miprimita.com

Nenitas lascivas (1)

en Hetero: Infidelidad

Nenitas lascivas (1)

 

La llegada a su casa de aquel par de chicas trastocó por completo la paz y los planes del hombre de trabajar en su última obra, en la última novela que se traía entre manos…

 

 

Oh Sinnerman, where you gonna run to?

Sinnerman, where you gonna run to?

where you gonna run to?

all on that day.

 

Well I run to the rock,

please hide me I run to the rock,

please hide me I run to the rock,

please hide me, Lord

all on that day.

 

But the rock cried out,

I can’t hide you the rock cried out,

I can’t hide you the rock cried out,

I ain’t gonna hide you guy

all on that day.

 

I said, Rock,

what’s a matter with you rock?

don’t you see I need you rock?

Lord, Lord, Lord

all on that day…

 

Sinnerman, NINA SIMONE

 

 

CAPÍTULO I

 

 

Miguel era un hombre de éxito, uno de los mejores novelistas y entre los mejor considerados del país. Por suerte, el mundo literario no resulta tan cercano al público común como otros así que, pese a su más que evidente éxito, podía moverse por la calle sin mayores problemas.

El último libro que había escrito había cosechado un buen resultado de ventas con el que la editorial y él habían salido más que beneficiados. Sin embargo, de eso hacía ya año y medio largo, camino de los dos años y tanto Juan como Marta, sus respectivos editor y agente, empezaban ya a ponerse nerviosos reclamándole una nueva obra con la que repetir el éxito logrado.

Sus cuatro últimos libros se encontraban en las estanterías de todas las librerías gracias al boom de la postrera obra, una mezcla de terror y relato policíaco acompañada con ciertas dosis de erotismo tal como se estilaba en aquella época. Los lectores reclamaban aquel tipo de historias así que para qué devanarse los sesos buscando otro tipo de argumentos que tal vez fuesen un fracaso. Si aquella era la línea para lograr buenas ventas, cabía encontrar historias y argumentos en torno a dicho tema. La gente se mueve por modas, ya habría tiempo de cambiar cuando se cansaran –le decía Juan al otro lado de la mesa de su despacho mientras disfrutaba del cigarrillo dándole pequeñas caladas que hacían que el humo se interpusiera entre ambos.

En la primera semana de mayo del año entrante tendría lugar el premio que la editorial concedía anualmente, y Juan le había hablado de presentar su próxima obra aprovechando el tirón de ventas y la popularidad de la que gozaba dentro del mundillo. Ya se encargaría él de hacer que los miembros del jurado se decantaran por su nueva obra y luego una buena campaña de marketing haría el resto. Estaban a finales de octubre de manera que tenían tiempo más que suficiente de preparar algo que tuviera el impacto necesario para conseguir el respaldo de crítica y lectores.

Pese a los ánimos recibidos, Miguel no las tenía todas consigo. Con largos años de oficio y experto en la materia, llevaba tiempo encallado con varios argumentos a los que no sabía dar el necesario empujón, a los que no sabía encontrar la tecla que hiciera que toda la historia quedara resuelta. Por su cabeza corrían esbozos dispersos, buenos temas pero sin la necesaria concreción, noticias leídas en la sección de sucesos de la cual solía extraer muchas de sus ideas. El oficio de escritor así como el del arte en general resulta complicado y no tan fácil como pueda parecer a primera vista. A momentos de creación y lucidez se contraponen otros muchos oscuros y baldíos. Una cosa es escribir y otra muy distinta lograr llamar la atención de quien te lee, encontrar la chispa que haga entablar la necesaria relación entre el texto y el público.

Miguel, como muchos otros de sus colegas, necesitaba el instante oportuno, el lugar propicio desde el que entrar en contacto con el papel en blanco. Era de la vieja escuela, escribía siempre con pluma y a través del folio, sin echar mano del ordenador ni de las nuevas tecnologías, tan en boga en aquellos tiempos. Dependiendo del estado de ánimo trabajaba al inicio del día, con las primeras horas de la mañana o bien pasaba noches enteras en vela en su despacho entre lecturas varias, libros de estilo, magazines, diarios… Cualquier momento era bueno para un argumento bien enlazado y creíble.

