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El mejor polvo de su vida

en Hetero: Primera vez

La verdad es que para bien o para mal, en la sociedad en la que vivimos, no hace falta ser guapa para follar. De hecho yo he llegado a la conclusión de que las feas follamos más y mejor, otra cosa es que tengamos que follar con los feos. No podía ser todo perfecto.

Pero es cierto lo que dicen, creedme, si aún no lo habéis probado no perdáis el tiempo: las feas follamos mejor, mucho mejor. Compensamos de sobra nuestra falta de atributos físicos con toda arte de artimañas sexuales. Si no me creéis, probadlo.

Os cuento como soy. Algo entradita en carnes, no lo voy a negar, metro sesenta y seis, ojos marrones, pelo moreno y de piel clara. En general no es que sea muy fea, pero no entro en los tan consabidos cánones de belleza que encorsetan actualmente a nuestra sociedad. Quizá (seguro) es por ello que mi inicio en el sexo fue tardío, cuando tenía 22 años. Ya por aquel entonces comprobé que si quería follar tenía de dejar de mirar al guapo de la clase y concentrarme en la clase media. El problema que me encontré es que los hombres de clase media se fijaban casi exclusivamente en las mujeres “top”. ¿Y cómo conseguir cambiar eso? Sencillo. Calentándolos. Un hombre caliente es capaz de follarse una vaca.

Y siguiendo esa táctica llevo 10 años follando lo que quiero y como quiero, y aunque no puedo decir que con quien quiero, tampoco me quejo de mis amantes. Los ha habido más agraciados, y otros no tantos, pero ninguno ha quedado descontento, creedme, porque ese es el secreto de las feas, hacer todo aquello que las guapas no hacen, ya sea por pudor o por asco. Ese es nuestro punto fuerte y yo lo exploto en su máxima potencia.

Para muestra, un botón.

Este fin de semana salí con las chicas. La verdad es que es un grupo majo, ninguna destaca demasiado ni para bien ni para mal (importante). Salimos de cena primero para luego salir de fiesta. Yo llevaba cerca de una semana si pegar un buen polvo, lo que para mi es algo más que una eternidad, y tenía claro que la noche o acababa bien, o acababa bien. Ya cenando me fijé en un grupo de chicos que había unas mesas más allá, un poco de todo, casi todo aceptable, y mientras cenaba y conversaba con las chicas mi mente ya comenzaba a jugarme malas pasadas imaginando cómo sería hacerlo con uno o con otro. Había uno que me llamaba la atención más que los demás, no por guapo o apuesto, si no porque parecía desenvuelto, una persona segura. Me gusta esa clase de personas que transmiten normalidad.

La cena estuvo muy bien, muchas risas, anécdotas varias, algunas subidas de tono, vino para arriba, vino para abajo, y alguna copilla para rematarla. Acabamos y nos desplazamos a pie a la zona de marcha que se encontraba bastante próxima, en la zona del puerto. La noche transcurría con normalidad.

Yo las marchas las divido en cuatro fases. La primera, pasarlo bien, bailar y beber. La segunda, buscar objetivos y dejarse buscar, para ello hay que mostrar un poco de palmito, los hombros desnudos y el escote abierto ayuda mucho. La tercera, cuando me ha buscado alguien a quien yo buscaba, propiciar el aproximamiento. Cuarto, ¿dónde follamos? En ocasiones tienes que ponérselo fácil al chico porque muchas veces no te buscaría si no le haces ver que no encontrará nada mejor. Para ello cruzas miradas, mueves curvas, pones mirada de picarona y lo que haga falta. Una vez ya en el cuerpo el cuerpo basta rozarle un poco en zonas clave y es tuyo. No falla.

Pues este finde estaba yo en esas, buscando mi presa cual leona hambrienta, cuando me doy cuenta de que en el local estaba el grupo de chicos del restaurante. Acto seguido comencé a buscar a mi predilecto, consciente de que si no caía en mis garras otro lo haría. Al no encontrarlo sentí cierta desilusión, pero cuando ya me disponía a decidir su sucesor, mi presa apareció de entre el gentío que se suele agolpar en la zona de los baños y se unió al grupo.

