miprimita.com

En la oficina

en Autosatisfacción

Este hobby de escribir relatos eróticos tiene sus cosas. O será simplemente mi imaginación, y mi cuerpo de paso, que no saben contenerse.

Es temprano en la mañana, estoy aquí en mi cubículo fingiendo interesarme en la hoja de Excel en mi pantalla, pero mi mente está ocupada en otro relato. Abro una ventana de Word y empiezo a escribir los pormenores de la historia.

Llevo un par de párrafos cuando la escritura empieza a surtir su efecto en mí. Siento mi entrepierna humedecida y mis pezones duros bajo la blusa. La hoja de Excel es un simple adorno en mi pantalla mientras yo sigo dejando volar mi imaginación y mis dedos sobre el teclado.

Estoy tan templada, que decido llevar las cosas un poco más allá. Todo sea por la inspiración me digo. Tomo mi bolso y me dirijo al baño. Entro a un privado y busco en mi bolso las bolas vaginales que acostumbro llevar conmigo. Fue tu idea que lo hiciera, y hoy me alegro de haberte hecho caso. Tomo las bolas y las introduzco en mí, sintiendo lo empapada que estoy. Aprovecho para acariciarme un poco, para promover que los jugos creativos fluyan, por supuesto. Me vuelvo a vestir y regreso a mi cubículo.

La hoja de Excel sigue ahí, y también un par de mensajes que requieren mi atención inmediata. Y así transcurre la mañana, entre las cifras del último estudio, correos, mensajes y mi relato. Las bolas cumplen su propósito y yo estoy cada vez más excitada y estoy segura que el olor a mi sexo perfuma toda la oficina, pero nadie parece darse por enterado.

Apagados un par de incendios, logró por fin dedicarme a mi relato, y estoy describiendo una escena donde a mi protagonista le lamen el culo deliciosa y expertamente, para después proceder a estimularlo con un dedo, despacio, jugando con su agujero, hasta llevarla al punto que no puede más y ruega a gritos que le rompan el culo, que le den verga por el ano. Totalmente identificada con mi protagonista, empiezo a desear también algún tipo de estímulo anal. Nota mental: además de las bolas vaginales acordarse de llevar también el plug anal pequeño en el bolso. Sigo describiendo, no sin cierta envidia, como satisfacen a mi heroína penetrándola analmente, cuando mis ojos se fijan en los marcadores de pizarra blanca sobre mi escritorio. Mi imaginación, siempre perversa, empieza a trabajar. Tomo uno, lo examino, y decido que tiene el tamaño adecuado. Lo introduzco en mi bolsillo y voy de nuevo al baño.

Por suerte a esta hora no hay nadie en los baños, todos están enfrascados en sus trabajos, o pretendiendo que lo están. Me encierro en un privado de nuevo. Me desabotono la camisa y libero mis pechos del sostén, y acaricio mis pezones que lo agradecen poniéndose aún más duros. Levanto mi falda y me quito las bragas. Confirmo lo empapadas que están. Las hago un puño y me las meto a la boca improvisando una mordaza para no alertar a nadie con mis gemidos.

Tomo el marcador, y no necesito lubricante, sólo es necesario pasarlo por mis labios vaginales un par de veces para que esté a punto. Preparo brevemente mi ano con un dedo y procedo a introducirme el marcador. Debo morder mis bragas para no dejar escapar un gemido de placer. Meto y saco el marcador unas cuantas veces, disfrutando el ansiado estímulo anal, hasta que decido dejarlo dentro. Así con mi culito lleno, me siento, y con una mano juego con mis pezones y con la otra con mi clítoris hasta provocarme tres deliciosos orgasmos que se siguen el uno al otro y me hacen estremecerme y clavar mis dientes en las bragas que me sirven de mordaza.

Logro recuperarme. Saco el marcador, lo limpio, y lo vuelvo a guardar en mi bolsillo. Me limpio y acomodo mi ropa, aunque opto por dejar las bolas vaginales donde están. Salgo del baño, recompuesta, regreso a mi escritorio y doy los toques finales a la historia.

Te envío la historia por correo, con una nota donde te confieso mis aventuras en el baño y con el marcador. Tu respuesta no se hace esperar:

A las 2 p.m. paso por ti para ir a almorzar y discutir tu último relato. Ni se te ocurra sacarte las bolas y asegúrate de llevar el marcador. Besos.