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Mi primera vez a mis 15 años

en Hetero: Primera vez

Hola, mi nombre es Luciana, soy de Argentina, Buenos Aires. A pesar de ser joven, puesto que tengo 22 años, creo que he acumulado bastante experiencia sexual, y creo que más de la normal, así que me interesa compartirla :) he leído relatos muy excitantes en esta página y no veo el motivo para no devolver el favor, espero que así resulte, ¡excitante! Y desde luego, empezaré con mi primera vez.

Una aclaración que me gustaría hacer es que los diálogos obviamente no fueron exactamente como los ilustro al 100%, es como los recuerdo, me sería imposible recordar textualmente como fue cada palabra, pero todo lo que escribo pasó.

Fue a mis 15 años, no cuando los cumplí, sino bastante después, en una época que hacía bastante calor puesto que comenzaba el año (acá en Argentina hace calor en esa época), era marzo. Creo que viví una niñez y pubertad "normales", recién comencé a destaparme después de todo esto. Vivo y vivía en ese entonces con mi mamá en un edificio, y el departamento en el cual estoy comparte el piso con otro más. Mis amigas siempre me dijeron que soy muy linda, no sé si considerarme yo misma así, pero he de decir que tengo mucha atención masculina. Soy de pelo castaño casi tirando a cobrizo, me decían "colo" justamente por eso, pero la verdad es que no soy pelirroja sino castaña; mido 1,65m. y debo decir (y acá sí, modestia aparte) un muy lindo culo, bien formado, y con las dimensiones perfectas. Mis tetas en cambio son normales, aunque me gustan mucho, no son exuberantes pero están bien levantaditas y tengo pezones rosados que me encantan. Mi cuerpo es bastante estilizado, actualmente intento mantenerlo haciendo gimnasio muy frecuentemente.

En ese entonces yo no era muy promiscua que digamos, me gustaban los chicos, ¡obvio! Pero solo me daba besos y con un par... aunque he de admitir que cuando bajaban las manos para tocarme el culo los dejaba. Yo no había tenido novios hasta el momento pero quería, y nunca se me daba, los chicos esos al ver que no quería más que tranzar, no querían bancarme si no los iba a dejar darme.

Mi mamá no tenía problema en que llevara un chico a casa, de esos dos únicamente llevé a uno, un par de veces. Supongo que mi mamá no tenía problemas porque ella sí llevaba hombres con frecuencia y los cambiaba cada unas semanas. Tenemos la habitación una al lado de la otra y tenía que escucharla cogiendo bastante seguido, no tenía filtro mi vieja, gritaba sin problema. A mí no me molestaba, ella era/es muy buena conmigo.

Algo que me sorprendía bastante es como le cambiaba la voz en ese momento, yo escuchaba los gritos desde mi habitación pero no parecía mi mamá. Los gemidos parecían que venían de una pendeja de 15 años (mi edad en ese momento). Yo pensaba que se debía al placer aturdidor del momento, porque la voz cuando hablaba era muy pero muy distinta, bastante firme de hecho. ¡Y no me equivocaba! Se debe a eso :)

Una vez me calenté mucho escuchando como pedía que le dieran en cuatro, y al macho de turno que tenía gritando "es toda para vos", fue en ese momento que empecé a tocarme. A pesar de que mis amigas llevaban tiempo masturbándose, yo no me animaba, no por miedo sino por asco. Me daba cosa tocarme ahí de esa manera. E incluso en ese momento que me calenté escuchando a mi vieja en la habitación de al lado, me toqué un poco por encima de la ropa y no hubo mucho más, fue un momento y paré, no hubo orgasmo ni nada. Pero cada tanto lo volvía a intentar, cuando la escuchaba especialmente, pero era siempre igual, me frotaba un poco por encima del shortcito que usaba para dormir y paraba al minuto.

Un día, el departamento de al lado logró alquilarse después de un tiempo largo, y cayó ahí el hombre que me iba a partir al medio. El inquilino era un estudiante, entrerriano, que estudiaba en la UBA, 18 años tenía Leonardo en ese entonces. Un bombonazo realmente. Pelo castaño bien oscuro, ojos marrones, pelo ondulado semilargo, debo decir que no tan alto... 1,70m. diría, y una carita de bebé que me derretía (y todavía).

