nada –expreso rápidamente.

            -¿Te arrepientes de lo que hicimos?

            -No, no es eso, pero, ¿se lo vas a decir a alguien?

            -No, ¿tú si le dirás a alguien?

            -Tampoco, no quiero problemas.

            -Ni yo, ¿entonces esto nos lo guardamos para ti y para mí?

            -Si por favor, que se quede entre tú y yo. Nadie más.

            -Perfecto –le conteste.

            Me acerco a ella y toco su mejilla con mi mano suavemente.

            -¿Te gusto lo que hicimos?

            Lo pensó un poco pero respondió lo siguiente:

            -Si, ¿a ti no?

            -Si, también. ¿Quieres que hagamos esto más veces u otras cosas?

            -¿Cómo qué?

            -Tú dime, ¿quieres hacer más cosas?

            -¿Te refieres a hacer el amor?

            Sonreí un poco.

            -Si, hacer el amor.

            -Si Luis, me gustaría mucho.

            Me acerco a ella y le doy un beso tierno, suave y delicado. Es un roce de labios. Sus ojos demuestran ternura pero a la vez un deseo incontrolable. Estaba convirtiendo a esta niña en una puta y a ella le agradaba, a mí me agradaba.

            Luego de darle unos pequeños besitos, decido invadir el interior de su boca, pausadamente voy metiendo mi lengua, sus labios en un principio me estorban pero después se abren y me dejan entrar para tener contacto con su lengua, era húmeda y suave como la seda. Ella no sabía cómo besar,  pero no importaba, eso me provocaba más morbo aun, creo que ella pensó que mi lengua era un verga así que empezó a mamarla, a mi me fascino eso así que la deje inmóvil y de fuera para que ella me la mamara.

            Era un goce total.

            Nos separamos y dos hilos de saliva nos unen, estos se rompen y quedamos separados.

            -Vete a tu cuarto Laura, ya no tardan en llegar.

            Con unos pequeños pasitos, se hace hacia atrás, no dice ni una sola palabra, solo me mira con unos enormes ojos de asombro. Se voltea y se va a su habitación. Sé que en ella he dejado algo y de lo cual me voy a aprovechar.

            Al día siguiente ella volvió de la escuela y entro a la cocina donde estábamos yo y mi mamá, mi progenitora cocinaba y yo tomaba un poco de refresco. Laura llega y se sienta frente a mí, me mira y sonríe. Mi madre le empieza a sacar un poco de plática, Laura le sigue la conversación.

            Después mi madre se retira a su recamara a hacer una llamada y nos deja solos.

            Comenzamos a mirarnos pero no son las típicas miradas, son las miradas de dos personas que se desean, una es una niña y el otro es un hombre que la quiere pervertir.

            -¿Cómo te has sentido?

            -Bien.

            Silencio.

            -Sabes Luis. Siento que algo me quema allá abajo.

            -¿En dónde?

            -En la vag… en la panocha.

            -¿Te gusta lo que sientes?

            -Si, pero no pude dormir.

            -¿Cómo tienes la panocha?

            -Es chiquita.

            Me calenté y la verga se empezó a parar.

            -¿Qué color?

            -Rosada.

            Me puse aun más caliente.

            -Quiero verla.

            -¿Aquí?

            -Si, aquí.

            -¿Y si viene tu mamá?

            -No vendrá.

            Me baje de la silla y por debajo de la mesa le mire hacia la entrepierna.

            -Enséñamela.

            -Pero es que…

            -Laura, enséñamela.

            Lo dudo unos segundos pero después abrió las piernas completamente y pude verle los calzones blancos que llevaba.

            -Enséñamela.

            -Me da vergüenza.

            -Pues que no te dé, enséñamela.

            Con su suave mano toma su calzón y lo mueve hacia un lado, frente a mis ojos quedan sus labios vaginales color rosita, arribita de estos tiene unos cuantos vellitos delgados y cortos y en efecto, la rajita es chiquita, especial para meter una verga.

            -La siento calientita –lo menciono como niña mimada.

            Era el morbo y esa sensación de hacer lo prohibido lo que le provoco eso, en cualquier momento podría llegar mi mamá y vernos, encontrar a su hijo frente a las piernas completamente abiertas de la amiga de su hija viéndole la tierna panochita que tiene.

            -Guárdatela, es normal.

            Se acomoda el calzón y cierra las piernas.