Las dos últimas semanas habían sido bastante movidas y estresantes entre firmas de libros y compromisos varios. Le gustaban el agradecimiento popular, el contacto directo con sus lectores que nunca rehuía. Era el mejor modo de conocer de primera mano lo que la gente demandaba y por dónde iban las tendencias en cuanto a gustos. Lo que no le gustaba tanto era estar lejos de la familia, ir de cena en cena y saltando de habitación en habitación de hotel. Aquellas frías e impersonales habitaciones que tanto odiaba.

Aquel jueves había quedado con Marta para almorzar y charlar de distintas cosas. Solían hacerlo a menudo, al menos una vez por semana, buscando entrevistas y conferencias universitarias que mantuviesen su nombre en permanente candelero. Aquella cafetería gustaba a Marta por su discreción y ambiente tranquilo. Enfrentados en la mesa, pronto se acercó el camarero preguntándoles si deseaban tomar algún aperitivo. Marta encargó su habitual Martini rojo con una aceituna mientras él pedía una copa de vino blanco.

Miguel, ya sé que tus libros gustan al público. ¿Cómo no voy a saberlo si soy tu agente? Sin embargo, desde que escribiste tu última novela el mercado del libro ha cambiado sustancialmente. Los temas que gustaban hace dos o tres años, han dejado de hacerlo y ambos creo que somos conscientes de ello. Necesitamos algún tipo de giro que dé novedad a tus relatos, algo que excite la curiosidad de los lectores.

¿Cómo qué? ¿Tienes alguna idea al respecto?

Bueno tú eres el autor… no voy a ser yo quien me meta en tu trabajo. En realidad siempre has sabido dar con el mejor motivo. Quizá te sugeriría un cambio de enfoque, algo que deje de lado el mundo de la fantasía basando la trama en elementos más reales que es lo que ahora se lleva –acabó su comentario con una leve sonrisa y sin dejar de golpear la mesa con los dedos.

Sabía que se encontraba nerviosa y preocupada, hacía largos años que se conocían y ya nada que hiciera podía sorprenderle. Las presiones por parte de Juan eran cada día mayores reclamándoles un buen argumento que diese respuesta al certamen que les había propuesto.

El elemento fantástico trufado con ciertos pasajes de erotismo siempre te ha funcionado. Tal vez trasladándolo a un ambiente urbano… podría ser una solución, algo que haga más cercana la historia al público. Sabes que tengo tanto interés como tú en que esto funcione y siempre está bien tener distintos puntos de vista.

Tranquila Marta, encontraré algo con lo que calmar a Juan. Siempre lo he hecho.

Lo sé, lo sé –respondió la mujer dando un pequeño sorbo a su bebida.

Te agradezco la sugerencia y te prometo que pensaré en ello. No me parece mala idea, la verdad. El mismo concepto desarrollado desde otro punto de vista y adornado con otro tipo de elementos accesorios puede cambiar por completo el resultado final. Déjame que le dé vueltas a la cabeza, cuando menos se espera llega la solución acabando por atarse todos los cabos –dijo dejando reposar la mano sobre la de la mujer tratando así de tranquilizarla.

Espero que así sea. Hay mucho en juego… tu prestigio como escritor, montones de contactos para simposios y seminarios. Recuerda además que tenemos encima la campaña de Navidad, cosa que te restará tiempo.

Soy totalmente consciente de ello. Si no supiera lo que nos jugamos perderías tu tanto por ciento y sabes que eso nunca ha pasado.

En eso tienes toda la razón. Por cierto, te recuerdo que…

Sí, ya sé… las conferencias de dentro de quince días, ¿verdad?

