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Conociendo el placer

en Hetero: Primera vez

Mark y yo nos conocíamos de jugar en el mismo equipo de futbol. El se había mudado a este barrio hace unos meses debido al divorcio de sus padres. Hicimos buenas migas desde el primer día y solía venir a mi casa a jugar a la play, escuchar música, ver alguna película… con cualquier excusa para pasar un buen rato juntos ya que con el cambio de casa no conocía a mucha gente. Un día que habíamos quedado para salir a dar una vuelta fui hasta su casa y llame al telefonillo para que bajase. Pulse el botón y espere unos segundos

-    ¿Quién es? – contesto una voz femenina:

-    ¿Está Mark? – Pregunte.

-    Si. ¿Tú eres Rober? ¿Por qué no subes y así te conozco? – me sorprendió la presencia de aquella voz tan juvenil ya que mi amigo vivía solo con su madre.

-    Eh….vale. Claro. – dude. Pero ya no había marcha atrás. Subí y al llegar a su puerta llame con los nudillos. Enseguida me abrieron la puerta y me encontré frete a algo maravilloso. Aquella belleza no podía ser la madre de Mark, ante mi estaba una mujer que no debía tener ni cuarenta años, vestía un jersey marrón ajustado que realzaba sus curvas, unos pantalones vaqueros y unas botas altas. Tenía el pelo castaño y unos bonitos ojos claros, aparte de un tipo espectacular que no tenía nada que envidiar con las niñatas de mi clase.

-    ¿Eres la madre de Mark? – pregunte como un tonto tras girarme y comprobar que no me había equivocado de piso.

-    Si y tú debes de ser Rober. Por cierto, mejor llámame Marina que si me siento como una vieja. – me dijo mientras me daba dos besos. Yo apenas me moví ya que no tenía mucha habilidad con las chicas. Mientras me besaba las mejillas pude apreciar un delicioso perfume que supuse que sería el suyo.

-    Venga pasa no te quedes ahí. – me dijo mientras me cogía de la mano y entrabamos en la casa. Con el roce de su piel sobre mi mano me recorrió un escalofrío por todo el cuerpo – ¿y todos los amigos de mi hijo son tan guapos como tú? – me pregunto con una sonrisa arrebatadora. Supongo que intentaba ser educada ya que yo no era nada del otro mundo, era alto y estaba bastante en forma por el deporte pero no me consideraba para nada guapo.

-    Ya salgo, un minuto. – oí que gritaba mi amigo desde el baño.

-    Y luego dicen que las mujeres tardamos para arreglarnos. – dijo y empezó a reírse mientras me posaba sus manos en mi brazo. Yo ya no sabía dónde meterme, no solía tener mucho contacto físico con chicas, y mucho menos con mujeres como aquella.

-    ¿Y como que nunca vienes a vernos a algún partido? – Le pregunte para intentar pensar en otra cosa.

-    La verdad que nunca me ha gustado mucho el futbol. Era su padre el que solía acompañar a Mark. – me confesó y pude ver como un velo de tristeza recorría su cara. -  pero si todos los jugadores están tan en forma como tu iré a veros cualquier día. – siguió ya con una sonrisa en su cara.

-    Mama, no seas salidorra. Venga Rober yo ya estoy, vámonos. – dijo Mark mientras me daba un golpe en el hombro, cogía las llaves y salía por la puerta.

-    Bueno Rober, ha sido un autentico placer. – me decía Marina dándome nuevamente dos besos.

Ya en la calle y mientras hablábamos del próximo partido me dijo con tono serio: - oye perdona por mi madre. Está un poco alterada desde el divorcio. Lo paso muy mal y ahora parece que ha salido del túnel y quiere comerse el mundo. Se comporta como si tuviera la mitad de años de los que tiene, sale por ahí con sus amigas y llega a casa borracha y algún día no ha vuelto a casa. Me dice que se queda en casa de una amiga a dormir pero yo sé que es por algún ligue.  Sera algo hormonal.

-    No pasa nada, la mía es igual. – le dije riendo deseando que eso fuera cierto y mi madre estuviera tan buena.

