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Una cómoda primera vez

en Hetero: Primera vez

Yo no era tonto. Puede que sacase malas notas pero no era tonto en general. Era uno de los mas espabilados de mi clase con diferencia. Además, a los quince años no me podía quejar en el instituto. Era de los mas altos, y de los mas guapo, también comenzaba a tener excito con las chicas por que hacía mucho deporte, mas concretamente futbol, el cual lo practicaba en el recreo, los fines de semana y por las tardes en el equipo junior en el que estaba. Con tanto deporte, los cambios físicos que había comenzado a sufrir hacía dos años se resaltaban en mi cuerpo. El cambio brusco me había perder equilibrio y control hasta que me hiciese a mi nuevo cuerpo que, por otra parte, me gustaba ya que comenzaba a tener mis pelillos en las axilas, piernas y encima de la polla, que coronaban mi mayor orgullo, mi polla, de la que podía presumir ante los de mi edad. Me miraba ante el espejo, poniéndome con la visión varonil de mi mismo, y acababa pajeándome.

Pese a todo esto era un negado para el sexo. Lo poco que conocía era de lo visto en las pornos, una fuente no muy fiable. En las ocasiones que con mis amigos nos reuníamos, yo asentía callado ante las confesiones de los que ya habían follado, o eso decían ellos, uniéndome al vergonzoso grupo de los que escuchábamos empalmados y con mucha envidia, esperando llegar a casa para masturbarnos.

 

Era principio de Junio cuando pasó y veía tranquilamente la televisión en el salón de casa, despatarrado en el sofá sin que nadie hubiese para llamarme la atención. Desde la puerta de entrada, un ruido de llaves advirtió de la llegada de alguien y de un salto me senté bien como mi madre insistía tanto. Unos pasos pasaron del recibidor al pasillo y de este al salón donde yo estaba. Era mi hermana que, sin decir mucho, me saludo con la mirada. Con ella venía una chica que debía ser amiga suya y que no me presentó. Yo en cambio ansiaba conocerla ya que era guapísima y estaba buenísima, haciendo desbordar mis hormonas. Se la veía mayor que mi hermana, de veinte y cuatro, con el pelo ondulado castaño, unos labios gruesos que fueron lo que mas captaron mi atención seguido de sus grandes tetas.

-Tete – Como me llamaban en casa – Julia y yo estamos esperando a unas amigas que van a venir, así que déjame el salón libre en un rato.

Quejándome de que me jodiesen la tarde, asentí resignado. Como parte buena estaba que mi hermana le había pedido a Julio que esperase en el salón mientras ella iba al cuarto de baño, dándome la oportunidad de mirarla de reojo. En unas de las veces mis ojos se fueron solo al ombligo que no era tapado por su pequeña camiseta. Ella me pilló mirándola y dando un respingón en el asiento, puse rígida la espalda, intentando concentrarme en el programa deportivo que daban en la tele para disimular. No obstante ella se rió por lo bajo. Julia me pregunto que veía y yo le respondí sin llegar a mirarla. Al dar un paso en mi dirección para mirar bien la tele, un tono de móvil se oyó en el pasillo, y mi hermana entro al salón agitada con el móvil en la oreja.

-Eran las otras – Dijo apagando el móvil y dirigiéndose a Julia – Se les ha estropeado el coche. Voy a recogerlas al quinto carajo ¿Te vienes?

-Como valla yo no vamos a caber después en el coche. Ve tu que yo me quedo con tu hermano – Escuche como le decía Julia y agradecí por dentro el rato extra para seguir viendo la televisión y a Julia si había oportunidad.

Cinco minutos después Julia y yo hacíamos como que veíamos la televisión asta que ella rompió el incomodo silencio. La mayoría de la conversación se desarrollaba en un curioso interés por mi y llego a preguntarme cosas como cuanto años tenias, que en que curso estaba, que como me iban los estudios, etc... a lo que yo respondía obedientemente.

