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La obra de teatro (y 2)

en Bisexuales

Continuación del relato anterior en el que un reconocido actor y dos aspirantes pruebas nuevas formas de ensayo para meterse en la piel de los personajes.

Tras ducharnos, cada uno por separado, Carlos tenía preparada una exquisita comida que calentó un momento en el horno. Allí mismo en la cocina nos sentamos a la mesa y sin muchas formalidades nos servimos cada uno la ración que quisieramos. Tras comer nos sirvió un café y fuimos a otro saloncito en el que sólo tenía un sofá y un sillón. 

Nos dijo que nos acomodáramos en el sofá mientras él lo hacía en el sillón.

- A ver, chicos, olvidemos lo de esta mañana.

Yo sin querer sentí un poco de pesar. ¿No se iba a repetir esa sesión?

Sigió hablando Carlos:

- Lo que quiero contaros es el verdadero trasfondo de la obra, lo que realmente Allan quería contar. Sólo así se entiende realmente todo lo que pasa en la obra. Tras la muerte de Allan se encontraron unos escritos suyos en los que explicaba que la relación entre los personajes no era exactamente de igual a igual. Tanto Jacob -el personaje de Carlos- como Hilda -el de Marta- tenían a Olaf -mi personaje- como un juguete sexual. La obra de lo que trata realmente es de la ruptura de esa pareja ya que al final los dos quieren a Olaf en exclusiva.

- En la época que lo escribió esto no podría representarse nunca. Inicialmente quiso poner una familia de mormones pero la obra perdería mucho sentido. Decidió poner por tanto un trio con dos hombres y una mujer, y para no resultar demasiado escandaloso lo situó en Suecia, país que por aquellos años tenía una mentalidad mas abierta en lo sexual.

Carlos siguió contando que la obra, tras esconder la verdadera filiación de cada uno de los protagonistas, perdía algo del sentido. Las interpretaciones que se habían dado, aunque válidas, no eran redondas y quedaban flecos sueltos. Por ello en su día esta obra se representó poco a pesar del prestigio del autor.

Años después de la última representación de la obra fue cuando se descubrieron las cartas a las que hacía referencia y bajo ese prisma todo tenía sentido. La obra, como todas las de Allan McAllister era redonda.

Como Carlos era un gran admirador de McAllister al conocer este cambio quiso representar esta obra con esas premisas, y aunque no se cambiasen los dialogos, los actores deberían ser conscientes que papel jugaban. Esto en círculos profesionales no había conseguido representarlo pero en aficionados si podría hacerlo y el grupo de nuestra Universidad tenía calidad.

- Ves, Pablo, como era necesario que Olaf, es decir, tu personaje, sepa lo que es que Jacob se lo folle? Olaf debe mostrar esta faceta que no casa con un machito, como tu intentabas representarlo. Yo podría haberlo representado, ya que soy abiertamente bisexual, pero Olaf es el joven del grupo y Jacob es el casi viejo. Ese papel te tocaba a ti, y había que hacerte conocer ese punto de vista.

- O sea, que todo lo de esta mañana es porque necesitabas un actor bisexual?

- Necesitaba que en concreto tú lo fueras o al menos hubieras disfrutado con una polla en tu culo. Olaf es adicto a la polla de Jacob y tu personalidad creo que encaja con la de Olaf. Lee de nuevo la obra teniendo esto en cuenta y aunque no se diga explícitamente, verás como gana sentido.

- Y yo, que papel oculto se supone que hago? -preguntó Marta.

- Sin prisas, Marta. Es una faceta que desconoces de ti, pero sé que la tienes. Solo os pido a los dos que seais abiertos sexualmente. Aparte de descubrir cosas que ni sabeis que os gustan vais a disfrutar un montón.

- Mas abierto aún? Me partes el culo y dices que no estoy abierto a nuevas experiencias? - repliqué.

- Por qué no? No conoces tus límites, eso es seguro.

- Y yo? Me habeis follado por delante y por detrás... que mas hace falta? -preguntó Marta.

- Tu sabes que nada de eso ha sido novedad, verdad? -dijo Carlos.

Marta asintió en silencio. Tanto ella como yo estabamos ya pensando que nos venía otra sesión de sexo, pero Carlos por contra derivó la conversación a otros temas propios de la obra y sobre todo a temas escénicos. Vimos un par de videos con tomas de obras de teatro y sobre ellos nos explicaba detalles a tener en cuenta. Fue, sin duda, una masterclass de primera y sin apenas darnos cuenta el reloj marcaba las 9 de la noche.

