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Ella solo necesita placer Cap. 1

en Hetero: Infidelidad

Mi nombre es Sebastián García, tengo 32 años y vivo en el quinto piso de un edificio del centro de mi ciudad, trabajo como ejecutivo de ventas en una empresa de seguros.

Históricamente me ha ido bien con las mujeres, soy soltero y sin hijos, tengo una renta mensual que me alcanza para salir de fiesta todos los fines de semanas y cuando hay suerte, traer una acompañante a mi departamento.

Físicamente tengo un cuerpo trabajado aunque no perfecto, pero mi abdomen es de revista, cabello y ojos castaños, mido 1.82 y en cuanto a mi verga, ésta mide 18 centímetros y muy gruesa –cosa que agradecen mis acompañantes-.

Hace tres semanas vino a vivir a mi piso una pareja de estudiantes universitarios de aproximadamente unos 25 años ambos, uno estudiaba Ingeniería en Informática y ella Pedagogía en Educación Física. El tipo era el típico muchacho con pinta de estudiar todo y el día, lo cual podía comprobar día a día, puesto que salía todas las mañanas a eso de las 7.30 am y volvía a las 21 pm, siempre cargado de libros y carpetas.

Por otra parte la muchacha era una mujer de piel blanca con rasgos faciales muy latinos, pelo castaño, medía aproximadamente 1.68, sus senos se podían ver normales en lo que su ropa permitía, tenía unas curvas que destacaban en los jeans, lo cual sumado a su trasero que se veía duro y parado -no perdía oportunidad de verlo las veces que coincidíamos en el ascensor- hacían de ella un placer a la vista.

Las paredes de mi departamento quedaban frente a las paredes del departamento de ellos, estas paredes no eran muy gruesas, por ende si se escuchaban gritos, ya sea de furia o placer, estos irremediablemente los escucharía yo en mi departamento.

En el día poco se escuchaba, por lo menos a las horas en las que yo estaba en mi hogar, pero en la noche solían oírse gritos de discusiones entre ellos dos, desconozco que tipo de relación tenían ellos dos, pero asumo que una no muy buena, puesto que sólo podía oír cosas como “no tienes tiempo para mí”, “hace meses que no salimos de fiesta”, dándome a entender que las cosas para ellos no eran tan buenas como quizás lo fueron en su pasado.

Al cabo de una semana desde que se mudaron nuestros encuentros ocasionales en el ascensor y en los pasillos se hicieron más frecuentes, y al cabo de dos semanas ya intercambiábamos más que un simple saludo, conversando de temas banales y cotidianos, el tipo estaba escribiendo su tesis, lo cual cada día le requería más tiempo, y ella sólo había tomado 2 ramos ese semestre, por lo cual tenía mucho más tiempo libre que él.

Dada mi lascivia masculina y en atención a la belleza de mi vecina, la cual se llamaba Vanessa, es que era obvio que mis conversaciones con ella se hicieran –naturalmente o forzadamente- más largas, llegando a invitarla a que fuera a mí mismo gimnasio el cuál quedaba a dos cuadras del edificio, ella dijo que se lo pensaría, yo para tratar de convencerla más le dije que si iba conmigo el día miércoles, le podrían hacer un descuento en la tarifa por los próximos 3 meses, ella me dijo que lo pensaría y me daría la respuesta el día martes (mañana) o hoy mismo en la noche, siendo hoy lunes.

El día martes antes de irme al trabajo coincidí con su novio el cual iba saliendo más tarde de lo común, a eso de las 9.30. Me dijo que Vanessa quería hablar conmigo, que si quería que golpeara a la puerta que ella estaba ya en pie, nos despedimos y toque a la puerta de mis vecinos esperando que ella saliera pronto. No tardó y abrió sonriente, vestía un buzo Everlast negro con rosado, muy ajustado a su figura, sus senos esta vez sí se pronunciaban y se adivinaban duros y parados, aunque de tamaño normal, yo cálculo que unos 88 cms de medida.

