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Su caballo Titán, su mascota y ... (2)

en Zoofilia

Desde lejos identificó el vehículo que se acercaba, detrás traía la caravana en la que transportaba la yegua que iba a ser emparejada con Titán, a ver si sacaba un buen potrillo, con esa hembra de color absolutamente blanco, preciosa y virginal.

En el coche también venía la amiga de toda la vida de Maripili, Milagros, con la que tenía absoluta confianza y a la que le contaba hasta el más mínimo de los cotilleos.

Milagros: ¡¡¡Maripili!!! Pero qué guapa que estás, se te ve pletórica, ¿qué tal por aquí?

Maripili: Ufff, fenomenal, tengo que contarte... muchas cosas... sobre todo una... que te va a dejar con la boca abierta... aunque no tanto como cuando yo la abro, jajaja.

Por fin se encontraron después de varios meses sin verse, Milagros tenía un cuerpo tan escultural como el de Maripili, un cuerpo que también había traspasado las fronteras de una vida sexual completamente plena y fogosa.

Milagros: Como sabrás, traemos a Geisha para que disfrute un poco de manera sexual de tu Titán, que ya sabemos que es el mejor fonador del entorno, y queremos sacar una buena yeguada, a parte también de que quiero disfrutar de esa visión tan fantástica como es su miembro descomunal... jajaja.

Por momentos, Milagros se iba poniendo caliente como ella sola, sus pezones eran unos chivatos que indicaban su estado, y eso, lo vio Maripìli, que también se reía y que pensaba “no sabes el gusto que da ese miembro descomunal”.

Iban a pasar juntas el fin de semana, por lo tanto tendrían tiempo de hablar de miles de cosas y disfrutar de muchas más cosas todavía, y lo primero que hicieron fue irse a la habitación de Maripili, donde recordaron infinidad de experiencias pasadas, como aquella en que haciendo de animadoras del equipo de baloncesto de la universidad, decidió todo el grupo, las cinco que lo componían, aparecer sin bragas en la cancha de baloncesto y provocar a todo el personal, que eran espectadores masculinos en su mayoría, incluido el cura que los entrenaba.

Milagros: Hoy venía pensando en el lote que se va a pegar Geisha con Titán, y no sabes lo caliente que me venía poniendo por el camino, tanto es así, que en un momento de distracción, me he deshecho de las bragas, y he venido acariciándome tranquilamente mientras mi padre conducía y se distraía hablando con mi madre, mira, compruébalo.

Tomó la mano de su amiga, que ya sabía que estaba ardiendo de pasión por los abultados pezones, y se la acercó a su desnuda vagina, sus dedos resbalaron hacia su interior sin ningún tipo de obstáculo que le impidiera penetrarla con las yemas de los dedos.

Maripili: Ufff, si que estás caliente Milagros, ahora no vas a quitarme los dedos de donde me has obligado a ponerlos, te vas a tener que aguantar hasta que te corras con mis caricias.

Mientras decía esto Milagros suspiraba y agarraba la cabeza de su íntima amiga, a la que besó con fruición.

Milagros: Siii,... siii... como tu sabes hacerlo... como lo hacíamos en los baños de la universidad... aaahhh... haz que me derrita... con cariño por favor.

Y así empezó ese fin de semana tan particular, con los dedos dentro de la vagina de Milagros que no tardó casi nada de tiempo en buscar el agujero íntimo de Maripili para también destrozarlo pacífica, lenta y cariñosamente para que también disfrutara de lo que le estaba obsequiando su amiga.

Maripili: Mmm... esto no se olvida... nunca... ufff... que me has puesto a mil también...

Ambas se levantaron sus falditas, se retorcían de puro placer, movían sus cuerpos, hasta quedar una encima de la otra, las lenguas se posicionaron donde antes estaban los dedos, que ahora abrían las vaginas y trataban de liberar ese clítoris todo mojado que poseían ambas amigas, lentamente muy lentamente acariciaban las puntas de las lenguas los pequeños puntos de placer, ambas casi gritaban, no debían hacerlo muy fuerte, pero cada vez se movían con más intensidad, el placer lo tenían cerca...

Milagros: Ooohhh, siii... méteme la lengua... hace tiempo que no tengo nada... ahí dentro... últimamente ansío algo muy gordo... ooohhh... estaba pensando en la polla de Titán... –en ese momento Maripili detuvo su lengua, que no su vagina, que empezó a moverse más rápidamente en la lengua de Milagros– no sé qué meterme para imaginar que es tu caballo el que me penetra...

No pasaron más de cinco segundos y comenzó a darle la lamida de clítoris más rápida que jamás le había dado a su amiga, que en nada de tiempo se vio obligada a cerrar sus piernas de puro placer.

Milagros: Ooohhh, Maripiliii, no te detengasss, mmm...

