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Harry Potter: Segunda historia omitida

en Parodias

En aquella ocasión resultaba difícil moverse bajo la capa con el pesado huevo en un brazo y el mapa sujeto delante de la nariz con el otro. Pero los corredores estaban iluminados por la luz de la luna, vacíos y en silencio, y consultando el mapa de vez en cuando Harry se aseguraba de no encontrarse con nadie a quien quisiera evitar. Cuando llegó a la estatua de Boris el Desconcertado -un mago con pinta de andar perdido, con los guantes colocados al revés, el derecho en la mano izquierda y viceversa- localizó la puerta, se acercó a ella y, tal como le había indicado Cedric, susurró la contraseña:

 

  • “Frescura de pino.”

 

La puerta chirrió al abrirse. Harry se deslizó por ella, echó el cerrojo después de entrar y, mirando a su alrededor, se quitó la capa invisible.

 

De pronto, oyó una voz de mujer que gritó:

 

  • ¡Petrificus totalus!

 

Acto seguido, notó como su cuerpo quedaba totalmente paralizado, provocando que cayeran de sus manos el mapa del merodeador y el huevo del torneo con un fuerte estrépito en el suelo. Harry también quedó tendido sin poder ver nada más que el techo. No entendía nada de lo que había pasado, puesto que había ido comprobando con el mapa que no había nadie por la zona.

 

  • ¡Vaya, Harry! La verdad es que no te esperaba. -dijo la misma voz. ¡Era Hermione!- ¿Cómo has llegado aquí? ¡Finite!

 

Harry recuperó así la movilidad, dispuesto a levantarse jadeando del susto, pero unas cuerdas salieron de la varita de Hermione atándole los brazos a la espalda y desestabilizándole las piernas, haciéndole caer boca arriba de nuevo.

 

  • ¡Hermione! ¿Se puede saber qué haces?

  • No está bien interrumpir las citas de la gente, Harry... -dijo con una sonrisa maliciosa- Fíjate con quién estoy.

 

Las cuerdas levantaron el cuerpo de Harry mágicamente y le encararon hacia un lado de la estancia. En un rincón estaba Angelina Johnson, la cazadora del equipo de Gryffindor, también atada por arte de magia, con los brazos inmovilizados atrás, y las piernas completamente abiertas, formando una “T” invertida perfecta, y levitando en el aire a medio metro del suelo. Debía estar además silenciada por algún hechizo, porque abría la boca como para gritar sin emitir sonido alguno. También suspendido en el aire, justo debajo suyo, había lo que parecía un dildo de color púrpura que mágicamente iba ascendiendo y descendiendo, penetrando así entre las piernas de Angelina.

 

  • ¡Pero Hermione! ¿Qué significa todo esto? -exclamó Harry, que no salía de su asombro y sin entender nada. Le parecía todo tan surrealista que llegó a pensar que estaba soñando.

  • Relájate, Harry. A ver, Angelina y yo nos estábamos divirtiendo hasta que has llegado tú por sorpresa. Pero bueno, así aumentará la diversión -añadió con una sonrisa pícara.

  • Pero... ¿es consentido por ella? -preguntó Harry, echando un vistazo a la cara de Angelina, quien estaba con los ojos cerrados y la boca abierta, totalmente desnuda y respirando muy deprisa.- Si no, ¿para qué las cuerdas?

  • En realidad la he obligado a venir... -suspiró Hermione sin dejar de sonreír- Pero mañana no lo sabrá. Ni tú tampoco. En realidad llevo haciendo esto mucho tiempo, y lo seguiré haciendo mientras me divierta. Básicamente lo que hago es apresar a una víctima y traerla mediante magia aquí por la noche, donde nunca hay nadie. Por cierto, el mapa del merodeador no funciona en esta estancia, como ya me ocupé de comprobar, por si lo mirabas en alguna de mis excursiones... Total, que me divierto aquí con mi presa, que hoy era Angelina y ahora lo eres tú también, y al acabar le borro la memoria mediante un hechizo, de manera que al día siguiente sólo yo me acuerdo... -relató Hermione, con una risita.

  • ¿Hablas en serio? -preguntó Harry sin dar crédito a sus oídos.

  • ¡Por supuesto! Fíjate -dijo Hermione, apuntándole con la varita- ¡Silencius!

 

Harry también quedó silenciado, sin poder decir nada por la boca. Además, mágicamente, las cuerdas que lo ataban se movieron y lo acercaron lentamente a Angelina, que lo estaba mirando con cara de impotencia. Hermione colocó a Harry justo debajo, y antes de continuar, se dispuso a desnudarlo. Al dejarle el pene descubierto, Hermione sonrió al ver que estaba ya semi-erecto, debido seguramente a la visión de Angelina en ese estado. Lo cogió con una mano y lo masajeó un poco, escupiéndole encima y provocando así que acabara de endurecerse del todo. Entonces, cogió el dildo y lo lanzó a un rincón, y después de inmovilizar a Harry boca arriba, apuntó a Angelina con la varita. El cuerpo de la chica empezó a moverse arriba y abajo, aún formando una “T” invertida perfecta.