Me dijo que iría conmigo el día miércoles a inscribirse, que nos juntáramos en la mañana a las 9.30 am y fuéramos juntos al gimnasio, yo por mi parte le dije que no había problema puesto que tenía libre el miércoles en el trabajo, nos despedimos y me dirigí al trabajo, aunque por los espejos que están a las afueras del ascensor pude ver que Vanessa miraba mi trasero con inusitada dedicación lo cual me produjo un alza en la sangre provocándome una pequeña erección.

No pude evitar escuchar una nueva discusión el martes en la noche, antes de dormir, las razones eran las mismas que venía escuchando desde hace tres semanas, rogué para que se callasen luego, dado que el día había sido agotador, y sin darme cuenta me dormí en un par de minutos derrotado por el cansancio de ese día.

Al día siguiente nos encontramos en el pasillo a las 9.30 como habíamos dicho, ella vestía un buzo Everlast, esta vez negro con amarillo, el cual le quedaba ajustado, sus piernas se veían trabajadas y esbeltas, su cara era sonriente, a pesar de lo que escuché durante la noche, y nos dirigimos al ascensor. En él mientras ella quedaba de espaldas a mí, pude ver una vez más su delicioso trasero, marcado por los pantalones de buzo que ella portaba ese día, sus curvas me invitaban a abrazarla, y lo habría hecho, si tuviera más confianza con ella y no hubiera un novio de por medio. La puerta se abrió y nos dirigimos a la entrada del edificio, durante el trayecto conversamos de diversos temas, me dijo que debido a que este semestre era más liviano para ella y con el reciente cambio de casa pasaba más tiempo en ella que en las afueras, no así su novio, el cual se la pasaba todo el día en la universidad terminando su tesis y haciendo clases como ayudante de profesor.

Al cabo de unos minutos llegamos al gimnasio, en donde me acerqué al encargado del mismo para que le hicieran el descuento que me hacían a mí por pertenecer a la empresa en que trabajaba, al cabo de unos minutos nos despedimos y yo partí a hacer mi rutina, ella se quedó escuchando al instructor sobre el funcionamiento del gimnasio y se hizo el programa, ella se desocupó una hora antes que yo así que se fue a su casa.

Al terminar mi rutina me dirigí a mi casa, no me duché en el gimnasio porque prefería hacerlo en mi departamento, teniendo en cuenta que sólo vivía a dos cuadras de ahí. Al llegar a la entrada del edificio vi a Vanessa sentada en unos sillones, la saludé y le pregunté qué hacía allí, a lo que me respondió que se le habían quedado las llaves y el móvil en su departamento, y que no tenía más dinero puesto que el que tenía lo gastó en la inscripción del gimnasio, por ende tendría que esperar todo el día a que llegara su novio para poder entrar.

- De eso nada, tengo el día libre así que puedes estar en mi departamento, no es problema le dije.

- ¿Estás seguro?, no quiero ser una molestia me dijo ella.

- Para nada le dije, así me haces más compañía, y puedes llamar desde mi móvil a alguna de tus amigas para ir a visitarla en la tarde si deseas.

Acto seguido me acompañó y mientras estábamos en el ascensor le dije que tendría que esperarme un poco en el living, puesto que tenía que ducharme, ella me dijo que no había problema. Al llegar a mi departamento entramos y ella se sentó en uno de los sillones, encendió el televisor y se puso a ver un canal de películas, yo por mi parte me dirigí a mi pieza y saque las cosas para ducharme, en mi departamento hay un único baño y está a la salida de mi pieza, por lo cual no podría ir desnudo como lo hago cuando estoy solo, me puse una bata que no uso nunca y me fui a duchar.

Estando en el baño, y poco acostumbrado a entrar con bata, la dejé en el piso y cuando terminé de ducharme me percaté que se había mojado con el agua, no podía salir desnudo del baño, así que me puse la toalla a la cintura tapándome de la cintura hacia abajo, pero dejando mi abdomen hacia arriba desnudo, salí de la ducha y me dirigí a mi pieza, al salir del baño le pedí disculpas por salir así, diciéndole que se me había mojado la bata, ella sólo miró mi abdomen y soltó una risita traviesa diciendo que no había problema.

