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Un día de playa, recuerdos de la universidad:

en Trios

Era Septiembre, un caluroso fin de semana de Septiembre, en el que mi amiga Elena nos invitó a mí y a Cristina a pasar el día a su casa de la playa. No era la primera vez que íbamos a su casa, pero si la primera vez que pasó lo que a continuación narro.

Llegamos el sábado a medio día, justo para la hora de comer. El pueblo estaba casi desierto, pues por esas fechas no hay más que las gentes del lugar, nada de turistas. Descargamos todas las cosas, nos pusimos el traje de baño y nos fuimos a comer a uno de los chiringuitos de la playa, donde tan bien se come. Después de comer, nos alejamos un poco de la zona del bar, en una zona de playa desierta, nos quedamos en bañador y bikini y nos tendimos en las toallas.

Elena llevaba un bikini verdecito muy pequeño, que se ajustaba perfectamente a sus pequeños pero turgentes pechos y una braguita que sin ser tanga, dejaba ver algo de su culito. Cristina llevaba un bikini rojo, en el que se marcaban sus pezones perfectamente, en esos maravillosos pechos con los que más de una vez me había masturbado fantaseando. Yo, llevaba un bañador de estos medio largos, pero que se ajustan al cuerpo, que uso en la piscina para nadar y que marca bastante mi miembro.

Me puse algo de crema y me quedé un poco dormido. Al despertar llegó mi sorpresa cuando al mirar a Elena la veo quitándose el bikini para hacer top-less. Nunca le había visto sus pechos, aunque intuía que el día en que lo hiciera me iban a encantar. La miré, sin saber que decir y ella se rió.

-        ¿Te molesta? – preguntó Elena.

-        No en absoluto, estamos entre amigos, no te preocupes. – dije yo.

-        ¡Venga Cris! ¡Quítatelo tú también! - Dijo Elena entre risas. – Sino lo haces te quedarán las marcas del bikini.

Mi amiga Cristina se empezó a quitar el bikini, estaba totalmente perplejo a la par que excitado, tenía unos pechos perfectos, grandes, pero muy bien colocados, con unos pezones enormes, sobre los que me hubiera abalanzado para lamerlos y chuparlos.

Y allí estaba yo, en medio de mis dos amigas, con las que tantas cosas había compartido, enseñándome sus pechos. Me estaba calentando por momento, aunque lo peor fue cuando Elena empezó a darse protección solar en los pechos.

La visión de mi amiga untándose de crema sus pechos fue un detonador instantáneo. No podía dejar de mirarla moviéndoselas de arriba a abajo, pasando sus manos para untar bien la crema…estaba tan absorto mirándola que ni siquiera me percaté que estaba tan erecto que mi glande asomaba por encima de mi bañador.

-        Vaya David, creo que tu amigo tiene ganas de fiesta – Dijo Cristina.

-        Cris parece que lo hemos conseguido – Dijo Elena a Cristina.

Yo no sabía como ponerme, así que me levanté con mi miembro erecto y me fui directo al agua.

Las chicas se quedaron hablando y al momento corrieron al agua conmigo. Era realmente un espectáculo ver los pechos de Cris botando mientras corría hacia el agua.

Llegaron las chicas donde yo estaba, justo nos cubría el agua por la cintura, por lo que seguía viendo los pechos de mis amigas.

-        Ya os vale, me voy a ir a casa con un dolor de huevos tremendo. – Dije yo.

-        Lo sentimos mucho y queremos compensarte. – Dijo Cristina.

Cristina entonces se sumergió, y mientras Elena forcejeaba conmigo para intentar ahogarme, Cris aprovechó y me bajó el bañador hasta quitármelo. Elena se colocó entonces justo detrás mía. Sentir sus pechos en mi espalda fue una sensación de las que nunca se olvida. Bajó su mano por mi pecho y abdomen musculado hasta llegar a mi miembro totalmente duro ahora. Entonces comenzó a tocármelo lentamente, mientras enfrente, Cristina se bajaba el bañador y me lo enseñaba.

Estaba a mil en ese momento. Intenté tocar a Elena por detrás de mí, buscar con mis manos su culito, pero me dijo:

-        Si no te estás quieto y te dejas hacer te quedas sin corrida. – Dijo Elena.

Dejé mis manos quietas y las dejé hacer lo que quisieran conmigo. Estaba totalmente entregado al placer que mis dos amigas estaban dispuestas a ofrecerme.

Elena continuó masturbándome desde atrás, subiendo y bajando su mano por mi pollón de 21 cm totalmente erecto, descubriendo mi glande y jugando con él entre sus dedos, tocándomelo, jugando con mi frenillo. Me estaba poniendo malísimo. Mientras Cristina veía todo el espectáculo, tocándose con una mano una de sus tetas y con la otra metida entre sus piernas, jugando con su coñito desnudo.