Marta sonrió asintiendo a sus palabras con un gesto de la cabeza.

Pagada la comida, ambos se dirigieron al garaje en el que se encontraba el coche. En unos escasos tres cuartos de hora había dejado a Marta en su pequeño apartamento para seguidamente coger la carretera que le llevaría a casa. Durante el viaje, por su cabeza no paraban de correr posibles historias y tramas que poder desplegar en alguno de los capítulos que tenía pensados. Siempre era lo mismo, su mente no dejaba un segundo de concebir distintas opciones para sus libros.

Saludando a sus hijos que jugaban alegres en el jardín, les preguntó por su madre a lo que contestaron que se hallaba en el piso superior preparando las maletas. Tras ascender las escaleras que llevaban a la segunda planta, se encaminó al dormitorio donde imaginaba estaría su esposa preparando las cosas antes de marchar. En efecto, allí se encontraba liada organizando la ropa que iba a meter en la maleta. Apenas iban a ser cuatro o cinco días los que pasaría en casa de su madre pero siempre le gustaba ser cuidadosa a la hora de tenerlo todo listo.

Hola, ¿qué haces? –dijo tomándola por la cintura antes de que ella se volviese hacia él.

Hola cariño –respondió ella sonriendo mientras dejaba que la besara suavemente.

¿Todo bien en la comida con Marta? ¿Avanzasteis en tu próximo proyecto?

Bueno, siempre es gratificante discutir sobre diversas cosas. Tengo su punto de vista en gran consideración y resulta un apoyo inestimable para mí. De hecho, en el almuerzo me ha dado alguna idea en la que trabajar estos días. Realmente no sé que haría sin vosotras dos. –exclamó besándola nuevamente mientras la apretaba con fuerza contra él.

Mmmm, lástima que tengas que quedarte solo estos días. Pero ya sabes que mi madre quiere que estemos con ella el día de su cumpleaños. Siempre le ha gustado y desde la muerte de papá la pobre se siente muy desamparada. El ver a los niños le da alegría y la hace sentir bien.

Siento no poder acompañaros pero estos días me servirán de alivio. La tranquilidad del campo y el estar lejos del bullicio de la ciudad me ayuda a escribir. Las conferencias están a la vuelta de la esquina…

Lo sé, cariño… lo sé. Tienes la nevera llena de cosas para que no te tengas que molestar por nada.

No te preocupes mujer. Solo van a ser unos días y ya sabes que yo solo me apaño bien. Aprovecharé para relajarme y pensar nuevos proyectos para mi próxima obra. Juan y Marta no paran de atosigarme así que me vendrán bien estos días para darle vueltas a la cabeza e inspirarme.

Lo sé, mi amor. Siempre te gusta la soledad para trabajar. ¡Oh, qué tarde es! –exclamó ella mirando su reloj de pulsera. Mi madre nos espera para la cena y si llegamos tarde enseguida se inquieta. Queda un largo rato de carretera y ya sabes que no le gusta nada que conduzca de noche –zanjó la conversación cogiendo su bolso y la bolsa de mano mientras él se hacía con la maleta y el neceser.

Tras despedirse con un par de besos de sus hijos y de su mujer, no sin antes recordarle que felicitara a su madre cuando la viera, vio marchar el coche hasta acabar perdiéndolo de vista entre los árboles.

Ya solo, aprovechó para echarse una reparadora siesta tras la cual cogió el coche dirigiéndose al pueblo. Se entretuvo en el mismo el tiempo necesario, comprando la prensa del día y un cartón de tabaco y, ya de vuelta, parando en la gasolinera a llenar el depósito.

Mala noche se presenta –comentó al hombre una vez le hubo pagado.

Pues sí, parece que se avecina una buena tormenta –respondió devolviéndole el cambio.

