miprimita.com

SUMISION ZOOFILICAS Parte 1

en Zoofilia

 

SUMISION  ZOOFILICAS Parte 1

Por primer vez en mi vida, me encuentro en una convivencia en que fui  sometida, no sé bien como  fui aceptando esta situación, lo que sé, es que ese vinculo se había convertido en un sentimiento erótico,  una unión o fusión intensa donde de alguna forma de convicción fui obedeciendo acatando todo que se me exigía. A medida que esa relación se iba acrecentando mi obediencia era mayor, al punto de sentirme degradada, en lo que producía un sentimiento de libertad y plenitud.

Mi mente estaba poseída por ambos, y era como que me liberaba de dudas y temores, es difícil de explicar ese  estado, donde el dominio de sus opresores, hacía de sentirme más sometida y sumisa con ellos.

No me avergüenza en las cosas que hice, a pesar de la degradación y humillación por la que soporté,  pero el hecho de acatar sus ordenes era como un acto de obediencia, con lo que me excitaba, entregándome más a sus desenfrenos.

Bueno no me quiero extender con el preámbulo, mi nombre es Sofía, 16 años tenía en aquella época, actualmente estoy casada

Estaba cursando la secundario, tendría 15  años en esa época, admiraba una chica mayor que yo, muy atractiva,  en dos cursos superiores, como supongo les ha sucedido a más de uno, admira a las que son el centro de atracción, rodeada de sus amigas y a su vez líder en casi todo. Su nombre era Vanesa, por cosas de las casualidades su nombre reflejaba en parte su vanidad.

Había algo en ella que me atraía de sobremanera, aspiraba a ser su amiga, mi falta de decisión o de carácter, veía su relación como algo imposible. Un día en una fiesta, tuve la oportunidad de encontrarla, dado que habíamos quedado pocos, fue como que los que quedamos pudimos  entabláramos una conversación general, en ese momento aproveche para hablar con ella y hacerme reconocer, haría cualquier cosa por mantener su amistad.

Realmente fue muy agradable, al punto que al retirarnos de la reunión me acerco a mi casa,  parecía que había tocado el cielo, con las manos. Quedamos en reunirnos en cualquier momento, y con un cálido beso nos despedimos esa madrugada.

En el colegio apenas me saludaba y a pesar de acercarme a ella no existía la misma calidez de aquella noche. Un día la llame para salir por la tarde, pero me dijo que no tenía tiempo  y que estaba comprometida con otras amigas, le reitere mi número telefónico, a lo que me contestó que lo tenía.

Habrían pasado un par de semanas cuando oí su voz en el celular, sentí como que se paralizaba mi corazón, a partir de ese momento se fue originando una atractiva amistad. Si bien en esa época era algo escrupulosa, Vanesa poco a poco me fue liberando de ese trance.

Vivía en una amplia casa, con sus padres y un hermano mayor que ella, al que había  visto un par de veces, no superando nuestra charla a un par de saludos. Dado que sus padres estaban de viaje, una tarde fui a su casa, estábamos solas, teniendo todo el tiempo a nuestra disposición y con absoluta independencia, fue  la primera noche que me quede a dormir. Antes de dormirnos le revelé que deseaba ser su amiga, que estaba encantada de serlo y haría todo lo que sea para conservar nuestra amistad.

“Me parece correcto” dijo, y besándome en los labios, fue como un pacto implícito.

Lo primero que pregunto fue si tenía algún novio.  Le conteste que no, pero había tenido algo no muy concreto.

La segunda fue mucho más personal  al decirme

 “Eres virgen aun?”

Me quede algo perpleja y hasta me sonrojé, titubee en contestar.

“Está bien, lo eres” me contesto antes de dar mi respuesta.

No te preocupes algún día dejaras de serlo.” Me contesto.

Puedo hacerte una pregunta, Sofía?

Si la que quieras, respondí          

Tienes depilado tu coño?

Nuevamente me sonroje y le dije que no.

Mañana lo afeitaremos, me contesto, Mientras se bajaba su trusa y me mostraba su sexo, totalmente rasurado.  Sentí algo extraño en ese momento, diría que me incite, al verlo. A la mañana siguiente, ya había preparado todos los adminículos para iniciar mi rasura.