La verdad es que no lo vi hasta unos días después de que llegara al departamento, en ese edificio no era muy común ver a los vecinos. Pero el día que lo vi, me tocó bajar en el ascensor con él. Me acuerdo que me puse colorada como un tomate cuando lo vi, lo peor es que yo misma pude verme en el espejo del ascensor lo cual me hizo inhibirme aún más. Y él... una actitud de macho que me mató desde el primer momento. Todo era excitante en él, no solo que era extremadamente hermoso, sino también como se paraba, como sonreía más de un costado que del otro lo cual le daba un aire de pervertido lindo, como se vestía con una camisa verde con negro desabrochada dejando ver una remera ajustada abajo y unos jeans que le quedaban de 10 puntos.

- ¿Cómo te llamás? - es lo primero que me preguntó, sin dejar de mirarme a los ojos y con un aire de autoridad que sonaba más a "decime como te llamás ya".

- Luly - le digo (mi apodo real es bastante parecido en cuanto a mi verdadero nombre).

- Pero que buen nombre.

- ¿Y vos cómo te llamás? - le pregunté casi sin poder mirarlo a los ojos y con la voz que me di cuenta que me temblaba un poco.

- Leonardo - todavía me acuerdo como pronunció su propio nombre a una velocidad un poco más baja de la usual, como dejando quien era. Los pisos no pasaban más y yo muerta de vergüenza, lo cual él sabía muy bien, sabía que me gustaba cuando lo conocía no hace 40 segundos.

>> Así que somos vecinos - me dijo sonriendo - que bueno, tuve muchísima suerte, ¿no?

- Sí - ¡me costaba hablarle mucho!

- Bueno, el sábado a la noche vienen unos amigos a estrenarme el departamento, vamos a hacer joda.

- ¿Me lo decís por el ruido y por la música? Mirá que por mi mamá y por mí no hay problema.

- Ah buenísimo - el ascensor llegó abajo.

Abrió la puerta y me dejó pasar primero, salimos juntos por la puerta de entrada del edificio, y me quise despedir de él con un beso en el cachete aunque sabiendo que me iba a poner más colorada todavía. Y él hizo lo mismo, anticipándome me dice "chau" dándome un beso en el cachete pero cuando me estaba alejando de su cara me sostuvo se los brazos a lo cual me re contra estremecí en ese momento que me tocó.

- Pará, podés venir el sábado a casa eh. Vení y tomás aunque sea una cerveza o lo que sea que te guste - me dijo y yo embobada sin poder dejar de mirarlo de lo cerca que lo tenía, y empeoró cuando asimilé el perfume con olor a dios, cuando me di cuenta que me acababa de invitar a su departamento, ¡yo ya debía ser un tomate!

- Dale, ¿pero a qué hora? - me temblaba la voz.

- Y desde las 9 de la noche vamos a estar, pasate cuando quieras.

- Perfecto - le dije sonriéndole como boba.

Se fue para el otro lado del que me iba yo guiñándome un ojo antes. En este momento ni me acuerdo hacia donde iba, lo que sí recuerdo es la paja que me hice esa noche pensando en él, acabé por primera vez recordando algo tan común como un beso en el cachete y el perfume que tenía. Pero no me toqué la concha directamente, siempre fue frotándome el clítoris por encima del shortcito que usaba, aun así, la intensidad con la que me pajeé fue tremenda, jamás lo había hecho con tantas ganas... bueno, jamás me había calentado tanto. Pero no me calenté inmediatamente, fue de repente a la noche cuando comencé a pensar en él. Ese primer orgasmo, totalmente inesperado por mí, debe ser una de mis "top five" mejores acabadas. Y la sensación no fue nada como me la imaginaba, yo pensaba que debía sentirse un alivio, la descarga de la tensión, pero no el placer inmenso que venía detrás de eso, no esperaba las convulsiones que dio mi cuerpo y como no podía, durante 4 segundos más o menos, dejar de mover las caderas con movimientos rítmicos. Se me escapó algún grito medio fuerte pero mi vieja garchaba gritando más fuerte al lado así que no se dio cuenta... creo.