Llegado a casa, observó avecinarse los primeros truenos. Un cielo oscuro y cubierto anunciaba una noche de perros. Estuvo por casa dando vueltas y haciendo cosas antes de meterse al despacho. Pensaba trabajar toda la noche o al menos buena parte de ella, de manera que preparó algo de cena y una buena cafetera con la que aplacar las horas de vigilia. El teléfono repicó insistentemente al entrar en su estudio.

Cariño, soy yo. Hemos llegado muy bien. ¿Y tú qué haces?

Pues bien. Bajé al pueblo a por unas cosas y he llegado hace un rato. En este momento está empezando a llover. Ya os estoy echando de menos…

Nosotros también, mi amor. Aquí hace un tiempo estupendo. Mi madre te manda recuerdos y dice que siente mucho que no estés con nosotros. Bueno, la niña me requiere… te llamo mañana a ver cómo andas. Adiós cariño, un beso –la oyó decir finalizando la charla al otro lado del teléfono.

De acuerdo, hasta mañana. Un beso para todos vosotros.

En el estudio despachó, mientras leía la sección de sucesos de los periódicos, la cena frugal que se había preparado. Luego estuvo hojeando un libro antes de disponerse a continuar con los papeles que se traía entre manos. En realidad, se encontraba inmerso en tres o cuatro posibles argumentos, en tres o cuatro distintas formas de enfocar el desarrollo tal como solía hacer…

Mas de crimson

Con la madre de mi amigo

La convención (2)

La convención (1)

Pasión en forma de venganza

Doña Regina, la mujer de la papelería

Nada mejor que el verano (2)

Nada mejor que el verano (1)

Lo duro de ser azafata

Doña Rafaela, toda una jamona

El arte de la felatio - Juegos entre primos (1)

Compañeras de piso (2)

Compañeras de piso (1)

Vacaciones movidas

En un día plomizo y oscuro

Ejecutivo afortunado

En la barra del pub

El poder de la juventud

Virginia

La tía Romina 2

La tía Romina 1

Querida madre

Las aventuras de Águeda 2

Las aventuras de Águeda 1

La muchacha de la boca de fresa

Haciéndomelo con el fontanero

Con el hijo de la vecina

Polvo turolense

Sexo negro (3)

Sexo negro (2)

Sexo negro (1)

Jugando con mi amiga y mi novio (2)

Jugando con mi amiga y mi novio (1)

Haciéndole el amor a mi futura suegra

Juventud divino tesoro

Fuera del trabajo

Viajando por Europa

Casting porno (2)

Viaje a Cerdeña (1)

Me enamoré

Amantes (3)

Amantes (2)

Amantes (1)

Casting porno (1)

Poder caribeño

La prima Aroa

El verano

Calor de verano

La encontré en el supermercado

Polvos rápidos (10)

Polvos rápidos (9)

Polvos rápidos (8)

Polvos rápidos (7)

Polvos rápidos (6)

Polvos rápidos (5)

Polvos rápidos (4)

Polvos rápidos (3)

Polvos rápidos (2)

Polvos rápidos (1)

Recuerdos del pasado (2)

Recuerdos del pasado (1)

Conociendo a Pedro (2)

Conociendo a Pedro

Pecando con mi hijo (2)

Pecando con mi hijo

Refriegas entre chicas (2)

Refriegas entre chicas (1)

Dos para una

Unos días en casa de su tía (4)

Unos días en casa de su tía (3)

Unos días en casa de su tía (1)

Unos días en casa de su tía (2)

Dulce despertar (3)

Dulce despertar (2)

Dulce despertar (1)

Con mi tío Roberto

Interesante compañía

Navegando por el Cantábrico (8)

Navegando por el Cantábrico (7)

Navegando por el Cantábrico (6)

Navegando por el Cantábrico (5)

Navegando por el Cantábrico (4)

Navegando por el Cantábrico (3)

Navegando por el Cantábrico (2)

Navegando por el Cantábrico (1)

Entregada al hijo de mi vecina (5)

Entregada al hijo de mi vecina (4)

Entregada al hijo de mi vecina (3)

Entregada al hijo de mi vecina (2)

