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El lobo

en Zoofilia

 

EL LOBO

(Fantasía zoofilica)

 

Soy una chica de 22 años muy amante de las acampadas en el campo. En verano me gusta mucho caminar bien acompañada por los montes aunque tampoco  desdeño hacerlo en soledad. Vivo en un pueblo  en la zona montañosa cercana a la capital.

Son montes y montañas aun bastante naturales a pesar de las muchas construcciones de fines de semana que han ido surgiendo y de las pistas para esquiar en invierno.

Una noche del verano pasado, especialmente calurosa ya que sufríamos una ola de calor, decidí salir a dar un paseo y tratar de refrescarme un poco antes de ir a dormir. Me puse una camiseta y una falda. Era cerca de media noche y la noche era preciosa con una luna llena esplendida y que hacía que pudiera ver bastante bien por los  conocidos caminos del monte. Me adentre en la profundidad del bosque. Me senté a descansar junto a un árbol cerca de un riachuelo.

Debí quedarme adormilada, no sé cuánto tiempo. Me desperté sobresaltada y comencé a oír ruidos. Sobre todo de ramas, al pisarlas o romperlas. Identifique el lugar de donde procedían, era del otro lado del arroyo. Me puse detrás de un árbol como escondiéndome.

Al poco tiempo apareció un perro o lobo, no le veía bien, era zona de lobos así que pensé que seguramente era un lobo. No tenía especial miedo a los lobos, pero si cierto respeto.

Le observe como se acerco al riachuelo y como bebía agua. Lo hacía de una forma peculiar, en lugar de hacerlo como todos los animales, se ayudaba de sus garras delanteras. Era más grande de lo habitual, tenía una bella cara y se notaba que debía ser un macho alfa.

De pronto miró fijamente hacia donde yo estaba. Debí hacer algún ruido o me olio. Comenzó acercarse, me atemorice. Siguió su aproximación, yo inmóvil por el miedo. Olía constantemente el aire. Cuando estaba a unos cuatro o cinco metros comencé a correr por el bosque. Me topaba con las ramas y di algún traspié.

Me perseguía, no me alcanzaba pero no me perdía de vista.  Parecía que quería jugar conmigo. Sentí pánico. Volví la cabeza y no le vi, pare para tomar un poco de aire. Cuando alce la cabeza le vi frente a mí, me observaba mientras que de su boca caían babas y sus ojos relucían como si fueran centellas. Una bella visión, pero yo  temblaba de miedo.

Di unos pasos hacia atrás hasta que tropecé con algo, me gire y comencé a correr. No sabía dónde estaba,  solo pensaba en escapar de aquel lobo.

De vez en cuando giraba la cabeza y allí estaba persiguiéndome. Me caí tras topar con unos matorrales quedando boca abajo. Antes de incorporarme sentí la respiración del animal en mi nuca. Estaba aterrorizada, inmóvil, pensado en qué momento me mordería. En lugar de eso comenzó a olerme, me lamio las zonas de mi cuerpo no cubiertas por la ropa  que llevaba y me daba pequeños empujones con el hocico, como si quiera que me diera la vuelta. Permanecí quieta en la misma posición. El lobo siguió oliéndome y con sus patas delanteras intentaba girarme pero sin usar las garras, comportamiento muy raro. Parecía que intentaba indicarme que me volteara o yo así lo entendí.

Me gire sobre mí y quede boca arriba. Vi sus ojos centelleantes, su fiera pero tranquila cara, me lamio la cara, como suelen hacer los perros con sus amos. En ese momento supe o mejor dicho intuí que no me iba a morder y mucho menos a devorar. Sus ojos parecían tranquilizadores.

Siguió lamiéndome la cara, aunque fue pasando su lengua por otras zonas, brazos, piernas, incluso por encima de la ropa. Lo hacía lentamente. Desde luego que era un comportamiento extraño. No dejaba de olerme, especialmente entre mis piernas. Metía el hocico por debajo de la falda y olisqueaba mi entre pierna. Luego seguía con los lametones.

Con los movimientos, mi falda se había subido, dejando mis muslos y tanga  a la vista. El animal siguió con su lengua recorriendo mi cuerpo y con una de su patas intentaba apartar mi tanga. Era sorpréndete su forma de actuar e igualmente la mía, me fui calentando.

