miprimita.com

Nenitas lascivas (2)

en Hetero: Infidelidad

Nenitas lascivas (2)

 

Segunda parte de las andanzas del maduro escritor en compañía de las dos jóvenes veinteañeras…

 

 

Come ride with me

through the veins of history,

I’ll show you how God

falls asleep on the job.

 

And how can we win

when fools can be kings,

don’t waste your time

or time will waste you.

 

No one’s gonna take me alive,

the time has come to make things right,

you and I must fight for our rights

you and I must fight to survive.

 

No one’s gonna take me alive,

the time has come to make things right,

you and I must fight for our rights

you and I must fight to survive…

 

Knights of Cydonia, MUSE

 

 

CAPÍTULO II

 

 

Embebido como estaba en el trabajo, el timbre de la puerta distrajo su atención. Miró el reloj el cual marcaba las diez y media pasadas. ¿Quién demonios sería a esas horas y con la noche que hacía? Un segundo timbrazo volvió a escucharse, esta vez de forma mucho más insistente. Al abrir la puerta se encontró frente a él a dos muchachas con los cabellos mojados y las ropas empapadas.

Perdone señor que le molestemos a estas horas pero es que el coche se nos ha estropeado.

Vimos luz en la casa y nos animamos a llamar. Si nos dejase usted utilizar el teléfono –continuó la otra joven la explicación al tiempo que miraba la noche lluviosa que hacía.

No os quedéis ahí, podéis pasar… estáis empapadas –exclamó alentándolas a entrar al ver el estado en que se encontraban.

Las dos jóvenes accedieron al interior acogiendo gozosas la invitación del hombre. Una de ellas cargaba una gran bolsa en un brazo y una guitarra en la otra mano, mientras su amiga llevaba un bolso cruzado con la cinta de cuero tirante sobre el hombro.

Venid, el teléfono está por aquí. De todos modos ya no van a poder miraros el coche pues el taller más cercano está cerrado a estas horas –les dijo al llegar al amplio salón.

¿Y qué podemos hacer? –preguntó una de ellas.

De momento tomar algo que os haga entrar en calor, antes que pilléis un pasmo. Tengo la cafetera lista, voy a la cocina y vuelvo enseguida. Ahí tenéis el teléfono…

Bien, muchas gracias. Es usted  muy amable.

Dejándolas sentadas en el sofá, Miguel se dirigió a la cocina a prepararlo todo. Ya con el café listo, volvió al salón con la bandeja y todo lo necesario.

¿Ya habéis llamado? Tomaos esto caliente y ya iremos pensando qué se puede hacer.

Oh sí, gracias… muchas gracias –respondió la joven entregando una de las tazas a su amiga para después tomar la suya.

¡Ummm, qué calentito está! –afirmó temblándole los labios al simple contacto con el líquido reparador. No sabe cómo le agradecemos que nos haya acogido en su casa.

No tiene importancia. No iba a dejaros ahí fuera con la noche que hace.

Quedaron en silencio mientras las muchachas bebían sus respectivas tazas a cortos sorbos. Al hacerlo sus miradas quedaron fijas en los retratos que había frente a ellas sobre la mesa. Ambas jóvenes eran bien distintas la una de la otra. Observador como era, Miguel imaginó que no tendrían aún los veinte años. En un primer vistazo, una de ellas le había parecido alta y delgada aunque con buenas formas mientras la otra era más baja y rellenita. La verdad es que, vistas de cerca, mostraban un cierto aspecto hippie no muy extraño para un par de muchachas de su edad. La que más hablaba de las dos tenía una larga melena castaña y vestía un peto tejano sobre una camiseta blanca. Su amiga, de cortos cabellos rubios amarillentos, vestía por su parte una blusa fina de un suave color malva acompañada de unos vaqueros grises desgastados. Bajo la húmeda prenda, evidentemente no llevaba sujetador pues se adivinaban los pujantes pezoncillos como si de una clara invitación al pecado se tratara. El hombre apartó raudo la mirada de tan perturbadora imagen.

¿Es su mujer?

Sí, ahí está junto a mis hijos.