 

Dos semanas después, al acabar un partido en el que habíamos ganado vi como Mark saludaba a alguien de la grada. Me fije mejor y entre la gente destacaba su madre. De hecho todo el equipo se fijo, estaba tan buena que desentonaba en un campo de futbol. Cosa que quedo clara en las duchas del vestuario, alegres por la victoria todo eran bromas a Mark sobre lo buena que estaba su madre y que quien pudiera mamar de sus tetas. El no se lo tomaba a mal y se reía como el que más sin darle mayor importancia. Un rato después, ya duchados, mientras salíamos a la calle Mark me pregunto:

- ¿En serio mi madre esta buena?

Se me debía poner la cara rojísima, no sabía que contestar porque no quería ofenderle. – Normalita – dije por fin sin mucha convicción mientras levantaba la vista y la veía entre los otros padres. Me fije en mi madre, luego desvié la mirada unos metros y vi a la de Mark. – normalita – repetí sin ninguna convicción.

 

Como ya he dicho Mark y yo pasábamos bastante tiempo juntos, aun así yo tenía otro grupo de amigos con los que solía salir de fiesta casi todos los sábados. En una de estas ocasiones en que estábamos en una discoteca decidí  volver a casa antes que el resto. Me despedí de todos y salí a la calle. Al día siguiente teníamos partido y no quería llegar muy tarde a casa. Mientras esperaba al autobús en la parada vi como se paraba un coche enfrente de mí y bajaba la ventanilla.

-    Hola guapo, ¿quieres que te llevemos? – me dijo  una mujer que no estaba nada mal, desde su coche. Me fije mejor y pude distinguir que había dos mujeres en la parte de adelante y me pareció que otras dos atrás. No me lo podía creer y mire a ambos lados para comprobar que me hablaba a mí. Como no había nadie más en la parada supuse que hablaba conmigo – Rober no les hagas caso, solo están bromeando. – me dijo la madre de Mark asomándose por una ventanilla de la parte de atrás del coche.

-    Hola – balbucee aun sorprendido por la situacion.

-    ¿Quieres que te acerquemos a casa? Yo vuelvo ya y la tuya nos pilla de camino. – Solo podía maldecir mi suerte. No había nadie que me conociese cerca para que viera como me subía a un coche lleno de mujeres.

-    Claro. – dije mientras entraba en el coche por la puerta de atrás. En el coche en total íbamos cinco, en la parte de adelante dos y atrás una amiga al lado de la otra ventanilla, la madre de Mark en el medio y yo a su derecha. Marina me presento a sus amigas. Todas tendrían su misma edad y en lo físico, a pesar de que la Madre de Mark era una diosa también estaban bastante buenas. A los pocos segundos de estar en el coche note que no era el único que había bebido bastante esa noche. Las cuatro amigas no paraban de cantar y bailar con cada canción que sonaba en la radio. Y cada vez que  Marina se movía se rozaba contra mi costado. En una de estas me paso el brazo por encima del cuello y me pregunto: - ¿Y qué tal la noche? ¿Has hecho feliz a alguna chica? – dijo produciendo la carcajada de todo el coche.

-    ¡Pero Marina que es muy joven, no le perviertas! – dijo la conductora provocando más risas a mi costa.

-    Si, es pequeño pero está bastante cachas- respondía la que iba de copiloto mientras se giraba para mirarme mejor y palparme los bíceps.

-    Y seguro que no lo tiene pequeño- chillo la que quedaba provocando más carcajadas. Yo debía estar rojísimo de vergüenza. No sabía dónde meterme.

-    No les hagas caso – Me dijo Marina mientras me atraía hacia ella y me daba un beso en la mejilla. Ella llevaba un vestido corto que dejaba ver sus torneadas piernas y con un escote bastante pronunciado lo que hizo que al acercarme tuviera una vista privilegiada de su sujetador y del nacimiento de sus tetas. En ese momento agradecí un montón que fuera de noche y no fuera una calle demasiado luminosa. Esta excitante situación y la visión de ese par de tetas había hecho que me empalmara. Por suerte en ese momento sonó una nueva canción en la radio y todas empezaron nuevamente a cantar. Mientras miraba por la ventana intentando bajar aquello volví un par de veces la vista hacia el interior del coche y en ambas ocasiones sorprendí a Marina mirándome el paquete. Yo estaba nerviosísimo y me moría de vergüenza. Ya quedaba poco para llegar a mi casa asique cerré los ojos e intente pensar en otra cosa. Tras unos segundos repasando la alineación de mañana oí como me decían.

