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Conociendo a Duke: Primer Día

en Zoofilia

Cuando regresé del viaje que hicimos mi marido y yo, lo que hice inmediatamente fue revisar los mensajes en mi contestadora, la voz femenina anunciaba treinta mensajes, con su característico tono cortado, varios de ellos del mismo número telefónico así que fueron los mensajes que revisé primero.

No reconocí la voz al principio, pero después de oír mi apodo supe de quien se trataba. Mi amigo Rodrigo.

En su mensaje parecía estar preocupado, los mensajes siguientes mostraban el mismo tono de voz, no vacilé más y lo llamé de inmediato.

-Hola Rodrigo.

-¿Ada? ¡Hola, estaba preocupado, pensé que te había ocurrido algo!

-No, es que salí del país y ya me conoces, no llevo mi celular.

-Entiendo, no te preocupes. Quiero hablar muy seriamente contigo, ¿qué te parece si nos vemos en la tarde?

-¿Qué hice? -reí un poco- Espero no haber hecho algo malo. Pero hoy no puedo, acabo de llegar al país y el jetlag me está matando, permíteme descansar hoy y mañana nos citamos, tú dime a qué hora.

-Te entiendo Ada, ahora que ya estás aquí no hay problema. Tú descansa y mañana yo puedo en la tarde, más o menos a las 6:30.

-Perfecto, qué te parece si nos vemos en la plaza que está cerca de mi casa.

-Eh… Preferiría que no, es un tema muy delicado y confidencial, el cual no creo que te guste que lo discutamos en público.

Abrí los ojos sorprendida – Bien, te espero en casa. Debo admitir que me dejas muy intrigada con esto.

-Mañana te explico con más detalle y calma. Descansa bien Ada.

Hice algo para almorzar y al poco tiempo de terminar no pude más con el cansancio y me dispuse a descansar.

Desperté poco antes de la media noche y cené un poco, navegué por internet una media hora y volví a dormir para ajustar mi reloj interno definitivamente.

A la mañana siguiente desperté como siempre, ya recuperada, no al cien por ciento pero sí mucho mejor de cómo me sentía el día anterior. Durante el transcurso de la mañana estuve pensando en lo que me había dicho Rodrigo y traté de recordar la última vez que nos vimos, que a decir verdad ya era bastante tiempo, dos años si mal no recuerdo.

Pero por más que quise recordar los detalles no pude y decidí mejor dejarlo así. Comencé mis actividades un poco más tarde de lo normal, fui a la plaza y compré un conjunto nuevo para mi reunión con Rodrigo. Me gustan los colores claros así que elegí el color beige, y me dirigí a casa para comenzar a hacer la comida y después prepararme para la tarde.

Terminé de comer y tomé una ducha, al terminar ésta comencé a ponerme mi ropa. Me puse un coordinado de pantaletas y brassier color café claro, unas pantimedias color “papiro” y después el conjunto, una falda de tubo hasta las rodillas, me puse una blusa blanca satinada y al final el saco que era de un corte sencillo, pero elegante, un cinturón ancho de un tono más oscuro que la falda y el saco y al final, unos zapatos de tacón con correa en el talón, los famosos slingbacks, que quería estrenar hace tiempo. 

Estaba casi lista, me maquillé discretamente sólo resaltando mis pómulos con algo de rubor, todavía tenía un poco de tiempo antes que llegara Rodrigo, así que me dispuse a entender un poco más el funcionamiento de mi nueva Tablet.

Estaba tan concentrada que no noté el paso del tiempo, al fin oí sonar el timbre, esbocé una sonrisa y fui a abrir la puerta.

Y ahí estaba él, con una sonrisa de oreja a oreja, y de inmediato extendió los brazos y nos abrazamos fuertemente.

-¡Ada, te extrañé mucho!

-¡Yo también, Rorro!

Me apartó un poco e hizo un ademán con su mano, - quiero presentarte a alguien-. Me asomé un poco, pero no pude ver a nadie.

De inmediato volvió con un perro pastor alemán bastante grande.

-¿Y este quién es?- Pregunté entusiasmada al verlo.

-Se llama Duke.

Comencé a acariciar su cabeza, su pelaje estaba sedoso y olía a shampoo.

-Le di un baño ayer, para que estuviera presentable al conocerte.- Dijo Rodrigo con su sonrisa aun en el rostro.