Es muy guapa… y los niños también –indicó la joven rubia.

Miguel asintió con un leve movimiento de cabeza.

Resulta una foto verdaderamente encantadora. ¿No están aquí?

No, no… en realidad marcharon hoy a pasar unos días fuera.

Por cierto, yo me llamo Jordina y mi amiga es Claudia. No vaya a pensar que somos unas maleducadas –exclamó arreglándose con los dedos la alborotada melena mientras le estrechaba afectuosamente la mano.

Encantado, mi nombre es Miguel –respondió dando ahora la mano a la otra muchacha.

¡Qué frío tengo! –dijo la que se había hecho llamar Jordina, temblando toda ella al tomar el último sorbo de su café. Tengo la ropa empapada. ¿Podría cambiarme en algún lado?

Daría lo que fuera por un buen baño caliente –continuó su amiga.

Pues claro, os acompaño al baño y así podéis bañaros y cambiaros de ropa –indicó sonriéndoles al tiempo que se ponía en pie.

Seguido por las chicas, subieron a la segunda planta donde se encontraba el amplio baño.

¿Qué tal si os preparo la habitación y pasáis aquí la noche? Con la noche que hace y el coche estropeado dónde vais a ir.

Oh no, no queremos ocasionarle más molestias.

Nada de eso. Mirad, hacemos una cosa… Descansáis tranquilas y mañana os acompaño al taller. Conozco al dueño y seguro que os arregla el precio.

Bien, aquí está el baño… os traeré unas toallas, ahora vuelvo –continuó dejándolas pasar mientras abría la puerta.

Con premura, cogió del armario un par de toallas grandes y con ellas volvió al baño cuya puerta golpeó con los nudillos esperando respuesta.

Pase –escuchó responder al otro lado de la puerta.

El espectáculo que se encontró nada más abrir le dejó de piedra y completamente desconcertado. La joven de rubios cabellos se hallaba ante él, de pie y completamente desnuda en el interior de la ducha. Desafiándole con la mirada se acariciaba la húmeda piel con las manos, subiéndolas por los muslos y los costados hasta alcanzar aquel par de pechos grandes y sonrosados. Entre las piernas destacaba su pubis cubierto de una esplendorosa mata de vello oscuro. Resultaba una imagen perturbadora y bellísima, con sus carnes de más aunque no en exceso. Era aún más hermosa de como la había imaginado.

Sin saber cómo responder vio acercarse a la otra muchacha igualmente desnuda. A su lado, cerró con tranquilidad pasmosa la puerta y cogiéndole las toallas de la mano las dejó caer al suelo. Sin esperar a más, se acercó al hombre haciéndole sentir pegado su cuerpo de bellas y sinuosas formas. Miguel trató de protestar pero la joven respondió rápidamente tranquilizándole con la dulzura de su voz.

¿Qué haces chiquilla?

Anda, no seas tímido –dijo, haciendo que callara, llevando los dedos a los labios del hombre.

Tomándole el polo por los costados lo fue subiendo hasta hacerlo desaparecer por encima de la cabeza de su sorprendido anfitrión. Elevándose sobre los pies se apretó más a él y, doblando una de las piernas, se pegó con fuerza mientras levantaba su rostro buscándole la boca.

Me gustan los tipos maduros y atractivos como tú. Ven cariño, bésame –pidió en voz baja para luego ofrecerle su jugosa boca como llamada perfecta al pecado.

Viéndose acorralado de aquel modo, Miguel cedió permitiendo que la muchacha le besara. Para un hombre como él, felizmente casado y con dos hijos, aquello superaba todos los límites de la razón. Allí, en su propia casa y acompañado en el baño por dos jóvenes y hermosas desconocidas sintió su mente nublarse dejándose llevar por el simple instinto. Nunca había sido infiel a su esposa pero la tentación del cuerpo juvenil y desnudo de ella era demasiado para cualquiera así que, devolviendo el beso con el que su compañera le envolvía, poco a poco y abriendo la boca notó la lengua femenina pelear en busca de la suya. Las manos del hombre no pudieron estarse quietas, acariciándola con ellas y subiéndolas poco a poco por los muslos hasta alcanzar las nalgas, apretándolas entre sus dedos haciendo que ella gimiera.