 

Harry notó cómo su pene penetraba los labios inferiores de Angelina de forma muy placentera. Así mismo, se fijó en la cara de la muchacha, que había vuelto a cerrar los ojos y abría la boca de placer. No se oía nada más, puesto que ambos estaban silenciados.

 

  • Qué monos estáis... ¡estáis para foto! -dijo Hermione, sacando una cámara de repente- Otra más para mi colección -susurró mientras los apuntaba con la cámara y se oía el “clic” y se producía un fogonazo- Mira Harry ahora te enseño algunas fotos que he sacado en mis excursiones aquí.

 

Fue un momento a buscarlas a algún rincón de la habitación a donde la vista de Harry no alcanzaba, y volvió con unas cuantas fotografías que se movían. Angelina seguía flotando, moviéndose arriba y abajo, cubriendo el pene de Harry. Era una sensación maravillosa.

 

  • Mira aquí sales tú, aunque no lo recuerdes. Ella tampoco, tranquilo.

 

Le mostró una foto en que salía Ginny cabalgando encima de Harry, en los mismos lavabos. Se le hacía rarísimo ver una foto así sin recordarla en absoluto. Hermione fue pasando fotos en las que salían en situaciones parecidas Luna, Ron, las gemelas Parvati y Padma...

 

  • Con las gemelas hice mi jugada maestra. Era el reto más complicado porque había que apresarlas a ambas y encima una es de Gryffindor y otra de Ravenclaw. Pero lo logré -dijo Hermione mirando risueña la foto de las hermanas- Ni te imaginas lo zorrillas que pueden llegar a ser. ¡Igual que Luna! Por cierto a Luna también le han crecido bastante los pechos, casi como a Ginny, ¿te has fijado? Lo que pasa es que no se nota por la ropa que lleva...

 

Hermione iba hablando sola mientras los otros dos follaban obligados y en silencio.

 

  • Por cierto, he descubierto un hechizo que provoca erecciones. Se llama erecto. Además, puedo hacerlo sin gritar nada. ¡Ni te imaginas lo divertido que es hacerlos en clase! Se lo hago a los chicos y empiezan a disimular como pueden. Lo que más me gusta es hacérselo a alguien justo cuando acaba la clase, que hay que levantarse. Así no pueden disimular, y lo que hago entonces es ir a hablar con la víctima de cualquier tontería. Es divertidísimo ver que te responden intentando esconder su erección y creyendo que no lo sé. Algunos me dicen que tienen que ir al servicio, ¡ja! A ti también te lo he hecho muchas veces, aunque debes pensar que es por alguna causa natural...

 

Harry empezó a notar que le quedaba poca resistencia. Sentía un placer espectacular por el movimiento de Angelina y por la situación en si. A la otra también le debía quedar poco, porque Hermione soltó:

 

  • Vaya, mira qué perrita se está poniendo la morenita. ¿Ya no aguantas, amor? -la apuntó con la varita y el movimiento de levitación de la muchacha fue más y más rápido cada vez. A Harry no le quedaba mucho tiempo- Uy... Harry también va a explotar en breves... como en la Madriguera, de eso sí que te acordarás, ¿verdad?

 

Pasaron unos segundos en los que Harry tuvo que cerrar los ojos de placer, y entonces llegó el orgasmo. Notó con mucho gusto cómo iba quedándose vacío poco a poco: su leche caliente iba a parar toda dentro de Angelina, que seguía subiendo y bajando por arte de magia.

 

  • Muy bien Harry, sácalo todo -decía Hermione que se dispuso a masturbar a Harry para que el final fuera aún más placentero- Así me gusta. -dijo cuando Harry ya hubo acabado. El movimiento de Angelina cesó. Ella también había acabado, y ambos jadeaban de cansancio y placer- ¿Ves, Harry? Ahora lo único que tengo que hacer -decía mientras los limpiaba a ambos- es limpiaros la memoria, y aquí no ha pasado nada.

 

Harry y Angelina seguían sin poder hablar. Harry no podía creerse todavía que acabara de pasar todo eso. Unos minutos después, Hermione apuntó a Angelina con la varita y gritó:

 

  • ¡Obliviate! -y la muchacha se quedó sonriente y con la mirada perdida- Ahora a ti, Harry -murmuró apuntándolo a él. Harry no tenía defensa alguna. Estaba atado de pies y manos y silenciado. Lo único que pudo hacer es aguardar a que la chica gritara- ¡Obliviate!