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La dulce Janaina (2)

en Hetero: Primera vez

Al día siguiente, Janaina despertó con una sonrisa en los labios y miraba a su padre y a sus hermanos de una manera distinta. También comenzó a darse cuenta del porqué de ciertos comentarios libidinosos de los compañeros de colegio; comentarios que ella intuía ofensivos pero que no entendía del todo, porque jamás había tenido una charla sobre sexo con nadie.

Don Nicolás estaba algo avergonzado, pero al ver que su hija nada le reprochaba, se sintió con la confianza de acercarse a ella y darle un beso en la frente, mientras con una mano le acariciaba las nalgas.

A las cinco de la tarde apareció Mario muy bien vestido y perfumado, se saludaron como si nada y Janaina salió de su dormitorio vestida con su mejor vestido; uno viejito y pasado de moda, y con sus únicas sandalias.

Mario entregó a Don Nicolás los papeles del auto y salió de la casa a esperar a Janaina dentro del coche.

-          Tranquila hijita, todo va a ir bien. Tú pórtate bien como hiciste conmigo y vas a disfrutar mucho de todo.

-          Ya papi, gracias.

Se dijo en el barrio que debido a la enfermedad del hermano Janaina había entrado a trabajar como asistenta en la casa de Mario y nadie sospechó nada porque todos tenían a la muchacha como una virgen inmaculada. Las siguientes veces no volvió Mario a recogerla de la casa. Janaina salía sola a tomar el ómnibus o su mismo padre la llevaba.

La casa de Janaina fue cambiando. El primer cambio notable fue una ampliación en la parte delantera; techaron el patio y construyeron una parrilla, luego cambiaron las ventanas. Entraban televisores, equipos de música, cambiaron la heladera y la cocina, plantaron rosas en el jardín y hasta contrataron una niñera que se hiciera cargo de los niños mientras Janaina y el padre no estaban.

Las salidas de Janaina sola de casa permitieron a los chicos del barrio hacerse amigos de ella y se decía que Josué, el chico más lindo del barrio la cortejaba. Pero volvamos al primer encuentro de Janaina con Mario, según me contó ella, muchos años después…

Una vez en el coche, Mario la miró de reojo y le dijo:

-          Lo primero que vamos a hacer es comprarte ropa linda, porque una muchacha tan hermosa merece las mejores ropas.

Y se la llevó a un mercado alejado donde compraron varias mudadas de ropa que él escogía para ella.

-          Esto te lo vas a poner sólo para mí. No lo vas a llevar a tu casa.

-          Está bien. Gracias.

-          Tienes que usar zapatos de tacón, las sandalias chatas no hacen que se luzcan tus piernas. Vamos a comprar un par rojo y un par negro.

-          Yo no sé andar con zapatos de tacón.

-          No importa, vas a aprender para darme el gusto, no?

-          Si, voy a aprender.

Fueron a un puesto de ropa interior y él insistió en que quería ver cómo le quedaba la ropa que él escogía para ella. Ella se probó la ropa y se la mostró y él se deleitó con la sola idea de poseerla.

Llegaron a un departamento mono-ambiente, que Mario tenía para este tipo de relaciones. Ella se vistió con un calzoncito hilo dental negro completamente transparente por delante y con un vestido rojo muy corto y sin espalda, por lo que no se puso brasier. Calzó los tacones rojos y caminó un poco incómoda hacia Mario que la esperaba sentado en el sofá de la habitación tomando un trago de whisky.

-          Vas a beber un poco, ven, te vas a sentir más tranquila después de unos tragos.

-          Yo nunca he bebido…

-          Mamacita, nunca has hecho nada de lo que vas a hacer conmigo, pero tienes permiso de tu papito, así que ven, bebe y fuma si es lo que quieres-

Y le acercó un cigarro. Ella rechazó el tabaco pero bebió del vaso. El primer trago le resultó asfixiante, pro sintió que necesitaba tomar más porque no era lo mismo dejarse tocar por su papito que por este extraño más viejo que su padre, aunque fuera un hombre elegante, limpio y bien educado.

-          Quédate ahí parada, quiero mirarte…. Date la vuelta… despacio… suéltate el vestido…si…despacito… muy bien… muy bien mi putita, muy bien… estas buenísima… no puedo creer que me voy a coger una chiquilla tan rica y virgen como tu… te voy a gozar, mierdita… que rica te ves en calzoncito… el negro te sienta muy bien, y los tacones altos hacen que tus piernas se vean aun mas hermosas, mi amor… ven, acercate, quiero tocar esas tetas perfectas, siéntate en mis faldas…

Comenzó a acariciarle y besarle las tetas y ella sintió el deseo de acariciarle el cuello y la nuca. Él le mordía los pezones suavemente y amasaba las mamas con desesperación mientras mascullaba palabras inteligibles y jadeaba.

La levantó de la cintura y haciéndola girar la puso montada sobre sus piernas. Con las manos en la cintura de ella, sin dejar de chupar sus tetas, le enseñó a mover la cadera de adelante para atrás y éste roce de su concha contra el pantalón de él la hizo mojarse como la noche anterior y ella deseo la boca de Mario entre sus piernas. Pero no dijo nada, se dejó hacer, como le había indicado su padre.