Pronto el beso fue haciéndose mucho más pasional, profundo e intenso. Mezclando las lenguas, sintió la respiración de la muchacha acelerarse buscando un mayor roce de sus cuerpos. Jugando con la pierna, la llevaba entre las suyas camino del sexo masculino. Bajando la mano, la dejó apoyar sobre la entrepierna empezando a moverla con suavidad y notando la rápida respuesta de su maduro acompañante. Aquello la hizo sonreír abiertamente viendo el éxito obtenido.

Avanzando en su ataque, alcanzó la cremallera y con inaudita facilidad la bajó para enseguida meter la mano en busca del trofeo tan ansiado. Miguel creyó enloquecer y lanzándose sobre ella se apoderó del cuello besándolo y chupándolo entre los grititos satisfechos que la joven emitía.

¡Qué apasionado eres… así me gusta! –exclamó Jordina provocándole aún más con sus palabras.

Por la cabeza del hombre ya no corría el recuerdo de su mujer y sus hijos, centrado como estaba en disfrutar del cuerpo de piel fina y sedosa que se le ofrecía. La acarició con extrema delicadeza, subiendo y bajando las manos para volverlas a subir hacia las bonitas tetas de la joven. Eran algo más pequeñas que las de su amiga pero de puntiagudos y erectos pezones. Al tiempo, la juvenil mano continuó palpando bajo el tejano para acabar apoderándose del pene entre sus dedos. Eso la hizo vibrar de emoción y acercando su boca le besó el fornido cuello notando crecer la pasión del hombre. Le besó sin prisas, de forma lenta y a ratos mordiéndole con suavidad hasta provocar en él miles de sensaciones agradables. Miguel creyó por un instante perder el sentido, tan a gusto se encontraba en compañía de aquella jovencita.

Con el sexo masculino entre los dedos, logró al fin sacarlo de su prisión empezando a masturbarlo arriba y abajo mientras dejaba ahora que fuera el hombre quien la besara. La muchacha reía divertida al sentir los besos apasionados, casi furiosos con que el apuesto maduro la complacía. Las lenguas se entrelazaban, resbalando los labios y mezclando las salivas en el interior de su boca. Por su parte, ella replicó mordiéndole el labio inferior de forma tímida. Con las manos palpando las tetas, las fue deslizando por las bellas formas de la mujer hasta alcanzar el mojado coño. Acariciando los abultados labios con los dedos, los abrió para meter un dedo y luego otro a lo que respondió la chiquilla con un leve suspiro de satisfacción. Miguel trató de hacerla volver de espaldas a él, cosa a la que la chica no accedió separándose de forma autoritaria.

¡No cariño, déjame hacer a mí! –exclamó con los ojos brillantes mientras seguía masturbándole con la mano.

Inclinando la cabeza alcanzó el velludo pecho del hombre, succionando suavemente los pezones lo que los hizo endurecer irremediablemente. Miguel gimió dejándose llevar por la exquisita caricia de la joven. Recreándose en el frondoso vello y los excitados pezones, los ensalivó por completo al tiempo que deslizaba las manos por la varonil anatomía. Él gozaba todo aquello notándose nervioso y encantado con el juego con el que la joven le complacía. Bajando aún más, los labios femeninos cayeron sobre el abultado vientre para enseguida quedar acuclillada ante él disfrutando aquella más que clara invitación al vicio y la locura. Con inusitada rapidez, los vivarachos dedos soltaron el cinturón y el botón, apoderándose seguidamente del pequeño slip el cual bajó con las manos tomándolo de los lados.

¡Guau, menuda salchicha gastas tío! Qué cosa tan enorme, me encanta –exclamó con total desvergüenza, recreándose con la imagen del miembro que tenía ante ella.

El pene que se ofrecía a los ojos de la muchacha era de un tamaño más que respetable, de tronco venoso, muy firme y curvado hacia arriba al tiempo que la cabeza hinchada mostraba una clara inclinación hacia la izquierda. El tipo estaba a mil y completamente entregado a todo aquello que la joven quisiera hacerle. Ella solo pudo ronronear ante aquel apetitoso músculo, para ella había sido toda una sorpresa encontrarse con algo así.

