miprimita.com

Nenitas lascivas (6)

en Hetero: Infidelidad

Nenitas lascivas (6)

 

Y seguimos con la sexta entrega…

 

You should have seen by the look in my eyes, baby

there was something missing.

You should have known by the tone of my voice, maybe

but you didn’t listen.

You played dead, but you never bled

instead you lay still in the grass,

all coiled up and hissing.

 

And though I know all about those men

still I don’t remember.

Cause it was us baby, way before then

and were still together.

 

And I meant every word I said,

when I said that I love you,

I meant that I love you forever.

And I’m gonna keep on loving you

cause it’s the only thing I wanna do

I don’t wanna sleep

I just wanna keep on loving you…

 

Keep on loving you, REO SPEEDWAGON

 

 

CAPÍTULO VI

 

 

Avanzada la mañana y tras largo rato entre besos y arrumacos, el trabajo insistente de sus bellas acompañantes logró que el miembro masculino empezase a responder una vez más. El ruido del teléfono, descansando sobre la mesilla de noche, sacó a Miguel del dulce estado de sopor en que se encontraba. Tras girarse en busca del aparato lo cogió descolgando al momento.

Diga –se incorporó apoyando la cabeza en la almohada.

Hola soy yo, mi amor. ¿Qué tal pasaste la noche? Todos te echamos de menos.

¡Oh sí, muy bien! Yo también os echo de menos, cariño. Anoche me acosté tarde así que aún estaba en la cama –respondió tapando el auricular con rapidez para que no se escuchasen las risas de las muchachas a las que tuvo que hacer gestos ostensibles para que callasen.

Umm, ¿aún en la cama? Venga, levántate dormilón que ya son las diez y media pasadas –escuchó reír a su mujer al otro lado de la línea telefónica.

Sí cariño, ya mismo me levanto y me doy una buena ducha –dijo volviendo a tapar el auricular mientras sentía las risillas y las manos de las chicas por encima de su pecho desnudo.

Miguel, ¿te pasa algo? –exclamó su mujer preocupada tras unos segundos de pausa. Te noto raro… ¿estás bien?

No te preocupes, mi amor… estoy muy bien. Es solo que me acosté muy tarde y todavía estoy medio adormilado –mintió tratando de quitarse de encima a la joven rubia.

¡Oh bien, si es así no te entretengo más! Un beso muy fuerte. Te vuelvo a llamar esta noche.

Sí, sí muy bien. Ya hablamos esta noche. Un beso para todos –respondió tratando de acabar la conversación lo antes posible.

Un beso para ti –dijo ella quedándose pensativa tras colgar.

¿Pero os habéis vuelto locas, malditas brujillas? –gritó volviéndose hacia ellas.

¿Era tu mujercita? –escuchó preguntar a Jordina riendo divertida.

Pues sí, era ella. Espero que no os haya oído mientras hablábamos.

¡Oh, no te enfades! Solo era una broma… seguro que no oyó nada. No te preocupes y pasémoslo bien anda. ¿o es que ya no quieres seguir con lo de antes? –le preguntó Claudia al tiempo que subía y bajaba la mano por la pierna del hombre.

Menudas viciosas estáis hechas –respondió olvidando rápidamente la reciente llamada de su esposa para entregarse a la lujuria del momento.

Enganchando entre sus dedos el bello cuerpo de la rubita, la hizo tumbar boca arriba cogiéndola y obligándola a abrir las piernas todo lo posible. El intenso encuentro vivido la noche anterior junto a la joven no había acabado por satisfacer los más turbios deseos por parte del hombre. Allí, viéndola puesta de costado a su lado tan entregada y hermosa, Miguel sintió crecer un deseo furibundo por aquella muchacha. Los dedos tocaron la carnosa conchita, enterrando uno de ellos en la exultante rajilla. Claudia respondió produciendo un prolongado jadeo de satisfacción. Con la cabeza fuertemente sujeta se puso a lamerle las ingles, besando la ternura de la piel con las manos clavadas en los muslos. Toda la enorme tensión que sentía se convirtió en ella en un extraño estado de flojedad que quedó resuelto en un intenso suspiro.

Sí chúpamelo… chúpamelo entero –jadeó estirándose todo lo posible en espera del montón de sensaciones que no iban a tardar en llegarle.

