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Entre 2 pasiones

en Hetero: Primera vez

Laura: ¿Qué vas a tomar amiga?

 

Viviana: Lo de siempre, té helado por favor.

Laura: Eres de flojera Vi, como te con lo que te tengo que contar.

Viviana: Espera un momento, debo atender esta llamada.

 

Me levanté de la silla, en la mesa que siempre ocupábamos junto al gran ventanal, dominando la vista del Malecón de Puerto Vallarta para atender la llamada en mi teléfono celular.

 

Aunque Laura y yo prácticamente pasábamos todo el tiempo juntas desde que nos hicimos las mejores amigas a la edad de 6 años, siempre que teníamos alguna confidencia que hacernos, consolarnos, planear algo, en fin, con cualquier pretexto nos citábamos en el mismo café donde siempre nos aguardaba la misma mesa. Sobre todo desde que mi hermano Leonardo, 4 años mayor que nosotras, y Laura, decidieron hacerse novios y ella me hiciera participe hasta del más mínimo e íntimo detalle de su convivencia como pareja.

 

No solo ya no gozaba de las atenciones de mi hermano mayor, sino que tenía que compartir con él, el tiempo de mi mejor amiga. Aunque aun contaba con los mimos y atenciones de mi padre, de Sebastián, el mejor amigo de papá y quien es como un tío para mí, y de Luis Angel, mi hermano 6 años mayor que yo y con quien llevaba mejor relación.

 

Regrese a la mesa donde Laura me esperaba impacientemente.

 

Laura: porque la cara?

Viviana: papá se va a España por un mes y no podré ir a Guadalajara

Laura: no seas dramática Vi, puedes ir si realmente quisieras... Y así no estarás tan vigilada tontita

Viviana: pero le prometí a papá...

Laura: no seas niña Viviana, es una excelente oportunidad, a ver si así te consigo un novio que llene tus expectativas y de pasada te quite lo ñoña con una buena cogida, jajaj.

Viviana: Laura!!! Mira quien lo dice, la experta ¿no

Laura: jajaja pues para que lo sepas cuñadita, tu hermano y yo...

Viviana:  ¿ya?

 

Y así comenzó a relatarme, con todo lujo de detalles sus encuentros sexuales con mi hermano.

 

Mientras la escuchaba atentamente, no podía evitar mi creativa imaginación llenándome de imágenes de Laura y Leonardo desnudos, en las posiciones que ella me explicaba detenidamente, teniendo sexo, sus cuerpos sudorosos, e incluso escuchar sus jadeos. Experimentando sensaciones completamente desconocidas para mí.

 

Mi mirada se lleno con el brillo de la lujuria mientras la temperatura de mi cuerpo aumentaba con los detalles de su relato; sentí mis pezones endurecerse bajo el encaje de mi sostén y mi panty humedecerse por primera vez en mi vida mientras la sensación de excitación se apoderaba de mi cuerpo.

 

Ya ni siquiera escuchaba la voz de Laura, estaba completamente sumergida en las imágenes que no dejaban de circular por mi mente.

 

Laura:  hey Vi!!, ¿Me estas escuchando?

Viviana: eh, si claro que te he escuchado Lau, como ignorar todos los detalles que me diste de ti y mi hermano juntos.

Laura: oye pues aterriza, que te has quedado en otro planeta. Si no te conociera mejor que nadie, hasta diría que te calentaste jajaja

 

Y si que tenía razón! Laura continuo hablando, realmente cuando se lo proponía no dejaba de mover la boca; me pregunte en ese preciso momento como no había mermado la paciencia de mi hermano, que era nula!

 

Sentí mis panty de nuevo húmedas y una urgente necesidad de apagar ese fuego que sentía en mi entrepierna.

 

Laura: oye pues aterriza, que te has quedado en otro planeta. Si no te conociera mejor que nadie, hasta diría que te calentaste jajaja

Viviana: bueno bueno, que te has vuelto muy chistosa desde que te acuestas con Leonardo.

Laura: no me digas que te vas a poner de hermana protectora y celosa??

Viviana: no seas tonta Laura. Lo que haga Leonardo es cosa suya.

 

Laura continuo hablando, realmente cuando se lo proponía no dejaba de mover la boca; me pregunte en ese preciso momento como no había mermado la paciencia de mi hermano, que era nula!

 

Laura: hey Viviana, de nuevo me ignoras... Pero hazme caso niña... Oye, que ese que esta allá afuera no es Sebastián?

Inmediatamente gire mi cabeza para mirar por el ventanal en la dirección que Laura apuntaba.

 

Sentí una rabia que jamás había experimentado al ver a Sebastián comiéndose a besos y acariciando cachondamente el cuerpo de una, una... mujer.

 

Laura: mira que tu tío tiene su pegue y es bastante atractivo, pero esa chava es casi de nuestra edad jajaja. Quien lo viera...

Viviana: vámonos Laura.

Laura: pero casi acabamos de llegar.

Viviana: te quedas? Porque yo me voy.

 

Me levanté de la silla dejando a Laura con la palabra en la boca; más que enojada me dirigí a mi auto, y Laura prácticamente corriendo detrás de mí.

 

Mientras el valet traía mi auto, me puse unas gafas oscuras sin dejar de ver a Sebastián besando a esa chica. Con la excitación que Laura me había provocado, esa rabia que sentía de ver a Sebastián con una mujer hicieron que mi mente comenzara a divagar y me encontré con pensamientos y deseos que nunca antes había tenido...

 

Desee ser esa mujer que estaba con Sebastián, sentir en mi boca esos labios ardientes, esa lengua explorando mi boca, esas manos fuertes, varoniles y llenas de experiencia apretando mis nalgas y mis senos y su cuerpo completamente pegado al mío.

 

Sentí mis panty de nuevo húmedas y una urgente necesidad de apagar ese fuego que sentía en mi entrepierna. Para sorpresa de Laura, arranque el auto rechinando las llantas, lo que provoco las miradas de todas las personas que estaban cerca, incluyendo aSebastián, y conduje a toda velocidad hasta el exclusivo edificio donde vivía con mi padre y mis hermanos; y donde también estaba el departamento deSebastián.

 

No abrí la boca en todo el camino a pesar de la insistencia de Laura en platicar. La ira que sentía era demasiada. Llegamos al edificio, en casa, Leonardo esperaba a Laura, y sin siquiera saludar me metí a mi habitación azotando la puerta lo más fuerte que pude.

 

Leonardo: bueno, y a esta que le pasa?

Laura: te juro que no lo se bebe. Estábamos de lo más tranquilas en el café y de repente se puso como ogro y se salió sin más. Si no corro detrás de ella me deja.

Leonardo: déjala amor, seguro es uno de sus infantiles berrinchitos. Ni parece que tiene 19 años, Luis Ángel, mi papá e incluso el tío Sebastián la han malcriado y han hecho que se siga comportando como si tuviera 10.

 

A pesar de haber nacido en una pequeña provincia de España, vivía en Puerto Vallarta, México por los negocios de papá y por su afán de escapar del dolor del pasado. No conocí a mamá, murió al darme a luz, en Andalucía. Así papá se quedo a cargo de 3 niños: Luis Angel que ahora tiene 25 y con quien me llevo de maravilla, siempre me ha cuidado y consentido. Con el tengo la más grande confianza, siempre está ahí para mí y sé que puedo contar siempre con él. Leonardo tiene 23, y no nos llevamos muy bien, creo que en el fondo siempre me ha culpado de la muerte de mamá, no tenemos una buena relación, siempre que tiene oportunidad busca la manera de molestarme y Luis Angel siempre me ha defendido de él.

 

Papá no volvió a casarse y al menos yo nunca le he conocido ninguna noviecilla, lo cual no quiere decir que no tenga sus aventuras. Al morir mamá, nos llevo a Marruecos, de donde ella era originaria, vivimos en Fez por un año mientras el finiquitaba los asuntos de ella y cerraba lo que el tenia propio de su empresa. Después de un año regresamos a Andalucía solo para que hiciera los arreglos necesarios para establecerse con sus 3 hijos en Puerto Vallarta.

 

Sebastián y el eran los mejores amigos desde su infancia, hasta que Sebastián se traslado a México en su adolescencia para continuar sus estudios. Al terminarlos, decidió establecerse y mantuvo el contacto con su mejor amigo. Formaron la sociedad y lo ayudo a establecerse cuando llegamos.

 

Aventé mi bolso en el piso y me eche sobre la cama con la mirada fija y perdida en el techo, tratando de descifrar todas las emociones que había sentido.

 

Mire el reloj, me levanté y comencé a cambiarme para ir a mi clase de ballet. De 5 a 6:30 me daba tiempo perfecto para ir a mi clase y darme un relajante baño de tina antes de cenar con mi familia.

 

Tome mis cosas y salí sin hacerle caso a nadie, dejando a Sebastián y Luis Angel con la palabra en la boca en medio de las criticas y ya acostumbrados juicios de Leonardo.

 

Durante la clase, y ante el asombro de mi maestra, no podía concentrarme, cometiendo error tras error. No podía dejar de sentir esa excitación mezclada con los celos de haber visto a Sebastián con una mujer.

 

Al terminar la clase me disculpe y prometí mejorar mi concentración para el siguiente día. Empecé a tomar clases de ballet desde los 6 años, que mi padre me forzó, dado que era un sueño de mamá al saber que tendría una niña. Esos 13 años continuos de clases y disciplina me formó una excelente condición y muy buena figura. Mis piernas son largas, firmes y torneadas; mi trasero, un poco grande para mi gusto: herencia morisca de mi madre, es firme, respingón y en forma de corazón; mi cintura es pequeña y mi abdomen sin grasa; y mis senos, personalmente estarían mejor si tuvieran un poco mas de volumen, pero son firmes, creo que de buen tamaño para mi complexión y mis pezones apuntan siempre hacia arriba coronados por una areola rosada.

 

Al regresar a casa, la estancia estaba vacía, pude escuchar las voces de todos en el salón de juegos; mejor, así no tendría que cruzar palabra con nadie por el momento. Le avise a la domestica que ya había regresado y que me daría un baño antes de la cena.