            Continuamos como si nada, como si lo anterior no hubiera pasado.

            A las tres de la tarde yo me encontraba en mi habitación jalándome la verga, lo hice hasta tirar unos cuantos chorros de calientes y blancos mecos. Ya no aguantaba, tria el pico parado desde que le vi la cuca a Laura, no soportaba el hecho de que junto a mi cuarto una niña de dieciocho años estaba ahí, sin hacer nada y esperando a que yo me la coga, a que le reviente y le abra su florecita.

            No pude más, el pene se me volvió a parar luego de unos minutos con solo pensar en ella, me levante de mi cama y salí al pasillo, llegue a la puerta de su cuarto y entre en ella tranquilamente, no estaba Laura, volvi al pasillo y baje a las escaleras a buscarla.

            La busque en toda la casa pero no la halle, solo me quedaba el patio trasero y ahí estaba ella, dándome la espalda mientras platicaba con mi hermana y sus amigas. Volví a la casa y me quede en la cocina, vi que ella también entro y se fue al baño.

            Yo la seguí, como un depredador cazando a su presa.

            La puerta del baño estaba abierta, Laura solo se lavaba las manos, aproveche esto y me le acerque por la espalda, le arrime la verga parada a su culo. Ella dio un brinco y un pequeño susto se llevo, vio que era yo y se quedo callada.

            Con mis manos rodeo su cuerpo y toco sus pequeños senitos. Los toco por encima de la blusa del uniforme. Al oído le digo lo siguiente:

            -En la noche te voy a culear.

            Voltea a verme asustada, se queda callada pero con su cara lo expresa todo, es ese rostro de una joven que quiere descubrir el sexo pero que a la vez tiene miedo y nervios, combinado también con un poco de curiosidad.

            Suelto sus tetitas y me salgo del baño, la dejo ahí sola, toda pensativa, en pánico.

            ¿Hago bien? ¿Me estoy comportando como un pervertido? No lo sé, pero lo que sí sé es que me estoy dejando llevar más por mi deseo más que por mi cerebro. Todos lo hemos hecho y los que no, lo harán tarde que temprano.

            En mi habitación me la volví a jalar y a soltar más mecos.

            Durante la cena, Laura no dejaba de verme, cada que tenia oportunidad lo hacía, volteaba esos ojos hacia mí persona. Pienso que en el fondo ella deseaba ser culeada por un hombre y deseaba que ese hombre fuera yo.

            La cena termina y recogemos los platos, cada quien se retira a su habitación a hacer lo que tenga que hacer. En la mía, me recuesto en la cama y espero, espero a que todos se duerman, sin querer, soy yo el que se duerme.

            Cuando el reloj marco las 2:13 de la madrugada desperté, afuera estaba lloviendo y fue un trueno el que me espanto el sueño. He sido un pendejo, ¿cómo pude haberme quedado dormido?

            Aun es temprano, aun puedo hacer lo que quiera con Laura.

            Me pongo de pie y salgo al pasillo caminado sin hacer ruido. Llego a su cuarto y abro la puerta lentamente, entro y cierro.

            En la cama está Laura, esa muchacha que en unas semanas cumplirá diecinueve años. Tranquilo, me acerco a la cama y me siento en ella sin hacer mucho movimiento. Ella duerme boca abajo, con una pierna flexionada y abrazando un cojín. Trae puesto unos shorts pequeños y ajustados por el cual se le nota otra vez ese bultito de los labios de su vagina, trae una blusita blanca también muy ajustada y sin sujetador.

            Pongo mi dedo índice en ese bultito y lo comienzo a tallar suavemente, ella se despierta y mira quién es el intruso.

            -Eres tú.

            -¿A quién esperabas?

            -Pensé que ibas a venir más temprano.

            -Me quede dormido.

            Tomo su cuerpo y la pongo boca arriba, abro sus piernas y comienzo a tocarla con mi mano en su panocha.

            -Luis mañana tengo que ir a la escuela, mejor no.

            -Laura, no digas que no, tú lo deseas tanto como yo.

            -Si pero…

            Se calla, cierra esa boquita de mamadora al momento en que meto mi mano entre su short y su calzón y toco su rajita con mi mano directamente sin nada de por medio.

            Hace una pequeña exclamación de susto.

            -Tú me la mamaste, ahora yo te la voy a mamar.