-¿Y también te gusta el deporte? – Preguntó cambiando a un tono mas suave que yo no supe aprecias en ese momento. Ella lo preguntaba por lo el programa que estaba viendo y eso relajo algo de la tensión que me producía la presencia de aquella tía buena ya que era un tema que me apasionaba.

-Si. El fútbol sobre todo ¡Me encanta! – Le explicaba ilusionado.

-Claro, ahora ya entiendo por que tienes esos pedazos de gemelos – Dijo desviando su mirada a mis piernas, en donde se veían mis piernas, bien musculadas y bien visibles al solo llevar unas carsonas. Mas que orgullosos de mis gemelos, eleve las piernas para mostrarlas mejor –Toca si quieres – Le pedí en mi afán por demostrarle mejor la calidad de mis gemelos y ya de paso sentir la mano de Julia tocándome.

Con mas confianza de la que yo me esperaba, agarró mis gemelos, apretándolos con sus calidad manos. Nada mas con el contacto de sus dedos por mi piel una descarga eléctrica recorrió desde donde tocaba hasta mi estómago. No quería empalmarme allí mismo, con Julia pegada a mi lado, así que haciendo uso de del escaso autocontrol que poseía con solo quince años evitaba a toda costa mirar sus increíbles pechos, sus gruesos labios. Seguía alzando la pierna, dejándome tocar y contrayendo el músculo insistentemente para fardar. Julia no solo continuaba tocándome si no que inicio un lento movimiento ascendente. Mi primer instinto fue apartar mi pierna, hacer que parase, pero en su lugar me quede completamente quieto, dejándome llevar por el simple e intenso placer que me producía aquellos dedos deslizándose por el fino vello de mis piernas. Cuando iba por la rodilla mi polla dio su primera sacudida y para antes de que alcanzase el primer tramo del muslo, donde caían las carsonas, ya guardaba una erección que daba forma cónica a la tela gracias a la ausencia de ropa interior. Cortadísimo por la situación, clave la mirada en el suelo y durante unos instantes parecía que no se daba cuenta, o que se hacía la tonta, pero entonces dio un pequeño tirón del dobladillo de mis carsonas que acentuó mas el bulto de mi entrepierna.

-¡Huo! Como te has puesto en un momento, je je je… – Decía sorprendía, manteniendo un tono meloso. Ella siguió con su mano en mi muslo, esperando que la retirarse antes de que pasase mas vergüenza, aunque mi polla rezaba por que continuase y no parase. Ella leyó mis pensamientos – Tu tranquilo, que esto les pasa a todos los chicos, créeme – Sus palabras sonaban seguras y con cierto juego que me inquietaba.

Al retirar ella su mano, me levanté un poco y estire las carsonas hacia abajo ya que la presión de mi erección elevaba tanto mis carsonas que podía llegar a vérseme los huevos. Despacio, fui elevando la vista y miraba fugazmente la cara de Julia que sonreía con los labios muy cerrado, afinándolos carnosos. Que guapa era, por favor. Sacudió ella el respaldo del asiento y se giro para quedar de lado hacia mí.

-Tu… ¿Has estado alguna vez con una chica y has hecho… ya sabes… “algo” con ella? – Me preguntó queriendo saber lo que ella sabía que era un gran secreto mío.

-¿Yo? – Respondí con otra pregunta. Me veía incapaz de mentirle pero temía que aquello se tratase de algún juego-broma de mi hermana para sacarme información con la que usar contra mi, pero como a lo máximo que había llegado con una tía era a enrollarme con una de clase en la que lo mas sexual que hubo fue rozarme empalmado estando ambos vestidos, que dijese la verdad no me comprometería mucho –No… no, nunca.

- Vale. Si me prometes no contárselo a nadie… - Le tembló la voz – te dejo que me toques el pecho – Casi me da un ataque al oírla.

Como si aquello fuese la decisión de mi vida, asentí tan fuerte que me castigué el cuello. Al ver que no me atrevía ha empezar, cogió mi mano y la fue acercando asta una de sus tetas donde la hizo posar sobre el top suyo. Mis dedos apretaban por encima de su piel e intentando percibir su firmeza. Aun sujetándome el dorso de mi mano, fue llevándola a su escote donde mis dedos ya pudieron deleitarse mejor con el tacto de su piel.