Cuando me vestí me puse un buzo, sólo el pantalón y una polera ajustada, quedando ésta pegada a mi cuerpo, me fui al baño a tender la bata que se había mojado completamente, Vanessa seguía en el mismo lugar viendo televisión, pase por el living para tender las cosas en la terraza que tenía mi departamento, posteriormente le pregunté si quería comer algo a lo que ella me dijo que sí, revisé el refrigerador y no había mucho, le dije a Vanessa que iría a comprar al supermercado algunas cosas para que pudiéramos almorzar, pero le dije que no hacía falta que ella fuera, volvería en dos horas aproximadamente a lo que ella me respondió que se quedaría viendo la televisión.

Cuando volví del supermercado, en el cual me tardé menos porque había menos gente de lo normal, me dirigí a mi departamento, cuando llegué al pasillo sentía sonidos extraños que provenían de mi puerta, al irme acercando esos sonidos comenzaron a aclararse en lo que indudablemente eran gemidos, provenientes de una voz femenina. Quise mirar a través de la cerradura, pero en mi mente se formó una imagen que en cualquier otra circunstancia no podría ver jamás, por ende con una determinación fuera de lo común inserté la llave lo más rápido posible y entré con total normalidad como si no hubiera escuchado los gemidos, al entrar la imagen más erótica estaba frente a mi…mi vecina Vanessa estaba con sus pantalones hasta debajo de las rodillas, con su colaless incluido, dejando ver sus partes íntimas completamente depiladas, su piel bronceada por el sol veraniego que nos había abandonado hace 1 mes aún se hacía presente, su cuerpo estaba arqueado y sus ojos cerrados, sus carnosos labios emitían gemidos de placer y sus delicadas manos se perdían en su coño, ella estaba llegando al clímax, eso seguro, porque tardo unos segundos en notar mi presencia con las bolsas en la mano y una cara atónita ante el espectáculo que se montaba ante mí.

Ella completamente sonrojada y viéndome parado ahí atinó a arreglarse rápidamente, yo mientras estaba cerrando la puerta por si alguien llegaba. Ella me pidió disculpas, diciéndome que no sabía lo que hacía, “pensé que volverías más tarde” me dijo, a lo que yo le expliqué las razones de mi rapidez al comprar, su cara aún era un hervidero producto del orgasmo que ella había vivido momentos antes complementado con la vergüenza que debía estar viviendo en ese minuto.

-Debería irme. Dijo ella.

- No tienes a dónde ir. Le señalé yo.

Este último comentario desató en ella un ataque de vergüenza aun mayor y se dirigió a la puerta decida a dejar mi departamento sin destino fijo.

Mi oportunidad se desvanecía con rapidez, así que atiné a tomarla del brazo antes de que saliera con firmeza pero cuidando de no dañarla, la miré fijamente a sus ojos castaños y luego sus carnosos labios, no resistí más y la besé ahí mismo con una pasión desatada por toda la lujuria que ella despertaba en mí.

Ella correspondió mi beso, primero con sorpresa y luego con pasión, llevó sus brazos alrededor de mi cuello, y yo llevé los míos alrededor de su cintura levantando su polera para tocar su piel suave y deliciosa, todo su cuerpo era trabajado producto de la profesión que ella estudiaba, y la tenía ahí, pegada a mí, jamás había estado con una mujer tan exquisita, y no obstante, el destino me consentía con Vanessa.

Seguimos besándonos, ya no con pasión, sino con furia, llegamos al living y nos recostamos en él, lentamente le saqué su polera deportiva, dejando al descubierto un sostén deportivo que marcaba con perfección la forma de sus pechos, ella con deslumbrante maestría se sacó el sostén y la imagen de sus pechos por fin desnudos deleitaban a mis ojos, sus cabellos castaños caían abruptamente por su cuello y algunos con insolencia se ponían entre mis ojos y sus senos. Los aparté con cuidado y comencé a besar sus senos mientras la erección que crecía en mi entrepierna era ya incontrolada, ella para excitarme aún más comenzó a mover su pelvis alrededor de mi bulto, produciendo con su roce sensaciones de placer en mi verga que pedía a gritos ser descubierta.