            Le quito el short y el calzón, ante mi queda esa vagina chiquita y rosita con algunos cuantos vellitos delgaditos y un poco rizados.

            Coloco mi dedo índice en la entrada de su hoyito y lo voy ensartando poco a poco.

            -Ayyyyy –dice.

            Llego hasta la mitad con mi dedo y luego lo saco. Este sale húmedo. Lo vuelvo a meter hasta la mitad y luego de una se lo encajo hasta el fondo, todo mi dedo está adentro. Lo vuelvo a sacar y a meter, empieza a un mete y saca. Mientras más hacia esto iban saliendo unos juguitos vaginales que se me antojaban exageradamente, pero esto era solo el principio, no había porque desesperarse.

            Saco el dedo por completo.

            -¿Por qué lo sacas?

            -Aguanta Laura, poco a poco.

            Ahora le meteré dos dedos, los coloco en la entrada y los voy metiendo como si nada, ya esta lubricada.

            -Ayyyyy… ayyyyy… ayyyyy.

            Se quejaba como una niña mimada y eso me excitaba.

            Clavo profundamente mis dos dedos y le rasco por adentro con ellos.

            -Ahhhhh… ayyyy… despacio… despacito.

            Para nada se lo iba a hacer despacio, para nada iba a tener piedad de ella, todo lo contrario la iba a tratar como una puta, una vil puta de dieciocho años.

            Regreso el mete y saca, ahora con dos dedos, para ese entonces su entrepierna ya estaba húmeda, de su sexo salían líquidos que la iban mojando.

            -Ayyyy… ayyyyy… Luis… Ayyyy… Despacio… me duele.

            -¿Te duele?

            -Si… ahhhh…. me duele poquito… ayyy.

            -Así pasa la primera, pero dime, ¿no te gusta?

            -Si… ahhhh… duele pero se siente bien bonito.      

            Era un sonido fabuloso el que se hacía cuando metía y retiraba mis dedos violentamente, casi sin compasión, era el sonido de una panochita húmeda dejando entrar a dos intrusos que lo único que querían era chingarsela. Y eso a ella le gustaba y la excitaba, a cualquier mujer le gustaba, la diferencia es que Laura no era una mujer, aun no, era una tierna inmadura que estaba dejándose llevar por su calentura e inocencia pero también por su picardía.

            -Luis… ayyyyy… siento cosas… siento…. Ahhhh…. Que me voy a orinar.

            En efecto, se orino, se le salieron sus líquidos al tener el orgasmo.

            -AHHHHHH –exclamo.

            Sus piernas temblaron y su cuerpo se sintió con flacidez.

            -Ahora viene lo bueno –le dije.

            Le lamí su rosita panocha, se la limpie por completo, no le deje ningún chorrito de los que le habían salido. Sabían excelente, era una delicia tragarse los juguitos de Laura.

            -Que rico sabes Laura.

            Su rostro de sorpresa lo decía todo, no sabía qué hacer ni que decir.

            -¿Qué tal si cogemos? –pregunte.

            -No digas así, me da miedo.

            -Entonces ¿qué quieres que te diga? ¿qué hagamos el amor?

            -Si, mejor dilo así.

            Comprendí que esta niña quería que la tratara tiernamente, sin brusquedad, sin salvajismo pero era imposible, ¿cómo detenerse ante semejante belleza, ante semejante tentación, pero le cumplí.

Ella solita abrió las piernas, me estaba invitando a que la penetrara, a que entrara en lo más profundo de su cuerpo y yo no me iba a negar.

            Me desnude y me puse entre medio de sus piernas, mi verga peluda estaba parada por completo, puse mi pene en su vagina y la metí tantito.

            -Ayyy –dijo Laura.

            La tome de los muslo y despacito fui metiendo mi verga en su panocha.

            -Ahhhhh… ayyyyy… Luiiiiiiiiiiiiiis … despacito… se me está rompiendo algo.

            Mientras metía mi macana observaba como su vagina se iba ensanchando, como esta penetraba como si nada por lo lubricada que estaba.

            -¿Se siente rico verdad?

            -Si… pero duele… despacio… despacito. Ayyyy…

            A la mitad del camino me atore, algo me impedía continuar, ella me volteo a ver, sabía que tenía que usar la fuerza, así que de un empujón se la ensarte hasta al fondo.