Aquel maduro no estaba nada mal… habría que ver cómo se desenvolvía y cómo aguantaría frente a dos viciosas como ellas.

Moviendo los dedos por encima, Jordina notó palpitar el largo falo agradeciendo el cálido contacto. Apretándolo con fuerza y echando la piel hacia atrás, el hombre cerró los ojos excitándose más al masturbarle con toda la mano. La chiquilla sacó entonces la lengua y, acercándola, golpeó levemente la gruesa cabeza, lameteándola y provocando en Miguel un estremecimiento de puro placer. Tras esto, cubrió y humedeció la polla de saliva pasando la lengua de arriba abajo hasta alcanzar los cargados huevos los cuales lamió y chupó con infinita suavidad consiguiendo con ello que el tronco se endureciese mucho más.

¡Vamos nena, cómemela… no aguanto más! –pidió la voz entrecortada de él.

Respondiendo a las súplicas de su compañero, la joven abrió la boca introduciendo en ella buena parte del largo y brillante instrumento. La perversa jovenzuela dio inicio a un rítmico mete y saca, moviendo la cabeza y sin dejar de acariciar los testículos. Así estuvo largo rato devorándolo, tocándose con los dedos su sexo de vello escaso y sin apartar un solo segundo la mirada de la del hombre. El rostro joven y lleno de vicio de la muchacha le puso a cien, temblando todo él con el fantástico trabajo que aquella boquita le hacía. Lo chupaba y lamía lentamente, metiéndolo y sacándolo entre los gemidos que él emitía. Pese al mucho placer que la muchacha le hacía sentir, Miguel levantó la mirada hacia la otra joven la cual gemía dentro de la ducha masturbándose con los dedos metidos en el coñito y disfrutando del espectáculo que los amantes le ofrecían.

Claudia ven aquí… mira qué cosa tan hermosa tiene el tío este… -dijo invitándola en voz baja a que se uniera.

Su amiga cubrió la distancia que la separaba de la pareja y, una vez junto a ellos, besó el varonil cuello haciéndole notar su agitada respiración para después empezar a chuparle la oreja dejándola llena de babas. Acercando la boca a la de él, le entregó sus jugosos labios los cuales tomó besándola de forma desenfrenada como si fuera lo último que hiciera en su vida. Mientras tanto, la otra chica continuaba saboreando el pene erecto con lo que se sintió estremecer, notando tensarse sus miembros.

Déjame a mi cariño… yo también quiero probarla… -indicó a su amiga la rubia de grandes pechos, cayendo a los pies de Miguel.

Arrodilladas entre sus piernas, ambas muchachas empezaron a jugar entre ellas dándose las lenguas y morreándose de forma juguetona. Aquello excitó aún más al maduro escritor, el ver a las dos jovencitas a sus pies gozando la una con la otra era algo con lo que no contaba. Tras toda una serie de besos y sonrisas cómplices, se hicieron con su largo instrumento lamiéndolo y chupándolo alternativamente, pasándoselo la una a la otra, quitándoselo y peleando entre ellas por tan magnífico trofeo. El hombre gemía y respiraba con cierta dificultad con cada una de las caricias que las hambrientas bocas le dispensaban. Cada vez que bajaba la mirada, podía ver los labios de una de ellas cubrir su sexo excitado, succionándolo y mamándolo de forma lenta. Ciertamente eran expertas en tales lides pues sabían ofrecerle el mejor de los placeres acelerando el ritmo y parando convenientemente en el momento que notaban acercarse la corrida del macho. Eso hacía que él lo disfrutase mucho más, al ver retardado el orgasmo y alargado su placer.

La técnica de una y otra difería en buena medida pues, mientras la rubita succionaba y lamía acompañándose de la mano para dar mayor intensidad a su trabajo, su amiga prefería pasar la lengua por todo el sexo masculino, chupándole los huevos y llegando incluso a alcanzar con la lengua las proximidades del ano del hombre. Miguel gimió roncamente ante la inesperada caricia que la muchacha le daba. Tomándola del cabello aprovechó para introducir una vez más su miembro entre los carnosos labios de la joven.

