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Tomando ejemplo

en Hetero: Primera vez

Aparte de curiosa, fue muy prematura la forma en la que tuve mi primera indagaciones sexuales, mi primera eyaculación, mi primera penetración y mi primer todo en cuado a primera vez.

Yo no era de muchos amigos y el único que tenía entonces era una chica de trece que se llamaba Pilar, con la que compartía gusto y edad y con la que me llevaba tan bien que siempre pasábamos el día juntos. Era casi ceremonial. Nuestras casas estaban enfrente de la otra separadas por una calle estrecha. Si alguno tenía tiempo libre, salía a la calle, llamaba al otro y luego nos íbamos junto al parque que no quedaba muy lejos de donde vivíamos.

Viniéndome ella a buscar una tarde como muchas otras veces la encontré especialmente perturbada con algo que por otro lado le debía de hacer gracia viendo su expresión. Como no me dijo nada yo tampoco le pregunte, esperando a que si era interesante eso que guardaba entonces ella acabaría por contármelo pues la conocía bien.

Últimamente los días estaban lluviosos y había estado un buen rato chispeando de forma incesante por lo que le pedía de ir a su casa por que la mía era una obsesiva del orden y la limpieza y nosotros dos éramos como un caos que solo ella parecía ver.

-No podemos ir a mi casa… si te espera un ratito, luego si podemos ir.

Me pareció bien aunque no entendí por que no podíamos ir ya si nunca había problemas en esas veces que iba su casa. Le di poca importancia y yendo calle abajo nos fuimos a sentar en el portal de un bar cerrado cuyo toldo nos refugiaba de la lluvia y el viento. Sin poderse aguantar mas y queriendo disculparse por no poder ir a su casa me confeso como un altísimo secreto que la razón era que sus papas estaban follando, así tal cual lo soltó. Para mi lo máximo que había llegado en tema de sexo era a sufrir erecciones habituales y a darme apretones en el miembro por la curiosidad y el gustirrinin que daba. Solo eso. En seguida quise saber mas y Pilar sin duda se moría también por hablar del asunto por que no hubo falta decirle que continuase explicando.

Con el tono nervioso de la emoción que nos daba hablar de lo que hablábamos, Pilar se puso a contar lo de sus padres, que aprovechaban las horas en las que se bajaba a jugar con migo para hacerlos tranquilamente. Lo que sus padres no sabía era que su hija había veces que o bien no se había ido todavía o había vuelto antes de tiempo y curiosa los había mirado a escondidas varias veces. Quise saber como lo hacían, como era, y ella lo intentaba explicar sin mucho éxito.

Viéndosela tramar algo me preguntó emocionada si quería verlo a lo que pensarlo acepté sin dudarlo. Acordamos entonces ir a su casa al día siguiente que estuvo aun mas lluvioso que el anterior.

Pilar tocó a la puerta y al abrirla allí estaba ella con una mezcla de diversión y culpabilidad que yo también compartía. Cruzando de una carrerilla al otro lado nos pegamos a la puerta de su casa para resguardarnos de la lluvia y sacándose la llave del bolsillo se puso un dedo en los labios para decirme que no hiciese ningún tipo de ruido. Cuidadosamente, hizo girar el cerrojo para que no se oyera y pasamos al interior. Dejando el abrigo en la entrada nos adentramos por el salón y luego escaleras arribas siempre con Pilar unos pasos por delante para tantear el terreno.

Al pisar el piso superior una serie de ruidos susurrantes, gemidos, se iban escuchando cada vez mas claramente en mi cabeza y el corazón se me puso como loco. Estaba eufórico de la emoción aunque también asustado por lo que podía pasarnos si nos pillaban. Mi amiga no me dejó ni pensármelo y me cogió de la mano cuando vio que paraba. Tirando de mi, fuimos por el pasillo hasta el final donde se encontraba la puerta que daba al dormitorio de sus padres y desde donde procedía el ruido. Los dos, agachados muy juntos, nos pusimos frente a la puerta y Pilar abrió un poco mas la puerta, suficiente para que pudiésemos mirar los dos.

Al igual que en el resto de la casa, el interior del dormitorio estaba apenas iluminado por la poca luz de un día de tormenta entrase por la ventana medio subida. Me costó poder ver algo en un primer vistazo hasta que empecé a identificar partes de dos cuerpos desnudos y contra mas iba siendo consciente de la imagen que estaba contemplando mas abrumado me sentía sin saber que en verdad lo que estaba experimentando era excitación.

