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El abuelo zacarias

en Amor filial

EL ABUELO ZACARIAS

 

En ese verano ardiente del 82, Marc tuvo que ir a pasar sus vacaciones con el abuelo. Había ido muchas veces a aquel campo alejado del ruido y las grandes ciudades cuando era un niño gordinflón y chillón.

Marc no recordaba cuando apareció la figura del abuelo en su vida, pero sabe que no era abuelo de sangre. Zacarías como era el nombre del abuelo, había aparecido en la vida de la abuela una vez que el verdadero padre de su padre había muerto, hasta hoy en día por razones desconocidas. Con el tiempo la abuela se junto con el tal Zacarías.

La abuela ya había partido de este mundo hacía unos cuantos años. Y desde ese instante Zacarías estaba solo. Nunca se juntó con mujer alguna o al menos que se supiera por los alrededores de la comarca.

Marc recordaba que allí habían pasado muchos veranos, pues el lugar es tranquilo, con frondosos y altos árboles. Se respira un aire de paz y armonía. Hay muchos frutos y animales. Allí trabajan algunos empleados que ayudaban en los quehaceres a Zacarías, el hombre se estaba viniendo grande y solo con todo no podía.

A pesar de la edad, era un hombre sano, nunca estaba enfermo y siempre irradiaba un buen humor, a pesar de las contingencias de la vida.

Había llegado por la mañana con su madre y Erica su tía. Marc dejo sus valijas en la habitación que ocupaba de costumbre y saludo a las mujeres que partían con apuro porque debían cerrar un trato en la ciudad. En unos días llegaría su padre y luego se reuniría toda la familia, lo que a Zacarías no le desagradaba en lo absoluto.

A la hora de la cena, Zacarías había preparado un exquisito pollo al verdeo, comida que a Marc le encantaba.

__Es bueno que haya un poco de bullicio__ dijo el abuelo Zacarías

__Sí, este lugar es bastante solitario

__Hay noches que no pasan nunca, son interminables

__¿Y como es que no tienes compañeras, abuelo?__ preguntó Marc

__No lo sé…la verdad es que a veces me he puesto a pensar y no encuentro motivo

__Candidatas no deben faltarte__ se rió el chico

__Alguna que otra hay…¿Y qué me dices de ti?

__No, no yo nada por ahora

__Eres joven aún, no tenes apuro

__¡Por supuesto!, quiero disfrutar todo lo que se presente__ se rieron de buena gana mientras probaban una nueva botella de vino que Zacarías hacía en sus ratos libres y que abría en ocasiones especiales.

__He tenido muchas chicas, sabes abuelo

__Pero no te has comprometido con ninguna

__No y por suerte no he dejado a ninguna embarazada.

__¡Salud!

__¡Salud!__ chocaron las copas y volvieron a beber.

Después del postre, miraron un rato televisión hasta que Marc se levantó, saludo al abuelo y se retiro a dormir. Estaba exhausto por todo el trajín del viaje.

Zacarías quedó un tiempo más mirando la televisión. Luego se incorporó, junto los platos y los lavó. Fue ordenando un poco las cosas aquí y allá. Apagó las luces. Fue hasta el baño, se higienizo.

Pasó por el cuarto de Marc. Cuando entró, lo primero que vió lo hizo sobresaltar, luego quedó observando con mas curiosidad y detenimiento. Marc se había dormido con la espalda al descubierto. Además siguió con la mirada y pudo ver la cola de Marc que se ofrecía desnuda y blanca. Zacarías la miro, su entrepierna dio señales de querer endurecerse. Se acarició. Deseo pasar sus dedos por aquel culo que se ofrecía abundante, joven, lleno de lujuria, pero se contuvo. Cerró sus ojos, pensó en otra cosa y se retiró a su dormitorio. No podía quitar la imagen esa de su cabeza que estaba a punto de estallar. Su pija se endureció, se toco, pero dejaba de hacerlo. Sudaba. No quería tener la imagen de su nieto en la cabeza. Lo calentaba más de lo que podía haber creído.

Al otro día el calor era insoportable. Un sopor agobiante se levantaba en el, aire y todo se hacía pesadamente. Era día domingo y las tareas en la chacra eran mas quietas. Se trabajaba lo mínimo. El agua para los animales era fundamental.