- Uff, chicos -dijo Carlos-, creo que merecemos un descanso, no os parece?

- Pues si, son las nueve ya! -conteste.

Carlos se levantó para abrir las cortinas de uno de los balcones que daba a la calle queriendo comprobar si había anochecido ya pero se percató de que los tres estábamos desnudos y desistió.

- Si, yo creo que ya es de noche - apostilló Carlos.

Se dirigió directo al sofá donde estaba Marta y sin previo aviso, desde atrás, echándola las manos por encima cogió sus tetas. Marta se sorprendió al instante pero acto seguido se relajó y dejó hacer a Carlos, que seguía masajeando como si nada hubiera pasado. Yo contemplaba la escena desde mi sitio viendo como poco a poco la cara de Marta cambiaba de la simple relajación a la excitación.

Carlos rompió el silencio que se había hecho diciéndome:

- Pablo, vete a la nevera y nos traes dos cervezas, una para Marta y otra para mi.

Me levanté y cuando salía de la sala exclamó Carlos:

- Para ti no traigas nada.

No entendía el porqué de eso pero le hice caso y al rato estaba con dos latas de cerveza frente a ellos que seguían con el magreo.

- Y las copas? -me espetó Carlos.

Yo balbuceé de mala manera y volví a la cocina a buscar un par de copas. Tras una larga búsqueda volví con ellas al salon. La posición de ambos ahora era distinta. Carlos sentado al lado de Marta y ésta agachada tragándose la polla de Carlos.

- Bien, ahora rellena las copas y siéntate en el suelo frente a nosotros y calladito -me ordenó Carlos.

Así lo hice y me senté a ver la escena. Marta trataba de abarcar en su boca el pollón de Carlos pero no había manera de tragarla entera. Un par de veces parecía que le venían arcadas, y aún asi seguía comiendo polla.

- Que bien sabes mamar, Marta. Se te ve que obedeces muy bien.

Marta trataba de asentir con ese pedazo de carne en su boca.

- Y mandar? -la preguntó Carlos-. Cómo se te daría?

Tras un silencio Carlos se contestó a si mismo:

- Seguro que bien, estoy seguro.

Tiró del pelo de Marta hacia atrás haciendo que dejase de comerle la polla. Marta le miró como no entendiendo nada de lo que pasaba.

- Házme caso -dijo Carlos-, ahora te toca mandar a ti.

La cara de Marta era un poema. No sabía de qué estaba hablando ni como actuar ni qué hacer.

- No lo entiendes? Tienes ahí enfrente -Carlos me señalaba- a quien mandar. Ordénale lo que quieras. Estoy seguro de que te obedecerá por voluntad propia.

Ahora era yo el que no entendía nada. A que coño estabamos jugando?

Marta, con un tono de voz entre divertido e inseguro me dijo que me pusiera de rodillas frente a ella y por mi parte, más por seguir el juego y saber de qué trataba todo acaté su orden. Tras esto, ella se quedó sin saber que hacer a continuación esperando que Carlos la indicara qué era lo siguiente. Carlos, mientras, no decía nada, esperaba a que Marta continuase.

Como Marta seguía caliente tras el numerito con Carlos, lo que se la ocurrió fué dar un paso hacia mi y que la comiese el coño, así como estaba de rodillas. Al instante me apliqué a lamer desde su pubis, bajando poco a poco hasta su vulva, jugando con mi lengua con su clítoris e introduciéndola a veces en su vagina.

Marta comenzaba a excitarse y a veces arqueaba sus piernas y pedía mas intensidad, hasta que cogiéndome por detrás de la cabeza me apretó contra sí.

- Come, cabrón, come coño.

Carlos contemplaba divertido la escena al tiempo que decía a Marta que disfrutase de su juguete. Yo por mi parte estaba absorto comiendo el coño de Marta y no noté como Carlos se levantaba y salía del saloncito en el que estábamos. Al rato volvió con algo que no llegaba a ver y se lo entregó a Marta.

- El pichafloja este necesitará esto para satisfacerte -dijo Carlos.

- Se me ocurre algo mejor -contesto Marta.

De un tirón del pelo me echó atrás la cabeza y me hizo mirarla. En sus manos tenía un arnés con un consolador enorme, del tamaño mas o menos de la polla de Pablo. Marta me puso el arnes sobre la cara y lo ató fuertemente detrás de mi cabeza.

- Ahora quietecito, ni te muevas - me dijo.