Bien, presa fijada. Lo siguiente, conseguir que se fije en mi. El plan A siempre es intentar que parezca que ha sido iniciativa suya, esto siempre les da una falsa sensación de poder sobre la situación que les envalentona. De no ser así, hay que recurrir al plan B y hacerse notar: se empieza bailando a cierta distancia del resto de chicas, para que te vean … otra posibilidad es soltar una risotada elevada de repente … o un grito de alegría desmesurado al inicio de una canción como si la llevaras esperando toda la noche … todo sirve con tal de que el chico se fije en ti y en cuanto se plantee, aunque sea por un solo momento, en que te habrás de piernas para él … ahí ya es tuyo.

En vista de que él no me prestaba demasiada atención, por no decir que ni se había percatado de mi existencia, tuve que pasar al plan B … Disimuladamente conseguí que mi grupo se desplazara al lado del suyo y, en una de esas y como el que no quiere la cosa, choqué con él ¿sin querer?. Me pidió disculpas como un caballero y yo pensando que lo que buscaba era un golfo. Le dedique la más pícara de mi sonrisas a la vez que le decía que si quería tocarme no fingiera un empujón que eso estaba muy visto. Rojo como un tomate comenzó a balbucear intentando explicarme que no era eso lo que había pasado. Él no lo sabía pero ya era mío, sólo era cuestión de minutos que estuviera encima de mi haciéndome gemir.

Nos presentamos, bailamos, si a lo que él hacía se le puede llamar bailar, nos fuimos separando cada vez más del resto, bailando cada vez más pegados … rozándole cada vez más … Es así de sencillo, ahí él ya me deseaba casi tanto como yo a su polla, que ya había tocado disimuladamente un par de veces y presentaba un buen tamaño, pero una se ha de hacer un poco la difícil, cuestión de amor propio.

El chico resistía la tentación de lanzarse y yo cada vez me impacientaba más. Mi cuerpo quería otra clase de marcha y la quería ya así que me dejé de juegos  y me aproxime a su oído.

- Veo que tienes un problema ahí abajo. ¿Te apetece que lo solucionemos?

El pobre se quedó blanco. Creo que nunca se lo habían puesto tan a huevo. Siguió bailando sin saber que decirme y después de haberlo meditado me dijo:

- Mi familia tiene un velero, si quieres te lo enseño.

De puta madre. Nunca había pegado un polvo en un barco. En el agua si, dentro de ella, tanto en una piscina como en el mar. ¿Pero en un barco? La cosa prometía.

- Ya estas tardando – fue mi respuesta. Directa y mirándole a los ojos. Por cierto, mientras se lo decía le agarraba el paquete, por si las moscas.

Cruzamos la calle y llegamos al muelle. Allí había toda clase de barcos y yo sólo rezaba porque fuera uno de cierto tamaño, que una ha follado en un escarabajo, pero una cosa es hacerlo y otra disfrutarlo.

Llegamos al nuestro, un más que aceptable barco de un tamaño más que aceptable. La cosa prometía. Saltó primero él a la cubierta y luego me ayudó, por lo que me cogió de la mano y aproveche la ocasión para abrazarlo y agradecerle el gesto con un hambriento beso. El besaba torpemente, muy torpemente. En otra situación lo mismo no habríamos pasado de ahí, pero entre mi calentón y el valor añadido del barco, que tuviera polla y que le aguantara dura bastaba para conformarme.

Empezó a manosearme y como me veía venir que éste me desnudaba allí en medio, le dije que entrásemos. Ya dentro de la cabina el chico empezó a sacar cojines, mover maderas y no sé más … el caso es que lo que antes era una especie de comedor ahora era una especia de cama enorme … la cosa gana enteros.

- Tengo que decirte una cosa, no lo he hecho nunca. – Va y me suelta eso así, como el que pide la hora. Ya decía yo que un poco torpe si que era el chico. Puff, piensa en el barco, piensa en su polla, concéntrate y que le den a lo demás.

- Cielo, estoy a punto de hacerte un hombre, vas a recordar tu primer polvo como el mejor de tu vida. Relájate.

