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Seducción sin final a una amiga de mi mujer

en Control Mental

Hace 12 años - Verano 2002 -

Era el mes de Julio del 2002. Habíamos preparado la casa para recibir la visita de una amiga de mi mujer de sus tiempos universitarios. Mantenían contacto telefónico desde siempre por la gran relación mantenida en los años de estudio, pero desde que habían abandonado la universidad y comenzado con su actividad laboral no habían vuelto a verse. Habían pasado ya 12  años. Nuestra amiga debido a su dedicación profesional había emigrado a Francia y cuando regresaba lo hacía para visitar a su familia que residía a bastantes kilómetros de nuestra ciudad.

Mi mujer, Isabel estaba entusiasma con la sorpresa de poder volver a verla. Yo, Daniel, la conocía solo por alguna de las fotos que se habían ido intercambiando durante ese tiempo. Su amiga, Marta, que así se llama, se había casado con un francés y había tenido 2 hijos. Pero por las fotos recibidas mantenía un buen aspecto pero nada comparado con el que pude comprobar en la realidad.

Venía sola sin su familia y con la idea de quedarse durante cuatro días en nuestra compañía. Llegó el día y fuimos a recibirla al aeropuerto. Allí estábamos esperando nerviosos y ansiosos, sobre todo mi pareja por volver a verla y en mi caso por conocer a una de las amigas que había marcado un paso en su vida, cuando en una de las veces que se abrió la puerta metálica de salida de pasajeros e Isabel gritó - es ella - apareció una mujer esbelta, elegante, con un andar resuelto, de agradable sonrisa y que se dirigió corriendo hacia nosotros con una emoción incontenible en sus ojos.

Al presentarnos Isabel mutuamente, no pude evitar enviarle una mirada de agrado pero discreta la cual sentí que era correspondida. Era un sentimiento de feeling difícil de explicar desde el primer momento que nos vimos y que continuaba con la conversación a tres que manteníamos. De regreso en el coche a la vez que seguía la charla no podía evitar mirarla en sus ojos por el espejo retrovisor de mi coche y buscar un poco de complicidad en su sonrisa. Pensaba - esto nunca me ha sucedido con una amiga de mi esposa, que me estaba pasando -. Pero el viaje de vuelta continuaba y yo notaba que ella también tenía esa misma reacción que yo en su interior.

Bajando las maletas del coche pude admirar su figura y sobre todo al coincidir para cogerle uno de los paquetes que sostenía en sus brazos. Vestía una camiseta de tiras blanca escotada que dejaba entrever que tenía unos pechos tersos envidiables y una falda de tela de gasa con la que se podían apreciar unas caderas un poco anchas pero bien marcadas. Su piernas bronceadas ya por el sol veraniego las recorrieron mis ojos sintiendo una suavidad y dureza fantásticas. Pero la atracción había sido más química que física, sin despreciar esta última evidentemente.

Comenzamos desde es mismo día de su llegada a mostrarle la ciudad, su parte cultural pero también sus atractivos gastronómicos y de ambiente nocturno. Nos lo pasábamos muy bien con ella pero yo no podía evitar un nerviosismo interno cada vez que le miraba a sus ojos. Bailámos juntos en algún pub y su aroma, sus gestos, su forma de comportarse excitaban mi interior. Y el suyo pensaba yo. Por supuesto todo dentro de un ambiente alegre en el cual mi mujer no denotara ninguna de mis sensaciones y no sabía si las de ella.

Así pasamos el día de su llegada y el siguiente entre paseos, comidas, copas y bailoteos. El tercer día sería día laboral para Isabel por lo que en la noche anterior y estando sentados en nuestro salón preguntó a Marta que deseaba hacer al día siguiente. Yo seguía con mi descanso veraniego y nuestro hijo estaba disfrutando en el pueblo con mis suegros. Ella se quedó dudando y contestó:

-Marta- Me gustaría disfrutar de alguna de la playas maravillosas que tenéis aquí

-Isabel- Pues si no te importa Daniel puedes llevarla a hacer un recorrido por la costa y le enseñas las playas y alguno de los pueblitos costeros hasta las ocho que volváis para recogerme a mi de nuevo

-Yo, Daniel-(mi cuerpo reaccionó con nervios) Ya que no conoces nuestra zona de playas sin problema te mostraré algunas de ellas.