-    ¡Rober! ¿Qué haces? Ya hemos llegado. – me dijeron sacándome del trance. Dude unos instantes ya que aun tenía una semiereccion y con los vaqueros algo se me marcaria al ponerme de pie. – muchas gracias por traerme – dije por fin saliendo rápidamente del coche. Mientras salía note como me tocaban el culo aunque no pude saber quien de las cuatro fue. Comencé a caminar rápidamente hacia mi casa y desde el coche pude oír como una de las amigas decía: - pero si va empalmado.

Acelere el paso aun más, muerto de vergüenza y a la vez con la seguridad de que al llegar a casa me haría una impresionante paja.

 

Unas semanas después había quedado en ir a buscar a Mark a su casa para ir al cine. Ese día llovía mucho y a pesar de ir corriendo acabe empapado de pies a cabeza. Una vez allí, llame al telefonillo y me abrieron sin preguntar. Subí y al llegar a la puerta esta estaba abierta.

-    Hola, ¿se puede? – pregunte mientras entraba en la casa. 

-    Pasa, pasa – Me contesto Marina desde el salón. Cerré la puerta y avance. Cuando entre en la sala allí estaba ella, sentada en el sofá fumando un cigarrillo y con una copa de vino.

-    Hola Rober ¿qué tal estas? – me dijo apagando el cigarro y levantándose. La note algo nerviosa, me sorprendió porque cuando hablábamos era a mí al que le costaba hablar.

-    Bien, a ver si por una vez no tengo que esperar a tu hijo. – bromee mientras notaba algo raro en ella. Normalmente cuando nos veíamos se mostraba muy cariñosa y siempre me saludaba con dos besos. En cambio ahora se mantenía a cierta distancia y con la mirada algo inquieta.

-    Pues lo siento pero hoy tampoco será. Me ha llamado hace un rato porque se ha quedado tirado con el coche. Me ha dicho que te lo diga, que te haga compañía hasta que lo solucione pero que si quieres te puedes ir a casa y esperarle allí.  – Mientras me decía esto se volvió a sentar.

-    La verdad que con la que está cayendo no me apetece mucho salir a la calle otra vez. – dije sinceramente.

-    Es verdad que tonta he sido, mírate, estas empapado. Vete a la habitación de Mark y coge algo de su ropa que te puedas poner, ahora te llevo una toalla para que te seques. – dijo mientras se levantaba rápidamente y desaparecía por el pasillo mientras no me daba tiempo a responder nada más que una gracias. Ya solo en el salón fui hacia la habitación de Mark. Una vez allí me quite la sudadera empapada y la tire al suelo. Después hice lo mismo con las zapatillas y me puse a curiosear por la habitación mirando los libros, películas y demás cosas.  - Aquí tienes la toalla. – dijo Marina mientras me daba la toalla. – que desastres sois – dicho esto se agacho para recoger las zapatillas y la sudadera dejándome con la boca abierta. Ya que al agacharse me ofreció una panorámica perfecta de su culo y la imagen de un tanga asomando sobre su pantalón. Cuando se estaba levantando con la ropa se le escurrió una de mis zapatillas. Yo algo nervioso me acerque a ella para cogerla pero no llegue a tiempo y ella fue más rápida. Al volver a levantarse no pude evitar que ella rozara con su culo por mi paquete. Me puse rojísimo y cuando iba a pedirle perdón ella salió de la habitación rápidamente sin decir nada. No sabía si ella se habría dado cuenta aun así estaba muerto de vergüenza. Esa situación me había excitado, tanto que tuve que quitarme los vaqueros por el daño que me hacían. También me quite la húmeda camiseta, y me seque la cabeza con la toalla. Algo más seco y en slip empecé a buscar algo de ropa en el armario. En mi cabeza daba vueltas el restriegue y no conseguía bajar la erección. No paraba de mirar hacia la puerta temiendo que Marina entrara y me viera así. Cogí la primera camiseta que encontre y los únicos pantalones que vi y los tire sobre la cama. Cuando estaba a punto de vestirme me llego un mensaje al móvil asique me agache para buscarlo en el bolsillo de mis pantalones. Era Mark pidiéndome perdón por la tardanza. Leí el mensaje y deje el móvil sobre la mesita. Me gire y me sobresalte al ver a Marina en la puerta mirándome. Mirando más bien como mi pene hacia un montículo sobre la tela de mis slip.