Se corrió tremendamente, casi la deja sin respiración al cerrar sus piernas, y casi al mismo tiempo a Maripili le pasó lo mismo, la regó con sus flujos, llenó toda su boca con la tremenda corrida que depositó en la boca de Milagros, después de ese rato de placer recordado pero no practicado en mucho tiempo, ambas bajaron a ver a Titán.

Maripili: No sabía si contarte este secreto o no, pero ya que has hecho referencia, no voy a tener más obligación que hacerlo... estoy follándome a Titán.

Milagros: No puede ser... tu estás loca... eso entra dentro de mis fantasías o de muchas fantasías femeninas, pero... eso tengo que verlo.

Maripili: Esta tarde, que voy a limpiarlo para tenerlo preparado para mañana, siempre voy sola, vas a verlo.

El resto del día transcurría muy lentamente para Milagros, y llegó la tarde que no terminaba de llegar, entre risas y cariños de amigas, se acercaron a las cuadras, allí estaba Titán, relinchando por el olor de la yegua Geisha que estaba esperando su turno, su vagina también mostraba el calor interno que tenía la hembra animal, y Titán mostraba en su esplendor su grandísimo miembro.

Milagros: No me puedo creer que todo eso te haya entrado, no sabes lo cachonda que me estoy poniendo, tengo que verlo para creerlo.

Maripili: Tu tranquila que el espectáculo lo tienes asegurado, observa.

Rápidamente se deshizo de su falda, esa tarde tenía una idea muy particular, con un trapo impregnó el olor que destilaba la vagina de Geisha y se lo frotó en su propia vagina, ahora también olía ella misma a yegua, con serenidad, atrajo a Titán, que lo acercó a uno de los tabiques de madera, por donde asomaba su cabeza, ella misma se apoyó en ese muro, abrió sus piernas, animó al caballo a subir sus patas delanteras en la pared para apoyarse, y fue cuestión de segundos lo que tardó Titán en atinar después de cuatro intentos, con su mojada vagina con olor a yegua, el grito fue tremendo, aunque seco y casi mudo, después su cara, cambió de dolor a placer, sus piernas se levantaron al sentir la totalidad de los setenta centímetros dentro de su empalado cuerpo con el primer embite que le dio Titán, no fue la primera vez que la levantó del suelo, disfrutaba como loca, y Milagros sentía que los ojos se le salían de las órbitas con esa visión tan esplendorosa, sus manos tampoco se quedaron quietas, entraban y salían a velocidad de vértigo de su ya experimentada vagina, también le bastaron los veinticinco segundos que tardó en correrse Titán para correrse ella misma.

Milagros: Estás loca –casi no podía hablar, tenía la respiración acelerada, el orgasmo había sido brutal.

Maripili: Pruébalo a ver si tienes lo que hay que tener, yo estoy completamente llena.

La recién penetrada por Titán continuaba de pie, con las piernas abiertas, y totalmente inundadas por lo que destilaba su propia vagina, los líquidos del semental, que estaban saliendo muy lentamente de su interior, y con eso que salía también estaba disfrutando, al ser denso como la leche condensada.

Milagros: Pero ¿como se te ha ocurrido?

Maripili: Pues mira, amiga mía, estaba yo en esos pensamientos en que te encuentras tu ahora mismo e ideé un plan, a sabiendas que nadie entraba, me construí un tipo de “arnés” con el que colgarme en los bajos de Titán, y así poder dejarme penetrar, lo he pasado muy bien las veces que lo he hecho, hasta que un día decidí hacer de yegua de verdad, así de pie, aunque nunca he conseguido tanto fluido de una vagina de yegua, hoy ha sido de fábula, te lo recomiendo, mira, ahí tienes el arnés, cuando quieras... lo probamos.

A Milagros se le ocurrían mil cosas, mil momentos, no sabía cuando podía suceder lo que se le estaba pasando por la cabeza, no podía esperar mucho tiempo, su vagina estaba ardiendo por la visión que había tenido hacía escasos minutos.

Se hizo de noche, todo el mundo se fue a descansar, sólo estaban en vigilia los guardias que tenía contratados el padre de Maripili, y también Milagros, que tenía un plan, pero que no se lo había comunicado a Maripili, un poco por vergüenza, y por practicar lo que iba a enseñar a su amiga al día siguiente.

Así que con pasos gatunos, con solamente una bata por prenda, totalmente desnuda por su interior, pensó que sería el mejor momento para ir a dejarse follar por tremendo semental, sabía donde estaba el arnés, sabía de la ubicación de su yegua y del caballo, y no lo dudó un momento, se dirigió a la cuadra.

Un poco a ciegas, porque no había mucha luz, se hizo del trapo que todavía olía a sexo de yegua, se lo restregó bien restregado por su vagina y parte de su cuerpo, sus glúteos y su estómago, totalmente impregnada se acercó a Titán, que solamente con olerla, empezó a dejar asomar lo que tanto ansiaba Milagros, que estaba loca de contenta, porque parecía que todo salía a la perfección sin haber hecho todavía el más mínimo movimiento.