El verano calentaba el globo sin piedad y pintaba que sería realmente pesado y largo. El sol estaba a pleno cuando Marc apareció en la cocina con un bóxer descuidado. Agarró una fruta fresca y salió al patio. Los árboles rodeaban la casa y la frescura era refrescante. Camino alrededor para ponerse en contacto con la naturaleza. Así paso la mañana dando vueltas por los alrededores de la casa grande.

Luego vino el almuerzo que fue bastante liviano. Con bastante líquido. Zacarías miraba a su nieto y no podía sacar la imagen de su cabeza. Se imaginaba sus formas y la verga buscaba levantarse. Tenía que reprimir esos deseos, se decía.

__No tengo mucha hambre abuelo ¿Y tu?

__Estos días realmente agobian

__En un rato me voy a ir al tanque

__Vos crees

__El agua debe estar hermosa

__Seguramente…Y cristalina

__¿Vas a venir?

__Sí claro, luego…

Los hombres siguieron comiendo para luego dispersarse por las habitaciones. Marc tomo una toalla y desapareció buscando la frescura de las aguas del tanque australiano que conocía tan bien.

El chapotear del agua se escuchaba desde unos cuantos metros. Zacarías avanzó hasta estar cerca. Marc no sabía que era observado y retozaba a placer. El tanque enorme y profundo estaba instalado allí desde hacía décadas. Por aquel lugar habían pasado generaciones enteras. Siempre estaba bien cuidado. Bien pintado. Prolijamente custodiado por pasto bien recortado.

Zacarías llego al borde y en ese momento lo vio Marc.

__¡Entra abuelo vamos, esta deliciosa!

__Ya voy, ya voy__ contestó perplejo Zacarías, al ver, a Marc totalmente desnudo. Enseguida supo que no iba a aguantar sin que su poronga creciera. Entro al agua de un salto. Marc lo empujaba y jugaba con el. Se zambullía y salía cerca del cuerpo del hombre que estaba con una erección descomunal. En uno de esos roces, Marc noto la dureza del abuelo.

__¡Como te has puesto abuelito!__ dijo riendo

__A veces me sucede…__ alcanzó a balbucear.

__¡Quítate el short, vamos, libéralo!__ se acerco__ Yo te ayudo__ y dicho esto quito el botón del short y al instante el abuelo quedo tan desnudo como el. Marc rodeo la pija con su mano __¿Quieres una ayudita abuelo?__ río sin soltar la verga. La sintió palpitar y crecer. La frotó con sus dedos. Zacarías no atinaba a nada, pero le gustaba y su mente se puso en blanco. Marc la zarandeó y la movió, la sintió y en seguida apretujo los huevos del hombre que dio un profundo respiro. __Eso es abuelito, déjalo salir, gózalo!__ diciendo esto Marc desapareció de la superficie y enseguida apareció como un pez succionando la pija. Metiéndosela en la boca. Atrapando el glande entre sus terribles y desesperadas fauces. La mantuvo un rato. Salió a tomar aire. Allí Zacarías tomo la verga de su nieto y también la acarició y la frotó con sus manazas. Marc volvió a hundirse en el agua y volvió a comer la fruta que su abuelo le ofrecía. El hombre acariciaba la cabeza del nieto y entrecerraba los ojos. Otra vez Marc salió a la superficie. Zacarías atrapó las nalgas del muchacho y las apretó. Atrajo hacia si a Marc y lo beso apasionadamente. El muchacho respondió al beso y cruzaron las lenguas. Mientras Marc no soltaba la poronga del abuelo que bufaba húmedo y feliz. El hombre hundió un dedo en el anillo liquido de Marc. Este lo apretó con su ano y lo disfrutó mientras las lenguas seguían comiéndose mutuamente.

__Ven abuelito…__ le dijo Marc a Zacarías y salieron del tanque. Se recostaron en la toalla grande que había traído Marc, bajo la sombra de los árboles. Marc con su cola hacia arriba. Zacarías la masajeó. La beso despacio y volvió a hundir su dedo en la cuevita del nieto. Zacarías se colocó entre las piernas de Marc buscando con su verga alzada como roca, la entrada al orificio prohibido. Empujando y empujando fue ganando terreno dentro de su nieto que gozaba y lo alentaba con palabras ardientes y fuertes.

