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Sueños Húmedos

en Autosatisfacción

Las 3 de la madrugada, se despertó en su cama encharcado por el sudor, se levantó para cambiarse de camiseta. Cogió una del armario y se fue al baño, una vez allí abrió el grifo del lava manos, dejó que el agua corriera unos instantes mientras intentaba recordar por que se había despertado de esa manera.

Se notaba incómodo, algo le molestaba en los pantalones del pijama… Su verga estaba bien dura, bien parada. Se asombró al ver lo excitado que estaba y sin saber cómo había llegado a ese estado. Se miró frente al espejo haciendo el imbécil, se puso de perfil para ver el tamaño de su empalmada y era memorable.

Se bajó los pantalones y los calzoncillos, el agua seguí corriendo pero eso ya no le importaba. Bajó su mano por las caderas hasta llegar a su polla, y poco a poco empezó a acariciarla, fue extraño, pero en cuanto agarró su miembro empezaron a venirle imágenes a la mente. Un cuarto desconocido, una ventana que daba a un jardín lleno de arbustos, a sus espaldas una cama.

Encima de la cama una mujer de tez blanca, dejando ver gran parte de su cuerpo con un tanga diminuto que tan solo tapaba su conchita. Sus grandes pechos al desnudo mostraban una forma redondeada que tanto le agradaba, unos pezones que parecían estar bien duros le atraían la atención. Se acercó a la cama lentamente, mientras contemplaba lascivamente como esas piernas tan suaves empezaban en un culo perfecto, bien parado y respingón. Miró más allá y encontró una cabellera negra, media melena. Y unos ojos que ya conocía, unos labios que le atraían y una sonrisa que le daba fuerzas.

La chica sonreía picarona, parecía que le gustaba lo que veía, un cuerpo de hombre que solo escondía sus partes con un bóxer ajustado, dejando entre ver en la oscuridad la forma de su pene. Ella le señalaba con el dedo donde estaba su lugar, lentamente se fue acercando a ella, desde sus pies hasta su cadera fue acariciando con su mano la piel que les unía. Ella se estremecía al sentir el contacto de las yemas de aquel hombre que también parecía conocer, ese hombre de pelo largo y barba arreglada que tantas noches le había seducido.

Lentamente él se fue acomodando al lado de ella, y antes de que pidieran mediar palabra, sus labios se fundían en un largo beso, sus lenguas se entrecruzaban mientras sus manos recorrían el cuerpo de ambos. Él disfrutaba agarrando las nalgas de esa chica, y ella arañaba con sus uñas su espalda. Poco a poco se fueron poniendo de rodillas, uno en frente del otro, seguían besándose y acariciándose, pero esta vez pasaron a mayores, ella acariciaba tiernamente su pene sobre el bóxer, y él más atrevido al notar que su tanguita estaba bien húmedo metió la mano dentro. Hábilmente empezó a masturbar a su compañera, haciendo unos círculos perfectos sobre el clítoris de ella.

Abrazada a él, su respiración era agitada, ella disfrutaba y daba rienda suelta a sus deseos, gemía y respiraba profundamente, mientras que su mano agarraba ya ese pene duro que deseaba dentro de ella. Con fuerza empezaba a disfrutar de ese mango que cada vez se endurecía más. Él bajó sus braguitas y la echó hacia atrás, tumbada ya empezó a besar sus muslos, yendo sin vacilar a su coño. Empezó a lamerlo con rapidez, su lengua era un torbellino dentro de ella, que gemía y le agarraba el pelo con las manos. Cerraba sus muslos con fuerza para que esa cabeza no se escapara de entre sus piernas y siguiera trabajando. Y así fue, hasta que unos minutos más tarde un grito de placer inundaba la habitación, y sus flujos se esparcían sobre la boca de él. Aunque estuviera extasiada por lo que acaba de recibir, rápidamente le apartó la cabeza de sus piernas y le sacó el bóxer, ante ella una polla que pedía a gritos ser mamada. Y eso fue lo que hizo, empezó con unos lametones cercanos al capullo y luego fue tragándosela cada vez más, y más rápido. Hasta que consiguió alojarla dentro de su  boca, él estaba gozando como nunca pero quería más y no quería que se acabara con una mamada.

Así que sacó su pene de la boca de su amada, la cogió en volandas y la puso de espaldas en la cama, ella ya sabía en qué iba a terminar todo eso, además lo deseaba con locura. Abrió sus piernas y él solo tuvo que entrar en ese agujero que aún seguía bien húmedo. La locura se desató cuando entro dentro de ella, los dos respiraban agitadamente y más cuando él aumentaba la velocidad de empuje. Mientras le mordía los pezones, seguí penetrándola una y otra vez… Hasta que ella decidió tomar el control y consiguió ponerse encima de él, cabalgándole con fuerza, como si estuviera en una competición de hípica y se jugara el primer puesto. Él golpeaba sus nalgas, ella agarraba con fuerza sus brazos y seguía cabalgando.

Horas y horas de sexo, sudor, flujos… eso era lo que había hecho que él se despertara sudando en medio de la noche, fuera al baño y se hiciera una de las mejores pajas de su vida. El agua aún seguía corriendo con el grifo abierto y se mezclaba con todo el semen que habían volcado dentro del  lava manos. Después de eso, subió sus pantalones, se echó agua por el torso y la cara y se secó para ponerse la camiseta limpia. Volvió a la cama con una sonrisa en la cara, bien relajado y esperando volver a soñar otra vez con ella…