            -AHHHHHHHHH… que malo…ayyyy… eres Luis… siento que me partes.

            -Es lo que quiero mi reina.

            -Hazlo pero despacito.

            Ya adentro comencé con el mete y saca, suavemente, calmado, sin ninguna prisa. Me inclino hacia ella y la beso, es un beso tierno que luego se convierte en uno lujurioso, nuestras lengua empiezan un juego que solo nos hacen sentir riquísimo, mientras, seguía con mis leves embestidas.

            Dejo sus muslos y meto mis manos por debajo de su blusita para tocar sus pezones, los muevo de un lado para otro.

            La beso, la penetro, la toco. Todo al mismo tiempo.

            Entre beso y beso, entre lengüeteo y lengüeteo me dice:

            -Estoy sintiendo bien bonito.

            -Yo también -le digo.

            Su vagina ya no era la misma, se había ensanchado, había crecido para poder aceptarme, yo estaba en el cielo, podía sentir como las paredes de su interior rozaban con mi pene produciendo un placer enorme. Tenían razón, se siente más cuando uno se coge a una virgen que a una con un poco de experiencia, no hay nada como romperle y ensancharle la florecita a una mujer.

            Mete y saca, besos y más besos.

            Doy un paso más, quiero ver que tan aguantadora es, con mis dedos le pellizco sus pezones.

            -AYYYYYYYYY… que malo eres, eso no.

            -Claro que si, el dolor también se siente rico.

            Continuamos haciéndolo, seguíamos copulando y besándonos, ella ya estaba como poseída, sus ojos estaban cerrados, todo el placer que sentía se lo llevaba a su imaginación, la vista era innecesaria.

            -AYYYYY… AHHHHH… AYYYYY… que bonito… AYYYYY… que bonito se siente Luis.

            Aumente el ritmo un poco pero no mucho, solo para aumentar un poco más el placer.

            -AHGGGG que rico – me decía.

            -¿Te gusta así? ¿Rápido?

            -Si, pero no mucho… ahhhhhh.

            Era por demás cachondo ver como mi bellos púbicos se unían con los suyos cuando metía el pico por completo. Sentía tan estrecho el camino que pensé que iba abriéndolo con cada penetración.

            Mientras más la penetro, más comienza a dar gemidos, lo hace tan alto que tengo que meter dos dedos en su boca para que me los chupe y no haga tanto ruido, mi hermana y mi madre duermen en los cuartos de a lado.

            Entonces, súbitamente ella se queda inmóvil, como si algo la hubiese paralizado, se aleja y mis dedos salen de su boca.

            -AYyyyyyy, siento que me voy a orinar otra vez.

            -Yo también ya me voy a “orinar” como dices.

            Ya estoy por eyacular.

            -Laurita, estás riquísima condenada, tienes la mejor panocha que me haya chingado.

            -AHHHHHHHH…. AYYYYYYYYY…. MMMMMMMM… que bonito… luis… que bonito se siente. Me estás matando… siento… que… mmmmm… que me vas a dejar abierta de patas… para siempre… AYYYYY… MMMMMM

            Continuamos cogiendo.

            -Lo haces bien rico Luis… bien rico… AHHHHHHH.

            -Yo también lo estoy gozando… ahhhhhh cabrona… te lo comes bien rico.

            -Ya no aguanto, se me están saliendo.

            AHHHHHHHHHHHH dice Laura por última vez teniendo un orgasmo y yo la acompaño, eyaculo dentro de ella.

            -AHHHHHH cabrona, me sacaste toda la leche.

            Ambos quedamos exhaustos en la cama, todos sudados y respirando a duras penas.

            La lolita me besa el cuello.

            -Gracias Luis, es lo más bonito que he sentido.

            -Laura.

            -¿Si?

            -Hicimos el amor, pero dime… ¿no te gustaría culear?

            -¿Culear?

            -Si, coger, hacerlo como si fueras una puta.

            -¿Duele?

            -No, hare que no te duela.

            Todo lo contrario, quería despedazarla y dejarle roja la rajita, jodersela por completo, tanto así que se le rosara.

            -Bueno, hagámoslo como tú quieres –dice.

            Mi verga ya no estaba parada, pero aproveche para manosear, dedear y besar a Laura la cual ya no me parecía una niña, sino una hembra que se convertía poco a poco en mujer con experiencia. Tome su mano y la puse en mis huevos, le dije que me diera un masaje en ellos a lo cual acepto, me los tocaba suavemente, con mucho cuidado.