Dicho esto hice que se desnudara y que se sentara en el borde de la cama. Luego, poco a poco, y con bastante movimiento sexy yo también me quite la ropa. Me puse frente a él y le cogí ambas manos. Una la llevé a mis tetas, grandes, con unos pezones rosados enormes, duros como piedras. La restregué en ellos, me estremecí de notar una piel que no fuera la mía. Y la otra la llevé a mi coño. Hice que la frotara, que rozase todo lo que pudiese. Me estaba calentando cada vez más. Comenzaba a gemir, no había vuelta a atrás.

Me arrodillé frente a él y con un pequeño empujón de mi cabeza sobre su pecho conseguí que se recostara. Su polla entonces quedó frente a mi boca. Por fin! La cogí primero con una mano, suavemente, poco  a poco, que el chico era primerizo. Comencé a pajearle y comencé a lamer su polla de abajo a arriba, desde los huevos hasta la punta, una y otra vez. El chico gemía cada vez más y su polla estaba durísima y grande. Si me aguantaba la cosa aún valdría la pena.

- ¿Te gusta?

- Mucho.

-Sólo te pido una cosa, cuando te vayas a correr, avísame.

Asintió con la cabeza y yo seguí a lo mío, hasta que lo vi preparado y comencé a chupársela como Dios manda, metiéndomela en la boca, todo lo que podía, como llevo haciéndolo tanto tiempo …

- Esto es cosa de dos – dije sacándome su polla de mi boca para cogerle las manos y ponerlas sobre mi cabeza. El chico captó la sutil indirecta y empezó a empujármela abajo. Ahora sí, así es como me gusta a mi comérmelas.

Como vi que el chico cada vez gemía más pensé en darle un poco de cuartel, que una polla flácida da poco placer. Me levanté y comencé a deslizar mi cuerpo sobre el suyo, besando y lamiendo su vientre, sus pechos, su cuello y por fin su boca. El agraciado comenzaba a recuperar la respiración y la alerta pasaba de roja a amarilla. Bien.

-¿Te ha gustado cielo?

- Mucho.

- ¿Dónde querrás correrte cuando haya acabado contigo?

El chico se lo pensó. Parecía no atreverse a decírmelo. Por fin se lanzó. – En tu cara, como en las películas –

- Chico malo, eh? Y parecías tonto. Eso vas a tener que ganártelo. Jaja –

Seguimos besándonos. Por fin empezó a usar sus manos y sorprendentemente con algo de criterio. Me acariciaba, en ocasiones con más fuerza, en ocasiones con más dulzura. Yo me movía sobre su cuerpo, notaba aún su polla dura rozando mi coño y pidiéndome entrar. De hecho el chico parecía hacer algún que otro movimiento intentando provocarlo, y como mi coñito ya estaba de sobra mojado decidí que era el momento. Bajé una mano, se la cogí y la encaré a mi agujero, bajé la cadera y antes de darle tiempo para que se enterase lo que había pasado, ya tenía toda su polla dentro de mi.

Comencé  a moverme poco a poco, tampoco quería que el chico se corriera a las primeras de cambio … que una también tiene derecho a disfrutar. Controlaba su respiración y la acompasaba a mis movimientos. De momento su polla aguantaba y yo me tenía que reprimir de no subir más la temperatura del polvo. Una, que es muy sufrida y servicial. Le cogí las manos y las llevé a mis tetas. Me pone una barbaridad que me las cojan con fuera cuando me follan. Mi pelo me tapaba la cara, mi respiración se aceleraba y mis movimientos eran cada vez más bruscos. Veía en su cara como se contenía. El chico se estaba portando a fin de cuentas … y en esas estaba yo cuando alcance mi primer orgasmo de la noche, uno de más que lo que esperaba conseguir al oírle decir que era virgen.

Fue intenso. Me gustó, sobre todo teniendo en cuenta las circunstancias. Se lo agradecí con besos apasionados y contracciones varias. El chaval seguía aguantando, a ver si había dado con un semental en potencia.

- ¿Te has corrido? – me preguntó balbuceando.

- ¿Tú qué crees? – respondí

- ¿Y ahora qué?

- Ahora lo que quieras, ¿qué te apetece?.