La noche siguiente repetí el mismo ritual a la noche, pero esta vez tenía que tener cuidado ya que mi mamá estaba en silencio. Llegué una vez más al orgasmo, pero de manera más controlada. No fue la explosión del anterior pero aun así fue muy satisfactorio. No puedo asegurar si no se me escapó algún gritito o gemido pero el ventilador estaba prendido y hacía bastante ruido, suficiente para neutralizar cualquier pequeño gemido que no pasara mi filtro.

No pude repetirlo la siguiente noche porque ya era sábado y tenía que ir al departamento de Leonardo. Lo peor era conseguir que mi mamá me diera permiso de ir a tomar cerveza a la casa de un desconocido que era un toque más grande que yo, pero afortunadamente no fue necesario. Mi mamá salió esa noche, y como siempre que salía volvía cerca de las 5 o 6 de la mañana me di la libertad de hacerlo a escondidas de ella. Siempre rogando que no se diera la casualidad de que volviera antes justo ese día.

Me puse una pollera no muy corta y no muy ajustada de color negro, unos zapatos re lindos que tenía con unas tiritas rosadas (mis favoritos), y una remera sí bastante ajustada y escotada (no sé para qué si no tenía en ese entonces muchas tetas). Lo ajustado siempre me sentó bien ya que tuve siempre un lindo cuerpo estilizado. Lo mismo ocurría con mi pelo, tengo el pelo muy lacio que no hace falta tanto peinarlo. El problema recuerdo, fue cuando tenía que elegir la ropa interior, quería ponerme algo así como una tanga pero no tenía y las de mi mamá no me iban bien. No estoy segura para qué porque realmente no era mi intención que mi ropa interior se terminara viendo. Terminé poniéndome la bombacha más chiquita que tenía, de color rosa que hacía juego con las tiritas de mis zapatos, y que era muy linda, no era tanga pero era sexy. Así me quería mandar, pero no me animaba. Ya eran las 12 y se escuchaba la música y las voces y risas de sus amigos. No lo podía creer, me arreglé tanto para no ir al final, no podía ser. Quería ir, pero realmente no me daba el coraje.

Me quedé llorando en el living de mi departamento por mi cobardía, lo que empeoraba todo era que seguía escuchando la música y las carcajadas. Así que me decidí a ir a mi habitación donde no se escuchaba y dormirme. Me saqué todo lo que tenía menos la bombacha, me puse el shortcito, una remera re suelta que usaba para dormir y así me eché a la cama, a seguir llorando, claro.

Como no me podía dormir me levanté y entré al msn a chatear un rato con alguna amiga que no estaba haciendo algo divertido un sábado a la noche. No encontré a nadie lamentablemente. Pero en ese momento sonó el timbre, miré la hora y eran las 2 de la mañana. Era muy temprano para que fuera mi mamá, y tampoco tocaría el timbre, así que lo único que pensaba era que podía ser Leonardo. Mientras me acercaba a la puerta deseaba que fuera él, más allá de mi aspecto horrible después de lloriquear como una tarada. Cuando miré por el visor de la puerta, el deseo estaba confirmado, era él.

No sé porque, en lugar de decirle que ya iba, e irme a cambiar y ponerme algo más presentable, le abrí así, con la remera suelta horrible que tenía, en ojotas, y en un shortcito viejo de color blanco con lunares rojos, muy ajustado y corto ya que lo usaba creo que desde los 11 años. Se me marcaba mucho el culo que ya era bastante prominente, mucho diría yo para esa edad.

Cuando abrí la puerta vi que estaba un poco tomado pero no borracho, solo un poco entonado. Me miró de arriba a abajo como sacándome una radiografía.

- ¡Luly! ¡No viniste al final! - me dijo con una sonrisa pero con tono de enojo, una combinación rara. Yo no lo miraba a los ojos para que no notara que estuve llorando.

- No, es que no me animé porque iba a ser re colgada, además vos estabas con tus amigos... - le decía sin mirarlo.

- ¿Estuviste llorando? ¿Qué pasó Luly? - se dio cuenta igual, y la verdad que no me miré al espejo pero debía notarse mucho.

- No sé, no importa - le dije como queriendo despedirme pero no me movía del lugar, no quería dejar de estar con él ahí.

- ¿Puedo pasar? ¿O querés vos entrar a mi departamento? Ahora no hay nadie - me dijo levantándome la cara con la mano de manera muy suave y con un tono comprensivo.