-¿Te gusta? Pues ahora te va a gustar mas – Y obligando a mi mano a abandonar la piel de su seno la deslizo por debajo de su camiseta y su sujetador.

Al momento mi mano se adaptó a la forma de su teta, como si hubiese recordado de la nada como se tenían que tocar los pechos de una mujer. Me ardía su piel, suave, bajo mi mano que no paraba de mover los dedos como un loco. Enseguida su pezón se endureció bajo la palma de mi mano como si intentase atravesármela. No supe en que momento me había soltado la mano y la había colocado en mi nuca pero me atrajo asta si, estampando sus labios contra los míos. Intente besarla como nunca había besado, pero mis pocos conocimientos quedaron eclipsados ante aquellos labios que no dejaban de morder con pasión mi labio inferior para luego forzar mi boca e introducirme su lengua, jugueteando con la mía. Sentía el interior de mi boca tan hipersensible, por los diferentes y nuevos estímulos que estaba recibiendo de Julia, que casi dejé de prestar atención a lo que hacia mi mano en su pecho. Cuando dejó de devorarme la boca tarde en abrir los ojos aun percibiendo su lengua agitando la mía. Por primera vez la mire atentamente a la cara, sonreía muy satisfecha y yo le devolví la sonrisa aunque de una forma estúpida.

Bajo mis carsonas, mi polla embestía contra la tela y con cada roce del capullo una oleada de placer se me expandía por todo el cuerpo. Estaba tan dura que notaba como me pesaba y oprimía las carsonas. Sin perder mas tiempo, retome los movimientos de mi mano y al sentirlo Julia se quitó el top y el sujetador, dejando sus pechos a la vista, tambaleándose firmes e invitando a mi otra mano a que se uniera. Las estrujé sintiéndolas enormes ya no solo a la vista si no que también al tacto, calientes y suaves, pero que muy suaves. Quise controlarme para no ser muy bestia y así lo hice.

 

-¿Te atreves a chupármelas? – Pregunto con cierto desafió.

Abalanzándome sobre sus tetas, perdí mi cabeza entre ellas, dándoles besos por todos sitios. Habiendo visto tantas pornos no tarde en fijar mi atención en sus pezones que rodeé con mis labios a la vez que le daba pequeños lametones. Estaba tan concentrado con mi tarea que cuando levante la cabeza me sorprendió ver a Julia con los ojos cerrados y cara de placer. Al verme volvió a sonreír.

Guiñándome un ojo se puso de pie frente a mi, casi rozando nuestros pies, entonces se desabrochó los pantalones ceñidos que traía y dejándolos caer los aparto a un lado. Llevaba una braguitas moradas sexy que al separar un poco sus piernas dejaron a la vista la humedad entre sus labios. Estaba taquicardico contemplando a aquel ángel desnudo al que no podía dejar de mirarle sus largas piernas, la curvatura de sus caderas, su vientre liso y esos pechos que me ponían a mil, pechos que al inclinarse Julia sobre mi, quedaron colgando ante mi. Sus uñas se clavaron en la cintura de mis carsonas por donde introdujo sus dedos y quitármelos así. Apoyándome un momento, manteniendo la espalda en el respaldo, levante el culo lo suficiente como para que ella pudiese apartarme las carsonas. Mi polla se engancho con tanta fuerza que la tuve que agarrar para que no forzase el elástico. Pocas veces la había tenido tan gorda y duda, claro que pocas veces estaba tan caliente. Viril con mi polla al alce, vi mi orgullo un tanto hundido al ver que Julia no reaccionó de ninguna forma especial al verla. ¿Y que esperaba? Ella habría visto pollas adultas, mas grande que las mías. Demasiado que iba a hacerlo con aquel bombón, que iba a perder mi virginidad ¡Mis amigos lo iban a flipar cuando se los contase! Ni me estaba dando cuenta yo mismo que me estaba pajeando como un mono con aquellos pensamientos infantiles. En un destello morado sus braguitas salieron despedida junto con el resto de su ropa tan rápido como los movimientos de mi mano cascándomela al verle su coñito casi depilado.

