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Sorpresas

en Zoofilia

Era verano, y Lucas nos llamo para pasar el día y darnos una sorpresa y valla si nos la dio.

Cuando llegamos al cortijo, nada más entrar se podía respirar sexo en el ambiente, era como si el lugar estuviera impregnado. Por la cabeza no paraban de pasar fotogramas de las fiestas que allí nos pegamos.

El cortijo estaba a las afueras del pueblo en la parte alta. Alrededor había  otros cortijos pero muy separados, y quedaban por debajo del de Lucas, así que era imposible que te viera nadie y menos aun que molestasen ruidos a los vecinos. Por este motivo podías  andar como en casa y en verano desde que entrabamos por la puerta no existía ropa para nadie, la única prenda de vestir era el calzado.

La  piscina quedaba a un lado  con sus tumbonas, las cuales han presenciado más de un polvo, que digo polvo,¡ orgias ¡  buenos recuerdos que no paraban de pasar por la cabeza. Al fondo pude ver que había algo nuevo, como una cabaña,  también muy rustica, o más bien del estilo del oeste, por la forma y que delante había como un abrevadero  donde se atan los caballos y  beben agua.

Al preguntarle a Lucas por la cabaña este sonrió y dijo:

               Ya me habéis pillado esa es la sorpresa, pero pasar y os ponéis cómodos, luego la vemos.

Al entrar al salón Bea se fue al baño. Lucas se deshizo de los pantalones que se había puesto para recibirnos.

 Mientras,  me quedaba en bolas también, Lucas se percato de mi leve erección que tenía y se echo a reír.

                                        Vienes con ganas de guerra!!!!!!

Mientras le decía que me ponía cachondo el cortijo, Bea apareció sin ropa luciendo su cuerpazo. Su melena intentaba tapar sus tetas sin conseguir su objetivo, ya que esas tetas no eran  fácil de tapar por el tamaño que tenían, y más para bajo, su monte de Venus, arregladito como siempre, depilado, con un poquito de vello, dejando ver su  clítoris que  aun lo hacía resaltar más.

Nos sentamos a tomarnos una cerveza y empezamos a preguntarle por la sorpresa , pero Lucas no soltaba prenda, solo se reía y decía:

                                           No penséis mal!!!!!!

Pues nada, tan mal pensábamos, sobre todo yo,  que la cosa se empezó a calentar, ya que la conversación cogió el rumbo del sexo, y los tres nos pusimos  calientes. Bea  rompió el calentón y dijo que haría la comida. Al pasar delante de mí la cogí por la cintura obligándola a sentarse encima de mí. Mi polla paso rozando todo su coño, estando a punto de entrar en esa raja húmeda, y digo húmeda porque estaba mojadisima. Al abrir las piernas Lucas pudo ver como de caliente estaba mi mujer. Yo comencé a tocarle sus enormes tetas, y vi que Lucas se acerco al coño. Aparto mi polla a un lado, ya que ésta tapaba la entrada a esa húmeda cueva y no tardo en limpiarle toda la entrada lamiéndole  el coño. Bea se relajaba encima mía sintiendo la lengua de Lucas. Mi polla daba pequeños impulsos en la mano de Lucas. De repente, sentí  como me metía mi polla dentro del coño y me magreaba los huevos, mientras seguía lamiéndole el clítoris a Bea, hasta que exploto en un orgasmo. Mi mujer se levanto dejando mi polla aun mas mojada. Lucas se sentó en mis piernas hasta juntar las dos pollas y comenzó a pajearlas las dos juntas hasta que broto semen de las dos como si fueran una fuente.

Después  del  almuerzo, nos toco a nosotros fregar los platos. Cuando terminamos nos dimos cuenta que Bea no estaba. Salimos a buscarla, pero ni rastro. Entonces Lucas  dijo que ya sabía dónde estaba, y valla si acertó.

Nos dirigimos a la nueva cabaña. Al llegar nos asomamos por una ventana y los dos nos quedamos de piedra.

Bea estaba ¡meneándole la polla a un caballo!

Lucas me cogió del brazo y me hizo un gesto para que me callara, y nos pusimos a espiarla.

La cabaña resulto ser un establo, a un lado tenía  un rincón, donde estaba la silla de montar y todos los arreos. En otro lado había un banco para sentarse y en medio estaba INDIO, todo muy tipo Oeste.