- Vamos al tuyo - le dije temblando un poco por el contacto de piel.

Entré al departamento de él, y era más chico de lo que lo imaginaba, el mío era mucho más grande. Tenía él solo un living chiquito, separado de una cocina aparte, y se veían dos puertas abiertas, una era del baño y la otra de la habitación, ambos lugares chicos también. Pensé en ese momento que era el lugar perfecto para un estudiante del interior. Estaba lindo igual. Eso sí, la mesa estaba llena de botellas de cerveza y gaseosa de cola vacías y una de fernet.

- ¿Tenés ganas de contarme que te pasa Luly?

- Era por eso, porque no me animaba a entrar - le dije casi llorando de vuelta.

- ¿Segura? ¿No querías entrar por mis amigos nada más? - me dijo con una mueca que dejaba notar que no estaba convencido.

- Más o menos - le dije después de mirarlo un rato sin contestarle.

- Más o menos no es una respuesta - se acercó a mí.

- Es que me inhibís mucho - no sé ni porque le dije algo así.

Se volvió a acercar a mí y ya estábamos casi pegados.

- ¿Qué edad tenés Luly?

- 15 - pensé durante un segundo en mentirle y decirle 18 como hice alguna vez en un boliche al salir, pero no tenía sentido, se iba a enterar igual de mi edad tarde o temprano.

- No parecés tan chiquita.

- ¿Ah no? - Le dije sonriendo inconscientemente. Pasó un segundo hasta que me di cuenta y volví a la expresión de siempre.

Él ya no me dijo nada, solamente se acercó a mí y despacio me iba mirando de arriba abajo. Cuando estábamos prácticamente pegados, me partió la boca de un beso que me liquidó. De hecho, casi me caigo hacia atrás, si no fuera porque me sostuvo bien fuerte de la espalda. Fue una sensación muy placentera, el corazón me daba un salto tras otro, no podía creer que lo estaba besando, a él.

Yo estaba semi-inclinada hacia atrás con él sosteniéndome con una mano y la otra acariciándome la parte de atrás de la cabeza. No me pude recuperar de esa posición, y tampoco quería. Yo puse enseguida mis manos alrededor de su cuello y lo seguí besando. Le metía la lengua y bailaba con la de él con mucha calentura, nunca había dado un beso con tantas ganas, movía la boca muy rápido, era como si nos estuviéramos devorando.

Seguimos así tal vez por 10 minutos, hasta que hizo lo que quería que hiciera desde un principio, me bajó una mano hasta el culo y me lo apretó bien fuerte. En eso sí tenía experiencia, casi nunca me negué a que me tocaran la cola durante un beso. Con la otra mano me seguía sosteniendo, y yo la verdad quería soltarle las manos del cuello y tocarlo por todos lados, pero no me animaba, nunca lo había hecho, pensaba que me iba a tomar por puta. Él me siguió manoseando el culo sin nada de filtro, me apretaba bien fuerte y bajaba la mano hacia mis muslos, y volvía a subir, yo la verdad estaba más caliente que nunca y quería tocarlo en ese mismo momento. Aun así el que decidió avanzar fue él, sacó la mano de mi espalda, que no recuerdo como ya no estaba inclinada cayéndome, y me la posó sobre la panza y lentamente subió hasta mis tetas. Ahí sentí más vergüenza porque no estaba tan desarrollada yo, igual lo dejé, y por lo visto le gustó porque me tocaba con mucha lujuria, pero eso sí, con bastante suavidad. Lo que sí me sorprendió, que nunca nadie había hecho, es que me bajara la mano que tenía tocándome el culo hacia la concha. Eso me terminó de encender terriblemente, yo creía que en cualquier momento iba a acabar así mientras él me masajeaba ahí abajo, prácticamente igual que como yo me tocaba sola, lo hacía muy bien.

Yo no esperé más, hice lo que quería hacer de una vez, le saqué una de mis manos de alrededor de su cuello y la bajé a su bulto, que me estaba tocando la panza hacía rato. Nunca había tocado una pija, ni siquiera de la forma que lo estaba haciendo, sobre el pantalón. Me encantó la dureza con la que se sentía, él solo esbozó una sonrisa que no pude ver pero que se dejaba sentir bien en mis labios.