La tomé por sus axilas perfectamente depiladas y la acosté en el sillón, con la experiencia adquirida por los años le saqué su pantalón y zapatillas dejando su colaless solamente, comencé a besar sus piernas de forma pausada, sintiendo y llenando de lujuria el ambiente. Sus piernas eran suaves como la seda, se notaba mucho que ella ponía ahínco en mantenerlas bien, las recorría de arriba hasta abajo y cuando llegaba a su coño, aún oculto por su colaless, le besaba por sobre la tela, acariciando sus piernas sin parar. Su coño comenzaba a producir olores de placer que llenaban mi cuerpo de una calentura que pocas veces había vivido antes, no quería torturarla más, así que con delicadeza le saqué su colaless y ante mí quedo al descubierto su depilado coño, lo miré contemplando toda la desnudez de Vanessa en su esplendor…tenía un cuerpo perfecto, era el día perfecto.

Comencé a besar su monte de venus y paulatinamente bajaba hasta sus labios vaginales, lamía su clítoris con suavidad a la vez que penetraba su coño con mi lengua, ella se estremecía y gemía cerrando los ojos, recordándome la escena que dio paso a todo lo que estaba sucediendo, comencé a acelerar el paseo de mi lengua por su vagina en la medida que ella se iba agitando más y más, sus mejillas se estaban poniendo rojizas nuevamente y con sus piernas comenzaba a abrazar mi cuello mientras sus gemidos de placer se incrementaban.

-Aahh, me matas de placer Sebastián…aahhh…como mueves esa lengua cabrón, decía ella con gemidos entrecortados.

Yo sin hablar, ocupado completamente en mi tarea de otorgarle placer seguía sin parar con mis movimientos, hasta que ella comenzó a arquearse y sentía en su interior las contracciones que me anunciaban su inminente orgasmo, ella con sus piernas me apretó fuertemente mientras que yo incrementé aún más mis movimientos.

-Aaahhh…me corro…me corro…

Luego de acabar ella se desplomó en el sillón exhausta por el placer recibido mientras que yo me reponía, con sus jugos vaginales recorriendo los labios de mi boca, como el trofeo de un victorioso ganador, me recosté a su lado y nos besamos como adolescentes, con nuestras lenguas acariciándose entre ellas.

Después de 5 minutos ella me miró y miro mi entrepierna, sonrió con malicia y empezó a acariciarme por sobre el pantalón, mi polla estaba dura y pedía a gritos salir, esta vez ella se paró y se luego se agachó frente a mí, completamente desnuda, con sus dientes comenzó a morder mi pantalón, yo ayudándola me baje los pantalones quedando sólo en bóxer. Ella lo miró y con sus dientes y con travesura lo bajó hasta liberar mi polla, la cual emergía gruesa y dura, ella contempló el tamaño y me dijo “es grande” mientras su cara comenzaba a tornarse lasciva, comenzó a acariciarla y comenzó a besarla, primero de forma tierna y luego con una calentura propia de una profesional, la introdujo en su boca y comenzó a succionar lentamente, mientras se metía la cabeza a la boca con la lengua le recibía en una incontenida danza de placer, yo me retorcía, jamás había recibido semejante mamada, y menos al comienzo de ésta.

Ella no cegaba y con su lengua subía y bajaba, cuando llegaba a mis testículos los chupaba hasta introducirlos en su boca, luego subía y engullía mi verga hasta la mitad, repitiendo ese procedimiento innumerables veces. Yo con toda la lujuria que había acumulado no podría durar mucho tiempo más y ella lo sabía, y por alguna extraña razón no aceleraba, sino que se detenía por unos segundos para reemprender su marcha erótica sobre mi verga. Cuando yo ya no podía contenerme más y ella adivinando lo que venía me dijo “párate” y le hice caso, rápidamente se acomodó frente a mi verga para recibir los inminentes chorros de esperma que dispararía, y abrió su boca dispuesta a recibir contenta toda esa avalancha de placer…y así fue, los chorros salieron disparados, unos llegando a su boca, otros a su cabello castaño, manchándolo con mi esperma y otros llegando a sus pómulos.