 

Cerré la puerta de mi habitación y comencé a preparar la tina de mi baño para relajarme. Mientras se llenaba de agua, en mi habitación me deshice de cada una de mis prendas, quedándome en panty y sujetador; solté

mi larga y ondulada cabellera castaña clara y me detuve a admirarme en el espejo.

 

Por primera vez, me vi con otros ojos, pase las yemas de mis dedos por mis facciones, por mi silueta, admiré mis curvas de mujer y deseé sentir las manos de un hombre estrenando mi piel, mi cuerpo. Tire al piso mi sostén y acaricie mis pezones que automáticamente se pusieron duros apuntando al cielo. Comenzaba a excitarme cuando repentinamente se abrió de golpe la puerta de mi habitación.

 

Sebastián: mi niña hermosa, podemos hablar?

Viviana:  carajo Sebastián, no sabes tocar la puerta?

 

Sebastián se quedo helado sin poder apartar la vista de mi cuerpo casi desnudo mientras yo buscaba con que cubrirme.

 

Viviana:  y por si no te acabas de dar cuenta NO soy una niña, soy una mujer.

Sebastián: discúlpame Vi, yo... este; yo...

Viviana:  tú qué? Te gusta lo que ves?

 

¿De dónde me había salido ese comentario? Sinceramente no lo sé, le estaba coqueteando directamente a Sebastián mientras fijaba mi mirada en el bulto que comenzaba a crecer en su entrepierna. Me mordí el labio inferior mirándolo directamente a los ojos y sintiendo como me humedecía de nuevo.

 

Viviana: cierra la puerta al salir ¿quieres?

 

Me metí a mi baño y desnuda me sumergí en el agua caliente con sales y espuma de mi tina. Recargué mi cabeza en una de las orillas, cerré los ojos y escuche la puerta de mi habitación cerrarse.

 

El baño estaba en penumbra, aun con los ojos cerrados, mi mente recreó las imágenes que surgieron con el relato de Laura, Sebastián acariciando a esa mujer, su mirada al observar detenida e insistentemente mi cuerpo semidesnudo y el bulto en su entrepierna.

 

Me gustó la reacción que cause en el, me excite en sobremanera al imaginarme en sus brazos, siendo yo la mujer con quien lo había visto.

 

Mis manos comenzaron a vagar por mi cuerpo sumergido en el agua, imaginando que eran sus manos las que acariciaban suavemente mis senos, pellizcando mis pezones mientras dejaba que un gemido escapara por mis labios; recorriendo el camino por mi vientre hasta llegar a mi pubis arqueando mi espalda.

 

El fuego que sentía era demasiado intenso, por primera vez mis dedos se aventuraron a calmar la calentura que mi cuerpo estaba sintiendo. Mis dedos recorrieron superficialmente primero mis labios, dejando que mi dedo medio se perdiera entre ellos hasta tocar mi clítoris.

 

Por puro instinto, mis dedos, por voluntad propia lo rozaron una y otra vez arrancando suaves gemidos mientras mi otra mano, estrujaba mis senos y pellizcaba mis pezones con más fuerza, hasta hacerme convulsionarme al experimentar mi primer orgasmo repitiendo el nombre de Sebastián.

 

Al intentar recuperarme, me llene de culpa. Crecí rodeada de hombres, nunca nadie me había hablado de sexo; lo más cercano fue cuando la tía Maria, ex-esposa de Sebastián, me hablo sobre la menstruación. Hemos sido ingratos con ella, sobretodo yo. Me aleje de ella después del divorcio.

 

Después de secarme, untar mi piel con hidratante y rociarla de perfume revolví mi closet buscando algo sexy pero discreto que vestir para cenar.

 

Mi habitación era un desastre: ropa regada por todas partes, me probaba prenda tras prenda sin encontrar nada que me agradara, mi ropa, me di cuenta, parecía más a la de una niña de 13 y no de una chica de 19. Decidí que al día siguiente renovaría mi guardarropa en la boutique de la tía Maria y de la que seguía siendo socio Sebastián, mientras me conformaba con una minifalda de algodón color azul marino y una blusa que Laura me había obsequiado en mi cumpleaños, la cual no había estrenado por considerarla inapropiada, color azul cielo, de tirantes con cuello halter, un pronunciado escote que revelaba el nacimiento de mis senos, media espalda descubierta y ceñida completamente a mi cuerpo.

 

Cubrí mis pestañas con un poco de mascara, algo de color en mis mejillas y pinté mis labios de rosa pálido. Peine mi cabello con la secadora dejando sus ondas naturales. Me miraba por última vez en el espejo para salir de mi habitación cuando papá tocó la puerta pidiendo permiso para entrar.

 

Papá:  hola Vi, ya vamos a cenar, ¿Por qué tardas tanto?

Vi:  lo siento Pa, no encontraba que ponerme, pero ya iba al comedor.

Papá:  ¿Estas enojada verdad?

Vi:  no Pa, para nada.

Papá:  que sí, me han contado de tu mal humor. Lo siento Vi, pero por más que intenté no pude evitar este viaje...

Vi:  lo siento,  que evitas ir a España. ¿No puede ir Sebastián en tu lugar?

Papá: no, hace mucho que debí de arreglar este asunto. Pero no quiero hablar de eso ahora. Vamos a cenar y después recoges este tiradero, no se lo vayas a dejar a Julieta, ok?

Vi:  respecto a eso Pa, mi ropa, le voy a dar una parte a Julieta y otra la llevaré con las madres del colegio.

Papá:  ¿Por qué? Si aún está en excelente estado.

Vi: Pa, es ropa para una niña de 13 años y... Ya no soy una niña, iré a la boutique de la tía Maria mañana.

Papá: lo se, eres toda una mujercita, y es increíble el parecido que tienes con tu mamá cuando tenía tu edad.

Vi: papi no te pongas triste.

Papá: vamos a cenar y por favor no quiero pleitos con Leonardo.

Vi:  eso díselo a él, no me quiere y siempre busca pretextos para molestarme.

Papá:  no digas tonterías Viviana. Luis Angel trajo invitados, por favor no quiero escenitas.

Vi: te lo prometo Pa.

 

Le di un beso en la mejilla y después de abrazarnos, salimos de mi habitación hacia el comedor.

 

Llegamos al salón donde todos platicaban animosamente. Luis Angel se acercó a mí llevándome a un extremo del salón.

 

Luis A:  ¿Todo bien?

Vi: Si, ¿Por qué lo preguntas?

Luis A:  Comentarios de Laura y Leonardo.

Vi:  Ya sabes cómo es el conmigo y, Laura, bueno, tu sabes que es como una hermana para mí, pero desde que ella y tu hermano son novios...

Luis A: ¿Tienen broncas?

Vi:  Broncas no, pero, ya sabes, a veces le aflora la influencia de Leo y, ya no pasamos tanto tiempo juntas.

Luis A:  Entiendo. Hermanita, ¿Puedo pedirte un favor especial?

Vi: Ya sabes que tú puedes pedirme lo que sea.

Luis A: Invité a un buen amigo de la oficina y una chava que me encanta... Por fa Vi, no me hagas escenas de celos ¿Va? Ni te vayas a pelear con Leonardo en la mesa como acostumbran.

Vi: Pero como insisten en eso todos ustedes, sabes que no peleo con él como si fuera mi pasatiempo, mejor que nadie, sabes esa eterna situación con Leonardo, que no es mi culpa ni la provoco. Bastante tengo con mi propia culpa interna por la muerte de mamá.

Luis A: Viviana, no digas eso. Tú no tuviste la culpa de la muerte de mamá, te lo he repetido hasta el cansancio toda tu vida.

Vi: Convence a Leonardo de eso, que por eso no nos llevamos bien.  sabes que él siempre me ha culpado y me  castiga  provocando  las  peleas.  Respecto  a  lo  otro...  Espero  que  ella  valga  la  pena,  prometo comportarme.

 

Nos abrazamos y nos integramos a la reunión. Caminamos hacia donde estaba la chica en cuestión, le calculé unos 22 ó 23 años, alta, delgada, de buen cuerpo, piel apiñonada, ojos verdes y una hermosa y sincera sonrisa. Luis Angel nos presentó, Rosaura, se acercó a mí y me saludó con un beso en la mejilla y un efusivo abrazo que sentí sincero.

 

Rosaura: Mucho gusto Viviana, Luis platica mucho de ti y tenía muchas ganas de conocerte; la Sra. Maria también platica con mucho cariño de ti.

Vi:  ¿Conoces a la tía Maria?

Rosaura: si, trabajo con ella en su boutique. Ahí nos conocimos Luis y yo. Espero que nos llevemos muy bien.

Vi: También me da gusto conocerte. Y ya que trabajas con mi tía, pues ya nos veremos ahí mañana que vaya a la boutique. También espero que nos llevemos bien.

 

Luis Angel, creo que sudaba mientras platicaba con Rosaura, yo creo que esperando que me comportara como una irracional hermana celosa. Respiro tranquilo al tiempo que papá me sonreía a la distancia.

 

Luis nos disculpó un momento con Rosaura, para presentarme a Mauricio, su amigo. Más o menos de la misma edad que mi hermano y para ser sincera, bastante guapo.

 

Mauricio: Mucho gusto Viviana. Eras la única de la familia a quien no conocía. Luis Angel solo olvidó mencionarme que eres muy guapa.

Vi:  Hola, el gusto es mío. Gracias por el cumplido, pero creo que exageras.

Luis A:  hey, compórtate que es mi hermana menor.

 

Y eso, que las escenas de celos las iba a hacer yo, según el resto.

 

Las palabras de Mauricio me halagaron, mis hermanos siempre cuidaron que nadie se me acercara en el colegio. Y cuando ellos salieron, mi fama de inaccesible estaba demasiado arraigada como para que alguien se atreviera a hacerlo.

 

Por supuesto que había recibido piropos y cumplidos, pero siempre hice oídos sordos a ellos.

