La historia que voy a contar sucedió cuando tenía quince años, bueno casi dieciséis. Era verano y estaba con las vacaciones escolares. Sucedió que un sábado que había quedado con mis amigas para ir a un centro comercial a mis padres se le ocurrió ir de visita y luego a cenar con unos tíos. Yo me enfunde mucho ya que no atendieron ni mis ruegos ni mis gritos posteriores y me castigaron esa tarde sin salir de casa.

Una vez que se marcharon podía perfectamente salir con mis amigas, pero los viejos me controlaban de dos maneras en estos casos. Una llamándome varias veces al teléfono fijo de casa y claro si no lo cogía me llamaban al móvil y me localizaban donde estaba ya que tenía localizador por GPS.

El castigo para este caso ya lo había probado en una ocasión, que es cuando me entere de lo del localizados GPS y consistía en una suspensión de total de mi paga y de otras compras como ropa, complementos, etc, etc, la única vez que lo padecí fueron tres meses y quede satisfecha para muchísimo tiempo de la suspensión.

Así que decidí tomar el sol junto a la piscina y en un acto de rebeldía lo hice total mente desnuda, cosas de la adolescencia.

Me hice un par de largos y me tumbe al sol con un refresco al lado. Me sentía rara, era la primera vez que estaba desnuda de esa manera, menos mal que ni desde la calle ni los vecinos podían verme.

Sin darme cuenta estaba tocándome los pechos que no los tengo muy grandes pero si muy bien colocados y creo que bastante bonitos. Me pellizque los pezones para que se pusieran duros rápidamente y comencé a sentir cosas en la parte de abajo. Estaba humedeciéndome.

Di un fuerte sorbo del refresco que estaba tomando. Me atragante y se derramo parte por mi cuerpo, sobre todo en la parte alta de los muslos. Deje el vaso y me concentre en lo que estaba haciendo ya que no podía salir por lo menos quería pasarlo bien.

Deje caer las piernas por los laterales de la hamaca quedando mi cosita completamente abierta. Cerré los ojos y comencé a tocarme. Al poco suspiraba, la verdad es que soy un poco escandalosa en cuanto al sexo.

Estaba yo entretenida con mis “cosas” cuando sentí algo húmedo en mis piernas, abrí los ojos y era Trapy, mi perro. Estaba lamiéndome los muslos. Fui consciente que cada vez lo hacía más rápido y pensé que debía ser por el sabor dulzón del refresco que me había mojado.

A pesar de que me hacía cosquillas le deje que siguiera porque estaba gustando. Termine mi solitario “dedo” con un orgasmo tranquilo y placentero. Le dije al perro que se fuera a su caseta y me fui quedando adormilada.

De pronto sentí que Trapy volvía a lamerme. No sé cuánto había pasado pero le deje, estaba relajada y como dije sus lametones me hacían cosquillas a pesar de su áspera lengua. El cabreo con mis padres comenzó a pasarse.

El perro cada vez daba los lametones más arriba de mis muslos buscando el dulzor que tanto le gustaba, pero ya debía quedar poco por lo que me derrame más refresco sobre los muslos y por el vientre, más que nada para ver su reacción.

Se animó bastante, sus lamidas eran enérgicas y rápidas. Tengo muy sensible la cara interior de los muslos y no sé si fue por eso, por mi desnudez o porque estaba predispuesta, me fui excitando de nuevo.  Comencé a acariciarme los pechos.

El perro seguía lamiendo, su lengua áspera parecía incansable. Seguía buscando lo que tanto le gustaba. Mi sexo comenzó a reaccionar y  se fue mojando.

De pronto note la aspereza en los labios vaginales y sentir como un calambre por todo el cuerpo.

-Quieto Trapy –grite-eso no se hace, no, quieto.

No me hizo caso, como es natural. Intente levantarme pero el perro no me dejaba, su cabezota entre mis piernas impedían la operación. Opte por subir las piernas y juntarlas. ¡Menudo error! Deje todo mi coño a su disposición, eso sí cerrado.

