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El muñeco nos quiso violar

en No Consentido

Mi hermana apareció con la cara blanca como si hubiera visto un fantasma, llevaba puesto el albornoz y creía adivinar que no llevaba nada debajo.

--¿Estás bien?—le pregunté—Parece que hubieras visto un fantasma.

Ella levantó la cabeza y me miró.

--Un fantasma no, pero si…

No acabó sus palabras, yo me acerqué a ella preocupada.

--¿Qué ocurre?—le pregunté.

Ella miró a su alrededor como si temiera que alguien la oyera, a pesar de que sabía perfectamente que estábamos solas.

--El muñeco—dijo—El muñeco que te regalaron tus amigas.

--¿Qué pasa con él?—pregunté—Solo es un muñeco.

Recordaba perfectamente el día de mi cumpleaños, en el cual mis amigas tuvieron la genial idea de regalarme un muñeco de tamaño natural, me dijeron que servía para que una se desfogase, cuando miré el muñeco me pareció real, me dijeron que era japonés y que allí había causado furor, tenía un mecanismo por el cual su polla, fabricada de silicona y tela, muy lograda, se hinchaba simulando una erección, activaron el mecanismo y el pene se hinchó sorprendentemente, me pareció real y excitante, también hablaba, tenía diez frases grabas y su voz sonaba mecánica y artificial, las frases eran de la talla de “Voy a follarte, puta” o “Se que te gusta, zorra”.

El regalo me gustó mucho y me prometí a mí misma que aquella misma noche lo usaría, no obstante, esa noche continuamos la fiesta en una discoteca, un chico muy guapo se me acercó y acabamos en su piso, donde estuvimos toda la noche follando.

Con todo mi cuerpo satisfecho regresé a casa al amanecer, el muñeco estaba metido en mi armario, no lo llegué a usar.

No me había vuelto a acordar hasta ahora.

Primero pensé que mi hermana lo había descubierto, solo tenía catorce años, pero aún así por mi cabeza pasó el pensamiento de que quizás, curiosa o excitada, lo había estrenado antes que yo.

--Si quieres puedo dejártelo—le dije—Pero no me lo rompas.

--No es eso, joder--dijo mi hermana—El muñeco me ha violado.

Yo abrí mucho los ojos y después solté una carcajada ante tal tontería, pero mi hermana continuaba callada y casi a punto de llorar, poco a poco vi que no bromeaba.

--Pero, Pero Leticia—le dije—Eso no es posible, es un muñeco.

Ella gritó exaltada.

--Pues me ha violado—dijo—He ido a tu habitación para cogerte ropa prestada y cuando he abierto el armario se a abalanzado sobre mí, me ha tumbado sobre la cama y me ha arrancado las braga, después se ha tumbado sobre mí y me ha penetrado, ¡Me ha violado!

--Ahora vamos a descubrir si es vedad—dije yo cogiéndola de las manos.

Entré en mi habitación, el muñeco estaba de pie a los pies de la cama, continuaba siendo un muñeco, quiero decir que no se movía solo ni nada por el estilo, las braguitas de Leticia estaban en el suelo, rotas, eso si era verdad.

--Pues no parece que vaya a decir nada—le dije—Así que ya me dirás.

Ella se acercó al muñeco.

--Te digo que acaba de violarme—me dijo.

--Te digo que es solo un muñeco—le dije yo—Tiene un mecanismo para que su pene se infle.

--¿Y esas guarradas que me decía?

--Las tiene grabadas, mira.

Me acerqué al muñeco y lo encendí, inmediatamente por su boca artificial y abierta sonó: Cómeme la polla.

--Y si eso es verdad—dijo mi hermanita--¿Cómo es que sabe mi nombre?

--¿Cómo?—pregunté sorprendida--¿El muñeco ha dicho tu nombre?

--Si.

--¿No te lo habrás imaginado?

--Claro que no.

De repente el muñeco “habló” de nuevo.

Quiero veros a las dos desnudas y abrazadas

Nos quedamos sin saber que decir.

