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En la playa

en Zoofilia

Salió del trabajo, se despidió de sus compañeras y tras intentar quedar con alguien, se quedó más sola que la una, y caliente como estaba se marchó a su casa.

Tenía ganas de darse un meneíto con sus dedos antes de que llegase la hora de marchar y lo primero que hizo desde la planta veinte del edificio donde trabajaba fue sacarse las bragas en el ascensor y disfrutar de la lenta bajada del artefacto mientras se acariciaba su barbilampiño chocho, frotando con sus dedos la parte más sensible de su ser, su clítoris, mientras subía y bajaba sus dedos, sus muslos se iban poniendo chorreando, sus bragas, guardadas en el bolso, sus piernas llenas de sus propios fluidos y el chocho a punto de reventar, se detuvo el ascensor y salió sin más, apenas había nadie en el edificio y lo que acababa de hacer subió más su calentura, se repuso bien su minifalda y como si no hubiera pasado nada siguió camino a su automóvil para poner destino a su casa.

Llegó a casa y antes que nada abrió bien sus piernas y colocó sus dedos donde bien sabía hacerlo, se acarició con relax, se detuvo donde tenía que hacerlo, alguno de sus dedos se perdieron dentro de su cuerpo, aceleró sus movimientos, de vez en cuando se detenía, alcanzaba casi el orgasmo para volver a quedarse quieta, estuvo así durante bastante tiempo hasta que el cuerpo no pudo más y obtuvo una explosión de placer.

Ese fin de semana no tenía planes, se quedó a solas, sus amistades y conocidos tenían exámenes, se habían marchado de viajes, tenían ocupaciones varias, así que se quedó a solas, decidió irse a pasarlo a la playa a la casa que tiene para alquilar, pero como todavía no era temporada la tenía a su disponibilidad, así que aquella tarde-noche de viernes, se marchó a disfrutar del sol y del ocio en su paradisíaco rincón.

Era mayo, una noche especialmente calurosa para esa fecha...

- Las temperaturas están cambiando radicalmente ¿será verdad lo del cambio climático? - Pensaba, mientras se acomodaba desnudándose.

No había nada que hacer, no tenía con quien salir, estaba sola, de noche no podía tomar el sol, desnuda como acostumbraba y como era tarde, se marchó directamente a la cama tras darse una ducha relajante.

Llegó el amanecer, había descansado como hacía tiempo que no lo hacía, por lo que se despertó temprano.

- Ahora qué hago yo a las siete de la mañana y con los ojos abiertos como un búho.

Totalmente despejada se le ocurrió que podría ir a hacer footing por la playa, a esas horas no molestaría a nadie y menos por donde ella solía correr.

Se puso su excitante y delgado bikini, se colocó los cascos para ir escuchando música y comenzó una carrera casi hasta el fin del mundo, por la orilla de la playa, a pesar de la hora que era ya se empezaba a acumularse el público, el agua debía estar helada pues nadie se bañaba y ella comenzó su carrera hacia ese lugar donde pensaba que a nadie molestaría y evitaría también molestas miradas y comentarios extraños.

Su constante footing le estaba desentumeciendo los músculos y las articulaciones, la música le estaba dando vida y el continuo correr le maravillaba, cuando más lejos iba, menos gente observaba, eso si, la gente con la que se cruzaba cada vez tenía menos prendas de vestir en su cuerpo, unas enseñaban sus tetas, algunas otras sus tetas y sus pezones erectos, había quien sacaba pecho a su lado como intentando comprometer, y también se encontraban las que mostraban su vagina sin pelos al aire, alguna de las cuales abrían sus piernas para mostrar dicho encanto a la corredora, también se cruzó con algún que otro ejemplar masculino que acababa de despelotarse, otros que tenían el miembro totalmente erecto, y algún que otro que a su paso, mostraba como se masturbaba, incitándola a cosas que ella no tenía en mente, aunque en algún momento sintió como se le endurecían los pezones.

A la vez que mostraban sus cuerpos le jaleaban para que continuase o se detuviese a su lado para hacerla disfrutar de mil maneras distintas, hubo hasta quien se atrevió a correr durante unos metros a su lado, pero no resistió la velocidad de ella.

Llegó un momento en que vio al lejos un perro pastor alemán, parecía abandonado, perdido, desorientado, ella, como le gustaban los perros, le hizo una señal que quiso que fuera un saludo momentáneo, pero el animal se percató y comenzó a correr en paralelo al lado suyo, tomó el mismo ritmo y la velocidad constante de ella.