Metiendo la cabeza buscó ansioso la humedad de aquella almeja mientras con las manos se apoderaba de las caderas para acercarla más a él. Con la lengua rozó tímidamente el sexo abierto y aquella sola caricia provocó en ella un gemido sofocado que la hizo caer rendida hacia atrás. Miguel subió encontrando el pubis poblado de pelos y, alargando así el suplicio de la mujer, se entretuvo en el mismo unos segundos. Moviéndose por toda la zona se dedicó a chuparla, envolviendo primero los labios y apretando después con la lengua encajándola con infinita audacia. Una vez llegó al botón tan deseado, separó los labios para lamerlo suavemente y hacerlo suyo con toda la boca. La joven gimió más fuerte al notar el ataque de la boca y la lengua por encima de su sensible clítoris. Todo su cuerpo se estremeció al mismo tiempo que sentía la habitación darle vueltas en la cabeza.

Un intenso placer la llenaba cada vez que la lengua rozaba los labios mojados, besándolos, lamiéndolos y devorándolos. El hombre recorrió sin descanso toda la vagina hasta acabar cayendo como sin quererlo encima del ano lo cual la hizo gritar loca de felicidad. Cogiéndose a los cabellos del hombre se apretó más a él apeteciendo el contacto de la boca, moviendo las caderas al notar la maravillosa limpieza que le daba. Él, con cierta experiencia en aquellas lides, no se precipitó en su avance pasando de largo y disfrutando de aquella tierna flor en su propio beneficio y en el de su joven conquista, consciente como era de que cuanto más lo retrasara mucho más satisfactorio sería para ambos.

Adueñándose una vez más del indefenso clítoris lo empezó a chupar saboreándolo de manera frenética entre los gritos desesperados que ella producía. Con los dedos enredados en su pelo, no dejaba de retorcerse pidiéndole que siguiera. La lengua y los labios hambrientos recorrían la raja abierta buscando los más íntimos rincones del empapado sexo. Con los ojos entrecerrados el codiciado orgasmo la envolvió aullando su placer al entregar al macho dominante todo el irrefrenable caudal de jugos que su entrepierna producía. Miguel bebió el placer de la muchacha sin dejar de chuparla hasta que un segundo orgasmo mucho más intenso siguió al primero haciéndola caer derrotada y cansada. El corazón parecía querer escaparle por la boca, resoplando con fuerza mientras iba recuperando lentamente el aliento perdido.

¡Eres una putita adorable! –exclamó Miguel elevando la mirada hasta encontrarse con la de ella.

¡Dios, qué bueno… me has dejado baldada pero feliz! ¡Ven cariño, bésame! –pidió en voz baja.

Subiendo por el tembloroso cuerpo hasta enfrentar el rostro perlado en sudor, se acercó a ella besándola y entregándole su boca para al momento retirarla haciendo que se quejara atrayéndole hacia su boca tomado de la nuca. Enredando las lenguas se besaron con desesperación, mordiéndose y mezclando los alientos llenos de pasión.

¡Quiero que me folles… quiero que me la metas y sentirte entero dentro de mí! –dijo bajando la mano en busca del sexo masculino el cual encontró dispuesto a un nuevo combate.

¿Eso quieres muchachita? –preguntó Miguel consciente de que aquella pregunta la haría desearlo aún más.

¡Sí, mi amor… quiero que me hagas el amor hasta morir! ¡Te deseo… te deseo tanto!

De acuerdo pero tendrás que hacer que me recupere –exclamó indicándole con la mirada su sexo flácido.

¡Oh, no seas tonto! –respondió ella riendo. Yo me encargo de eso, no te preocupes.

Poniéndose sobre ella, Miguel le ofreció su miembro ávido de nuevas caricias. Claudia, tomándolo entre sus dedos, comenzó a masturbarlo moviendo la mano arriba y abajo de forma lenta pero constante. Acercándolo más a ella, lamió la gruesa cabeza para luego abrir la boca todo lo posible metiéndosela e iniciando un suave chupeteo con el que le hizo gemir débilmente. Mientras la comía se ayudaba moviendo los dedos por encima del tallo el cual poco a poco iba adquiriendo el necesario tamaño. Abriendo los ojos miró la cara de placer del hombre y, retirándola de la boca, se puso a jugar con el glande, lamiéndole el tronco desde la base hasta arriba y luego hacia abajo para alcanzar los huevos los cuales chupó con denuedo y creciente frenesí. Sin dejar de masajearle las cargadas pelotas, le masturbaba dejando resbalar los dedos por todo el grueso tallo en el que se marcaban ya las azuladas venas llenas de sangre. Volviéndola a enterrar en la boca, la llevó a la garganta notándola golpear furiosa hasta provocarle nauseas las cuales aguantó sacándola en busca de respiro.

