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Trapy

en Zoofilia

Ha pasado algún tiempo de lo contado en el anterior capitulo. Trapy se ha convertido es un magnifico amante lamedor, ya no precisa de ninguna ayuda para satisfacerme  casi todas la noches.

Mi vida sexual se había activado, perdí la virginidad con un vecino cuarentón ya que me gustaba el tipo y pensé que lo haría mejor que un jovenzuelo de mi edad. Por cierto se acercaba mi cumpleaños número diecisiete y pensaba en hacerme un buen regalo.

Seguí las instrucciones que me dieron algunos colegas del chat. Me encargue del baño del perro y aunque al principio me daba reparo comencé a tocarle la funda de su pene. No sabéis la alegría que tuve la primera vez que conseguí sacar toda la polla. Se la tocaba, le masturbaba un poco, pero como no estaba sola en casa no avancé más.

Me dijeron que sería bueno que el perro identificara el sexo a cuando estaba conmigo y que no le hiciera correr si yo no podía correrme también. No sé si eso es cierto pero es lo que hice. Solo teníamos sexo en mi habitación y yo desnuda.

Una noche que mis papas salieron a cenar con unos amigos me dije de poner en práctica lo aprendido hasta la fecha.

Encerré a Trapy en el baño como es habitual en las grandes ocasiones. El debe interpretarlo de alguna manera y yo le noto como más predispuesto.

Me desnude y fui a masturbarme un poco para humedecer el sexo pero no me hizo falta, ya estaba mojada. El perro respondía perfectamente a mis jugos y olores.

Abrí la puerta del baño y me puse a cuatro patas. El perro salió y me olio. Como de costumbre comenzó a lamerme, le deje un poco. Luego me gire y le toque la funda de su pene. Acostumbrado de cuando le baño, se dejo hacer. Me asombraba lo rápidamente que le salía con la manipulación pero más asombroso era como se le escondía en cuanto se dejaba de manipular.

Cuando la verga estaba en todo su esplendor inicie una masturbación. Me fascinaba esa polla llena de venitas y de color entre rosa y morado. Durante un rato seguí pajeando al perro. Luego se me ocurrió chupársela y sin pensarlo, lo hice. La verga me lleno la boca, era más grande y sobre todo gruesa, que la mayoría de las pollas de mis pocos amantes humanos. Trapy se comportaba diferente a las otras veces, supongo el motivo.

Temiendo que se corriera en mi boca, deje de hacerlo y me puse en posición para que me comiera el coño. Inmediatamente lo hizo. Me dio un placentero orgasmo.

Mi vagina rezumaba jugos por todos los lados. El perro me olio y lamio y de pronto se monto, comenzó a moverse frenéticamente. Sentí como su verga iba saliendo y adquiriendo dureza entre mis muslos. Le deje hacer, la situación me estaba poniendo tremendamente cachonda. Trataba de hacer presión con mis muslos sobre la polla canina. Tardo un poco pero se corrió sobre mis muslos. El semen comenzó a caer por mis piernas. Me tumbe en el suelo, poniéndome bocarriba, no sé por qué lo hice. Estaba muy excitada. Trapy se marcho a un rincón y vi como se lamia la verga mientras que se le iba escondiendo.

Cuando ya la tenía dentro de la funda se me acerco y oliéndome el sexo comenzó a lamer su propio semen. Iba de mis muslos a mi coño y vuelta a los muslos.

Casi inmediatamente se inicio un orgasmo muy largo o quizás fueron varios consecutivos, pero desde luego fue el más placentero de vida y el que más me gusto.

Quedaba un mes para mi cumpleaños e inicie la preparación para mi regalo. El vecino que me desvirgo, me enseño un poco de los placeres anales aunque no me había penetrado por el culo. Yo había seguido usando esa vía para darme placer de forma solitaria cuando no podía usar a mi perro.

Como podéis imaginar el regalo que me iba a hacer era convertirme definitivamente en la hembra de Trapy. Me daba miedo que entrara la bola y aunque sabía de métodos para evitarlo, no quería dejar de probarlo por lo que intente ir dilatando mi vagina primero con los dedos y luego usando algunas frutas o verduras a modo de pene. Por cuestión de mi edad no podía comprar un consolador en condiciones.

Por las noches me encerraba en mi dormitorio y practicaba con el perro la monta de la hembra, entre los muslos.

Coincidió que el sábado anterior a mi cumpleaños teníamos una cena familiar en casa de mi abuela. Ideal para mis intenciones ya que estaría varias horas sola en casa. El problema estaba en cómo podía evitar mi asistencia ya que también irían mis tíos y primos. Precisamente mis primos propiciaron la situación ya que mi tía y mi madre hablaron por teléfono y le dijo que los niños no podían ir a cenar.

Cuando mi madre lo comento vi el cielo abierto. Le dije que ya que ellos no iban que yo no hacía nada en la cena. Después de insistir un rato accedió a mis deseos y quedamos en que me quedaría en casa. Por cierto habían dejado de controlarme tanto dado mi “buen comportamiento”, si ellos supieran la razón.

Llego el día señalado. Nos despedimos y me preguntaron si no iba a salir. Dije que quizás me acercaría un rato a casa de una amiga que vivía cerca pero que estaría pronto en casa.

Espere hasta las diez de la noche por si llamaban, pero no lo hicieron. Lleve a Trapy a mi dormitorio y le encerré en el baño. Le deje un rato mientras que cenaba algo y así se pusiera “nervioso” sabiendo lo que tendría después.