 

Pero el día de hoy era diferente, la mujer en mi comenzaba a despertar, y siento que con una urgencia terrible de devorarse el mundo y todo aquello que me había estado oculto hasta entonces. Descubrirme como un ser, una hembra, capaz de levantar el deseo de muchos hombres con mis atributos, me hizo sentir poderosa. Sin embargo, ese fuego, esa necesidad, o mejor dicho, ese nivel de calentura sexual en mí, me asustaba. Sobre todo al ser una completa ignorante con todo lo relacionado al sexo.

 

Sentí las miradas de Sebastián, a quien ignoré toda la noche, sobre mi cuerpo, especialmente sobre mis senos. Pude ver la lujuria y la culpa en sus ojos mientras quería desnudarme con la mirada. Mauricio, no se separó ni un instante de mi lado, incluso se sentó junto a mí a la hora de la cena.

 

Los ojos inquisidores de Leonardo estaban puestos en mí, supongo que recibió de papá la misma advertencia que yo, y Laura se dejaba dominar por él. Los ignoré y fingí que ni siquiera estaban con nosotros mientras disfrutaba de las nuevas sensaciones que experimentaba y del poder en mí que recién había descubierto.

 

Me halagaba la admiración que percibí de Mauricio hacia mí y, sumado al deseo que obviamente Sebastián estaba sintiendo, me excitaron sobremanera.

 

Después de cenar y estar haciendo un poco de sobremesa, pasamos al salón, donde Luis Angel servía licores digestivos. Leonardo y Laura se salieron a la terraza, y papá y Sebastián nos ignoraban dedicándose a sus temas de siempre... bueno, al menos papá, porque Sebastián buscaba las oportunidades para mirarme sin que nadie se diera cuenta.

 

Luis Angel comentó que debía llevar a Rosaura a su casa, dándole a entender a Mauricio que él debía retirarse también. A Mauricio no le agradó la idea, pude notarlo, y fingió demencia mientras Rosaura se despedía de papá y Sebastián. Mientras Rosaura se despedía de mi, Mauricio se acercó a platicar con papá y Sebastián para alargar su estancia en la casa. Rosaura y yo quedamos de vernos al día siguiente en la boutique y Luis Angel comenzó a apurarla para irse. Subieron al ascensor olvidándose por completo de Mauricio.

 

Fui a la cocina para pedirle a Julieta que pasara más tarde por mi habitación y me acerqué a los 3 hombres abrazando por la cintura a papá.

 

Cuando notó que su plática masculina me estaba aburriendo, le pidió a Sebastián que lo acompañara a su estudio para ver algunas cosas. Papá me dio un beso en la mejilla y se despidió de Mauricio. Sebastián ni se acercó pero al verlo mirarme fijamente, acaricié mis labios con la punta de mi lengua, mordí sensualmente mi labio inferior y le guiñé un ojo, dándome la vuelta inmediatamente hacia Mauricio.

 

Mauricio:  Viviana...

Vi:  Llámame Vi, todo el mundo aquí me llama así, y me gusta más.

Mauricio:  Esta bien, Vi. ¿Crees qué, o más bien, te gustaría salir conmigo alguna vez?

Vi:  ¿No te causará problemas en el trabajo?

Mauricio: Yo espero que no. Y si así fuera, creo que valdrá la pena.

 

Platicábamos, el sentado sobre un banco en el mostrador de lo que fungía como bar y yo recargada sobre este del otro lado. Al decir la última frase, las yemas de sus dedos recorrían mi mejilla bajando tímidamente queriendo rozar mis carnosos labios.

 

Vi:  ¿Eso crees?

Mauricio:  Casi estoy seguro de eso.

Vi: ¿Y si no fuera así?

Mauricio:  ¿Quieres que apostemos?

 

En esta última frase, nuestros rostros estaban muy cerca y nuestros labios estaban a punto de tocarse cuando escuchamos un ruido dentro de la cocina, que nos sobresaltó y nos separamos.

 

Mauricio:  Será mejor que me retire, si llega Luis...

Vi: Si, claro. Te acompaño al lobby.

 

Se abrieron las puertas y yo no tenía intención de salir, pero él me tomó de la mano y me jaló para acompañarlo a su auto.

 

Nos detuvimos, se recargó sobre la cajuela del auto y sin soltarme la mano me acercó más a él.

 

Mauricio:  ¿Entonces?

Vi:  ¿Qué?

Mauricio:  ¿Quieres salir conmigo?

Vi:  ¿Y cuál sería tu plan?

Mauricio:  No se, tal vez al cine y a cenar; o lo que nos apetezca en el momento.

Vi:  Está bien.

 

Su mirada se iluminó y se dibujó una sonrisa en su rostro. A pesar de mi poder recién descubierto, me sentía nerviosa pues era la primera vez que vivía una situación así; y pude ver que él se emocionó.

 

Me jaló más hacia él, nos dejamos llevar por el momento. No soltaba mi mano, y la otra levantó mi cabeza de la barbilla para mirarnos a los ojos.

 

Finalmente soltó mi mano y con ambas tomó mi rostro para atraerlo hasta el. Cerré los ojos y sentí sus labios posarse sobre los míos. Todo pasó en milésimas de segundo: sus labios se entreabrieron capturando mi labio superior entre ellos; mis labios se apoderaron de su labio inferior y nos besamos lentamente, saboreando el momento, disfrutando el instante; embriagándonos mutuamente con nuestros sabores.

 

Mis manos que habían permanecido inertes e inmóviles, se abrazaron a su cuello, acariciando su suave cabello. Mauricio pasó una de sus manos a mi nuca, enredando sus dedos en mi cabello y la otra fue hasta mi espalda para aferrarse a mí y acercarme y pegarme completamente a su cuerpo.

 

Mis pezones ya erectos y duros estaban pegados a su pecho donde claramente él los podía sentir a través de mi blusa. El beso dejó de ser lento, tierno e inocente. Su lengua se coló dentro de mi boca, y acarició frenéticamente la mía, mientras sorprendida de mi misma, me dejaba llevar por mi propia pasión. Me apretó más fuerte a él, dejándome sentir a la altura de mi bajo vientre, la dureza y calidez que empezaba a crecer dentro de su pantalón. Sus manos bajaron por mi espalda hasta mis nalgas, empujándome a él para pegarme a su miembro, para sobar su verga con mi cuerpo.

 

Fue cuando una pequeña chispa de razón volvió a mi cerebro, mis manos abrazadas a su cuello, se apoyaron en sus hombros para intentar separarme de él, algo que con fuerza logré conseguir.

 

Mauricio:  ¿Qué pasa muñeca? Ven, subamos al auto para estar más cómodos.

Vi:  No Mauricio, vas demasiado rápido, ¿No crees?

Mauricio:  Vamos linda, también lo estabas disfrutando.

Vi: No sé con qué clase de mujeres estés acostumbrado a tratar, pero si lo que pretendes es coger con la hija del jefe nada más, conmigo te equivocaste.

 

Me separé completamente de su cuerpo y di media vuelta para retirarme. Comencé a caminar hacia el ascensor y Mauricio corrió detrás de mí deteniéndome de la mano.

 

Mauricio:  Perdóname Vi, no quise darte esa impresión. Es que... La verdad es que me encantaste desde que te vi, y no pensé y solo me dejé llevar... Tenía que probar tus besos y... discúlpame ¿si?

Vi:  Está bien.

Mauricio:  Entonces... ¿Salimos mañana?

Vi:  ¿y podrás controlarte?

Mauricio:  No puedo prometerte nada... Me encantas pequeña y no pienso dejarte escapar.

Vi:  Pasa por mí a las 7 en punto.

Mauricio:  Ok linda, te veo mañana a las 7.

Vi:  Adiós Mauricio.

 

Hice el intento de irme y me jaló de la mano.

 

Mauricio:  ¿Ni un besito de buenas noches?

Vi:  No soy tu mamá ni tu novia.

 

Mauricio:  Aún no, pero yo  que pronto si... Por favor?

 

Su "por favor" lo dijo casi en un susurro pues su rostro ya estaba muy pegado al mío. Cerré los ojos y el aprovechó para besarme de nuevo. Durante un minuto aproximadamente nuestros labios se devoraron, justo cuando íbamos a escalar al siguiente nivel hormonal, élse separó de mi, deseándome buenas noches y caminando de regreso a su auto; dejándome excitada y queriendo mas... Pero mañana sería la mía.

 

Cuando entré a casa, vi a papá sentado en la sala con un vaso con whisky en la mano. Caminé hasta ahí y

me senté a su lado.

 

Papá:  Veo que Mauricio y tu congeniaron.

Vi:  Me cayó bien, es simpático.

Papá: Es un buen muchacho y buen amigo de tu hermano, además es muy responsable y tiene un gran potencial.

Vi:  ¿Y todos esos halagos a que vienen Pa?

Papá:  A nada preciosa... Ojalá pudiera irme tranquilo sin preocuparme de ti y Leonardo.

Vi:  Papi, puedes por mi estar tranquilo, que de mi parte no tendrás ninguna queja. Ten confianza, ¿Si?

Papá:  De todas maneras, Sebastián se queda responsable de esta casa aunque no esté físicamente aquí. Y

no abuses con tus caprichos, ¿Ok? Sé que Sebastián hace y te da todo lo que pides.

 

Me sonreí y después de darle un beso en la mejilla, me fui a mi habitación. Tenía una amplia sonrisa en mi rostro y tarareaba una canción mientras recordaba las palabras con las que Mauricio me adulaba, sus apasionados besos, mis primeros besos, y sus manos tocando las curvas de mi cuerpo. Sin quererlo, una imagen asalto repentinamente mi mente, los mismos momentos que acababa de vivir con Mauricio, pero era mi tío Sebastián quien me tenía entre sus brazos, quien me besaba apasionadamente explorando mi boca con su lengua y cuyas manos se deleitaban con mi cuerpo.