            -Con cuidadito –le dije. Ella sonrió.

-Están calientitos.

-Tú me los has puesto así.

            Mi verga se para de nuevo luego de un rato de masaje, todo está listo.

            La volteo y la pongo a cuatro patas. Como una perrita.

            Paso el cabezón por su rajita, me dice que le provoca cosquillas. Con los jugos de su panocha el glande se me humedece. Pongo la verga en su entrada y poco a poco se la voy ensartando.

            -Ayyyyy… ayyyyy… ahhhh…. Ayyyyy.

            -Tranquila, ya va a pasar.

            -Es que duele más así.

            -No que va, ahorita te va a gustar.

            Tenía un poco de razón, batallaba más a la hora de clavársela en esta posición pero también había que decirlo, sentía mucho más rico. Su interior se podía sentir caliente, muy caliente, casi hirviendo.

            -Siento… ayy… siento que se me quema allá abajo.

            -Es normal, estás bien caliente –le dije mientras la penetraba.

            Al comienzo todo era tranquilo, eran penetraciones “normales”, pero yo no quería eso, no señor, quería algo más, quería chingarmela, así que la tomo de la cintura con amabas manos y empieza la bueno pues comienza la mejor culeada que haya hecho.       

            -Ayyyyy… ahhhggggg… ahhggggg ay ya… me duele…

            -No grites, te van a escuchar.

            -Pues me duele.

            -Aguántate, ahorita acabamos.

            Acabar pronto no era mi plan, de hecho trataba de alargar este momento lo más que podía. Por cada que la metía sentía como su túnel me rozaba la verga con sus paredes calientitas.

            -Estás como quieres cabrona.

            -Ayyyyy… ayyyyy… apúrate.

            -¿No te gusta?

            -Si, ahggggg… si me gusta… ayyy… pero duele.

            No estábamos haciendo el amor, no, estábamos cogiendo, como dos animales calientes que no aguantan la tentación. Con mis manos la empujaba hacia mi verga y veía como su culo pegaba en mi estomago. Hacia estás embestidas los más rápido que podía y lo más duro y fuerte, quería que me sintiera, que sintiera mi verga.

            -Ahhhhhhhh te estás convirtiendo en toda una putita Laura.

            -Ahhhhggggg… pero duele... se siente bonito pero duele…. No seas tan malo.

            Decido darle un poco de descanso y bajo el ritmo, mis embestidas son más lentas.

            -¿Así cabrona?

            -Si… así… vieras que rico se siente.

            Por unos segundos continúe con ese ritmo lento pero luego ella me sorprende.

            -¿Por qué no lo haces rápido otra vez?

            -¿Pues no que te duele?

            -Si pero… también me gusta.

            -Hija de tu madre… eres una puta bien hecha.

            Otra vez volvemos a culear, a coger a follar o fornicar. Como quieras llamarlo. Le estaba bajando la calentura a vergazós, y a ella le gustaba, le fascinaba, ya no gritaba “ay duele”, ahora solo decía:

            -AHHHHHHHHHHH… AHHHHHHHHH.

            Solo gemía, ya no se quejaba del dolor, su panocha tierna y apretada ya se sentía como la de una mujer con experiencia en coger.

            -Laura… ¿eres mi puta?

            -AHHHHHHH….AHHHHHHGGGG.

            No me contesto así que le di una nalgada en sus glúteos blancos.

            -Ayyyyyyy…. Que malo.

            -¿Eres mi puta?

            -Si, lo soy Luis.

            Cuando todo estaba por llegar al climax decido hacerlo más fuerte, saco la verga casi por completo y luego se la vuelvo a meter.

            -AHHHHHHHH que malo eres…. AHHHHHHHHH.

            -No grites.

            -Es que me… ahhhgggg… siento que me estás rompiendo.

            La penetre así varias veces hasta que ella termino exhausta y cae acostada completamente en la cama, sus piernas ya no aguantaron, pero esto no había acabado. Me acosté encima de ella y la volví a penetrar. Era como ver a un animal encima de un angelito. Solo se podían ver sus piernas y su cabeza pues todo mi cuerpo cubría el de ella. Y fue así que me la seguí cogiendo, montado en ella.