-¡Qué hermoso es! ¡Hola Duke!- Continué acariciándolo un momento más y los invite a pasar. Duke se quedó afuera en el jardín y Rodrigo y yo entramos a la sala.

-¿Cómo has estado, Ada?

-Muy bien, con la rutina de siempre, pero ya me conoces, me gusta romperla de vez en cuando.

-Me alegra que digas eso, mira Ada, iré al grano. ¿Recuerdas la última vez que nos vimos?

-Es curioso que lo preguntes, estuve tratando de recordarlo toda la mañana, pero por más que intenté, no pude recordar mucho de esa vez.

-Yo sí lo recuerdo, como si fuera ayer de hecho. Tú mencionaste que una de tus fantasías era estar íntimamente con un can.

Cuando Rodrigo dijo esto mis ojos se abrieron completamente y como un rayo, el recuerdo de ese comentario invadió mi mente.

-Bien, cuando te fuiste de mi casa ese día, comencé a investigar, resulta que encontré un manual muy detallado de cómo iniciarse en la zoofilia.

-Creo que sé a cuál te refieres.

Rodrigo sonrió. –Al terminar de leer la primera parte, no podía dejar de pensar en ti. Así que cometí la locura de comprar un perro, no tardé mucho en encontrar a un criador y cuando lo recogí, Duke tenía dos meses y medio. Ahora es todo un adulto de dos años.

-Rodrigo, debo admitir que todo esto es muy repentino…

-A eso me refiero Ada y tú misma lo has dicho, hay que romper la rutina. Ya estamos aquí, ¿qué podemos perder si lo intentamos?

-¿Crees que sea seguro hacerlo?

-Duke es un perro muy sano, si a eso te refieres, tiene todas sus vacunas, la veterinaria lo revisa cada seis meses y está en pleno auge de su fertilidad. Para ser honesto, eso era lo que tenía planeado, jamás he hecho aparear a Duke, quiero que la primera vez de ambos sea al mismo tiempo.

-Me alegra saber eso, pero no era a lo que me refería…

-Escucha Ada, eres mi mejor amiga, siempre te he apoyado en tus actividades, no te juzgo… Por favor, concédeme esta fantasía, ya que yo también quiero ver a una mujer tener relaciones con un can.

Me sonrojé un poco y al final cedí, asentí con la cabeza – está bien, intentémoslo-.

Rodrigo soltó una pequeña carcajada. –Perfecto, mira, conseguí contactar con la autora del manual y me dijo que, como va a ser la primera vez de ambos debemos ser muy pacientes, no podemos esperar mucho las primeras veces que lo intentemos. Me explicó que primero debemos crear un vínculo. Esto es, ponerse literalmente al nivel del perro, andar a gatas y lo más importante, hacerle saber que tú eres una hembra. Que te conozca y que tú le conozcas a él, literalmente; me refiero a que hay que adaptarse a la anatomía del perro.

-Entiendo, bien… comencemos antes que cambie de parecer. ¿Cómo iniciamos?

-Déjame mover esto- se levantó y movió la mesita de té, y también movió un poco los sillones para obtener más espacio-, perfecto, ahora sí.

Se acercó a mí y me quitó los zapatos, masajeó mis pies y mis piernas un poco y después se levantó y con ademán me indicó que el piso era todo mío. Sonreí y me puse a andar a gatas. –Hazlo por toda la parte alfombrada, y no dejes de hacerlo-. Así estuve por varios minutos, acostumbrando mi cuerpo a estar en esa posición. Al poco rato, Rodrigo dejó entrar a Duke, quien comenzó a inspeccionar la casa. Rodrigo lo persiguió y al fin pudo ponerle la cadena y lo condujo hacia la sala.

De inmediato comenzó a olfatearme y a querer jugar conmigo, movía sus patas, las cuales casi me golpean, pero Rodrigo dijo un fuerte y firme “Hey” y Duke se tranquilizó un poco.

-Acércate ahora tú a él y veamos su reacción.

Asentí con la cabeza y lo hice, Duke, que ahora estaba sentado movía su cabeza siguiendo mis movimientos, gateé en círculos a su alrededor.

