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Hacer el amor... de verdad.

en Hetero: Primera vez

Ya me lo imagino… bueno, es mi fantasía de siempre. Llegar a su casa, cocinar algo rico juntos, mirar una peli mientras comemos, y en el medio de la película, de repente… sentir sus besos en mi cuello, sus manos en mi cintura, mi espalda, yo responder con algún gemido, que me desvista despacio, y me lleve a la habitación, donde haya alguna vela,  algo de música… eso me haría caer rendida. Le voy quitando la ropa, lo voy besando a medida que se la saco, hombros, pecho, abdomen, ahí lo miro a los ojos y comienzo a sacarle su pantalón, su verga  ya está un poco tiesa, se la saco del calzoncillo, y lo dejo totalmente desnudo. Le pido que se ponga un condón. Antes de hacerlo,  él me desnuda completamente, quedándonos los dos, piel con piel, acariciándome fuerte con sus manitos. Comienzo a tocarle la verga, a masturbarlo, primero despacio, luego fuerte. Nos besamos y luego voy bajando otra vez por su cuerpo, hasta llegar a debajo de su ombligo, ya su verga estaba dura, así que volví a pedirle que se pusiera un preservativo. Se lo colocó con cuidado, yo lo ayudaba, aunque obviamente esa ayuda no era necesaria, fue un gesto de mi parte para cuidarlo nomás.

De a poco me animé y empecé a besarle la verga, lo miro y le digo: Es la primera vez que hago esto, espero no hacerlo mal.” A lo que me contesta que estuviera tranquila, que me tomara mi tiempo. Me miró a los ojos, me besó, y me acarició. Me volvió a decirme que estuviera tranquila, y me preguntó si estaba bien. Le contesté que si. Volví a su verga. La besaba, la tocaba, la masturbaba. Finalmente me animé y puse su punta en mi boca, y comencé a lamer. Él respondía con gemidos, a lo que le pregunté si le estaba mordiendo sin querer. Me dijo que no con la cabeza, e inmediatamente le pregunté si le gustaba, y me dijo que si entre un suspiro que se mezcló con una respiración entrecortada, con algo de ruido.

Al final terminé metiéndola en mi boca, chupando despacio, porque no me animaba. Él me incitó a seguir. Así lo hice, hasta cansarme, el condón era con sabor, así que no me daba asquito, pero si miedo.

De pronto él se movió, se quitó el condón, se puso enfrente mío, me abrió las piernas, y comenzó a masturbarme. De a poco su lengua se fue incorporando al movimiento. Me gustaba, me encantaba. Empecé a gemir más fuerte. Cuando no me tocaba mi clítoris se encargaba de mis pechos, algo pequeños, pero a él no le importó. Los besaba, los apretujaba, los lamía, los acariciaba. De mientras su boquita estaba lamiéndome en el sur,  yo sentía placer pero no tanto, necesitaba tenerlo dentro mío para poder sentir ese placer infinito. 

De repente, sus caricias fueron más fuertes, y su lengua me penetró. Al cabo de unos minutos sentí la locura del orgasmo. Mi primer orgasmo con un hombre. Había estado con alguien, pero nunca podía acabar. Y él, apenas con sus caricias y besos, lo estaba logrando.

No paró ahí. Siguió besándome, arriba, acariciaba mis pechos, besaba mi cuello;  abajo, mis piernas, mis pies,  comenzó a tocarlas, a acariciar mi cola y a besarla. Un suspiro salió de mis adentros sin poder controlarlo. Volvió a mi zona sur, la besó otra vez, y de repente, se puso encima de mí. Adivinando su intención, tomé un preservativo de la caja que estaba en la mesita de noche, lo abrí,  y se lo coloqué. “Ahora es el gran momento, pensé. Por fin va a pasar.”

De a poco abrió mis piernas, mientras me besaba en los labios. Yo no podía más, mi cuerpo pedía a gritos tenerlo en mí. Me miró a los ojos, y abrió mis labios vaginales con sus dedos. Ahí lo paré, y le dije que por favor lo hiciera despacio, que podía dolerme.  Me volvió a decir tranquila, que lo que debía hacer era relajarme y disfrutarlo. “Respirá hondo”, me dijo. “¿Lista?” Si, le dije. Para cuando exhalé con fuerza su punta estaba dentro de mí. No sentí dolor cuando entró. Me relajé, y lo disfruté. Volvió a preguntar si estaba bien,  si me dolía. Le contesté que un poquito, y comenzó a entrar despacio, otra vez me pidió que me tranquilizara. Cerré los ojos. Su verga estaba totalmente dentro de mí, y se quedó así un ratito para que mi vagina se adaptara a su miembro. De mientras me miraba y me acariciaba la cara. Salió un “te quiero” de mis adentros, lo dije con fuerza, como en un suspiro de deshago. “Yo también te quiero princesita mía, te quiero, te quiero…”, decía mientras me besaba la cara. Fue en ese momento cuando empezó a moverse dentro de mí, y yo empecé a sentir que iba a explotar por segunda vez. Gemidos, otra vez gemidos, de parte de los dos. A medida que se movía más fuerte, yo lo sentía más. Sentía que acabaría. Y lo hice, di un grito fuertísimo cuando lo hice. Seguro los vecinos escucharon. No me importó.

Él no acababa. Me resultó raro. Salió de mí, y me preguntó si estaba bien. “Genial”. Nunca había acabado en mi vida a no ser por mis medios, y él lo había logrado dos veces ya. Volvió a besarme, a mimarme otra vez por un ratito. Luego yo quise más. Me coloqué encima de él, le coloqué otro preservativo, puse su miembro dentro de mí, y comencé a cabalgarlo, de forma inocente al principio. Luego apoyé los pies sobre la cama, y empecé a subir y bajar por su miembro. Eso fue lo máximo. Acabé enseguida, y lo hice acabar. Salí, y le volví a decir te quiero, mirándolo a sus ojos color miel. Me respondió con la misma frase. Se quitó el preservativo, lo anudó, y lo tiró a la basura. Luego volvió, y me abrazó fuerte. Me llenó de besos. Me dijo que me quería una y otra vez. Que yo era su princesita. Me quedé con la cabeza en su pecho, sintiendo los latidos de su corazón, que aun eran fuertes. Acarició mi pelo, mi cara, y cerré los ojos. Cuando volví a abrirlos miré la misma cara con la que me dormí.  Le acaricié la frente, ya era de mañana, y él dormía. Me quise levantar, pero dormido me agarró de la cintura, y me dijo, “no te vayas princesita”. Me dio tanta ternura que me quedé ahí, dormí un poco más. Al despertar el desayuno estaba listo, lo tomamos en la cama. Luego me abrazó, y volví a mi cabeza en su pecho.

Me hizo el amor. Nos conocemos hace poco, pero supo hacerme sentir mujer con todas las letras, a pesar de ser menor que yo. Me hizo el amor, y para mí fue mi primera vez, olvidé las otras. Simplemente… me hizo el amor de verdad. Como en mi fantasía.