Después se arrepintió y por mucho que quiso que se alejara, intentándolo en varias ocasiones, no consiguió que se separara de su lado y tuvo que aguantarlo durante todo el trayecto hasta que tuvo que tomar aire y se detuvo a descansar.

Se tumbó todo lo larga que era en la arena fina y semimojada de la orilla, abrió sus piernas y brazos, hizo unas cuantas veces el ángel y se quedó quieta.

El perro no descansaba, la rodeaba, le daba vueltas, le saltaba por encima, le olía todo, ella dejó al descubierto sus tetas, con el paso una fresca brisa que se levantó se le pusieron duros sus pezones que apuntaban al cielo, el perro, curioso por naturaleza, se percató y muy astuto el, fue a probar aquello que tan atractivo le pareció.

Empezó a lamer.

Por todo el cuerpo, sobre todo por las zonas abultadas, como los pechos y la cara, de vez en cuando bajaba hasta las rodillas puesto que las tenía flexionadas.

Hubo un momento en que hizo una pausa, no le lamía, eso la estaba poniendo un poco nerviosa, ya parecía como si lo necesitara, pero le vino bien unos segundos de relax para acercar sus manos a su vagina y acariciarse lentamente, pensando que alguien le acompañaba en ese caliente momento. Acarició por arriba, abrió los labios, acarició los mismos, entremetía un par de dedos que sacaba chorreando, de vez en cuando aumentaba la velocidad, sentía que se corría y se detenía, paseaba sus dedos por toda la vagina, por fuera, por dentro, alcanzaba con sus dedos su ano, también era penetrado, sólo por la yema de sus dedos, también sentía placer por ese sitio. Le encantaba ser utilizada por todos los agujeros que poseía.

No tardó mucho en sentir una brisa en su pelada almeja, pensó que de nuevo se levantaba un poco de viento, pero sólo iba dirigido a su vagina, sentía fluir los aires por sus labios abiertos, su clítoris también lo sentía, se incorporó un poco porque no sentía más vientos que en su pubis y fue cuando averiguó que era el perro el que resoplaba sobre su coño, instantáneamente cerró sus piernas, no se podía creer lo que le estaba ocurriendo, le dio pánico, aunque también sabía que muchas mujeres practicaban con sus animales de compañía cuando estaban demasiado solas, bueno, también sabía de alguna que no estaba tan sola y también lo hacía.

Ese rápido pensamiento le hizo volver la vista a un lado, al otro, comprobar que de verdad estaba sola del todo, acompañada de su nuevo amigo y volvió a abrir sus piernas, pero esta vez, no abrió solo sus piernas, sino también sus sonrosados labios, parecía una pequeña mariposa a punto de iniciar un vuelo interminable pero lo que realmente empezó fue una sucesión de suspiros y jadeos que no se le acabarían nunca.

El perro sabía aprovechar muy bien su lengua, la pasaba en toda su longitud, le hacía sentir su largo músculo desde el final hasta el principio paseando por sus ya chorreando labios vaginales, no se detenía para nada, su estómago no paraba de subir y bajar con sus desesperados y agradecidos suspiros, no podía más, sentía que se acercaba un orgasmo imposible de conseguir.

No pudo evitar mover sus caderas hacia arriba y hacia abajo, siguiéndole el perro con su lengua constantemente, y al mismo tiempo también observó que el perro movía sus cuartos traseros dejando entrever su salchicha picuda, en principio eso también le causó impacto, temiendo que se la fuera a meter, pensando mil cosas extrañas y moviéndose como loca al final consiguió sentir lo que se siente en casos como esos, un orgasmo fenomenal y cerró sus piernas poniendo un dedo en el centro de su vagina y sintiendo como sus labios se abrían y cerraban soltando hasta la última gota de fluido.

El perro, que sabía que su cometido había sido conseguido acercó sus patas traseras a su otra mano y siguió enseñando un poco más de su salchicha, mientras descansaba, ella arrimó su mano libre para acariciarle y se llevó una gran sorpresa cuando asomó otro trozo más del pene que empezaba a descubrir.

Se volvió a asustar otro poco y dejó de tocar nada más, se relajó y se quedó dormida de puro gusto y placer.