No me dejó masajeársela mucho ahí que se me desprendió de la boca, me agarró de una mano, y me llevó hacia su habitación donde de un empujón (suave) me tiró en la cama, y sin esperar nada, se me lanzó encima de vuelta, pero ahora acostados. Me empezó a besar nuevamente, pero no se entretuvo casi nada en mi boca, ya que pasó a besarme el cuello y un poco las orejas. Me re erizó toda la piel eso, soy como muy sensible a todo ese contacto, incluso ahora, pero me encanta, yo estaba en el cielo. Siguió bajando con la boca hacia mi pecho y me sacó la remera con un poco de mi ayuda, quedando mis tetas bien al descubierto. Yo ya no tenía tanta vergüenza así que lo dejé hacer lo que sabía que iba a hacer, se puso a chuparme las tetas con mucho… cariño debería decir. Me apretaba los pezones muy despacio mientras con una mano me masajeaba la otra.

Estuvo un rato así, no sé cuánto tiempo, pero no fue aburrido, los dos la estábamos pasando muy bien así. De todos modos, empezó a bajar hacia mis caderas y cuando llegó a mi shortcito lo salteó y se fue directo a mis muslos que empezó a besar por el lado de adentro. De nuevo empecé a erizarme toda, era hermoso lo que sentía. Él iba subiendo de a poquito, hasta que inevitablemente llegó a mi ingle donde se detuvo un momento también.

Se levantó arrodillado sobre la cama, y se sacó la remera antes de seguir, pero no volvió a mi ingle. Me bajó lento el short y quedé en bombacha. Me encantaba la bombacha que elegí, era de alguna manera sexy y aniñada también. Y ahí fue cuando hizo algo que no me esperaba, y no sé porque no me lo esperaba ya que era el paso lógico a seguir, me corrió de una la bombacha. A mí me daba cosa hasta tocarme a mí misma y de repente tenía al chico que me gustaba viéndome la concha en HD. Lo aparté en seguida, como por acto reflejo.

- Luly, ¿qué pasa? - me preguntó en seguida con voz agitada.

- No sé, no sé si me gusta que hagas eso.

- ¿Por qué no?

- Me da vergüenza - le dije casi reprochándoselo.

- No tenés nada de qué avergonzarte, sos hermosa por todos lados. Y ahí especialmente, te acabo de ver, me encantás Luly.

- No, es que no sé.

- Pero confiá en mí, a mí me gusta esto.

No le dije más nada, lo cual él interpretó como mi permiso, y tampoco se lo impedí. Volvió a mi concha y empezó a besarla alrededor de los labios mayores, muy despacio. Se sentía de diez. Con una mano estaba sobre mi monte de Venus y me apretaba un poco ahí, a medida que iba bajando con el dedo pulgar hacia mi clítoris. De a poco iba acercando la lengua hacia la entrada de mi concha y con el dedo empezó a masajearme el clítoris con movimientos circulares. Yo ya estaba por acabar, y me daba cuenta de los inconscientes movimientos rítmicos que estaba haciendo con mi pelvis. Cuando empecé a apretarlo con mi mano para presionarlo más contra mí, se apartó a lo cual casi me le quejé. Pero enseguida me di cuenta que se estaba desabrochando el pantalón, y una vez que se lo bajó, se sacó casi de inmediato el bóxer negro que traía. Pude ver como se le liberaba la pija, bien erecta y larga.

Él estaba con ese hermoso cuerpo completamente desnudo enfrente mío, y a mí solamente me quedaba la bombacha que estaba ya corrida hacia un lado. Ahí tomé la determinación yo y me la terminé de sacar. El cuerpo de él era muy armónico, no era súper musculoso ni muy marcado, pero era perfecto, como a mí me gustaban.

Él no hizo nada, solo me miraba como había quedado desnuda abierta de piernas esperándolo.

- Te voy a coger - me dijo mirándome a los ojos bien serio.

- Sí, dale, quiero eso - le contesté muy rápidamente.

Sacó de la mesa de luz que estaba a la izquierda de la cama donde estábamos desnudos, un paquetito cuadrado de color gris, y lo abrió con la mano. Sacó el preservativo que se lo empezó a desenrollar por toda la pija. Hoy en día diría que es de tamaño normal, como unos 18 cm. el tamaño perfecto en mi opinión, pero en ese momento para mí era algo enorme.