¡Sigue, mi niña… sigue… qué bien lo haces! –le dijo animándola mientras enredaba los dedos en los rubios cabellos de la chica.

Mmmm, me encanta tu polla… me pasaría horas así –respondió antes de envolverla con sus labios, metiéndosela más de la mitad.

Sí, sí… vamos continúa más deprisa… no te detengas –pidió apretándole la cabeza con fuerza hasta conseguir meterle el músculo erecto en aquella diabólica boquita.

Claudia era una excelente mamona, en realidad ambas muchachas eran grandes expertas en el milenario arte de la felatio. Desde la noche anterior se lo habían demostrado cada vez que habían tenido oportunidad para ello. Miguel, viéndola atareada entre sus piernas, consideró si era mejor la una o la otra para concluir en la incontestable evidencia de que aquellas jovencitas le estaban haciendo vivir, sin el más mínimo atisbo de duda, algunas de sus mejores mamadas.

Con las manos apoyadas en los fornidos muslos, continuó chupando y sacándolo de su boquita pero sin abandonarlo un segundo, llenándolo con la mucha saliva que producía dedicada como estaba a la dulce tarea del amor. Con la húmeda lengüecilla jugueteaba golpeando de tanto en tanto el hinchado glande. Miguel se encontraba en la gloria suspirando profundamente cada vez que lo hacía. Apretándole ahora el culo con una de las manos, agarró firmemente la polla con la mano y llevándola entre los labios la fue tragando poco a poco, rodeándola con la lengua hasta metérsela por completo. Su maduro amante creyó enloquecer con la imagen tan entregada que la muchacha le ofrecía. Con los ojos entrecerrados miró hacia abajo disfrutando la forma en que lo devoraba, succionándolo con exquisita suavidad, palpitando su miembro con cada roce que le propinaba. Bombeando con ganas, la tomó de la cabeza siendo ahora él quien marcaba la cadencia de las entradas y salidas. Cerrando los ojos gimió sonoramente mientras empujaba haciendo fascinante aquel acto para ella. La hermosa brujilla, trató de sonreír orgullosa del placer que veía en su hombre.

Así, putita… cómetela toda, sigue así… me vuelve loco como lo haces…

Aumentando el ritmo de su boca, lo fue chupando con la lengua y los labios alrededor del glande para continuar pasando la lengua a lo largo del tronco, cubriéndolo con sus babas para que el deslizar de sus labios resultara más fácil.

Muy bien, hombretón… ya la tienes lista –comentó mirando el pene duro y enhiesto.

Tras ponerse un nuevo condón, Miguel resbaló hacia abajo y cogiéndole las torneadas piernas se las hizo abrir quedando bien dispuesta y preparada. Tomada por el talle, la apretó de forma decidida contra él. Ella, doblándose hacia delante todo lo que pudo, aprovechó para acariciar el pecho y el vientre masculino al tiempo que enlazaba las piernas por detrás de las del hombre. Con la polla bien agarrada se dejó caer sobre el juvenil cuerpo entrando en ella de una sola vez y sin tardanza. El coñito estaba tan caliente y húmedo que la copula resultó fácil y agradable para los dos. Abrazado con fuerza por ella, quedó quieto unos segundos disfrutando el calor de aquellas formas. Sin decir nada, besó la fina piel del hombro para después dirigirse al cuello de la muchacha lamiéndolo con infinita dulzura. Claudia no pudo hacer otra cosa que cerrar los ojos dejándose llevar por la ternura del momento. Abriendo nuevamente los ojos a la luz de la mañana, la agradecida mirada de la muchacha quedó enfrentada a la del rostro sudoroso de su ocasional amante. Echándose hacia atrás Miguel cogió entre sus dedos las redondas y apetecibles manzanas que tan tentadoramente se le ofrecían. Dueño de tanta hermosura, cerró las manos apretándolas con firmeza hasta conseguir que su compañera se mordiera el labio inferior para no gemir.

Venga muévete… muévete y hazme gozar –se escuchó decir mientras buscaba hacerse al tamaño enorme de aquel dardo que sentía tan adentro.

Apretado por las paredes vaginales, empujó hasta acabar la barra de carne haciendo tope de nuevo en el interior de la joven la cual emitió un grito de profundo placer. Ahí empezó a follarla, moviéndose dentro y fuera tumbado sobre ella como estaba. Ella le animaba a seguir con sus lamentos y palabras entrecortadas.