Elena me estaba masturbando como nunca lo había imaginado. Una de sus manos estaba subiendo y bajando por mi falo mientras la otra me acariciaba y apretaba mis testículos y mi entrepierna. Su lengua mientras tanto estaba en mi cuello y mi oreja y de cuando en cuando me susurraba:

-        Mira David que tetas tiene Cristina, imagina como botarían mientras te cabalga este pollón que tengo en mis manos.

Yo no podía hacer otra cosa mas que jadear y jadear. Mi respiración aumentaba por momento, mi excitación igualmente se disparaba mientras Elena me tocaba y me susurraba desde atrás y veía a Cristina masturbándose mirándonos con cara de viciosa. Estaba a mil, mi cadera acompañaba la mano de Elena mientras subía y bajaba, estaba a punto de explotar, de llegar al punto de no retorno. Elena pareció percatarse y me volvió a susurrar:

-        No te corras aun, ahora quiero que des placer tú a mí. – dijo en un tono muy sensual.

Me di la vuelta y mis manos se fueron por instinto a sus pechos, necesitaba tocarlos. Los agarré con mis manos, cabían perfectamente en ellas, se los sobé bien, sus pezones me encantaban, estaban totalmente erectos. Mi boca comenzó a besarla frenéticamente, buscando su lengua para sentirla con la mía.

Mis manos bajaron desde sus pechos hasta sus braguitas, que bajé mientras me sumergía y pude ver como mi querida amiga tenía el coñito totalmente depilado. Subí y esta vez mi boca se fue a sus pezones, que comencé a lamer y chupar como si fueran los últimos que chuparía. Mis manos comenzaron a masturbarla. Abrí bien sus labios y con una mano empecé a acariciar su clítoris, mientras con la otra agarraba fuertemente su culito.

Ella estaba totalmente entregada a mí, con la boca entreabierta, disfrutando de lo que le hacía. Pasé mi mano desde su culito hasta su rajita y poco a poco fui buscando el camino para meterle un dedo, mientras con la otra mano no dejaba de acariciarle el clítoris. La estaba poniendo a mil, por un momento incluso nos olvidamos de que estuviésemos con nuestra amiga Cris, sino es porque de repente sentí como sus increíbles pechos se posaron en mi espalda y su mano bajo hasta mi polla y comenzó a pajearme.

La escena era increíble, nunca lo hubiera imaginado. Los tres completamente desnudos, mi querida amiga Elena totalmente abierta de piernas y entregada a mis manos, a mis dedos, y mi amiga Cris, desnuda, detrás de mí, sintiendo sus pechos y masturbándome enérgicamente.

Entonces Cris se enganchó a mi pierna y comenzó a frotar su entrepierna contra mí. Me encantaba sentir su coñito de Cris frotándose por mi pierna, mientras no paraba de masturbarme.

Solté la mano del clítoris de Elena y la pasé por detrás de Cris, abrazándola. Bajé por su espalda, hasta llegar a su culito. Me encantaba tocarlo, estrujarlo. En una subida y bajada por mi pierna, uno de mis deditos se coló en su culo.

Cris se puso como loca, y comenzó a lamerme el cuello como una loba. le estaba encantando frotarse su coñito contra mi pierna y que le metiese el dedo en el culo. Aumentó el ritmo de mi paja y ahora se sumaron las manos de Elena, que me tocaban mis huevos y mi culito. Estábamos totalmente entregados a la pasión, una de mi manos estaba en el culo de Cris, metiéndole dos dedos, la otra estaba en el coñito de Elena, masturbándola cada vez más rápido. Cris, subida y bajaba por mi pierna restregando su coño contra mí y podía sentir como le follaba el culo con mis dedos. Sus manos me masturbaban y me tocaban el culo y por último Elena, disfrutando de mis dedos y de mi culito.

De repente, se desató la tormenta, Cris ya no pudo más y su cuerpo comenzó a convulsionar en el agua, su espalda se arqueaba mientras sus jadeos se convirtieron en gritos. Como loca mientras tenía su orgasmo, aumento rápidamente el ritmo de su mano en mi miembro. Escucharla como jadeaba y gritaba y su frenética mano que no paraba en mi pollón, hizo que inevitablemente me inundara mi orgasmo,  y empezara a soltar borbotones de semen en el agua. Como una cadena, mientras yo sentía mi orgasmo, mis manos aceleraron en el coñito de Elena, por lo que esta, y a la vista de lo excitados que estábamos, comenzó a gritar como una posesa mientras me tiraba del pelo y me abrazaba con mucha fuerza.

Fue brutal. Un orgasmo marino como nunca antes habíamos tenido ninguno de los tres. Nos quedamos unos minutos más en la misma postura agarrándonos y sobándonos para por fin, buscar los bañadores y bikinis y volver a la orilla.

Estábamos exhaustos y con una sonrisa de oreja a oreja los tres, sabíamos que en el fondo los tres lo estábamos deseando y que por supuesto nos habíamos quedado con ganas de más. Pero eso ya no sería bajo el sol.