¨ Indio¨ como así se llamaba el caballo, era marrón tenía la crin y la  cola negra. Lucia un brillo en todo su pelo que parecía de peluche, y una polla……………..enorme. Era negra con una mancha blanca en medio, el glande enorme y unos huevos negros al final culminando esa grandeza.

Y allí estaba Bea, magreando sus huevos con las dos manos, provocándole al caballo que su polla cada vez creciera más y más. Nunca había visto una polla tan grande y tan cerca. Las manos de mi mujer recorrían cada centímetro de polla, hasta llegar al glande. La tenía con las dos manos por que no podía cogerla con una sola de lo gruesa que era, y sus manos subían y bajaban dando tope en el glande, ya que si la polla era gruesa el glande ……………………..no se definirlo. Sobresalía de la polla y en la punta se podía ver un orificio.

Nosotros espiando no dábamos crédito a lo que veíamos. Mi polla empezaba a despertar y notaba que iba creciendo. Lucas cogió mi mano y la puso en su polla la cual estaba durísima, nos miramos, me cogió mi polla y volvimos a mirar a mi mujer,  mientras nos meneábamos la polla mutuamente.

Estaba excitadísima, de pie tocándose sus pezones duros,  juntaba las piernas intentando frotarse su coño, mientras la polla del caballo colgaba. La cosa se empezaba a calentar más.

Se arrodillo, volvió a coger ese pollon y lo acerco  restregándosela por todas las tetas. Sus manos seguían recorriendo la polla, de repente Bea saca la lengua y se la pasa por el glande, como si de un helado se tratase. Empezó a darle lametazos cada vez más seguidos, y paso a mamar la polla. Lucas me paro la mano, pues esa imagen lo puso a punto de correrse y no era para menos. No se como lo hizo, pero consiguió meterse en la boca el enorme glande. Comenzó  a chupar la polla como ella sabe meneándole la polla sin sacarla de la boca. Estaba llena de lujuria, se le veía en la cara, mientras mamaba polla se restregaba el coño con una mano. Su lengua recorría todo el capullo y de nuevo entraba en su boca. De repente se levanto y se la restregó por el coño, quería metérsela dentro. La escuchábamos gemir, se puso de culo y se la restregaba en su raja, pero no conseguía metérsela. Volvió a mamarla, ahora sus manos resbalaban mejor porque la  había llenado de su flujo. Nosotros seguíamos pajeandonos, a punto de corrernos, cuando presenciamos la mayor corrida que hasta hoy habíamos visto. Indio empezó a derramar un rio de semen bañando a mi mujer. Estaba de rodillas meneando y lamiendo ese manjar , y como si descorcharas una botella de champan, empezó a brotar  semen llenándole la boca sin darle tiempo a tragar tal cantidad. Era blanca y comenzaba a caerle en las tetas llenándolas por completo. Gemía  de sentir esa nieve caliente, mientras seguía chupando y meneando la polla.

Nos corrimos por supuesto de ver ese baño.

Bea se levanto. Se sentó en el banco que había al lado. Se tocaba su cuerpo, desde la garganta, pasando por las tetas y llegando al coño.

Entonces nosotros entramos, pero nadie decía nada. Seguía meneándose el coño. Estaba llena de semen con las piernas abiertas a punto de correrse. Nos sentamos a cada lado hasta que tuvo un orgasmo brutal.

Menudo regalo para todos. Allí quedo¨ Indio¨ con la polla colgando,  goteándole semen todavía. Nos fuimos para la casa para que se diera Bea un baño. Nosotros comentábamos lo ocurrido y con ganas de probar esa grandeza, cuando  nos volvimos a sorprender cuando aparece mi mujer y nos dice que necesita que la follemos.

Comenzó a hablarnos de su experiencia mientras nos meneaba las pollas. Le dolía la boca de meterse semejante polla, necesitaba sentir una polla dentro. El coño lo tenía ardiendo, y mojadisimo.  Nos tumbo bocarriba,  haciendo la tijera, juntando las dos pollas. Se coloco encima de rodillas, paso los dos capullos juntos por su coño abierto y lentamente se comenzó a meter las dos pollas a la vez. Cuánto placer ¡

No paraba de subir y bajar, se imaginaba la polla del caballo follandola, hasta que estalló en otro orgasmo igual que el anterior y nosotros llenándole su coño de leche.

Así pasamos un domingo lleno de sorpresas…………………….para todos