miprimita.com

Xalapa Erótica 1: Yazmín (Capítulo 1).

en Intercambios

Xalapa Erótica 1: Yazmín (Capítulo 1).

         Mientras él conduce, miras por el espejo lateral el camino que va quedando a tus espaldas. Ya son casi veinte minutos de camino. Te preguntas cuánto tiempo más van a demorar. Por puro instinto estás a punto de preguntarle, pero razonas que lo mejor sería dejarlo hacer su trabajo. Como si fueras todavía una chiquilla, comienzas a sentir los nervios de cuando exponías un trabajo enfrente de la clase, o era momento del examen oral de inglés. ¿Será que la decisión fue la correcta? Quizá es tiempo aún de hacerse para atrás y pensar en otras alternativas. No, así como lo planteamos saldrá todo bien. Además, recuerdas todo lo que perdieron al paso de los años. Si esta no es la forma de resurgir entre las cenizas no existe otra. Es como una última oportunidad.

         -¿Nerviosa?- escuchas la voz de Julio. Una voz imponente que te conquistó desde el día en que lo conociste. Siempre te había inspirado confianza, y hoy no es la excepción.

         -Sí… Todavía no estoy segura de lo que vamos a hacer… ¿Crees que es lo correcto?- le preguntas intentando mantener la calma, proyectando una inseguridad que en el fondo no tiene bases.

         -Creo que puede ayudarnos mucho. Llevamos quince años juntos, amor. ¿Recuerdas cómo éramos cuando teníamos veinticinco? No parábamos de tener sexo…

         -¡Julio!...- sonríes pícaramente, moviendo también la cabeza de un lado a otro, como queriendo hacer que él notara cierta negación en su comentario.

         -Ahora tenemos cuarenta años, amor. No somos unos ancianos. ¡Para nada que somos ancianos! Creo que la imposibilidad de ambos para tener hijos no fue un castigo. ¿Te imaginas cómo estaríamos si hubiéramos podido?

         -¡Cuarenta años!... ¿Qué pasó? No noté el paso del tiempo. Es que vivir a tu lado ha sido una aventura increíble. Por lo mismo no entiendo cómo ocurrió lo que nos orilló a esto…

         -¿Nos orilló a esto? No lo digas así. Todo fue culpa de ambos, ciertamente, pero no es el fin del universo. Sé que ellos nos van a ayudar. Yo creo que lo que nos afectó tanto fue la monotonía, un poco la rutina. Sabes bien que nos hemos dedicado arduamente al trabajo. Nuestros ahorros son estratosféricos, vivimos bien, y podemos vivir mejor. Pero el aspecto físico pasó desapercibido, y ahora sentimos un rechazo temporal hacia el otro. ¿Recuerdas lo que dijo el primer consejero?

         Generalmente, no te gusta que se hablen de esos temas, pero hoy no parece ser correcto dejarlos atrás. Cierras los ojos y haces un poco de memoria. A la mente te vienen las palabras “aburridos, cansados, asexuales”. El primer consejero fue por las ramas fuertes. Dijo que quince años habían sido suficientes para eliminar los rastros de atracción física entre nosotros. Piensas en ese viejo, y ahora sabes que si volvieras a toparlo le darías una patada en el trasero. No obstante, manejó una idea que les dio esperanza; “un rechazo temporal”. Hasta donde entiendes, esa palabra quiere decir “no eterno”.

         Una curva cerrada en el camino te saca del universo mental. Pronto reconoces que lo que van a hacer será benéfico para ambos. Quizá hoy mismo puedas tenerlo de nuevo, puedas verlo y sentir esa excitación de cuando jóvenes. Los nervios vuelven a recorrer tu cuerpo. Cruzas las piernas y las vuelves a colocar en su forma natural una y otra vez. Buscas con desesperación el celular en tu bolsillo. Desbloqueas la pantalla táctil y ves la hora. Ya son las nueve de la noche. Van a llegar tarde.