 

Mi tanga se humedeció casi de inmediato y entre mas pensaba en Sebastián y en el hecho de haberme visto prácticamente desnuda y ver su reacción, me excitaba más. Sin darme cuenta dejé de verlo como el tío a quien adoraba y admiraba, para verlo ahora como a un hombre, un hombre al que deseaba casi con locura; deseaba sentirme entre sus fuertes brazos y sentir sus caricias.

 

Al día siguiente me levanté muy temprano, había pasado una noche muy intranquila con sueños perturbadores que al mismo tiempo me produjeron un inmenso placer soñarme entre los brazos de mi tío Sebastián completamente desnudos y su cuerpo sobre el mío.

 

Eran las 6:30 de la mañana, algo tenía que hacer para por lo pronto, liberar toda esa energía que traía. Me recogí el cabello en un chongo, me puse un traje de baño, una bata y tomé una toalla para dar unas vueltas en la alberca del condominio. La casa estaba en silencio, todos seguían dormidos a excepción de Julieta que iba a preparar el desayuno de papá. Mientras asaltaba el jugo de naranja que recién había terminado, le dije que iba a nadar y volvería un poco más tarde.

 

Uno de los vigilantes se extraño de verme tan temprano, pero me abrió la puerta de la alberca techada, hasta comentó que podría nadar a mis anchas ya que nadie la ocupaba tan temprano. Dejé la toalla y mi bata sobre una silla y me zambullí en el agua. La alberca tenía 25 metros de largo por 5 de ancho, y era tanta mi energía, que cuando me detuve comenzando a sentirme un poco cansada, ya había dado 5 vueltas a lo largo. Miré el reloj que colgaba de un muro y apenas marcaba las 7:30 de la mañana, con seguridad no tardaría alguien en querer nadar y prácticamente me había calmado, por lo que decidí dar un par de vueltas más y regresar a casa.

 

Llegué a la otra orilla, di la vuelta por debajo del agua y braceé y pataleé para regresar y di una vuelta más para terminar de sacudirme. Al terminar, tomé aire y me impulsé para salir de la alberca sin usar la escalerilla.

 

Cuando me incorporé en la orilla, mi toalla extendida me esperaba en las manos de Sebastián. Me acerqué y me envolvió con la toalla no sin antes darle una detallada repasada a mi cuerpo, deteniéndose en mis senos, donde se marcaban claramente mis pezones duros, producto del escalofrío que me provocó.

 

Hasta entonces nunca me había fijado en el, en su cuerpo. A los 45 años gozaba de un cuerpo, que muchos jóvenes envidiaban, delgado, atlético, con los músculos marcados producto de los deportes que practicaba.

 

Lo miré pícaramente, sonreí y le estampé un beso en la comisura de esos labios carnosos que tanto deseaba probar.

 

Vi:  Buenos días.

Sebastián: Buenos días, veo que estás de mejor humor que ayer. ¿Qué haces aquí tan temprano y haciendo ejercicio?

Vi: Y yo veo que tú no estás de tan buen humor que digamos. Tuve insomnio y ya me desesperaba en la cama, así que decidí bajar a liberar un poco de energía. ¿Y tú?

Sebastián: Yo vengo todos los días a esta hora. ¿ya te vas?

 

Lo notaba extraño, como con una mezcla de enfado y no querer estar cerca de mi; justo ahora que yo lo que más quería era estar cerca de él, y que había decidido mientras daba vueltas en la alberca a hacer realidad mi sueño, quería estar entre sus brazos. Me quité la toalla, mostrándole mi cuerpo en un ceñido traje de baño color turquesa, con pierna alta, espalda completamente descubierta y un ligero escote en "V" que mostraba la línea que formaban mis pechos al estar casi juntos por lo apretado del traje.

 

Sus ojos se quedaron perplejos y el bulto en su entrepierna mostraba de nuevo la misma reacción que el día anterior, pero debía ser cuidadosa y paciente, si quería lograr mi objetivo de sentirme estrechada por esos fuertes brazos. Así que jugué a la sobrina consentida ahora, para sacarlo de balance.

 

Vi:  ¿Tío, estás enojado conmigo? ¿Hice algo para ofenderte?

Sebastián: Viviana tápate por favor que te puedes enfriar.

 

Hice un gesto de niña regañada, lo que logró que él se suavizara un poco y alargó su mano para tomarme de la barbilla, me sonreí y me puse la bata.

 

Sebastián:  ¿Te parece bien el espectáculo que diste anoche en el estacionamiento?

Vi:  ¿Me viste?

 

Fingí apenarme y baje la mirada.

 

Sebastián: Discúlpame, pero no me parece que des esos espectáculos en público.

Vi: ¿Y tú si puedes?

 

Sus ojos se abrieron ante la sorpresa de mi sutil reclamo y al mismo tiempo, provocaron su enfado.

 

Sebastián:  No estamos hablando de mí, sino de ti. No compares mi edad y mi condición de hombre contigo. Además, no estás en edad de estar haciendo esas cosas.

 

Ahora, la enfadada era yo, no solo por su insistencia en tratarme como a una niña y negarse a entender que ya era una mujer, también por no verme como una mujer que deseaba estar con él. No pude hacer otra cosa que responderle con enfado y siendo más agresiva en mí coqueteo... Me salió sin siquiera haberlo pensado.

 

Vi:  Ya no soy una niña! ¿O no lo notaste anoche? Puedes darte cuenta ahorita si quieres.

 

Impulsivamente, me quité la bata dejándola caer al suelo y mis manos fueron hasta mis hombros para

quitarme los tirantes del traje de baño. Mis senos quedaron desnudos ante su vista perpleja, su mirada se llenó de lujuria y confusión mientras el bulto en su entrepierna crecía.

 

Muy lentamente di unos pasos acortando la distancia que había entre los dos y Sebastián no atinaba que hacer. Tomé sus manos y las puse sobre mi cintura desnuda dándoles carta libre para hacer.

 

Me paré de puntillas para que mi rostro llegara a la altura del suyo, me acerqué mas, casi pegando mis pezones duros a su pecho mis manos lo recorrieron hasta sus hombros y lo dejé sentir mi aliento casi pegado al suyo.

 

Acerqué mi boca a su oreja y solamente susurré: ¿O es que estas celoso?

 

Sentí sus manos apretar mi cintura, claramente haciendo un gran esfuerzo por no dejarse vencer por el deseo que se apoderaba de él. Besé sus labios de manera muy suave y rápida, dejando mis labios sobre los suyos solo un momento y me separé de su cuerpo; acomodé mi traje de baño, tomé mis cosas y caminé hacia la salida dejándolo sin saber qué hacer.

 

Dentro del ascensor, asombrada, me preguntaba cómo había sido capaz de tal atrevimiento, y que era lo que me estaba sucediendo. No comprendía nada, de lo único que estaba segura, era mi gran calentura y la urgente necesidad que sentía por sentirme follada por un hombre.

 

No quise encontrarme con nadie, así que me fui directamente a mi habitación y la cerré con llave; las cortinas seguían cerradas y había todavía oscuridad dentro. Me desnudé enfrente del espejo, secando mi piel con la toalla, rozándola con las yemas de mis dedos... Me observaba a través del espejo y directamente, mis pezones comenzaban a endurecerse y mi excitación iba en incremento...

 

Ese constante estado de deseo y excitación, me estaba perturbando demasiado.

 

Me bañé con agua tibia, esperando relajarme. Me vestí con cualquier cosa y le pedí a Julieta que bajara a mi coche las cosas que iba a llevarle a las monjas del colegio mientras desayunaba con papá, solos los dos.

 

Viviana: Buenos días Pa, que bueno que podemos estar juntos antes de que te vayas.

Papá:  Me preocupa...

Viviana:  Ya sé que vas a decir Pa, y ya te dije que no te preocupes, tenme confianza ¿Si Pa?

Papá: Esta bien Pequeña. ¿Vas a ir con las monjas?

Viviana: Si, y después a la boutique de tía María. Que por cierto, sabes que no me gusta encajarme con ella... y como me deshice de casi todo... ¿Crees...

Papá:  Ten, dile que lo cargue a mi tarjeta.

Viviana: Gracias Pa, eres un sol, por eso te adoro

Papá: No me hagas la barba.

Viviana: Te veo más tarde, ¿sale Pa?

Papá: Viviana pero...

Viviana: Te llamo papi.

 

Salí corriendo, mejor dicho, entré al departamento, ya que estábamos en el desayunador de la terraza, me

cepillé los dientes, tomé mi bolso y unos lentes oscuros y salí camino al colegio. Después de dejarles la ropa a las monjas, la cual agradecieron infinitamente, me dirigí a la boutique. Al estacionar el auto, me di cuenta que aún era temprano. Me bajé del coche y mi teléfono celular comenzó a sonar, un número que no reconocí.

 

Viviana: Diga?

Mauricio: Hola Pequeña, como estas?

Viviana: Como conseguiste mi número?

Mauricio: Tengo mis métodos, te molesta?

Viviana: No, para nada, solo que me sorprendiste.

Mauricio: ¿Seguimos para la noche?

Viviana: A menos que hayas cambiado de opinión...

Mauricio: Nunca. Paso por ti a las 7.

Viviana:  Ok, estaré lista.

Mauricio: Se me hará eterno.

Viviana: byeee.

 

Me detuve a comprar un café, la tienda estaba cerca de la boutique y pude ver a Rosaura a través de los cristales de las vitrinas de la fachada, preparando todo para abrir. Abrió la boutique mientras yo dejaba mi bolsa detrás del mostrador y empezaba a ver. Comencé por la lencería, mi nueva faceta y mi poder descubierto me hacía sentir la necesidad de usar cosas más coquetas, mas sexies, mas de mujer. Escogí varios coordinados, de diferentes colores y materiales, pero con preferencia por el encaje. Entré al probador con todos y con cada uno de ellos, le pedía su opinión.

 

Ambas nos divertimos bastante, incluso logré que ella se probara varias cosas también. Al final, escogí alrededor de 7 juegos de lencería, varias blusas, faldas, pantalones y 3 ó 4 vestidos de cocktail. Para mi cita con Mauricio, escogí especialmente un juego de lencería de encaje color rosa, una minifalda de color gris medio y un ancho cinturón, haciendo juego con una blusa de color rosa pálido, pegada a mi silueta, sin mangas y un escote en "V" que a juego con el brassiere, resaltaba discreta pero sugerentemente mis senos.