Pasaron unos minutos, se despertó y vio que el perro dormía con su cabeza apoyada en su estómago, a su cabeza se le vinieron pensamientos extraños, pensando en como agradecer a tan macho animal, como era el chuparle el pene o simplemente hacerle una paja, no sabía mucho del tema, por lo que no se atrevía a ponerlos en marcha, de tanto pensar se comenzó a calentar ella solita, mientras comenzaba a introducir sus dedos en su propia vagina comenzó a hacerle una paja al durmiente animal, y mira por donde empezó a asomar de nuevo el pene del perro, eso le hizo subir la temperatura al máximo y sus dedos acariciaban sus labios, su clítoris, se buscaba el punto G, en fin, se puso caliente a más no poder.

El perro se incorporó y se puso a dar vueltas alrededor de ella... lo poquito que le salía de su funda al perro, fue por la razón que hizo que se incorporara sobre sus rodillas y sus manos, no se lo pensó dos veces y se puso en posición de cuatro, pensando que ya que estaba allí, lo iba a aprovechar todo al cien por cien.

El animal seguía dando vueltas, y ella, como parecía que no la veía, se puso a intentar posicionarse por donde el estaba ofreciéndose como una perra en celo, llegó un momento en que intentó montarla pero solo rozaba con la punta por encima de su culo, no atinaba ni a un agujero ni al otro, ella se empezaba a desesperar.

Hasta un momento en que se puso en posición correcta y ella tuvo que darle la solución, como era atlética levantó un poco su cuerpo sobre sus pies dejando al aire las rodillas, acercando la vagina a la altura del pene animal y, en uno de sus fugaces movimientos, ¡¡¡zas!!! La empitonó bien, le metió todo el trozo que tenía hasta ese momento fuera, que ya era considerable y del empujón casi se cae hacia delante, consiguió mantener el equilibrio y a la vez la polla del animal dentro de si misma, el perro empezó a menearse como loco, ya lo había impacientado, y empezó a moverse como es debido, ella disfrutaba de esa follada inesperada y sentía como dentro de si misma crecía la polla del perro, estaba loca de contenta, por haber sentido tanto placer y por sentirlo ahora y por darle placer a su inesperado amante.

En menos de un minuto y tras haber sentido algo grueso entrar de sopetón en su interior, la famosa bola, se separó el perro de su desesperada perra, continuó moviéndose como loco y mostró la longitud de lo que había tenido dentro a la chica.

Por un momento suspiró por no haberse quedado pegada, pero por otro, seguía caliente, tenía ganas de descubrir como era el semen perruno, y volvió a posicionarse.

Nuevamente el perro volvió a su tarea, su pene se había vuelto a enfundar, pero como ya conocía su tarea, pronto se subió a su perra amada, se posicionó correctamente y en menos de diez segundos la había penetrado, puesto que la vagina de la joven estaba todavía mojada de la última vez y tenía “las puertas abiertas” para quien quisiera entrar.

Esta vez no duró tan poco como antes, el perro se meneaba bien, había aprendido pronto, muy pronto, ella disfrutaba como perra, su lengua le salía como si estuviera seca, sedienta, esta vez el grosor se hizo el doble, tras tenerlo todo metido, no se podía imaginar lo que en esta ocasión estaba penetrando en su vagina, entró a continuación una bola que era el doble de lo que había visto, esta vez, tardó más de cinco minutos en separarse de su perra, cuando ya por fin no había modo de moverse, con la boca incrustrada en el interior de esa vagina distinta, el perro no pudo más que darse media vuelta y ponerse culo con culo contra la mujer, a la que se le abrían y cerraban los labios vaginales, del placer que sentía, había obtenido varios orgasmos en la misma follada.

Esos cinco minutos fueron interminables, y sentía como fluía en su interior lo que el perro ansiaba por echar en ella, su semen, inacabable semen que emitía a chorros con un intervalo muy pequeño de tiempo.

Estaban disfrutando los dos como locos, se sintió llena, muy llena, tras esos minutos, el perro consiguió separar su cuerpo del de su recién follada, se dio media vuelta y empezó a pasar la lengua por donde antes tuvo su pene, lamía los fluidos que salía del coño de la joven, eso le hacía sentir latir sus labios nuevamente, que se le abrían y cerraban, sentía como se vaciaba y como conseguía un nuevo orgasmo con esa limpieza vaginal que le estaba dando gratuitamente el perro, tras finalizar, se tumbó en la arena y volvió a quedarse dormida, el perro se acomodó en su espalda y cual si fuera un trofeo, la guardó para que nadie (aunque no había nadie) para que nadie la molestara.

Tras descansar un rato, se volvió a poner lo poco que llevaba de traje de baño y caminando y disfrutando de las vistas, mientras se acariciaba su barriga, regresó a su casa, el perro la seguía, parecía que por fin había encontrado una dueña de su altura.

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