- Leonardo, yo nunca estuve con nadie.

- ¿Cómo que nunca? - me preguntó alarmado.

- No, nunca garché con nadie - le contesté casi indignada por el tono con el que me lo preguntó.

- Por ahí deberíamos esperar - me dijo sin mirarme a los ojos.

- ¡No! ¿Por qué? - le contesté bien rápido.

- ¿Y pero estás segura que querés que sea así tu primera vez? Con un chabón que conociste hace unos días. Capaz querías que sea con tu novio.

- No, ya está, quiero que sea ahora - le contesté con la mejor autoridad que me salió, y que creo que me salió mal. De por sí no tengo una voz muy fuerte y estando en bolas abierta de piernas, menos me iba a salir un tono enérgico. Y mucho menos en frente de él.

- Está bien, te la voy a meter - la manera en la que me lo dijo me subió la temperatura otra vez. A él vi que nunca le bajó, la seguía teniendo parada, y apuntando al cielo.

Se subió arriba mío con cuidado, y me la puso en la entrada de la concha. Yo lo miraba con miedo, el aire de autoridad fallido que quise tener lo terminé de perder en ese momento. Por suerte hizo algo que me calmó mucho, me empezó a besar. Pero no como antes, ahora era con cariño, romántico diría.

Me di cuenta que tenía una mano agarrándose la pija y haciéndola moverse en la entrada de mi concha, dando círculos y haciendo una leve presión de a poco. Yo quería que me la metiera ya, casi ignorando que estaba muerta de miedo, pero re caliente al fin.

Empezó a hacer presión cada vez más fuerte y comenzó a entrar adentro mío. En un momento no podía más, y ahí empezó a besarme con ferocidad, como antes. Yo como un reflejo lo presioné contra mí con mis piernas que estaban rodeándolo. Y de un empujón entró completamente, o casi mejor dicho.

Tengo que decir que me dolió mucho, pero él no paraba de besarme y el grito que quise pegar se ahogó en la boca de él. Igual se daba cuenta de todo, y esperó un momento hasta que empezó a salir de nuevo, y a meterla otra vez. Así comenzó con el mete y saca cada vez más rápido. La verdad es que me seguía doliendo, pero me gustaba igual. Con el pubis de él me presionaba el clítoris frotándolo en cada movimiento de vaivén, y así el dolor se fue yendo de a poco, al tiempo que él se movía cada vez más rápido. El placer que sentía yo era indescriptible, él me besaba el cuello, las orejas, los cachetes, la boca, me tocaba el pelo, las tetas y cada tanto bajaba las manos hacia mi culo apretándome más contra él. No quería que se terminara más yo. Cuando me sacaba los labios de los míos, yo empezaba a gemir, era inconsciente así que hasta pasado un rato no me di cuenta que estaba gritando de esa manera. Era imposible no hacerlo, ahora entendía a mi mamá más que antes. Cuando recobré un poco más la conciencia, me di cuenta también del ruido que se escuchaba al chocar el pubis de él con el mío. Ya todo estaba siendo muy violento, me daba con mucha furia, y a mí me encantaba que me cogiera así, fuerte, bien a lo macho. Si había algún rastro de dolor, se había ido completamente.

No sé cuánto habremos estado así, pero de repente y sin previo aviso me la sacó de un golpe. Fue raro, me sentí como vacía de repente. La necesitaba adentro mío de inmediato. Vi cómo se estaba acomodando el forro ya que con la velocidad que me la sacó casi se le sale. Se puso boca arriba a mi lado y me pidió que me suba sobre él, que yo lo cabalgue. Lo obedecí sin dudar. Me subí y medio torpemente, acomodé mis rodillas a los lados de él, y le agarré la pija acomodándomela en la concha. No me había dado cuenta pero yo estaba re mojada, tenía todos los muslos empapados también, a esas alturas no sabía si era transpiración o flujo vaginal, pero como sea, a pesar del asco que me pudiera dar, me excitaba al mismo tiempo. La pija le resbaló dentro de mí con un poco de dificultad, pero entró bien. Y sin estar muy segura de que hacer, empecé a moverme atrás y adelante, frotándome el clítoris contra él. Estuve un momento así, erguida, hasta que caí sobre él, pero no lo besé, quedé con la cabeza a su lado.