--¿Esa frase estaba grabada?—me preguntó Leticia.

--Creo que no—dije yo patidifusa.

Guardamos silencio esperando a que dijera algo más hasta que lo hizo.

“Vamos a follar los tres todo el día”

Volvimos a quedarnos estupefactas.

--No sé qué hacer—dije.

--Vámonos o nos violará—dijo Leticia—No quiero que me viole otra vez.

--No digas tonterías—le dije—Aunque suelte esas frases no sé cómo puede violarnos este estúpido muñeco.

Pues a mí ha sido verme desnuda y casi sin darme cuenta ya estaba siendo follada por él.

--Quítate el albornoz—le dije—A ver si hace algo.

--Ni hablar—dijo ella—Si te atreves desnúdate tu.

Yo sabía que aquel muñeco no había podido violar a Leticia, y pensé que ella no había podido resistir la tentación y lo había usado, después había sentido vergüenza y había montado ese numerito.

Me acerqué al muñeco y me puse frente a él.

--Muñequito lindo—le dije--¿Te gustaría probar estas tetas?

Me alcé la camiseta y le enseñé mis pechos vestidos con mi sujetador.

--Eso no hará efecto—dijo ella—Tienes que darle algo más, no se mueve hasta que está seguro de poder violarte.

Yo la miré con paciencia y después me quité las camisetas.

--¿Así?

Ella negó con la cabeza.

Me quité los pantalones y me quedé en ropa interior, me acerqué al muñeco y me restregué contra él, pero este ni se movió.

--¿Ves como era una tontería?—dije.

Leticia se encogió de hombros.

--Quizás si me ve a mí.

Se quitó el albornoz y se quedó completamente desnuda.

--¿No decías que no querías quitarte el albornoz?

--Con tal de demostrarte que este muñeco es un violador.

La voz del muñeco volvió a sorprendernos.

“Quiero veros a las dos desnudas y abrazadas”

--Creo que no tiene otra frase—dije—Quizás sea un muñeco para parejas lesbianas.

Quiero veros a las dos acariciándoos” sonó de nuevo.

--Quizás si hacemos como que obedecemos se mueva.

--Y dale que berrinche—dije enfadada—Crees que este muñeco va a moverse como si fuera una persona.

Me acerqué a ella.

--¿Crees que por hacer esto va a despertar?

Me pegué a ella y sobé su cuerpo contra el mío.

“Ahora besaros”

Nos quedamos de nuevo impresionadas.

--Hazle caso—susurró mi hermana.

Yo ya empezaba a estar más que cabreada con ese tema y decidí hacerlo, más que nada para demostrarle que se equivocaba, acerqué mi boca a la de mi hermana y le di un pico, ella agarró mi cabeza y me besó de lleno, metiendo su lengua dentro de mi boca.

Aquello podía haberme enfadado, pero en ese momento supe que después de aquello se callaría de una maldita vez.

Después del beso vimos que el muñeco ni siquiera se había movido.

--¿Ves como era una tontería?—le dije.

Ella miró al muñeco y se encogió de hombros.

--Quizás me quedé dormida y lo soñé—dijo.

--Posiblemente.

Volvió a ponerse el albornoz y yo me vestí, salimos de la habitación y ella fue a su cuarto y se vistió.

--Voy al cine con mis amigas—dijo—A ver si así se me pasa el susto.

--Buena idea—dije yo.

Nada más salir por la puerta pensé en usar el muñeco, esa fantasía de mi hermana me había excitado irremediablemente, no obstante pasé y lo vi allí de pie, y casi me dio miedo, lo apagué para que no soltara una de sus perlas y fui al salón.

--Me daré una ducha y allí me haré un buen dedo—me dije—Aprovechando que estoy sola.

Me quité toda la ropa y me puse el albornoz, salí, fui al baño y comencé a llenar la bañera, cuando el agua estaba a medio caer comencé a tocarme por mi cuerpo desnudo, poco a poco alcanzaría el placer necesario para correrme.

