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La ventana de carmen, deseo y obsesión

en Autosatisfacción

La negativa por parte de mi esposa de no dejarme fumar en el piso ha hecho que tenga que subir constantemente a la azotea para encender mis cigarrillos.

Vivimos en un bloque de cuatro plantas y nosotros residimos en la última, frente a nuestra puerta reside una chica joven y muy atractiva en régimen de alquiler, es profesora y tenemos poco contacto con ella.

Una de la noches en las que después de cenar subí a fumar me asomé a un pequeño patio de luz y observé como se encendía la luz de la única ventana que había en esa planta, ya que la ventana que debía estar justo enfrente de la suya debía ser la mía, pero el antiguo inquilino se ocupó de taparla y dejar esa habitación sin ventanas.

Supongo que el no tener a nadie en frente hace que mi vecina tenga sus persianas siempre subidas y con las cortinas prácticamente descubiertas.

Lo descubrí por casualidad esa noche, y gracias a lo del cigarro. Carmen aparecía en esa habitación a las diez de la noche más o menos, y sin pensar en ningún momento en lo que iba a pasar me apoyé en la marquesina de la azotea y sin dejar de mirar esa ventana observé atónito como carmen se iba desprendiendo poco a poco de su ropa, primero, sus zapatos, sus pantalones y su jersey. En ropa interior colocó la ropa que se había quitado en una percha situada detrás de su puerta, y allí cogió un albornoz rojo que estaba en el mismo lugar, salió de esa habitación y dejó la luz encendida.

El haber visto a Carmen en ropa interior ya era todo un placer para mí, y excitado de ver esa escena noté como poco a poco iba cobrando una erección, pero yo sabía que el premio gordo podía estar por llegar, supuse que Carmen iría a ducharse y esperé impaciente algunos minutos esperando el regreso de Carmen a su alcoba.

 ¡ Premio ¡, no tardó en volver a aparecer con su albornoz totalmente abierto y dejando ver sus grandes pechos, su zona más íntima en su parte de abajo presentaba un sexo rasurado por sus ingles y con abundante vello en forma de triangulo. Quitándose el albornoz mostraba su desnudez a través de la ventana, sus dos enormes pechos eran coronados por dos majestuosos y anchos pezones de color marrón en el centro y que se iban convirtiendo en rosados conforme se difuminaban por sus pechos, al darse la vuelta observé su redondo culo que recordaba claramente la forma de un corazón, la tía estaba buena de cojones.

Mi erección era ya total y conforme Carmen iba terminando de secar su cuerpo con ese albornoz comencé a tocar mi miembro comenzando un ejercicio de masturbación, la ocasión lo requería,  mi vecina se tumbó completamente desnuda en la cama y encendió su televisor, la posición de su ventana un piso por debajo de la azotea donde yo me encontraba hacía que la visión de su cuerpo desnudo en esa cama fuese privilegiado, sus grandes pechos, y su vagina peluda eran motivo suficiente como para hacer que me excitase tanto que me masturbé viendo el cuerpo desnudo de Carmen.

Cuando regresé de nuevo al piso mi propósito no era otro que el de esperar la mañana para levantarme y ver si Carmen seguía allí desnuda , me levanté a las siete de la mañana y con la escusa del cigarro subí de nuevo, Carmen se había levantado ya y su cama estaba echa.

De todos modos prefería la escena nocturna de la noche anterior, y si carmen madrugaba tampoco era plan de levantarme tan temprano a ver como se vestía, para eso esperaba la noche.

El  paso de los días, semanas e incluso meses hicieron que como si de un detective se tratase comencé a conocer todos los movimientos de Carmen, su llegada a casa era diaria sobre la 22´00 horas y de lunes a viernes, se duchaba todos los días y seguía la misma rutina, se desprendía de su ropa y con ropa interior se marchaba al baño de donde volvía con su albornoz, su toalla en el pelo me indicaba que lavaba su cabeza cada jueves, la escena del secador con ella desnuda  me gustaba mucho, dormía desnuda, pero lo que más esperaba cada semana y sin días fijos o señalados era una llamada de teléfono que hacía que al menos una vez a la semana Carmen se masturbase mientras hablaba por el móvil.