No estaba aun decidida, pero Vanesa me quito mis bragas, quedando despojada de mi prenda. Me enjabono la zona, y de una manera muy suave, comenzó a pasar la maquina alrededor de mi vagina, sus dedos tomaban los bordes de mis labios vaginales para poder rasurar mejor, cada tanto me miraba  a los ojos, de una manera muy especial. Cuando finalizo, su mano la paso un par de veces por mi raja, y su dedo del medio me penetraba levemente, mientras comentaba que suave que había quedado. Note que me había excitado al punto de llegar a humedecer mi intima zona.

Vanesa percibió mi estado, preguntándome,

Estas alterada?

Creo que si. Le conteste

Te aplacare tu excitación – me responde

Y sin esperar mi decisión fue introduciendo sus dedos, y perturbando mi clítoris, con un roce suave y prolongado, me fui entregando a su labor, sintiendo como su mano se hacía dueña de mí  sexo, que continuaba emanando mi flujo interior. Nunca había pasado por una situación similar, mi respiración se agitaba y mi corazón parecía salirse de mi pecho. Sus dedos se iban introduciendo cada vez más profundamente, hasta que un fuerte espasmo salió de mi cuerpo.

Por desgracia la llegada de su hermano hizo que finalizase ese contacto tan estimulante. No pasó más nada ese día, por consiguiente había quedado muy satisfecha por lo que Vanesa me había proporcionado, algo que jamás habría   pensado en que lo haría, me sentía en la gloria, jamás le defraudaría.

A su hermano prácticamente no lo veía, o dado que la casa era grande podría estar en otro lugar de la misma. Mientras iba al baño al entrar estaba Darío, (el hermano), totalmente desnudo, presto a ducharse, mis ojos se dirigieron a su miembro que colgaba flácido pero grande entre sus piernas. Era la vez primera que veía un pene directamente, no puedo negar en que me excito enormemente. No le comente nada a Vanesa, pero al regresar a casa no pude dejar de masturbarme de una manera impulsiva, recordando lo que había visto.

Días después al regresar a su casa, su perro salió a mi encuentro, me hizo las fiestas correspondientes, saltándome y todo eso. Al entrar Vanesa me dijo si me podía esperar en su alcoba mientras terminaba de arreglarse, Atila, así era el nombre de su mascota, reitero sus demostraciones de júbilo, estaba como alterado, no sé si era la incitadora, pero me saltaba como tratando de dominarme, en su arrebato desgarró parte de mi ropa, estaba algo asustado intentando de calmarlo, no se notaba furioso, sino acosador y persistente.

Al salir Vanesa del baño le comente lo sucedido, me contesto

“Si es muy juguetón, algún día nos divertiremos con él”, en ese momento no di importancia a esas palabras.

Al ver mi vestido rasgado, me ofreció uno de ella, mientras me cambiaba de prenda, vi   un fuerte arañazo en mi pierna derecha, mi amiga también lo observo, diciéndome:

“Espera que te cura tu herida”

Me recosté en la cama, mientras ella traía los elementos necesarios, me pidió de que me sacase el vestido, lo hice quedando en ropa interior, mientras me frotaba el antiséptico, me comento el que tenía unos lindos pechos, por  una parte me sentí alabada, pero por otra algo abochornada. A medida que curaba la herida de la pierna, su mano empezó a llevarla entre mis piernas, trate de relajarme, esperando su accionar. Oprimió su mano sobre mi sexo, mientras desplazaba mi sostén, sus labios besaron mis pezones, ya bastante erectos, metió su mano entre mis bragas, para palpar mi vagina humedecida, me beso en la boca de una manera intensa su lengua se contacto con la mía, hurgando más enérgicamente en mi vagina.

Quito mi sostén y arranco mis bragas, mi desnudez la excitaba, demostrando con la intensidad, que  acosaba mi cuerpo. Me encantaba lo que me hacía, me estaba entregando totalmente sin ningún tipo de tapujos, me sentía su hembra, deseaba que disfrutase de mi cuerpo.

La intensidad fue cada vez mayor, se desnudo para que nuestras pieles se congregaran  sin ningún tipo de impedimento. Sus dedos comenzaron a introducirse en mi grieta de manera más violenta, haciendo salir unos gritos de dolor, como de goce. Abrió mis piernas para lamerme entre ellas, era algo intenso y hasta diría colérico. Su lengua penetrándome, sus labios adsorbiendo y mordiendo  mi clítoris. Me había llevado a un éxtasis total, haciendo soportar un agudo dolor al penetrarme totalmente con sus largos dedos. Sentí desmayarme tras semejante acometimiento, cuando nuevamente mi conducto trasero fue sometido a una similar transgresión.