Nuevamente le invadió la vergüenza. Su mente y su cuerpo querían hacer cosas que su cabeza no le dejaba pedirme. Lo vi claro, son ya muchos los tíos que me han follado como para no saber de qué pie cojea cada uno.

- Si quieres follarme el culo vas a tener que hacer algo con él antes – le susurré al oído moviéndome aún suavemente con su polla dentro.

Asintió con la cabeza, por lo que yo me quité de encima y me puse de cuatro patas, delante de él. Él se puso detrás. Tenía mis dudas de si sabría preparármelo bien, a poco que hiciera lo que seguramente había visto en las pelis x que se debía de poner en su dormitorio mientras se pajeaba en silencio, la cosa iría bien. Noté como ponía su mano en mi culo e intentaba jugar con él. Primer error. Se la cogí y la llevé a mi coño, lleno de toda clase de líquidos y se la froté … me gustó, pero esa no era su misión. Cuando la tuvo mojada se la llevé a mi culo.

- Con cuidado, poco a poco. Primero presiona un poco, mójalo para que no esté seco nunca, ayúdate si te atreves de tu boca … y poco a poco se irá abriendo para ti.

Me pillo por sorpresa cuando noté como con sus manos separaba mis nalgas y comenzaba a comerme el culo como hacía mucho tiempo que no hacía. Movía su lengua primero de arriba abajo, para luego presionar con ello mi agujero. Despues volvió a poner su mano en mi coño, me metió dos dedos sin avisarme, los movió un par de veces y con ellos empezó a follarme poco a poco mi culo, que ya pedía guerra.

- Ahora – le indiqué.

Se puso nuevamente en posición, yo lleve una mano detrás para controlar la penetración. Comenzó a empujar poco a poco y su polla fue entrando en mi culo, centímetro a centímetro. Uhmm, lo recuerdo y me humedezco. Hay pocos placeres en esta vida mejores que una buena follada por detrás.  

Mi culo estaba de sobra abierto, no en vano lo tengo enseñado. Y el chico había cogido buen ritmo, es una posición sencilla para los hombres y muy placentera para nosotras. Yo aprovechaba para jugar con mi coño. Estaba en la gloria. Y así me llegó el segundo y último orgasmo de la noche. Fue una buena corrida, grité como hacía semanas que no lo hacía y las fuerzas me abandonaron. Mi cara cayó sobre la cama y mis brazos se extendieron, pero el chico seguía dándome, con la polla bien dura.

- Te lo has ganado. ¿Quieres correrte ya? – El chico afirmó con la cabeza por lo que me saque su polla y me baje de la cama. Le indiqué que viniera y estando él de pie me arrodille, para comenzar a comérsela como si me fuera la vida en ello. Era tarde y comenzaba a estar cansada ya, con el deber cumplido quería volver a casa. Se la comía como mejor sé, jugando con sus huevos, con la punta, lamiendo, mirándole lascivamente desde abajo … y el chico seguí aguantando. No me lo podía creer. Otro día habría dado gracias a Dios, hoy no.

Me arriesgué. A veces funciona. Mientras se la comía le cogí los huevos con una mano, jugaba con ellos, pero mi objetivo no era ese. Poco a poco uno de mis dedos se acercaba a su culo, Primero acariciaba el camino, después alcanzó su meta. El chico hizo ademán de quejarse pero le hice callar. Seguí mamándosela mientras me seguía empleando con su agujero, conseguí meter un dedo y empecé a jugar por ahí también. Sus gemidos se convirtieron en gritos de placer y su polla por fin comenzó a escupir leche, espesa y caliente, como a mi me gusta. No deje de chupar, siempre es más fácil de limpiar una corrida en la boca que en la cara y el pelo, y no creía que le fuera a molestar el cambio de planes.

Saque el dedo de su culo, me incorporé, me limpié y me vestí. El se había tirado en la cama y me observaba sin decir nada. Cuando estuve lista me dirigí a la puerta.

- ¿Dónde vas? –

- ¿Dónde crees? A mi casa. – Respondí.

- ¿Y qué ha sido esto? – me preguntó

- El mejor polvo de tu vida – sonreí y así le deje.