Siguió lamiendo por todas partes. Yo cada vez estaba más excitada. Termine por abandonarme. Baje de nuevo las piernas y que Trapy hiciera lo que quisiera porque me estaba gustando. Desde entonces tengo la creencia de soy una chica bastante fácil.

Me abrí los labios y deje todo al descubierto. Paso la lengua varias veces, luego volvió a los muslos pero enseguida volvió a mi sexo. No sé si por que le gustaba más mi flujo que el dulce refresco. Cuando acertó con mi clítoris fue como una descarga eléctrica.

Siguió, incansable, lamiendo. Me vine de forma salvaje entre gemidos y gritos. Fue un orgasmo bestial y desde luego nada comparable con los anteriores.

Los siguientes días fueron de bastante confusión. Me reprochaba lo ocurrido con Trapy pero en cuanto recordaba como fue el orgasmo me volvía a mojar. En la primera ocasión que se me presento intente repetir lo ocurrido en la piscina pero mi perro paso olímpicamente de mí. Esto mismo me sucedió en dos o tres ocasiones más.

Me lleve una gran decepción pero me incentivó para conseguirlo de nuevo ya que soy cabezota por naturaleza. Empecé a investigar en la red, leí muchas cosas, vi videos que hicieron que me masturbara mucho y comencé a entrar en chat y foros buscando información. Fue todo muy aclaratorio y muy excitante. Me explicaron muchas cosas y fui comprendiendo la forma de hacerlo.

La primera tarde que supe que podía disponer de mi casa para mí sola durante unas cuantas horas me dispuse a poner en práctica lo que había leído, visto y aprendido.

Encerré  Trapy en el cuarto de baño de mi dormitorio .Luego me desnude Ese día no me había duchado porque me dijeron que era mejor que el perro se acostumbrara a mi olor. Me unte mermelada por las ingles estirándola hacia la parte trasera y también me puse en los labios vaginales.

Abrí un poco la puerta y me puse a cuatro patas en el centro de la habitación siguiendo las instrucciones que una “amiga” me había dado en el chat y me dispuse a esperar.

Trapy no tardo casi nada en salir de su encierro. Dio un par de vueltas por el dormitorio y enseguida se me acerco. Comenzó a olerme y dio una vuelta sobre mí. Luego me lamio la cara, cosa habitual, que disgustaba sobre manera a mi madre.

Enseguida fue hacia mi parte trasera y descubrió lo que había para él. Comenzó a lamer la mermelada como un loco. Poco a poco fui separando las piernas para que accediera fácilmente hacia mi coño. No dejo de lamer. Note como me iba mojando, estaba súper excitada. Sin esperarlo me sorprendió por la rapidez, el primer orgasmo.

Gemía de placer. El perro seguía lamiendo con áspera lengua y de vez en cuando se subía a mis nalgas  pero rápidamente bajaba y seguía comiéndome. Sentirle subido a mi grupa tenia la consecuencia que yo me mojaba más aunque sabía que no iba a poder penetrarme ni yo iba a permitirlo.

Explote de tal manera que me derrumbe en el suelo. Con la respiración entre cortada y gimiendo como una posesa creí morir de placer.

Trapy dio una vuelta sobre mi cuerpo, me lamio la cara como si me fuera un beso y volvió a mi trasero. Yo me gire y separe las piernas quería que le fuera más fácil olerme y se acostumbrara a ese olor.

Antes de recuperarme, el  perro volvió a lamer mi vulva, cada lengüetazo era como un latigazo en mi clítoris y una descarga eléctrica recorría mi cuerpo. Estaba loca de placer pero mi cuerpo pedía más.

Estaba cerca de una mesa, me agarre a las patas con las manos y deje a Trapy que siguiera. Me llevo al tercer orgasmo de la tarde y sin dejar de comerme el coño a un cuarto que fue encadenando con el anterior.

Menuda tarde de placer había pasado.

CONTINUARA