Durante la noche estaba intranquilo pensando en estar solo con aquella mujer al día siguiente. Sabía que era una gran amiga de mi pareja pero se despertó algo en mi que me mantenía inquieto.

Nos levantamos en la mañana ya solos porque mi mujer había salido temprano para iniciar su jornada laboral y ya en nuestro desayuno que yo había preparado con detalle ella empezó a seguir mi juego de miradas y sonrisas. Se mantenía con su ropa de dormir, una camisetita negra y un pantalón corto del mismo color, por lo que podía apreciar además de su dulzura, unos pechos que marcaban bien sus pezones en la camiseta. Aquella visión y tenerla tan cerca en la mesa mientras tomábamos nuestro café hicieron que sintiese ganas de empezar a tocarla y besarla en mi propia casa. Noté que mi cuerpo reaccionaba y que tenía una erección instantánea descomunal. Entre bromas ella también había empezado su juego y me decía - lo atractivo que estaba con mi pijama - lo encantador que era -. Y encima en un momento se levantó diciendo que se iba a duchar y me dio dos besos agradeciéndome el desayuno. Me quedé en la mesa acabando mi café y volviéndome loco con mis pensamientos:

- Entraré ahora en el baño y me lanzaré ya que había dejado la puerta entreabierta? -

- Estará sintiendo la misma excitación que yo tengo ahora mismo? -

- Sería una traición a mi mujer en mi propia casa! -

Salió de la ducha y ya con la parte de abajo puesta de su biquini, me pidió si podría ayudarle a sujetar bien la de arriba. Me quedé estupefacto, admirando aquel cuerpo y aquellas caderas que ofrecían su culito. Me acerqué por atrás y no pude evitar mientras la ataba bien la parte posterior acercarme más y darle un beso en su cuello mientras rozaba mi pelvis son su parte trasera. Eso hizo que notase mi excitación por un momento pero dándose la vuelta y clavándome la mirada y agarrándome la cintura me soltó: Dúchate que sino no tendremos tiempo para disfrutar de la playa. Y se dirigió a su habitación para vestirse. Me metí en la ducha y no pude evitar acaricar mi miembro como dándole un consuelo.

Nos fuimos en dirección a una playa maravillosa y mientras hacíamos el desplazamiento íbamos conversando de los paisajes, de nuestras relaciones de pareja, de nuestros hijos. Pero yo no podía separar la vista de aquellas piernas desnudas, solo con una mini veraniega y de aquellos hermosos pechos voluminosos y bronceados. Ella lo notaba y de vez en cuando agarraba mi mano con la disculpa de pedirme que le explicara algo del paisaje. Pero por momentos la mantenía largo rato agarrada y acariciándola con sus dedos de la otra mano.

Llegamos a la playa y nos tumbamos en nuestras toallas totalmente pegadas la una a la otra. Me pidió que le pusiese crema, cosa que hice totalmente encantado. Se había puesto provocadora y mirándome y sonriendo repetía que se la echara bien que había zonas que se podrían quemar. Perdí la vergüenza y la llené de crema por todas sus esquinas, pasando mis manos por las partes que sobresalían de sus pechos, por sus muslos y aprovechando para poder dejar caer alguno de mis dedos que rozasen la tela de la parte de abajo de su biquini. El calentón que me hacía tener era enorme por lo que dejándome llevar por el impulso me recosté muy cerca de su boca e iba a besarla cuando haciendo un movimiento afirmó que era el momento de ella ponerme crema a mi.