 

Aún estaba probándome cosas cuando llegó tía María.

 

María:  Pero que olvidada me tenias.

Viviana:  Perdóname, ¿Si? Lo sé y no volverá a suceder.

Rosaura: No  que opine señora María, pero creo Vi, sería la modelo perfecta para el catálogo que quiere hacer.

 

Mi tía no comentó nada y se dedicó a observarme en cada cambio de ropa que hacía. Escogió un par de juegos de lencería y un par de trajes de baño para que me los probara. Los juegos que me pasó no estaban en mis opciones, eran un poco más sugerentes, pero debo reconocer que me hacían lucir increíble. Y los trajes de baño, igual. Terminé por incluirlos en todo lo que me iba a llevar.

 

María: ¿A qué se debe todo este cambio?

Viviana:  A que ya no soy una niña y ya me cansé de que los hombres de la casa me estén manejando,

María: ¿Y quién es el muchacho?

Viviana: A ti nunca he podido engañarte, un amigo de Luis Angel. Dijo Papá que lo cargues todo a su tarjeta, espero que no le de un infarto cuando vea el estado de cuenta, y Rosaura se merece una muy buena comisión por esto, se ha portado excelente conmigo.

María:  No tengo duda de eso, así como estoy de acuerdo con ella. Vi, debes ser la modelo de mi catálogo, mira que he buscado sin que nadie me convenza y tú eres perfecta para lo que quiero.

Viviana: ¿En serio lo crees? Pero y...

María: Tu encárgate de tu papá que a Sebastián lo manejo yo.

Viviana:  Esta bien, acepto. Pero ahora debo irme que ya se me hizo muy tarde.

María: Esta bien pero, no vuelvas a desaparecerte y me tienes que contar de ese muchacho amigo de tu hermano.

Viviana:  Te lo prometo tía. Gracias Rosaura, espero verte pronto.

 

Salí de la boutique y aún tenía tiempo para ir a recortarme y dar tratamiento a mi cabello antes de secuestrar a papá para ir a comer. Alrededor de las 2:30 iba entrando con mi auto al estacionamiento de las oficinas.

 

Pasé primero por la oficina de Luis Angel, saludé a su asistente y asomé la cabeza por la puerta.

 

Viviana: Me encanta Rosaura, no te preocupes por mis celos.

Luis:  ¿Qué haces aquí?

Viviana: Vine a secuestrar a papá para ir a comer, vamos.

Luis: Me late, pasan por mí, ¿No?

Viviana: Ok.

Luis: Oye... ¿Qué es eso de que vas a salir con Mauricio, no me ibas a decir nada?

Viviana: Lo bueno es que la de los celos y dramas soy yo. Espero que no haya objeción de tu parte.

Luis: ¿No me lo ibas a decir?

Viviana: Si, pero después de hoy. Entonces, ¿Hay objeción?

Luis: Creo que no.

 

Ambos nos sonreímos y salí para ir a la oficina de papá. De la misma forma, saludé a su secretaria y me dejó pasar no sin antes decirme que Sebastián estaba dentro. Entré a la oficina sin tocar, y después de lo que pasó en la piscina por la mañana entre Sebastián y yo, lo ignoré por completo. Caminé hasta la silla de papá

y le di un beso.

 

Viviana:  Hola Pa, vine a secuestrarte para comer y Luis va con nosotros.

Papá: Tengo mucho trabajo.

Viviana: No me importa y no te estoy preguntando, así que vámonos. Encima de que me vas a dejar sola quien sabe cuantas semanas...

Papá: Está bien, vamos. Vamos Sebastián.

 

Papá se extrañó tanto por mi actitud como por la de Sebastián, pero no hizo comentarios. Sin embargo, lo conocía muy bien y sabía que después diría algo. Sebastián se adelantó por Luis Angel mientras yo caminaba colgada del brazo de papá.

 

Durante la comida, tanto Sebastián como yo, estábamos incómodos, pero yo, a diferencia de él, logré disimularlo. Incluso, le dirigí algunas miradas provocadoras, chupaba y mordía mis labios cuando solamente él me veía, llegando aún a acariciar su brazo mientras pegaba mi cuerpo a él, específicamente mis senos a su brazo, o acariciaba su pierna... logrando que se revolviera en su silla. Para mi estaba clara la reacción de deseo que provocaba en Sebastián, quería sentirme entre sus brazos mientras me hiciera mujer, su mujer. Pero también era clara la enorme excitación y sensualidad que estaba sintiendo y que, al gustarme mucho Mauricio, no me sentía capaz de lograr detenerme como lo había hecho el día anterior, si es que se presentaba la misma situación.

 

Más que inquieto, alrededor de las 4:30, Sebastián sugirió que nos retiráramos, al llegar a las oficinas, me despedí de ellos en el estacionamiento. Papá preguntó a qué hora pasaría Mauricio por mí y deseó que la pasara bien en caso de que no nos viéramos. Sebastián ignoró todo, me acerqué a despedirme de él y le di un beso en la comisura de los labios. Y Luis, bueno, me hizo una serie de recomendaciones, advertencias, consejos y demás, que parecía el mi papá.

 

Con todo lo que me entretuvo, llegue a casa como a las 5. Aún me dio tiempo de guardar todas las cosas que compré. Me di un baño sin mojarme el cabello, puse humectante en todo mi cuerpo, me puse perfume y el juego de lencería que había escogido para mi cita. Al verme en el espejo, de cuerpo entero, mi piel bronceada, mi cabello peinado cayendo por mis hombros... me devolvió una imagen increíblemente sexy y seductora pero con aire de inocencia que me encantó y se me hizo perfecta. Me maquillé ligeramente: un poco de color rosado en las mejillas, una muy delgada línea café delineando mis ojos almendrados, mascara y labios de color rosa nacarado con su toque de gloss. Me entretuve viendo la televisión y 2 minutos antes de las 7, el timbre sonaba.

 

Le grité a Julieta que hiciera pasar a Mauricio a la sala y que me avisara. Me vestí y dejé pasar unos minutos. Me llevé una sorpresa muy grande cuando después de tocar la puerta, Sebastián entró a mi recamara.

 

Viviana:  ¿Qué haces aquí?

Sebastián: El trabajo de modelo...

Viviana: Te dijo tía María

Sebastián:  Tu nueva actitud... y él?

Viviana: Ya te dije que ya no soy una niña

Sebastián: Eso lo se

Viviana:  Tengo que irme

 

Al intentar salir de mi recamara, me detuvo del brazo.

 

Sebastián:  ¿Te acuestas con él? ¿Van a hacerlo hoy?

Viviana:  Me estas lastimando, y...

Sebastián: Si o no?

Viviana: Eso no es asunto tuyo

Sebastián: Claro que es asunto mío

Viviana:  ¿Porque?

Sebastián: Porque... porque

Viviana:  Que?

 

Me atrajo a su cuerpo, tomándome de los brazos, muy cerca a él, pegada a él. Su rostro se perdió en mi cabello aspirando su aroma, acercándolo hasta sentir su aliento casi unido al mío.

 

Sebastián: Ya vete, te están esperando.

 

Me soltó y salió rapidísimo de mi recamara dejándome como en trance.

 

Me miré en el espejo, acomodé mi cabello y fui a encontrarme con Mauricio. No había nadie en casa. Pude notar la admiración en su mirada al verme y dudo en saludarme con un beso en la mejilla o en los labios. Fue en la mejilla.

 

Viviana:  ¿Nos vamos?

Mauricio:  Vámonos.

 

Me llevó a cenar ligero a un restaurante muy romántico para después ir a una reunión en la casa de un amigo de él a la orilla de la playa. Fue una velada linda, me agradaba y atraía muchísimo. Toda la noche fue un caballero y me tuvo tomada de la mano. Salimos a caminar a la playa, tomados de la mano hasta que se detuvo en seco, parándose frente a mí.

 

Tomó mi rostro con sus manos y sentí, muy delicadamente, sus labios sobre los míos, como esperando una respuesta. Solté mis sandalias que llevaba en una mano y me abracé a el por su cuello, entrelazando mis dedos en su cabello. Lentamente el beso se fue haciendo más profundo, más intenso, más largo, más delicioso y más excitante hasta lentamente separarnos, ambos con la respiración entrecortada y los ojos cerrados.

 

Mauricio: No tienes que decir algo ahorita, solo escúchame, si? Quiero demostrarte que no es un juego, que no eres una mas ni la hija del jefe. Quiero que seas mi novia y si quieres pensarlo unos días, entiendo y esperaré.

 

Definitivamente era muy rápido, pero no podía negar la atracción y la química entre los dos y... simplemente no podía dejar de besarlo. Volvió a besarme, de manera más tierna, abrazándome como si no pudiera dejarme ir. Me susurró muy cerca del oído que no iba a presionarme, pero debía ser yo quien le diera una respuesta cuando la tuviera, sin que él me preguntara. Me tomó de la mano y caminamos de regreso a casa de su amigo, pasaba de la medianoche, y fue Mauricio quien decidió que era hora de irnos. Me acorraló entre el auto y el.

 

Mauricio:  Vámonos Preciosa o me vas a hacer perder mi autocontrol.

 

Me abrió la puerta del auto y comenzó a manejar rumbo a casa. Entró al conjunto y se detuvo en el estacionamiento, donde nos besamos por primera vez.

 

Mauricio:  Espera, te acompaño al elevador.

 

Bajó del auto y lo rodeó para abrirme la puerta del auto y ofrecerme su mano para salir del auto. Sin soltarme de la mano, me jaló hacia él y me abrazó. Sus manos se deslizaron de mi cintura a mi espalda, mientras su rostro se acomodaba en mi cuello y aspiraba el aroma de mi piel.

 

Mauricio: Dios, me tienes loco. Nunca me había sentido así por ninguna mujer.