Cuando subí inicie el pequeño ritual. Prepare una toalla bastante grande para que el suelo se manchara lo menos posible. Luego me desnude, me recogí el pelo en una coleta para que no me molestara, abrí la puerta y me puse a cuatro patas cerca de la misma.

El perro se quedo parado cuando me vio. Yo comencé a ir hacia donde estaba la toalla, el can se me fue acercando despacio, yo paraba y giraba la cabeza mirándole. Volvía a caminar y volvía a parar. Me alcanzo y lamio mi cara, fue como un beso.Seguí el camino hasta la toalla con Trapy a mi lado. Parecía que sabía que aun no debía hacer nada a parte de acompañarme y olerme.

Una vez en el sitio elegido volvió a lamer mi cara y fue despacio hacia mi parte trasera. Pasó su lengua por los muslos y enseguida comenzó a lamer mi sexo. La verdad era que no lo necesitaba, ya que estaba empapada.

Yo suspiraba y poco después gemía. No quería intervenir, deseaba que mi perro tuviera la iniciativa. Se subió varias veces en mi grupa y se frotaba en mis piernas, pero al poco bajaba y seguía lamiendo. Al rato me corría por primera vez pero siguió lamiendo y encadene otro orgasmo. Caí rendida al suelo con una sensación de placer tremenda y deseosa de seguir.

Una vez recuperada me puse de nuevo a cuatro patas ofreciendo mi grupa a Trapy. Caminaba por la habitación y girando la cabeza para llamar su atención.

No tardó en reaccionar y se acercó. Como solía hacer me olio y medio lametones por la cara. Antes de que pudiera hacer nada, comencé a tocarle la funda. Su linda verga comenzó asomar. Se dejaba hacer, muy quieto. Le fui masturbando para ponérsela dura, luego se la chupe un poco, mi boca se llenó de su líquido preseminal.

Me di una palmada en el culo y le dije arriba. Inmediatamente se subió por un costado. Fui girándome para que quedara enfrentado a mi grupa. Sentí como sus patas delanteras se aferraron a mis costados, note como hacia fuerza para que no me escapara. Eso me encendió aun más.

Se frotaba entre mis muslos como ya había hecho muchas veces. Baje un poco el culo y entonces noté como la polla pegaba en los alrededores de mi sexo y en los labios vaginales. Eso me puso como loca pero no terminaba de acertar.

Me acorde de una cosa que mi amiga del chat me había dicho. Puse mi mano con los dedos en la entrada de  mi coño como si fuera una especie de bandeja o de guía para que por ella se deslizara la verga de mi macho.

Al segundo o tercer intento me la metió del todo en mi mojada vagina. Me dolió cuando topo con el fondo de mi cueva. Se movía a una velocidad tremenda. Se le salió alguna vez, pero rápidamente volvía a meterla, opte por apretar lo que podía para evitar que se saliera de nuevo.

Comencé a tocarme el clítoris pero enseguida me di cuenta que no iba hacer falta que me ayudara. Tenía tanta excitación y ganas que no tardaría en correrme.

Y así fue. Brutal, me faltaba la respiración, creí morir, tenía ganas de caer al suelo y disfrutar del tremendo orgasmo pero mi macho no había descargado en su perra.  Tenía que esperar.

Afortunadamente no debí esperar mucho para que me inundara. Derrumbada en el suelo observe su polla y la bola, estaba lamiéndose, menos mal que evite que la metiera ya que me asustaba el tenerla dentro.

Su semen chorreaba por mis muslos, es increíble la cantidad que pueden echar los perros. Se me acerco y comenzó a lamer su propia corrida.

Considerando que ya había limpiado la zona, fui levantando el culo para que siguiera. Yo estaba en la gloria con los lametones de su lengua. Llego el turno de mi sexo, lo lamio muy bien lamido y fue poniéndome a tono otra vez y algo dentro de mí me decía quería más.

Había pasado el suficiente tiempo para que desapareciera el nudo de Trapy. Cuando le pareció me monto de nuevo. Sentir su verga dando golpecitos en mis carnes, cosa que me ponía tremendamente cachonda, pero la sensación que tenía cuando con sus patas delanteras se aferraba a mi cintura era algo que no se describir, solo sé que me sentía suya, muy suya.

No necesitó ayuda para acertar con mi sexo. Iba más despacio que antes, pero también se le salió algunas veces. En una de estas salidas al volver a meterla sucedió algo no previsto,  acertó con mi ano.

Sentí como entraba por el esfínter y me dio sensación de rotura  pero solo fue eso, note como recorría mi recto y empezó a entrar y a salir. Esta vez la verga no se salió ni una vez, supongo que por ser más estrecho el conducto.

Al rato comencé a sentirme llena, una presión en el recto y las acometidas del perro se fueron haciendo más lentas. La bola de la verga estaba creciendo dentro de mi culo, joder.

No sabía que hacer pero poco a poco me acostumbre y me fui poniéndome mucho, comencé a masturbarme como una loca.

El orgasmo fue inenarrable. Me sentí llena por completo entre la polla, el nudo y el semen de Trapy.

Al rato el perro dio un tirón, como para salirse de mí, grite del dolor insoportable que me produjo en el esfínter.

Trapy se giró lo que pudo y comenzó a lamerme por donde podía. Me dio la sensación que era la forma de consolarme.

Intento varias veces desengancharse pero ya lo hizo de forma suave cosa que agradecí. Tardamos unos veinte minutos en lograrlo. Inmediatamente le agarre del hocico y se lo bese varias veces. Era la forma de darle las gracias por lo que me había hecho disfrutar y luego por la delicadeza que demostró para salir de mi.

El mejor regalo de cumpleaños que he tenido nunca.

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