         -¿Ya es tarde?

         -Es la hora exacta. ¿Nos falta mucho de camino?- preguntas con cierta desesperación.

         -Dos minutos, amor. Sólo dos minutos.

         Tanteas nuevamente el contenido de tu pequeña bolsa blanca. Encuentras un espejo de maquillaje y se contemplas unos segundos. Tu cabello chino, rubio y a los hombros se ve encantador, llevó sólo media hora componerlo. El maquillaje está perfecto, no te excediste en algo; sombra oscura ligera, rímel básico, pómulos ligeramente marcados, labios rojos intensos. Si tan solo tuvieras los ojos de color, te sentirías más que una Diosa. Escogiste los aretes con perla que te regaló Julio en alguno de sus aniversarios. Una gargantilla negra que se ajustaba bastante bien a tu cuello. Por el resto no había de qué preocuparse. Te vestiste como lo hubiera hecho cualquiera que tuviera la intención de seducir a un hombre. Vestido corto de color rojo, sin escote, pero con la espalda completamente desnuda. Pulsera dorada, sin el anillo marital, zapatillas abiertas y altas de color negro. Te juras que de no ser porque conoces tu edad, podrías pasar por una jovencilla.

         Finalmente, Julio detiene el auto. Observas a tu izquierda, y puedes ver una casa imponente. Tan grande en fachada que calculas que podría caber tres o cuatro veces tu casa en ella. Escuchas el sonido del cinturón de seguridad desabrochándose. Volteas rápidamente y buscas la mano de tu esposo. Al parecer, él entiende a la perfección tus sentimientos, ¿y quién no lo haría? Probablemente está tan nervioso como tú.

         -Tranquila, cariño. Todo saldrá bien…

         -Sí, está bien. Me calmaré. ¿Qué sabes de ellos? Es que con los nervios todo se me olvida.

         -Pues se llaman Enrico y Nina. Son un par de jóvenes universitarios. Les gusta platicar y conocer personas. Disfrutan de las cenas bien cocinadas y les gusta viajar por el país. Creo que sólo eso… Bueno, ahora también sabemos que pueden ser millonarios.

         Él suelta una pequeña carcajada, pero a ti no te llega el chiste hasta unos segundos después. Julio suelta tu mano y abre su la puerta del auto. Te preparas psicológicamente y haces lo mismo que él.

         -¡Te ves hermosa! Verás que ellos te lo dirán.

         -Gracias. Tú también te ves bien.

         Él traía puesto un conjunto de camisa y pantalón de vestir de color azul marino. Llevaba una chamarra de piel color negro en las manos, por si acaso fuera hacer frío o algo por el estilo. Ciertamente se ve bien, pero sabes que falta algo. Algo que tenía años que no encontrabas.

         -Bien. Pues es el momento, amor. ¿Preparada o quieres dar un repaso al plan?

         -No, estoy preparada. Bueno… ¡Tengo una duda!... Es que no sé si esto saldrá del todo bien. Platicaremos y cenaremos con ellos. ¿Crees que hoy mismo pasen… pues cosas?

         -Eso no sería raro. Es muy probable que pasen cosas. Lo importante es estar abierto al momento. Hay que esperar a que no pase algo, de esa forma, todo lo que suceda será ganancia.

         -Es que no sé si voy a poder aguantar. ¿Y si ella es más hermosa que yo? ¿Qué tal si no vuelves a verme igual?... ¿Y si ella besa mucho mejor que yo?...- dejas que tu cuerpo te venza a la espalda. Tienes ganas de regresar al auto y olvidar todo el asunto. Piensas que, tal vez, lo mejor sería separarse. Él encontraría a alguien más, y seguramente tú también.- Es que creo que…

         -¡No te preocupes! Nosotros estamos casados, ellos están comprometidos. Lo que pase será cosa de una noche, o tal vez dos. Ellos no dejarán de amarse el uno al otro, igual que nosotros. Si vamos a intentar esto lo haremos como esposos. No como chiquillos tontos experimentando cosas. Lo de hoy es algo serio.