Con un movimiento de pelvis se apoyó sobre el consolador y sin mas preámbulos se lo ensartó en su coño. Se movía lentamente alante y atrás mientras no paraba de decirme que no me moviera. Yo, como podía, aguantaba sus embestidas para no moverme. Unos minutos después se paró y me ordenó que fuera yo el que me moviera. Como podía trataba de moverme para penetrarla con el dildo postizo que tenía en la cara. La verdad es que la situación me estaba excitando y empezaba a empalmarme.

- Mira tu consolador, Marta, se está empezando a empalmar -dijo Carlos riendo.

- Pues que se deje de tonterías y que me dé caña mas fuerte.

- A lo mejor lo que quiere es que tu le des caña. Si no vale ni para follarte con un consolador...

- Espera Carlos, que esto me esta gustando -respondió Marta.

- Es tu juguete, tu decides -respondió Carlos-, pero igual te gustaría sentir lo que un macho dominate siente follándose a una puta como esta.

- Siiii, que idea! - respondió Marta entusiasmada.

Tal y como dijo lo anterior, se salió del consolador y me lo quitó de la cara. Me ordenó que me pusiese como un perrito con la cabeza pegada al suelo. Yo, que seguía empalmado, no tuve fuerzas (ni ganas) para negarme.

Marta se ató el arnés y situándose tras de mí colocó la punta que ya estaba lubricada con sus propios jugos sobre la entrada de mi ano. Sin miramientos comenzó a empujar, no demasiado rápido pero sin detenerse. El dolor de nuevo me recordaba mi violación de la mañana aunque algo dentro de mi me decía que lo importante era lo que venía despues.

Lancé una queja por el dolor y como toda respuesta recibí un manotazo en mis nalgas.

- A callar, puta! -dijo Marta.

La invasión seguía y el dolor iba en aumento. Yo apenas me podía aguantar sin chillar y mas de una queja se me escapó, incluso alguna lágrima brotó de mis ojos. Tras este suplicio de pronto Marta paró la embestida.

- Así se la metiste tu, no? Carlos? -preguntó Marta a Carlos

- Si, mas o menos. Y qué? Como te sientes?

- Guau! poderosa! - respondió Marta.

- Pues déjale que se acostumbre y haz uso de tu poder.

Marta permaneció quieta un rato mas hasta que comenzó a sacar un poco el consolador. Llegado a un punto, volvió a enterrarlo suavemente. El dolor ya era menor y aguantaba mejor esos movimientos. Repitió la jugada varias veces hasta que se me escapó un suspiro. Comprendió entonces que ya no sentía dolor, mas bien al contrario.

Entonces volvió a los mismos movimientos incrementando un poco la velocidad viendo como yo ya no ofrecía resistencia ninguna e incluso a veces empujaba para penetrarme yo mismo.

- Como le gustan las pollas a este -dijo Marta.

- A ti tambien te gusta que te follen el culo, no? -pregunto Carlos a Marta.

- Claro! es un gustazo -respondió Marta.

- Pues normal que nuestro juguete, tras probarlo, se haga adicto.

- Por cierto -continuó Carlos-, me dejas usar tu juguete un rato?

Marta le respondió que si temerosa de perder su oportunidad de sentirse poderosa conmigo, pero Carlos se levantó de su asiento y se sentó en el suelo frente a mi. Acercándose me agarró del pelo echándome la cabeza hacia arriba y colocando mis labios a unos centimetros de su polla.

- Vamos, putita, comemela toda - me dijo.

Abriendo mis labios me dispuse a comerme la polla de Carlos mientras con mi lengua saboreaba su glande. Poco a poco fui introduciendo mas polla en mi boca hasta que casi no podía mas. Marta seguía enculándome sin parar.

- Vamos a jugar al tenis -dijo Marta.

Tras esto me metió de un golpe el consolador de modo que yo me eché involuntariamente hacia adelante, con el resultado que me tragué mas aún la polla de Carlos, hasta el punto que me dió una arcada. Carlos me sujetó la cabeza para que no sacara su polla y tras retirárse embistó contra mi boca. Me eché atrás, clavándome el consolador de Marta. Así hicieron varias veces en las que con cada embestida imitaban el sonido de una pelota de tenis y acompasaban el sonido con un cachete en mis nalgas o la espalda, según quien se tratase.