Como pudo, colocó el arnés en su lugar, colocó todo como le había dicho Maripili, la banqueta donde apoyar su espalda para poder situarse cómodamente y dejar a su libre antojo hacer a Titán con su vagina todavía inexperta en pollas de caballo lo que quisiera, puso sus pies en su sitio y... comenzó el acto tan ansiado.

Milagros: Ufff, Titán... penétrame... despacito... –todavía no sabía lo que se le venía encima, despacito decía–, pero hazlo de una vez...

Su vagina emitía flujos por todos lados, el caballo estaba como loco, tratando de atinar, daba una y otra vez con sus cuartos traseros, Milagros se trataba de posicionar para que la penetración fuera realizada, por desgracia no terminaba de producirse.

Entretanto, Titán, seguía dando empujones con sus cuartos traseros, rozaba la juvenil vagina, casi enganchaba pero no terminaba de acertar, en eso que vio la puerta de su espacio abierta y comenzó a moverse, mientras seguía tratando de penetrar a su singular yegua.

Milagros: Siii, ve a buscar a Geisha... eso te pondrá más caliente... y podrás por fin hacer cumplir mi sueño...

No cabía en su ser, se agarró como pudo al arnés para no caerse, ahora iba en volandas, con sus pies trataba también de atinar en el pollón del machote que en breve le iba a regalar muchísimo placer, mientras seguía en movimiento, pero... en dirección a la calle.

La dueña de Geisha casi se vuelve loca cuando observó el movimiento del caballo...

Milagros: Nooo –gritaba en bajito para no ser oída– nooo... no salgas a la calle... –trató de deshacerse del arnés, pero no podía se notaba atrapada.

En ese momento que traspasaba el umbral de la puerta, por fin acertó con lo que la nueva hembra ansiaba, la penetró en su totalidad, y empezó a moverse dentro de Milagros.

Los vigilantes se alertaron del ruido ocasionado, un grito seco salió de la boca femenina, casi se desmaya, trataba de quitarse de encima a Titán, pero no podía, y ahora, menos, pues la tenía totalmente empalada, y se movía rápidamente dentro de ella.

Los vigilantes se estaban acercando al extraño caballo que tenía en sus bajos algo que no era normal, al ser de noche no se percataron que era la amiga de Maripili la que se encontraba en ese lugar tan inesperado, y mucho menos, totalmente penetrada por la polla del animal.

Mientras se iban acercando, Titán continuaba follándose a Milagros, que no cesaba en sus movimientos, por una parte placenteros, pero completamente asustada y deseosa que aquello acabara, ese medio minuto parecía que no acababa nunca, con sus piernas daba patadas a Titán pero por otra parte disfrutaba de la tremenda follada a la que estaba siendo sometida, no tardó nada de tiempo en correrse, y ahora bajo la mirada de los vigilantes, que se estaban poniendo muy cachondos también.

Cuando de pronto, en uno de esos movimientos tratando de escaparse de su ansiado penetrador, consiguió que le desocupara la vagina, por unos segundos respiró, tanto por la liberación, como por el orgasmo obtenido, sus lágrimas por la vergüenza empezaron a resbalar por sus mejillas, sabía que la observaban, pero no sabía que Titán no había terminado lo que había comenzado, y continuaba dando empellones, y uno de ellos, volvió a atinar para ubicarse esta vez en el pequeño agujero anal, que casi destroza por completo a la inesperada folladora que tenía bajo su cuerpo.

Milagros ahora sí que no sabía qué hacer, esta vez sintió como un mareo, tanto por el dolor ocasionado como por el resto de cosas que pasaban a su alrededor, Titán seguía moviéndose, sin piedad, la penetró en su totalidad por el ano, esta vez para no detenerse, puesto que su hembra ya no se oponía a nada, solamente se dejaba follar por ese caballo que ya conocía el cuerpo femenino de una mujer, pero jamás del ano de ninguna, lo penetró hasta hacer golpear sus testículos con el depilado coño de su hembra, su polla salía y entraba sin pudor, a toda prisa, parecía que hasta le complacía más aún de lo que nunca había sido complacido, y llegó el instante en que depositó sus litros de semen en tan especial cubículo, con la polla totalmente metida en ese agujero, totalmente quieto, y Milagros con un rabillo de baba cayéndole por la comisura de los labios, empezó a descargar semen y más semen, parecía que lo que le entraba por el culo le salía por la boca, Milagros ya estaba hecha a todo, no sufría, estaba relajada, disfrutaba, y hasta parecía que tenía la vista perdida, aunque tenía todas las constantes vitales perfectamente.

Los vigilantes se acercaron cuando vieron que el caballo descabalgó de la cópula recién terminada.

Lo primero que pensaron fue en llevarse a la chica y disfrutarla como plenamente tenía que haber hecho, pero no se atrevieron, la descabalgaron de su particular cabalgadura y trataron de localizar a Maripili, ella sabría cuidar de la recién follada y también desvirgada analmente por un caballo, Milagros.

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