Me acosté primero boca abajo para disimular mi erección y pensar bien en que consistía el juego que no me dejaba traspasar la línea. Aquello era una tortura. Sentía su manos bajar y subir por mi espalda a la vez que acercaba sus labios a mis orejas y me susurraba si estaba disfrutando. Yo ya no respondía y solo disfrutaba con sus manos. Me ordenó darme la vuelta y la muy perversa abrió sus piernas y se agachó sentándose encima de mi bañador notando la dureza de mi miembro que amenazaba con reventar. Vacío crema en mi pecho y a la vez que hacía fuerza con sus manos para extenderla movía su pelvis acompasada y lentamente encima de mi. Me estaba haciendo una paja con su movimiento encima de mi. Además añadía expresiones:

- Quiero sentir toda la crema bien esparcida- mientras cerraba libidinosamente los ojos

En un momento y dado que estaba muy poca gente todavía en la playa, de lo cual se cercioró, separó un poco la línea de su biquini inferior y me dejó sentir encima  aquella raja bien abierta y que en un momento mojaba mi bañador.

Estuvo así un rato jugando hasta que de un golpe se levantó e indicó: Es hora de darnos un baño que no se puede aguantar esta temperatura.

Salí tras ella con la idea de ya perder el control y poder follarla en el agua pero mientras jugueteaba con las olas tampoco dejaba que me acercase mucho a ella. Aquello me tenía desequilibrado. No sabía ya si era una zorra calientapollas ó si tenía algún sentido de culpabilidad que no le dejara seguir. Pero a mi ya me importaba todo nada. Pero su juego continuó sin dejarme acercar.

Comimos en un chiringuito de la playa y volvimos a tumbarnos al sol. Pero yo ya, a pesar de que la calentura seguía en mi cabeza, había decidido no seguir con el juego que no me llevaba a nada y que además el descanso de la comida me había hecho regresar a la realidad y pensar en Isabel y que no estaba bien caer en la tentación.

Continuamos hablando alegremente pero ella notó que me había distanciado en cuanto a toqueteos y juegos. Intentaba agarrarme una mano pero ahora se la esquivaba. Me preguntó si la acompañaba al agua a bañarme cerca de ella - mirándome con ojos de vicio - pero le dije que no me apetecía en el momento.

Recogimos nuestras cosas y nos fuimos para casa. Isabel había llegado ya y nos había preparado algo para comer. Durante la cena nos adelantó que como al día siguiente sería el último de Marta con nosotros había pedido el día libre para poder desplazarnos con ella a algún lugar, A mi me recorrió un escalofrío el cuerpo por mi deseo interno de pasar otro día a solas con nuestra amiga y más cuando ella mirándome rozó su pierna con la mía por debajo de la meaa.

Después de cenar y dado que mi mujer estaba cansada y al día siguiente saldriamos temprano para aprovechar el día, decidimos quedarnos tomando una copa en casa. Estábamos en la terraza por la noche agradable y calurosa que hacía y disfrutábamos hablando de nuestras cosas a la vez que tomando las copas. Le contó nuestra amiga a mi mujer lo bien que lo había pasado pero por supuesto sin entrar en detalles. A mi me seguía teniendo despistado su juego pero a la vez me mantenía caliente.

Llegadas la 1 de la noche mi mujer decidió que había llegado su hora de irse a dormir y Marta me preguntó si yo también me iba o tomaba la última copa que ella aún estaba despejada. Yo acepté porque me seguían pudiendo los deseos incontenibles de estar al lado de aquella mujer. Se había cambiado y estaba sexi y reluciente como si la cena hubiese sido en un restaurante de lujo.