Por mi parte, el jueguecito me tenía a mil y estaba disfrutando de hacer de pelota hasta que en un momento Carlos perdió el compás y al tiempo que Marta embestía Carlos también lo hizo. Que lleno de polla me sentí en ese momento, y mas cuando, con el compás cambiado los dos embestían a la vez. Me sentía muy puta siendo follado por culo y boca y eso ya colmó mi excitación y me corrí sin poder evitarlo.

Carlos se dió cuenta y dijo a Marta que sacase la polla. Él a su vez hizo lo mismo y se colocaron frente a mi. Yo me quedé desolado y vacío, pero sobre todo sorprendido.

- Quien te ha dado permiso para correrte?

- Como? -pregunté extrañado.

- Lo que has oido -repitio Marta-, que quién te ha dado permiso?

- Supongo que ... -balbuceé yo.

- No supongas nada! -exclamo Marta-, aquí se hace lo que yo diga!

- Jeje, así, así -apostilló Carlos.

- Ahora lo vas a limpiar, Cerdo!

Marta siguió ensañandose conmigo mientras me levantaba confuso buscando papel o algo para limpiar mi corrida. Carlos me detuvo y me dijo que le siguiese a un dormitorio. Tras un largo pasillo llegamos a un cuarto que desentonaba por completo con el resto de esa elegante casa. Se trataba sin duda del cuarto para el servicio ya que era pequeño con un armario y un camastro. Sobre la cama había un vestido de chacha sexy, unos paños de limpieza, una cofia y en el suelo un par de zapatos de tacón.

- Si vas a limpiar debes ponerte la ropa adecuada -me dijo Carlos.

- Ni de coña! -dije yo sacando el poco orgullo que me quedaba.

- Vamos! - grito Carlos.

A continuación me guiñó un ojo y en otro tono de voz me dijo que fuera al saloncito cuando me hubiera vestido y entendí que le estaba siguiendo el juego a Marta. Si seguía siendo el juego, sólo bajo esas premisas, haría lo que decía.

Asi pues me puse el vestido que sólo se trataba de una faldita muy muy corta y un pequeño delantal. Por detrás dejaba todo al aire. No es que me importase ya que desde que por la mañana nos desnudamos no nos habíamos vestido. No me costó meter los pies en los zapatos ya que eran, que casualidad, de mi número. Lo que si que me costó fue, primero, ponerme en pié y después dar pasos hasta llegar a la puerta.

El recorrer de vuelta el pasillo con sus, al menos 10 metros, me llevo casi un minuto ya que no me tropezaba y caía por que me sujetaba a las paredes. Lo peor vino cuando llegué a la puerta del saloncito. Desde ésta había varios metros hasta donde estaba la mancha y no me podría apoyar en nada.

Marta y Carlos me miraban muy serios al verme parado.

- No lo vas a limpiar? Te da miedo? -preguntó Marta.

A trompicones llegué al sitio donde estaba la mancha y poniéndome de rodillas me dispuse a limpiar con los paños mi propio semen. Mientras tanto, Marta se colocó detrás de Carlos y echó mano a su paquete de Carlos, el cual tenía la polla flácida. Con la otra mano le sobaba el pecho mientras le besaba el cuello.

Una vez limpié todo, oí la orden de Marta:

- A ver, puta, quiero que este semental me folle. Ponle la polla a punto.

De rodillas como estaba me acerque a lamerle la polla pero según me acerqué Marta, con la polla de Carlos me dió un cachete en la cara.

- Que se dice? -preguntó Marta.

Me quedé callado, no sabía de qué iba la cosa.

- Se dice "gracias", maleducado! - me reprendió.

Volvió a darme otro pollazo en la mejilla.

- Gracias -respondí.

Eso la gustó tanto a ella como a Carlos ya que la dureza de la polla, así como su tamaño cada vez era mayor. Cuando ya estaba cerca de empalmarse me gritó Marta:

- Te he dicho que me lo calientes y te quieres escaquear, puta? Vamos, cómele la polla, joder!

Me puse a comer la polla a Carlos como si en ello me fuera la vida, tanto que a los pocos minutos tenía el mástil a tope.

- No abuses, cerda! -dijo Marta-, que esta polla es para mí.

Tiró de Carlos y lo tumbó en un sofá. Acto seguido se montó encima sin preámbulos y se metió el pollón de un solo embate. Se puso a cabalgar salvajemente dando alaridos de placer mientras yo seguía de rodillas contemplando el espectáculo. Carlos la agarraba de sus glúteos mientras metía dedos dentro de su ano. De pronto me miró y exclamo:

- Tú, ven para acá a partirme el culo!