-    Eh… Rober vengo a por el resto de ropa – me decía sin apartar la mirada. Yo rojísimo intente taparme con las manos y balbuceaba un lo siento mientras me sentaba en la cama para intentar disimular.

-    No pasa nada. Es normal que a vuestra edad todo funcione así de bien. – me dijo ya mirándome a la cara. – supongo que tendrás satisfechas a todas tus amigas con ese vigor. – no sé que me daba más vergüenza, si que estuviera hablando de mi pene o el hecho de que yo era virgen.  Algo debió de notar ella en mi cara por que se acerco y me puso el brazo en el hombro y se sentó junto a mí:

-    - ¿no tienes mucha experiencia con las chicas, no? No pasa nada, yo también era virgen hasta que conocí al padre de Mark. Tenía 20 años cuando lo hice por primera vez con él, eso sí, luego recupere el tiempo perdido. – me dijo con una sonrisa que consiguió tranquilizarme. - oye y Mark también es…. Ya sabes, ¿lo ha hecho? – me pregunto y yo no tenía claro que responder. Yo sabía que había tenido varias rollos y que había tenido bastantes relaciones sexuales pero no me parecía oportuno hablar de ello con su madre. Finalmente respondí: - creo que sí.  – conteste mientras ella seguía con su mano sobre mi hombro.

-    Muy bien. Tú no te preocupes, al sexo se le da más importancia cuando no se tiene. Cuando lo hagas ya verás que es algo maravilloso y natural. Solo necesitas un pequeño empujón, nunca mejor dicho. – dijo mientras se reía. Esa situación me estaba poniendo nerviosísimo, estar sentado semidesnudo y empalmado al lado de un mujer y encima estar hablando de sexo mientras notaba su piel sobre la mía... Creo que si hubiera estado mucho más tiempo así me hubiera desmallado del nerviosismo. Por suerte en ese momento sonó un móvil, era el suyo. Lo saco de un bolsillo y empezó hablar.

 – Hola cariño ¿cómo lo llevas? -  ... 

 - Que mala suerte ¿y sabes cuanto tardaran?  ...

- Sí, aquí esta – dijo mientras me miraba y sonreía- …

- Si, le estoy tratando bien… - mientras decía esto fue bajando su mano desde mi hombro por mi brazo. – no te preocupes. Pondremos una película y si tardas haremos algo de cenar - ... - Vale besos – Siguió moviendo la mano y al colgar ya la tenía sobre mi pecho aumentando mi nerviosísimo – era Mark, dice que tardara porque no hay ninguna grúa disponible. Ah, y que te cuide para que no te aburras... – dicho esto paso la mano por mis abdominales. – Eres todo musculo eh – decía mientras me acariciaba el abdomen. – he estado pensando que quizás pueda ayudarte con ese asuntillo. Eres un buen chico y quiero agradecerte cómo has acogido a mi hijo. – dicho esto metió su mano por debajo del calzoncillo rozando con sus fríos dedos mi caliente polla. Yo no sabía qué hacer, era probablemente el mejor momento de mi vida pero no me parecía…digamos ético. Mi cerebro luchaba contra otra parte de mi cuerpo y parece que gano el primero.

– Oye Marina, creo que esto no está bien… -

 - Ah, no – dijo rodeando toda la base de mi polla con su delicada mano. – ¿y porque no? ¿no te gusta? Tu relájate, solo estoy intentando ayudar a un amigo de la familia.

- Eh… - ante semejante argumento no supe que responder, supongo que un chico de mi edad y virgen no puede negarle nada a una mujer mientras le pajea.