Después de un rato de conversación y viendo que yo me había acomodado en un diván que tenemos en la terraza, vino y se sentó a mi lado. Yo con la disculpa de ir al baño me apresuré a asegurarme de que mi mujer ya dormía y apagué la luz de nuestra terraza para que nos enfocara  solamente la luz reflejada de las farolas de la calle. Quedamos un rato en silencio y después comenzó su monólogo mientras agarraba mi mano:

- Me he sentido seducida por ti desde que nos vimos en el aeropuerto. Me atrajo tu mirada y la forma en que me abrazaste al recibirme

- Soy una mujer casada al igual que tú y encima me he sentido atraída por el marido de una de mis mejores amigas

- He tenido que hacer un gran esfuerzo hoy en el baño y posteriormente en la playa para no permitir que me besaras

- Pero a la vez la atracción tan fuerte que siento hacia a ti ha hecho que por momentos me dejase llevar en los juegos pareciendo más bien una zorra calentorra que quería ponerte a mil sin sentido alguno.

- Me he sentido provocada por ti y he tenido que reprimir mis impulsos. Eres atractivo, amable, sensual. sexi...

- Y he intentado respetar a mi amiga con todas mis fuerzas pero......

- ......Necesito demostrarte de alguna forma lo que me atraes y a la vez lo ca......

Le supliqué continúa

- lo caliente y zorra en que me he convertido desde que te vi

- Si tú has sentido lo mismo que yo y tu mujer y amiga duerme hazme sentir

Pensé rápido a la vez que nervioso y caliente en todas sus palabras pero aquella no era la situación ideal y le dije:

- Pero mira donde estamos

Giró su cara y me regaló uno de los besos más profundos rozando su lengua contra la mía que he sentido y añadió

- Hagamos solo lo que podamos pero te necesito ya

Abrió mi pantalón y empezó a acariciarme por encima de mi boxer pero mi capullo totalmente endurecido ya lo había empezado a mojar. Sentía que debíamos mantener la postura por si Isabel aparecía  y pudiésemos disimular. Como el diván está situado en la esquina de la terraza, apoyado en la pared, hasta que no abres la puerta no puedes divisar que hacen allí. Eso me hizo abandonarme un poco más y empezar a soltar algún botón de su camisa y mientras la besaba meter mis manos por dentro de ella. Me ayudó a desabrochar su sujetador y aquellas enormes tetas  empezaron a endurecerse, si no lo estaban ya los mis toqueteos de mis dedos. Ella seguía masturbando mi dura polla y sacaba su lengua más, cada vez que mis manos avanzaban más por su cuerpo. Pero su calentura al igual que la mía era tal y viéndose con el miedo de la escasez de tiempo que agarró mi mano y la dirigió directamente debajo de su falda. Su braguita estaba empapada. Me entretuve en palpar su clítoris con mis dedos por encima de su braga y ahí se le escapó un gemido sordo que acallé con otro beso intenso. Ella seguía moviendo su mano en mi falo y viendo mi excitación por momentos paraba entreteniéndose en acariciar mis huevos. Separé un poco la tela e introduje lentamente dos de mis dedos. Resbalaban con auténtica facilidad.

Exclamó: Dámelos bien dentro. Nesesito sentir como me follas con toda tu mano

Aquello me puso más cachondo todavía sintiéndola viciosa. Abrió más sus piernas echándose un poco hacia atrás y pude introducir dos dedos más. Se tragaba sus gemidos pero con una mano seguía agarrando mi polla y con la otra apretaba mi brazo para sentir mis dedos más adentro. Se apresuró a decirme: Métela entera.

Jugué con la humedad de su coñito y mojando toda mi mano fue penetrándola totalmente con ella. Empecé a moverla con movimientos rítmicos y ella se sentía desbocada. Dudé si se había orinado o era solo su intenso orgasmo cuando con su mano apretando mi brazo sentía que llegaba todo su placer. Siguió moviendo su mano más rapidamente encima de mi trasto y no tardé en empezar a derramar mi leche encima de sus dedos.

Habría podido ser más profundo pero seguro no habría podido ser más intenso.

Nos abrazamos unos minutos. Fumamos un cigarro y nos fuimos a acostar.

El día siguiente con mi esposa fue fantástico. Pasamos un día para el recuerdo. Y cuando nos fuimos a despedir nos fundimos en un abrazo en el que notamos latir nuestros corazones.

                            gracias a los lectores

                                                                      Dannyx