Mario entonces la recostó en el sofá, le sacó el calzón y comenzó a olisquear el sexo de ella…

-          Mmmmm…

Primero le pasó un dedo sobre el clítoris y la hizo estremecerse.

-          Esto no es nuevo para ti, putita… no que eras virgen?

Intentó meterle el dedo, pero se encontró con que sí, sí era virgen.

-          Aaahhhh… eres virgen… que maravilla, hace más de veinte años que no me como una virgen. Las conchas de mi mujer y las putas comunes están tan anchas que siempre tengo que masturbarme para sentir placer… una conchita apretada y mojadita y suavecita, casi sin pelos…solo para mí… mmmmm….

Dicho esto procedió a lamerle la concha suavemente, pasando la lengua por todos lados, luego concentrándose en el clítoris, donde hacía circulitos. Luego, al ismo tiempo que lamía y chupaba, comenzó a jugar con un dedo en la entrada de la conchita y ella gemía y disfrutaba y pensaba que su papito tenía razón, que era muy rico esto que estaba sintiendo, que cómo se había perdido tanto tiempo de una cosa así…

Entonces Mario la levantó en brazos y la llevó a la cama. Allí acostada vio que Mario de desvestía. Primero se sacó la camisa y dejó al descubierto un pecho bronceado poblado de canas crespas y una barriga pequeña, un poco crecida pero no prominente. Luego lo vio sacarse el pantalón y debajo de éste apareció el calzoncillo de Mario con la protuberancia de su pene erecto. Se sacó las medias (¿en qué momento se había sacado los zapatos?) y comenzó a acariciarse el pene subiendo y bajando la mano. Le acercó el pene a su cara y justo cuando ella iba a volcar la cara por el asco, él la agarró de la nuca y le dijo:

-          Ah, no querida, te gustó lo que te hice? Lo mismo tienes que hacer tú por mí. Chupa, lame, besa y hazme gozar con esa boquita, mi putita…

Ella hizo su mejor intento, pero su torpeza era hija de la inexperiencia y esto excitó mucho más a Mario, quien decidió encender la tele que ya tenía conectado el VHS con una porno.

Se acostó al lado de ella y le dijo que se acostara con la cara a la altura de su pene y que hiciera exactamente lo que la mujer de la tele hacia con el pene frente a ella. Y Janaina hizo lo que le dijeron y descubrió que disfrutaba dando placer, porque al mismo tiempo que ella chupaba y lamía el pene de Mario, éste la manoseaba en la concha logrando al fin meter un dedo.

Luego la montó encima de él para hacer un 69 y ella disfrutó más y llegó al orgasmo.

Cuando Mario se dio cuenta de que ella había disfrutado, le dijo que se siente sobre su pene, que iba a penetrarla como a la mujer de la tele - montada sobre él.

Janaina estaba de espaldas a Mario y este disfrutaba del espectáculo de esa figura perfecta con una cintura tan delgada que los dedos de ambas manos de él casi se tocaban sobre el ombligo de ella cuando la agarraba por los costados; esa espalda lisa, ese culo redondo como dos manzanas, esa piel suave y caliente, y ese cabello largo y rizado que se bamboleaba como sus tetas al compás de cada movimiento.

La penetró lentamente, empujándola hacia sí son suavidad pero con ansias. Se detenía a cada paso especialmente si ella se quejaba. Mojaba sus dedos con saliva y acariciaba el clítoris de ella para estimularla. Y el rato menos pensado, ya la tenía completamente engarzada. Guio los movimientos de ella tomándola por la cintura y estuvieron así por un momento, gimiendo ambos, disfrutando ambos.

Luego de un rato le dijo que se acueste y él bajó hasta su conchita herida y disfrutó de lamer toda la sangre que había brotado de la virginidad desflorada.

-          Muy bien, mi niña, lo has hecho bien, aprendes bien y eres muy putita. Vamos a gozar como locos y tu papito va a estar contento.

Entonces la montó y embistió dentro de ella, esta vez sin piedad, con desesperación. Ella vio la boca de él semiabierta, con la lengua colgando sobre los dientes inferiores y los ojos entrecerrados que la miraban sin mirarla. El cuerpo de el salía y entraba dentro de ella y Janaina sintió la necesidad de levantar las piernas para poder rozar su clítoris y disfrutar también de este momento, pues hacía rato que la conchita no le dolía y quería volver a gozar de un orgasmo.

Pero el sacó su pene y se masturbó encima de ella, dejando salir su leche espesa, que cayó sobre el estómago plano de Janaina, tomándola por sorpresa.

Se sintió incómoda y algo decepcionada, pero no dijo nada.

Luego de dormir un rato, Mario la despertó, le ordenó bañarse y ponerse la ropa con la que había salido de su casa, y regresa en el taxi que ya la esperaba.

En el camino a casa, Janaina no pudo evitar sentir el deseo de tocarse la concha mientras iba en el taxi… pero esa será otra historia…..