La manera en la que ese movimiento me frotaba el clítoris era perfecta, ni con la mejor paja que me pudiera hacer igualaba eso, además con esa pija entrando y saliendo de mi concha, el placer que sentía era máximo. En un momento me agarró del culo con las manos y me guió en un movimiento de abajo hacia arriba, y nuevamente hacia abajo, haciendo que entre y salga más. No estoy segura de cuando fue, pero acabé en un orgasmo que lo sentí como una explosión interna, sentía como, creo que literalmente, se me movía el clítoris subiendo y bajando mientras vibraba. Ya no controlaba los movimientos rítmicos de mi cadera, era un vaivén de ensueño. Y lo mejor de todo, que él me daba con más y más fuerza, ahora, en la misma posición, era él el que me la metía y sacaba con fiereza. Yo casi me desmayo después del orgasmo, lo único que me mantuvo consciente fue verlo a él acabando. O mejor dicho, vi su cara de placer acabando.

Una de las cosas más hermosas que vi, como se le entrecerraban los ojos, y temblaba al mismo tiempo que emitía un leve gemido bien masculino. El ritmo con el que me cogía también varió, por momentos de segundos, me daba bien rápido, y por momentos cesaba un poco e iba más despacio, solo para acelerar nuevamente. Hasta que eventualmente se detuvo.

Me pasó una mano por la cara y con un dedo me secó lágrimas que ni me había dado cuenta que tenía adornándome el rostro. No estoy segura de quien besó a quien, pero nos fundimos en un beso muy largo, todavía manteniendo la penetración. Cuando terminamos, y nos soltamos las bocas, yo salí de encima de él sin mayor dificultad, la tenía flácida ya, y el preservativo tenía la punta llena de semen, totalmente blanca.

Me incliné en seguida a buscar mi bombacha, y vi un reloj que marcaba las 4 y media de la mañana. No podía creer que estuvimos tanto tiempo, pareció re poco. Mi mamá estaría por llegar o peor aún, tal vez ya había llegado.

- Leonardo, me voy a mi casa, si mi mamá volvió ya, me va a matar.

- No creo que sea tan malo, de última, hay muchas excusas para inventar - me dijo despreocupado.

- Así como estoy vestida, y toda transpirada no creo que haya muchas buenas excusas - le digo sin mirarlo, calzándome los shorts.

- Nunca estuve con una mina que gimiera como vos Luly.

Estoy segura de que estaba tan colorada en ese momento por todo lo que pasó que ya no me podía ruborizar más, pero ese comentario me debe haber hecho estallar algunos vasitos sanguíneos de la cara.

- ¿Nos vamos a volver a ver? - le pregunté.

- ¡Obvio! Somos vecinos - me dijo mientras me guiñaba un ojo.

Ahí me sentí bastante tonta, claro que nos íbamos a volver a ver, quisiéramos o no.

- Y te voy a volver a coger - me terminó de liquidar con ese comentario. Yo no le contesté nada, pero quería gritarle “¡cogeme cuando quieras!”.

- Bueno, me voy a mi departamento.

Él seguía desnudo en la cama mirándome como me vestía, no se inmutaba, y tenía una sonrisa que no se la borraba ni pegándole en las bolas seguro.

- La puerta está abierta, cuando salgas solamente cerrala, la llave la pongo yo después.

Me fui sin contestarle más nada. Cuando entré a mi departamento, suspiré aliviada al darme cuenta que mi mamá no había llegado, me metí a la cama sin bañarme, así como estaba, quería dormirme oliendo el aroma a sexo que me inundaba. Nunca me enteré cuando llegó mi mamá, me dormí antes. Y tenía muchas cosas lindas con las que soñar ahora.

Toda la gente que cuenta su primera vez, especialmente mis amigas y cualquier chica, en su mayoría, dicen que fue fea, o decepcionante al menos. La mía fue linda, no sé si la mejor noche de sexo que tuve, pero que fue linda fue linda. La pasé bien, y la disfruté mucho. Hoy en día todavía me estremezco y excito recordando esa noche con Leonardo, jaja “Leonardo”.