Sí, muy bien… sigue así, no te pares, mi amor –le decía moviendo la pelvis abrazada a él con fuerza.

El macho, tan excitado como estaba, trataba de pensar en otra cosa para que el mágico momento que vivían durara todo lo posible. Las bolas la golpeaban haciendo que la habitación se llenara con una extraña sucesión de gritos y risas nerviosas cada vez que la embestía. Agarrándola por los riñones la hizo arquear mientras seguía con aquel dulce tratamiento, follándola una y otra vez y sin darle respiro. Todo el dormitorio así como el lecho sobre el que reposaban desprendían una incesante tensión sexual. Pronto los amantes se vieron envueltos en la locura del momento gozando del fantástico y agotador polvo en que se hallaban sumidos. Los jadeos incesantes del uno quedaban acallados por las amorosas palabras de la otra. Viendo cómo la tierna flor de la muchacha lo absorbía para volverlo a expulsar rápidamente, Miguel acompasó su ritmo al de las caderas femeninas follándola de forma lenta para así disfrutar de cada entrada y salida. El grueso falo la penetraba, resbalando con pasmosa facilidad como si del cuchillo sobre la mantequilla se tratara. Con las manos en las nalgas del hombre, le ayudó a moverse apretándolo contra ella hasta llevarlo al fondo.

¡Qué bueno, cariño… me encanta cómo lo haces… fóllame fuerte, sí…!

¿La sientes, nena? ¿la sientes? –preguntó en busca de una respuesta urgente por parte de su compañera.

¡La siento sí… la siento entera dentro de mí… dios es tan bueno! –respondió dándole un suave piquillo de agradecimiento.

Sacando la dura y larga polla, se la quedó mirando unos instantes viendo contraerse en una mueca de placer el bonito rostro y como sus ojos brillaban bajo el resplandor de la ventana. Tras un corto respiro volvió a atacar clavándola hasta el final y provocándole un estremecimiento que la hizo caer pataleando sobre las sábanas, desmadejada entre los sofocados gritos que anunciaban su imparable orgasmo.

Me corro… me corro, no aguanto más… -lo empujó contra ella hundiéndole las uñas con desenfreno.

¡Sí putita, córrete vamos!

Quietos y unidos el uno al otro, permanecieron callados mientras Claudia recobraba parte de las fuerzas perdidas…

Mas de crimson

Con la madre de mi amigo

La convención (2)

La convención (1)

Pasión en forma de venganza

Doña Regina, la mujer de la papelería

Nada mejor que el verano (2)

Nada mejor que el verano (1)

Lo duro de ser azafata

Doña Rafaela, toda una jamona

El arte de la felatio - Juegos entre primos (1)

Compañeras de piso (2)

Compañeras de piso (1)

Vacaciones movidas

En un día plomizo y oscuro

Ejecutivo afortunado

En la barra del pub

El poder de la juventud

Virginia

La tía Romina 2

La tía Romina 1

Querida madre

Las aventuras de Águeda 2

Las aventuras de Águeda 1

La muchacha de la boca de fresa

Haciéndomelo con el fontanero

Con el hijo de la vecina

Polvo turolense

Sexo negro (3)

Sexo negro (2)

Sexo negro (1)

Jugando con mi amiga y mi novio (2)

Jugando con mi amiga y mi novio (1)

Haciéndole el amor a mi futura suegra

Juventud divino tesoro

Fuera del trabajo

Viajando por Europa

Casting porno (2)

Viaje a Cerdeña (1)

Me enamoré

Amantes (3)

Amantes (2)

Amantes (1)

Casting porno (1)

Poder caribeño

La prima Aroa

El verano

Calor de verano

La encontré en el supermercado

Polvos rápidos (10)

Polvos rápidos (9)

Polvos rápidos (8)

Polvos rápidos (7)

Polvos rápidos (6)

Polvos rápidos (5)

Polvos rápidos (4)

Polvos rápidos (3)

Polvos rápidos (2)

Polvos rápidos (1)

Recuerdos del pasado (2)

Recuerdos del pasado (1)

Conociendo a Pedro (2)

Conociendo a Pedro

Pecando con mi hijo (2)

Pecando con mi hijo

Refriegas entre chicas (2)

Refriegas entre chicas (1)

Dos para una

Unos días en casa de su tía (4)

Unos días en casa de su tía (3)

Unos días en casa de su tía (1)

Unos días en casa de su tía (2)

Dulce despertar (3)

Dulce despertar (2)