- Tu relájate, además creo que tu amiguita a empezado ya la fiesta- dijo llevando la vista hasta mi calzoncillo, donde una enorme mancha de liquido pre seminal denotaba mi excitación. Con la otra mano paso un dedo sobre la mancha y se lo llevo a la boca. – mmm – gimió – ¿oye y que te parece si la liberamos? venga, levántate – lo hice rápidamente, demasiado me pareció, no quería parecer impaciente. Me levante de la cama quedando su cara a la altura de mi cintura. Me paso sus manos por mi espalda y las fue bajando y las dejo sobre mis glúteos. Tras unos segundos lo deslizo hacia abajo bajándome los calzoncillos. Algo cambio en su mirada cuando mi polla se libero y dio un respingo por fin libre. – Guaaau la tienes empalmadísima – dijo mientras me la rodeaba otra vez con su mano y empezaba un suave masajeo. Al principio estaba tensísimo por estar desnudo ante una mujer pero luego me fui relajando, la sensación era maravillosa. A continuación me pasó la otra mano por los huevos e hizo el gesto de tantear el peso. – por lo que veo están llenitos de leche – mientras decía esto empezaba a reír y yo quería que me tragara la tierra. Mientras seguía su masaje cada vez más intenso una gotita transparente salió desde la punto de mi pene– umm que rico – dijo Marina recogiéndola con la punta de su lengua y tragándosela. Dicho esto me miro a los ojos y se metió mi capullo en su boca como si la saboreara. Se la saco y me volvió a mirar – ¿te gusta? – me pregunto y antes de que consiguiera responder me paso la lengua por los huevos. Tras esto me cogió de ambas manos y me tiro sobre la cama. Tendido sobre la cama estaba más cómodo y ella siguió con su trabajito. Empezó a meterse toda mi polla en su boca haciendo una gran succión con sus labios, cosa que me volvía loco. Yo realmente estaba haciendo esfuerzos desde hacía rato por no correrme. Mientras seguía succionando empezó a masturbarme al mismo ritmo que la boca. Tras unos instantes de puro placer empezó a pasarme la mano por la zona entre el pene y el ano. Al principio me extrañó pero luego me entregue al placer y tanto me entregue que las señales de alarma saltaban desde mis huevos. – Marina… creo que… - no pude terminar cuando los chorros de leche empezaron a salir mientras mis huevos se convulsionaban. Viendo su cara a ella le pillo por sorpresa pero no aparto su boca de mi polla mientras soltaba chorros de semen. Siguió con un lento movimiento mientras me sacaba hasta la última gota. Ya más lentamente siguió con la mamada para dejármela limpia. Fue rebajando el ritmo hasta que definitivamente se paro totalmente. Mi pene fue perdiendo consistencia dentro de su boca.

Estaba en la gloria, acababa de mamármela la mujer mas sexy que conocía y mientras aun la tenía en su boca estaba como flotando en una nube. Solo quería expresar mi gratitud y como un bobo dije: - gracias por todo

-    ¿cómo que por todo? – balbuceo aun con mi pene en su boca. Se la saco dándola una última chupadita dijo. – Vale que yo te ayude pero ahora me tendrás que devolver el placer. Esto solo es el principio o es que te crees que me vas a dejar a mí a medias. Todos los hombres sois iguales – dicho esto se levando de la cama y me cogió la mano me la puso sobre su pantalón a la altura del coño. – ¿notas ese calor? Pues ese incendio es por tu culpa, y tú lo vas a apagar.  – me levanto y me beso en la boca. Note su lengua dentro de mí y note un sabor salado de lo que supuse seria mi semen. La verdad que no me importo para nada y le respondí al beso. Mientras jugueteábamos con nuestras lenguas me cogió las manos y me las coloco sobre su culo.  Yo no pude evitar dar un apretón al sentir la dureza de sus nalgas. Esto le debió gustar ya que gimió y me mordió un labio. A continuación empezó a besarme el cuello, dándome pequeños mordisquitos. Pasados unos instantes se separo de mí y simplemente me dijo: - desnúdame.