La madre de Pilar yacía arrodillada sobre su padre, con las manos sostenidas en el pecho de el. Estaban de espalda y un poco de lado a nosotros, aun así, ver a la simpática madre de tu mejor amiga desnuda era como verla de nuevo por primera vez y allí estaba, con algunos kilitos más de lo que yo pensaba pero que no fueron problema alguno para mis hormonas a la hora de sentir como me ardía el cuerpo contemplándola, sobre todo parte del lateral de su pecho izquierdo. Me volvía loco. Al padre de Pilar lo perdía de hombros para arriba por un mueble que había en medio pero me impresiono igualmente por la cantidad de vello y músculos que tenía, nada que ver con mi padre y su barrigona. El sentimiento no era el mismo que al ver a la madre de Pilar aunque el fuerte referente masculino que recibí intensifico la excitación de ver como lo hacían.

Para entonces, tanto mis calzoncillos como mis pantalones recibían la fuerte embestida de mi miembro. Al sentir a Pilar apoyándose en mi hombro recibí un susto interior puesto que me había olvidado de ella y todo. Ambos nos miramos radiantes de felicidad por nuestro descubrimiento y regresamos la mirada a la escena con ansía.

Lo hacían muy despacio, o tal vez en mi mente los veía de ese modo. El hombre tomaba con sus enormes manos a su mujer por la cintura y en otras ocasiones por los pechos, como si fuese una muñeca encima de ella. Prácticamente todo el movimiento lo ejercía la mujer, que clavaba sus uñas en el elevado pecho de su marido al ritmo de un movimiento extrañísimo para mí, adelantando y bajando el culo. Esperaba ver algo que no sabía exactamente que era. De repente, la madre de Pilar recibió una embestida que la hizo echarse más hacia delante y dejar de moverse. El padre de Pilar, tomando ahora las riendas, la agarró por las caderas y se empezó a mover desde la misma posición. Entonces lo pude ver, la polla del hombre perdiéndose una tras otra entre las piernas carnosas de la mujer, llenando a nuestros oídos un nuevo repertorio de gemidos que iban acompañados por el golpeteo de los testículos contra el culo de ella.

Excitado hasta un nivel nuevo para mí pude notar como bajo mis pantalones mi pequeña polla se sacudía nerviosa, llenándome en deseo de que la rozase ya fuese la propia ropa interior, mis muslos o mi mano, pero lo necesitaba cuando antes y todo lo que pudiese. Era una locura tocarse por encima del pantalón esperando que Pilar no se diese cuenta, pero no era dueño de mi mismo. Al cuarto apretón en el bulto de mis pantalones ella se dio cuenta e intentó mirarlo a lo que yo respondí girándome un poco para taparme. Rápida ella, alargó un brazo y palpó a mano abierta mi tímido amigo que me aviso en forma de descarga eléctrica lo mucho que le gustaba ser tocado por otra persona que no fuese yo.

Intentando sacudirme de encima la mano curiosa de mi Pilar con un falso pudor, continuaba atento al origen sexual que tanto me fascinaba. Mi amiga también seguía sin quitar el ojo aunque continuaba incesante con sus toqueteos que resultaban un juego peligrosos por la situación en la que estábamos. Viéndome incapaz de poder forcejear mucho sin hacer ruido y cediendo también al placer añadido que la mano de Pilar daba a las circunstancias, fui dejando de resistirme a mi osada amiga que ni corta ni perezosa hizo bajar, de un tirón del que casi me tira, la cremallera del pantalón. Medio agachados y encorvados como estábamos, no le fue tarea difícil apartar el calzoncillo y hacer que saliera mi pene por la bragueta lo poco que podía por su escaso tamaño aun. Esto no quitaba el hecho de que asomase de entre mi pantalón tiesa como nunca y en completo horizontal.

Entre apretones cuidadosos y deslizamiento de la piel que cubría sobradamente mi glande, los dedos tibios de Pilar me masturbaban inconscientemente. Los padres de mi amiga volvieron a la calma tras esos dos o tres minutos de sexo agresivo para ponerse ahora el encima de ella sin dejar de besarse. Este cambio repentino nos asustó un poco y pasando por detrás, Pilar se fue alejando de puntillas a la vez que me hacía un gesto para que la siguiera. A regañadientes la seguí siendo lo ultimo que ví al hombre tomando su polla como si blandiese una espada que ensartaba en ella.

Alcanzando de nuevo las escaleras pensé que bajaríamos pero Pilar continuó hasta la puerta del otro extremo en donde se hallaba su dormitorio. Entramos a escondidas y manteniendo el mismo sigilo fue cerrando hasta su totalidad la puerta. No encendió las luces pese a la poca luz que seguía ofreciendo el día. Aun aturdido y sintiéndome arder por dentro le susurré a Pilar que nos fuésemos por que nos iban a pillar a lo que ella respondió con aire despreocupado y diciendo que no pasaba nada por que luego ellos se dormían un poco. Su respuesta no me tranquilizo del todo y mas cuando en el silencio del secretismo que guardábamos podíamos seguir escuchando la cama y los jadeos de sus padres a lo lejos. Lejos de dejar que me preocupase, Pilar reveló lo que pretendía y sentándose en el suelo no apartó ojo de mi pito el cual seguía asomado por el pantalón tan duro como antes. Acordándome de ese detalle que tonto de mi se me había pasado casi del todo, me la metí dentro de los calzoncillos para chasco de mi amiga.