            Fue en ese, momento, mientras gemía que comenzó lo extraño, comenzó a decirme:

            -AHHHHHHH… PAPA… PAPA… PAPA.

            Laura me decía papá, no sé porque razón pero eso solo me calentó más, así que se la seguí metiendo y sacando.

            -PAPI… AHHHHH… PAPI… PAPA… AHHHHGGGG… AYYYYY.

            Entre gemidos, embestidas y esa palabra de papá, yo estaba por demás caliente, a punto de estallar, ella también pues ya no podía controlarse, meto mis dedos en su boca para que no grite pero ella se los saca, la continúo follando.

            -MMMMMMM…. AHHHHHHH…. MMMMMM… despacito Luis… despa…AHHHHH… despacito…

            -No despacio no.

            Si solo pudieras escuchar ese ruido, ese sonido que se hace cuando dos cuerpos se juntan porque están conectados por una verga, era excelente. Ella se mueve para todos lados de la cama, era como si intentara zafarse de mí pero para donde ella se hacía yo me le volvía subir, no iba dejar que se me escapara. La cama estaba hecha un desorden, toda destendida y arrugada, se movía de un lado para otro y yo como un animal depravado me montaba de nuevo.

            -AHHHHHHH… ayyyyyy… LUIS… con cuidado…

            -¿No te gusta?

            -Si pero tranquilo.

            Los huevos se me reventaban de hinchados y calientes, ya no podía, iba a explotar.

            -AHHHHH PUTA MADRE… SE ME VIENE LA LECHE.

            Metí de nuevo sus dedos en su boca y solo decía esos sonidos: “GLAAAA”, GLUUUUU”.

            Me vengo, lo hice adentro de ella, le solté todo lo que tria en su interior. Mi leche calientita está adentro de Laurita, la deje contaminada con mi calentura y depravación. Termine cansado sobre ella y respirando agitadamente.

            -Que buena estás Laura. Eres una saca mecos.

            -¿Te gusto?

            -Me encanto, ¿a ti?

            -También pero me dolió, aunque tampoco fue mucho.

            -¿Pero te gusto?

            -Si, si me gusto.

            -¿Quisieras volver a hacerlo?

            -¿Otra vez? ¿Ahorita?

            -No, hoy ya no, ¿qué tal mañana?

            -Esta bien.

            -Ok, me iré a dormir entonces, tú también duérmete.

            Me levanto y mi verga se sale de rajita, un chorrito de mecos se le sale de la vagina y me doy cuenta que le deje una gran carga de semen por adentro. Tome mi ropa y me la puse, mientras hacía esto ella no dejaba de repetir “te quiero”. Yo no respondí nada.

            Abrí la puerta despacio de su cuarto y volteo a verla antes de irme, se ve como una niña indefensa, tierna y mimada, hace unos minutos la veía como una vil puta.

            Cerré y me marche a mí habitación.

            Sin saber por qué, mi pico seguía parado, no fue suficiente lo que tuve, quería más, mucho más, me propuse que todos los días me la iba a echar.

            Primero fue la fantasía, luego la lujuria y ahora seguía la realidad.

            Como si nada, en esa madrugada lluviosa, entro en mí un sentimiento de arrepentimiento, deje la calentura por un lado y me di cuenta de lo que en verdad había hecho, no viole a una niña pero si abuse de su inocencia y de su situación, además lo hicimos sin condón, nunca me protegí. Pensé en el embarazo, en mí como un abusador y ventajoso de las circunstancias. Ella no se negó a hacerlo pero no tenía ni la más mínima idea de lo que estaba haciendo o tal vez lo sabia pero no conocía los riesgos o consecuencias que esto implicaba.

            Abuse de mi hospitalidad, de su confianza y de su ingenuidad. Esa era la verdad, merecía ir a la cárcel. Minutos antes estaba en la gloria gozando y ahora me entro un desespero y remordimiento. Lamentablemente, uno no piensa en las consecuencias hasta que ya ha hecho sus maldades.

            En menos de un minuto pase del placer al arrepentimiento.

            Merecía estar encerrado como un violador.

            No pude dormir. No dejaba de pensar en ella, en esa casi mujer. El reloj avanzo y dieron las seis, me levante para alistarme e ir a trabajar, Laura y mi hermana también lo hicieron, mi madre preparaba el desayuno en la cocina a la cual entre yo.