Yo no me lo podía creer, pero no me pensé mucho por temor a que se arrepintiera. La tenía delante de mí, la mire de arriba abajo y no sabía por dónde empezar. Si quitarle la camiseta gris que apretaba sus tetas o los vaqueros ajustados que le marcaban su trasero. Me decidí por los pantalones, quería  ver mejor ese precioso culo que había tocado a través del pantalón. Me abalance sobre el botón, tan nervioso estaba que no conseguía abrirlo. Ella me paro y me dijo: - tranquilo, sin prisa, disfruta del momento. - Controlando mi curiosidad ralentice mis movimientos.  Desabroche el botón y baje la cremallera. Me puse de rodillas a sus pies y acerque mi cara a su entrepierna. Respire hondo y note un intenso olor que me puso a mil. Con mi cara a un palmo de su coño baje lentamente el pantalón y ante mi aparecieron sus bragas blancas. Me fije mejor y pude ver como se dibujaban sus labios y cierta humedad en ellos. Yo para ese momento ya comenzaba a tener la polla otra vez en semierección. Le baje los pantalones hasta el suelo y con su ayuda se los saque por los pies. No podía soportarlo más asique fui subiendo mis manos por sus piernas hasta llegar a las caderas. En cada centímetro disfrutaba con la sensación de calidez de su delicada piel. Con un movimiento de mis manos la invite a darse la vuelta. Una vez lo hizo, comencé a ascender dándole besos y pequeños lametones. Pasadas las rodillas no pude evitar echar una mirada hacia arriba. Y la vista era magnifica, un culo tan perfecto que me atrajo y lleve mi boca directamente sobre él para morderlo. Tras unos segundos besando sus nalgas eleve las manos y le fui subiendo la camiseta. Tarea en la que me ayudo levantando sus brazos momento en el que aproveche para con mis manos sujetárselos arriba y comenzar a besarla en su cuello. Desde esta posición yo le apretaba mi más que erecto pene contra sus nalgas. Ella noto mi dureza y dijo:

- ¿Ya estas otra vez dispuesto? Bendita juventud. ¿Quieres verme las tetas? – me pregunto. Yo solo respondí con un gemido de afirmación. A lo cual ella me cogió las manos y me las llevo hasta sus tetas. A través del sujetador pude apreciar la dureza de sus pezones. – Mantén las manos ahí – me ordeno y se soltó el sujetador desde atrás. Este cayó al suelo y yo pude notar la suavidad y firmeza de sus tetas. – ¿te gustan? – me pregunto

 – Si claro- conteste yo, que podía decir cuando estaba tocando mi primer par de tetas.

– Pues chúpalas – Me ordeno y se giro hacia mí. No tarde ni un segundo en acatar su orden. Empecé a chuparlas y a pasar mi lengua sobre sus pezones. – Muérdelos – Me dijo. Y yo me metí uno en la boca y pose mis dientes sobre él. – Muerde he dicho. – con ciertas dudas apreté mas y ella empezó a gemir. Tras esto me dijo – Lo estás haciendo muy bien. Quieres darme tanto placer como yo te he dado a ti – yo respondí afirmativamente sin dudarlo. – pues ahora vas a hacer algo que si consigues hacerlo bien volverá loca a cualquier mujer. - Ella se tumbo en la cama y me dijo que yo también lo hiciera.  - Ahora quítame las bragas. - Cosa que hice metiéndome entre sus piernas. Deslizando las bragas por sus caderas apareció ante mí su monte de Venus depilado totalmente y aun más abajo me encontré con sus labios brillantes por su lubricación.  Yo no podía apartar la vista y me recree con semejante visión. - venga quítamelas ya y cómemelo. – me quede tan desconcertado que tuvo que insistirme:- venga, quítamelas y empieza delicadamente. – por fin reaccione tirando de ellas hacia abajo. Ya sin ninguna traba acerque mi cara hasta su coño y pude disfrutar nuevamente de intenso olor a sexo. Conseguí controlar mis instintos animales y no me abalance sobre su coño sino que comencé suavemente con besos como me había dicho. Comencé a besar alrededor de su vagina acercándome cada vez mas hasta que llegue a lo que luego descubrí que era su clítoris. En ese momento comenzó a gemir. – así, eso es, me lo comes muy bien. – Por su excitación deduje que le estaba gustando y empecé a pasar la lengua de arriba abajo  a lo largo de todo su coño y a hacer círculos sobre este botoncito. Se me ocurrió una cosa, y lo rodee con mis labios haciendo una pequeña succión a lo que ella reacciono con mas gemidos -  ohhhh siii – Sin aflojar la succión con mis labios sobre su clítoris empecé a pasar la lengua rápidamente sobre el. Esto ya fue demasiado para ella y comenzó a gritar. Tras una serie de jadeos y gemidos me paso la mano por la cabeza– Que corrida. Para ser tu primera vez no está nada mal. Has conseguido que me corra un par de veces. – Lleno de orgullo le di un último beso sobre su coño y me aparte. Me notaba la cara húmeda, tenía toda la boca empapada por sus líquidos. Parece que ella también lo noto y me atrajo hacia ella dándome un beso en la boca. Ahora era ella la que saboreaba su propio sabor. Tras esto empezó a darme lametones por toda la cara deleitándose con su sabor. Cuando ya considero que estaba lo suficientemente limpio estiro una mano y me agarro de la polla. En ese momento ella se encontraba semi acostada sobre la cama y yo estaba sobre ella entre sus piernas. En esa postura le resulto fácil dirigir mi polla hacia su coño. Yo comencé a ponerme nervioso, sabía lo que tocaba ahora y nunca lo había hecho y las dudas comenzaron a surgir. No estaba seguro de si sabría hacerlo bien. Además ella era una mujer madura con mucha más experiencia, temía no estar a la altura. Tenía que decirle que no era virgen – Oye Marina quiero que sepas una cosa – balbucee mientras la punta de mi polla rozaba sus labios. – Tranquilo, no pasa nada, solo disfruta – me contesto ella mientras empezaba a pasar mi capullo por sus labios de arriba abajo. – ya pero es que yo nunca he…. – antes de que pudiera acabar me cogió de las nalgas y me atrajo hacia ella de forma que la penetre. Ambos estábamos tan cachondos y lubricados que entro sin ningún problema. La sensación ahí dentro era inexplicable. Notaba una suavidad y una calidez extraordinarias, tan confortable era que todas mis dudas se disiparon.