Con una mano sostenía su teléfono y con la otra comenzaba a tocar sus pechos de manera suave y relajada, conforme los minutos pasaban sus manos bajaban y acariciando su abdomen llegaba a su velluda zona genital donde se propinaba unos masajes con sus dedos que hacían que aún sin escuchar sus gemidos podía percibir de alguna manera el sonido de ellos aunque fuese solo a través de mi imaginación.

Ese día era el día que yo me masturbaba al mismo ritmo que ella mientras observaba la escena y me imaginaba que era yo el que estaba al otro lado del teléfono estimulando a Carmen de alguna manera.

La rutina de todos estos acontecimientos hicieron que mi personalidad, mi manera de comportarme cambiase notablemente con lo que sucedía todas las noches en esa habitación.

Como tenía que poner excusas a mi esposa del largo tiempo que pasaba de noche en esa terraza se me ocurrió de comprar un telescopio, le dije que me había aficionado a observar las estrellas, y aunque al principio le gustó la idea poco a poco se daba cuenta de que todo los movimientos en mi día a día iban encaminados a poder estar libre a la hora en que carmen regresaba a su casa, aunque claro ella pensaba que era por las malditas estrellas mis prisas de estar libre todos los días de 22´00 a 23´30 más o menos.

El evitar las salidas nocturnas durante la semana, el imponer un horario de cena todos los días antes de las nueve de la noche, el tener la cena preparada a medio día para que no se hiciera tarde, la falta de diálogo con mi esposa en esas horas que eran las que más tranquilos deberíamos estar para dialogar  y sobre todo nuestros cada vez menos frecuentes encuentros sexuales hicieron tambalear la estabilidad de mi pareja.

A todo esto decir que el contacto con carmen era prácticamente nulo, ya que no solíamos coincidir de ninguna de las maneras en las escaleras ni el ascensor. En muchas ocasiones pensé en la posibilidad de intentar un contacto amistoso con ella, pero no sabía con que carta de presentación llegar. ¿ os imagináis ? – hola soy tu vecino, el que se masturba todos los días contigo mirando por tu ventana. Jaja, tampoco se trataba de eso, pero mi obsesión aún seguía camino firme.

Lo del telescopio fue una buena excusa para mi esposa pero sin lugar a dudas lo mejor fue el destino que iba a tener ese aparato y que no iba a se otro que el de poder ver a Carmen de forma más clara y nítida, todo esto abrió mi imaginación y pensé en  la posibilidad de grabar las escenas de esa habitación y poder revivirlas los fines de semana o los días de vacaciones en los que ella no estaba, así lo hice.

Esto no hizo más que empeorar mi relación con mi esposa, las largas tardes frente al ordenador los fines de semana, mis constantes negativas a tener relaciones sexuales con ella y el distanciamiento de nuestros diálogos hicieron que mi mujer comenzase a preguntar por la posibilidad de que yo tuviese una amante, por más que yo no la tuviese y que lo negase, ella pensaba otra cosa, y la posibilidad de una separación comenzaba a tomar cuerpo.

Comencé a temer una represalia seria por parte de mi esposa, y con la imaginación al poder decidí de tomar algo de cartas en el asunto, pero de manera algo diferente a como lo hacía anteriormente, para empezar le pedí a mi esposa que se desnudase y se masturbara ella sola en la cama mientras que yo lo hacía de pie y mirándola a ella.

Seguramente que la iniciativa de nuevo por mi parte de querer  volver a tener sexo con mi esposa le gustó de alguna manera, y accedió a mis peticiones de masturbarse desnuda en la cama mientras yo lo hacía de pié y mirándola, es evidente que yo lo hacía pensando en carmen pero en todo caso daba igual, mi esposa pensó que lo que me pasaba era que había perdido interés sexual por ella y sintiéndose algo culpable me dijo

-         deberíamos de hablar más entre nosotros, si lo que quieres es hacer cosas nuevas yo estoy dispuesta a todo, el caso es hablar más y solucionar nuestro bajón de forma.

La propuesta de mi esposa y el sentimiento de culpa que cargó sobre sus espaldas me hizo meditar profundamente sobre lo que pasaba.