-¡Eh! ¡Eh! Deja de pajearte, chaval, que ahora viene lo bueno – Dijo mientras me hacia parar la paja y apartar la mano.

Colocando sus piernas a los lados del sillón, se arrodillo sobre mi. Agarrando mi polla, se fue dejando caer sobre ella, despacio hasta que la punta se perdió entre sus labios y quedase a la entrada de su vagina. Quedándose unos segundos quietos, al borde de su coñito, prosiguió. Entro rápidamente pero lo sentí como a cámara lenta, mi polla abriéndose paso en su interior, abriéndose paso, sintiendo las rugosidades que me apretaban resbaladizas y descapullandome poco a poco. Dando un gemido dije adiós a mi virginidad. Siguiendo la táctica de hasta entonces, me dejé llevar por Julia que se sujetó al sofá y otras veces a mis hombros. Su culo se elevó, empezando a moverse arriba y abajo, chocando contra mis muslos. Ella cerraba los ojos, concentrándose en el galope y yo no apartaba la mirada se sus tetas que botaban magníficamente frente a mi. Pese a que lo intente con todas mis fuerzas, a los tres minutos ya estaba apretando la mandíbula y vaciando mis testículos en su interior. Al notar Julia como me convulsionaba en mi orgasmo, fue reduciendo la marcha hasta parar.

-¿Cómo vas? ¿Te has corrido bien?

-Si… - Le respondí con dificultad por que el corazón se me iba a salir por la boca.

Tomando una gran bocanada de aire para intentar tranquilizar mi respiración. Sintiendo un poco de dolor, Julia se puso de nuevo a la carga aunque despacio a lo primero. La seguía teniendo sensible, pero callé el dolor. Al rato el dolor desapareció y fue apareciendo el placer otra vez. Para entonces ya la tenia sacudiéndose sobre mis piernas como antes, hipnotizándome con el baile de sus tetas. Había perdido la noción del tiempo, pero tenia claro que como mínimo llevábamos mas de diez e incluso quince minutos, todo un record tras el patético minuto y medio que tarde en correrme antes. El grado de humedad en su coño eran tanto que, en los momentos en que mi polla se llegaba a salir, ella conseguía introducírsela sin tener que cogerla y colocarla. Simplemente se dejaba caer encima. Estaba tan mojada que sus fluidos, y puede que parte de los míos, caían por sus muslos sobre los míos, calándome los testículos también. Tras otro buen rato, Julia apenas se había cansado. Su ritmo era casi igual de acelerado. Estaba apunto de correrme otra vez y quería decirle a Julia que fuese mas lento para durar mas pero mi petición quedo de lado al notar en mi polla unos repentinos espasmos en su vagina. Se corría y entre gemidos los jugos de su vagina aumentaron tanto que no sabia si aquello era normal o no.

Cayéndose desplomada, llena de éxtasis, sobre mí, los espasmos de su coño continuaban ahí, estimulando incluso parado a mi polla, tan sensible que bastó para hacerme correr otra vez más. Con un beso en la mejilla, Julia se aparto y con cuidado fue apartándose de mi. En cuando mi polla medio empalmada abandono su coño, ella se llevó la mano a su coño para evitar que saliese algo. Recogiendo en un ovillo su ropa, se fue dando saltitos hacia el cuarto baño. También yo necesitaba asearme al tener la polla, y el resto de la entrepierna, completamente mojado. Me subí las carsonas y salí al pasillo en donde Julia salía ya del baño, vestida y atusándose el pelo..

-Anda límpiate – Me dijo al cruzarnos – Y recuerda que esto queda entre tu y yo ¿Vale?

Limpito, fui directo a mi dormitorio en vez de al salón con ella. Sin la calentura no me sentía tan valiente de mirarla a la cara tras lo ocurrido. Además, mi hermana y el resto de sus amigas llegaron al poco, llenando la casa de chillidos, pero me encontraba en tal estado de relax que ni me importó. FIN.