Cómetela putita… venga dame placer –reclamó mientras enredaba los dedos entre los castaños cabellos.

Jordina respondió tomando el grueso pene entre los labios para, poco a poco, engullirlo amorrándose hasta conseguir meterlo entero en su boquita, notando golpearle el paladar. Sacándolo de la boca, lo sintió palpitar de emoción entre los dedos. Fue el momento que la guapa rubita aprovechó para alcanzar el tronco venoso con la lengua mientras su compañera tragaba sin descanso el cabeceante champiñón. Ayudadas por las manos del hombre, estuvieron chupándole largo rato y cada vez de manera más rápida. Lamían el glande y los huevos para continuar introduciéndose el largo falo todo lo que sus bocas daban de sí. Con las manos acariciaban los muslos de Miguel el cual notaba aproximarse el orgasmo si aquel par de arpías seguían trabajando su sexo de aquel enloquecedor modo. Las propias muchachas notaron el estado en que se encontraba así que, parando en su quehacer, quedaron en pie separándose del hombre pero sin dejar de masturbarle esta vez con la mano.

¿Estás a punto tío? ¿no te queda mucho para acabar? –le espetó una de ellas directamente a la cara.

¿Queréis pasar un buen rato, eh putitas? –preguntó completamente lanzado y sin reparar en posibles consecuencias.

Claro que sí, hombretón… demuéstranos lo macho que eres…

Mas de crimson

Con la madre de mi amigo

La convención (2)

La convención (1)

Pasión en forma de venganza

Doña Regina, la mujer de la papelería

Nada mejor que el verano (2)

Nada mejor que el verano (1)

Lo duro de ser azafata

Doña Rafaela, toda una jamona

El arte de la felatio - Juegos entre primos (1)

Compañeras de piso (2)

Compañeras de piso (1)

Vacaciones movidas

En un día plomizo y oscuro

Ejecutivo afortunado

En la barra del pub

El poder de la juventud

Virginia

La tía Romina 2

La tía Romina 1

Querida madre

Las aventuras de Águeda 2

Las aventuras de Águeda 1

La muchacha de la boca de fresa

Haciéndomelo con el fontanero

Con el hijo de la vecina

Polvo turolense

Sexo negro (3)

Sexo negro (2)

Sexo negro (1)

Jugando con mi amiga y mi novio (2)

Jugando con mi amiga y mi novio (1)

Haciéndole el amor a mi futura suegra

Juventud divino tesoro

Fuera del trabajo

Viajando por Europa

Casting porno (2)

Viaje a Cerdeña (1)

Me enamoré

Amantes (3)

Amantes (2)

Amantes (1)

Casting porno (1)

Poder caribeño

La prima Aroa

El verano

Calor de verano

La encontré en el supermercado

Polvos rápidos (10)

Polvos rápidos (9)

Polvos rápidos (8)

Polvos rápidos (7)

Polvos rápidos (6)

Polvos rápidos (5)

Polvos rápidos (4)

Polvos rápidos (3)

Polvos rápidos (2)

Polvos rápidos (1)

Recuerdos del pasado (2)

Recuerdos del pasado (1)

Conociendo a Pedro (2)

Conociendo a Pedro

Pecando con mi hijo (2)

Pecando con mi hijo

Refriegas entre chicas (2)

Refriegas entre chicas (1)

Dos para una

Unos días en casa de su tía (4)

Unos días en casa de su tía (3)

Unos días en casa de su tía (1)

Unos días en casa de su tía (2)

Dulce despertar (3)

Dulce despertar (2)

Dulce despertar (1)

Con mi tío Roberto

Interesante compañía

Navegando por el Cantábrico (8)

Navegando por el Cantábrico (7)

Navegando por el Cantábrico (6)

Navegando por el Cantábrico (5)

Navegando por el Cantábrico (4)

Navegando por el Cantábrico (3)

Navegando por el Cantábrico (2)

Navegando por el Cantábrico (1)