__¡Ahhhhh!¡Cogeme Zacarías, cogeme!¡Así!¡Ay!Ay!¡Así!__ la verga se clavo en las profundidades y el hombre hizo un lento vaivén y sus huevos empezaron a golpear las nalgas enrojecidas de Marc.

__¡Ahhhh! ¡Voy a llenarte de leche!

__¡Oh, sí, sí, hazlo abuelito, hazlo!__ Zacarías empezó a lanzar chorros de leche dentro de Marc que seguía moviéndose como una serpiente alzada.

El abuelo pareció desfallecer. Quedó pegado en la espalda del muchacho sin sacar su espada, ahora, un poco adormecida. Marc se movió y sacó la poronga de su agujero. Se incorporó poniendo su verga dura a la altura de la boca de Zacarías que no tardó un minuto en tragar la pija del nieto. Marc arqueó su espalda mientras el abuelo recorría su verga, besándola, mamándola, acariciándola con los dientes. El placer del nieto era inmenso. Zacarías atrapó con sus manotas los huevos rozados del chico, que experimentaba el placer supremo. Así estuvieron un rato. Hasta que Marc volvió a tenderse y colocó de espaldas al abuelo. Acaricio con sus manos suaves esa espalda dura de hombre curtido por el sol y el trabajo. El abuelo gemía sin parar. Llegó el muchacho a las nalgas del hombre y enseguida hurgó en la zanja. Acertó un dedo en el ojete caliente del hombre mayor. Comenzó a moverlos dentro de Zacarías que respiraba cada vez mas agitado. Gozaba y su goce se notaba en la pija que iba levantándose otra vez.

Marc avanzó con la espada erecta sobre el agujero salivado. Apoyó en la entrada su virilidad y empezó a cavar despacio. Escuchabas los gemidos de placer de Zacarías y fue entrando, penetrando explorando ese lugar desconocido y tan deseado. Apretaba las tetillas del hombre que ponía los ojos en blanco a punto de morir. Movía su culo al compás de Marc que aferraba la vara del abuelo, la estrujaba. La revoleaba sin compás de un lado a otro. En tanto iba y venía dentro del oscuro hoyo. Penetraba más y más. Exploraba la belleza de lo infinito. La belleza del ojo expandido para él y por él. Y estallaba en miles de partículas que salían expulsadas de su herramienta hirviente. El semen dentro de Zacarías. El mordiendo el cuello del hombre. Dejándose ir. Quedaron abrazados, sin aliento, casi sin vida.

Un tiempo después ya cayendo la noche estival y aún tirados en la toalla enorme. Abrazados. Marc notó que la vara de Zacarías había crecido otra vez. La acarició haciendo sus piirar lal hombre. Apretó delicadamente los testículos del hombre . los sobó de manera exquisita haciendo que la pija se endurezca mucho más. Lo montó a horcajadas. Comenzó a cabalgarlo despacio. El sube y baja hicieron que el abuelo gimiera y resoplará enloquecido. Marc apretaba las tetillas del hombre. El pecho del abuelo era peludo y aún se mezclaban un poco los colores negros y los invasivos grises.

El muchacho bamboleaba su cola clavándose hasta el fin la poronga grande y sabrosa. La gozaba. De a ratos bajaba con su boca al pecho del abuelo y chupaba las tetillas. Lo que hacían estallar en gritos al hombre. Zacarías hincaba la lanza en el hoyo y luego se detenía. Dejaba que fluyeran sobre el pico los jugos del nieto. Luego volvía a atacar ese agujero. Marc se relamía y gozaba a más no poder. Cabalgaba, de pronto suave y de pronto arremetía con un ritmo frenético y salvaje. Sabia que en cualquier momento el hombre acabaría dentro de él y eso lo volvía loco.

Unas sacudidas más y el hombre explotó en el estrecho, depositando ,el líquido espeso y aún fuerte que salía de la manguera dura.

Los besos estallaron en el anochecer. Pronto la noche rondaría la chacra. Ellos retozaron unos momentos mas y luego recogieron sus ropas y fueron a cobijarse dentro de la casa.

Después de ese verano Marc volvió cada verano y cada vez que podía. No siempre iba solo. Alguna vez fue con compañeros y compañeras de estudio, de trabajo, amigos de la vida. Siempre gozaron de encuentros con Zacarías. Además cumplieron infinidad de fantasías juntos.-

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