-La chica me dijo que esto es para que el perro deje de asociarte como una figura de autoridad, que hay que trabajar en esto desde el inicio, pero también hay que enseñarle que eres la dominante, así que hay que asociar ambas posiciones: cuando estés en cuatro, serás accesible a aparearte y a dejar que él domine, cuando estés de pie serás autoritaria.

-Entiendo, tiene sentido. Pero hay algo que me intriga y creo que tú pensarás lo mismo, a ver si me puedo explicar. Nosotros sabemos la diferencia entre hombres y mujeres, pero ¿crees que los perros sepan diferenciarnos también?

-No había pensado en eso, pero la chica me dijo que lo más importante son las feromonas; creo que, como dices, puede que los perros no sepan quienes somos hombres y quienes mujeres, pero se han de dar una idea por nuestros olores.

-Sí, tienes razón- volví a gatear al lado de Duke e instintivamente me acerqué más a él, volvió a alterarse, pero ahora no reaccionó tan brusco. Era obvio que Duke sentía mucha curiosidad. Comenzó a olerme, lamía mis brazos y cara.

-Bien, ahora deja que explore tu cuerpo, recuéstate y veamos qué hace.

Así lo hice, me tendí boca arriba y dejé que Duke hiciera lo que quisiera. De nuevo me olfateaba, mi cara, mis senos, dejando pequeñas manchas de humedad por el sudor de su nariz, olfateaba todo mi cuerpo, e intentaba echarse junto a mí.

-Bien, deja que lo haga.

Se recostó un corto tiempo, en el cual intenté abrazarlo, pero se levantó de inmediato, se había acostumbrado a mi presencia.

-Creo que ya puedes levantarte-. Rodrigo se inclinó para ofrecerme su mano, pero lo rechacé.

-Rorro, ahora me toca a mí explorar a Duke, no seas tacaño.

-Es verdad, lo siento- Rodrigo se sonrojó un poco-Duke, ¡échate!

Duke obedeció, con un poco de desobediencia, pero al final se echó. Gateé de nuevo a su lado y comencé a acariciarlo. Su cabeza primero, lo hacía con cuidado y lentamente, acariciaba sus orejas, bajé un poco, acariciaba parte de su tronco, ya que se había echado sobre su lado, también acaricié sus patas, las apretaba un poco entre mis manos, sentí sus almohadillas, rasposas por sus años de caminar en concreto. Seguí recorriendo su cuerpo con caricias, le rasqué un poco su barriga, a lo cual comenzó a realizar el gracioso movimiento de pata que muchos perros hacen, mientras seguía rascando, fijé mi vista en su pene. Dejé de rascarlo y acaricié su parte baja hasta llegar a su cola, no quería lastimarlo así que no la acaricié por mucho tiempo.

Al fin me decidí, volví a rascar su barriga y con mi otra mano comencé a acariciar su pene, Duke movió la cabeza para ver, al parecer no esperaba que tocara esa parte de su cuerpo, me observó un momento, pero con mi otra manó rasqué un poco más fuerte su barriga y de nuevo se recostó completamente. –Está duro- dije con voz baja, Rodrigo se puso a mi lado-

-Es porque tienen un hueso, arios animales lo tienen de hecho.

-Vaya, no lo sabía- Continué acariciando su pene, lo hacía como si masturbara a un hombre, me atreví a jalarlo un poco y descubrí su punta rosada., lo dejé de jalar pero seguía acariciándolo, bajé mi mano un poco y acaricié sus testículos, a lo cual Duke reacciono de la misma manera –Tranquilo Duke, no te haré daño-. Lo tranquilicé acariciando su cabeza y volví a sentir sus testículos, los acariciaba con cuidado, manipulándolos con toda mi mano.

Al fin me puse de pie, y le sonreí a Rodrigo, -definitivamente es como una experiencia religiosa- Duke permaneció acosta y Rodrigo y yo nos sentamos de nuevo.

-¿Qué te pareció?

-Debo admitir que estoy temblando de lo nerviosa que estoy, pero definitivamente seguiré adelante.

-Me alegra saberlo Ada, el problema creo que sería el tiempo.

-¿Por qué lo crees?

-Bueno, yo estoy libre los fines de semana solamente y entre semana sólo podría venir a esta misma hora.