Entregada al hijo de mi vecina (5)

Entregada al hijo de mi vecina (4)

Entregada al hijo de mi vecina (3)

Entregada al hijo de mi vecina (2)

Entregada al hijo de mi vecina (1)

Nenitas lascivas (7)

Nenitas lascivas (6)

Nenitas lascivas (5)

Nenitas lascivas (3)

Nenitas lascivas (4)

Nenitas lascivas (1)

Nenitas lascivas (1)

La mujer de la verdulería

Asistencia en carretera

Hermanita viciosa

Helado de vainilla y chocolate

Sexo con mi tío

Un encanto de hombre

Ninfas hambrientas

Perdiendo el control junto a mi sobrina

Recoger a los niños al cole

Nines, mi dulce sobrinita

Deleites negros

Sesión de las seis

Amante desconocido

Visita muy provechosa

La boda de mi prima (3)

La boda de mi prima (2)

La boda de mi prima (1)

Sorpresa agradable en compañía de mi sobrina

Placeres desenfrenados

Intimidades lésbicas

Gozando con mi suegra

Juventud negra

Caricias entre mujeres

Yo os declaro marido y mujer

Pasión desmedida

De vacaciones por Mallorca

Yendo de compras

Visitando a mi tía Leire

Feliz descubrimiento con mi tío Blas

Reunión de trabajo y placer

Pasando el domingo con un matrimonio muy liberal

Noche de sábado muy movida

Encuentro inesperado

Montándomelo con mi querida tía

Abandonando el lecho conyugal

Amores lésbicos

Amor incestuoso entre madre e hijo

Orestes, el jardinero de mis padres

El lento despertar de la bella Sara

Viaje en el Ave Madrid-Barcelona

Mi mujer es una guarra de mucho cuidado

Acabé siendo una verdadera puta

Encuentro casual con mi cuñada

Sensuales caricias maternas

Empieza el día en el ascensor

Contacto con mi nuevo amante y mi sobrina

¡Fuera prejuicios!

Tres semanas en casa de mi prima (2)

Dinero sangriento

Seducida por una desconocida

Tres semanas en casa de mi prima (1)

Mi primera experiencia en el incesto

Un pintor de brocha gorda

Iniciándonos en el intercambio de parejas

Deseos húmedos

Amando a mi compañera del instituto

Viaje caliente a París

Un hombre de ocasión

Dos amantes retozando frente a mi ventana

Perdí la decencia con mi joven cuñado

Amores perversos en un hotel

Es estupenda mi tía Mónica

Juegos femeninos

Incesto con mi padre y mi hermano

Quitándole el novio a mi hermana

Una tarde en el cine

Acabando con la virginidad de mi sobrina

Encuentro amistoso

Sintiéndome puta con el negro

Me cepillé a mi tía

Violación fallida

Follando con el novio de mi nieta

Polvo antológico con mi hijo

El profesor universitario

Trío con mi mujer en un restaurante

Conversación entre dos amigas

Seduciendo a una mujer madura (2)

Seduciendo a una mujer madura (1)

Un día de playa (2)

Un día de playa (1)

Mi adorable Yolanda

Una noche loca junto a mi hijo

Madre e hijo

Intensas vacaciones con la familia

Navidades junto a mi sobrino

Mi tía Maribel

Tres mujeres para mi hijo

Me follé a mi propio hijo

Con Emilio en el aeropuerto

En el baño con mi amante argelino

Un buen polvo en los probadores del Corte Inglés

Disfrutando del cumpleaños de mi joven yerno

Cálidas vacaciones de verano

Volviendo a la playa nudista

En la playa nudista

Jodiendo con el cachondo de mi sobrino

Daniela, la madre de mi amigo

Conociendo íntimamente a mi hijastro

Mi querídisimo sobrino Eduardo

Un maravilloso día con mi futuro yerno

Deliciosa despedida de soltera

Kareem, nuestro masajista preferido

Mi clienta favorita

Bruno

Follando con la madre de mi mejor amigo

Con mi vecino Carlos

Aquella noche en la discoteca

Mi primer trio con dos maduras

El negro y su amigo