Entregada al hijo de mi vecina (1)

Nenitas lascivas (7)

Nenitas lascivas (6)

Nenitas lascivas (5)

Nenitas lascivas (3)

Nenitas lascivas (4)

Nenitas lascivas (2)

Nenitas lascivas (1)

La mujer de la verdulería

Asistencia en carretera

Hermanita viciosa

Helado de vainilla y chocolate

Sexo con mi tío

Un encanto de hombre

Ninfas hambrientas

Perdiendo el control junto a mi sobrina

Recoger a los niños al cole

Nines, mi dulce sobrinita

Deleites negros

Sesión de las seis

Amante desconocido

Visita muy provechosa

La boda de mi prima (3)

La boda de mi prima (2)

La boda de mi prima (1)

Sorpresa agradable en compañía de mi sobrina

Placeres desenfrenados

Intimidades lésbicas

Gozando con mi suegra

Juventud negra

Caricias entre mujeres

Yo os declaro marido y mujer

Pasión desmedida

De vacaciones por Mallorca

Yendo de compras

Visitando a mi tía Leire

Feliz descubrimiento con mi tío Blas

Reunión de trabajo y placer

Pasando el domingo con un matrimonio muy liberal

Noche de sábado muy movida

Encuentro inesperado

Montándomelo con mi querida tía

Abandonando el lecho conyugal

Amores lésbicos

Amor incestuoso entre madre e hijo

Orestes, el jardinero de mis padres

El lento despertar de la bella Sara

Viaje en el Ave Madrid-Barcelona

Mi mujer es una guarra de mucho cuidado

Acabé siendo una verdadera puta

Encuentro casual con mi cuñada

Sensuales caricias maternas

Empieza el día en el ascensor

Contacto con mi nuevo amante y mi sobrina

¡Fuera prejuicios!

Tres semanas en casa de mi prima (2)

Dinero sangriento

Seducida por una desconocida

Tres semanas en casa de mi prima (1)

Mi primera experiencia en el incesto

Un pintor de brocha gorda

Iniciándonos en el intercambio de parejas

Deseos húmedos

Amando a mi compañera del instituto

Viaje caliente a París

Un hombre de ocasión

Dos amantes retozando frente a mi ventana

Perdí la decencia con mi joven cuñado

Amores perversos en un hotel

Es estupenda mi tía Mónica

Juegos femeninos

Incesto con mi padre y mi hermano

Quitándole el novio a mi hermana

Una tarde en el cine

Acabando con la virginidad de mi sobrina

Encuentro amistoso

Sintiéndome puta con el negro

Me cepillé a mi tía

Violación fallida

Follando con el novio de mi nieta

Polvo antológico con mi hijo

El profesor universitario

Trío con mi mujer en un restaurante

Conversación entre dos amigas

Seduciendo a una mujer madura (2)

Seduciendo a una mujer madura (1)

Un día de playa (2)

Un día de playa (1)

Mi adorable Yolanda

Una noche loca junto a mi hijo

Madre e hijo

Intensas vacaciones con la familia

Navidades junto a mi sobrino

Mi tía Maribel

Tres mujeres para mi hijo

Me follé a mi propio hijo

Con Emilio en el aeropuerto

En el baño con mi amante argelino

Un buen polvo en los probadores del Corte Inglés

Disfrutando del cumpleaños de mi joven yerno

Cálidas vacaciones de verano

Volviendo a la playa nudista

En la playa nudista

Jodiendo con el cachondo de mi sobrino

Daniela, la madre de mi amigo

Conociendo íntimamente a mi hijastro

Mi querídisimo sobrino Eduardo

Un maravilloso día con mi futuro yerno

Deliciosa despedida de soltera

Kareem, nuestro masajista preferido

Mi clienta favorita

Bruno

Follando con la madre de mi mejor amigo

Con mi vecino Carlos

Aquella noche en la discoteca

Mi primer trio con dos maduras

El negro y su amigo