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Querido

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Querido,

Permíteme que tu nombre quede por ahora obviado en esta carta, pues el solo hecho de escribirlo me araña el alma.

Hoy estuve en nuestro acantilado. Me acerqué tanto a él que podría haber corrido el riesgo de caerme. Necesitaba saber si aún era capaz de sentir el frío en mi rostro, las caricias del viento en mi cuerpo, el movimiento de los rizos de mi pelo al compás del aire y esas gotitas saladas que el mar me regaló para  despertarme de este letargo, para que reaccione,  para que abra mis ojos y mire al mundo.

Estos mismos ojos que se cerraron en el instante que descubrí tu ausencia, esa ausencia pronosticada, pero nunca esperada y menos aún deseada. AUSENCIA, con mayúsculas, es la palabra que te define desde entonces. AUSENCIA en mi casa, AUSENCIA en mi vida, AUSENCIA en mi cama y AUSENCIA en la rutina, pero PRESENCIA en mi corazón. Una presencia que quiero arrancarme, que se ha quedado marcada en él  y no soy capaz de borrar ni dejando que mi corazón se desangre.

Recuerdo perfectamente el día que llegaste a mi vida. Sentí como un Tsunami, removiendo mis entrañas, levantándome del suelo y haciéndome caer en un sentimiento poderoso que tenia olvidado. Vivía tranquila, acomodada en mis costumbres, sin fijarme en ningún hombre, queriendo olvidar que alguna vez amé y que alguna vez odié al hombre que amé. Pero entonces apareciste tú, y mi cuerpo vibró en tu presencia, y oleadas de emociones se reunieron en torno a mí, una inmensa ola de placer y deseo me cubrió por completo, dejándome exhausta y herida de amor al mismo tiempo.

No fui capaz de controlar esas pasiones, tampoco quería controlar nada, tu sola imagen me llenaba la vida de amor, de ternura, de caricias recibidas con ansias, borrando los años de soledad, los días de sentimientos dormidos, reprimidos, de odio acumulado y de miedo a volver a sentir. Tus manos eran mi bálsamo, tus besos mi esperanza, tu cuerpo la fuente donde pude beber la pasión infinita para calmar mi sed, pero todo eso te lo llevaste, sin avisar, a traición y dejándome aún más perdida que cuando viniste a mí. ¿Por qué no me dijiste que un día te alejarías de mí? ¿Por qué no me advertiste que te quedarías poco tiempo, que te sentías en la responsabilidad de compartir tu luz con otra persona que andaba perdida en la oscuridad como estaba yo?

Ahora entiendo tantas cosas, que creía que nunca podría comprender. Tu vida tiene un solo propósito, llenar las vidas de otros. Dejarnos repletos de luz, de caricias, de emociones, de pasión irrefrenable, de deseos de seguir amando, pero con tu AUSENCIA siempre presente. Cualquiera que te haya conocido no podrá olvidarte. Me enseñaste a volver a sentir, a amarte sin miedo y sin reservas pero no me enseñaste cómo superar tu AUSENCIA. Pienso en ti cada minuto del día, cada hora que pasa, cada noche es más difícil, pero no he podido derramar ni una lágrima por ti. Mis ojos se quedaron muertos, cerrados ante tu marcha, cerrados ante el dolor de tu partida. Mi vida se quedó vacía, mis ojos también. Vacíos y muertos, mirando al infinito, esperando tu vuelta, sin licencia para llorar, sin permiso para mirar a otros, sin ganas de mirar hacia el futuro.

No debiste llegar a mi vida. Nunca te lo perdonaré. Nunca te perdonaré el amor que me diste y el daño que me hiciste. Nunca olvidaré tus ojos, tu boca insaciable, tus palabras dulces llenas de ternura, la esperanza que trajiste a mi monótona existencia, la creencia de que nunca más estaría sola, que nunca más pasaría mis noches tristes imaginando cómo sería tener un hombre a mi lado, y la sensación de sentirme deseada y amada como nunca antes lo había sido.

Y entonces te fuiste, me dejaste, rompiste mi vida en dos, desgarrándome el alma y el cuerpo, perdida ante mi nueva soledad, deseando dormir y no despertar, para no enfrentarme al silencio de tu AUSENCIA. No más llamadas al móvil, no más mensajes de amor, no más besos ni caricias, no más noches compartidas, no más risas y bromas,  ni miradas cómplices. Ninguna señal de ti quedó en mi vida excepto un corazón destrozado y lleno de lágrimas, incapaces de abandonar a ese solitario corazón que te perdió para siempre.

Sigo mirando al infinito, esperando tu vuelta, pero paso así horas y horas y ni siquiera atisbo tu sombra. No quiero perder la esperanza, no quiero sentirme tan vacía, no quiero que mis ojos estén siempre cerrados al futuro pero tu AUSENCIA me obliga. El futuro lo quiero contigo, con tus manos sujetando mis manos, con tus ojos en los míos, con tu PRESENCIA en mi sofá y en mi cama. ¿Habré de esperar mucho más hasta que vuelvas?

Vuelve pronto AMOR, vuelve encarnado en la figura de un hombre maravilloso que me ame con ternura y delicadeza, con fuerza y pasión, con planes y proyectos y al mismo tiempo con sorpresas inesperadas. Vuelve pronto AMOR, no dejes mis días vacíos de ti. No me dejes navegar en las aguas turbias de la desesperanza y la tristeza. Vuelve pronto AMOR con mayúscula, AMOR que llenas mis noches y mis días de mensajes secretos, de sonrisas blancas, de latidos de corazón y de manos llenas.

Vuelve pronto AMOR.

Tuya Siempre,

Ardiente11