Poco aguanté sin rozarme por encima de la ropa. Era nuevo para mí ese efecto placentero en mi pene cuando estaba duro y me tenía completamente descontrolado. Poniéndose de nuevo en pié se pego mucho a mi y su mano frotaron el abultado pantalón. Tuvo que ser curiosa la cara que puse de total sometimiento por que ella sonrió de oreja a oreja, diciéndome con ello que se le había ocurrido algo. Sin embargo, esta vez no quiso explicar nada y simplemente actuó a la espera de que la entendiese como si le diese vergüenza hacer y pedir lo de a continuación. Quedé rígido en el mismo sitio viendo como mi amiga se giraba, daba un paso hasta la cama, se bajaba sus braguitas, se remangaba la falda y se dejaba caer en su cama de cintura para abajo, ofreciéndome una total visión de su virginal coñito que solo estaba adornados por escasa vellosidad. Lo ví tan tierno y rosado, tan nuevo para mi, que mi cuerpo rugió de excitación, pidiéndome que me acercase si quería sentir un placer aun mas superior como el de los padres de Pilar que escuche gemir en eco dentro de mi cabeza.

Acercándome con pasos decididos al culito de mi amiga, pegué mi medio pene a su coñito y lo introduje entre sus labios sin éxito. El desvío hacia arriba de mi polla por su coñito me hizo flaquear las rodillas. Estaba cada vez mas decidido y deseoso de meter mi falo en donde se debiese meter. Agarrándomela la intente guiar a lo largo de su rajita sin que Pilar se moviese o quejase lo mas mínimo y al sexto tanteo la punta de mi pene se coló al fin en su vagina. La pobre de Pilar dio un leve quejido al metérsela de un golpe pero es que me encontraba desconocidamente eufórico con todo eso que pasaba. Por suerte, mi pene debía estar menos desarrollado que la vagina de Pilar al sentir lo fácil que había resultado y lo fácil que siguió resultando después cuando fui moviéndome.

Me hubiese gustado poderle ver la cara a Pilar y no su espalda y culo, tal vez para intentar besarla como se me ocurrió hacer, pero bueno… fijando la vista en un póster que colgaba en la pared me puse a mover un poco sin sentido mi cadera, buscando la forma en la que se debía hacer. Lo conseguí aunque sin dejar la torpeza. Era increíble lo que aquella pequeña rajita calentita y tan humedad ocasionaba en mi polla que ni me había dado cuenta que mi amiga respiraba muy fuerte boca abajo y que ahora mis movimientos iban mas rápido por el exceso de lubricación. Por primera vez me sentí viril y quise demostrármelo a mi mismo dándole fuerte a mi amiga para intentar conseguir que mis huevos chocasen sonoramente contra ella resultando en balde por que además el intento quedo al poco en susto cuando oímos de inesperado un ruido en la puerta de la habitación de al lado, el baño.

Cogida a Pilar por las caderas y medio metida, ambos quedamos muy quietos y en silencio, acojonados. Seguramente los padres de mi amiga ya habrían terminado de hacerlo y uno de ellos habría ido al servicio a limpiarse, claro que esto no supe verlo así. El ruido de la cisterna al ser descargada se escucho acompañada luego por la puerta que volvía abrirse y la persona alejarse otra vez al dormitorio. Todavía miraba helado a la puerta intentando escuchar algún ruido de peligro cuando Pilar sacudió la cintura para reclamar mi atención y pedirme en un tierno susurro que continuase. Hasta me lo pidió por favor.

El miedo fue desapareciendo al minuto de estar otra vez metiendo y sacando. No intente lo de moverme rápido aunque si aceleré bastante, guiándome por lo que me pedía mi cuerpo, mi ser. Notando que el placer iba siendo mas y mas, no quise prestar atención a lo que pensaba eran ganas de orinar. Demasiado tarde para parar, la sensación de mear se intensifico de forma repentina y fuerte, escapándoseme algo que no sentía igual que cuando hacia pis. Las rodillas dieron temblorosas contra la cama al poco de perder el equilibrio a la vez que explotaba de deleite.

Desconozco si llegué a correrme ya de forma normal o semi normal ya que al sacarla mi pene estaba mojado por los efluvios de Pilar y de la puntita me salía líquido blanquecino que podía ser también preseminal. Por suerte mi amiga aun no tenía la menstruación pese a que ambos desconociésemos el resultado de ese dato y hasta que eso ocurriese disfrutamos de otras sesiones de sexo en la que siempre descubríamos algo nuevo ya fuese por nuestra cuenta o cuando íbamos a espiar a sus padres. FIN.