         Julio se acerca a tu rostro y te planta un beso en los labios. Tu le respondes con el mismo gesto. Luego das un pequeño brinco al notar las manos de él en tu espalda desnuda. Por unos momentos el ataque de nervios y pánico se pierde. Te comienzas a sentir un poco más tranquila. Quizá de verdad todo saldrá bien.

         Después de haber tocado el timbre, respiras profundo. Te entregas al momento. Tienes fe en que es el camino verdadero a seguir. No hay lugar para la perversión en la reconstrucción de una vida sexual agotada. Pero eso está por cambiar. Si la oportunidad se presentaba, entonces no dudarías en hacerlo. En el fondo estás tan insatisfecha como, quizá, lo esté él. Serán casi cuatro años sin haber disfrutado de un orgasmo, del cansancio que produce una buena sesión de sexo. Pero lo de hoy se antoja enigmático. ¿Qué tipo de hombre será aquel con el que probablemente tengas relaciones? ¿Cómo será besar a otro, tocar a otro, cómo será, al mismo tiempo, él contigo?

         Y por el otro lado llega a tus pensamientos las mismas preguntas, pero con otro protagonista. Antes de que te pusieras a razonar, la puerta principal de la tremenda casa se abre. Lo que ves no te desagrada en absoluto.

         -¡Buenas noches!... ¿Julio y Yazmín?... ¡Qué bueno que llegaron!... Y sobre todo, ¡qué puntuales! Vengan, pasen… Nos presentamos adentro. Sean bienvenidos.

         ¡Es un verdadero chamaco! Tiene pinta de niño. ¿Tendrá, al menos, los dieciocho? Y mientras los siguen por el elegante laberinto residencial, lo revisas por la espalda. Cabello largo, espalda enorme, no se le ve el trasero, lleva puesto un pantalón de vestir negro y una camisa blanca. Parece mesero con ese uniforme. No está nada mal el pequeño. Pero la diferencia de edad se abisma entre ambos. ¿Será que hay probabilidades de lograr algo ahora? ¿Le habrás causado el mismo impacto que él a ti?... ¡Por supuesto que no! Eres una señora. Comienzas a sentir la incomodidad que te regalan tus años. Aún así, no te dejas ganar. Levantas la frente y te aferras al brazo de Julio. Tu porte se ve galante, y de la manera en que estás vestida puedes pasar por una chica, de eso no hay duda.

         Llegan en poco tiempo a la sala. Pero no parece, en ningún sentido de la palabra, una sala. ¡Está verdaderamente gigante! Piso de madera con alfombra en el centro, muebles de cinco, cuatro, tres y una persona, son de color blanco y con textura aterciopelada. La mesa de centro, que descansa sobre la enorme alfombra tiene flores artificiales del tamaño de un armario. Puedes ver una chimenea, pero no está prendida. No hay televisión. Los decorados son cuadros de oleo, con imágenes que no reconoces, lámparas de pared con forma de candelabros finos, una gran masa de cristal cuelga del techo. Hay una ventana enorme desde donde se pueden ver las luces que iluminan su gran patio. El aroma del lugar es abrumadoramente esquicito.

         -Por favor, tomen asiento, amigos. Ya le digo a mi novia que baje. ¡Pónganse cómodos! Vuelvo en un par de segundos.

         Su nombre es Enrico. Es un chico muy atractivo. En ningún momento te sentiste observada lascivamente. La cortesía que salía del tono de su voz invitaba a creer que tenía una educación bien estructurada. Sientes que te jalan de la mano derecha. Volteas, aún pensando en las maravillas que están a la vista. Julio te insiste con un movimiento incitador a tomar asiento en la lujosa sala. Así lo haces.

         -¡Qué bárbaro, mira el lugar, amor!...