Reí un poco. –Rorro, puedes quedarte aquí el tiempo que necesitemos hasta lograr nuestro objetivo, de eso no te preocupes. Así matamos dos pájaros de un tiro, Duke se acostumbrará a mi presencia y no habrá necesidad que estés yendo y viniendo.

-Ada, no quiero ocasionar problemas.

-No es ningún problema, mi marido se quedó allá y les diré a mis empleados que vuelvan a trabajar hasta nuevo aviso, los tenía programados para volver este fin de semana, pero les llamaré para confirmar el cambio de planes.

-Ada, realmente eres una gran amiga.

Me sonrojé un poco. –Bien, ¿cuál es el paso siguiente?

-Creo que debemos hacer saber a Duke de que eres hembra.

-Creo que mostrarle mis senos no servirá de mucho…-Solté una carcajada.

Rodrigo rió un poco. –Creo que no, pero tengo una idea, debes secretar feromonas, pero no estás en tu periodo, ¿cierto?

-Cierto.

-Sólo tenemos una opción que espero funcione.

-¿Cuál?

-Que te toques.

-Ah, es verdad.

-Pero no me malinterpretes, no te sientas presionada.

-No, para nada, tienes razón.

Me levanté, bajé el cierre de mi falda y me la quité, lo mismo hice con mis pantaletas, volví a sentarme y comencé mi faena poco a poco.

Abrí mis piernas, bajé un poco el cuerpo y comencé a acariciarme, Rodrigo se levantó y llamó a Duke, lo sentó frente a mí e increíblemente Duke se quedó viendo cómo estimulaba mi sexo.

Esto me provocó mucho, pensaba que ahora le estaba haciendo un show a un perro, me masturbaba para él. El perro me observaba, no con lujuria, pero yo imaginaba la lujuria en sus ojos. Abrí un poco más las piernas, acariciaba mi sexo de arriba abajo, comenzaba a mojarme, mis dedos separaban mis labios cada vez que lo hacía,  me concentré en acariciar el capuchón de mi clítoris, lo acariciaba en círculos, poco a poco. Apreté los dientes y abrí los labios, el placer me hacía aspirar el aire cada vez más rápido. Al fin comencé a estimular mi clítoris de lleno. Mientras seguía estimulando mi sexo con los dedos medio e índice, con el pulgar estimulaba mi botón del amor, inconscientemente alcé las piernas, mi olor comenzaba a inundar el ambiente.

Duke seguía observando, como hipnotizado. De pronto Rodrigo dio un pequeño tirón a la cadena y Duke acercó su hocico a mi sexo, lo olía como si estuviera buscando algo, logre sentir su húmeda nariz invadir toda mi entrepierna, yo seguía con mi mano en mi sexo, inconscientemente lo protegía, ya que temía que fuera a morderme. Duke seguía invadiendo mi área genital, metía su nariz en mis ingles, dio pequeñas lamidas a mis muslos, eso hizo que me mojara aún más y comencé a estimularme cada vez más rápido.

Gemía, a lo cual Duke reaccionaba moviendo su cabeza de manera curiosa.

-Espera un poco Ada, ya volvemos. Sigue así, no te detengas.

-Sí…- Respondí jadeando.

Rodrigo fue a la cocina llevando consigo a Duke, yo seguía, estaba en trance, mi mente sólo tenía un objetivo, llegar al clímax. Comencé a insertar mis dedos, mientras con la otra mano estimulaba mi clítoris. Metía mis dedos rápidamente, y frotaba mi clítoris a la par. No estoy segura cuanto tiempo pasó, yo seguía desesperada para que mi orgasmo llegara.

Al poco tiempo Rodrigo regresó con una pequeña botella de cajeta que sinceramente había olvidado que tenía. Al colocarse ambos frente a mí, podía sentir que al fin el orgasmo llegaba, faltaba poco.

Seguí frotando mi clítoris, dejé mis dedos adentro, pero seguía moviéndolo circularmente.

Mis gemidos invadían la sala, al igual que mi olor. Al fin llegó, esa extraordinaria sensación invadió mi cuerpo, lancé un pequeño grito de placer, mientras mi cuerpo se estremecía, estiré mis piernas como si quisiera alcanzar la pared opuesta con ellas al igual que los dedos de mis pies, completamente abiertos, la punta de las medias se estiraba, pero inmediatamente apreté los dedos, disfrutando el hermoso momento de ese orgasmo.