Ella comenzó a mamar mi verga para limpiar los restos mientras yo con una mano acariciaba su cabeza, luego me miró con una calentura propia del momento y comenzó a tomar todos los restos que habían en su cara y con sus delicadas manos los retiró y luego sacando su lengua los engullía con placer sin dejar de mirarme, mientras soltaba una sonrisa juguetona y provocativa.

Ella se reincorporó y fue al baño, mientras yo me recomponía de todo lo que había pasado, ella había sido infiel, pero pareciera que no le importaba, mientras que yo, había tenido un encuentro con ella que jamás imaginé que podría darse, me acerqué a mi móvil y miré la hora…14.00 pm…como pasa el tiempo dije, Vanessa regresó del baño más limpia y ordenada pero aún desnuda, y por lo que veía no tenía intenciones de vestirse, la miré y ella sonriendo me besó, ahora con ternura, me dijo al oído “tengo demasiada hambre, tu leche no terminó de saciarme”, a lo que yo le sonreí maliciosamente.

Era cierto, yo también me moría de hambre, no había comido nada desde mi rutina en el gimnasio y eran las dos de la tarde, tomé las bolsas y sin vestirme saqué la comida, era comida preparada, la cual saqué de la sección de preparados del supermercado, agradecí haberlo hecho, porque de lo contrario quizás me habría perdido el espectáculo que dio inicio a todo esto.

Almorzamos mientras conversábamos, ella tocó el tema de su novio con naturalidad sin que yo se lo preguntase, me dijo que hace tiempo que tenían problemas, que se habían cambiado de hogar para estar más cerca del centro, mientras comía su ensalada, yo mientras tanto la miraba y contemplaba su belleza, no podía entender como un tipo como mi vecino había dejado de lado a una mujer que se veía comprensiva y atenta, alegre y sensual…no…no lo entendía y si existiesen razones me daba lo mismo, quién tenía a esa mujer en ese momento para sí mismo era yo, y no me iba a gastar mi tiempo en filosofía sentimental…no –aunque quizás debiese haberlo hecho-

Yo al terminar de almorzar le dije a Vanessa que iría a ducharme nuevamente, había sudado demasiado y no me sentía a gusto con esa sensación de suciedad, ella me dijo que limpiaría las cosas mientras yo lo hacía.

Cuando salí de la ducha y me dirigí a mi pieza para vestirme, me encontré con Vanessa desnuda en el centro de mi cama, mirándome lascivamente y me dijo:

-Quiero mi postre Sebastián, quiero esa verga grande y gruesa penetrándome con fuerza, mi novio no llega hasta las 9 de la noche y recién son las 3 de la tarde…quiero follar contigo toda la tarde, y quiero que partas por mi culo. Al terminar de decir eso se dio vuelta y se puso en cuatro patas, dio vuelta su cabeza y me miró sonriendo maliciosamente, en mi interior agradecí haber nacido…

Tomé un lubricante que tenía guardado para mis encuentros sexuales y saqué un par de condones para lo que vendría después, miré a Vanessa y completamente desnudo me incorporé detrás de ella, mi pene se había parado nuevamente y yo lo untaba con lubricante de forma generosa, quería que la penetración fuera rápida, sin rodeos.

Tome mi verga y lentamente comencé a restregarla en la puerta de su ano, su trasero tenía una forma divina, era muy trabajado, respingado y delicioso al tacto, mi erección se ponía cada vez más dura cuando con mi mano desocupada le acariciaba su culo, ella solo sonreía y disfrutaba la escena.

Intenté penetrarla poco a poco pero costaba que entrara, mi pene estaba lleno de lubricante y su culo también, por inercia le escupí un poco en el ano y le introduje mi dedo pulgar de forma lenta, quería que la dilatación fuera lo más rápido posible porque quería disfrutar a esa hembra durante todo el tiempo posible, pero no podía penetrarla, me costaba, el tamaño de mi pene y sobretodo el grosor no me lo hacían fácil…

Ella se percató de ello y se paró, me dijo “ya vuelvo” y fue al baño, tardo unos minutos y al salir se arrodilló frente a mí y me la mamo con dedicación, me masajeaba los testículos y ocasionalmente los lamía, cuando mi pene se endureció completamente ella se paró y se puso en la cama en cuatro nuevamente y me dijo:

-Lámeme el culo como me lamiste mi coño Sebastián, perfórame con tu lengua, métemela hasta adentro.