         -Es muy elegante. Tiene mucha clase. Pero… No lo entiendo. ¿Quién será el dueño de este castillo?

         -Seguro que el dueño es Enrico. ¿Viste qué joven es?... ¿Qué opinas de él, amor?- Reconoces de inmediato el tipo de mirada que Julio te dirige. Hay cierta malicia en sus ojos. Te sorprendes un poco, pero le llevas el juego.

         -¡Es verdaderamente joven!... Lo primero que tenemos que hacer es preguntar sus edades. No quiero tener problemas después.- respondes con moderada facilidad.

         -No hay que preocuparse de eso… Pero no contestaste mi pregunta. ¿Qué piensas sobre el chico?

         -¿Qué te puedo decir? Es visualmente atractivo. Se ve que tiene modales muy refinados. Si antes me sentía nerviosa, ahora me siento intimidada. ¡Parece tenerlo todo! ¿Qué estaba pensando al aceptar una invitación como ésta?

         No tienen la oportunidad de seguir platicando. Diriges la mirada hacia lo que parecían ser una escaleras reales. De hecho, estás segura de que son a base de mármol. El barandal está tan brilloso que refleja las luces que pueden afectarlo. Ya en el último escalón, se encontraba la joven pareja. No puedes hacer otra cosa que quedarte como estúpida observándolos. Probablemente Julio esté tan impresionado como tú.

         -Julio, Yazmín. Quiero presentarles a mi novia, Nina.- anunció como pregonero Enrico.

         Ella lucía el cabello recogido con un adorno en lo alto de su cabeza. Su piel amistaba las tonalidades claras y morenas. Sus largas pestañas se movían a un ritmo calmado. Nos sonrió muy amablemente. Llevaba unos colgantes de color dorado, un collar de perlas corto y un adorno en el brazo izquierdo. Con cada paso que da hacia su dirección, observan el delicado movimiento que su vestido rojo, probablemente de seda. Buscas con cierto anhelo un desperfecto en ella, pero la lucha parece ser en vano. Bajas un poco más la mirada y te deleitas con sus piernas. Te sientes como si ella estuviera modelando en pasarela. Los sonidos de sus tacones resuenan por toda la habitación. Finalmente ella se sienta junto a Enrico en el mueble de tres personas.

         -Bueno, yo me llamo Enrico. Trabajo en Eclipse Microsistemas. Tengo una maestría en Diseño Multimedia. Mi sueño de la vida es viajar al extranjero y hacerme de un trabajo diferente en algún país con un mercado laboral estable.- hubo un silencio absoluto. Piensas que no importa qué es lo que puedas decir, jamás igualarás las proezas del chico. Para tu buena suerte, Julio es el siguiente en hablar.

         -Pues yo soy Julio. Trabajo en el área de administración de una de las agencias de seguros Stay Well, Be Happy. Estudié sólo la licenciatura en Administración de Empresas. Y mi sueño de la vida aún no se me revela, pero confío en que cuando lo haga, será al lado de mi esposa.- la mano de tu esposo reposa sobre tu suave muslo. La mueve a manera de cariño, o eso es lo que se puede pensar.

         -Mis amigos y familiares me dicen Nina. Tengo un puesto de docente en la Facultad de Historia de la Universidad Veracruzana. Estudié mi licenciatura en ese mismo lugar y estoy haciendo mi maestría en Sociología Local. Me meta es disfrutar tanto como pueda de las experiencias que te oferta la vida.- su voz era suave y melosa. Si es maestra de seguro carece de autoridad enfrente de sus grupos. Ni siquiera aparenta tener carácter. Quizá entró ahí por influencia de algún conocido. Interrumpiendo tus pensamientos sientes el peso de las miradas de los demás. Es el turno de que hables un poco.