La luz se fue de repente y toda la casa quedó a oscuras.

--Lo que faltaba—pensé cerrando el grifo del agua—Con lo cachonda que estoy y se va la luz.

Me puse al albornos y salí a por unas velas, las pondría en el baño y así crearía un ambiente mucho más erótico.

Cuando entré en mi habitación ni siquiera caí en la cuenta de que el muñeco no estaba, me incliné para abrir el último cajón de mi mesita, donde guardaba las velas, y alguien me cogió de repente.

Di un gran grito y comencé a patalear para escapar de lo que yo pensaba era un tipo que había entrado en mi casa para robarme o violarme, el tipo me lanzó contra la cama, estaba oscuro y no pude ver nada, pero noté como me arrancaba sin dudar el albornoz.

Ya desuda e indefensa, las manos me agarraron las muñecas y las empujaron hacia atrás a la vez que se tumbaba sobre mí.

--No me hagas nada—le dije—Te daré dinero, pero por favor déjame en paz.

Sentí su cuerpo caliente sobre el mío y las manos comenzaron a acariciarme los pechos y su boca a besarme el cuello, yo intentaba escapar como podía, pero pesaba demasiado para poder quitarlo de encima de mí.

El tipo llevó su mano derecha por mi cuerpo hasta mi sexo y lo acarició violentamente, después cogió su pene y se dispuso a violarme.

-No, no—supliqué—No, por favor ¡¡Ahaaa!!

La polla era muy gorda y entró en mí con fuerza y hasta el fondo de mi profanado sexo, después comenzó a follarme con violencia y sin parar, sin importarle que yo gritara de dolor cada vez que se abría paso dentro de mi ser.

--Ahaaa-gritaba dolorida—Deja de violarme, déjalo ya.

La puerta de la calle se escuchó de repente, y la voz de Leticia tras ella.

--Al final no me apetece ir al cine…

--¡Leticia!—grité--¡Llama a la policía, me violan!

Mi hermana vino corriendo y miró la escena con los ojos muy abiertos, encendió la luz, que acababa de venir, y solo entonces yo pude ver que la persona que me estaba violando sádicamente era el muñeco, estaba sobre mí, con los brazos apoyados en la cama y moviendo su cintura a una velocidad endiablaba para follarme.

--¡Lo sabía!—dijo mi hermana--¡Ahora me crees!

Yo la miré con el rostro perlado de sudor.

--¡Si, si, me lo creo, me lo creo, pero ayúdame!

Mi hermana corrió hacia el muñeco y agarró su cuello, pero era imposible para aquel artefacto endiablado y violador.

--Pesa mucho—se quejó.

--Pues has algo.

Ella miró de nuevo la escena y de pronto comenzó a desnudarse.

--Voy a entretenerle—dijo—Cuando se vuelva hacia mí tu le quitas las pilas por detrás.

Yo pensé que podía funcionar, esperé, el dolor de mi coño ya casi había pasado, a que mi hermana quedara completamente desnuda, mientras la observaba desvestirse, me imaginé entonces la escena anterior, mi hermana bajo aquel maniquí siendo follada, y eso, sin saber porqué, me excitó, fue como ver una película erótica de los ochenta.

EL placer que había comenzado a sentir en el baño floreció de nuevo, el muñeco continuaba follándome, y mi coño ya se había habilitado a su velocidad y el grosor, cansada, comencé a gemir cuando sentía las embestidas de aquel animal mecánico.

--Aufg, augf, date prisa, Leti—le dije—Que este no se cansa.

Leticia se quitó por fin las bragas y se quedó completamente desnuda.

--He, Muñeco salido—dijo—Quieres follarme otra vez, esta vez te dejo.

El muñeco giró su cabeza y la miró, se levantó de encima de mí, sacando su polla de mi coño y haciéndome daño.

Ambas pensamos que iría  a por Leticia, y así yo poder desconectarlo, pero en vez de eso, el muñeca avanzó dos pasos, yo me senté en al cama, preparada para actuar, y alargó el brazo hacia mi hermana.