Yo quedé perplejo porque nunca le había hecho eso a una mujer, por la calentura pase de largo el tema del asco y me agaché, su trasero estaba limpio, y sin rodeos comencé a lamerlo, le pasaba la lengua por toda su raja, ahora entendía porque había ido al baño recién, quería que todo fuera lo más grato para mí, y agradeciendo el gesto de mi compañera, le introduje ferozmente mi lengua en su ano, las sensaciones fueron extrañas para mí, pero para ella no, se estremeció y comenzó a jadear, pidiéndome más y más, diciéndome “me encanta como me chupas el culo cabrón”, “sé que siempre lo deseabas en el ascensor, no creas que no me daba cuenta”, “cómemelo todo, mójame todo el culo”. Después de unos minutos ya parecía que fuera una práctica común para mí, y posteriormente con la erección aun intacta por las nuevas sensaciones vividas, me paré y comencé a meterle mi verga de a poco, ahora entraba con mucha más facilidad y las sensaciones eran espectaculares, un estremecimiento recorría mi cuerpo con una vorágine de placer, si no tuviera experiencia habría acabado ahí mismo como un adolescente precoz…

Comencé un mete y saca lento pero profundo, y ella seguía gimiendo, absorbida por el placer del sexo anal, ahora mi verga entraba y salía con total facilidad y el placer producto de tener mi pene atrapado entre sus carnes era descomunal, pequeños espasmos recorrían mi cuerpo y con violencia agarraba sus nalgas y las apretaba con fuerza, ella solo gemía y me pedía más:

-Rómpeme el culo Sebastián, rómpemelo todo, dame fuerte, métela toda, más fuerte cabrón, fóllame como si fuera la última vez.

Esta última frase me encendió más aun y comencé a embestirla sin preocuparme si le dolía o no, ya no me importaba, la embestía con brutalidad mientras que con mis manos le daba fuertes nalgadas que ella disfrutaba, sus gemidos se transformaron en gritos y pronto sentí que mi orgasmo ya era inminente, al sentirlo sólo atine a perforarla más rápido, con más fuerza, sin ninguna porción de aliento, le metía mi verga de 18 centímetros, gruesa y venosa hasta el fondo y ella ni se inmutaba del dolor que pudiera sentir por tener ese miembro en su culo, al contrario, me pedía más y más.

Al cabo de unos instantes los espasmos recorrieron mi cuerpo y mi leche estaba a punto de salir, ella consciente de ello no se salió, sino que se quedó quieta esperando mi esperma a que llegara al fondo de su culo, yo con una gran y última embestida se la clave hasta el fondo mientras mi leche salía y llenaba cada recoveco de su dilatado culo, llenando y sintiendo como el líquido caliente abrazaba mi pene al no encontrar más espacio.

Poco a poco nos separamos y el semen comenzó a fluir por su culo que estaba colorado por las nalgadas que le di, ella se incorporó y me besó en la boca, yo miré el reloj y eran las 16.30 de la tarde…me quedaban aún más de 3 horas con ella y deseaba que fueran más, ella me miró y me dijo que iría al baño a lavarse, yo me desplome en la cama exhausto por el esfuerzo realizado, cuando pasaron unos minutos ella me llamó del baño diciendo:

-“¡Sebastián, ven a ducharte conmigo!”

Me levanté y me dirigí a la ducha, en ella mientras nos duchábamos y nos jabonábamos, comenzamos a besarnos y a acariciarnos, comenzamos un juego infantil y tierno, mientras ella me sonreía, yo estaba absorto, perdido en esa mujer, era una fuente interminable de placer. Al terminar la ducha sin secarnos la tome en brazos y la lleve hasta mi cama nuevamente, con los cuerpos húmedos por el agua de la ducha mojamos la cama, pero poco me importó, la besé y rápidamente entramos debajo de la ropa de la cama,  mi pene nuevamente comenzó su erección y mientras le besaba el cuello a Vanessa, ella me dijo al oído:

-Fóllame con fuerza, fóllame el coño, fóllamelo como nunca has follado, dame la polla que no he tenido en un mes Sebastián…