Rodrigo sonrió, se acercó a mí y me susurró: -¡Qué hermosa imagen nos acabas de dar, Ada!-

Sólo pude sonreír, ya que no podía decir palabra alguna por los jadeos que salían de mi boca.

-Ahora comencemos una nueva experiencia. Permíteme tu mano-. Rodrigo la tomó y la acercó a Duke, quien comenzó a olfatearla de inmediato y en seguida comenzó a lamer mis dedos.

Mientras yo mantenía mi mano estirada permitiendo a Duke lamerla completamente, Rodrigo apretó la botella de cajeta y varias gotas comenzaron a caer en mi sexo, en total fueron seis, alineadas como en la cara de un dado, a lo largo de mis labios.

Rodrigo soltó un poco a Duke y éste comenzó a lamer todo mi sexo. No voy a mentir, la primera reacción que tuve fueron cosquillas. Su lengua húmeda y tivia me invadía completamente, los sonidos que provocaban los lengüetazos eran como si el perro estuviera tomando agua. La sensación era completamente distinta a cualquier otra. Cada lamida separaba mis labios vaginales completamente, lo hacía tan rápido y desmesuradamente que no me dio tiempo de reaccionar. Se terminó la cajeta en un abrir y cerrar de ojos, Rodrigo lo apartó un poco y volvió a echar cajeta, esta vez un chorro más grande en zigzag, comenzando desde mi zona púbica, hasta casi mi perineo.

-Alza las piernas, Ada-. Obedecí y las mantuve en el aire, Rodrigo soltó de nuevo a Duke y comenzó a saciarse de nuevo, abría mis labios vaginales como si buscara algo en el fondo de mi ser y después sucedió. Duke comenzó a lamer toda mi zona genital, estimulando mi ano y vagina casi al mismo tiempo, su lengua subía y hacía un poco más de presión cuando ya quedaba poca cajeta en esta zona.

Rodrigo se posicionó detrás del sillón donde estaba sentada, se estiró un poco y tomo mis piernas por los tobillos, para que de esa manera me fuera menos incómodo mantener la posición. Súbitamente Duke comenzó a morder un poco mis labios. -¡Ay!-.

-¿Qué pasa, Ada?

-Está mordiendo.

--¡Cisht, Duke, tranquilo!- Dijo Rodrigo von voz fuerte y firme, Duke dejo de lamer, pero de inmediato volvió a hacerlo, esta vez en la parte donde aún quedaba cajeta.

Estimulaba mi clítoris sin cesar, lamía mi pubis también, los sonidos incesantes de sus lengüetazos me excitaban. No tardé mucho en llegar al orgasmo y mientras gemía sin parar, mi cuerpo se estremecía, apreté un poco los brazos del sillón, me retorcía en el pequeño espacio en el cual me apoyaba, de nuevo los dedos de mis pies se extendieron, los brazos de Rodrigo temblaban debido a mis piernas.

Jadeaba, pero no había terminado, Duke seguía lamiendo, lo cual provocó que mi orgasmo fuera más duradero. No lo podía creer, este era sin duda uno de los mejores orgasmos de mi vida, me lo había dado un perro.

Desafortunadamente la sensación duró poco, ya que de nuevo Duke comenzó a morder.

-¡Ay Duke, no me muerdas, me lastimas con tus dientes!

Rodrigo rió un poco, soltó mis piernas delicadamente y volvió a tomar la cadena, apartando a Duke. -¿Qué te pareció?

-Notengo palabas para describirlo, Rorro. Es una sensación completamente nueva-. Dije jadeando.

-Esto es sólo el comienzo.

-No puedo esperar-. Reí un poco y me levanté, volví a acariciar a Duke.

-Será mejor que me vaya por hoy, haré mi maleta y volveré mañana, si gustas Duke puede quedarse contigo.

-Claro, no tengo problema alguno, pero no tengo alimento para perro.

-No te preocupes, siempre cargo una bolsa en mi carro, te la daré antes de irme.

-Gracias, Rorro.

Me puse la falda de nuevo, pero no las pantaletas, acompañé a Rodrigo a su carro y me dio el alimento, nos despedimos y regresé a la casa para preparar la cena.

Al final cené muy felizmente con Duke recostado a mis pies, mientras le acariciaba con mi pie derecho.