 

Su rostro se separó solo un poco de mi cuello, y aproveché para ser yo quien buscara sus labios. Él se quedó quieto, mis manos se deslizaron delicadamente por su pecho, llegando a su cuello y luego a su rostro. Lo tomé entre mis manos y me acerqué a él hasta que mis labios rozaron los de él. Ambos nos quedamos quietos un momento, sintiendo los dos el aliento del otro. Mis labios cobraron vida propia y se devoraron sus labios esperando ser correspondida para que mi lengua pudiera abrirse paso a su boca. Mis manos se deslizaron hacia abajo por su pecho, Mauricio me atrajo aún más a su cuerpo y ese beso subió de intensidad inmediata y alarmantemente.

 

Ninguno podíamos detenernos. Mi respiración era sumamente agitada y no quería detenerme. Sentí sus manos subir por mi cintura mientras su boca abandonó mis labios, recorriendo mi mejilla, llegando a mi cuello, arrancándome suspiros de gozo.

 

Mauricio: Entremos al auto.

 

No dije nada y solo me dejé llevar. Subimos a la parte trasera del auto, a ambos nos brillaban los ojos de deseo. Cuando la luz interior se apagó, Mauricio se apoderó de mi boca de nuevo. Una de sus manos llegó hasta uno de mis senos, haciéndome temblar por la sorpresa y la excitación. La dejó quieta esperando ver si lo permitía o no. Al ver que no le quitaba la mano, comenzó a acariciarlo por encima de mi blusa. Su boca se deslizó de nuevo a mi cuello sin detenerse hasta llegar a mi oído. Pude escuchar su excitación igual a la mía, chupó y mordisqueó suavemente el lóbulo de mi oreja mientras su cuerpo empujaba el mío hasta hacerme recostar en el asiento y el sobre mí.

 

Me quitó la blusa, deleitándose con la vista de mis senos resaltados por un sexy brassiere de encaje. Lo ayudé a quitarse la camisa, su pecho y abdomen marcados por el ejercicio me excitaron mas; pero el contacto de su piel con mi piel, fue demasiado. Su cuerpo sobre el mío buscaba acomodarse entre mis piernas; una de ellas se doblaba a la altura de su cintura buscando darle el espacio que él buscaba.

 

Acariciaba mi rostro mientras nos besábamos, los cristales del auto comenzaban a empañarse. Muy hábilmente se deshizo de mi brassiere dejando mis senos presos de sus caricias y besos. Su boca estaba enganchada a ellos, logrando arrancarme gemidos de placer y sensaciones que hacían que mi cuerpo se moviera buscando más. Una de sus manos buscaba acariciar mi muslo, por debajo de la falda para lograr llegar al lugar que tanto ansiaba. Fue lo que me hizo reaccionar, después de un enorme esfuerzo por dejar de sentir el placer que me estaba dando.

 

Viviana:  Mmmm por favor.... Aaauuummm... Mau, detente.

Mauricio:  Te deseo Preciosa.

Viviana: Para... Así no.

 

Logré separar su cuerpo del mío, empujándolo de los hombros. Logré sentarme, cubriendo mis senos con mi blusa y buscando por el piso mi brassiere.

 

Viviana:  Debo irme.

Mauricio: ¿Qué pasa Nena, creí que estabas bien, que ambos queríamos?

Viviana:  No me llames Nena, suena a una más de tus aventuras y ni siquiera he aceptado aún ser tu novia. Y en dado caso, no quiero hacerlo en un coche y menos en el estacionamiento de mi casa.

Mauricio:  Tienes razón, perdóname. No sé qué me pasa contigo, me envuelves, me tienes loco, siento...

Viviana: No lo eches a perder, no puedes sentir algo por quien apenas conoces, si acaso sientes algo, es deseo.

Mauricio: Si, te deseo. Deseo muchísimo que estés conmigo, tocarte, sentirte, hacerte el amor hasta hacerte desfallecer... Pero, también es cierto que quiero hacerlo bien, que no quiero que sea una aventura de una noche. Perdóname Vi, por favor.

Viviana: Debo irme, es tarde.

 

Ya vestida, bajé del auto y comencé a caminar al ascensor. Escuché la puerta del auto y los pasos acelerados de Mauricio tratando de alcanzarme antes de que entrara al elevador. Finalmente me alcanzó y me tomó del brazo.

 

Mauricio:  Espera por favor Vi. No te vayas así. De verdad, por favor discúlpame.

Viviana: Esta bien.

Mauricio:  ¿Todo bien entre nosotros? ¿Podemos vernos mañana?

Viviana: No se Mauricio... No puedes controlarte conmigo y... provocas que yo pierda el control también. Y

yo...

Mauricio:  Por favor Pequeña, no me hagas esto. Te juro, de verdad, te juro que me voy a controlar y no te voy a presionar hasta que aceptes ser mi novia y me digas que quieres estar conmigo, si?

Viviana:  Mauricio.... yo....

Mauricio:  ¿Qué pasa Vi?

Viviana:  Nada. Llámame mañana, si? Y te digo que onda.

Mauricio: Esta bien Pequeña.

 

Me dio un beso suave y tierno en los labios y me abrazó muy fuerte acercando sus labios a mi oído.

 

Mauricio:  Fue maravilloso estar así contigo, tocarte, sentirte vibrar; me muero por provocarte un profundo orgasmo y sentirte sentirlo entre mis brazos.

 

Entré al elevador y no dejamos de mirarnos a los ojos hasta que se cerraron las puertas. En mi recamara, me quité la ropa, quedándome solo con el juego de lencería. Me recogí el cabello en un chongo. Al mirarme al espejo, las marcas de los mordiscos y succiones que Mauricio dio a mis senos, comenzaban a aparecer. Ya no quise pensar en nada, me puse la pijama y me acosté a dormir.

 

Dejé pasar unos días, papá se iría a España, no había visto a Sebastián, no había contestado las llamadas de Mauricio y Luis Angel se la pasaba diciéndome que lo traía loco y ya no lo soportaba porque se la pasaba

hablando de mí. Mientras yo me debatía por el deseo que sentía por ambos.

 

Papá se fue, Leonardo y Luis Angel planeaban una gran fiesta, Sebastián volvió a tratarme como siempre, "su sobrina". Después supe que se había conseguido una novia de unos 21 años y con una fisonomía similar a la mía, pero claramente con una experiencia superior a la mía.

 

Mauricio, cansado de llamarme sin obtener respuesta, me envió un enorme arreglo de flores: tulipanes color rosa pálido, rosas blancas y algunas rosas rojas; acompañado de una tarjeta:

 

"Preciosa, de nuevo, discúlpame. No dejo de pensar en ti y en tus besos. Quiero verte de nuevo. Mauricio"

 

Guardé la tarjeta en el cajón de mi buró y me metí a bañar. Y de repente, mi dilema se aclaró: si lo que Sebastián quería era una mujer experimentada en la cama, eso le daría. Decidí iniciarme con Mauricio y después, ya con experiencia, sería la mujer de Sebastián.

 

Así que decidí darle velocidad al asunto y esperé. Un día antes de la fiesta de Leonardo, llamaría a Mauricio.

 

Mauricio:  Hola.

Viviana: ¿Adivina quién soy?

Mauricio:  ¿Vi?

Viviana: Muchas gracias por las flores, son realmente hermosas. Discúlpame por no haberte llamado antes, he estado un poco ocupada.

Mauricio:  Me alegra que te gustaran. Es una sorpresa escucharte.

Viviana:  ¿Buena o mala?

Mauricio:  Por supuesto que buena Preciosa.

Viviana: Me da gusto escuchar eso. Mau, ¿Estas ocupado mañana?

Mauricio:  Para ti siempre estoy disponible.

Viviana:  Me alegra escuchar eso... Ósea que puedo disponer de ti... Digamos, ¿Todo el día y la noche?

Mauricio:  ¿Qué tienes en mente?

Viviana: Leonardo hace una fiesta mañana, pero empezará temprano con una parrillada a la hora de la comida. Me gustaría que vinieras y podríamos platicar, no sé, a lo mejor darte una respuesta...

Mauricio: ¿A qué hora quieres que llegue?

Viviana:  Como a las 2, ¿Te late?

Mauricio: Nos vemos mañana a las 2.

Viviana:  Perfecto, entonces, te estaré esperando, un beso.

 

Mi plan era, durante la comida, decirle que aceptaba ser su novia, y esa misma noche, concluir el pendiente que teníamos.

 

Leonardo y Luis estuvieron toda la mañana arreglando todo para su fiesta. A las 2 en punto llegó Mauricio y nos unimos a la fiesta que ya había empezado. Me puse unos shorts de mezclilla y una playera sencilla sobre un bikini. Nos servimos algo de comer y al terminar, nos apartamos un poco para poder platicar. Nos sentamos en un rincón cerca de la piscina descubierta.

 

Viviana:  Estuve pensando en la pregunta que me hiciste. Estaba un poco confundida por todo lo que pasó, lo rápido.

Mauricio:  Preciosa... De verdad, lo lamento, yo...

Viviana: No, no lo lamentes... No quiero que lo lamentes.

 

Me levanté y me acerqué a él. Él también se levantó para quedáramos los dos de pie, de frente.

 

Viviana:  De lo que quería hablar contigo...

Mauricio: Dímelo Preciosa, no sabes la incertidumbre en la que he vivido en los últimos días.

Viviana:  Quiero que esto, hoy, sea especial... Acepto ser tu novia y...

Mauricio:  ¿De verdad?

 

No me dejó terminar y me besó en los labios, subiendo rápidamente la intensidad de su beso, explorando mi boca con su lengua y apretando mi cuerpo al suyo.

 

Viviana:  Mmmm déjame terminar... Quiero pasar esta noche contigo... Quiero que me hagas el amor, sentir estando entre tus brazos, dormir toda la noche contigo.

Mauricio:  ¿Estas segura mi amor?

Viviana:  ¿Tú no quieres?

Mauricio:  Por supuesto que quiero Preciosa, pero no quiero que te sientas presionada.