Esos comentarios me calentaron de forma brutal, ya no me importaba la delicadeza, la ternura, al carajo eso, la tome de la cintura y la acomodé, mientras tomaba mi polla y la ponía en la entrada de su vagina, con mi dedo pulgar comprobé que estuviera lubricada y para mi sorpresa era un horno, lleno de fluidos vaginales que esperaban a cumplir su cometido, le ensarté mi verga de una embestida y ella pego un grito de placer que se debió haber escuchado en todo el pasillo, ya sin preocupaciones comencé a embestirla con brutalidad, como follaba a una puta cuando no tenía suerte en los bares y pubs de la zona, mi pene entraba y salía con destreza, ella no paraba de gritar y gemir diciendo cosas como:

-“¡Pero como follas cabrón, aahhhggg destrózame el coño maricón, aahhhhhgg, aaahhh, como te mueves hijo de puta, sí…aaahhhg, oohh sigue, sigue cabronazo de mierda!”

Yo no paraba de embestir, no tenía cansancio, hambre ni ganas de nada que no fuera follarme a Vanessa, ella se mordía su brazo izquierdo para contener sus gritos, gozaba siendo penetrada por mi polla gruesa, de vez en cuando levantaba sus piernas y las ponía sobre mis hombros mientras lamía sus piernas depiladas y suaves, se las mordía y en cada movimiento embestía con más fuerza, mis testículos chocaban con su trasero y el sonido de “clap clap, clap” era cada vez más fuerte, el sudor de nuestros cuerpos se mezclaba y cuando estaba a punto de correrme le saqué la verga y le dije “ponte en cuatro”.

Ella obediente lo hizo e inmediatamente comencé a penetrarla por su coño a lo perrito, sin contemplaciones, fuerte y bruto como ella pedía, poco me importaba que sus nalgas estuvieran algo hinchadas, ni que su novio hiciera preguntas después, problema de ella, yo comencé nuevamente a azotarla con mis manos, dándole nalgadas con más y más fuerza, ella solo gozaba, y comenzaba a estremecerse, sentía en su interior las contracciones que me avisaban de su nuevo orgasmo, yo embestí más duro, mi pene estaba hirviendo y su coño era un hervidero, al cabo de unos segundos mi cuerpo se estremeció y soltó nuevos chorros de semen que inconscientemente los envíe hasta el fondo de su coño, cuando mi eyaculación terminó, seguí embistiéndola por unos instantes más hasta que mi pene quedase flácido.

Le saqué la verga y la miré, estaba sonriente, radiante, miré la hora y ya eran las 20.20 de la noche, su novio debía de llegar en un rato más, así que le dije que se arreglara para que lo esperara en la entrada del edificio, a modo de no levantar sospechas, ella aceptó y me besó con ternura, había sido una jornada maratónica de sexo, pero ella no perdía el cariño.

Por mi mente pasaron muchas cosas en ese momento, no la conocía hace más de tres semanas y me la había follado como me follaría  a la mujer de mis sueños, no me gustaba el hecho de que estuviera comprometida, pero poco me importó cuando la penetré durante el día.

Se vistió y arregló, paso al baño y al cabo de unos minutos estaba en la puerta de mi departamento despidiéndose y dándome las gracias por la hospitalidad, me preguntó si podía pasar a verme cuando su novio no estuviera y mi tiempo lo permitiera a lo que le dije que no había problema.

Se fue por el pasillo y se perdió de mi vista cuando atravesó la puerta del ascensor, entre a mi departamento y fui a mi pieza, ordené mi cama y entre las ropas salieron los condones sin usar…quede dubitativo por un momento y pedí al destino y a mi suerte que ella usara pastillas, pero rápidamente mis preocupaciones quedaron ahogadas en el cansancio, una rutina de ejercicios y una maratón de sexo no dejan parado a nadie.

Me acosté y sentí como llegaban mis vecinos, esa noche curiosamente no hubo gritos, una paz que no sentía hace semanas, por mi mente surcó el pensamiento de “ella sólo necesita placer”, esboce una sonrisa y posteriormente me sumí en un sueño placentero como hace meses que no tenía.

Fin.