La asió por el brazo y tiró hacia él, mi hermana gritó sin poder evitar ser aferrada por el muñeco, después este la empujó hacia mí y Leticia cayó sobre mí desnuda, el muñeco se agachó, era bastante rápido a pesar de tratarse de un muñeco, y agarró a Leticia por los pies, tiró fuera de la cama y se detuvo cuando mi hermana tenía medio cuerpo sobre la colcha.

Quiero veros a las dos gemir” dijo.

Y una de sus manos artificiales empujó la cabeza de mi hermana hasta mi coño.

Yo sentí inmediatamente el aliento acelerado de mi hermana menor en mi sexo.

--Es más fuerte que yo—se quejó ella.

Cómele el coño a tu hermana” dijo el muñeco.

Y continuaba empujando la boca de mi hermana hasta mi coño ya violado.

Los labios de mi hermana tocaron de lleno mi sexo y un gemido, “Aouh”, se escapó de mi boca.

Leticia intentó una vez más librarse de la mano de aquel maniquí enloquecido, pero le fue inútil, su boca estaba pegada a mi coño y me echaba el aliento caliente en él, que se esparcía por mis labios vaginales y mi clítoris, después de ser violada por aquel muñeco no pude evitar excitarme.

--Leti—le dije alarmada—Que no soy de piedra, o hacemos algo o voy a correrme en tu cara.

Ella me miró desde mi coño y de repente abrió la boca.

--Ahaaa—dijo—Este cabrón está acariciándome el coño.

--Haz que pare—le dije yo moviéndome para no abandonarme el placer.

--Ya me dirás qué coño quieres que haga—me dijo—Que fácil es estar ahí, Ahaaaohooo.

Su rostro reflejó un placer inmenso y repentino, entonces supe que ya estaba todo perdido, quizás había que dejarse para que el muñeco parada, pero ¿Cuándo para un muñeco si no se corre nunca?

La mano del muñeco empujó una vez más la cara de Leti hacia mi coño y ella hundió su boca en él, ya sin fuerzas para resistirse.

Yo gemí cuando sentí que sus labios besaban mi sexo y llevé mis manos hasta su cabeza.

--Ahaaa—gemí—Pedazo de zorra, no te dejes.

No supe si se lo decía a mi hermana o a mí misma.

Ella levantó la cabeza una vez más.

--Ya no puedo resistirme más—me dijo.

--Esta vez ya no podemos pararle—le dije yo moviéndome, pero esta vez para sentir más placer—Luego la próxima…Mmmm.

Ella me miró y la mano del muñeco se apartó de su cabeza.

--Ha parado—dije yo.

--Creo que va a penetrarme—dijo ella sin dejar de mirarme.

--Este cabrón no se cansa nunca—dije.

--Como me la meta ya no respondo de mí—dijo mi hermana.

--Pues si me has comido hasta ahora el coño de maravilla—dije yo—Cómo será cuando estés como una perra.

Ella sintió como la polla artificial del muñeco empezaba a empalarla.

--Ahaaa, pues creo que vas a descubrirlo.

Lanzó un grito extremo de placer que fue como “Ahaaaooaaaa” y el muñeco comenzó a embestirla igual que me había violado a mí, a una velocidad de vértigo, Leticia me miró y esta vez fui yo la que hundió su cabecita en mi coño mojado.

La boca de mi hermana era un puro milagro sexual, me comía el coño de maravilla, yo gemía agarrándome a la almohada casi desmayada de placer y Leticia gemía conmigo.

--Ahaaa, Ahaaa—gemía yo—Menuda boca tienes, puta.

--Ohooo, Ahoooo, esta cabrón me está destrozando—gimoteó ella destrozada por el polvo.

Entonces el muñeco habló de nuevo.

“Paula, Leticia, me volvéis loco, sois unas putas folladoras”

--Puto muñeco—gimió mi hermana—No pares, pedazo de plástico salido.

--Dale más rápido, muñeco, más rápido.