         -Me llamo Yazmín. Trabajo en una reconocida empresa de Traducción e Interpretación. Estudié la licenciatura en Lengua Inglesa, y tengo una maestría en Traducción de Textos Humanísticos. Mi objetivo en la vida es crecer tanto persona como en lo económico y social.- al finalizar tu participación, observas que la pareja de enfrente esboza una sonrisa sincera. Cualquiera pensaría que se murmurarían algo al oído, pero fuera de la sonrisa no abrieron la boca.

         -Bueno, para conocernos un poco mejor, preparamos una cena ligera y deliciosa. Pero antes nos gustaría saber algunos datos específicos de ustedes. ¿Está bien?

         Julio permanece callado y a la espera. A ti no te queda nada más que hacer lo mismo. Aunque en el fondo hay ciertas ansias de hacer preguntas también.

         -Primero vamos con lo obvio y lo que no puede pasar por alto. ¿Qué edad tienen?

         -Yo tengo cuarenta y un años. Ella tiene cuarenta.

         -¡Órale! No me lo creo, amigos. Te juro que les daba de menos. ¿Cómo se conservan así?- apuntó con amabilidad Nina, quien cruzó las piernas y dejó entrever un poco más de piel. Tú permaneces callada. En la mente hay abstracción, pero planeas darle forma a todo esto tan pronto como tengas la oportunidad.

         -Mi chica tiene razón. Se ven de menor edad. Pero eso no nos importa. Ambos creemos en el poder de la experiencia. Nosotros tenemos veintiséis años. Aunque yo soy un par de meses más grande que ella. Ahora bien, ¿qué preferencias sexuales tienen?

         Tanto Julio como tu quedan mudos por un momento. Rompes la incomodidad de la pregunta con una carcajada poco sonara, pero siempre con el respaldo de tu esposo. Buscas la mirada de él y cuando la encuentras sabes que está pensando lo mismo que tu.

         -Pues de momento somos heterosexuales. ¿Qué no es lo mismo con ustedes, chicos?- afirmas y contestas sutilmente.

         -Más o menos.- participó la joven. Por alguna extraña razón no puedes dejar de mirar sus movimientos. ¿Será que es tan sensual que apenas tu mente lo comprende?- Se podría decir que somos heterosexuales también. Pero hemos experimentado algunas cosas. Hace tres meses conocimos a una pareja de chicos gay. Tanto Enrico como yo participamos en algunos encuentros sexuales.

         Notas que Julio se empieza a mover incómodo en su lugar. Si no lo conocieras desde hace más de quince años, jurarías que estaba todo en orden; lógicamente no es así la realidad. Sabes lo que está pasando por sus pensamientos.

         -¿Por qué decidieron dar este paso? No cualquier paraje se anima a hacer “intercambios”. Se debe tener un respeto por la sexualidad que pocos comprenden. No es una orgía. No se trata de mera perversión. Los sentimientos que involucra son intensos, y por lo mismo merecen un trato especial. ¿Qué piensan sobre eso?

         Otra vez sientes la mano de tu hombre sobre tu muslo. Ahora está apretándolo con delicada fuerza. Crees que los nervios ya se le han encarnado. Así las cosas ya no tienen futuro. Tendrás que contestar la pregunta tu misma, de otra forma terminarán hechos piedra y el trabajo de haber llegado hasta ahí habrá sido poco remunerado. Te aclaras la garganta y comienzas tu breve explicación.

         -Algo ya no funciona con nosotros. Intentamos doctores, pero poco ayudaron. Creemos que una experiencia como ésta puede ayudar a recuperar sensaciones intensas. Jamás hemos vivido algo así, pero nos informamos lo más que pudimos. Según nosotros, no hay problema alguno con estar aquí. Esperamos también recibir el respeto que nosotros mismos intentaremos dar.

         ¡Épico! Piensas que el mismo Presidente de la República no pudo haber hecho algo igual. Te parece que los has dejado satisfechos con tu respuesta. Nina se levanta y camina en tu dirección. Le sostienes la mirada unos segundos y luego volteas a ver a tu esposo.