Un fuerte orgasmo se hizo dueña de mi, mientras sus labios sellaban los míos, acariciaba su cuerpo mientras me reponía del desarrollo de ese encuentro. Sus dedos algo ensangrentados demostraron que había dañado o perforado mi himen, los chupe y me sentí feliz que ella había sido quien hurto mi virginidad. Nos quedamos en la cama desnudas y abrazadas, durante un rato. Esta vez fui yo la parte activa reiterando lo que me había efectuado, me encantaba darle toda la energía a dicho encuentro. Toda esa tarde, nos, entregándonos mutuamente a un alocado y insaciable sexo.

Eso era como una droga, necesitaba de su contacto, creo que ahí me fui llevando por su influencia, si cuando la veía en el colegio la admiraba, ahora con mayor razón la idolatraba.

Na tarde durante un recreo en el colegio Vanesa me llevo al baño, empezó a besarme y a levantarme la pollera, yo la detenía, por temor  a que alguien viniese, pero ella insistió, me saco mi braga, y sus dedos escarbaron en mi vagina, la adrenalina alteraba mas mi estado de excitación, en escasos minutos me hizo venirme, le pedí mi prenda y no me la entrego, así que tuve que concurrí a la clase sin ella, ese contacto entre mi piel y el asiento y pensando en lo que había hecho termine mojando mi asiento.

Los encuentros eran cada vez más vehementes y alocados, los juguetes sexuales comenzaron a surgir, penetrándome la mayoría de las veces, me atraía tanto  como a ella. Vanesa era una joven que siempre tenía algo nuevo, a nuestros fogosos encuentros, su nuevo juego fue atarme y vendar mis ojos, jugo conmigo hasta estimularme al máximo, estaba inmovilizada, permitiendo hacerme todo lo que se le viniese en mente. Cuando sentí como sus patas se apoyaban en mi cuerpo, reaccione con un grito ante esa sorpresa. Ahí detecte que era su mascota, por supuesto que me sorprendió y asusto un poco.

Vanesa me acaricio tratando de tranquilizarme, me beso y me dijo

“Amor te voy hacer gozar como nunca”

Sentí que me aplicaba algo gelatinoso, en mis pechos, mi vagina, y mi ano, el perro comenzó a lamer las partes untadas, su lengua buscando de manera alocada y desmedida dichos sectores, gemía de satisfacción, al sentir su lengua recorrer los distintos lugares. Vanesa me desato y sin quitarme las vendas, me hizo arrodillar levantando mi culo, la apreciación de su órgano se hacía sentir con mayor energía. Cada tanto me untaba para no cortar la actividad de Atila, mis convulsiones eran cada vez mayores y continuos, al pasar su rugosa lengua sobre mis cavidades, cuando en un momento dado me montó, ahí comprendí lo que me había comentado mi amiga sobre la diversión que tendríamos con él. Sentía sus empellones tratando de copularme, me asuste bastante, suplicándole que no estaba preparada.

Aun temblando, aprovecho a quitar mis prendas y adueñarse de mi cuerpo y hasta dejarme extenuada. Le pregunte si ella lo había hecho, contestándome afirmativamente. Me comento que el perro estaba alterado si me animaba a masturbarlo, le dije que nunca lo había realizado.

“No te preocupes, no necesitas tocarlo solo desnuda tu pierna, él sabrá lo que debe hacer”

Acababa de vestirme, así que me descalce, me quite las medias, me volqué sobre la cama y por indicación de Vanesa, con mi pie desnudo que tocase su bultito, después de un rato  mi pie continuaba rosando su aparato, el perro se prendió a mi pierna para agitarse de forma rápida. Vanesa aprovechando la situación saco su tanga y en cuclillas la coloco sobre mi cara, la lamia plácidamente, mientras el perro no me soltaba, mi amiga acabo  en el momento que un líquido cálido baño mi pierna. Vanesa me besaba mientras su mano termino masturbando, el perro se había previo a unos lengüetazos que me daba sobre mis muslos, después de un recuperador baño regrese a casa.

Día a día descubría algo de Vanesa, que no dejaba de sorprenderme. Mientras regresaba a casa, pensaba que había sido muy agradable las lamidas de Atila, esa noche antes de dormirme pensaba en Vanesa siendo copulada por su perro y como seria sentirlo en carne propia, por un lado lo rechazaba, pero por otro me excitaba la idea.