Visto lo que había visto, ya incluso pensaba que aquel maldito muñeco tenía conciencia, y ahora más todavía, porque comenzó a ir más rápido. Leticia se aferró a mis muslos desnudos y abrió la boca de placer.

--Ahaaa—dijo—Ahora sí que me corro, voy a correrme como una cerda.

Comenzó a sacudirse y a gritar y sintió un extraordinario orgasmo.

Después, sorprendentemente, el muñeco paró, sacó su polla del coño de Leticia y esta se fue volviendo flácida muy lentamente.

Mi hermanase tumbó a mi lado exhausta de placer.

--Joder—dijo—Menudo polvo me ha hechado.

--Me alegro por ti, Leti—le dije—Pero a mí me has comido el coño, y muy bien, pero no me he corrido.

--Vaya—dijo ella—Con lo que jode eso.

Se incorporó en la cama.

--Pues dile a ese canalla que te folle.

Miré al muñeco, estaba de pié, había vuelto a ser el ser inanimado de antes.

--Ni hablar—dije—Con ser violada una vez me vale.

--Pues apáñatelas como puedas.

--Échame una mano—le pedí.

--¿Yo?—dijo ella.

--Si—dije yo—Después de esto se que follas muy bien.

Ella me miró de arriba abajo.

--Bueno—dijo—Pero me debes una.

Nos tumbamos en la cama y comenzamos a acariciarnos y a besarnos en presencia del muñeco, Leticia reptó por mi cuerpo desnudo hasta mi coño y comenzó a comérmelo como solo ella sabía, yo gemía rota de gozo, después me separé de ella y le dije que yo también quería comerle el coño, hicimos lo que todo el mundo conoce como “69”, solo que hasta entonces ninguna de las dos lo habíamos hecho con una mujer.

--Mmmm—dije yo lamiendo su rajita—Me gusta comértelo, es divertido y morboso.

--El tuyo es esponjoso—dijo ella.

Continuamos comiéndonoslos coños hasta que ambas nos corrimos a la vez y yo saboreé llena de curiosidad su líquido caliente, todo eso delante del muñeco y mientras el soltaba frases como:

“Sois unas putas y os gusta que os violen”

 El final, todo tenía una explicación, el muñeco que mis amigas me habían regalado era un modelo destinado a aquellas mujeres que fantaseaban con ser violadas.

--¿Y pensasteis que me gustaría?—les pregunté yo a mis amigas después.

--Si—dijo una de mis mejores amigas--¿Y no te gusta?

--No es eso, claro que me gusta, pero eso se avisa, mi hermana y yo creíamos que estaba poseído.

--¡Tu hermana también lo probó?

--Pero un momento—Dije—El muñeco sabía nuestros nombres.

--Claro, es que se los grabamos antes de dártelo, grabamos el tuyo y el de tu hermana, pensamos que quizás os lo prestaríais.

--Pero al principio yo me insinué a él y no hizo nada.

--Eso es porque tiene que calentarse bien—dijo una de mis amigas—Jajajaja.

--¿Y bien?—preguntó otra--¿No le habéis puesto nombre todavía?

Más tarde en mi casa descubrimos que el muñeco paraba cuando gritabas excitadas que te habías corrido, como sabiendo que ya estabas satisfecha, y que por eso se detuvo cuando mi hermana se corrió.

-¿Y entonces?—pregunté—Cuando te violó la primera vez. ¿Por qué paró?

--Es que no te dije toda la verdad—me confesó ella—Cuando me violó, solo me resistí al principio, después me entregué a él y me corrí sin yo quererlo.

Yo rompí a reír, sabía que mi hermana era muy cachonda.

Al muñeco lo llamamos Hércules, debido, claro está a su fuerza descomunal, desde entonces continuamos divirtiéndonos con Hércules, solas o acompañadas, y de vez en cuando dejamos a Hércules en el armario y nos lo montamos las hermanas solas.

--Joder, ¡Que regalo más formidable me hicieron!