         -Bueno, vamos a cenar. Tú te vienes conmigo, cariño.- ella te ofrece su mano y tú la tomas un poco dubitativa. Cuando lo haces, te impacta la suavidad de su piel. Comienzas a ponerte impaciente y lo reflejas con el sudor que empieza a emanar de tu propia mano.- Te sentarás a mi lado. Tenemos muchos que platicar. Además, tendrás que ponerme al tanto de todos los gustos de Julio, ¿vale?

         -Sí, vale.

         Te dejas guiar por aquella chiquilla a la que casi le doblas la edad. Ya paradas, una enfrente de la otra, notas que ella es un poco más baja. Aún así su personalidad llena cualquier espacio que su físico no logre. La sigues sin oponer resistencia. Atraviesan un gran marco y llegan de inmediato al comedor. Prefieres ahorrarte las impresiones y te dedicas sólo a apreciar la gran mesa de madera y las imponentes sillas acojinadas. Nina jala una y te sienta sobre el cojín. Ella hace lo propio con la silla que esta a tu lado. Se acerca lo más posible y te murmura al oído.

         -Yaz, ellos no tendrán piedad de contarse nuestras intimidades. Propongo que hagamos lo mismo. La cena no durará para siempre, y si no nos ponemos al corriente de los gustos y disgustos de nuestros hombres, la noche será todo un fracaso. ¿Me entiendes, amor?

         -Sí…- la actitud que mostraba no era diferente. Seguía utilizando su suave voz contigo. Cuando ella se vuelve a acercar, junta sus labios a tu oreja izquierda. Un cosquilleo te recorre la espalda, y pronto la piel se te enchina por la sensación.

         -Espero que Julio tenga un pene más grande que el de Enrico. Soy insaciable cuando estoy con alguien nuevo. Se nota que él sabe lo que hace. Sólo de pensarlo me estoy excitando. ¿Crees que le gusto?

         -Yo… La verdad creo que…- no importa lo que crees. La declaración que apenas escuchaste te está mermando la capacidad de razonar. No sabes si estás cómoda o incómoda, accesible o inaccesible. ¿Qué vas a hacer? Nina se está impacientando, mejor contesta algo, lo que sea.- Yo pienso que le encantas. La verdad eres hermosa. No dudo un segundo en que estará más que feliz de estar contigo.

         -¡Eres un sol, cariño!- se aproxima hacia ti de nuevo… ¡Espera!... ¿Qué está pasando? Su nariz está junto a la tuya. Sus ojos están clavados en los tuyos. ¿Qué vas a hacer? ¿Se trata de un error? ¡Voltea a otra dirección! ¡No, mejor quédate y ve que pasa! En cosa de milésimas de segundo, ella cierra los ojos y reduce a cero la distancia entre ambas bocas. ¡Te está besando!... No busca tu interior, sólo es un beso como cualquiera en los labios. ¡Tranquilízate, mujer! Cierras los ojos también y con un leve movimiento le haces entender que respondes su gesto. El beso termina en cinco o seis segundos. Nina se aleja un poco y limpia sus labios con la lengua. Hace una mueca como de estar saboreando lo que acababa de probar.- Enrico se dará un manjar con esos labios tan hermosos y tersos que tienes. ¡Qué envidia! Me gustó tanto tu boca.

         No sabes qué responder. Pero no importa, los hombres están llegando a la mesa. Ellos se sientan al lado opuesto. Quién sabe qué conversación se produjo mientras se quedaron en la sala, pero se notan un poco más abiertos el uno con el otro. Al principio tenías dudas, pero hasta donde ha transcurrido la noche, todo promete estar divertido.

         -¡Bien, damas! Vamos a comer. No hay prisa, que todo se disfrute y goce. Hoy estamos celebrando el nacimiento de nuestra relación.

         Piensas que no pudo haber escogido mejor palabras que esas.

CONTINUACIÓN: Yazmín (Capítulo 2).