Como mis grabaciones ya estaban en mi ordenador no me fue difícil de pasarlas a mi teléfono móvil, esto daba lugar a que ya no necesitase pasar tanto tiempo frente a la pantalla del ordenador donde con calcetín en mano había tomado la costumbre de masturbarme viendo los videos grabados de Carmen desnuda y masturbándose.

Accedí de forma rápida a las peticiones de mi esposa que aprovechando las buenas noches de final de primavera me pedía que saliésemos algunas noches.

Si que comencé a fallar en mi rutina de subir a la azotea y observar el desnudo cuerpo de esa bella profesora, pero en ningún caso dejé de masturbarme a diario con las grabaciones que había pasado a mi teléfono, por lo que en cuanto tenía ocasión y con la excusa de entrar en los servicios me indisponía algunos minutos y practicaba el diario ejercicio de masturbación que me realizaba con las imágenes de esa chica.

Retomado el contacto sexual con mi esposa las prácticas sexuales con ella se basaban en mis vivencias con aquella ventana, le pedí a mi mujer que abriésemos las persianas mientras practicábamos sexo y con cámara en mano comencé a grabar nuestros encuentros sexuales.

Mi esposa aunque algo reticente ante lo que le pedía terminaba por ser sumisa a mis deseos y aceptaba todo lo que le pedía. Algunas veces me preguntaba que de donde había sacado mis fantasías, ya que se sorprendía cuando le pedía que se duchase y volviese a la habitación con su albornoz, que allí se lo quitase y que se masturbara en la cama, esto me hacía ver a Carmen como si fuese mi esposa, incluso ayudé a mi esposa a rasurar su vello púbico para que se pareciese al de Carmen, sus pechos eran parecido ya que mi esposa tiene también grandes pezones.

Mi obsesión con esta chica no tenía limites y aunque mi matrimonio comenzaba a salvarse, de alguna manera no podía dejar de subir a esa azotea, de ver sus videos en la pantalla, o de imaginar que mi esposa desnuda era Carmen.

A principios de verano una inesperada sorpresa ocurrió un sábado por la mañana cuando mi esposa y yo salíamos de casa, coincidimos con Carmen que salía al mismo tiempo que nosotros y con dos maletas en mano, allí tuvimos prácticamente la primera y única conversación con esta vecina. Mas bien fue mi esposa la que preguntó.

-         Buenos días, ¿ te marchas?

-         Sí, ha terminado mi contrato con el instituto, me voy a mi pueblo.- Dijo carmen

-         ¿ Vuelves en septiembre ?- volvió a preguntar mi esposa

-         No, estoy cubriendo una baja maternal, y en septiembre se incorpora de nuevo la chica por la que estaba, de todos modos mi alquiler ya ha terminado y mañana mismo creo que se viene a instalar un nuevo inquilino, creo que es un guardia civil.

Sentimientos muy encontrados y opuestos pasaban por mi cabeza, por un lado la marcha de Carmen frenaba en seco mis deseos de seguir grabándola con la esperanza de ver a un chico practicar sexo con ella, pero por otro lado ya tenía grabaciones suficientes de ella como para seguir fantaseando con su cuerpo durante varios meses más. De lo que si que estaba seguro es de que para mi matrimonio era toda una salvación la marcha de la chica.

Así fue, la marcha de Carmen supuso mi nuevo reencuentro con mi esposa, con la que comencé a retomar mi buena relación que tenía con ella, los videos que grabé a Carmen los intercalaba con los de mi esposa, y descubrí con agradable asombro el morbo que me daba el ver desnuda a mi esposa en la pequeña pantalla.

Finalizando el verano invité una noche a mi esposa a subir a la azotea, en esta ocasión para dar el uso que debía de haber tenido el telescopio que compré y que no era otro que el de ver la luna y las estrellas.

Pero me di cuenta de que mi esposa en lugar de quedarse conmigo se marchó  al hueco del patio de luz donde yo tenía mis privilegiadas vistas de esa ventana, me acerqué a ella y de reojo observé que esa ventana estaba cerrada.

- No te preocupes, este vecino no sube sus persianas, de todos modos no me interesaría de verlo aunque las subiese, solo quiero a un hombre y eres tú. Me alegro mucho de que nuestra vecina se haya marchado. Te quiero Rafa.