            Al ver mi mamá cocinando pensé en ir al baño y lavarme las manos, cuando caminaba por el pasillo sentí que alguien se me acerco por la espalda y con su mano me toco el pene pasándola hacia adelante.

            Rápidamente volteo a ver quién es, es Laura, muy sonriente.

            -Hola –risas.

            -Laura, quiero hablar contigo en la tarde.

            Se queda seria.

            -¿Es algo malo? ¿Le dijiste a alguien lo de anoche?

            -No, nada de eso, cuando vuelva hablamos.

            Ella me dijo que si con su cabeza y continuamos con normalidad. Cada quien fue a su destino luego de desayunar y alistarse. En la tarde cuando volví, Laura estaba sentada en la sala viendo la tele.

            -¿De qué querías hablar? –me dijo en cuanto me vio.

            -Al rato hablamos.

            -Mejor ahorita que no está nadie, tu mamá y Sandra no llegan.

            -Ok, Laura te lo diré al grano, no quiero hacer otra vez lo que hicimos anoche, quiero que lo olvides por completo.

            -NO, no lo hare.

            -Debes de hacerlo Laura, hice mal, abuse de ti, si tu quisieras podrías refundirme en la cárcel.

            -Pero no lo hare, no lo hare porque te quiero… porque te amo.

            -No, no me quieres ni me amas, estás confundida. ¿Por qué me dijiste anoche papá mientras lo hacíamos? ¿Me ves como un papá?

            -Si, te veo como un poco como mi papá.

            -Ese es el problema Laura, un papá no toca a sus hijas.

            -No Luis, mi papá si me tocaba, cuando yo estaba dormida lo hacía, sobre todo en las noches, créeme que me daba mucho asco y coraje, pero cuando tú me tocas es diferente, contigo siento cosas, cosas muy bonitas que quisiera que dudaran para siempre.

            -Laura, no sé qué decirte, lo que hice está mal porque me aproveche de ti.

            -No lo hiciste, tú nunca me obligaste a hacerlo. Yo acepte a hacerlo.

            -¿Por qué?

            -Porque me gustas, porque quería y quiero que seas tú quien me enseñe esas cosas, te prefiero a ti que a los tontos de mi edad. Yo sabía lo que hacía, sabía lo que me hacías, no me hiciste daño, al contrario, me hiciste sentir bien padre. Y si, si quiero que sigamos haciéndolo.

            Entendí que ella me quería y que por eso que sentía por mí era capaz de hacer lo que sea, lo que sea. Para ella no se trataba solo de coger, se trataba de afecto, cariño, amor y eso hacía más complicado el asunto pues pensaba que cogiendo yo me enamoraría de ella Entonces acepte a seguir su juego pero yo en mi mente sabía que tenía que alejarme tarde o temprano de Laura y dejarla que tome su propio rumbo y que encuentre a un joven de su edad que la haga sentir igual o mejor que yo.

            -Bueno Laura, lo seguiremos haciendo pero ocupo que hagas algo.

            -¿Qué?

Me paro frente a ella.

-Quiero que vayas con el médico para que te recete anticonceptivos.

-Está bien, lo hare.

-Quiero que esto solo se quede entre tú y yo Laura, nadie más.

-Si por favor, yo tampoco quiero que nadie se entere. Que sea entre los dos. Pero… ¿me lo vas a seguir haciendo verdad?

-Sí, no te preocupes por eso.

-Te quiero Luis, créeme que te quiero.

Le tuve que mentir.

-Yo también.

Si bien es cierto siento algo por ella, no creo que sea amor pero definitivamente es algo que no siento por las demás, ni siquiera por mi novia.

Durante los siguientes días continuamos haciéndolo. Lo hacíamos por las noches o durante el día cuando nadie estaba en casa. Disfrutamos mucho de coger. Seguido subia fotos a su Facebook conmigo por un lado, a veces abrazods o muy juntos, siempre le preguntaban quien era yo y respondia que era como su hermano mayor, aun en realidad era su profesor sexual.

Cuando ella iba a cumplir diecinueve años tuve que marcharme de la ciudad y no pude estar presente, volví días después y le entregue su regalo, ella no lo abrió pero me dijo esto:

-Yo quería otra cosa de regalo.

-¿Qué querías?

-Quería culear.

Y culeamos, me la culie como nunca me había culeado a una mujer.

Mi correo: destmano@hotmail.com