Viviana:  No me siento presionada, quiero estar contigo, que hoy sea el día perfecto para los dos.

 

Me abrazó más fuerte y acercó su boca a mi oído.

 

Mauricio:  Te prometo que así será.

 

Quedamos en que se iría entre 6 y 7 y pasaría a recogerme a las 11 de la noche en el estacionamiento. Volvimos a la fiesta, y para cuando se fue, mis hermanos ya estaban bastante tomados. A las 8:30 le dije a Luis que estaba cansada y fastidiada y me subiría a casa a descansar.

 

Escogí un juego de lencería de encaje en color negro: brassiere de media copa que realzaba y juntaba mis senos haciéndolos ver exuberantes y provocadores, y la tanga tipo cachetero. Unos shorts de algodón en color negro, una blusa spandex de algodón también en color negro, con un escote en "V" muy pronunciado, llena de botones y sin mangas; con un cinturón grueso en color rojo y unas sandalias también en color rojo.Preparé una muda de ropa para el día siguiente y mi bolsa. Me metí a bañar y humecté mi cuerpo con crema del mismo aroma que mi perfume, me puse el juego de lencería y una bata mientras me arreglaba. Planché mi cabello, mi maquillaje fue solo mascara, delineador negro en el interior de los ojos, un poco de rubor y lápiz labial rosa pálido con gloss.

 

Acomodé mi cama para que pareciera que estaba dormida, me vestí, tomé mis cosas y la llave de mi recamara y la cerré con seguro. Con cuidado de que nadie me viera, bajé al estacionamiento por el elevador de servicio y Mauricio ya me esperaba. En cuanto me vio, bajó del auto y nervioso me besó. Nos subimos al auto y salimos, unos 5 minutos después orilló el auto y se acercó a mí.

 

Estaba nerviosa, ansiosa y empezaba a excitarme. Tomó mi rostro entre sus manos y sin ningún preámbulo su lengua se introdujo en mi boca, y sus labios me comieron en un beso intenso lleno de deseo. Sus manos bajaron lentamente hasta mis senos, haciéndome jadear. Con una de ellas, tomó una de mis manos y la llevó al bulto de su entrepierna. Jadeando también solo alcanzó a murmurar: "Mira como me tienes."

 

 

Viviana:  Vámonos ya.

 

Manejó hasta su departamento. Todo el camino, cada que nos era posible, nuestras manos buscaban explorarnos y nuestras bocas se buscaban ansiosamente. Era más bien una casa de 2 plantas, convertidas en

2 departamentos, cada uno con su entrada independiente. A la orilla de la playa, con una hermosa vista. El

departamento de arriba, el de Mauricio, tenia balcones con vista a la playa. Estacionó el coche en el garaje y apagó el motor. Me miró a los ojos y volvimos a besarnos.

 

Mauricio:  Tengo una sorpresa para ti, pero ¿Me puedes esperar aquí unos 5 minutos?

Viviana: Esta bien.

Mauricio:  Me llevo tus cosas.

 

Bajó del coche con mi mochila y yo encendí el radio. Los nervios y la ansiedad aumentaban. Me revisé el maquillaje y Mauricio regresó pasados los 5 minutos. Abrió la puerta ofreciéndome su mano para bajar del auto y me estrechó en sus brazos.

 

Mauricio:  Estas temblando Preciosa.

Viviana:  Solo estoy un poco nerviosa.

Mauricio: Tranquila mi amor, esta es nuestra noche y será perfecta.

 

Volvimos a besarnos y me tomó de la mano para subir a su departamento. Al llegar a la puerta, antes de abrir, me pidió que cerrara los ojos. Abrió la puerta, me cargó en sus brazos y entramos al departamento. Con un pie, empujó la puerta para que esta se cerrara.

 

Mauricio:  Ya puedes abrir los ojos.

 

El lugar estaba lleno de velas encendidas, una botella de vino y otras cosas.

 

Viviana: Es hermoso Mau, gracias.

 

Me acerqué a su boca y lo besé. Nos separamos y me puso en el suelo.

 

Mauricio:  ¿Brindamos?

Viviana:  Si.

 

Llenó ambas copas con vino tinto, sin decir nada, chocamos la una con la otra y bebimos. Ambos nos la terminamos. Volvió a llenarlas y me jaló para salir a uno de los balcones. Estaba tan nerviosa, que casi me la bebí de un trago para relajarme. La dejé sobre la mesa y me acerqué al barandal para admirar la vista de la playa y me recargué en el. Sentí el cuerpo de Mauricio recargarse sobre el mío y abrazándome por la cintura; acomodando delicadamente todo mi cabello sobre uno de mis hombros para dejar mi cuello libre. Sus labios lo recorrían suavemente, recargada en el, me dejaba hacer disfrutando las sensaciones que me estaba provocando.

 

Una de sus manos tomó uno de mis senos, amasándolo delicadamente mientras su lengua recorría el camino al lóbulo de mi oreja. Diestramente desabrochó un par de botones de la blusa para sentir directamente mi seno solo cubierto por el brassiere. Hizo a un lado la orilla de este, y sus dedos alcanzaron mi pezón ya duro y excitado, para pellizcarlo suavemente y excitarme más. Se sonrió al escucharme gemir, y su mano volteó con firmeza mi rostro para darme un beso lleno de ansiedad, lujuria y deseo.

 

Su mano dejó mi seno y empezó suavemente a descender por mi abdomen. Diestramente desabrochó mi short y metió su mano, dejándola entre el short y mi tanga, abarcando mi pubis con la palma de su mano y haciendo presión entre mis labios con sus dedos. Mi respiración era muy acelerada y entrecortada y él pudo notar lo húmeda que me encontraba.

 

Me giré para quedar de frente a él. Sus manos recorrían mi silueta, desacomodando mi ropa y tratando inútilmente de desabrocharla. Sus manos fueron hasta mis nalgas, empujando mi cuerpo hacia él; nos miramos a los ojos; los de los dos estaban encendidos y llenos de deseo, sentía la dureza de su entrepierna a la altura de mi bajo vientre.

 

De un brinco, hice que me cargara, rodeando su cintura con mis piernas, mis manos alrededor de su cuello y sus manos me sujetaban por mis pompas. Me acerqué a su oído y chupé el lóbulo de su oreja, besándolo del cuello a su boca, moviendo mi cuerpo como si lo estuviera cabalgándolo, buscando sentir su excitación. Caminó Mauricio hacia el departamento conmigo en brazos, llegó hasta el sillón, sentándose y quedando yo sobre él.

 

Desabroché su camisa, dejando su pecho marcado descubierto. Lo llené de besos, deteniéndome en sus pezones, los que acaricié con mi lengua mientras mis manos buscaban desabrochar su cinturón y su pantalón. Con la palma abierta de mi mano, acaricié su miembro por encima de la ropa; su respiración era rápida, gemía y echó su cabeza hacia atrás. Aproveché el momento para quitarme la blusa y el short, quedando solo con el juego de lencería. Mi mano apretaba su miembro, aún por encima de la ropa, lo notaba duro y caliente; mientras mi lengua jugaba con sus pezones y recorría las marcas de su pecho. "Siii... Así Preciosa... Mmmm" me decía susurrando entre gemidos y con los ojos cerrados.

 

Volví a sentarme sobre sus piernas, con las mías abiertas, sintiendo la dureza de su miembro en mi entrepierna. Busqué su boca con la mía y volví a besarlo, sus manos fueron a mi espalda, desabrochando el brassiere y dejándolo en el sillón después de quitármelo.

 

Arqueé mi espalda ofreciéndole completamente mis senos. Su boca fue a uno de ellos engulléndolo, chupándolo, besándolo, mordisqueando mi pezón; y pasando al otro. Una de sus manos fue directamente a mi entrepierna, y haciendo a un lado la orilla de mi tanga buscó mis labios para abrirlos y encontrar mi clítoris inflamado ya. Lo pellizcó suavemente para después acariciarlo insistentemente. Mis gemidos iban en aumento, las oleadas de placer que estaba sintiendo eran cada vez más fuertes.

 

Viviana: mmmm.... Aaahhh hazme tuya mi amor ya quiero sentirteee...

Mauricio:  Siii mi preciosa, solo quería escucharte decirlo.

 

Así como estábamos se puso de pie y caminó a su habitación. Me dejó sobre la cama, quedando sobre mí. Me quitó mi tanga, dejándome completamente desnuda frente a él, mirándome con deseo y ansiedad por estar dentro de mí. Recorrió mi cuerpo desnudo con sus manos y su boca. Abrió con firmeza y decisión mis piernas para recorrer mis labios con su lengua. Mis manos comenzaron a estrujar mis senos mientras sentía sus labios succionando mi clítoris. Mi cuerpo se tensaba intentando alcanzar un orgasmo y Mauricio se detenía a propósito. Sus besos subieron por mi abdomen, deteniéndose en mis senos y quedando su cuerpo en medio de mis piernas. No ubiqué el momento en que se quedó desnudo como yo.

 

Me miró a los ojos mientras acariciaba mi clítoris con la punta de su glande, y yo movía mis caderas buscando que finalmente me penetrara. Nos mirábamos cuando sentí la punta intentando abrirse camino en la entrada de mi vagina. Mis ojos se abrieron mas al sentir su grosor avanzando poco a poco con cierta dificultad.

 

Mauricio: Relájate princesa, no quiero lastimarte.

Viviana: aaaahhh hazlo.

 

Siguió avanzando lentamente hasta sentir la barrera de mi virginidad. No le había dicho que era mi primera vez, sus ojos se abrieron y brillaron al sentirla.

 

Mauricio:  No me dijiste...

Viviana:  sigue.

 

Mauricio comenzó un lento bombeo, deteniéndose antes de traspasar mi himen. Sacó completamente su miembro y volvió con él a acariciar mi clítoris hasta que sintió que yo lubricaba más... Fue cuando con firmeza lo metió de un solo impulso hasta el fondo, haciéndome arquear mi espalda y lanzar un grito.