Dulce despertar (1)

Con mi tío Roberto

Interesante compañía

Navegando por el Cantábrico (8)

Navegando por el Cantábrico (7)

Navegando por el Cantábrico (6)

Navegando por el Cantábrico (5)

Navegando por el Cantábrico (4)

Navegando por el Cantábrico (3)

Navegando por el Cantábrico (2)

Navegando por el Cantábrico (1)

Entregada al hijo de mi vecina (5)

Entregada al hijo de mi vecina (4)

Entregada al hijo de mi vecina (3)

Entregada al hijo de mi vecina (2)

Entregada al hijo de mi vecina (1)

Nenitas lascivas (7)

Nenitas lascivas (5)

Nenitas lascivas (4)

Nenitas lascivas (3)

Nenitas lascivas (2)

Nenitas lascivas (1)

Nenitas lascivas (1)

La mujer de la verdulería

Asistencia en carretera

Hermanita viciosa

Helado de vainilla y chocolate

Sexo con mi tío

Un encanto de hombre

Ninfas hambrientas

Perdiendo el control junto a mi sobrina

Recoger a los niños al cole

Nines, mi dulce sobrinita

Deleites negros

Sesión de las seis

Amante desconocido

Visita muy provechosa

La boda de mi prima (3)

La boda de mi prima (2)

La boda de mi prima (1)

Sorpresa agradable en compañía de mi sobrina

Placeres desenfrenados

Intimidades lésbicas

Gozando con mi suegra

Juventud negra

Caricias entre mujeres

Yo os declaro marido y mujer

Pasión desmedida

De vacaciones por Mallorca

Yendo de compras

Visitando a mi tía Leire

Feliz descubrimiento con mi tío Blas

Reunión de trabajo y placer

Pasando el domingo con un matrimonio muy liberal

Noche de sábado muy movida

Encuentro inesperado

Montándomelo con mi querida tía

Abandonando el lecho conyugal

Amores lésbicos

Amor incestuoso entre madre e hijo

Orestes, el jardinero de mis padres

El lento despertar de la bella Sara

Viaje en el Ave Madrid-Barcelona

Mi mujer es una guarra de mucho cuidado

Acabé siendo una verdadera puta

Encuentro casual con mi cuñada

Sensuales caricias maternas

Empieza el día en el ascensor

Contacto con mi nuevo amante y mi sobrina

¡Fuera prejuicios!

Tres semanas en casa de mi prima (2)

Dinero sangriento

Seducida por una desconocida

Tres semanas en casa de mi prima (1)

Mi primera experiencia en el incesto

Un pintor de brocha gorda

Iniciándonos en el intercambio de parejas

Deseos húmedos

Amando a mi compañera del instituto

Viaje caliente a París

Un hombre de ocasión

Dos amantes retozando frente a mi ventana

Perdí la decencia con mi joven cuñado

Amores perversos en un hotel

Es estupenda mi tía Mónica

Juegos femeninos

Incesto con mi padre y mi hermano

Quitándole el novio a mi hermana

Una tarde en el cine

Acabando con la virginidad de mi sobrina

Encuentro amistoso

Sintiéndome puta con el negro

Me cepillé a mi tía

Violación fallida

Follando con el novio de mi nieta

Polvo antológico con mi hijo

El profesor universitario

Trío con mi mujer en un restaurante

Conversación entre dos amigas

Seduciendo a una mujer madura (2)

Seduciendo a una mujer madura (1)

Un día de playa (2)

Un día de playa (1)

Mi adorable Yolanda

Una noche loca junto a mi hijo

Madre e hijo

Intensas vacaciones con la familia

Navidades junto a mi sobrino

Mi tía Maribel

Tres mujeres para mi hijo

Me follé a mi propio hijo

Con Emilio en el aeropuerto

En el baño con mi amante argelino

Un buen polvo en los probadores del Corte Inglés

Disfrutando del cumpleaños de mi joven yerno

Cálidas vacaciones de verano

Volviendo a la playa nudista

En la playa nudista

Jodiendo con el cachondo de mi sobrino

Daniela, la madre de mi amigo

Conociendo íntimamente a mi hijastro

Mi querídisimo sobrino Eduardo

Un maravilloso día con mi futuro yerno

Deliciosa despedida de soltera

Kareem, nuestro masajista preferido

Mi clienta favorita

Bruno

Follando con la madre de mi mejor amigo

Con mi vecino Carlos

Aquella noche en la discoteca

Mi primer trio con dos maduras

El negro y su amigo