Yo me levanté pensando que por fin la farsa se había acabado peor Carlos me paró en seco diciendo:

- Cuando se ha visto que una chacha pueda partir el culo a la señora? Anda, ponte eso -dijo señalando al strap-on.

Me quede sorprendido y casi paralizado. Marta añadió:

- Ademas te he dicho que quiero que me rompas el culo y con tu pollita no me vas ni a hacer cosquillas.

Yo, cabizbajo, fuí a coger el arnés y me lo puse quedando mi pene aplastado. Me situé detrás de Marta y, quizás por venganza. la enterré el dildo, mas de la mitad, de un solo golpe. Marta dió un alarido que me hozo pensar que me había pasado pero a los pocos segudos goró la cabeza y me dijo.

- Es que ni con eso saber partirme el culo? Dame mas fuerte, coño!

Yo, ya sin miedo a lastimarla, me movía con todas las fuerza que tengo y la muy puta lo disfrutaba. Al poco rato Carlos exclamó:

- Diossss, me voy a correr!

- Hazlo en el careto de la puta chacha -dijo Marta saltando como un resorte y deshaciendose de los dos penes que la penetraban.

Yo, ya sabía lo que me tocaba... Me bajé del sofá, me arrodillé y me dispuse a esperar el lefazo de Carlos en mi cara. Carlos se incorporó y Marta le dijo que se aguantase unos segundos para poderle mamar la polla. Así hizo y durante 10 o 15 segundose le mamó la polla hasta que no pudo mas y sacándola de la boca de Marta escupió en mi cara varios chorros de semen.

Marta mientras mamaba de nuevo la polla de Carlos para limpiar las ultimas gotas, con su mano la restregó por mi cara y me hizo chuparle las manos.

- Vamos, puta, prueba lo que es el semen de un hombre -me dijo.

Yo me dejaba hacer ya que, desde la mañana anterior estaba completamente desinhibido y ya creía posible cualquier práctica sexual, y de hecho estaba aprendiendo a disfrutar sea cual fuere la situación.

Carlos se dejó caer en el sofá que tenía a su espalda. Era la señal de que el juego había acabado, o eso creía yo que fuí a levantarme y Marta, con un tono de voz muy seco me dijo:

- Así, como estás, vete a por algo de beber que tenemos sed.

Al volver con dos copas de agua Carlos dijo a Marta:

- Tienes un juguete y no te ha hecho correrte?

En efecto, Marta era la única que no se había corrido en toda la sesión, así pues me dijo que fuese a cuatro patas a mamarla el coño hasta que se corriera. Me dirigí a ella de esa guisa y me puse a lamerle el clítoris mientras Marta me aplastaba por veces contra su coño y refregaba mi cara.

- Yo creo que ya estamos en situación de entender la relación entre los personajes de la obra -dijo Carlos-. Esto es mas o menos lo que se cree que es el trasfondo real.

- Tu, Marta -seguía-, haces el papel de una tia dominante, que ya veo que es algo que tenías oculto, pero como en tu relación con un tío al que no puedes dominar, te buscas otro tio al que tratas de feminizar para ejercer esa dominación sobre el.

Marta, completamente excitada con mis lamidas, respondió.

- Y no veas lo que me gusta tener a esta putita comiendome el coño. De hecho, te iba a pedir que si tienes algun disfraz de puta barata para ponérselo y mas tarde follarmela duro.

Si... estaban hablando de mi y me estaba excitando. Con mas ahinco chupé el coño de Marta hasta que explotó en un orgasmo bestial. Con sus piernas y sus manos apretaba mi cabeza mientras me gritaba:

- Succioname entera, puta, cómeme toda. Que gusto me estas dando.

Un rato despues cayó desfallecida hacia atrás y me liberó la cabeza. Yo como estaba la verdad cansado me dejé caer en el suelo. Así, en silencio, pasamos unos minutos hasta que Carlos se levanto y dando un par de palmadas dijo:

- Venga... a la ducha todos, el juego se ha acabado.

- Y no podemos disfrutar mas de la chacha? -preguntó Marta.

- No, o de momento no. Es hora de cenar algo y después descansar. Mañana la jornada será dura.

Y en efecto lo fué. Todo el domingo lo dedicamos a ensayos sobre la obra de teatro.

No pasamos ningún fin de semana más en la casa de Carlos y tiempo después la obra fué un éxito, si bien no nos salió ninguna representación más que la del festival.

Una lástima, porque no me hubiera importado volver a repetir un finde así.