 

Se quedó quieto, tomando mi rostro con sus manos, dejándome sentir como me llenaba por dentro.

 

Mauricio: ¿Estas bien preciosa?

 

Asentí con la cabeza buscando sus labios para besarlo. El beso se hizo largo e intenso, sin darme cuenta, Mauricio me penetraba una y otra vez y mis caderas se acoplaron a su ritmo y cadencia.

 

Con sus manos, abrió y dobló más mis piernas y con un vaivén similar al de lagartijas, enterraba su miembro dentro de mí, profundamente. Tenía mucha habilidad para manejar nuestros cuerpos juntos sin salirse de mí, se quedó recostado y lo cabalgué hasta que las fuerzas me empezaban a fallar. Volvimos a la posición del misionero y puso mis tobillos sobre sus hombros para llegarme más adentro. Ya me había provocado 3 orgasmos, estando su cuerpo completamente sobre mí, pasó sus manos por debajo de mi espalda para abrazarme y acelerar el ritmo de sus embestidas. Sentía acercarse otro orgasmo cuando lo sentí palpitar dentro de mí, provocándome el orgasmo más intenso y derramándose el dentro de mí al mismo tiempo. Para finalmente sentir el peso de su cuerpo sobre el mío, los latidos de su corazón acelerados como los míos y su respiración entrecortada como la mía.

 

Buscó mi boca y nos besamos profundamente, me tomó en sus brazos y nos acomodó quedando el recostado boca arriba y yo acurrucada a él, con sus brazos alrededor de mí y mi cabeza en su pecho.

 

Mauricio: ¿Por qué no me dijiste?

Viviana: ¿Te molesta haber sido el primero?

Mauricio: No Preciosa, al contrario. Fue maravilloso y me encanta haber sido el primero en tu vida.

Viviana: ¿Y después de esto?

Mauricio:¿Qué? ¿Crees que te voy a dejar? No seas tontita.

 

Me acarició el cabello y me quedé dormida, él se levantó con cuidado para apagar todas las velas que estaban en la sala y el balcón. Me desperté y me vi sola en la cama. Tomé una camisa de Mauricio, la abroché parcialmente y salí de la recamara a buscarlo. Estaba fumando en el balcón. Lo abracé por la espalda, besándosela y aspirando su aroma. Le quité el cigarro y le di una calada.

 

Mauricio:  Bonito atuendo.

Viviana: A mí también me gusta.

 

Nos terminamos el cigarro entre los dos y me acercó con fuerza a él.

 

Mauricio:  Quiero estar dentro de ti toda la noche.

Viviana:  ¿Y que estas esperando?

 

Lo jalé dentro del departamento y me acorraló a una pared. Su boca me devoraba mientras sus manos no se saciaban de mi cuerpo. Con una de sus manos alzó una de mis piernas y me clavó su miembro, empujando una y otra vez mi cuerpo sobre la pared. Mis uñas se encajaban en la piel de su espalda y sus brazos al momento de mi orgasmo para después dejarme sentir su tibia venida dentro de mí.

 

Caminamos al baño y nos metimos juntos a la regadera donde volvió a hacerme suya. Inclinándome hacia el frente y penetrándome desde atrás, el orgasmo que me provocó fue más intenso, y dejándome casi desfallecida.

 

Abrí los ojos y el día ya estaba claro, calculaba que serían alrededor de las 7 u 8 de la mañana. Los brazos de Mauricio me abrazaban con fuerza, sentía su pecho pegado a mi espalda, su frente recargada en mi hombro. Me sentía un poco entumida por la posición, intenté moverme sutilmente y él se reacomodó en la cama aún dormido. Me liberé de sus brazos y me levanté con cuidado, volví a ponerme su camisa y entré al baño. Me dolía el cuerpo entero, me cepillé los dientes y el cabello y volví a la recamara. Mauricio aún dormía. Me quité su camisa quedándome completamente desnuda y con cuidado me recosté a su lado acurrucándome en su pecho, quedándome dormida casi al instante después de sentirlo rodearme con sus brazos y darme un beso en la cabeza.

 

Cuando desperté, estaba sola en la cama, miré el reloj y eran casi las 11. Sin percatarme, Mauricio me miraba sentado en un sillón cerca de la ventana, solo vistiendo un pantalón y con 2 tazas de café en las manos.

 

A partir de ese día, la noche que por primera vez experimenté el sexo, que a diferencia de muchas mujeres que no lo disfrutan, o les es una experiencia traumática y/o dolorosa... Para mí fue como haber encendido un botón que estuvo apagado toda mi vida. Siempre fui la niña consentida de mi casa, y era muy cómodo dejarme llevar por 4 hombres que me querían, que me daban lo que yo quería y que me sobre protegían.

 

Esa noche, nació la mujer y era una mujer 180 grados diferente a la niña consentida que siempre fui. Pero también fue un despertar, en cierta forma, violento, de golpe. Y siendo tan inmadura, fue difícil manejar todos los cambios que se dieron en mi, sobre todo con esa idea que traía en la cabeza, que me acompañaba todo el tiempo, y que al final, fue el motor que desencadenó mi despertar a la vida.

 

Durante la siguiente semana, pasaba las mañanas con mi tía, trabajando sobre el catálogo antes de programar las sesiones de fotos, las tardes las dedicaba al ballet, el cual comenzaba a fastidiarme un poco: llevaba 13 años practicándolo, nunca pretendí convertirme en bailarina profesional y sinceramente, en algún momento lo debía dejar. Y todas las noches me escabullía de mi casa para ir al departamento de Mauricio, donde pasaba la noche y daba rienda suelta a la otra Viviana: la mujer, que pasaba el día aparentando ser la misma niña inocente y consentida de siempre, mientras la mujer peleaba por salir y volver a sentirse tan bien como la noche que despertó.

 

En cuanto Mauricio abría la puerta de su departamento, nos enfrascábamos en una intensa sesión de besos y caricias, recorriendo lentamente el pasillo, dejando prendas tiradas por todo el departamento, y una vez desnudos, recorría su pecho con mi lengua, jugando con sus tetillas hasta escucharlo gemir. Bajaba lentamente y subía recorriendo el mismo camino hasta llegar a sus labios, sin atreverme aún a hacerle sexo oral. A pesar, de que percibía que lo deseaba, que incluso intentaba llevarme a eso, no conseguía lograr sentir mis labios rodeando o mi lengua recorriendo el largo de su pene. No quería presionarme, y estaba convencido de que siendo yo tan intensa cuando estábamos juntos, más temprano que tarde, lograría toda una noche ardiente ser también quien estrenara mi boca y probablemente algo más.

 

Mientras dejaba que mi lengua y mis labios jugaran en su pecho, sus manos recorrían mi piel, logrando que sus caricias la erizaran y mi excitación aumentara, para en el momento exacto tomar el control del juego y dejarme sentir su fuerza mientras me penetraba en un solo embiste, y buscaba acoplarme a su cuerpo mientras la fricción de su pene dentro de mi vagina lograba que mis gemidos se incrementaran a la par que sentía como se acercaba mi orgasmo. Pero lo mejor era sentir como aceleraba sus penetraciones durante mi orgasmo para darme otro y venirnos juntos al final.

 

En esos días, los pocos momentos que estaba en casa, buscaba cualquier oportunidad de ver o encontrarme con Sebastián. Iba a su departamento, y no estaba; nadaba todas las mañanas al volver del departamento de Mauricio, pero: o había dejado de nadar o había cambiado su horario; y no quería presentarme en las oficinas, pues a pesar de que mi intención era verlo a él, no quería que Mauricio tuviera una impresión errónea ni mucho menos buscarle problemas.

 

Pero mis, según yo, sigilosas y discretas escapadas nocturnas, no habían pasado desapercibidas para él. Y a pesar de que él era quien me estaba evitando, se moría de celos, sin reconocerlo, solo de imaginar donde y con quien estaría y sobretodo, que estaría haciendo. Ya le había agarrado antipatía a Mauricio e incluso le cargaba un poco el trabajo en la empresa, sin llegar a ser evidente, pues no estaba en sus planes tumbar la imagen que los empleados tenían de él.

 

Después de 3 noches de escapadas, pasando la noche completa en brazos de Mauricio disfrutando de mi recién estrenada sexualidad, y regresando poco después del alba a casa, Sebastián se aventuró a seguirme.

 

Era jueves, como todos los días, lo busqué sin encontrarlo. Fui a su departamento, incluso ya resignada a no encontrarlo de nuevo, alrededor de las 7:30 para que cenara en casa, pero igual, fue en vano. Luis y Leonardo llegaron con Rosaura y Laura para cenar y después salir a bailar. Yo no pude evitar mi cara larga, aunque traté de disimularlo. Luis creyó que era porque Mauricio no estaba y se ofreció a llamarlo para unirnos a su plan, pero me negué rotundamente y me disculpé para encerrarme en mi habitación y ver la televisión mientras ellos se iban y yo pudiera salir a encontrarme con él.

 

 

Alrededor de las 10, Luis me aviso que ya se iban y volverían tarde. Me arreglé un poco y salí.

 

Cerca de las 11, Sebastián esperaba cerca del edificio, estacionado en la calle, a una discreta distancia, fumando un cigarro dentro de su auto, pendiente por los espejos y volteando disimuladamente, fijándose en los autos que salían del condominio.

 

El motor de su auto estaba encendido, y en cuanto vio pasar mi coche, arrancó siguiéndome a una corta distancia y con otro auto de por medio para que no lo descubriera.

 

Se orilló mientras me estacionaba, me observó caminar a la antes casa dúplex y entrar en ella. Esperó unos minutos y después de cerrar su auto, caminó acercándose a la casa. La observó detenidamente, el departamento de la planta baja estaba oscuro y no se notaba ningún movimiento en su interior, sus ocupantes estaban de viaje.

 

Rodeó  la  casa,  entró  a  la  playa  llenando  sus  caros  zapatos  de  diseñador  de  arena.  Las  luces  del departamento de Mauricio estaban encendidas y las puertas de los balcones abiertas de par en par dejando entrar la brisa que venía del mar.