Mi braguitas terminaron por romperse y la pata del lobo se encargo de abrirla del todo. Olio mi vagina, ya llena de jugos, al instante comenzó a lamerla. Su lengua áspera no paraba de moverse. Intuitivamente separe mis piernas. Era brusco pero sentía sensaciones diferentes a cuando otras personas me lo hacían. Yo me acariciaba los pechos, tenía los pezones muy duros. Los jadeos debían oírse bien lejos, pero no me importaba.

Sentí que me venía, mi coño se lubrifico aun mas. Entonces el lobo freno el ritmo de su lengua, joer parecía que poseía una gran inteligencia. Estaba como loca, le grite que no parara, que siguiera, pero no hizo caso.

Me fue subiendo cada vez más. Entre jadeo y jadeo, le decía que no parara. Estaba vez no lo hizo. Explote entre gritos, sin duda, fue el mejor orgasmo de mi vida y proporcionado por un animal.

Quede un buen rato inmóvil recuperándome, mi amante me acariciaba con su áspera y magnifica lengua y de vez en cuando volvía a oler mi vagina. Entonces pensé una cosa.

Una vez que cogí fuerzas me puse de pie. Esto pareció sorprender a mi amante lobuno. Me separe un poco y lentamente comencé a quitarme la ropa, por suerte lo único roto era el tanga pero tampoco me importaba mucho la ropa.

Mientras lo hacía, el lobo no dejo de mirarme, de su  boca caían babas. Yo le decía que ahora íbamos a jugar como yo quisiera, que yo mandaba. Menudo atrevimiento por mi parte, realmente no tenía ninguna opción  si se enfadaba.

Comencé a andar, alejándome de él, permaneció quieto. Cuando no le vi, di un pequeño grito llamándole y me cambie de lugar para esconderme. Quería jugar, que me buscara, cosa nada difícil para el animal dado su oído y su gran olfato. Esto lo repetí  tres o cuatro veces. El animal gruñía cuando llegaba y yo no estaba.

Al final me puse a cuatro patas para esperarle. Hice un poco de ruido. No tarde en oírle llegar, pero no se mostraba, no le veía. Ahora jugaba él.

Por fin apareció frente a mí. Se quedo mirándome y yo le mantuve la mirada. Se acerco lentamente. Me di cuenta de lo grande que era, ya que su altura era mayor que la mía ahora que estaba de rodillas. Me dio la vuelta oliéndome, eso me excito aunque sentí una decepción cuando no lamio mi vagina.

Cuando de nuevo estaba en mi cara, comenzó a lamerme, pero era diferente, sacaba la punta de la lengua y daba pequeños lametones, me pareció que eran más besos que otra cosa,  al mismo tiempo rozaba su poderoso cuerpo contra el mío. El pelo era suave. No se olvidaba de mis tetas, me las lamia con devoción.

Yo estaba entregada. Podía hacer conmigo lo que quisiera. Mi estado de excitación era tremendo a pesar del reciente orgasmo. Cada vez que tenia ocasión trataba de tocarle el pene, del solo asomaba la punta, el resto estaba en la funda.

Cuando le pareció, en una de los giros que hacia sobre mí, uso la lengua en mi coño. Creí enloquecer cuando la note en los labios y en el clítoris.

Al rato se subió sobre mi culo preparándose para penetrarme. Sus patas delanteras colgaban cerca de mis hombros. Comenzó a moverse rápidamente, notaba como su pene y testículos topaban contra mis muslos y nalgas. Pensé que no acertaba, que equivocada estaba. Lo hacía para que se le pusiera dura la polla para que saliera de su funda.

Paro un momento, rectifico su posición sobre mi cuerpo. Intuí que ya estaba fuera su pene  y no tarde en comprobarlo. Sentí  como buscaba la entrada de mi vagina con su polla, yo me abrí lo que pude ayudándome con la mano. Al final se la guie con la mano y entro dentro de mi cuerpo.

Se movía con lentitud. Entrando poco a poco, Yo notaba como mi coño se iba abriendo. Luego sacaba un poco el miembro y de un golpe de riñones lo metía, comencé a sentir como tocaba el fondo de mi vagina y sus testículos golpeaban mis glúteos.