-    ¿Te gusta? – me pregunto mientras me acariciaba las nalgas con su mano.

-    – sí, está muy caliente. – le respondí yo.

-    ¿Y te gusta mi calor? ¿te gusta estar dentro de mí? – me pregunto y yo respondí afirmativamente con la cabeza mientras me movía de adelante para atrás torpemente. Ella continuaba acariciándome las nalgas y en cierto momento, no sé si voluntariamente o no, me paso un dedo por mi ano y me produjo un gran placer. Ella debió de notar cómo me tensaba porque siguió repitiéndolo haciendo cada vez más presión sobre mi ano. Yo a cada pasada reaccionaba con un casi inaudible gemido. Tras unos segundos así y cuando yo estaba superexcitado paro. – bueno ya está bien, que no quiero que te corras antes de haberme dejado satisfecha con una buena follada. – esa frase me trajo de nuevo la inseguridad. “una buena follada”, como iba yo a hacerlo si era mi primera ver y no sabía ni lo que había que hacer. – venga empieza a moverte. – me ordeno. Yo me quede paralizado, no sabía que hacer. Claro que había visto películas y la teoría la tenia clara pero… - venga muévete – me repitió ahora más en tono de suplica. Sin pensármelo empecé un suave movimiento rítmico de mete y saca. Enseguida empecé a acelerar el ritmo a lo que ella respondió dándome una palmada en las nalgas.- eso es, fóllame. – Ya más tranquilo me deje llevar por mis instintos y comencé a disfrutar. Acelere el ritmo lo más que podía provocando grandes gemidos en ella. Cuando comenzaba a cansarme comencé una penetración lenta pero constante y profunda. La necesidad que sentía de querer clavársela lo más dentro posible me hizo agarrarla de su culo para hacer más fuerza. En cada penetración hacia un violento movimiento de caderas que nos acercaba a los dos al orgasmo. Sin variar la fuerza de las penetraciones aumente el ritmo y por unos segundos perdí el control, en mi mente solo gobernaba la necesidad de continuar con aquella salvaje copula. Sentía como no tenía ningún control sobre mi cuerpo y empezaba a perder la cabeza. Cuando por fin me llego el orgasmo comencé a descargar dentro de su coño llenándoselo de leche.  Cuando por fin me recupere del orgasmo me di cuenta de que había sido tanto el placer que sentía que me había olvidado de ella por completo. La mire a la cara algo asustado y me estaba mirando con una sonrisa en la cara. – lo has hecho muy bien campeón. – dijo acariciándome la cabeza y abrazándome tras lo cual me recosté sobre su pecho. Exhausto como estaba después de esa tremenda follada y de eyacular dos veces caí rendido. Aun con la polla dentro de su chorreante coño me dormí con uno de sus pezones en mi boca mientras me acariciaba el pelo.