Me abrazo con fuerza, bueno quiero decir que con sus patas delanteras se aferro a mi cuerpo, y comenzó a bombear con buen ritmo. Yo estaba gozando del macho y me hacia gozar como nunca lo había hecho un macho de mi especie.

Al rato comencé a correrme, fueron dos orgasmos enlazados. El lobo, mi macho, seguía bombeándome, entrando y saliendo de mi vagina. De pronto sentí algo caliente en mi interior, se estaba vaciando dentro de mí, volví a tener otro orgasmo.  El semen fue mucho y muy abundante.

Quede tendía de costado, cansada pero feliz. El animal se tumbo a mi lado, con su lengua fue lamiendo el semen que salía de mi coño y corría por mis muslos. Luego puso una pata sobre mi pecho, en claro signo de posesión y era así, era suya, su loba.

Descansamos, sobre todo yo. Estábamos tranquilos pero sexo pedía más. Comencé a tocarle la funda de su pene con suavidad. Al poco comenzó a asomar la punta. También acariciaba su bolsa testicular, tenía unos cojones bastante gordos.

Me incorpore un poco e hice que se tumbara de costado, me puse a su lado y continúe con los tocamientos de su polla y comencé a pasar mi lengua por sus testículos. Cuando ya estaba todo la verga fuera, me la introduje en la boca.

Pensé que era depravada, haciéndole una mamada a un lobo y lo que más me excitaba era meter sus testículos en mi boca. Mi vagina chorreaba y el lobo no tardo en pasar su lengua por ella, absolviendo todo lo que podía de mí.

Estuve un buen rato comiéndole la polla, de ella salía un liquidillo, que supongo seria como lubrificante o algo así, pero seguro que no era semen y no era mí deseo que lo fuera.

El lobo se dejaba hacer, se le puso muy dura. No intentaba obligarme a que me pusiera en cuatro patas. No entiendo mucho de perros y menos de lobos, pero por lo poco que sabía, los perros no suelen actuar de esta manera.

Seguía dándome lametones en mi vagina, cuando enganchaba el clítoris, me hacia subir a las estrellas. Por fin empezó a empujarme con sus patas delanteras, entendí que ya quería que me pusiera como una hembra de su especie. No tarde nada en hacerlo.

Inmediatamente se subió sobre mí. Al segundo empujón, acertó de pleno con mi coño, fue una envestida fuerte que llego hasta el fondo. Sentí como la punta de su verga presionaba. La sacaba lentamente, sin salir del todo y volvía a dar un golpe de riñones y hasta el fondo. Mi excitación fue subiendo.

Yo creo que ese comportamiento no es normal en los canidos, los perros, follan como si fuera lo último que hicieran.

Siguió un rato así, luego fue acelerando sus movimientos. Al poco tiempo comencé a correrme, fueron cuatro o cinco orgasmos, perdí la cuenta. El se controlaba bastante bien, notaba como aflojaba sus envestidas, parecía que no quería vaciarse de nuevo.

Cuando me recupere un poco, me separe y me di la vuelta. Le mire fijamente, parecía como sorprendido. Le hice señas para que se acercara mientras que abría mi boca. Pareció entenderme.

En cuanto su polla estuvo a mi alcance, me la metí en la boca y le hice una mamada, una buena mamada, quería llenarme de su semen. No tardo mucho en llegar, note el chorro de semen caliente en mi boca, luego en la garganta y trate de tragar lo que puede. Fue mucho, se me salía por los laterales de la boca, pero yo seguí comiéndole la verga hasta que dejo de manar su rica leche.

Me tumbe en el suelo y mi lobo se sentó junto a mí, poniendo sus patas sobre mi cuerpo, como diciendo a quien quisiera saberlo que aquella hembra era suya. Me dormí en esa posición.

Cuando desperté ya era de día, estaba sola. Busque mi ropa y me fui a casa.

Ni que decir que durante bastantes noches busque a mi macho lobuno pero no lo encontré. Cuando pensaba que todo había sido un sueño y estaba pensando en dejar de buscarle, una noche lo vi junto al arroyo, en el mismo sitio que lo encontré la primera vez. Una noche de luna llena.

FIN

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